Estaba leyendo en el desayuno cuando uno de mis hombres me lo informó. Kurogane había aceptado reunirse conmigo en un lugar neutral, había pasado un mes desde que nuestros caminos se separaran y constantemente me quedaba pensando en él. Tanto que era molesto. La guerra entre ambos clanes estaba resuelta a ser un problema. Desde que pasara aquello su lado se había calmado en parte pero había cierto malestar desde los dos lados que se había resuelto en disputas que llegaron a mal término.
Como resultado habíamos perdido hombres y material y ambos lados estaban tentándose mutuamente sin dilación y con vehemencia. Pensando en cómo terminar con estas actitudes fue que decidí convocar esa reunión. Mi padre estaba en coma desde hacía tres semanas y mi tío y consejero no había dicho nada pero sabía que despreciaba en silencio cualquier actitud de acercamiento con esos sucios gangsteres de barrio como mi familia los llamaba.
El lugar fijado era un almacén de poca monta, cerrado hacía varios meses y en el que ambos bandos entramos por puertas laterales. Cuando se paró ante mí no noté nada especial en sus ojos, como si estos nunca me hubieran visto de manera especial mientras que estoy seguro yo tampoco aparentaba nada especial.
Mi cuerpo estaba sintiendo que el corazón era estrujado y me costaba respirar con fluidez pero con mis años de aparentar lo que debía aparentarse no era problema solaparlo. Aunque… ¿Por qué dolía tanto ver que él se comportaba como si nada?
Al llegar la propuesta me sentí impulsado a negarme pero la idea de verlo me empezó a carcomer desde adentro. Desde que descubriera que él había sido recuperado por sus familiares, y de seguro estaban muy atentos a sus necesidades pues nada sabían de lo que le había pasado, me dediqué a borrar de mi mente los recuerdos de sus ojos azules yaciendo debajo de mí y su voz a la hora de venirse que llenaban mis oídos utilizando a ciertas mujeres.
Nunca me fue difícil encontrar mujeres bien dispuestas. Ni siquiera en los tiempos más difíciles cuando la banda aun no había iniciado. Salí del área rural cuando mi padre hubo fallecido y con la poca formación que tenía no hallé más que trabajos mal pagos y sin futuro. Por eso de a poco me vi envuelto en ese negocio y con el tiempo me hice mi propio jefe. Ahora con el éxito que tengo ellas me llueven a granel de todo tipo y color. Intento no recordarlo pero siempre de alguna forma las mujeres con que duermo terminan pareciéndose a él.
Por eso acepté al final y por eso ahora me encuentro delante suyo aguantándome las ganas de llevármelo de aquí y hacerlo de nuevo mío. Lo respeto como igual que eso es más de lo que haré con el resto de los suyos pero aún así él…
¡Me alegra que aceptaras este encuentro!—le dice Fye al pelinegro.
¡Vé al punto!—Kurogane es cortante y eso molesta a la gente de Fye, lo cual inquieta a los guardaespaldas de Kuro, tres acompañan a cada uno.
Una triste sonrisa se hace presente en los labios del rubio llenando de desasosiego y ansias al pelinegro.
¡Pensaba hacer de esta una reunión cordial!—le dice el ojos azules.
Fuko entiende que de haberlo querido DeFluorite podía haber iniciado una más cruenta guerra diciendo quien fue su secuestrador lo que hubiera causado más derramamiento de sangre que el ya causado por lo que va a escuchar lo que le diga pero desea que la reunión demore lo menos posible para estar el menos tiempo posible expuesto al rubio—Te escucho—dijo cambiando dos milímetros su postura por una más casual. La sonrisa del otro volvió a llenarle de ansias la sangre.
He meditado sobre esto y quiero que lo escuches—dijo el rubio y el pelinegro se preparó mentalmente para un chantaje a cambio de su silencio pero no fue eso lo que recibió—Para aplacar las cosas he pensado que tú y yo podríamos hacer un acuerdo de límites y así evitar futuros enfrentamientos también.
¿Y vas a respetar tu acuerdo conmigo?—preguntó el ojos rojos casi riendo ante la idea de que un DeFluorite lo tomara en serio.
Sabes que sí. Debes tener en mente que no quiero más enfrentamientos contigo. ¡Piénsalo! Será una solución benéfica para ambos bandos. Para los negocios. Todos trabajaremos en paz sin miedo que se inmiscuyan en nuestros territorios—le propuso el ojos azules.
¿No tienes miedo de que esto sea tomado como una debilidad por otras bandas e intenten atacarlos o apropiarse de su territorio?—preguntó el pelinegro.
Deja que de eso nos ocupemos nosotros—dijo Fye—¿Y bien que dices?—
¿Con los límites de ahora?—preguntó el cuidadoso Kurogane.
Digamos que ustedes nos cederán un 15 por ciento—dijo DeFluorite haciendo que el ceño del pelinegro se tensara.
¿Y porque iba a hacer yo eso?—preguntó Fuko.
Sería como una muestra de buena voluntad de parte tuya—le dijo Fye y entonces el ojirojo entendió que era algo así como un resarcimiento por lo que le había hecho. Se lo merecía así que esa fue una de las pocas veces que Kurogane Fuko cedió.
Ambos se despidieron con un gesto de la cabeza. En ningún momento hubo contacto. A ambos les dolió esos momentos juntos y ambos salieron de ahí tratando de olvidar lo que sentían en su interior al ver al otro.