5 pasos para gustarle
Capítulo 9. No son celos
Ha pasado un tiempo desde que André no me habla. Hace una semana fui a visitarlo a la librería y aun se encontraba molesto por haberme visto con Richard. Supongo que fue por eso porque según yo, no he hecho nada que pudiese enfadarlo de esa manera.
André estaba platicando con su amiga-compañera Fernanda, cuando yo llegué y en cuanto entré, esa sonrisa tan hermosa que se carga, se borró. Me observó de arriba a abajo y volvió a trabajar. Se ponía muy cortante cuando intenté platicar con él, así que decidí dejarlo solo.
Hace 3 días lo volví a visitar pero esta vez a la tienda de abarrotes donde atiende. Ya no se notaba molesto, sin embargo continuaba sin mirarme o dirigirme la palabra.
En casa, Mitchell ya se ha vuelto muy amigo de Richard. Lo invita a comer pero yo siempre le digo que no porque no alcanza la comida, sin embargo me ignora olímpicamente. Debo admitir que gracias a Richard, mi hermanito se ha desenvuelto demasiado. Ya no es tan miedoso y se ha vuelto más eficiente en labores domésticas, aunque aún sigue siendo un niño.
Ámber por otro lado, me preocupa un poco. Sale de casa sin permiso. Le miente a mamá y a mí de dónde ha estado y llega tarde a casa por las noches. Ella dice que la acompañan pero yo nunca he visto a nadie. Quiero creer que es parte de su etapa rebelde de entrada a la adolescencia.
Hoy por otro lado, Estoy camino a la tienda para intentar conversar una vez más con André. Más le vale decirme de una vez por todas que demonios le sucede o tendré que sacarle la verdad a golpes.
Llego a la tienda con una pequeña lista en mano. Doy un largo suspiro para darme valor a entrar y finalmente camino al interior del local.
Una campanita se hace sonar al momento de que entro y André voltea a verme.
- Hola –le digo a modo de saludo.
- Buenas tardes, Joseph.
- Buenas tardes, André... Ah... ¿me puedes surtir la lista, por favor?
Se la entrego y él la toma con dificultad. Pero antes de leer me observa, casi como si quisiera decirme algo, así que espero en silencio a que continúe.
- Sabes Joseph, hay algo que he querido decirte hace bastante tiempo...
- ¿A-ah si? ¿Y q-qué es? –No se por que me estoy poniendo nervioso. Pareciera que los sonidos a mi alrededor dejan de tener importancia. Las palmas de mis manos sudan un poco y siento un leve ardor en el rostro... ¿Será que por fin me dirá que yo le...
- ¡AAAH!
Una chica como de 16 años se encuentra casi haciendo malabares con unas latas de conservas, parece que se le quieren caer encima.
Mi amigo acude a su rescate y justo antes de que ella caiga, André la atrapa. Ella tiene su espalda pegada al pecho de mi amigo, quien a su vez, la sostiene de los brazos.
Es una imagen que en realidad no me agrada. Casi parecen una pareja a punto de bailar. Ella se sonroja demasiado y le agradece que la ayudara. André le sonríe. ¿Por qué le sonríe? Madre mía, no debería sonreírle. Luego por eso las muchachitas no se apartan de los lugares donde trabaja. Las mujeres tienen bichos en la cabeza que les alborotan las hormonas y sienten que con cada chico guapo que se encuentren van a vivir su gran historia de amor.
No hay por qué negarlo. André es bastante guapo ¿Quién no querría vivir una historia de amor con él?
Bueno, después de cobrarle algunas cosas que llevaba, André despide a la chica y voltea a verme.
- ¿Por qué la cara larga? –Me dice aún sonriendo. Parece ser que se le ha bajado un poco el coraje.
- No se de que me hablas.
Ya no me responde. Vuelve a leer la lista de compras y comienza a molestarme otra vez.
- Se escribe "jabón", Joseph, no "javón". - Como le encanta corregirme.
- Uy, lo siento señor "Yo si fui a la Primaria" y deja de decirme Joseph. ¿Qué te sucede?
- Así te llamas.
- Lo se pero no sueles decirme así.
No me responde. Comienza a surtir mi lista de compras y luego hace la cuenta.
- Serían... $145
Le entrego el dinero.
- Oye André –me animo finalmente a preguntar – ¿Podemos vernos un rato cuando termines de trabajar?
- Claro. Tengo algo que decirte. Pasaré en la noche a tu casa.
Me despido de él y antes de salir de la tienda, André me recuerda que estoy olvidando la bolsa de mis compras. No se que haría sin él. La verdad es que soy muy despistado.
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André
He pensado mucho en que tal vez no sea buena idea que Joseph esté demasiado con Richard.
Me pregunto a veces si él sabrá que tenemos el mismo padre. Lo dudo mucho, pues recuerdo que siempre fue el más consentido. Al señor Duncle nunca le importó demasiado si se sabía que andaba con muchas mujeres, pero cuando se trata de tener hijos, la cosa cambia. Me parece extraño que en estos momentos intente acercarse a mí de nuevo. Tal vez ya no le importa.
De cualquier manera, admitir que ese hombre es mi padre en público, no está en mis planes.
El mini súper está cerrando ya. Don Genaro me dice que no me preocupe, que él termina para que yo pueda irme ya.
-Dicen que van a coronar a la reina de las flores antes de iniciar el baile y no al final como los años pasados
-¿Si? ¿Y quién crees que sea ésta vez?
Dos chicas pasan a mi lado, charlando del evento más próximo y de los más grandes del pueblo. La Feria de las Flores. Es un evento de todo un día que consiste en dar la bienvenida a la primavera con una tarde llena de juegos, donde se realiza una tocada en el jardín del centro y mucha gente hace bailes tradicionales. Por la noche toda la gente se mueve a las afueras del pueblo para pasar la noche bailando. Al final del baile se nombra a una reina y ella puede escoger a algún chico del pueblo para que baile con ella la ultima pieza y se finalice el evento.
La pareja coronada asiste como invitados especiales a muchos otros eventos durante un año, obviamente hasta la próxima Feria de las Flores. En realidad me gusta ver como mueven cielo, mar y tierra para verse hermosas y los hombres hacen hasta lo imposible para ser escogidos, porque siempre hay un premio para los ganadores.
Mi hermanita Ahne está muy emocionada. Tiene grandes deseos de ganar. Me dijo que me escogería si era ella la que salía coronada, pero es casi segur que al final termine escogiendo a algún chico para que le haga compañía. Me gustaría mucho ayudarle, la verdad es que es ha crecido y se ha convertido en una chica bastante hermosa. Es 3 años menor que yo, de cabello corto, hasta el hombro y castaño como mi padre y ojos verdes como mi madre. Tiene piel blanca, pues solo sale de casa de mi madre para ir al colegio. Creo que somos muy apegados, solo que nos vemos muy pocas veces.
En fin, voy camino a casa de Joseph pero me detengo un momento al pasar frente a una zapatería. En el mostrador hay unas bonitas zapatillas de color naranja. Recuerdo que varios de los vestidos que estaba viendo Ahne eran de ese color. Me hace preguntarme si ya tendrá su calzado preparado. Entro a la zapatería que está a punto de cerrar también.
-Disculpe –pregunto al joven que atiende –Podría mostrarme por favor…
El chico se gira hacia mí y se me traba un poco la lengua. Me observa tan directamente que me hace sentirme nervioso. Me mira como si no comprendiera lo que sucede pero finalmente me sonríe.
-Ah, ya vamos a cerrar. Podría venir mañana temprano si quiere, señor.
-¡Ey, novato! Esa no es forma de tratar con un cliente. –Quien interrumpe es un hombre de mediana edad, supongo que el dueño de la tienda. Ambos son muy amables y me piden que pase al local, donde me muestran las zapatillas. Un poco caras pero las pude comprar con el dinero que llevaba a la mano.
Bueno, supongo que ahora sí iré a casa de Joseph. Él es tan torpe que podría pensar que estoy celoso del idiota de Duncle pero no es así. No lo es. Solo… es importante que hable con mi Pato.