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Mi superhéroe poco ortodoxo por Yoshita

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Notas del capitulo:

Mil y mil disculpas, pueden odiarme todo lo que quieran, pero la universidad es lo peor en esta vida, sin contar que voy perdiendo dos materias. 

Pero bueno, he aquí el siguiente capítulo. Gracias por esperar. 

 

Nota: si se ve pegado y no se entiende, es porque actualizo desde un dispositivo móvil, lo editaré cuando pueda. 

Cuando Trafalgar entró, Killer y Sabo estaban enzarzados en una pelea verbal. 
-¿Qué pasó aquí?
-¡Es un tramposo! La flor vale más que el full house. 
-¡No es cierto! El full house le gana a la flor. 
Law vio como Killer y Sabo estaban por matarse por una partida de poker. Torció los ojos. 
-Déjame revisarte- los ignoró y se acercó al hombro de Sabo, quitando las vendas- no, ya estás listo. Te daré unos medicamentos para el dolor y la inflamación. Debes venir en un mes, así te quitaré las puntadas que te di. 
Sabo asintió. 
-Puedes irte. 
Recogieron las cartas y las pusieron de vuelta en el cajón de Law. 
-¿Eran... Las mías?
-Estábamos aburridos. 
Killer ayudó a Sabo a ponerse de pie y tomó sus cosas. 
-Fuera de aquí. No vuelvan sino en un mes. 
-Es una curiosa manera de decir que nos alejemos de los problemas- musitó Sabo. 
-Solo váyanse. 
-Si. Le diré a Luffy que pase por ti. 
Antes de que Law pudiera rechistar, ambos chicos salieron. 
 
Marco se recostó en el muro luego de salir de clase. Había sido un completo imbécil. Lo que quería era acercarse a Ace y por su impulso se estaba alejando, Ace lo odiaba y su protegido estaba en el hospital. ¿Qué tan malas eran las cosas?
-¿Marco?
-Hola Luffy. 
-¿Por qué esa cara larga?- el chico rió- vamos, sonríe. 
Marco esbozó una pequeña sonrisa y luego se despegó de la pared. 
-¿Vas saliendo?
-Si. Recibí un mensaje de Ace diciendo que se demoraría y uno de Sabo diciendo que pasara por Torao, así que voy a eso. 
-¿Te importa si te acompaño?
-Para nada... Espera, ¿no deberías estar con Sabo?
Marco no encontró que decir. 
-Yo...
-¡Está bien, vamos a buscarlo!
Marco se resignó. 
Salió con Luffy del campus y lo guió al hospital universitario donde estaba Law. En la puerta de entrada se encontraron con los dos chicos rubios. 
-¡Sabo!
-¡Luffy! Pensé que tardarías. 
-Claro que no... ¿Qué haces tu aquí?
-Nada...
-Lo hirieron con un disparo- dijo Killer- Sabo fue atacado por los hombres de Doflamingo. 
Luffy miró a Marco y se alejó de él. 
-Oye... ¿No debiste protegerlo?
-Luffy, no pasa nada...
-No, Marco se fue a salvar a Ace. Yo salvé a tu hermano. 
-¿¡Ace?! ¡¿También fueron por Ace?!
-Si. 
-¿Cómo está Ace?
-Él está bien- pudo responder Sabo- está con Zoro, dijo que tardaría. 
Luffy miró a Marco, no sabía si odiarlo por no proteger a Sabo o agradecerle por salvar a Ace. 
-Está bien, Luffy, Killer estuvo para mi en ese momento y Ace no sufrió ningún daño, no hay problema. 
Luffy respiró profundo y se giró para encajarle un puño a Marco en el abdomen. 
-¿¡Pero qué haces?!- Killer retuvo a Sabo antes de que se abriera la herida al ir a detener a su hermanito. 
-Ya está. 
Marco se puso de pie. Lo merecía. 
-¿Se puede saber qué es lo que hacen?
-¡Sanji! No pasa nada- Luffy sonrió. 
-Ah... ¿Qué hacen todos aquí?
-Vengo a recoger a Torao. 
-¿Torao?- preguntó Sanji. 
-Luffy decidió decirle así a Trafalgar y no hay pero que valga. En cuanto a mi, tuve un percance y Law me curó. 
-Yo lo traje aquí, estaba sangrando. 
-Yo vengo con Luffy. 
-Y yo estudio aquí, ¿por qué son tan ruidosos?
-Law- Sanji se acercó a él y le besó la mejilla. 
-Nishishishi, vamos todos juntos. 
-Te dije que iría por ti... ¿Por qué viniste?
-Vi a los chicos salir y supuse que iban a por ti... Solo quise venir con ellos- tomó la mano de Law y disimuló su pierna lastimada. No lo logró. 
-¿Qué le pasó a tu pierna?
-Me tropecé saliendo de clase, es todo. 
-¿Quieres que la mire?
-No, no, está bien. 
Law entrecerró los ojos. 
-¡Ooooooooi! ¡Torao! ¿Quieres invitarme a comer algo?
-No. 
-Toraaaaaaaao... Invítame a comer algo. 
-Luffy, no molestes a Law- Sabo lo tomó por el cuello de la camisa- eres bastante irritante cuando te lo propones. 
Luffy logró hacer un puchero. 
-No quiero. Tengo hambre. 
-No es tan tarde... ¿Les parece si les invito a comer?- musitó Sanji- yo cocino, por supuesto. 
Los ojos de Luffy brillaron. 
-¡Acepto!
-¿Estás seguro? ¿Tu padre no se molestará?
-Le llamaré a preguntarle. 
Sanji tomó su teléfono y marcó a su padre. Mientras tanto, Marco iba con la cabeza agachada y las manos en los bolsillos, perdido en el espacio-tiempo y caminando porque si. 
Killer le golpeó de nuevo. 
-Ten- le dio su brazalete- no lo vuelvas a ignorar. 
-¿Quién, entonces, va a proteger a Ace?
-Eso no te importa. Tu protege a Sabo. 
-Lo dices porque te atrae. 
-Lo digo porque es tu responsabilidad. 
-¿No era la tuya cuidar de Nico Robin?
-Robin estaba totalmente a salvo cuando fui por Sabo, lo que no era el caso cuando fuiste por Ace. 
Marco se colocó el brazalete de nuevo. 
-Esta vez te perdonaré porque yo pude estar ahí... Pero si Sabo vuelve a salir herido, busca algún dios para rezarle por tu alma. 
-¿Y si Ace sale herido?
-No abandones tu deber. 
-Cambiemos papeles. Imagina que nadie protege a Sabo. Imagina que proteges a Ace y ambos son atacados. Sabo frente a tus ojos y Ace en algún otro lado, ¿a quién ayudas?
-A mi protegido. 
-Mientes. 
-No. Sería una oportunidad espléndida de ver a Sabo cubierto de su propia sangre. Además no me tomará mucho tiempo salvar a uno, puedo ir por el otro fácilmente. Dos pájaros de un tiro. 
-Eres extraño. 
-Lo se- sonrió. 
 
Ace había acabado con la tercera cerveza. No podía mas. 
-Vámonos Ace, ya estás borracho. 
-No... Yo... Yo estaoy... Bien... Lo se...
Zoro suspiró. 
Vio a los chicos venir, Law, Marco, Sabo, Killer y Luffy, calle abajo, pero antes de saludarlos, se fijó que el rubio caballero venía también y entró en el recinto para ocultarse. 
-¡Ace!- oyó a Luffy acercarse a su hermano- oye Ace, Sanji va ir a cocinarnos, Sanji va a cocinar para todos, vamos Ace. 
Así que se llamaba Sanji. Esa tarde se había ido tan temprano que no supo siquiera su nombre. Era un nombre curioso, ¿las tres en punto? 
-Ace, estás borracho- Sabo lo levantó de la mesa, su cara estaba embotada y tenía una expresión estúpida en el rostro. 
-¿Zoro?- lo oyó murmurar y se ocultó aun mejor para que no lo vieran- ¿dónde estás, Zoro?
-Vamos Ace...- Sabo arrastró a Ace fuera del recinto, con ayuda de Marco lo sostuvo para que pudiese caminar algo derecho. Killer tomó el puesto de Sabo luego de que lo viera quejarse por el dolor del hombro. 
-Zoro... Zoro no está...- murmuraba. 
-¿Estabas con Zoro?
Ace asintió. 
-¿Dónde está él?
Ace negó. 
Killer volteó la mirada y vio ese peculiar punto verde moverse dentro del establecimiento. 
-Oy Luffy, cárgalo- Killer le cedió a Luffy a su hermano y se volvió- iré por Zoro- atrajo a Sabo y le susurró- ten cuidado. 
Se devolvió dejando a Sabo con los labios entreabiertos. 
 
Zoro se relajó, se habían llevado a Ace y el chico rubio no lo había visto. Se deslizó por la pared hasta sentarse en el suelo. 
-¿Qué te pasa, idiota?
-¿Killer?
El rubio lo analizó y a la situación. 
-Espera...- comenzó a entender- ¿es lo de la tarde?
Zoro asintió. 
-¿El chico rubio?
Asintió de nuevo. 
Killer lo tomó por la camisa y lo estampó con la pared. Nadie lo notó. 
-Olvídate de Sabo. 
Zoro lo miró confundido y luego comprendió. Se atacó a reír como un maniaco. 
-¿Entonces era Sabo?- se carcajeó un buen rato y apartó la mano de Killer- no, no, no, no me comprendes...- suspiró- es el novio de Law. 
Killer se separó un poco y entendió. Puso una mano en el hombro de Zoro y le dio un abrazo. 
-Ah... Entonces... Si, feo. 
Zoro le dio una media sonrisa que parecía mas una mueca de dolor. 
-Entonces... ¿Era Sabo?- repitió.  
Killer se encogió de hombros. 
-Algo. 
-No me engañas Killer, se que sientes algo por Sabo. 
-Algo- volvió a decir y salió del bar seguido por Zoro- ¿por qué no quieres que te vea?
-No quiero conocerlo, es el novio de Law. 
-¿Y?
-¿Y? ¿No te parece suficiente que me guste alguien que ya tiene pareja?
-¿Te estás rindiendo?
-No lo hago, joder... Esperaré qué sucede. 
-Tienes miedo. Temes enamorarte y que jamás te corresponda. 
-No sabes lo que se siente porque Sabo se siente atraído por ti también. 
-No, no lo sé. Pero tampoco sería un cobarde. 
-Le hablaré cuando yo vea justo hacerlo. 
-Ay Zoro...
Siguieron caminando cuando comenzó de nuevo a llover. 
-No traje mi paraguas... 
-Es solo agua, por el amor de Roger. No vas a derretirte. 
Se miraron por un momento y empezaron a reír. 
-Tienes razón. 
 
Cavendish salía de su último ensayo de temporada, faltaban unos días para la presentación teatral y no podía simplemente quedarse de brazos cruzados. 
-¿Sigues igual de despistado?
-¿Kid?
El pelirrojo salió de entre las sombras de las columnas. 
-Volvió- musitó- volvió y viene por mas. 
Cavendish mordió su labio inferior. 
-¿Cómo está?- preguntó el rubio. 
-Bien. 
-¿Protegido?
-Mas de lo que crees. 
-¿Y lo de hoy? 
-No lo vi venir. 
El rubio suspiró. 
-Tengo miedo de nuevo- Cavendish sabía que podía confiar en Kid, era con el único que podía dejar aparte su orgullo- ¿y qué si lo logra esta vez?
-¿Crees que dejaré?
-Confío en ti. ¿Qué quisiste decir con "viene por mas"? 
-Hay otros 4 chicos siendo protegidos. El maestro Crocodile protegió al hermano de uno hoy. 
-¿Y él? ¿Le persiguieron hoy? 
Kid abrió la boca para contestar, pero alguien le saltó por la espalda. 
-Beh, Kid, anda, vámonos. 
-Qué falta de modales, Bartolomeo, acabas de interrumpir una conversación importante. 
-Beh- el chico se bajó un poco el párpado inferior y le sacó la lengua- no me importa. 
-Kid... 
El pelirrojo asintió. 
-Vámonos. 
Y los tres comenzaron a caminar. 
-¿Por qué el príncipe de mierda tiene que venir?
-Porque si- Kid cortó. 
-Beh, aburrido. 
Cavendish estaba ensimismado en sus pensamientos. La manera correcta de operar sería ir por Durandal y recordar todo, pero no estaba en forma y tampoco tenía mucho tiempo. Pero debía hacerlo. 
Miró a sus acompañantes. Agradecía tener a Kid a su lado. Era, curiosamente, su mejor amigo. Se conocían desde hacía mucho tiempo y siempre los protegía desde las sombras, a él y a su querido hermano menor. 
Y con ese amigo, Bartolomeo, se sentía aun mas agradecido. 
 
Kid siempre lo esperaba cuando acababa una obra, siempre iba con el mismo acompañante. Pero ese día llegó con otro muchacho y no era el de siempre. 
-Cavendish, Bartolomeo. Bartolomeo, Cavendish- los presentó. 
El rubio extendió la mano para saludar al muchacho, pero el otro simplemente le sacó la lengua y comenzó a jugar con el pendiente que traía en su nariz. 
-Qué grosería- musitó mientras muchas muchachas lo rodeaban y guiñaba el ojo a cada una- eres despreciable... ¡Espera un momento, eres tu, el de la biblioteca!
-Beh, el chico del libro... Beh, idiota. Cavendish decidió ignorarlo. 
-Oh, flor mía, no dejes que mi brillo te moleste, soy simplemente hermoso- cambió a hablar con una bonita chica de cabellos negros que se acercó a él. Tomó una rosa de su mochila y la puso en su propia boca- no puedo dejar de brillar- asintió y comenzó a caminar fuera del auditorio. 
Esa había sido la primera obra de teatro del semestre que acababa de comenzar y ya estaba el montón de jovencitas rodeando su hermosa aura de belleza. 
Desde el primer semestre de estudio, Cavendish se había involucrado en el teatro de la universidad, lo que, indudablemente, le consiguió mas fama de la que esperaba. Y se sentía hermoso ser el centro de atención. 
De casi todos, menos de quien quería. 
 
Cavendish siempre mandaba invitaciones con entradas a su pequeño hermano y a Kid para que asistieran a las obras y, si bien no sabía si asistían o no, seguía mandando invitación tras invitación. 
Kid siempre había llevado al mismo moreno muchacho desde que comenzaron a estudiar en la universidad, pero cuando llevó a Bartolomeo y siguió llevándolo, supuso que algo había ocurrido con el otro muchacho, Trafalgar. 
Pero Cavendish ya había conocido a Bartolomeo antes... O bueno, habían tenido un encuentro que al rubio le había molestado y causado curiosidad.

 
Cavendish caminó junto a los chicos hasta que llegaron a su edificio. Allí se despidieron. 
-Pasaré mañana por ti- se despidió Kid. 
-No llegues tarde. 
-¿Todos los días recoges a este engreído? Beh. Que aburrido. 
-Adiós Bartolomeo, espero que encuentren una cura para ti algún día. 
-Beh, rubio bastardo, deja de joderme la vida. 
-No lo hago, tu lo haces solo- entró en el edificio. 
-No se como lo aguantas, Kid. 
-Nos conocemos desde hace mucho, ya estoy acostumbrado. 
-Beh, que aburrido es ese tipo. 
-No lo es luego que lo conoces. 
-Beh... Mañana hay enfrentamiento. 
-¿En verdad? 
-Si. Bellamy se va a enfrentar a un tipo que ni idea. Iré a ver, ¿irás?
-Si, también arrastraré a Killer. 
-Hecho. 
-Por cierto... Tendremos que mudarnos a donde Killer. El departamento tiene demasiados problemas, así que decidí entregarlo. 
-No hay problema, espero que ese idiota de Killer nos reciba. 
-No hay cuidado, ya hablé con él. 
Bartolomeo asintió. 
 
Ace se separó en cuanto supo que andaban con Marco. 
-¿A dónde vas, Ace?
-Lejos de él- señaló al protector de su hermano- lo mas lejos que pueda. 
-Oye Ace...- comenzó. 
-¡Cállate! No quiero oírte ni verte ni mucho menos tenerte cerca. Te odio. Te aborrezco. Me das asco. 
Y se fue sin añadir mas. 
Sacó su teléfono. 
-¿Zoro?
-¿Ace? ¿Qué pasa?
-Se que es absurdamente repentino pero... ¿Puedo quedarme en tu casa esta noche?
-Si, es absurdamente repentino, pero no creo que le moleste a mi tío. 
-¿Dónde vives?
Ace escuchó como Zoro pensaba responder, cuando le arrebataron en teléfono. 
-Aquí Killer. Si preguntas donde vive... Te informo que estamos perdidos y ninguno lo sabe. 
-...- suspiró- ¿entonces dónde están?
-En este momento vemos tu espalda. 
Ace se dio la vuelta y vio a los dos muchachos discutiendo. Killer solo reía. Colgó. 
-¿Así que perdidos?
-¡No lo estoy! Mi casa camina, eso es todo. 
Ace y Killer se miraron. Asintieron. 
-Si, perdido. 
El teléfono de Zoro volvió a sonar. 
-Hola Mihawk. 
-¿Por qué no has llegado? Ya es tarde. 
-Yo...
Killer le arrebató el teléfono de nuevo. 
-Aquí Killer. Estamos perdidos. 
Oyó suspirar al otro lado de la línea. 
-¿Dónde están?
-A unas dos cuadras de la universidad. 
-No se muevan, voy en camino. 
Killer colgó. 
-Parece que tu tío viene a salvarte. 
-No necesito que me salven. 
-Parece que si. 
-Maldita sea, apuesto a que Perona se fue sin mi. 
-¿Perona?- dudó Ace receloso. 
-Es mi prima. 
-¿Es hija de Mihawk? 
-No, Mihawk no tuvo hijos. Perona es la hija de su hermano. 
-¿Dracule Perona?
-No le gusta usar el Dracule... Siempre se presenta solo con su nombre. 
-¿Por qué no tienes el Dracule?
-Porque Dracule era el apellido de mi madre. 
-Oh. 
Ace comprendía, pero al mismo tiempo no lo hacía. Él había renunciado al apellido de su padre y tomado el de su madre en su lugar, pero eso era él. 
Killer miraba al vacío. Seguía pensando en Sabo. Ese curioso chico que hacía que deseara aun mas la sangre. 
-Oye Killer, despierta- Ace chasqueó sus dedos frente a su cara. 
-¿Qué pasa?
-Gracias. Por salvar a Sabo, quiero decir. 
-No hay cuidado. 
-¿Por qué lo hiciste?
-Porque quise. 
-No, no pudo ser solo eso. También lo acompañaste a la clínica... En realidad lo llevaste. Y luego me mentiste. ¿Qué quieres con mi hermano?
-Quiero matar a Sabo- admitió- pero también lo quiero besar. Estoy en ese dilema desde ayer. Es ridículo pero así están las cosas. 
-Sin tanto rodeo: te gusta mi hermano. 
-En resumen: si- contestó Zoro- está como un loco. 
-Pero no soy el único, ¿eh? A ti también te atrae...- Zoro tapó la boca de Killer con un puño relativamente suave. 
-Calla Killer, no lo menciones. 
Ace arqueó las cejas. ¿Zoro también se había interesado en alguien?
-¿Te gusta alguien, Zoro?
-¡No! Este idiota solo molesta, ¿verdad?
Ace notó un ligero rubor en Zoro. 
-Puedes decirme, no le diré a nadie. 
-¡Que no me gusta nadie, joder! 
-Eso es lo que dices. 
-Cállate Killer. 
Ace volteó la mirada. Allí venía Mihawk. 
-Hola- saludó. 
-Tío. 
Killer hizo un movimiento de mano. 
-Anda Zoro, vámonos. 
-Si, tío... Oye, ¿es posible que Ace pase esta noche con nosotros?
-¿Hay algún problema en tu casa?
-Yo solo no quiero ir con ellos hoy. 
Mihawk asintió. 
-¿Qué pasó con los ataques de hoy?
-Nami y Sabo fueron atacados. También yo. 
-Y también el chico Akaashi- añadió Dracule. 
-¿El chico Akaashi?- preguntó Killer. 
-Si, Akaashi Sanji, lo deben conocer. 
Zoro se tensó y Killer lo notó. 
-Sanji, ¿eh?- musitó Zoro- no, no sabíamos. ¿Cómo te enteraste? 
-Hay un grupo de profesores infiltrados protegiéndolos desde hace mucho, uno de ellos es Crocodile. 
-¡Él me salvó hoy! 
-Si. Él y el maestro de Música Soulking Brook estuvieron relacionados con los incidentes de hoy. Soulking salvó a Akaashi. 
-Yo fui por Sabo. 
-¿Qué quieres decir? Se supone que Phoenix es quien debe protegerlo. 
-Ese bastardo se olvidó de mi hermano por salvarme. 
Los ojos de Mihawk se abrieron desmesuradamente. 
-¿Abandonó el deber por ti? 
-Es una manera decente de decir lo que hizo ese malnacido. 
Mihawk apretó los puños. No, no se podía repetir, no. Ya no debería haber mas víctimas. Nadie debía dejar a su protegido por otro... Nadie debía enamorarse de su protector, nadie debería enamorarse de su protegido y mucho menos que pasaran las dos al tiempo. No, no podía. Shanks había dejado eso muy en claro. 
-¿La chica Nico?
-Robin no estuvo en peligro. Por eso pude ir por Sabo. 
-¿Por qué salvaste a Sabo?
-Porque Killer se siente atraído por mi hermano. 
Suspiró. 
-¿Nami?
-Hablé con ella, se iba a quedar donde una amiga, dijo que no había problema porque hay buena guardia al ser una chica de la realeza. 
Mihawk asintió. 
-Nos vamos. 
Zoro y Ace se despidieron de Killer y siguieron a Dracule. 
 
-¡Jajajajajaja! La comida donde Sanji estuvo deliciosa. Deberíamos ir mas seguido. 
-Ya lo creo, Luffy- Sabo y su hermano estaban llenos y acompañaban a Law. Detrás iba Marco cabizbajo.  
Subieron hasta el piso de Law y se despidieron de él. 
De nuevo en la acera, Marco seguía sin decir palabra. 
-Oye Marco...
Alzó la mirada y vio a Sabo frente a él. 
-Ya no te tortures, no te culpo. 
-Pero...
-Si hubieses ido por mi, de seguro Ace estaría herido. 
-No lo creo, el maestro Crocodile estuvo en ese momento. En realidad pude haber ido por ti, pero te ignoré. Lo lamento. 
-Pero Killer fue por mi. 
-Si Killer no hubiese estado...
-Oye, oye, Killer estuvo y tu también. Ambos estamos bien y no pasó nada mas. 
-Es cierto. Gracias por salvar a Ace- añadió Luffy. 
Al fin sonrió. 
-De nada. 
-Te gusta mi hermano, ¿cierto?
Los colores subieron a la cara de Marco. 
-Si. Pero me odia. 
-Deja que se le pase. Ace es un tonto. 
Luffy asintió ante las palabras de su hermano. 
-No volveré a abandonarte. 
-Gracias Marco. Pero si algo pasa con Ace, también lo ayudarás. 
-Tenlo por seguro. 
-Gracias. Es aquí... Espero que Ace esté bien. 
-Es culpa mía, lo siento. 
-No te preocupes... Ace es un idiota. Deja que se le pase. 
-Perdona, de nuevo. 
-Creo... Creo que debo es agradecerte- murmuró- estuve con Killer. 
-¿Te interesa? 
-Y mucho. 
-Suerte- Marco se despidió y Sabo entró, cerrando la puerta luego de que él y Luffy estuvieran dentro. 
Recibió una llamada de Ace. 
-Me quedaré donde Zoro, llévame ropa mañana, que descansen. 
Y colgó. Sabo no tuvo oportunidad de preguntar o siquiera despedirse. 
 
Una semana luego del primer ataque, las cosas estaban normales, relativamente. Ace no se había acercado a su hermano mientras estaba en la universidad y Sabo comenzaba a irritarse con el comportamiento poco maduro del pecoso. 
Zoro había comenzado a espiar en secreto al chico rubio que respondía al nombre de Sanji y, además, velaba por él cuando Luffy y Law no andaban cerca, pero no podía acercarse, se sentía impotente al pensarlo. 
Killer había logrado mantener un equilibrio entre Robin y Sabo y eso lo tenía complacido, además de que su rendimiento seguía siendo estable. Kid ya lo había aceptado: el rubio estaba perdido.  
Marco no se separaba de Sabo si eso lo iba a hacer recuperar a Ace, estaba decidido a que ese pecoso terco y malhablado le tuviese aunque fuera un poco de afecto, sin embargo había encontrado la forma de cuidar a Ace sin que este se diese cuenta. 
Law estaba confundido. No comprendía las razones tras Doflamingo. Estaba convencido de que, tarde o temprano, el hombre iría a por él, pero los demás... No lo comprendía, además de que habían ido por Sanji. Lo había notado, la herida del chico y su mentira. Debía actuar. Debía volverse fuerte y cuidar del chico del cual se había enamorado. 
Las cosas estaban como estaban, Garp había tomado cartas en el asunto hablando con su división secreta encubierta. 
 
-Perdón por hacerte esperar, Nami-swan. 
-Descuida- sonrió- llegué hace poco. 
Sanji le sonrió a la chica. 
-¿Tienes la lista? No puedo recordar todo lo que me dijiste que comprara. 
-Si- Sanji sacó un papel de su bolsillo- aquí la tengo. 
-Bien, espero encontremos todo hoy. 
-Lo lograremos, Nami-swan. 
Los dos chicos comenzaron a caminar entre las tiendas. Comida, confites y decoración colorida llenaban las bolsas que cargaban. Ambos iban sonriendo y hablando. 
Y de cerca, Zoro los seguía como una sombra, cuidando a su protegida y al completo extraño que lo estremecía sin tocarlo, lo atraía sin hablarle, solo con ver a Sanji sentía que podía destrozar el mundo entero y luego volver a darle un ligero apretón de manos. Era un completo idiota, pero Zoro sabía que sentía algo por ese muchacho. 
Y cuando menos lo esperó, dos pares de brazos lo tomaron de la espalda y lo ataron de pies y manos. Intentó forcejear, pero era incapaz de lograr algo, no podía tampoco desenvainar una espada y gritar era fútil, habían sellado su boca. 
Los dos hombres fornidos que lo habían atrapado sonreían. Zoro los vio desaparecer mientras que la puerta del armario donde lo habían arrojado se balanceaba lentamente con el viento y se cerraba. La oscuridad lo embebió y maldijo. Nami, irían por Nami. Y por Sanji. 
Comenzó a golpear la puerta con desesperación, sus piernas atadas no daban para mucho, pero aprovechó el ruido que hacían las cadenas al chocar para hacerse notar mejor. Estaba en un paseo comercial, por amor a Roger, era imposible que no le oyese alguien. Era simplemente imposible. 
Rodó los ojos, su respiración se agitó y comenzó a sudar frío. Las cadenas en sus manos comenzaban a lastimar sus muñecas y afuera, los gritos comenzaban a nacer. Había caos, oía pasos desesperados correr por doquier y manos chocando con la puerta de su encierro. Comenzó a preocuparse, ¿estarían bien? ¿Sería Sanji un peleador? Al parecer no. 
Siguió golpeando la puerta y un movimiento brusco tiró al suelo el contenido de uno de los estantes del oscuro armario. Pinturas y escobas y jabón se le regaron encima, aumentando su desesperación. Intentó gritar de nuevo, pero solo salían gemidos estúpidos y quejas vanas. 
El incesante sonido del brazalete lo estaba enloqueciendo. 
Continuó golpeando la puerta que comenzaba a ceder por sus patadas, pequeñas astillas ya habían caído sobre su rostro. Podía sentir las gotas de sudor pasar por sus heridas, ardía, pero no tanto como el desespero que hacía que su saliva se espesara. El trapo que tapaba su boca estaba húmedo y de las comisuras de sus labios escurría baba. Sus ojos estaban inyectados en sangre. Sus pupilas dilatadas no se veían entre el negro de sus ojos, negro abismal como el vacío en que se sumía mientras seguía oyendo los gritos. 
-¡Sanji-kun!
Todo se volvió silencio: los gritos, sus gemidos, el golpear a la puerta, las cosas caer. El tiempo se detuvo en el momento en que atisbó, por las rejillas superiores de la puerta, como un cabello rubio era movido en el aire como un muñeco de trapo. 
Zoro cerró los ojos y se concentró en la puerta. 
-¡Ayúdame, Zoro!- la voz de Nami fue ahogada por el estruendo que hizo la puerta del armario al romperse y salir disparada hacia el hombre que sostenía a Sanji en el aire. 
La espada de mango blanco logró aparecen en las manos de Zoro y cortó sus ataduras. Nami le gritaba a uno de los hombres que sostenía a Sanji que lo bajara, pero el hombre solo reía y agitaba mas al inconsciente rubio. Pero detuvo su movimiento para comenzar, lentamente, a apretar el agarre en el cuello del chico. 
-¡No! ¡Detente! 
Hizo caso omiso al grito desesperado de Nami. Pero Zoro no. Saltó, giró y cortó el brazo del sujeto. Sanji se desplomó sobre el suelo. 
-Zoro...- sollozó la chica. 
El espadachín envainó rápidamente y detuvo la caída del muchacho recibiéndolo antes de que diera con el suelo. 
-Corre. 
Nami comenzó a huir y de cerca, Zoro la seguía. 
-Espera- dijo y se paró en seco- debo volver- Nami regresó sobre sus pasos. 
-¡¿Estás loca?!
-Dejé las compras, no me voy sin ellas.
-Déjalas. 
-No puedo. 
-¡Nami!
Zoro maldijo para sus adentros. Dejó a Sanji recostado sobre un recodo en una pared de manera que fuera poco visible. 
Siguió a Nami hasta donde estaba antes, pero los hombres se habían ido. Mantuvo ojo avizor por los atacantes mientras Nami recogía sus bolsas. 
-No son muchas- respondió a Zoro- puedo cargarlas, tu lleva a Sanji-kun. 
Zoro asintió. 
 
 
-¡Luffy! ¡Devuélveme eso! ¡Luffy!
El chico correteaba a su hermano por la pequeña sala. Procuraban no tumbar nada. 
-Luffy, te lo digo decente, devuelve eso. 
-No- le sacó la lengua- ¿qué es? 
-¡No lo abras...!
Ace se lanzó sobre su hermano. El sillón dio la vuelta y ambos cayeron al suelo. 
-¡Suéltalo!
-No hasta que me digas que es. 
Forcejeaban. Ace estaba extremadamente molesto mientras que Luffy solo reía. 
-¿Qué hacen?- Sabo se agachó y tomó la hoja de papel que Ace intentaba alcanzar. 
-No...
El rubio abrió el pequeño pliego de papel. 
-Es una estupidez- dijo- es un dibujo horroroso. ¿En serio quieres esto, Ace?
-Si, dame. 
-¿De dónde lo sacaste?
Ace se sentó en el suelo dejando a Luffy libre. 
-Es solo un dibujo- dijo reticente. 
-Ace... Sabes que no.
-Es mi retrato... Zoro lo hizo. 
-¿Zoro?
-El día que me quedé en su casa nos pusimos a hablar y... Bueno, nos retamos, debíamos dibujarnos. 
-Bueno, ya sabemos que Zoro lo hace mal. 
-¡No lo hace! Y trae acá- le arrebató el dibujo y se encerró en su habitación. 
-¿Qué le pasa a Ace?
-No lo se, Luffy. 
Suspiraron. 
-Iré por mi ropa. 
Sabo salió al patio trasero. Alcanzó una canasta y comenzó a bajar prenda por prenda de las cuerdas. 
-¡Luffy! ¡Encontré tu...!
Pero Luffy no alcanzó a oír mas, y Sabo no terminó su frase, el portón de madera voló en mil pedazos por una explosión causada del otro lado. 
Sabo se agachó evitando las esquirlas de madera que volaban por el aire sin dirección alguna, pero una logró darle y le abrió la herida que había tenido de bala hacía una semana. 
-¡Sabo!- sus hermanos corrieron la puerta de vidrio para poder salir a buscar al rubio. 
Ace se escabulló entre los escombros mientras Luffy los cubría. 
-Vamos lejos de la casa- exclamó el pecoso. 
Ambos asintieron. 
 
Marco tomaba un café en un pequeño sitio de la ciudad. Era a pocos minutos de su casa, en medio de un pasaje comercial. Sorbió y mordió la galleta que tenía y retomó la lectura del libro que había prestado de la biblioteca de la universidad. Llegando a la emoción de la trama, frente a él, la gente corría despavorida y escuchaba sonidos de disparos y destrucción. Rápidamente guardó su libro y sus cosas en su maleta y la colgó en su espalda. 
Comenzó a alejarse con calma del sitio, pero vio algo que le llamó la atención. 
-¿Es ese... Zoro?- Marco corrió hacia donde vio al muchacho correr con Nami, mas cerca notó que llevaba a alguien en los brazos. 
-¡Oi, Zoro! 
-¡Marco!
Se detuvieron un momento. 
-¿Qué es lo que pasa?
-Nos atacaron. A Sanji-kun y a mi. 
-¿Doflamingo?
-No pudo ser alguien mas. 
El brazalete de Marco comenzó a sonar. 
-Es Sabo- musitó- debo irme. 
Marco se envolvió en sus propias llamas y, volando, buscó a su protegido. No iba a darle mas argumentos a Ace para que lo odiara. Era suficiente ya. 
Siguió la guía que le daba el brazalete hasta que vio humo salir de un espacio residencial donde, recordaba, vivía el rubio. 
-¡Oi, Sabo!
Se acercó a la fuente de los disturbios. El hermano menor luchaba contra varios sujetos, pero no vio a los dos chicos mayores. 
-¡Luffy! ¡¿Dónde está tu hermano?!
-¡Sabo y Ace se fueron lejos, donde no los alcanzaran!
-¡¿Por dónde?! 
Luffy le indicó una dirección. 
-¡Gracias!
Marco voló con desesperación, Luffy había dicho que ambos se habían ido juntos. 
 
Sabo cerró los ojos mientras corría de la mano con Ace. Rogaba a Roger que apareciera. 
-Killer- susurró con esperanzas de que su asesino llegara y lo salvase. 
Sintió el movimiento brusco de Ace al detenerse y abrió los ojos. 
-¿Qué pasa, Ace?
El chico estaba en el suelo. Dormido. 
-¡Ahora no, Ace!
Sabo cargó a su hermano en su espalda, su herida comenzó a sangrar de nuevo. 
Corrió sintiendo a sus perseguidores en los talones, la tarde soleada era la ironía reflejada en el clima. 
Dio vueltas y curvas y giró por muchas esquinas hasta chocar de frente con un edificio alto a orillas de la playa. 
-¿Eh?
Sabo se giró ante la voz desconocida. 
-¿Law?
-¿Pero... Qué hacen ustedes dos aquí?
-Fuimos atacados. Y Marco jamás llegó. 
Trafalgar escrutó la calle. 
-Vengan, se quedarán conmigo por un rato. 
 
 
Zoro se detuvo al llegar a su casa. Abrió la puerta e hizo pasar a Nami, luego puso a Sanji en el sofá. 
-Iré por el botiquín...- Zoro se encaminó por el pasillo hasta la habitación de su tío, donde leía tranquilamente en su escritorio. 
-¿El botiquín?
-En el armario... ¿Qué sucedió?
-Nami fue atacada. El amigo de ella salió herido. 
Mihawk se puso de pie. 
-¿Necesitas ayuda?
-Puede ser. 
Salieron de la habitación. Nami estaba limpiando las heridas de Sanji con un trapo húmedo. 
-Hola señor. 
-Nami- asintió- ¿quién es él?
-Este es Sanji-kun. 
-¿Akaashi Sanji? Oh...
-¿Lo conoce?
-Conozco a su... Padre. 
-Oh... Ellos son mis vecinos, Sanji-kun me acompañaba a hacer unas compras. Zoro... ¿Nos estabas siguiendo?
-No podía dejarte sola luego de lo que pasó en la universidad. Además que a él también lo atacaron. Ambos podían estar en peligro, así que me mantuve cerca. 
-¿Por qué no te uniste a nosotros?
-No quise interrumpir. 
Mihawk frunció el ceño y comenzó a sacar las cosas del botiquín. 
-Trae una taza con agua limpia y otra para escurrir, trae hielo y la basura. 
Zoro obedeció y Nami ayudó al moreno a quitar las rotas ropas de Sanji para poder hacer la curación debida. 
Dracule se levantó y siguió el camino que, milagrosamente, Zoro había seguido correctamente a la cocina. 
-¿Por qué no te uniste a ellos?
-No quería. 
-Zoro...
-Ya déjame... Vamos a curarle. 
Zoro pasó a su lado con el cuenco del agua lleno. 
Mihawk entrecerró los ojos. 
 
 
Sabo estaba dormido en la camilla que tenía Law en el apartamento. 
Ace acababa de colgar con Luffy. 
-Viene en camino- dijo luego de guardar el teléfono en el bolso de Law- gracias. 
El sonido del timbre sobresaltó al pecoso.  
-¿Puedes abrir?- le dijo desde el lugar donde estaba la camilla- necesito terminar de acomodar la otra bolsa de suero. 
Ace asintió y abrió la puerta para luego cerrarla al instante en las narices de quien estaba fuera. Se retiró de la puerta, que abrió de nuevo la persona que estaba al otro lado. 
-¿Cómo...?
-¡Cállate! ¡Cállate! ¿Cómo te atreves? ¿Cómo es que acabas de llegar? ¡Mira!- señaló la camilla donde reposaba su hermano, inconsciente- ¡todo es culpa tuya!
Law soltó lo que hacía y agarró a Ace de los hombros antes de que golpeara a Marco con el puño que tenía levantado. 
-¡Estaba al otro lado de la ciudad! ¡Y no voy a cruzar volando para luego salir en las noticias! ¡Suficiente con que ya nos sigan! 
-Eres un imbécil- se soltó del agarre de Law- me largo- cerró la puerta de golpe. 
-Ace es un idiota. 
-Despertaste. 
-¿Qué crees?- Sabo tocó su hombro- ¿mejoraré algún día?
-Solo si te alejas de los problemas- Trafalgar dio unos golpes suaves a la jeringa antes de inyectar directamente al suero- es antiinflamatorio y antibiótico, lo necesitas, esa herida es bastante fea. 
-Bueno, sigo vivo. 
La puerta se abrió y Luffy entró. Corrió hasta su hermano. 
-¿Qué pasó?
-La herida se abrió. 
Luffy golpeó a su hermano. 
-Idiota... ¿Por qué Ace salió? 
-Yoi. 
-Ah, todavía te odia. 
Marco bajó la mirada. 
-Hay, anímate, Ace es un tonto, no tardará en superarlo. 
Marco suspiró, en serio que deseaba hablarle al pecoso. 
 
Cavendish abrió el antiguo armario que se había prometido no abrir. Un enorme letrero que rezaba "Hakuba" lo recibió. 
-Tanto tiempo...- tomó la espada que descansaba bajo el letrero blanco y la acarició- yo pensé que no te volvería a usar... A ambos... Durandal, Hakuba...- cayó de rodillas ante el armario de madera casi carcomido por las termitas y el tiempo- ayúdenme a proteger a mi hermano. 
Los golpes en la puerta de la entrada lo sobresaltaron. 
Se puso de pie y ató a Durandal en su cadera. Luego cerró el armario dejando a Hakuba fuera de el. Caminó a la puerta y abrió. Era Kidd. Kidd y el imbécil de Bartolomeo. 
-Volvió a atacar- fue lo primero que dijo- parece que atacó a tu hermano, pero no se bien. 
-¡¿Cómo que parece?! Necesito saber si está bien...- el muchacho rubio sacó su teléfono y marcó un número. 
-¿Hola?
Cavendish se relajó, su hermano había contestado. 
-¿Hola? ¿Hay alguien?
No tenía aun la valentía de hablarle. 
-Cortaré esta llamada, ¿está bien?
Cavendish esbozó una pequeña sonrisa, si, estaba bien que colgara, él solo quería saber que estuviese bien. 
La llamada se cortó. 
-¿Y bien?
-Está con vida... Y parece que está bien. 
Bartolomeo irrumpió en la vivienda. 
-¿Disculpa? ¿Con el permiso de quién entras a mi casa?
-Necesito agua- entró a la cocina y se sirvió en el vaso favorito del rubio. 
-¡Deja ese vaso! ¡Deja todo y fuera de mi casa!
Kidd puso una mano en su hombro. 
-Déjalo. 
Cavendish suspiró. 
-Iré a buscarlo, no te preocupes, me aseguraré de que esté bien. 
-¿Sabes dónde está?
-No será difícil, sé como encontrarlo. Ya regreso. 
-Me dejarás a esa cosa, ¿verdad?
-Barto no es tan malo... Suerte. 
Kidd salió de la vivienda y estando en la calle, marcó un número. 
-Eustass-ya, ¿qué es lo que quieres?
 
 
Robin bajó las escaleras del centro. 
-¿Viste que hubo un ataque?
Robin se giró. 
-Tienes mucha suerte, es la segunda vez que no debo protegerte. 
-Killer-san, sabes que...
-No acepto un no por respuesta, Robin. 
-¿Y Sabo-kun?
-Marco prometió cuidarlo, además siento que está bien. 
-¿Sientes?- preguntó con una ligera sonrisa. 
-Si- Killer se detuvo- siento, es curioso. 
-Un poco- ocultó una risilla con el dorso de su mano. 
-Voy a probarte que está bien- sacó su teléfono y marcó el número del chico rubio. 
-¿Hola?
-Luffy, soy Killer. 
-Hola Killer- se oyó la voz risueña. 
-¿Está Sabo cerca?
-No, Sabo está durmiendo. 
-Oh...
-Oye, estás con Robin, ¿verdad?
-Si...
-Ah, que bueno, hoy atacaron de nuevo, por eso Sabo duerme, está sedado porque su herida se abrió, nishishishishi, parece que Marco no alcanzó a llegar. Pero todo está bien, ¿verdad, Torao?
Killer pudo oír a alguien afirmando en el fondo, debió ser Trafalgar. 
-¿Dónde están?
-En casa de Torao, él nos encontró y nos rescató. 
-Voy para allá. 
-Eh...
Killer cortó la llamada. Estaba equivocado, muy, muy equivocado. 
-¿Killer-san?
-Atacaron a Sabo, Robin- cerró los puños y golpeó una pared, agrietándola- y el malnacido de Marco no estuvo ahí.  
-¿Dónde están?
-En donde Trafalgar... Iré, Robin, no están seguros, Luffy no creo que pueda protegerlos a ambos si vuelve a suceder. 
-Voy contigo- la chica sacó su celular y marcó. 
-¡Nena!
-Iré a visitar a Sabo, lo atacaron. 
-Ten cuidado... ¿Vas con tu protector?
-Si, Killer-san es quien mas quiere ir. 
-¡Au! Estoy en la universidad aun, pasaré a recogerte cuando salgas. 
-Si- sonrió- te quiero. 
-También yo. 
Colgó. 
-Mi esposo, debía avisarle. 
-¿Él está al tanto de todo?
-No le voy a ocultar nada. Lo amo. 
 
Ace vagó por la ciudad hasta llegar a la casa de Zoro. Maldita sea la atracción que ejercía ese moreno en él. Maldita y desgraciada. 
Tocó repetidas veces. 
Mihawk abrió la puerta. 
-¿Portgas?
-¿Está Zoro?
-Pasa. 
Ace siguió al moreno hasta la sala. 
-¿Nami? 
-Hola Ace- la chica estaba haciendo algo a alguien que estaba en el sofá. El pecoso no veía, el espaldar del mueble tapaba su vista, pero la chica parecía preocupada. 
-¿Qué sucede?
-Hubo otro ataque- Zoro a su espalda habló, llegaba de la cocina- Nami y Sanji. 
-¿Sanji?
Zoro señaló el sillón. Ace se acercó. Allí, despierto, el novio de Law estaba maltratado y herido. 
-¿Lo sabe Law?
-No. 
-También nos atacaron a nosotros...- se sentó en el suelo- la herida de Sabo se abrió. Ahorita están donde Law, él nos encontró a Sabo y a mi huyendo. Y Marco...- apretó los puños- Marco llegó tarde. 
-¿Sabo? ¿Y Killer?- preguntó Zoro, quien notó al chico despierto y desapareció de la escena. 
-No lo sé, pero su nombre no dejaba de salir de los labios de mi hermano. 
Mihawk escuchó y luego se retiró a su habitación. Las cosas casi que se repetían de nuevo. 
Abrió el pequeño cofre de madera de su cómoda y sacó una bolsa vinotinto pequeña, la sacudió boca abajo sobre su mano y miró el hermoso anillo de oro negro. Ese era su anillo de bodas. Se lo colocó. Abrió su armario y descorrió toda su ropa, en el fondo, colgando de la pared, estaba su mas preciada posesión. La espada de filo negro en forma de crucifijo. 
-Creo que es hora de nos veamos de nuevo, Akagami. 
 
 
Cavendish intentaba ignorar que Bartolomeo tenía puesta las luchas en SU casa, en SU televisor, en SU sala y acostado sobre SU sillón. Además el volumen era absurdamente alto, pero lo mas absurdo era que los gritos del muchacho le ganaba de lejos al ruido del televisor. 
El rubio salió a su balcón para intentar tener, por lo menos, un poco de tranquilidad. 
-Tienes una vista muy buena desde acá. 
-Si...
No, esa voz no. ¿Qué hacía él ahí?
-¡Doflamingo!
El hombre estaba parado al final del barandal de su balcón. 
-Quería revisar algo...- hizo un movimiento con sus dedos y unos hilos se estrellaron en el pecho de Cavendish, lanzándolo a través de la puerta de vidrio y estrellándolo con la pared de la cocina. Los trozos de puerta rota se incrustaron en su piel, cortando. La sangre escandalosa comenzó a salir. 
-¡¿Quieres callarte?! ¡Intento ver la pelea!
Antes de que Cavendish respondiera, Donquixote lo lanzó de nuevo, esta vez tomándolo del cuello, el chico rubio fue a parar a la pared de la sala, pasando justo frente a los ojos de Bartolomeo. El chico caníbal quedó de piedra. Giró su cabeza y vio a un hombre alto, rubio y moreno quitarse la sangre de Cavendish de los dedos de las manos. 
-Desenvaina a Durandal... ¿O es que acaso lo olvidaste?- arremetió de nuevo contra el rubio, pero jamás llegó el impacto. 
Cavendish vio la espalda de Bartolomeo. 
-¿Qué haces?
Una pared azul transparente los rodeaba, como una barrera que impedía el ataque. 
-Cállate. 
Cavendish aprovechó la oportunidad, Doflamingo intentaba deshacerse de la molesta barrera. Desenvainó a Durandal. 
-Cuando te diga, quita la barrera. 
-¡¿Es que acaso enloqueciste?!
-Confía en mi, Bartolomeo. 
El chico miró a Cavendish a los ojos, no había un solo rastro de duda. 
-Está bien... 
Cavendish cerró sus ojos y se concentró  
-Hakuba- murmuró. 
Bartolomeo volteó a mirar la concentración de Cavendish, ese maldito nombre que murmuraba no le gustaba. 
-Hakuba- repitió. Necesitaba recuperar ese pedazo de su mente. Necesitaba caer dormido- Hakuba. Hakuba. Hakuba. 
-Deja de repetir ese nombre, maldita sea Cabagge. Deja de repetirlo. 
-Hakuba. Bartolomeo, quita la barrera. 
-¿Qué...?
-Quita la maldita barrera. 
Bartolomeo bajó las manos y descruzó los dedos. 
Hakuba arremetió contra Doflamingo, el hombre no alcanzó a ver venir el golpe de la espada y Durandal encajó en el pecho de Donquixote. El hombre rubio salió disparado por la ventana de la sala, la fuerza de Hakuba seguía intacta. 
Bartolomeo no lo creía, Cavendish había sacado volando al hombre. 
-Cabagge...- el rubio se desplomó sobre Bartolomeo- Cabagge, despierta. Cabagge. 
Cavendish estaba inconsciente en los brazos de Barto. 
 
Marco abrió la puerta. 
-Oh, Ki...- de nuevo Killer lo golpeó, se estaba volviendo una costumbre. 
-¡Dijiste que estarías ahí! ¡Lo hiciste, tu dijiste! 
Marco no se levantó del suelo, se lo merecía, había abandonado, no solo a Sabo, sino a Ace también. Killer intentó patearlo, pero varias manos femeninas lo detuvieron. 
-¿Qué es esto?
-Tranquilo, Killer-san, de seguro hay una explicación- Robin tenía sus manos en cruz frente a su pecho, los apéndices que detenían a Killer desaparecieron cuando ella las bajó. 
-¿Qué fue eso?
-También tengo poderes- sonrió. 
Killer se calmó, y ya mas tranquilo, se acercó a la camilla donde Sabo no había ni notado el ajetreo de la disputa. Tocó los rubios cabellos del chico. 
-¿Estará bien?
-Si, lo estará- intervino Law- y le dije que se mantuviera alejado de los peligros. 
-No hay manera de estarlo, ese hombre nos está buscando. 
-No lo hago, yo se donde están. 
Todos giraron, Doflamingo estaba en la puerta de entrada. 
-¡Doflamingo!- exclamó el moreno, ocultando a Sabo y a Robin aunque él mismo estuviese en peligro. 
-Dime Law, ¿piensas que ese chico mono y el matón rubio van a poder detenerme?
-¿Qué es lo que quieres?
-En realidad nada- entró al apartamento con calma, pasó por el lado de Marco y lo ignoró, se paró frente a Law y sacó un sobre de su chaqueta de plumas- toma Law, solo venía a entregarte esto... Mi hermano me hizo prometerle que te lo daría cuando...- ocultó de manera fallida una risa- cuando comenzara a buscarte. 
Trafalgar le arrebató el paquete que tenía en las manos, era otro par de manillas de plata oscura como las que Cora le había entregado antes. 
Donquixote miró detrás de Law y del chico rubio al cual no se le veía el rostro. Sabo estaba consciente y lo miraba con rencor. 
Flamingo bufó. 
-Yaaa, eso era todo, me voy ahora...- les dio la espalda y salió caminando, pero antes de salir se volteó hacia ellos- hoy no venía por ustedes... Pero con Cavendish si que me divertí- y salió. 
Estaban en silencio. Se miraban entre ellos. 
-Mierda- musitó Killer-Cavendish. 
-¿Qué le sucedió?
-Ya despertaste, Sabo... No lo sabemos, Doflamingo solo dijo...
-Si, lo escuché. 
-Llamaré a Kid- los ojos anhelantes de Sabo le suplicaron que no se fuera- no tardo- soltó su mano, que Sabo había atrapado, y se alejó un poco. 
-¿Killer?
-Kid, ¿en dónde estás?
-Llegando a donde...
-No me importa. Kid, Doflamingo acaba de atacar a Cavendish. 
-Imposible. 
-Kid, estoy donde Trafalgar, Doflamingo mismo vino hasta acá. 
-¿Pasó algo?
-Nada... Kid, ve por Cavendish. 
-Pero necesito...
-Kid. 
Kid dudó al otro lado de la línea, por un lado estaba uno de sus mejores amigos, Cavendish, y por el otro, el hermano de este. Killer lo sabía, sabía que algo estaba en Kid que lo mantenía indeciso. 
-Dame 20 minutos, iré a comprobar que el hermano de Cavendish esté bien, luego iré por él, aunque estaba con Bartolomeo, no se si eso fuese suficiente. 
-Está bien. 
-¿Qué harás tu?
-No me moveré de aquí, Sabo está herido de nuevo. 
Sintió la risa estridente de Kid. 
-Entonces suerte. 
Killer volvió al salón donde estaban todos. Law había acomodado una silla al lado de la camilla para que Killer pudiera sentarse cerca. 
-¿Qué es eso, Torao?
Law tenía las dos manillas en sus manos, no eran ligeras y la sensación de pesadez y cansancio lo invadió, como si su energía fuese drenada de golpe. 
-Oye, Torao, regálame una. 
-No. 
-Torao...
-No- se puso de pie y caminó a su habitación, donde dejó las manillas y luego regresó. 
-Maldita sea, Doflamingo- murmuró alguien, tenía razón. 
 
Bartolomeo había terminado en la casa de Killer. Buscó la llave extra que el rubio guardaba bajo la matera de la casa del vecino. 
-¿Killer?
Nadie respondió. Entró y cerró la puerta cuidando de que Cavendish no se golpeara con nada. Dejó al chico rubio sobre el sofá de Killer y marcó al teléfono de Kid. 
-¿Cómo está?- fue lo primero que dijo el pelirrojo. 
-¿Eh?
-Hablé con Killer, me dijo que Cavendish había sido atacado. 
-¿Cómo supo él? Beh, eso es lo de menos. 
-¿Dónde estás?
-En casa de Killer, no sabía a dónde mas ir. 
-Quédate allá y cuida de Cavendish, iré en 20 minutos- Bartolomeo lo oyó saludar a alguien mas- te hablo luego.
-Adiós. 
Colgó. Miró al rubio, estaba respirando agitado, no había tenido heridas graves, pero si eran bastantes y se esparcían por todo su cuerpo de preciosa porcelana. 
Bartolomeo lo bajó del sofá al suelo, la sangre comenzaba a derramarse y no podía untar el mueble. 
Caminó por toda la casa buscando un botiquín, pero no tenía idea de dónde lo guardaba Killer, aunque había mucho orden, él no estaba acostumbrado a esa casa y no sabía el sitio de las cosas. Encontró algodón y alcohol, pero no vendas o curitas o siquiera gasa. Estaba por rendirse cuando recordó que ya había pasado varias de sus cosas allí, por lo que buscó en una de sus cajas y allí estaba el rollo de vendas que usaba en los entrenamientos y en las luchas que tenía. 
-Beh, yo hago heridas, no las curo. 
Pero Cavendish estaba herido y algo en su interior se revolvió de ver al chico así, como algo en su interior había comenzado a arder cuando oyó al rubio exclamar una y otra vez "Hakuba". 
Comenzó por desinfectar los cortes y tarde se dio cuenta que debía desvestir al actor de teatro si quería hacer un buen trabajo. 
-Mierda y mas mierda. 
Sin delicadeza, rasgó la camisa de Cavendish y un trozo de sus pantalones holgados para comenzar a pasar el algodón humedecido en alcohol. Cavendish, aun dormido, hacía gestos de molestia cuando el alcohol hacía contacto con su piel abierta. 
-Quédate quieto Cabagge. 
-Pero duele...
Bartolomeo no esperaba respuesta, volteó a mirar al chico esperando una reprimenda por parte de su orgullo, pero lo único que obtuvo fue una ligera sonrisa. Cavendish volvió a caer dormido. 
 
 
Un mes, un maldito y desgraciado mes en el que los ataques por parte de Doflamingo no habían cesado. Zoro estaba en el hospital, un corte certero de un hombre le había hecho un tajo atravesando su pecho en diagonal. Killer tenía dos cortes en el brazo izquierdo que parecían repujado sobre aluminio, tenían una profundidad alertante. Luffy había salido ileso de la mayoría, pero tenía unas cuantas cicatrices feas que Law se sentía culpable al curarlo. Ace había casi desaparecido, solo se encontraban al pecoso en su propia casa, y eso sus hermanos, o podía encontrarse en casa de Zoro, de resto, nadie daba noticia de Ace, aunque los profesores afirmaban que el chico iba a clase como de costumbre. Cavendish se había ganado otro protector, ahora Bartolomeo no lo dejaba ni un minuto solo, pero el rubio no lo sabía, era un protector entre las sombras. El hermano de Cavendish siguió sufriendo ataques, pero no tantos como su hermano y Kid siempre había estado ahí. Kid y otro chico. Robin era a quien menos buscaban, Killer poco había tenido que cuidarla, lo que le daba mas tiempo de ir por Sabo. Marco estaba hecho un lío, cuidaba de Sabo, pero cuando era Ace, no sabía donde hallar al chico. Una que otra vez lo vio, pero cuando pensaba hablarle, el moreno desaparecía. Nami era quien mas estaba en peligro, cada dos o tres días hombres armados la perseguían, pero Zoro siempre estaba. Siempre hasta que le hirieron de gravedad. Nami no se había apartado un segundo de la camilla de Zoro. Mas que su protector, Zoro era su amigo. 
 
Estando Nami en la habitación de Zoro, alguien entró. 
-¿Quién es usted?- preguntó la chica con desconfianza al hombre alto que estaba en el umbral. 
-Crocodile, para ti, muchacha- siguió y se sentó en el mueble de la habitación- Garp me mando a cuidar de ustedes. 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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