Nojiko apagó el fogón cuando sintió que la salsa estaba lista. Lo que faltaba era que Nami llegara y ya, serviría la cena para las dos.
Tomó un vaso y se sirvió un poco de jugo de mandarina y tomó el sobre rojo que había sobre la encimera de la cocina. Estudió el trabajado sello plateado y acarició las letras que grababan el nombre de su hermana encima del elegante escudo de plata.
-Ya llegué- oyó gritar.
-Nami- sonrió- ¿qué tal el día?
-Divertido- le dijo colgando la chaqueta del perchero junto con su mochila- Vivi y yo pasamos el examen, fuimos las únicas.
-¡Vaya! Te felicito- acabó de colocar la comida y se sentaron juntas a la mesa.
Ambas contaron su día, entre risas y salsa dulce.
-Hoy llegó algo para ti- dijo seria, Nami dejó el cubierto aparte y tomó el sobre rojo que le alcanzaba su hermana.
-¿Qué es?- frunció el ceño. Sacó los papeles y leyó con atención- lo sabía. Bellemere-san lo dijo.
-¿Qué?
-Que cuando Doflamingo descubriera en dónde estaba, vendría por mi.
Nojiko tapó su rostro horrorizada.
-¿Es...?
-No, no- Nami agitó su mano negando- me han asignado un protector.
Nojiko se relajó.
-¿De esos que contaba Bellemere-san?
-Si- le sonrió a su hermana- de esos que contaba Bellemere-san.
Se miraron por un momento, recordando...
-Acabemos la comida- sugirió Nami- luego terminaré de leer esto.
Nojiko asintió y acabaron su comida, luego llevaron todo a la cocina.
Sonó el timbre.
-¡Nami! ¡La puerta!
-¡Voy!
Se encaminó a la entrada y tomó el pomo para girarlo y abrir.
-¡Buenas tardes, Nami-san!
-Hola Sanji-kun.
-Ah, hoy estás mas bella que de costumbre.
-Gracias- se carcajeó.
-Ten- le entregó un recipiente- mi padre y yo hicimos un postre y pensé en ustedes, mi bellas vecinas.
-¡Vaya, te lo agradezco!
Sanji hizo una exagerada reverencia y se despidió de la chica con bonitos halagos.
Caminó hasta la cerca y luego miró el prado, curioseando con el color.
Nami cerró la puerta.
-¿Quién era?- preguntó secándose las manos con un trapo limpio.
-Era Sanji-kun, nos trajo postre.
-¡Qué bien! Guárdalo en la nevera.
Aprovechó el momento en que su hijo salió para llevarle el postre a sus vecinas para analizar el sobre azul con el escudo de plata grabado.
Sanji había sido rechazado.
Suspiró de alivio y sonrió. Su hijo no tendría que sufrir lo que él sufrió.
-Por favor, tome el crayón naranja que está en el sobre- leyó Nojiko en voz alta y Nami obedeció- ahora dibuje una puerta en un sitio asequible pero oculto- Nami caminó al armario del aseo mientras Nojiko seguía leyendo- abra.
-¿Pero cómo quieren que lo haga?
-Aquí sólo dice eso- se defendió.
-Ah- suspiró y empujó la puerta, que cedió- ¡oh!- exclamó al ver el resplandor de luz al otro lado. No sólo era extraño por que la puerta se hubiera abierto, sino que la luz al otro lado era fuerte y clara, y en ese momento era entrada la tarde fuera de su casa.
-Dice que debes entrar acompañada de alguien- sonrió- iré contigo.
-Si- siguió y su hermana la siguió de cerca.
El enorme portón de plata se erigía frente a ellas y entraron, caminando por el sendero de piedra que llevaba a una majestuosa puerta con escaleras de brillante mármol. Alrededor de ellas pudieron apreciar inmensos jardines y fuentes chispeantes de agua, pero no veían a ninguna persona.
Las puertas se abrieron y entraron a una estancia con un pasillo.
-Dice que sigamos por donde dice "nuevos".
-Entonces es por allí- señaló Nami y su hermana caminó detrás.
-Ahora hay que cruzar por donde dice "protegidos".
-Por allí.
Cruzaron la pequeña puerta que tenía la leyenda que buscaban y entraron a un delicado salón de te con ventanales a un jardín de tulipanes amarillos y rojos, a juego con el mobiliario de la estancia.
Tomaron asiento en uno de los enormes sillones.
Una puerta se abrió y alguien les hizo señas para que se acercaran.
Se pusieron de pie y caminaron hasta estar del otro lado.
-Es ella, su nombre es Nami- mencionó una mujer y luego la miró a ella- él es tu protector- señaló al muchacho de extraños cabellos verdes- su nombre es Roronoa Zoro, es un espadachín.
Ella y su hermana se adentraron mas en el saloncito y se sentaron en otro cómodo sillón.
-No nos hemos presentado- continuó la mujer- soy Boa Hancock- estrechó manos con las chicas- ellos son Monkey D. Garp- señaló al mencionado- Smoker- el hombre hizo un gesto con la mano- y Akagami Shanks- el pelirrojo le dio una sonrisa que devolvió- somos los encargados de asignar protectores a aquellos que lo piden o de seleccionar personas que necesiten protección.
-Entonces yo soy del tipo que la necesita.
-Tu madre ya nos había alertado de esto- dijo Akagami risueño- nosotros sólo seguimos indicaciones.
-¿Entonces Doflamingo me encontró?
-Algo por el estilo, sin embargo no sabemos exactamente qué quiere de ti. Ya tenemos gente investigando.
Suspiró.
-Estarás bien, chiquilla- rió Garp- este muchacho es un hueso duro de roer.
-Mas te vale- le dijo al chico- te cobraré por cada rasguño que reciba.
-¡Nami!
-Como si fuera a pagarte, bruja.
-¡Zoro!
-¿Cómo me llamaste?- se puso de pie frente a él.
-¿Yo?- la imitó. Era mas alto que ella- bruja.
Se fulminaron con la mirada.
-Se van a llevar bien- asintieron todos.
-No olvides las reglas muchacho- recordó el pelirrojo con un nudo en la garganta- esta señorita es muy bonita.
-¿Qué reglas?- cuestionó.
-Zoro no puede dejar de protegerte. Y, por sobre todas las cosas, no puede enamorarse de ti.
-Como si me atrajera una bruja...
-¡Repítelo!
-¡Bruja!
-¡Ah!- gritó desesperada y se dejó caer en el sillón- si Sanji-kun te oyera...
-¿Qué dijiste?- cuestionó Zoro.
-Que si Sanji-kun te oyera, te mataría.
-Él- sonrió confiado- no podría tocarme un solo cabello.
-Ya veremos. Él es mejor que tu.
-Deja que lo conozca y luego decidiremos quién es mejor que quién.
-Te digo la verdad, prefiero la paz.
-Se entendieron bien, eso es lo que cuenta- exclamó Shanks satisfecho.
-Hancock, llévalos a una de las salas de espera- pidió Smoker- los otros no deben tardar en llegar.
Giraron a ver la salida en el momento en que el pomo se giraba desde fuera, alguien intentaba abrir la trancada puerta.
-Error, ya llegaron- corrigió Smoker- que salgan por la otra sala, no deben verse aun.
Boa asintió y llamó a los chicos y a sus acompañantes para que la siguieran. Pasaron a la habitación adyacente, la salita de te con vista a los tulipanes, y salieron por la puerta por donde habían llegado Nami y Nojiko. Los guió hasta una puerta que ponía "espera".
-Entren aquí y no salgan. Yo les avisaré cuando pueden ver al resto.
-¿Resto?- Zoro ladeó la cabeza.
-Son cuatro protegidos, por ende son cuatro protectores.
-Entiendo- murmuró Nami- gracias.
Boa asintió y se marchó.