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Sin olvido por zandaleesol

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Harry finalmente decidió visitar Hogwarts, imaginó diversos motivos para hacerlo, un montón de argumentos y razones lógicas apoyaban la necesidad de esa visita, después de todo era debido a Dumbledore que había decidido regresar de ese viaje de cinco años, el anciano director supo siempre donde encontrarlo, en el lugar que estuviese cada cierto tiempo le llegaba una carta de él, no importaba que tan remoto fuera el lugar donde se encontrara, Dumbledore siempre se las arreglaba para localizarlo, con el paso del tiempo se acostumbró a ello y finalmente, terminó por esperar y desear la llegada de esas cartas. La última que recibió fue la que lo motivo a regresar, en ella Dumbledore le contaba de su retiro, había decidido dejar la dirección de la escuela en unas manos más jóvenes que las suyas. Harry sabía que Dumbledore al igual que él nunca había superado la tristeza que le dejó las vidas de tantos queridos amigos que se perdieron en la guerra contra Voldemort. Realmente deseaba abrazar nuevamente a ese viejo mago que había sido tan importante en su vida de estudiante y lo seguía siendo ahora en su vida como adulto.

Harry también comprendía que era inevitable la urgencia de tomar parte en la vida del mundo mágico, ya todos sabían de su regreso, había recibido muchas cartas de viejos conocidos, antiguos compañeros de escuela y de otras personas que no conocía que lo congratulaban por su regreso, en el primer momento esto le molestó un poco, pero luego comprendió que aquello sólo era resultado de lo que había hecho por el mundo mágico, al destruir para siempre la amenaza de Voldemort, había dado esperanza a su mundo y esas cartas eran una muestra de agradecimiento.

Pensó en un principio que tal vez era una tontería pensar en la posibilidad de ser feliz y útil, tenía una cierta certeza que basaba en sólidos argumentos, tras esas lecciones de la vida y la humillación del pasado; pero también deseaba creer que de no hacer algo su experiencia de cinco años acabaría perdiéndose y sería un absurdo no aplicarla a una tarea concreta, sabía que debía incorporarse otra vez a la vida.

Harry sabía que no era del todo improbable que se topase con Draco Malfoy en aquella visita, con un sentimiento que estaba seguro que era sólo de curiosidad, se preguntaba cómo reaccionaría Draco al encontrarse con él, pero pronto se obligó a no pensar en eso, no le importaba, en el caso de que ocurriese aquel encuentro estaba decidido a darle a entender que el pasado estaba muerto y que de ningún modo podía revivirse.

Al flanquear las rejas de Hogwarts, Harry se sintió de súbito invadido por un cúmulo de sensaciones diversas, tristes y alegres, ese había sido su primer hogar verdadero y sabía que gran parte de su corazón aún permanecía en ese lugar, testigo silencioso de tantas horas alegres y tristes. Harry contempló largo rato el castillo, parecía que el tiempo se había detenido en aquel lugar, estaba igual que la primera vez, respiró hondo y un hálito embriagante de vida inundó sus pulmones y, su corazón latió inundado de no supo qué vaga e indefinible esperanza. Con paso decidido subió las escaleras, las puertas estaban abiertas, entró al lugar y no pudo evitar detenerse a contemplarlo, todo parecía igual a cómo lo recordaba cinco años atrás, de pronto una voz que se le hizo conocida lo sacó de su inspección

- Señor Potter, el director lo espera - dijo la voz

Harry se volvió a mirar de quién se trataba, aquella voz familiar no era otra que la del viejo celador de Hogwarts, el señor Firch, a Harry como a la mayoría de los estudiantes en Hogwarts nunca le agradó el señor Firch, pero el paso del tiempo hasta eso había cambiado en él, ya no sentía antipatía por el viejo celador

- Señor Firch, cómo está - dijo Harry a modo de saludo subiendo la escalera de mármol

- Yo muy bien señor Potter... usted se ve igual pareciera que el tiempo no ha pasado - dijo Firch

- Pero ha pasado, eso se lo aseguro - dijo Harry

- Supongo que recuerda dónde está el despacho del Director - dijo Firch

- Por supuesto, pasaba en ese lugar con bastante frecuencia - dijo Harry sonriendo

- Entonces no tendrá problemas en llegar, la contraseña es "caramelo de limón" -

- Al parecer los gustos de nuestro director es lo único que no ha cambiado - dijo Harry

- Así es señor Potter -

- Hasta pronto señor Firch - dijo Harry despidiéndose del viejo celador


- Hasta pronto señor Potter - dijo Firch

Harry hizo un gesto de saludo con la mano y se encaminó hacia el quinto piso donde estaba el despacho de Dumbledore. Mientras recorría otra vez aquellos pasillos y subía escaleras, muchos recuerdos volvían a él inevitablemente, porque eran muchas las cosas que habían vivido en ese lugar. Finalmente llegó a la gárgola de piedra, tal como ocurría en sus años de estudiante, antes siquiera de tocar la puerta del despacho esta se abrió; Harry sintió un latido de emoción al traspasar el umbral de ese lugar, no había cambiado ni un ápice, todo estaba igual como él lo recordaba desde la última vez que lo pisara antes de emprender su viaje.

Ahí tal cual lo hiciera desde antaño estaba Dumbledore sentado tras su escritorio, en cuanto Harry lo saludó el viejo mago se puso de pie y salió a su encuentro, el joven lo acogió con un abrazo lleno de cariño y emoción. Harry pudo observar a ese hombre que a pesar de parecer demasiado viejo, siempre había desplegado gran vitalidad, pero ahora era totalmente distinto, tenía aspecto cansado y triste, un aspecto que Harry no le había conocido ni siquiera en los peores momentos, pensó con tristeza que Dumbledore no había podido sustraerse a las huellas que había dejado la guerra a pesar de la fortaleza que siempre había demostrado. Por un breve instante se miraron a los ojos, a pesar de la enorme diferencia de edad, sus miradas eran iguales, apagadas y envejecidas, una por el inexorable paso del tiempo, la otra por lo dolores que había vivido.

Dumbledore hizo aparecer un sofá en el que ambos se sentaron, el viejo mago no dejó de agradecerle a Harry por atender a su petición a pesar de lo difícil que era para el joven volver a ese lugar, el que había pisado por última vez en la hora más triste de su vida.

Dumbledore conocía todo lo relativo a la partida de Harry hacia cinco años, el joven le había revelado su secreto para explicar la necesidad de partir y él había comprendido sin cuestionarlo en lo absoluto. Pero ahora Dumbledore había utilizado como excusa su próximo retiro para hacer que Harry regresará, deseaba hacer lo necesario para que el joven fuera feliz, sentía que le debía eso y haría todo para que Harry recuperara la felicidad que había perdido y a la que tenía derecho más que nadie. Guiado por este pensamiento le habló al joven de la necesidad de retomar la vida y darse la oportunidad de ser feliz, sobre todo le habló de perdón y de olvido que eran tan necesarios para comenzar una nueva etapa, dejando atrás la amargura y el dolor. Harry con el corazón oprimido miraba con ojos brillantes el rostro del viejo mago, escuchaba sin interrumpir, sin preguntar nada, con toda su alma deseaba creer en las palabras de Dumbledore, deseaba creer en esos ojos seniles, envejecidos en la convicción de sus propias palabras, en la tranquilidad, en la firmeza, en la conciencia que se reflejaba en aquel viejo mago y que contrastaba con el vacío interior y la desesperación de Harry. Con toda su alma deseaba creer y extrañamente experimentó un sentimiento de paz, de renovación, como de regreso a la vida.

Tras las palabras de Dumbledore no pudo evitar pensar en Draco, y en el pasado, pensó en la posibilidad de revivir las horas felices, pero su vanidad se revelaba con fuerza, habló su orgullo, él había sido abandonado en virtud de razones ambiciosas, aquella herida se levantaba como un muro infranqueable entre su amor y él. En estos pensamientos estaba tan sumido Harry que ni siquiera se percató de que dos personas habían entrado al despacho, sólo cuando oyó las voces que saludaban al director, voces que le eran demasiado conocidas, levantó la vista, Dumbledore estaba de pie y a pocos pasos de él estaban Severus Snape y Draco Malfoy.

Harry apenas pudo controlar el temblor que comenzó a sacudir su cuerpo mientras se levantaba del sofá, hizo un esfuerzo por serenarse, era necesario mostrarse frío e indiferente, guiado por este sentimiento no dudó en mirar a Draco directamente a la cara, el joven rubio enrojeció como si toda la sangre de su cuerpo le hubiese subido de golpe al rostro, sentía la garganta seca, no podía materialmente hablar cuando oyó la voz de Harry que le saludaba como si de un viejo conocido se tratase, apenas tuvo fuerzas para extender su mano y tomar la que Harry le ofreció con gesto displicente, sus ojos de desviaban a todos lados sin atreverse a mirar, sintiendo la penetrante mirada de esos ojos esmeraldas, Harry por su parte al primer contacto de esa mano que conservaba la suavidad y tersura que él tan bien conocía, recibió como una llamarada en el rostro, sin poder evitarlo las miradas de ambos que vagaban de un lugar a otro se encontraron por vez primera en cinco años y tanto esos ojos esmeraldas como los grises se fundieron en una sola mirada tan apasionada que casi pareció un beso.

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