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Los Lobos de Baskerville por R13

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Notas del fanfic:

Título original (inglés): The Wolves of Baskerville.

Idioma original: Inglés.

Autor original:notDeaDD.

Página de publicación: Archiveofourown.org.

Traducción realizada por R13.

Traducción autorizada por el autor.

Link del fanfiction en su idioma original: http://archiveofourown.org/works/5186981/chapters/11951588

Notas:

Los capítulos del fanfic serán publicados cada semana los martes, si no es que antes para terminar más rapido su publicación.

Era un día silencioso en la clínica. John Watson observaba la pantalla de su computadora, deseando que algún paciente apareciera. O quizás solo por algo que hacer. Sintió su mano retorcerse un poco y trató de ignorarlo. Por tres meses había trabajado en esta clínica. Tres meses llenos de la gripe, resfriados comunes, hipocondriacos y algunos padres y madres muy sobreprotectores.

 

Suspiró profundamente. Acostumbrarse a la vida de un médico civil no era tan fácil como pensaba que sería. No le gustaba admitirlo, pero extrañaba la acción. …l siempre había prosperado más trabajando bajo presión extrema. Esta clínica, sentía que podría estar matándolo lentamente desde el interior.

 

El teléfono sonó cuando estaba tomando un sorbo de su ya frio café. El identificador decía anónimo. Frunció el ceño y dejó su café.

 

“Hola, este es el doctor Watson hablando.” dijo cuándo levantó la bocina.

 

“Ah, hola, doctor Watson. Estaba esperando que pudiera hablar con usted directamente. Que afortunado soy.” La voz al otro lado no sonaba como si realmente se sintiera afortunado.

 

John ignoró el tono del hombre.

 

“¿En qué puedo ayudarlo hoy?” trató de sonreír cuando lo dijo, había leído en algún lugar que la gente podía sentirte sonreí, incluso a través de un teléfono.

 

“En realidad yo podría tener algo para ayudarlo a usted, buen doctor,” dijo la voz, hubo un pequeño sonido de papeles, “Parece que tiene un tiempo muy difícil pagando la renta de su apartamento. Tsk, tsk, doctor, ¿No es una vergüenza?”

 

John sintió sus mejillas enrojecer. Tenía rabia. ¡¿Cómo es que este hombre sabía sobre su estado financiero?!

 

Justo cuando quiso decir algo muy descortés al hombre al otro lado de su teléfono, el hombre habló otra vez.

 

“Está sorprendido  de cómo es que sé esto, seguramente. Eso no es importante. Por ahora, solo trate de entender que yo sé casi todo lo que se conoce de usted, John Watson. Y no piense que estoy mintiendo cuando digo, tengo una oferta que no podrá rechazar.”

 

John permaneció en silencio por un momento, tratando de pensar en algunos de sus amigos que quisiera jugarle una broma. No se le ocurrió ninguno. La mayoría de los amigos con los que tenía contacto ni siquiera sabían que ahora estaba viviendo en Londres.

 

“¿Y cuál es la oferta que “no puedo rechazar”?” dijo John molesto.

 

“No sé si está familiarizado con la villa de Baskerville.”

 

“No lo estoy.” John gruñó.

 

“Entonces sugiero que se familiarice con ella, como va a permanecer ahí por bastante tiempo. Aunque no estoy completamente seguro de que sea lo suyo, es, como ellos dicen, una pequeña ciudad pintoresca. Creo que los más emocionante que pasado ahí en los últimos diez años es que los perros pastores se pierdan durante un par de días.”

 

“¿Qué quiere decir con que permaneceré ahí? Ni siquiera le he dado mi respuesta aun.  ¡Y ni siquiera ha hecho una oferta adecuada todavía!”

 

“Me disculpo, doctor,” de nuevo, el hombre no sonaba como si en verdad lo hiciera, “Entonces haré ahora mi oferta. En las afueras de Baskerville hay una pequeña mansión. Es vieja, pero muy cómoda, se lo aseguro. En esa mansión se encuentra un omega herido, que necesita de un médico apropiado.”

 

Algo se sacudió dentro de John cuando escuchó la palabra ‘Omega’. Los omegas eran muy raros en estos días y altamente codiciados. El lobo alfa en él, se regocijó ante la oportunidad de conocer a uno en la vida real.

 

“Usted es el médico que tengo en mente. Usted tiene todas las habilidades.” El hombre pausó un momento sus palabras después de haberlas enfatizado. “Y usted ha probado que puede trabajar incluso bajo presión extrema. Por supuesto, será recompensado por su trabajo. Cuando haya terminado, que podría tomar un tiempo, usted nunca tendrá que volver a preocuparse en pagar el alquiler de nuevo.”

 

Le tomó un par de minutos a John pensar su respuesta.  Por supuesto que estaba tentado. Habría un omega ¡Un omega! Y por supuesto, habría dinero. Dinero que realmente podría usar.

 

Además. Tenía algo de aventurero en él. Finalmente se decidió a ir. El hombre parecía muy satisfecho consigo mismo cuando John le dio su respuesta.

 

“Claro, doctor, no tengo que decirle que cualquier omega puede ser precioso y delicado. Este Omega, en particular, es importante para mí. Si cualquier daño le es hecho, personalmente me aseguraré de que usted pueda olvidarse de su carrera o incluso su vida plena.”

 

Con esas palabras, el hombre al otro lado colgó el teléfono.

 

John se quedó enojado, confuso y muy curioso acerca de este herido omega del que se haría cargo. El hombre había dicho “él”, entonces era un omega hombre. Ese no era un hecho muy frecuente. John se preguntó si tal vez el hombre al teléfono era el compañero de unión del omega. Sin embargo, si ese era el caso, ¿No sería él quien debiera atender las heridas de su omega?

 

Dos días después de la llamada telefónica. John llegó a Baskerville. A su llegada, inmediatamente descubrió que la ciudad contaba aproximadamente con tres calles, una taberna y una pequeña iglesia. También contaba con siete cuartos de huéspedes y un grupo de turistas que venían a tomar fotos a los páramos en otoño.

 

John observó por la ventana del taxi en una triste queja. Este pueblo en efecto no era nada su estilo. El pub se veía prometedor sin embargo, una vez que llegara se instalaría en la mansión.

 

El taxi lo llevó un par de millas fuera de la ciudad a un camino de tierra directamente a través de los páramos. La tarde llegaba a su fin y la luz con niebla apareció por el este.

 

John no fue capaz de ver la mansión hasta que estuvo enfrente de ella. Frunció el ceño cuando la vio. En verdad era un edificio antiguo, aunque parecía que alguien estaba cuidando muy bien de él. La mansión tenía escalones y un porche, con cuatro grandes columnas de piedra que llegaban hasta el techo. Lucía como una mezcla de influencias clásicas y góticas, por lo que John podía ver.

 

Bajó todas sus cosas del taxi y descubrió que el taxi ya había sido pagado. El que estaba detrás de todo esto debía de poseer un montón de dinero y poder. Se puso más y más nervioso mientras caminaba hasta la enorme puerta de la mansión. Le tomó un  tiempo antes de que tuviera el suficiente valor como para tocar el timbre. Lo hizo sonar tres veces.

 

Una voz vino desde el interior. Era alta y casi definitivamente femenina. Su ceño se profundizó, ¿no se suponía que el omega iba a ser hombre?

 

La puerta fue abierta por una claramente beta mujer de mediana edad que tenía una cálida sonrisa en su rostro. Estaba vestida completamente de morado. Cuando vio a John, su sonrisa se tornó aún más amplia.

 

“¡Ah! ¡Debe de ser el médico que ellos enviaron!  Entre, entre. Hace mucho frio afuera, rápido, pase a dentro.”

 

John hizo lo que ella dijo y la mujer cerró la puerta detrás de él. Con un mismo movimiento tomó su chaqueta y dos de sus maletas. “Soy la Señora Hudson, soy la casera, no el ama de llaves, si te importa. Aunque la mayoría de las personas suelen asumir que lo soy.”

 

“John Watson.” John se presentó con una ligera sonrisa.

 

“Por supuesto, estaba esperando verlo. …l me llamó hace un par de días, así que tuve tiempo para arreglar algunas habitaciones extra. ¡Dijo que el dinero no sería problema! ¡Alquiló todo este lugar! Dijo que no quería a nadie más aquí, excepto usted y ese pobre, pobre omega.

 

La señora Hudson continuó hablando hasta que llegaron a la habitación de John. Ella le mostró donde estaba el baño y donde podía guardar sus cosas. Después de haberle dado un tour por la mansión, mostrándole la cocina y en donde lavaría su ropa (No soy tu ama de llaves, recuérdalo). Entre momentos John pudo oler el ligero aroma a omega, siempre proviniendo de las habitaciones cerradas.

 

Eventualmente tuvo suficiente de la conversación sin fin de la casera. Quería ver a su paciente, entonces podría empezar a hacer planes para su tratamiento, quizás conocerlo.

 

“El-eh, el omega señora Hudson, ¿Dónde está él?” le preguntó a la mujer.

 

Su expresión decayó un poco. “Oh ese pobre. Por la general se encierra en su cuarto todo el día. Ni siquiera sale para comer. Tengo que cocinarle su comida y ponerla en frente de su puerta. Le he dicho al Sr. Holmes: no soy el ama de llaves, no soy la cocinera. Pero, por supuesto que no podía negarme a ayudar a esa pobre cosa.”

 

“¿Dónde está su habitación?” preguntó el doctor.

 

“Arriba, todo el corredor izquierdo.  …l probablemente no te abra puerta, ni siquiera me abre la puerta a mí, pobre. Realmente espero que pueda ayudarlo, doctor Watson.”

 

John asintió con la cabeza. …l lo esperaba también. Si no iba ser por el omega entonces por él mismo. Este Sr. Holmes, el que había recurrido a él, no parecía ser una persona que bromeara.

 

John subió lentamente las escaleras. Con cada paso, el olor de omega se volvía más fuerte. Su lobo interior aullaba y lo rasguñaba por dentro. Tenía muchas ganas de conocer al omega, John reprimió a su lobo interior. No tenía idea de en qué estado se encontraba su paciente. Yendo completamente alfa, o completamente lobo, no sería la mejor de las opciones. Pero siempre podría hacer después un remedio para eso.

 

Sin embargo no podía detenerse de querer oler más de ese aroma omega. Era sutil, ligero almizclado y tenía un efecto muy, muy poderoso sobre él. Solamente una vez antes había olido un omega, una mujer, su olor había sido menos fuerte y más dulce.

 

John tragó cuando llegó a la puerta del pasillo izquierdo. Estaba cerrada, pero el olor del omega detrás de ella se filtraba debajo de ella, a través de las pequeñas grietas de madera, a través de la cerradura. Podía oler que el omega estaba muy asustado y enfermo.

 

Eso hizo a su lobo alfa interior aullar aún más. Quería cuidar del omega, atenderlo para que mejorara, protegerlo de todo peligro.

 

Tragó saliva. Entonces tocó a la puerta.

 

No hubo respuesta, por lo que llamó otra vez.

 

Aun sin respuesta.

 

El doctor tocó un poco más fuerte esta vez. Creyó escuchar un quejido suave proveniente de adentro de la habitación. Era como un arrastre y luego todo estuvo silencioso de nuevo.

 

“¿Hola?” preguntó suavemente. “¿Estás ahí?”

 

Otra vez, un gemido suave. “No te haré daño. Soy doctor. Mi nombre es John Watson, estoy aquí para ayudar.”

 

La respuesta fueron más arrastres. El olor del miedo se volvió más fuerte. John sintió una punzada de dolor al no ser capaz de ayudar al asustado omega.

 

“¿Tienes hambre?” intentó. “Puedo traerte comida.”

 

Aún no había respuesta pero si un olor más fuerte de miedo. ¡¿Cómo podía ayudar a su paciente, cuando ni siquiera podía verlo?! Estuvo casi a punto de derribar la puerta, cuando la señora Hudson llegó con una bandeja de comida. Ella le sonrió.

 

“Son sus favoritas, creo.” Dijo ella con un ligero fruncimiento. “Al menos, parece que se lo come todo.”

 

Le entregó la bandeja a John y bajó las escaleras de nuevo.

 

John dejó la bandeja frente a la puerta, esperando a que el omega estuviera tentado por olor de la comida. Se apoyó en la pared frente a la puerta, para que su olor no opacara demasiado la comida. Quizás el omega estaba asustado porque olía a alfa. Podían haber alfas que lastimasen a los omegas. Usualmente lo había.  John maldijo en voz baja. Esperó.

 

Después de lo que parecieron siglos, hubo un sonido de pies descalzos sobre el suelo. El pomo de la puerta giró muy lentamente. John sintió curiosidad. Se apoyó más a la pared en un esfuerzo por no correr hacia la puerta.

 

Primero, la puerta solo se abrió un poco. Pudo ver una parte de un rostro pálido, unos rizos oscuros y dos dedos largos y delgados. A pesar de que el omega lo había visto, abrió un poco más la puerta para tomar la comida. John frunció el ceño. El omega era piel y hueso y estaba casi completamente desnudo. Dos ojos penetrantes miraron preocupados a John, pero después de un momento decidieron concentrarse en su comida.

 

El omega torpemente tomó la bandeja a través de la puerta entreabierta. John dejó la pared y lento se acercó a la puerta. El omega inmediatamente se congeló por el miedo. John levantó sus manos en señal de que no le haría daño. El hombre detrás de la puerta, parecía no entender muy bien. Algo entre un gemido y un gruñido escapó de la boca del delgado.

 

“No, no.” Dijo John esperando a que su voz fuera tranquilizadora. “No quiero hacerte daño. Estás seguro. Seguro.” En verdad esperaba que si seguía repitiendo la palabra, el omega podría entenderla. Su alfa aulló y gimió por querer salir, para que pudiera oler al omega de cerca, hacerle un hogar y garantizar su seguridad entonces no tendría miedo nunca más.

 

Tal vez el omega se había dado cuenta, o había algo en el comportamiento de John que lo hacía sentir menos asustado. Fuera lo que fuese, John estaba agradecido por ello.

 

El omega comenzó a moverse lento y manteniéndose alejado de la puerta, mientras empujaba la bandeja sobre el suelo dentro del cuarto.

 

John fue aún más lentamente entrando a la habitación. Trató de hacerse lo más pequeño posible. Mientras caminaba hacía sonidos relajantes y trataba de tranquilizar al omega, intentando hacer que confiara más en él.

 

No era un trabajo fácil. En algún momento, podría hacer algún sonido penetrante el omega volvería a mirarlo lleno de miedo con esos ojos claros.

 

La habitación que le pertenecía al omega estaba completamente a oscuras. Todas las cortinas estaban cerradas, John podía escuchar el aullido del viento afuera. El cuarto igual era frio. Parecía que el omega no había encendido la calefacción o había olvidado cómo funcionaba.

 

Cuando el omega eventualmente confió lo suficiente en él como para moverse alrededor, lo primero que hizo fue encender la calefacción. El otro hombre era muy delgado, John sabía que debía tener mucho frio.

 

Una vez que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, fue capaz de examinar a su paciente a distancia. No estaba contento con lo que vio.

 

El omega tenía varias heridas y contusiones. Estaba demasiado delgado y muy, muy sucio. Ahora que John estaba más cerca de él, podía oler el olor agrio del sudor y las capas de suciedad. Este hombre necesitaba un baño, uno muy largo y bueno, probablemente con jabón antibacterial. Tal vez algo contra los piojos y las pulgas, pensó el doctor mientras miraba los rizos enmarañados del omega.


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