- Es que… Siempre quise hacerlo con nuestros uniformes –dijo Akaya ruborizándose.
- Yo no tengo la camiseta de la escuela ahora.
- Siempre cargo una extra, ya lo sabías.
- Sí –sonrió–, ¿me la das?
- Seguro.
Akaya tenía sólo la camiseta puesta, al igual que Yanagi ahora que se había cambiado. Se había ruborizado bastante al saber que iba a hacer realidad su secreta fantasía, aunque en realidad su mejor amigo le había dado la idea luego de verlo a él con cierto caballero besuqueándose en los salones.
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FLASHBACK
- N-Niou…
- Yagyuu, ven aquí –decía sensualmente mientras lo jalaba por la cintura hacia el salón.
- E-Espera… Mmmm –le plantó un beso.
- No, no quiero esperar, no te había besado desde hace horas.
- Hace 2 horas estábamos entrenando.
- Ya… –lo acercó más mientras lo tenía rodeado entre sus brazos– ¿te he dicho antes lo sexy que te ves con el uniforme?
- ¡NIOU!
- Y cuando te agitas, recuerdo… –empezó a susurrarle cosas muy subidas de tono al Caballero que no podía hacer más que enrojecer ante el descaro de su pareja.
- ¡NIOU, POR FAVOR!
- Sí, Niou, ¿podrían irse a otro lado, por favor? –el salón, al parecer, no estaba del todo vacío.
- ¡Akaya! –gritaron ambos todavía abrazados. Se miraron y después se separaron.
- ¿Por qué se sorprenden? Ya lo sabía desde hace tiempo –dijo riéndose–, pero deben ver bien dónde van a hacer sus cositas sucias.
- Puri.
- El salón de al lado está vacío y no habrá clases hasta mañana ahí.
- Gracias –dijo todo rojo cual tomate Yagyuu y se llevó al chico de la coleta al otro salón, teniendo éste una sonrisa de oreja a oreja por la urgencia de su compañero, el cual rara vez se ponía así.
La verdad es que Yanagi se ve más sexy en uniforme, pensó mientras terminaba de ordenar los libros de su maleta, pues lo habían castigado por no terminar de hacer su tarea y le dijeron que la termine ahí. Cuando juega y el viento sopla, su cabello se mueve al compás de sus swings, los colores le quedan tan bien, sus brazos se estiran marcando sus músculos en la camiseta… Oh, esos músculos… Y sin darse cuenta, ya estaba babeando mientras seguía dándole rienda suelta a su imaginación.
FIN DEL FLASHBACK
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- Te ves tan sexy como te imaginaba –soltó sin pensarlo mientras se acomodaba en la cama.
- ¿Así que el demonio Akaya tenía en su mente tales perversiones? –rió.
- Bésame y calla.
- Después no te quejes –guiñó el ojo y empezó a devorar su boca. El calor y el aliento de ambos se combinaban, no dejaban espacio para respirar, ni siquiera cuando sin previo aviso Yanagi colocó un dedo en el orificio del menor.
- ¡AH! –gimió aún con los labios de Yanagi apresando los suyos.
- Tengo que dilatarte, y no voy a detenerme.
- No… No te detengas, Ren.
Dándole luz verde, Renji metió el segundo, y luego el tercer dedo para poder iniciar el vaivén de caderas. Yanagi estaba absorto en el rostro de Akaya, quien también, en su opinión, se veía muy sexy con la camiseta de la escuela. Su rostro no es el de un demonio, es el de un ángel en pleno éxtasis. Akaya se sostuvo en el cuello de su sempai y entrelazaba sus piernas en la espalda del mayor para obligarlo a penetrarlo más y más. No quería que se detuviera, quería todo de él; sus gemidos sólo podían pronunciar el nombre de quien lo estaba haciendo suyo, porque quería más. Yanagi lo sabía, por lo que lo volteó y lo tendió en la cama para penetrarlo mientras le mordía la oreja, cosa que hacía gemir más a Akaya. Éste apretaba con fuerza sus puños que agarraban las sábanas, pues sentía que podía partirse en dos.
- Kirihara –le susurró Ren mordiéndole la oreja.
- Ah… R-Ren… –jadeaba de la excitación.
- No volveré a alejarme de ti, ¡Akaya!
- ¡AH! –Ren se había venido en una embestida que había hecho arquear aún más la espalda del ojiverde, quien también se vino y se tendió sin fuerzas en la cama, con Yanagi encima de él.
- ¿Lo hice bien? –preguntó con cansancio besando el cuello del menor con dulzura.
- Sí, pero no me beses así que no querré parar de hacerlo.
- Entonces lo haré más –dicho esto, le besó y le mordió el cuello, haciendo temblar a Akaya y volviendo a encenderlo.
- Ren… Ren… ¡REN!
- ¿Serás siempre mío, Akaya?
- Claro que sí –ladeo su cabeza para recibir un beso de su sempai en los labios. De nadie más.
Eso fue suficiente para seguir un par de rondas más de caricias, sexo y mucho, mucho amor.
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Terminado el campamento, volvieron a la Rikkai Dai, siempre con la cabeza en alto por lo bien que habían participado en la Sub-17. ¡Hasta pareja de dobles hicieron! Eso puso feliz a Akaya, quien sentía una conexión aún mayor que la primera vez que le declaró su amor.
- Eres ahora el nuevo capitán, Akaya –decía dándole un abrazo.
- Lo sé, pero quiero pedirte un favor.
- Lo que quieras, amor –sonrió.
- No uses la camiseta cuando me visites en la escuela.
- ¿Y eso por qué?
- Porque no quiero que me sorprendan haciéndole el amor a un ex-jugador durante los entrenamientos –dijo seriamente.
- Jajajaja. Tranquilo –le dio un beso en la frente–, solo yo sabré de esa fantasía.
- Ren, te amo.
- Lo sé, Akaya. Siempre te he amado –lo volvió a abrazar– gracias por no dejarme.
- No eres alguien fácil de olvidar, Renji.
- Baka, no te enamores de nadie, ¿eh?
- Y a mí me dices Baka… Jamás –guiñó el ojo.
Una nueva era comenzaba ahora en la Rikkai, no sólo para la escuela, sino también para el nuevo buchou, quien sabía que tendría a su querido Renji a su lado para todo lo que necesitase, sea por motivos de tenis o por motivos amorosos: siempre estaría ahí.