Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los Lobos de Baskerville por R13

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

El omega habla y John al fin conoce su nombre.

La primera semana había terminado antes de que John se diera cuenta. Sin embargo, sentía como si hubiera estado en la mansión durante al menos diez años. Su rutina con el omega continuaba. Cada día se levantaba temprano, hacía el desayuno y el té, lo llevaba hasta la habitación del omega, desayunaba con él y después se sentaba en el piso o en la silla por horas y horas.


 


Cada par de días, el omega le dejaba examinar las heridas restantes. John había convencido al omega de hacerle un análisis de sangre. John no estaba muy seguro de lo que le había ocurrido, pero quería estar cien por ciento seguro de que no se le hubiera pasado por alto alguna enfermedad.


 


El omega estaba casi a gusto con él. Había un completo cambio en su comportamiento. Ahora, cuando John llegaba, parecía feliz. John no podía estar completamente seguro de esto por supuesto. Mientras, el omega aún se negaba a hablar. Se sentía como si ahora estuviera aceptando la presencia de John e incluso disfrutándola.


 


Fue una tarde lluviosa en particular, cuando el omega decidió que era el momento de hablar.


 


“Afganistán o Irak.” Dijo con voz ronca. No era más que un susurro.


 


John que estaba a punto de quedarse dormido miró al omega con  ojos sorprendidos.


 


“Perdona, ¿qué?” dijo un poco confundido.


 


El omega levantó sus cejas oscuras.


 


“Afganistán o Irak.” Dijo de nuevo, esta vez un poco más fuerte.


 


“¿Cómo es posible…?” comenzó John. Sacudió su cabeza. “Afganistán.”


 


El omega lo estudió abiertamente y asintió lentamente.


 


Hubo silencio durante un largo rato. John seguía confundido. Tenía cientos de preguntas que quería hacerle al omega, pero de repente, no supo por dónde empezar. O quizás había soñado todo. El omega parecía seguir en silencio después de todo.


 


El doctor estiró su pierna con una queja de dolor.


 


Hubo alguien llamando a la puerta. “¡Su té!” dijo la voz de la señora Hudson.


 


Antes de que John pudiera levantarse, el omega lo hizo.


 


Poco a poco pero decididamente caminó hacia la puerta. John alzó las cejas y solo observó.


 


Cuando el omega llegó a la puerta se detuvo, pero solo por un par de segundos. Entonces agarró el picaporte y abrió la puerta pulgada por pulgada, hasta que se abrió por completo.


 


Le señora Hudson estaba un poco sorprendida de encontrarse con el omega en la puerta pero hizo un buen trabajo ocultándolo. Sonrió con una de sus sonrisas más brillantes y le entregó la bandeja de galletas y té.


 


“Aquí está tu té. Las galletas están recién horneadas, así que ten cuidado, todavía están calientes.” Sus ojos estudiaron al joven mientras hablaba.


 


El omega asintió y se alejó de la puerta. La cerró con su pie. Con la bandeja en sus manos, caminó hasta la mesa en donde John se sentaba. El doctor estaba desconcertado.


 


Estás acciones habían llegado a él como una completa sorpresa. Se limitó a observar al omega.


 


Finalmente la bandeja llegó hasta él y sonrió.


 


“Gracias.” Dijo cuándo el omega le sirvió una taza de té.


 


Aunque el omega permaneció en silencio de nuevo, parecía irradiar un distinto tipo de energía. Continuaba siendo sumiso, un poco cuidadoso, pero había un gran cambio.


 


“¿Cómo lo supiste?” dijo John cuando terminó su té.


 


Miró al omega que estaba mordiendo una de las galletas con una mirada contenta.


 


Sus ojos se dirigieron a John cuando planteó la pregunta, pero la respuesta parecía tomarse su tiempo.


 


“¿Cómo es posible que sepas eso?” preguntó John de nuevo.


 


“Fácil.” Respondió el omega a lo último. Su voz era muy suave. El tono áspero de ella hacía pensar a John que podría haber pasado bastante tiempo desde que el omega había utilizado su voz. Sin embargo, cuando le había respondido había un aire de superioridad en su respuesta. Casi como un giro de ojos pero verbal.


 


Estaba seguro de que el omega estaba comenzando a encontrar su personalidad de vuelta.


 


“¿Podrías tratar de explicarlo?” preguntó el doctor.


 


El silencio duro más tiempo esta vez. John podía escuchar la lluvia y el viento golpeando contra la ventana. El mundo exterior ya se estaba oscureciendo. Dentro de un rato necesitarían velas o una lámpara para verse apropiadamente. John había llegado a la conclusión de que el otoño en los páramos era más oscuro que el otoño en Londres.


 


“Lo deduje.” Dijo el omega después de lo que pareció una hora.


 


John levantó una ceja.


 


“¿Lo dedujiste?” dijo lentamente. “¿Cómo?”


 


El omega suspiró. Fue suave pero audible. Había sido el suspiró de alguien que había tenido que explicar algo una y otra vez durante años y años. El omega miró a John. Todavía no se atrevía a hacer contacto visual pero al menos ahora parecía mirar a John al rostro. Una mirada cansada apareció en su rostro. Y entonces una de frustración muy clara.


 


El omega se puso de pie y caminó hasta una de las esquinas más oscuras de nuevo. John siguió sus movimientos con algo de preocupación. El omega estaba agitado. Había puesto su cabeza entre sus brazos y estaba mordiendo su labio con algo de sangre.


 


El doctor también se levantó y se acercó al omega. Se arrodilló cuando estuvo cerca.


 


Con cuidado tocó al omega en la rodilla. Dos ojos azules lo miraron. Había pánico en ellos.


 


“Está bien.” Dijo el doctor con voz suave.


 


El omega sacudió su cabeza con furia.


 


“Si, todo está bien.” Dijo el doctor más firmemente esta vez.


 


“Todo está completamente bien. Estarás bien. Solo recuerda respirar.”


 


Colocó sus dos manos sobre las rodillas del omega. No quería asustarlo más al colocarlas en algún lugar fuera de la vista. Con su toque trató de tranquilizar al omega.


 


“No tienes que decírmelo en este momento, está bien. Has hecho algunos sorprendes progresos hoy. Esta situación era de esperarse, no puedes curarte tú solo en un día.”


 


El doctor sonrió. Pudo sentir la respiración y el corazón del omega calmarse.


 


Su alfa gruñó de satisfacción. El toque provocó que lo hiciera.


 


“Vamos a tomar esto de manera lenta. No hay que esperar demasiado tan pronto.”


 


Eventualmente el omega se calmó. El pánico desapareció de sus ojos y su rostro y fue reemplazado por fatiga y una mirada de abatimiento.


 


“Como tu doctor, te aconsejo que descanses un poco por ahora.” Dijo Watson.


 


Watson observó mientras el omega se metía a la cama. Dentro de diez minutos estuvo dormido.


 


Se demoró un poco. Se dijo a si mismo que era para asegurarse de que su paciente estuviera bien. Era una mentira, por supuesto. Su alfa quería ver más del omega. Quería abrazarlo, hacerlo sentir seguro,  cálido y querido. Cuando la necesidad de construir un nido se hizo más fuerte, Watson se despidió.


 


Esa noche John tuvo problemas para conciliar el sueño. Ahora que el omega había demostrado que podía hablar, había tantas cosas que el doctor quería saber. Debía empezar por un nombre, por supuesto. Y luego,  qué le había ocurrido al omega. Por qué se rehusaba a hablar. Quién le había dejado esos desagradables moretones. Y claro, qué demonios se suponía que significaba deducir.


 


Sabía que sus preguntas tendrían que esperar. Si las hacía todas de una vez, el omega se vería abrumado de nuevo. Era obvio que no había sido capaz de hablar por un largo tiempo. No parecía haber dificultades para formar frases coherentes o largas.


 


Suspiró y se volvió sobre su estómago. Su lobo interior estaba literalmente aullándole para que lo dejara salir. Tomó el control de ello, para mantener a su lobo calmado, y no dejarlo salir. En el ejército había tomado supresores para mantener a su alfa bajo control. Yendo completamente alfa cuando eres doctor estaba mal visto. Y por buenas razones. Además, estando los hombres lobo completamente convertidos en el campo de batalla usualmente no era de mucha ayuda. Pero ahora no había supresores. Solo había autocontrol.


 


Y se estaba volviendo muy poco.


 


La luna llena sería pronto. No sabía si sería capaz de mantenerse en sí mismo durante la transformación. Sobre todo ahora que su alfa sabía que había un débil omega sufriendo en el edificio. Un omega que estaba demasiado débil era muy poco probable que fuera capaz de transformarse.


 


Los siguientes días, el omega decidió guardarse las cosas. Parecía avergonzado  de su ataque de pánico.


 


John se sentó con él. Habló con él. Leyó algunos libros y artículos.


 


Eventualmente el omega se acercó de nuevo. Esto dejó satisfecho a John y su alfa.


 


Fue una semana después de que el omega había hablado cuando usó su voz otra vez.


 


“Quiero explicarlo.” Dijo con voz ronca. “Pero no puedo.”


 


El omega movió sus manos en una forma melodramática.


 


“Las palabras no vienen.”


 


Había frustración en su voz.


 


John sonrió ligeramente.


 


“Está bien.” Dijo. “Vendrán eventualmente. Estoy seguro de eso.”


 


El omega sacudió su cabeza molesto.


 


“¡Las quiero ahora!” su nariz se arrugó de la ira.


 


El pánico se filtró en la última palabra que gritó.


 


John suspiró y asintió.


 


“Entiendo eso, en verdad lo hago.” Dijo con calma. “Debe ser frustrante no ser capaz de decir lo que piensas. Se paciente contigo mismo. Dale tiempo. Tal vez leer un libro te ayude.”


 


El omega lo miró como si eso fuera lo más disparatado que había escuchado en su vida.


 


El doctor frunció el ceño.


 


“Sentado aquí y estando enojado contigo mismo sin duda no va a servir de nada.” Dijo el doctor con un leve resoplido. “Sé que estás molesto y frustrado y posiblemente algo asustado. Pero eso no se va a ir solo quedándote enojado.”


 


El omega suspiró. John podía jurar que vio esos ojos claros voltearse en una forma dramática.


 


El hombre más joven definitivamente estaba recuperando su personalidad.


 


Después de un rato, John convenció al omega de leer algunos libros. El joven aún se rehusaba a dejar su habitación, así que el doctor fue a la biblioteca de la mansión y tomó una pila. No sabía que tomar exactamente, por lo que agarró un poco de todo.


 


A pesar de que el omega no había aceptado la idea de leer del todo, una vez que tuvo sus hábiles manos en los libros lucía bastante contento. Tomó lugar en una de sus esquinas, encendió la luz y comenzó a leer.


 


John creyó escuchar al omega murmurar algunas palabras como “Palacio mental” y “psicosomático”.


 


Frunció el ceño ante la última palabra y sintió su pierna acalambrarse ligeramente.


 


John dejó al omega con su lectura y decidió dormirse temprano.


 


Cuando regresó a la mañana siguiente, el omega estaba completamente despierto y seguía leyendo. Qué era lo que había dejado sin palabras al doctor ¿Era que solo había un libro en lo que era la pila o que los otros estaban tirados de aquí para allá?


 


“Buenos días.” Dijo con una sonrisa. Colocó el desayuno en la mesa.


 


El omega no lo escuchó. Frunció el ceño y esperó un poco.


 


“Buenos días.” Repitió un poco más fuerte.


 


El omega se sorprendió. Miró hacia arriba y parpadeó confundido.


 


“¿Día?” preguntó.


 


“Sí, día.” Contestó el doctor.


 


“Imposible.” Murmuró el omega volviendo a su libro.


 


“¿Al menos dormiste?” preguntó John un poco preocupado.


 


Sin reacción. El omega continuó leyendo. Sus ojos se movían rápido sobre el papel, podían quemarse a través de él.


 


El médico suspiró y se sentó.


 


“¿Podrías venir y desayunar conmigo?” no esperaba respuesta a su pregunta.


 


Sin embargo, para su sorpresa, el omega se levantó y caminó hacia la mesa mientras aun leía su libro.


 


John tomó un sorbo de su té y leyó el periódico durante un rato.


 


“De hecho tengo una pregunta para ti.” Dijo después de un momento.


 


El omega no respondió pero ya se había acostumbrado a estas alturas.


 


“¿Cuál es tu nombre?” preguntó.


 


Aunque estaba leyendo, el joven obviamente lo escuchaba. Alzó los ojos arriba del papel y, por primera vez, miró a John a los ojos. El momento fue breve, pero John pudo sentir un escalofrió por su columna. Los bellos de sus brazos se pararon. Su lobo aulló.


 


“Sherlock Holmes.” Contestó el omega. Su voz todavía era ronca, pero se había vuelto ligeramente más suave. Había un tono profundo y oscuro en la misma.


 


John frunció el ceño. “¿Holmes?” preguntó lentamente.


 


El omega asintió. Sus ojos estaban sobre el libro otra vez.


 


“El hombre que me contrató  respondía a ese apellido, al menos de acuerdo con la señora Hudson.” Dijo.


 


“Hermano.” Fue lo único que consiguió como respuesta.


 


A pesar de que era solo una palabra, eso dejó todo claro para Watson. Eso explicaba por qué el otro Holmes había contratado a un doctor alfa. No era el alfa del omega, pero si su hermano. Claro, algunos hermanos se ayudaban entre sí después de eventos traumatizantes. Pero John estaba comenzando a sospechar que los hermanos Holmes no tenían ese tipo de relación.


 


“De todos modos.” Dijo después de un rato. “Es un placer conocerte, Sherlock.”


 


Le extendió la mano.


 


El omega retiró la vista de las páginas de nuevo. Algo así como una sonrisa burlona se dibujó en esos ojos azules.


 


Sin embargo, tomó su mano.


 


“Encantado de conocerte, John.”


 


Estrecharon sus manos. John podía sentir los dedos pálidos y fuertes presionando los suyos cortos. Estaban fríos. Reprimió un escalofrío.


 


La profunda voz de barítono del omega despertó algo en él con lo que no estaba familiarizado. Comenzó en algún lugar de su estómago y viajó por todo su cuerpo. La sensación no era desagradable. Su lobo aulló ante eso. Quería ser libre.


 


John hizo una mueca mientras forzaba al animal a volver a los bordes de su mente. Su lobo no había estado así de activo en meses, incluso años.


 


Tenía la sensación de que esta luna llena podía ser bastante interesante.


 


Al mirar hacia el omega, otro escalofrío recorrió su columna.


 


Sherlock estaba leyendo de nuevo. No se había dado cuenta de la confusión que había causado.


 


Probablemente era lo mejor.


 


John sintió otra de esas sonrisas burlonas que serían su perdición.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).