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Mi superhéroe poco ortodoxo por Yoshita

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Notas del capitulo:

Vale, perdonen por la demora, pero tuve un trabajo de diseño enorme y me comió mucho de mi tiempo. 

Llegamos a la última presentación, gracias por ser pacientes. 

Si se ve feo o pegado, lo editaré cuando pueda. 

 

Robin cruzó las piernas y miró fijamente el sobre. No se lo esperaba. ¿Quién hubiese dicho que la protegerían luego de todo lo que había pasado? Bueno, era una organización que estaba especializada en eso, pero aun así estaba estupefacta. 
-Haaaa... Entonces vamos- sonrió y dibujó un bonito rectángulo con la tiza morada que había sacado del sobre. 
Entró en la mansión ya caída la noche y siguió confiada hasta la sala donde debía estar. 
Tocó. 
-Pase- dijo una voz femenina. Robin se relajó, confiaba mas en mujeres que en hombres. 
-Gracias- abrió la puerta y la mujer que le había respondido estaba sentada en un sofá de la habitación. 
-Ven, siéntate- le sonrió- eres la última de nuestras protegidas. 
-Oh... ¿Somos varios?
-Son cuatro, cada uno con su respectivo protector... Pero, ¡qué tonta soy! Me llamo Hancock, Boa Hancock. 
-Soy...
-Robin, lo sabemos. 
Robin miró desconfiada, no estaba segura si era una trampa o no. 
-Antes que llegue tu protector, hay varias cosas que deberías saber. 
 
Cuando entró el chico rubio y el hombre pelirrojo, Robin se tensó involuntariamente, pero no interrumpió su charla con Hancock. 
-Oh, te has tardado mucho- reprendió a Shanks- Akagami, ¿por qué se ha tardado tanto?
-Agradece que vino- el hombre que respondía al nombre de Shanks se defendió- lo encontré perdido. 
-Fufufu, ¿es él?- Robin hizo acto de presencia. 
-Si- le contestó Boa- sigue Killer, debes conocer a tu protegida. 
 
Robin miraba con diversión los gestos que hacía Killer. Se notaba que no entendía nada de nada y que sentía que todo era una estúpida broma. Sonrió, de verdad que sería entretenido. 
-Llevémonos bien, Superhéroe-san- sonrió e interrumpió a Killer en sus pensamientos. 
-Mira, puedes decirme Killer- contestó algo irritado- y no entiendo nada de nada. ¿Por qué yo?
-Tus padres fueron superhéroes- respondió el hombre de cabellos canos llamado Smoker, quien había llegado poco después que Killer- en una de sus batallas fue que murieron. 
Robin vio como Killer se tensaba y apretaba los puños. Entendía. A nadie le gustaba que le recordasen algo como eso. Ella lo sabía. Ella lo comprendía mejor que nadie. 
-Jack y Elisa eran de los mejores- Shanks musitó interrumpiendo las cavilaciones de Killer. Miró al chico y le puso una mano en el hombro- debes sentir orgullo de ser su hijo. 
-Los tuve hasta los 8, no es fácil crecer sin padres- Robin abrió los ojos. Su madre había fallecido también cuando ella tenía apenas 8 años. 
-Te enseñaron lo suficiente para que siguieras sus pasos- dijo Hancock intentando animar al chico, o al menos eso pensó ella. 
-¿¡Y si no los quería seguir?!- gritó y se puso de pie. Sus manos estaban hechas puños y Robin supo que no era un tema que al chico le gustase tratar. Pensó que todo se iría al traste, así que cruzó los brazos sobre su pecho y giró sus manos hacia arriba. Cerró los ojos. Si Killer perdía el control, ella lo detendría. 
-Oye Shanks- la puerta se abrió y oyó esa voz conocida llamar al pelirrojo, la tensión reinante parecía ser un sudario para nada cómodo- ¿hay comida?
-Sabo...- susurró al abrir los ojos y mirar al chico rubio al pie de la puerta. 
-Ah, hola Robin- saludó apenas mirándola y se giró al pelirrojo- ¿y...?
-Si... En la cocina...- Shanks parecía fuera de lugar. 
-Vale... Oye- le habló a Killer- ¿también te gusta AC/DC?- señaló su camiseta negra- mi favorita es Money Talks...
-¡Sabo!- exclamó Shanks. No era el momento. 
-Lo siento, adiós- asintió, pero antes de irse exclamó- oye chico rubio, nos veremos camino al infierno. 
Robin miró a su superhéroe, pensó que sus manos seguían en puños y que apretaba los dientes con fuerza, pero el agarre había cesado y se veía en una calma apacible. Robin rió. ¿Quién diría que Sabo lograría calmar a alguien tan agresivo como se veía Killer?
-¿Qué sucede?
-Nada- sonrió- absolutamente nada. 
Killer chasqueó su lengua. 
-Hancock, ve por Roronoa y llévate a estos dos, luego ve a la sala donde está el resto. 
-¿También llevo a Dracule?- tentó. Robin se fijó en el rostro crispado de Akagami y su dolida expresión. 
-También- giró el rostro y salió de la habitación dando pasos fuertes y cerrando de un portazo. 
Robin tomó nota mental... Había algo con el pelirrojo y ese tal Dracule. 
-Andando- Hancock sacó a Robin de su mente y la chica miró a la puerta abierta sostenida por Boa - vamos a conocer al resto. 
Boa hizo un gesto de despedida hacia Smoker y luego abandonó la habitación seguida de los otros dos. Llegaron frente a una nueva puerta, que Boa abrió. 
Suspuso que los hombres dentro eran Roronoa y el tal Dracule, pero la sorpresa fue encontrar a otras dos chicas con tonos de cabello peculiares. 
-Hey- llamó Boa- vengan conmigo. 
Los 4 huéspedes de la habitación siguieron de cerca al resto hasta que llegaron a la habitación donde supuso estaban demás protectores y protegidos. Alzó la vista y vio a Sabo saludarla. Le hizo el mismo gesto con la mano al sonreírle. 
-Síganme- oyó y caminó hasta la puerta interna a donde iba Hancock. Mientras subía pensaba en las razones de ser perseguida por ese hombre. No era misterio su conocimiento, ni lo era el hecho de sus capacidades, pero los contactos de Doflamingo iban mas allá... no había sentido alguno. 
Alzó la vista y se encontró en un balcón que daba a hermosas flores. 
-Tomen asiento, el resto no tardará en llegar. 
Se sentó en un banco al lado de la poltrona donde estaba Killer. 
Analizó su alrededor. Conocía a Killer y a Sabo, el resto le eran desconocidos. 
En un bonito sofá de cuero negro estaba el chico del cabello verde que habían ido a recoger, Roronoa o Dracule, y un hombre de pelo negro y brillantes ojos dorados. En la poltrona grande de al lado estaban las otras chicas, las de cabellos peculiares, que estaban con los muchachos. En el sofá frente a Killer estaba Sabo con sus dos hermanos. El chico los había mencionado, pero ella no los conocía personalmente. 
En el pequeño comedor lateral estaban cuatro muchachos: uno moreno tatuado, uno con un ridículo gorro, otro con el cabello castaño en el rostro y uno rubio con un curioso peinado de piña. 
Una puerta se abrió y los tres faltantes llegaron: Shanks, Smoker y un anciano. 
Se situaron al lado de Boa y los cuatro se sentaron en el aire. Un enorme sillón fantasma surgió en el momento en que se dejaron caer. 
Robin alzó las cejas y sonrió. 
Notas finales:

Gracias por leer. 


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