—Naruto se separó rápidamente sentándose y apoyando las manos al lado de los hombros del pelinegro con la expresión enojada.
—¡¡ ¿Cómo lo sabes?!! —Sasuke cerró sus ojos y juntando sus manos sobre el pecho, apretando las cintas que unían las costura del cuello. — ¿Qué importa?... Tú lo sabias…lo sabias y jamás me lo dijiste…
—Sasuke…Yo…
—Y aun sabiéndolo me persigues, me… ilusio…nas— Se quebró con lo último y se llevó ambas manos a la cara tapándose pero no podía evitar otra vez el rio de lágrimas que derramaba, Naruto se alarmó, ¿Desde cuándo…?¿quién…?sintió el dolor de Sasuke como propio, él se sintió devastado cuando se enteró de su compromiso, debía aclararlo y consolarle, la habitación se llenó de los suaves sollozos de su amado, qué tonto, creyendo que era algún tipo de rabieta por dejarlo de lado tanto tiempo, con calma quito despacio cada mano, y con los pulgares acarició las mejillas rosas limpiándolo, luego acunó la cara entre sus manos, escuchaba como los hipidos se calmaban, el pelinegro abrió sus ojos rojos de tanto llorar y luego de pestañar varias veces le miró serio.
— ¿Qué soy… para ti? —El rubio frunció las cejas quedando su rostro en frente del otro, habló sobre los labios contrarios.
—Todo.
—No… te creo….— Ladeo su rostro, no quería verle, le dolían sus palabras, era un mentiroso, después de todo se iba a casar ¿no? Cerrar los ojos y negar que hubo un día que lo conoció era lo que debía hacer, pero no podía, no podía al tenerlo tan cerca respirando en su cuello, y las palabras para alejarlo no le salían. Naruto se acercó a su oído, al lamerle el lóbulo le causó un estremecimiento en todo su cuerpo y le susurró.
—Te amo.—Sasuke abrió sus ojos ónix, su respiración se volvió errática, sentía que su corazón se le salía de tanto palpitar por las palabras que tanto esperaba de Naruto, otra vez lloró, cerró los ojos, cerró sus manos en puños. ¿Qué debería hacer? La alegría y luego el desconcierto llenaron su mente ¿Cómo corresponder si lo estaba perdiendo?
—Bas…ta,¿ no ves… que todo esto…me due…le…?
—A mí me duele verte así. —El rubio comenzó a besarle el cuello
—N-no…
—El acuerdo fue firmado…desde antes de que yo naciera…, no se puede…. deshacer…. a menos que ambas partes… estén de acuerdo…Pero lo dudo…— Sasuke se paralizó, ¿entonces qué estás haciendo? ¿Por qué insistes? Sasuke gimió lastimero y le tapó la boca con ambas manos. Negando con la cabeza, aspiro y murmuró bajo:
—Naruto, para… por favor—Pero el ojiazul tomó ambas manos y comenzó a darle besos pequeños. Sasuke le detuvo alejando sus manos y abrazándose a sí mismo, le miró serio —Esto tiene que… terminar.—Pero Naruto gruñó en señal de descontento y lo tumbó en la cama, esto sorprendió al pelinegro, ambos forcejearon un buen rato pues Sasuke esta vez se puso firme en su idea de rechazarlo.
— ¡Déja…me… ir! ¡ALGUIEN AYÚDENME! —gritó para llamar a alguien. — ¡POR FAVOR DÉJAME, NARUTO!
Naruto le retuvo de los hombros y se acercó al cuello, comenzó a tirar con sus dientes desarmando el nudo de las cintas que unían la gran abertura de su cuello y bajaban hasta su torso, ¿lo estaba desnudando? Gimoteo desesperado:
— ¡NOoo!—Al removerse dejo a la vista un rosado pezón que Naruto rápidamente se encargó de succionar — ¡Ah!— el pelinegro se arqueó excitado.
—Sólo siénteme… —Su cuerpo no le respondía y mientras tanto Naruto le besaba el pecho.
—Vibra junto a mi…— succionaba hambriento, otro jadeo se escapó de sus labios, su mente comenzaba a volverse un completo caos de sentimientos.
— Escucha al corazón… —Le susurraba ronco. Sus dedos se clavaron en las manos de Naruto que los giró les respondió de la misma forma.
—Sasuke, quiero… tenerte ya.— confundido por las sensaciones en su cuerpo y las palabras que rebotaban en su mente no logró coordinarse. Naruto seguía recorriéndolo con la lengua y aprovechando el desconcierto de su amado se soltó y bajó su mano, le levantó la falda de la túnica y se posicionó entre las piernas, abriéndolas.
—Así, estar dentro de ti.—Excitado y con el pantalón aun puesto comenzó a moverse simulando penetraciones bajo su cuerpo, el azabache se sorprendió de lo que su rubio le estaba haciendo. Su cuerpo se acaloraba con cada movimiento. ¿Qué era esa calidez?
—Ugh~Fuuu…—Suspiró, bajo su vientre un hormigueo le recorría la piel.
Se sentía tan bien, comenzó a gemir más fuerte y a seguirle el ritmo a los movimientos, sentía al miembro del rubio entre las telas, todos sus pensamientos se nublaron, el sonido de su corazón bombeaba fuerte en su cabeza y los besos que recibía en su pecho abierto. Su mano libre apretaba las sabanas de la cama, retorciéndolas.
Sentía el ardor en su miembro y trató de tocarse con su mano libre, pero Naruto se la atrapó y siguió con los movimientos cada vez más rápidos y profundos. Le besó desesperado reclamando a su compañera que no se hizo esperar, luego abandonó su boca mordiéndole el labio inferior y recorrió con su lengua su cuello hasta su hombro dejando un gran chupón.
—Na…ru…to…No…no...pue…do…más—La saliva se le escapaba de sus labios abiertos buscando aire, Naruto lo tenía completamente a su merced.—Yo…yo…tampo…co…— le gimió en respuesta.
Ambos jadearon cuando sus simientes fueron expulsados de sus cuerpos siendo retenidos por las telas. El rubio cayó laxo sobre el pelinegro que apenas podía respirar. Naruto aspiró para luego soltar ronco.
—Imagínate…cuando…lo…haga…mos…de…verdad…
Sasuke algo atontado le cubrió lentamente la cabeza dorada con sus brazos cansados, y miró sonrojado al techo aun con el hormigueo en su piel ¿qué sentiré cuando él esté dentro de mí?, se preguntó extasiado.
—Te prometo… que nadie nos separará,… haré lo que sea para estar contigo.—Naruto le rodeo la cintura con sus manos y lo estrecho junto a él. Aspiró el aroma en su cuello, el pelinegro sintió que la calma volvía a su corazón, otra promesa de Naruto… comenzó a formarse una tierna sonrisa.
No.
Mentiroso.
Sasuke enterró sus dedos en el cabello rubio y tiró de él, levantando la cabeza de Naruto que hizo una mueca por esa acción.
—¿No cumpliste… la anterior y quieres que… crea en esta?—Le miró serio y algo enojado, aun jadeando.
—¡¿EEEh?!—Naruto se apoyó con los codos.—No ent…
—Las cartas, dejaste de enviármelas —El rubio abrió sus ojos asombrados.
— Claaaro, “ahora el imbécil del señor embajador no tiene un maldito tiempo para escribir unas putas líneas” —Le soltó el cabello y se cruzó de brazos, tapándose el pecho con la tela y girando su rostro para no verle.
— ¿De-de dónde sacaste ese vocabulario si te la pasas todo el día encerrado…?—No podía darle crédito a lo que oía, en verdad que tenía mal genio pero añadirle nuevos términos siendo alguien de alto status…Sólo podía ser obra de Itachi, ¿pero desde cuándo?. Entonces pensó qué clases de libros podrían ser…
—Yo… las esperaba.—Naruto dejó de pensar para verle fijamente. Sasuke se mordía el labio. Ya lo había dicho, su pequeño orgullo no le dejaría decir más. Sonrió de oreja a oreja. Y le abrazó cayendo sobre él y aplastándolo en el proceso.
—¡Ugh!, ¡Naru…to!
—Todas las semanas te escribí—le dijo en el oído —tengo como testigos a cuatro mensajeros, quinces guardias, trece mayordomos, a mi padre idiota, a siete embajadores, un capitán de buque de guerra y veinte capitanes mercantes, cien marineros, el rey del país del Remolino, el rey del pais de la Arena, el rey y su concubina del pais del Agua, los reyes del pais de Los Pajaros, mi antigua nana, mis cinco instructores, mis nueve maestros, un par de vagabundos del puerto del Remolino, sep, olían mal, los niños de los criados, los cocineros del pais de la Roca, cincuenta viejos aldeanos del pais de la Nieve, los diecisiete vendedores del país del Mar,las diez tejedoras de seda del pais de La luna, las ocho camareras del pais del Té, no recuerdo cuántos pescadores eran del pais del Rio, las cuatro prostitutas de la isla Kikai, los treinta cazadores del pais del Colmillo, los…
—¿Las cuatro prostitutas…?—Naruto cerró inmediatamente su bocota, Sasuke le miraba por el rabillo del ojo, la había cagado, tan entusiasmando de relatarle que todas aquellas personas fueron obligadas a escuchar su relato romántico de su promesa y que luego que les leyera lo que había escrito en la semana, les pidiera consejos de como terminarla o mejorarla, pues al principio era un poco bruto con las palabras a pesar de haber estudiado y luego se le hizo costumbre. Se arrodilló sobre la cama y junto sus manos a modo de súplica.
—¡Yo…yo no hice nada malo, solo me los cruzaba en mis viajes y les pedía ayuda para terminar mis cartas, o pedir consejos, en serio-ttebayo!,—Pero Sasuke fruncía el ceño y pareciera que quería quemarle con la mirada.
—¡ T-TE LO JURO POR LA TUMBA DE MI MADRE! —Naruto gritó y escondió su rostro bajo el flequillo. El pelinegro abrió sus ojos ónix, su rubio estaba bastante desesperado para soltar semejante juramento. Le miró detalladamente, lucia bastante apenado y con los ojos cerrados, suspiró. Naruto será un idiota para muchas cosas pero le creyó. Porque estaba seguro que no mentiría con respecto a eso.
—Entonces…algo debió haber sucedido para que no me llegasen…—Decidió concentrarse en el problema principal, ya que lo relacionado a la madre del rubio pronto le afectaría. Y no quería verle la cara triste.—Desde hace un año que no las recibo...
Naruto se puso nervioso ante la duda que le surgió.
—¿Tú…tú aún me…escribías?—El pelinegro se sonrojó y asintió.
—Pero luego deje de hacerlo, estaba enojado y decepcionado contigo
—Yo cumplo mis promesas, Sasuke. Algo debió haber pasado.—Ambos se miraron serio, ¿Que pudo suceder? Naruto reflexionó un momento, un par de cartas perdidas podía ser posible, ¿pero tantas? quizás alguien más podía haber interferido, decidió callar para no asustar al ojinegro que le observaba dubitativo, luego investigaría y si hallaba al culpable le obligaría a que le devolviera sus cartas y las del pelinegro y luego lo encerraría en alguna sucia mazmorra. Nadie se quedaba con lo que era suyo.
—Averiguaré qué sucedió, ya verás que encontraremos mis cartas y te las leeré.—Sasuke, asintió conmovido, Naruto le miraba serio, seguro pasaría más tiempo con él.
— ¿Fue Itachi?, él fue quien te lo dijo?
El ojinoche cerró los ojos—Ehm…No…
Sasuke corría raudo para alcanzar al embajador del país del Remolino. Lo vio de espaldas que caminaba junto a un grupo que supuso eran también del mismo país por la vestimenta. Detrás del ojinoche a unos pasos por detrás un mayordomo le seguía.
—¡Señor Minato!—El aludido se giró y se inclinó a modo de saludo, los demás le imitaron. Hizo una seña con la mano a los otros para que continuasen y los dejaran solos.
—¡Oh, pequeño majestad! ¡Cuánto ha crecido, se ve muy bonito con ese atuendo!—El pelinegro se puso uno de sus más bonitos vestidos de gala de mangas cortas, uno de seda celeste con corsé bordado con brillantes, también llevaba varios brazaletes y su cabello estaba adornado con pequeñas hebillas que sobresalían con piedras preciosas dándole hermosos destellos, en verdad no le gustaba los cumplidos de los extraños y de las personas de la corte pues para él era todo superficial , una manera de congraciarse a sí mismos y obtener alguna ayuda de su padre, pero conocía a Naruto y su familia desde hace años y les llego a tomar mucho aprecio, por lo que simplemente se sonrojó aún más ya que por la corrida estaba algo agitado, el señor Minato era siempre amable y sincero y vestía su típico traje negro con el escudo en los lados de los brazos.
—Ah…—miró desconcertado a su alrededor. Minato se percató de eso y sonrió melancólico.
—Lo siento, no pudo venir. Veras, su nuevo trabajo le requiere todo el tiempo y ya comenzó a recorrer los países.—Le dijo en tono conciliador
—Oh…Entiendo…— Bajó su cabeza, tanto arreglo para nada, nervioso, pasó sus manos sobre su vientre, alisando la tela intentando esconder una arruga invisible , había escuchado de su nuevo mayordomo que el embajador del Remolino estaba en una vista fugaz, tal vez pensó que sería Naruto, pues el nuevo mayordomo no lo conocía y solo le dijo que era rubio y que estaba presto a marcharse de la oficina de su padre, el ojinoche tuvo que saltar los escalones y arreglarse el cabello mientras cruzaba velozmente por los pasillos, pudo darle alcance a metros de la puerta de la entrada principal del castillo. Pero se dio cuenta que no era Naruto, sin embargo podrían quizás haber llegado juntos. Ambos se quedaron silencio, Sasuke no sabía si preguntarle, era tan vergonzoso y más si era al padre del rubio, —Ehm…
Minato suspiró ver al joven tan ilusionado, no era bueno, fue tonto de su parte el permitir que pasaran tanto tiempo juntos, si no fuera por la insistencia de su ya fallecida esposa todo esto podría haberse evitado, y ya tenía mucho con haberlo retrasado tanto. Suspiró y buscó mentalmente las palabras correctas ya que su majestad era alguien inteligente y no quería seguir con algo que tarde o temprano se sabría. Le miró serio.
—Majestad, sé que aprecia a mi hijo, y que él también tiene cierto aprecio a su persona—Sasuke levantó la vista confundido— pero debe cumplir con sus deberes de acuerdo a su status. —el señor Minato muy rara vez le hablaba en ese tono formal—Y uno de esos deberes es que a la edad de 21 se case con la persona a la que fue asignado.—Abrió sus ojos por el shock y su rostro palideció ¿Naruto se va a casar? ¿A casar? ¿Naruto? Abrió la boca pero las palabras no le salían, comenzó a hiperventilar. Minato le vio preocupado— ¿Esta bien su majestad?—Tomándose el pecho retrocedió unos pasos, Minato le sujetó de los hombros algo asustado. —¿Sasu..
—No…no entiendo…¿él , Naru-to no lo…sa...be?—Quizas el rubio era aún ignorante y no lo sabía, el pelinegro buscó en el rostro del embajador algún signo de mentira.
— ¿No lo sabe, VERDAD?—Suplicó. Minato negó.
—Lo sabe desde que tiene memoria. —un mareo por la falta de aire hizo que sus piernas perdieran fuerza.
—Men…tiro..so—susurró, y luego cayó en la inconsciencia.
Desde ese día lloró y rompió las cartas que con tanto cariño conservaba, ahora entendía el por qué ya no recibiera sus correos. Naruto le había mentido.
Sasuke negó lentamente, el recuerdo era doloroso pero ahora con Naruto a su lado, su declaración y su promesa, juntos podrían hallar una manera para evitar estar separados, pues el padre del rubio solo cumplía con su deber y tampoco quería ver un enfrentamiento entre ellos —…No…Un… embajador de tu país que habló de más cuando pregunté por tí,… mi hermano….uhm… creo que no lo sabe…—el rubio suspiró, Itachi es una persona recta pero por su hermano tiende a ser un poco borde. Esperaba que la noticia no haya llegado a sus oídos.
—Ya no hablemos de eso. Te contaré sobre mis viajes y….
El ojiazul cambió su mirada a una lasciva y deslizó su mano por la parte interna de su níveo muslo —…Y terminaremos lo que empezamos— el pelinegro le dio un coscorrón en el estómago.
— ¡Ouch!
—Pervertido.
—Temee~…