-Al fin.- un suspiro de alivio salía de los labios del de cabellos de flama quien apenas regresaba a su oficina después de una ajetreada junta.
Estiró su cuerpo y se sentó sobre aquella silla reclinable que tenía, lo primero que llegó a su mente fue la imagen de su pequeño hermano.
Sacó su móvil del bolsillo del pantalón, al haber estado en la junta lo tuvo en silencio, por lo que revisaría que no le haya llegado algo urgente.
Tenía varios mensajes de su asistente, nada fuera de lo ordinario, pero había un mensaje que se había tardado en llegar. Al ver el número lo abrió de inmediato.
Sonrió de lado al leerlo, un simple mensaje de ese tipo había logrado sacarle una sonrisa.
Miró el reloj del escritorio, ni siquiera pensaba en que en otra hora tenía una junta con otros inversionistas. Tomó rápidamente lo necesario para salir de ahí, ni se inmutó en lo fuerte que azotó la puerta de su oficina y se dirigió al ascensor.
Se miró por el espejo que adornaba esas cuatro paredes metálicas mientras bajaba. Sentía ansiedad, una tremenda.
Al bajar, muchos lo miraban salir con algo de preocupación. Después de todo, estaban consientes de que habría una junta con otros inversionistas.
En cuanto llegó al auto, arrancó rápidamente, vería a su hermano, no solo eso. También vería a aquel con quien sentía comodidad al hablar.
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-"Al menos no fue perdida de tiempo haber ido a ese lugar" - aquel hombre de cicatriz en el rostro había tenido una larga conversación con Kakaroto. Importante a su parecer.
Tomó su teléfono y marcó, colocándolo a la altura de su oreja, esperando una voz al otro lado de la línea.
-#¿Bueno?#
-Bulma, conseguí información. No te la daré por teléfono, lo mejor será encontrarnos.
-#De acuerdo, ven mañana a mi oficina. Hoy estoy muy ocupada.#
-Como ordenes.
Se cortó la llamada. El hombre daba gracias a la amabilidad de aquel de cabellos alborotados. Le facilitó las cosas.
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Se sentía extraño. Sentado en las gradas mirando al joven que hacía algunos estiramientos antes de comenzar la competencia. No era muy cómodo estar en el lugar donde debería estar su hermano, bueno, al menos ya le había avisado que estaba ahí.
Aún así no podía dejar de ver el reloj, es decir, sabía que su hermano era capaz de atender la repostería, pero igual se preocupaba ya que nunca lo había dejado sólo.
Dejó salir un suspiro de sus labios. Aquel profesor que lo ayudó a entrar se acercaba a él. Le regalaba una cálida sonrisa hasta colocarse a su lado.
-Veo a Tarble más animado, debe ser por su presencia.
-¿Usted cree eso? "Ni siquiera nos conocemos. Sólo es un cliente. Apenas y conozco a su hermano de hace unos días"
-Creo que sus ánimos estaban abajo porque su hermano no pudo venir. ¿Usted es amigo de él?
-Ahh...algo así, supongo que si. Me pidió el favor de traerle algo de comer, aunque en realidad no era comida si no un postre.
-Cuando me dijo en la entrada que su hermano lo había mandado, me alegré. Tarble se había negado a probar bocado alguno aquí. Los ejercicios son desgastantes y aunque haya tomado el desayuno, pudo haber sufrido una baja de azúcar. Han sido un deporte tras otro por lo que el haber comido algo dulce antes de ésta competencia me parece bien.
-Ya veo. "Vegeta estaba preocupado por eso también. Se le notaba en la voz cuando dijo que posiblemente su hermano no comería nada."
Por su parte, el joven pelinegro se estiraba más por una extraña ansiedad que crecía en su interior. De pronto se notaba nervioso por la mirada de Raditz que no dejaba de fulminarlo. No lo veía con malas intenciones. Sólo no quería perderse detalle, ya que no sería educado de su parte no poner atención cuando decidió quedarse a ver.
De pronto sintió el vibrar de su teléfono en el bolsillo, pensó que era su hermano queriendo reclamar su tardanza. Al ver el número, sonrió.
-¿Bueno?- su voz trataba de ser seria, pero tenía un toque ligero de alegría en ella.
-#¿Dónde estás? ¿Ya empezó la competencia?#
-En una pista, creo que es detrás de la escuela, no sé bien. Yo vine siguiendo a los demás. ¿Ya estás aquí?
-#Acabo de llegar. Estaré ahí en un par de minutos.#
El de melena larga pensaba responder pero se escuchaba que habían colgado. Dio un suspiro, y continuó mirando al joven que al parecer ya se preparaba para correr junto a un compañero. Los demás tambien se ponían en sus lugares.
Pensaba que junto a sus compañeros, Tarble se veía realmente pequeño.
La carrera parecía que iba a empezar, se escuchó un silbato y los competidores comenzaron a correr.
El joven junto a su compañero corrían lo más que podían, sintiendo ese calor invadir sus piernas.
Raditz estaba tan concentrado mirando a Tarble que no se percató de la presencia de Vegeta hasta que éste posó su mano en el hombro.
-Te encontré.- se veía agitado, aún con ese ceño fruncido.
-Vegeta, siéntate.- se jaló para darle espacio a su lado. Ambos se miraban, se reían porque en realidad no esperaban verse en esa situación. - Supongo que estando tú aquí, yo debo retirarme. Dejé a mi hermano sólo.
-Espera, no tienes que irte. Por lo menos hasta que termine la carrera. - insistía, cosa rara en él. Ni siquiera se percató de que miraba mucho al de melena larga en vez de estar observando a su hermano quien continuaba corriendo.
-Esta bien. Aunque ¿No estabas ocupado en una junta o algo así?
-Hum, no recibo ordenes. Me salí de ahí. Ya sabrán arreglárselas. Además, podré tomarle una foto a Tarble si pierde. - Vegeta tenía entre sus manos una cámara digital, preparada para cualquier momento.
Ellos dos continuaban hablando, con esa aura de alegría de la cual no se percataban que tenían.
Por su parte, Tarble y su compañero ya iban adelantados, posiblemente llegarían en segundo lugar pero no importaba. Volteó un momento a las gradas, viendo aquello. Como su hermano y aquel mesero hablaban tan amenamente, notaba la sonrisa que su hermano le daba, una sincera.
De pronto Vegeta volteó a verlo también y en ese momento toda concentración se fue, provocando que chocara con su compañero y cayeran ambos al suelo.
Tanto Vegeta como Raditz se sorprendieron al ver que el menor caía en la pista, pero el de cabellera ese flama no perdió el tiempo y rápidamente tomó una foto. Viéndose ahora ganador de la pequeña apuesta con su hermano.
-¿Estará bien? - la voz llamó la atención de esos dos. Raditz había olvidado que junto a él tambien se encontraba el maestro de Tarble.
-No se preocupe, se encuentra bien. De no ser así no estaría haciendo ese puchero.- Vegeta sonreía con malicia, su hermano sabía que ya había perdido.
Tarble suspiraba mientras miraba su rodilla, se había raspado un poco. Se sintió algo avergonzado al notar como el de melena larga reía un poco junto a su hermano. Frunció el ceño y se fue a los vestidores.
-¿Porqué se reían de mi?- abría el casillero sacando su uniforme. Antes de ponérselo pensó en que debía tomar aunque sea una ducha rápida.
Se quitó la ropa y tomó una toalla que estaba en su casillero. Rápidamente se dirigió a las duchas. Le ardía un poco el raspón de su rodilla, pero no era nada relevante. Ya se le pasaría.
El agua caía sobre su cuerpo esbelto, relajándolo y haciendo que se olvidase de la vergüenza que hasta hace unos instantes lo invadía.
Ahora sólo comenzaba a formularse preguntas.
¿Hace cuánto tiempo que no veía a su hermano sonreír así? Ni siquiera sabía que podía mostrar ese lado suyo frente a las personas. No es que no le agradara la idea de ver alegre a su hermano pero, sentía un ardor intenso en la boca del estomago al momento de pensar que esa alegría era proporcionada por ese hombre. No uno cualquiera, si no aquel que de algún modo le causaba cierto interés. Sí, sabía que de alguna forma el tipo le interesaba. No es que no lo hubiese sospechado antes. Es decir, ha ido al mismo establecimiento todo éste tiempo para comer aquellos postres y disfrutar un poco de la compañía de ese sujeto que al parecer, se encontraba familiarizándose con su hermano mayor.
En todo el tiempo que él fue a la repostería no cruzaron más de cuatro palabras. Le frustraba. Pero ¿Qué tipo de interés tenía cómo para enojarse?
Dejó salir el aire de sus pulmones en un suspiro pesado. Termino de ducharse y fue a vestirse, pensando aún.
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-Ahora mismo traigo su orden.
Esa vestimenta blanca era paseada de las mesas atendiendo a los clientes, a la cocina para preparar los pedidos. Era extraño, pero había bastante clientela.
El joven se sentía en apuros. ¿Cuándo regresaría su hermano? No había tiempo ni siquiera de marcarle. Se apresura a colocar los pedidos en las bandejas y preparar las bebidas para llevárselas a los clientes a las mesas.
Sonreía más por nerviosismo. Las jovencitas se le quedaban viendo extraño, pero no le tomó importancia. Continuó así, atendiendo cliente tras cliente. Esperando que su hermano regresase pronto.
-Me debes un banquete por esto, Raditz.
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-¿Estás seguro?- Vegeta miraba con seriedad al joven de melena larga. Acababa de llegar y esperaba que pudiesen charlar más. Pero Raditz no podía quedarse más tiempo, de por sí regresar iba a ser tardado.
-Te lo dije. Dejé a mi hermano sólo. Sé que sabe arreglárselas pero siento que me cobrará caro haberlo abandonado sin más.
Ambos estaban en los pasillos cerca de la salida de la institución. El tutor de Tarble había ido a buscar al joven, a petición de Vegeta.
-Bien. Lo menos que puedo hacer es pagarte el favor que me hiciste. Déjame llevarte. No será ningún problema.
-No creo que sea buena idea. Mejor deberías regresar a esa junta. ¿No era importante?
-Puedo ir después de asegurarme que llegaste a aquel lugar. Si no aceptas, entonces me iré a plantar en ese establecimiento y no iré a mi junta.
Una ligera sonrisa se asomó en el rostro del más alto. Dejó salir un suspiro de sus delgados labios.
-Bien. Acepto, pero ve directo a tú trabajo después. ¿Si?
Vegeta sonrió triunfante. Quería decir algo más pero escuchó unos pasos aproximándose.
Tarble caminaba junto a su tutor. Por su parte Gohan lo felicitaba por el desempeño que demostró en las actividades. Si bien aún quedaban un par de competencias, pensaba que lo mejor era que se retirara con su hermano.
-¿Qué sucede Tarble? ¿Acaso no dijiste que no tropezarías?- hablaba con malicia. En definitiva le encantaba poder molestar a su hermano. Ahora pensaría en que pedirle por haber ganado la apuesta.
-Eso fue porque....ahh....la tierra tembló. - hablaba bajo, con pena. Rápidamente escuchó la risa de su hermano ante su comentario. Pero no diría que se tropezó al verlo platicando tan alegremente con aquel hombre corpulento.
-No seré tan cruel contigo. Dejaré de burlarme sólo por que dejé el trabajo para venir y verte.
Ante esas palabras el joven se percató que era verdad. Se suponía que su hermano estaría ocupado. De algún modo se sintió feliz por eso, su hermano lo había visto; tropezar, pero al menos lo había ido a ver.
Una sonrisa se dibujaba en su cara, una que llamó la atención del más alto. Se veía tierno a su parecer.
-Le agradezco haber acompañado a Tarble durante éste tiempo.- el de cabellera de flama se dirigía al tutor del joven. El cual, ante esas palabras, sintió un regocijo.
-No hay problema. Tuvo un buen desempeño. Me alegra que haya pasado buenos momentos durante las actividades.
Cruzaron un par de palabras más y comenzaron a retirarse. Raditz los seguía con algo de pena. Al llegar al auto, el menor iba a abrir la puerta delantera, pero su hermano lo detuvo.
-Ve atrás Tarble. Así podrás recostarte. - quería renegar, pero sólo frunció los labios y obedeció a su hermano. Viendo como le ofrecía el asiento del copiloto al más alto.
Se escuchó como el motor era encendido. No quería acostarse, por lo que se puso en medio de los asientos.
-Por cierto, Raditz. Dime cuanto fue de los postres para que pase a pagarlos de una vez. - no perdía de vista el camino mientras conducía, su concentración no se veía afectada.
-No es necesario. Ya me estás ahorrando el pasaje de regreso así que eso es suficiente.
-Insisto, después de todo te molesté con ese favor.
-En realidad, no fue molestia. - sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. - Me divertí viendo a ese pequeño caer.
Tarble, al escuchar esas palabras no pudo evitar ponerse rojo. Ahora mismo el de melena larga lo había visto por el rabillo del ojo.
-No me caí, ya dije que la tierra tembló. - su cara seguía encendida. No podía esconder su vergüenza am escuchar la risa de aquel hombre.
-Tal vez los deportes de tierra no son lo tuyo. Pero el agua te favorece. Me pareció fantástico ver como ganaste ahí.
Justo ahora, pudo sentir como el latir de su corazón se aceleraba. De nuevo por un halago. Su sonrojo lo podía sentir hasta las orejas. Ahora sí se recostó, tratando de esconder su rostro en el asiento.
-Él siempre ha sido bueno en natación. Todas las mañanas va a entrenar. - ahora su hermano tambien lo halagaba. ¿En qué momento la conversación empezó a involucrarlo a él?
-Es admirable que alguien se empeñe de esa forma por algo que le sale bien.
-Deberías ver cuantas medallas tiene. Ya vienen las competencias regionales y sé que calificará.
-Espero tenga mucha suerte. Yo no soy bueno para esas cosas. Prefiero las peleas.
-Pienso lo mismo. Aunque no está de más hacer un poco de todo.
De pronto el silencio reinó en el auto, no es que fuese incomodo. Al menos, para el menor era mejor así, su sonrojo ya se había desvanecido y volvió a tomar asiento correctamente.
Miraba de reojo a Raditz, quien se perdía viendo el camino por la ventana.
Pensaba todavía en el interés que tenía en él. Cerraba sus ojos tratando de descifrar bien las cosas. Comenzaba a sentirse confundido. Debía meditar.
Sintió como el auto se detenía. Ya habían llegado a la repostería. El mayor se desabrochaba el cinturón de seguridad.
-Espero verte pronto. Quisiera charlar un poco contigo. - Vegeta hablaba sin quitar esa mirada neutra de su rostro.
-Lo mismo digo. - bajó del auto, asomándose antes a ver al joven y regalándole una sonrisa.- Lo hiciste bien, Tarble.
Con eso se retiró. Dejando asombrado al joven. Sólo escuchar su nombre con aquella voz ronca lo estremecía. Tragó saliva pero parecía que tuviese un nudo en la garganta.
Su hermano arrancó de nuevo y fue perdiendo la vista de aquella melena larga.
-¿Quieres pasar a comer o prefieres esperar en mi oficina hasta que salga de la otra junta que tengo?
-¿Eh? Ahh...esta bien ir a tu oficina. Después podemos salir a comer.
-Bien. Cambiando de tema. Dime ¿Te molestó el hecho de que le pidiera a Raditz irte a dejar algo? No has hecho muchas expresiones y estas muy callado.
-No es eso.- aun con el ardor de la rodilla, se movió para irse al asiento del frente sin salir del auto. Sentándose ahora en donde había estado el más alto hasta hace unos instantes. - es sólo que me sorprendió verte reír tanto.
Vegeta arqueó una ceja. ¿Reír tanto? Al parecer no se había dado cuenta de que realmente soltaba carcajadas junto a ese mesero. Carraspeó la garganta antes de hablar.
-Como sea. Lo importante aquí es que gané tu pequeña apuesta. ¿Qué cosa puedo pedirte?
Al escuchar eso, se entristeció. Estaba seguro de que podría ganar y tener a su hermano durante sus vacaciones pero al parecer ahora esi era imposible. Vegeta notó el cambio de humor de su hermano. Miró el camino durante un rato y dejó salir el aire de sus pulmones.
-Bueno, tengo todas las vacaciones para hacerte sufrir. No te despegaras de mi presencia ni un segundo.
Eso sorprendió al menor. ¿Estaba insinuando que si pasaría las vacaciones con él? De inmediato su mirada irradiaba felicidad.
-Mientras no tenga que tratarte como de la realeza.
-Ese gusto no podrás quitármelo. Incluso tendrás que decirme príncipe.
El humor había regresado en ambos. Haciendo que se olvidaran de los problemas pequeños que tenían.
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-Cálmate, ya dije que no era mi intención dejarte sólo tanto tiempo. Además ¿Cómo iba a saber que vendrían varios clientes?
Se encontraban ambos en la cocina del local. Ya se había calmado la llegada de clientes por lo que podían charlar.
-No te lo perdonaré tan fácil, Raditz.- Kakaroto hacía un puchero mientras fruncía el ceño. Estaba cansado. Había sido mucho trabajo para él sólo.
-¿Qué quieres que haga para recompensarlo?
-Carne.
-¿Perdón?
-Quiero mucha carne. Tienes que prepararme un festín.
-Estás loco. - el mayor pasó a su lado y se dispuso a preparar algo de té negro para él. - Ya sabes que la carne es cara. Ya comimos éste mes y con eso deberías conformarte.
-No es justo. Entonces no te perdonaré nada.
-No seas infantil.- servía el té en una taza. Bebiendo de a poco mientras veía a su hermano con los brazos cruzados. Chasqueó la lengua y desvío la mirada. - De acuerdo, sólo por ésta vez. Pero tendrás que esperar a mañana que hay oferta.
-¿En serio?- en realidad ya de había resignado a la idea, pero si su hermano iba a complacerlo entonces no se negaría.
-Si, pero ya deja de actuar como un niño. ¿Entendiste?
El más joven sólo asintió. Estaba de mejor humor.
El mayor se fue a atender, había escuchado la campanilla. Le sonreía con amabilidad a una mujer que entraba con su hija. Sin embargo, no podía dejar de pensar en aquellos dos pelinegros con los que estuvo.
-"Son realmente parecidos."