Era entrada la noche cuando Killer llegó a la puerta de su casa, había sido afortunado al hallar a Kid y que este lo llevara hasta su hogar. En realidad no había sido mala idea ir a las peleas callejeras, pero debió pensar en cómo volvería luego de apostar todo lo que llevaba encima.
Abrió la puerta y oyó algo arrastrarse en el suelo. Lo ignoró, pero al encender la luz, el sobre negro llamó su atención.
-¿Qué mierda...?- lo alzó y vio el curioso escudo encima- ¿una universidad? No me importa.
Tiró el sobre encima de la mesa y luego se lanzó al sofá, pero la duda del sobre lo embriagó y se puso de pie, tomó el sobre y lo abrió a la mala.
Leyó por salir del paso y luego miró la tiza amarilla que se deslizó del sobre.
-Ni de coña, esto es una puta broma- exclamó e hizo un círculo en la puerta de la nevera. Se llevó una sorpresa al empujar el círculo y que este se abriese como una puerta y que mostrara al otro lado una mansión bañada por la luz de las farolas y consumida por el cielo nocturno.
Dejó caer la tiza al suelo.
-No me jodan, esto no debe ser en serio- irónicamente agradeció haber hecho un círculo algo grande y entró al curioso paisaje que estaba al otro lado de la puerta.
Como no había llevado el papel donde decía lo que debía hacer tan pronto llegara, se dedicó a empujar la reja a ver que sucedía. Como predijo, cedió.
Entró y siguió el camino hasta la puerta y empujó de nuevo para que la puerta se moviera y le diera paso. Siguió dentro y se dedicó a vagar de un lado a otro intentando buscar a alguien.
-¡Oye!- escuchó a su espalda. Se dio vuelta y encontró a un hombre pelirrojo con una botella de licor en su mano. El hombre se acercó- ¿quién eres y cómo llegaste?- preguntó risueño pero con un trasfondo amenazante.
-Me llamo Killer- respondió automático- llegué abriendo una puerta en la puerta de mi nevera.
Inesperadamente, el hombre se echó a reír.
-¡Vaya originalidad! ¡Ja, ja, ja! ¡En la nevera! ¡Ja, ja, ja! Ay chico, me has hecho reír...- el hombre se apoyó en su hombro con el único brazo que tenía- soy Akagami, Akagami Shanks, bienvenido.
-¿Gracias?- musitó.
-¿Qué haces por aquí? La sala de protectores es tres pisos abajo.
-¿Protectores?
-Si, si, si, te lo explicaré allí... Creo que la chica Nico ya llegó...- murmuró para si mismo mientras guiaba a Killer- entonces si ya está aquí iremos directo a la de protegidos.
Bajó los escalones y llegó al piso de los salones. Killer observó el letrero de "protegidos" en una puerta a la que entraron segundos después.
Shanks lo hizo seguir primero. Miró a las ocupantes de la habitación: dos hermosas mujeres conversaban amenamente. Ambas morenas, ambas esbeltas, ambas impactantes. Pero ninguna le llamó la atención.
-Oh- exclamó una de ellas al verle- te has tardado mucho- le reprendió- Akagami, ¿por qué se ha tardado tanto?
-Agradece que vino- respondió- lo encontré perdido.
-Fufufu, ¿es él?
-Si- contestó la otra chica- sigue Killer, debes conocer a tu protegida.
Killer cerró los ojos intentando asimilar lo que le habían dicho. ¿Superhéroe? ¿Él? Pero si apenas y podía cuidar de si mismo. No se veía cuidando de alguien mas. Miró la chica a su lado, Nico Robin no hacía mayor gesto, era como si ella estuviera tranquila a pesar de que la estaba persiguiendo un hombre tan poderoso y maligno como ese tal Doflamenco o como se llamase.
-Llevémonos bien, Superhéroe-san.
-Mira, puedes decirme Killer. Y no entiendo nada de nada. ¿Por qué yo?
-Tus padres fueron superhéroes- comentó Smoker, quien había llegado para hablar con el chico- en una de sus batallas fue que murieron.
Killer se crispó, no se le antojó agradable el que le recordaran la muerte de sus padres ni conocer, ahora, la verdadera razón. No había sido un accidente. Pero dejó las preguntas para después, por ahora tenía suficientes cosas en que pensar.
-Jack y Elisa eran de los mejores- Shanks musitó interrumpiendo las cavilaciones de Killer. Miró al chico y le puso una mano en el hombro- debes sentir orgullo de ser su hijo.
-Los tuve hasta los 8, no es fácil crecer sin padres.
-Te enseñaron lo suficiente para que siguieras sus pasos- añadió Boa.
-¿¡Y si no los quería seguir?!- gritó y se puso de pie. Sus manos estaban hechas puños y sentía que golpearía a cualquiera.
-Oye Shanks- la puerta se abrió y un chico rubio entró a la habitación antes de que alguno de los presentes reaccionara- ¿hay comida?
-Sabo...
-Ah, hola Robin- volvió su mirada al pelirrojo- ¿y...?
-Si... En la cocina...
-Vale... Oye- se dirigió a Killer- ¿también te gusta AC/DC?- señaló su camiseta negra- mi favorita es Money Talks...
-¡Sabo!
-Lo siento, adiós- pero antes de salir, volteó- oye chico rubio, nos veremos camino al infierno*.
La tensión existente antes de que Sabo abriera desapareció tan pronto el chico se dirigió hacia Killer. Sorprendentemente, el protector había soltado la presión de sus manos y respiraba tranquilamente, su mente estaba en calma. ¿Qué tenía la voz de ese muchacho para relajarle a ese punto de olvidar el por qué de su furia? ¿Quién era ese tal Sabo?
La chica a su lado rió.
-¿Qué sucede?
-Nada- sonrió- absolutamente nada.
Killer chasqueó su lengua.
-Hancock, ve por Roronoa y llévate a estos dos, luego ve a la sala donde está el resto.
-¿También llevo a Dracule?- sonrió lasciva.
-También- apartó la mirada y salió de la habitación dando pasos fuertes y cerrando de un portazo.
Killer alzó una ceja. Si tuviese el rostro despejado, se hubiera visto claramente, pero su desordenado fleco hacía que sus expresiones no fueran vistas.
-Andando- musitó Boa encaminándose a la puerta y abriendo- vamos a conocer al resto.
Se despidió de Smoker y caminó en dirección al salón donde estaban Zoro y Nami. Abrió.
-Hey- los llamó- vengan conmigo.
Los 4 huéspedes de la habitación siguieron de cerca a la mujer hasta que llegaron a la habitación donde estaban los otros chicos restantes.
-Síganme- musitó al entrar y seguir derecho hasta otra puerta, la cual descorrió y siguió las escaleras que se ocultaban detrás.
Subió y llegó a un despejado balcón que veía al jardín de flores que se apreciaba desde dentro de la mansión. El balcón estaba techado y adornado con bonitos sillones de madera y tonos fríos.
-Tomen asiento, el resto no tardará en llegar.
Obedecieron.
Killer se sentó en una poltrona individual frente a un sofá de 3 puestos. Miró al frente. Ahí estaba el chico. Le devolvió la mirada y sonrió. Le hizo un gesto de saludo con la mano y le guiñó un ojo para luego seguir hablando con el muchacho a su lado.
-¿Quién eres?- susurró para si mismo- ¿quién eres y que es lo que logras hacer conmigo?
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