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Mi superhéroe poco ortodoxo por Yoshita

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Notas del capitulo:

Regresando de mi muerte, actualizo este fic que no tengo ganas de abandonar, sobretodo porque encontré inspiración para el cambio del LawSan al ZoSan. Espero no me odien por tardar casi un año en actualizar.

 

Gracias por leer y esperar tanto.

-Chicos, él es Cavendish- presentó Sabo- es compañero de clase. 
Habían tenido un espacio libre luego de las 9, así que habían ido a ver a Zoro y luego, al restaurante de Sanji. El rubio cocinero no se había enterado de nada referente al chico (Zoro le había hecho prometer a Nami que no le diría nada cuando lo tuvieron en su casa, Nami convenció a Sanji de que era la casa de un maestro en quien ella confiaba). No obstante, Sanji sentía que todos se preocupaban por algo, Nami estaba distraída, Law estaba muy al pendiente de asuntos en el hospital y el resto no dejaban de hablar de un tal "Zoro". Pero cuando él preguntaba, Nami intervenía. 
Pero ahora no estaba Nami. 
-¿De quién hablan?- dijo mientras ponía los platos sobre la mesa. 
-De él- Luffy señaló al muchacho que andaba rodeado de varias muchachas, tenía una rosa en los labios. 
-No, no... Antes, cuando hablaban del hospital, mencionaron a alguien. 
-A Law- intervino Killer- Law trabaja en el hospital. 
-Si, lo se, pero...
-Pero mira nada mas la hora, oye rubio, apura el almuerzo- exigió Killer, los demás intentaban comprender lo sucedido. 
Sanji entrecerró los ojos y refunfuñó, pero volvió a la cocina por los almuerzos. 
-No le digan a Sanji absolutamente nada sobre Zoro- habló a los de la mesa. 
-¿Por qué?
-Solo no lo hagan. 
-Gracias, Killer-kun, gracias- musitó Nami a su espalda. 
-Ni lo menciones, Zoro ya me dijo todo, es un cobarde, ¿no?
-Si, pero supongo que sabe lo que hace... 
-¿Cómo está?
-Mucho mejor ahora que Law ha logrado mover unas cuantas influencias... Además- comenzó a susurrar- el maestro Crocodile está cuidando de nosotros. 
-¿Crocodile? ¿El entrenador de fútbol? ¿Qué hace ese hombre acaso?
-Dice que Garp lo mandó. 
-¿Garp, el anciano? Espero que a ese viejo no le esté afectando la edad ya. 
-No sabemos bien lo que planea. 
Sanji se acercó con los platos y los dejó en cada uno de los puestos. 
-Provecho, chicos. 


Ese fin de semana, Kid y Bartolomeo planeaban terminar de hacer la mudanza a casa de Killer, no tenían nada mas importante y el departamento que compartían ya lo habían entregado. Al rubio no le molestó que los chicos fuesen a vivir con él por lo que su departamento tenía suficientes habitaciones, es mas, hasta le agradaba un poco la idea de no estar todo el tiempo solo. 
-Son unos bastardos- murmuró el rubio tirado en el suelo- la próxima vez llamaremos al resto para que ayuden con la mudanza. 
-Eso solo demuestra que estás en poca forma- se burló el pelirrojo. 
-Por no ir a las luchas- secundó Bartolomeo- por andar de distraído con el chico rubio. 
-Bien que no soy el único que tiene a un rubio por quien babea- hizo alusión al creciente apego de Bartolomeo por el amigo de Kid. 
-Ya lo creo- se burló Eustass- veo que no pudiste evitar caer en los estúpidos encantos de Cavendish. 
-¡Nada de eso pasa! Beh, ese rubio me irrita. 
-Pero le debe irritar es su entrepierna de tanto tocarse pensando en él- le susurró a Killer lo suficientemente alto para que el famoso caníbal lo escuchara. 
-¡Eres un malnacido, Eustass!
El pelirrojo le hizo una mueca de burla y le levantó el dedo corazón. 
-Lo se, es sensacional.  


Law dejó la tabla en la mesita. 
-Parece que ya no hay mas peligro- murmuró- señor Roronoa...
-Soy Dracule. 
-Lo siento, lo olvidé- se recriminó mentalmente- es la costumbre. Señor Dracule, Zoro está ya fuera de peligro. Si continúa en ese estado, es posible que en unos cuantos días pueda salir de aquí. 
-A este mocoso estúpido le va a alegrar oír eso- añadió- gracias Trafalgar. 
-No hay de qué. Ahora, si me disculpa, debo retornar a clase- el moreno salió por la puerta de la habitación sin dejar que Mihawk le agradeciera propiamente. 
-¿Cómo va nuestro idiota?- preguntó Nami entrando por la puerta seguida por el enorme entrenador del equipo de Fútbol de la universidad. 
-Todo indica que vivirá para seguir atormentándonos. 
La chica se carcajeó suave y miró con un deje de ternura al espadachín moribundo. 
-Es raro- murmuró- apenas y conozco a Zoro hace unas semanas- tomó asiento a un lado de la camilla. El moreno aun dormitaba- pero siento que me hace falta. Lo extraño. 
-¿No te habrás...?- Dracule dejó la pregunta en el aire. 
-Oh, no, no, no me enamoraría de Zoro ni por dinero- sacudió las manos enfáticamente- solo digo que se ha convertido en una parte importante de mi día a día. Un amigo. 
-Afortunadamente- Mihawk se dejó caer en una de las sillas plásticas de la habitación. 
-Cobarde- oyó. 
-¿Disculpe?- el espadachín de los ojos de halcón respondió, algo ofendido, al comentario fuera de lugar del entrenador. 
-Cobarde- repitió- no quieres ni olvidar ni perdonar. Y, por lo que noto, mucho menos afrontar los hechos- dio una calada al puro que sostenía en los labios.
-¿De qué está hablando?- apretó los puños. Nami hizo como que la cosa no era con ella y se recostó sobre sus brazos cruzados, esperando caer dormida apoyada en la camilla de Zoro. 
-Yo estuve ahí- dijo despreocupado- o mas o menos... Yo comandaba ese escuadrón- rió de manera profunda, como si se acordara de un buen chiste de antaño- era mi deber deshacerme de esa familia y de sus estúpidos protectores... Pero qué digo, si ahora soy un estúpido. 
-¿Quería explicarse, por favor?- Mihawk tenía la piel crispada, no se le antojaba agradable lo que decía ese sujeto. 
-¡Los rubios esos, hombre!- exclamó- los de mejillas rosáceas y rostros perfectos. Los de cabello como oro. ¡Ah, no puede ser!- dio una calada mas larga al cigarro- yo maté a los padres verdaderos del chico rubio del teatro, Cavendish. 
Lo único que rompió el silencio fue la puerta cerrar después de la salida de Dracule. 


Sanji no había perdido oportunidad de averiguar sobre el misterio que ocultaban sus compañeros. Estaban sumamente cuidadosos con lo que refería al hospital y sabía que no era precisamente por su novio. Había algo mas que no le querían decir y no sabía el por qué. 
Dio una calada nueva a su cigarrillo y se recostó contra un muro del edificio. Esperar al moreno a veces resultaba aburrido. Miró a la puerta y lo vio salir, embebido en algunos papeles que sostenía, quizá el diagnóstico de un paciente. 
-Law- murmuró. El médico se sobresaltó, no esperaba verlo y no tenía un plan para no mencionar a Roronoa. 
-Sanji, ¿pero qué haces aquí? Te dije que...
-Dejar el campus es peligroso y blah, blah, blah. Solo porque unos matones me han estado persiguiendo no quiere decir que vayan a secuestrarme o algo por el estilo. 
Law rodó los ojos, su novio era un idiota. 
-Si te secuestran, no voy a ir por ti. 
-Bien que me extrañarías- se le acercó y lo besó rápidamente- ¿qué tanto miras?
No sabía realmente la razón de por qué Roronoa no deseaba que el rubio se enterara de él, pero respetó su deseo. 
-Es un paciente nuevo- mintió- llegó con varias heridas en el cuerpo hechas por armas corto-punzantes. Tuve que poner varias suturas y puntos, eran realmente impresionantes sus heridas- eso no era mentira, el idiota de Zoro se había convertido casi en uno de esos grabados antiguos con muchos trazos en relieve. Pero lo que mas lo sorprendía era la ridícula capacidad que tenía para curarse. Y claro, para meterse en problemas. -es duro como una roca- se burló- pero me sorprende su aguante. 
-¿Es algún tipo de guerrero?- comentó en broma, pero Law se tensó- oye, no es...
-No lo sé. 
-¿Qué cosa?
-No se si sea un guerrero o no- mintió- solo llegó moribundo y me lo dieron a mi. 
-No te presiones- le tomó la mano y siguió caminando- no era mi intención molestarte. 
-No...- suspiró y cerró los ojos, por un momento pensó en decirle la verdad, pero Nami y Zoro le habían casi que suplicado no mencionarle a Sanji absolutamente nada acerca del espadachín- tienes razón, solo debo calmarme y liberar las presiones. 
-Entonces te invito a cenar. Yo cocino. 
-Puedes quedarte esta noche- murmuró el moreno- los chicos decidieron salir toda la noche. 
-Entonces pasemos por una tienda, sé que en tu casa nunca hay comida decente. 
-Me conoces bien. 
Sanji guardó silencio el resto del trayecto. Law le había mentido y lo sabía, pero debía haber una buena razón y esperaba que, cuando el momento llegase, el moreno le dijera toda la verdad. 


Cavendish se recuperaba de uno de los nuevos ataques que había tenido al volver a tomar a Durandal y había llamado a Hakuba. Estaba de nuevo al borde del desespero y también estaba el hecho de que Bartolomeo seguía apareciendo repentinas veces en sus pensamientos cotidianos y eso no podía ser, él no podía dejarse llevar por un salvaje. 
-No puedo controlarlo...- murmuró y no supo si se refería a su propio ser, Hakuba, o a los sentimientos extraños que habían comenzado a nacer por el caníbal. 
Dejó la espada en el suelo y se desnudó, era mucho mas cómodo de esa manera y le permitía pensar con mas claridad. 
Kid le había dicho que iban tras su hermano también, pero a este nadie lo protegía, aparte de su amigo pelirrojo, y no es que Kid fuera muy paciente como para andar de niñero de un adolescente. Aunque su hermano estaba relativamente bien protegido (dado que tenía a uno de los chicos protectores cerca), no podía confiarse solo de eso porque el afamado superhéroe estaría ocupado con su propio protegido como para cuidar de él. 
Pero el mismo Cavendish no podía cuidarlo. 
-Qué dilema...- murmuró. 
El timbre de su teléfono lo sobresaltó. Era un mensaje. 
"Luchas. 7 pm. Paso por ti. Luego un trago. 
B. "
Suspiró. Era claro que Bartolomeo no iba a andarse con rodeos y si el chico deseaba estar con él, no iba a negarse. 
-Pero si debo hacerme desear- sonrió. Las cosas no le serían fáciles al caníbal. 
Su teléfono sonó de nuevo, pero era una llamada. 
-¿Qué quieres, Kid?
-Esa no es la manera de contestar, Cavendish, lo sabes. 
Suspiró. 
-Lo se. ¿Qué pasa?
-El hospital. Estoy abajo. Te espero. 
Colgó. 
Kid estaba algo misterioso con lo que acababa de decir. Pero no pudo evitarlo, tomó su abrigo y salió luego de ponerse los zapatos. Como el pelirrojo había dicho, estaba a la entrada del edificio. 
-¿Qué pasa?
-¿Recuerdas que dijiste que el hombre que los había separado era un malnacido hijo de puta?
-A mi hermano y a mi, si- apretó los puños. 
-Pues ese malnacido hijo de puta anda cuidando de los amigos de Law. 
-¡¿Dónde está?! ¡Dime!
-Calmado Cavendish- murmuró y soltó el agarre que el rubio tenía en el cuello de su camisa- Crocodile parece que ha renunciado. 
-¡Eso es mentira! ¡Una calaña no deja de serlo!
-Vamos allá. 


Ace no lograba comprender el momento en que había llegado al hospital. Se sentía tan atraído a Zoro que solo pensarlo lo hacía ir hasta donde el espadachín se encontraba por mas que intentara hacerse el vago por ahí. 
Evadió la seguridad y entró a la habitación donde, antes había asegurado, estaba Zoro. 
-Ace- murmuró Nami al ver al moreno. 
-¿Cómo se encuentra?- se sentó en el suelo. 
-Seguro, si es lo que te preocupa. 
-Entrenador- dijo con sorpresa mirando a su espalda- ¿qué hace usted aquí?
-El viejo Garp me mandó a cuidar de ellos. 
-¿El abuelo?
-Ah, es cierto, tu eres su nieto... Y los otros dos chicos también- soltó una risa amarga- vaya que ha pasado el tiempo. 
-¿Por qué conoces al abuelo? ¿Por qué estás cuidando de ellos?
-Es una historia divertida- soltó una carcajada- no creo que quieran escucharla- añadió con amargura. 
-Yo quiero- murmuró el rubio entrando por la puerta de golpe- y por tu bien, que sea la verdad- no había golpeado al entrenador gracias a Kid, si no hubiese sido por el pelirrojo, de seguro que Crocodile estaría ocupando la camilla contigua a Zoro. 
-Son tan ruidosos...
-¡Zoro!
-Así que vives, espadachín. 
-No quiero oírte, pelirrojo. 
-No los quiero oír- zanjó Cavendish- este malnacido estaba por abrir la boca. 
-No, no, Cavendish, no es como debe hablar un príncipe. 
El rubio apretó los dientes. 
-Si tanto insisten, les contaré. 
Zoro se incorporó, sentándose en la camilla y Ace se sentó a los pies del chico. Kid se recostó en la pared adyacente a la camilla y Cavendish tomó asiento en el sofá de la habitación. 
Crocodile tomó aire. 
-Conocí a Doflamingo cuando estaba joven. Él era mi compañero de habitación cuando estuve en un internado unos años antes de comenzar la universidad. Era un excéntrico- rió- no había alguien mas extraño que él y eso me parecía interesante. Pero nuestras historias de jóvenes no les incumbe a ustedes, mocosos. 
<<Trabajé con él desde que comenzó a buscar venganza por su familia y no lo hice porque me pagara o amenazara, Doflamingo y yo teníamos una relación lo suficientemente cercana como para que yo le ayudara sin cuestionar y él hiciera lo mismo conmigo. 
Dio un suspiro amargo antes de continuar. 
-Doflamingo y no nos casamos poco tiempo después de haber salido del internado. Para cuando entramos en la universidad ya estábamos viviendo juntos y fue cuando comenzó a confesarme sus planes de venganza. No comprendía sus motivos, pero era mi esposo y para ese tiempo, yo lo amaba demasiado. Y eso me nubló. 
< < De contrabando consiguió la fuente de mis poderes: una fruta del demonio. Hizo que la comiera y por eso tengo la habilidad que tengo. Me entrenó, enseñó y nombró líder de todos sus ataques. Yo estaba extasiado. El sentimiento de poder y superioridad era algo que no había conocido y realmente me gustaba tenerlo. Me sentía invencible. 
< < < <<

-¿Yo?- Zoro respondió confundido ante el dedo que lo señalaba. 
-No, tu no imbécil, tu tío, Dracule Mihawk. Por todo lo que sucedió con Dracule, Akagami...
-Espera, ¿dices saber lo que pasó entre mi tío y el pelirrojo? 
-¿Tu no?
Zoro negó con la cabeza. 
-¿Ninguno de ustedes sabe?
Negaron. 
-Vaya, vaya, entonces son así de cobardes- rió- lo siento- habló con un tono que dejó ver que no era lo que sentía- no les contaré de esos dos, no es mi deber hacerlo y tampoco me siento bien, es como si me inmiscuyera en algo que no me concierne. Akagami les dirá, si no Dracule, pero esta es mi historia, no la suya, no les diré. Ahora continuaré. 
<<

-El padre de Sanji- murmuró Nami bajito, solo Cavendish pudo haberla escuchado. 
-Akaashi Zeff había sido asignado al palacio debido a los inconvenientes que habían tenido con Akagami respecto a Dracule. Doflamingo lo sabía. Él no era de dejar cabos sueltos. Akaashi estaba ahí para matarme. Y tan pronto entré, comenzó nuestra batalla. Fue dura realmente, fui yo quien le quitó su pierna y fue él quien me hizo la cicatriz del rostro... Además de casi llevarse mi mano. En un momento donde flaquearon mis fuerzas, Akaashi escapó con tres niños: Leon, Cavendish y Eustass. 
-No recuerdo realmente ese suceso- murmuró el pelirrojo- yo sabía que siempre había estado junto a Cavendish, pero no recordaba haber huido de esa manera. 
-Solo ignóralo. 
< -No creas que te perdonaré, bastardo. 
-No quiero tu perdón, Cavendish- y cerró la puerta de la habitación dejando un silencio sepulcral. 


Zoro había sido dado de alta cuatro días atrás, lo que lo hacía rabiar de tanto apunte y clase que había perdido. Debía entregar demasiados trabajos e informes y no sabía por dónde empezar. Nami se había ofrecido a ayudarle sin pedirle nada a cambio. 
-Es un pago por todas tus heridas- se cruzó de brazos- no volverá a pasar, así que aprovecha la oportunidad. 
El espadachín había aceptado y pasaron varias tardes y noches juntos en casa del moreno terminando todas las cosas que Roronoa había perdido debido a su horrorosa herida.
-Hemos terminado- murmuró cuando ya salía el sol. 
-Gracias Nami. 
-Ni lo menciones, idiota. 
Guardaron todas las cosas de Zoro en su mochila y salieron camino a la universidad, no sin antes haber comido el desayuno que Dracule les había dejado. Mihawk había partido en la mañana a algún lugar y había dejado solo una nota diciendo que tardaba, a lo sumo, una semana. 
-No se dónde andará- le dijo a Nami una vez entraron al edificio de ella- pero me parece extraño que se haya marchado así no mas. 
-Tendrá sus motivos, Zoro- dijo- entraré, te veo al mediodía. 
-Si. 


Luffy tenía un muy extraño dilema. No podía ser normal frente a Trafalgar. Bueno, lo que para él podía considerarse normal. Cuando estaba cerca al moreno sentía una necesidad de abrazarlo para que no se escapara y al tiempo quería que el chico lo mirara solo a él. ¿Eso se sentía ser un protector? Vaya que era incómodo. 
-¿En qué tanto piensas, Luffy?
-En Torao. 
-¿Por qué en él?
-No lo se, Sabo, pienso en Torao mucho. 
El rubio se mordió el labio. Estaba preocupado de que su hermanito comenzase a sentir algo por el médico. 
-Debe ser porque soy su protector- sonrió- por eso pienso en mantener a Torao a salvo siempre.
-¿Entonces... No sientes algo especial por Trafalgar?
-¿Especial? No, solo siento que no quiero apartarme de él. 
Sabo rodó los ojos, ¿no era eso sentirse especial? ¿No era eso gustar de alguien?
-Sabo- Luffy lo interrumpió- ¿qué quieres decir con especial? ¿Así como tu te sientes respecto a Killer?
Sabo enmudeció. Sabía lo que sentía por Killer, realmente le atraía ese rubio de mirada secreta que lo salvaba y aterraba al tiempo. 
-Si, a ese tipo de especial me refiero. 
-Ah, entonces no, realmente no me siento de esa manera hacia Torao- Luffy se acomodó en la banca que compartía con su hermano. Estaban al frente de la biblioteca de la universidad esperando al resto de chicos para poder ir a almorzar donde Sanji. 
-¡Sabo!- oyeron y giraron la cabeza buscando el origen del grito. Hablando del diablo...
-Killer...- murmuró con una sonrisa. El rubio se acercaba a él, seguido por Kid, Bartolomeo y Cavendish. 
-¡Hola!- saludó Luffy. Chocó palmas con Killer. Cavendish no se inmutó y Kid apenas le dio un asentimiento de cabeza. Bartolomeo no lo conocía, así que ignoró al chico y se sentó en un tronco cortado que estaba tras la banca que ocupaban los hermanos. Miraba a Cavendish disimuladamente, aun no olvidaba ciertas cosas del rubio y le daba vueltas al asunto, ¿quién era Hakuba?
-Sabo, Luffy- era Ace que, milagrosamente, había aparecido. 
-Es tan extraño verte, pecoso- musitó Kid en modo de burla. 
-No me hables de esa manera, Eustass. 
-¡Luffy!- eran Zoro y Nami. Ace detuvo el puño que estaba por lanzarle al pelirrojo tan pronto escuchó al espadachín hablar. 
-Zoro... 
-Pero mira lo que trajo el viento, Ace. 
Al pecoso no le hizo mucha gracia que Zoro se burlase de él de esa manera. Teniendo en cuenta que Portgas sentía una fuerte atracción por Roronoa, no podía ignorar la mera presencia del muchacho frente a él. 
-¿Estamos todos?- preguntó Luffy. 
-Bueno- Kid cerró la tapa de su celular- Usopp dice que tiene clase extra y no vendrá. Marco no se ha reportado desde hace mucho- Ace torció el gesto- y Trafalgar está en clase, así que podría decirse que somos todos. 
-¡Si! Ya tenía hambre, por Roger...
Los chicos comenzaron a alejarse y antes de que Zoro los siguiera, Nami lo detuvo.
-Van al restaurante donde trabaja Sanji, no creo que quieras unirte. 
Zoro tragó saliva, no deseaba ver al chico de frente. Suspiró profundo. 
-No quiero seguir así, Nami- se dio la vuelta- vayan sin mi- se despidió. 
-No te pierdas, Zoro. 
-¡¿Quién se pierde!?


Marco deambulaba por el campus. No tenía intenciones de encontrarse con el resto porque sabía que el pecoso malhablado iba a estar ahí y no tenía antojos de pelear con él. 
-¡Oye!- escuchó un grito, pero no se inmutó. -¡Espera!- siguió su camino hasta que alguien le tocó el hombro. Se detuvo y se giró. Un chico rubio apoyaba una de sus manos en sus rodillas intentando recuperar el aliento. -Marco, ¿no es así? Soy el amigo de Nami-san, Sanji. 
Lo recordó. El novio del médico. 
-Ah, si, hola. 
-Disculpa... La molestia...- respiraba agitado. 
-¿Oye, estás bien? ¿Quieres sentarte?
-No... Estoy bien... Es solo agotamiento... Por cierto... ¿Sabes dónde quedan los laboratorios?
-¿Química? Si, ¿por qué? 
-Me mandaron a hacer una entrega- mostró la bolsa que tenía en la mano- pero como no salgo de mi área y lo mas lejos que voy es la biblioteca, realmente no se dónde quedan. Pensaba preguntarle a alguien, pero entonces te reconocí. ¿Puedes indicarme cómo llegar?
Phoenix le dio al chico una breve explicación de cómo llegar al laboratorio y el rubio las entendió. 
-Muchas gracias, hasta luego- Sanji corrió en la dirección que Marco le había indicado. 
Se veía tan despreocupado. ¿Por qué él no podía ser así? Dejar de pensar en tantas cosas y solo hacer lo que debía: cuidar de Sabo. ¡Pero claro que no! Su mente se ocupaba constantemente con Ace y su odio razonable. Él mismo se lo había buscado. 
-¿Y ahora qué hago?- se detuvo en medio de su camino a meditar un segundo. No tenía hambre y de seguro no iría por Sabo porque Ace estaría allí. -Me largo- murmuró. Se giró para ir en la dirección de la puerta de entrada. Un grupo llamó su atención y desde lejos pudo distinguir al pecoso y a sus hermanos. Casi todos los chicos estaban ahí. Irían al restaurante donde trabajaba Sanji. 
De seguro lo hubiesen hecho si ese grupo de personas armadas no hubiesen entrado a la universidad. Podía oír gritos de temor por todos lados y la gente a su alrededor buscaba esconderse en algún lugar seguro. Miró al frente. Kid, Killer, Bartolomeo y Luffy habían hecho un círculo, dejando al resto de chicos dentro. Su celular timbró. 
-¿Hola?
-Marco- era la voz agitada de Killer- Marco, hay un ataque, ve por Robin, por favor, aquí las cosas están... Complicadas. 
-Lo se, te veo desde aquí. 
-¡Maldita sea! Me encargaré de Sabo, cuida de Robin, está en su edificio. 
El chico suspiró. 
-Cuenta conmigo- esperaba que Ace lo hubiera escuchado. 


Zoro detuvo su camino al oír a la gente gritar. No tenía que pensarlo para saber que era Doflamingo el responsable y sus dudas se despejaron al oír sonar su brazalete. Nami estaba con los chicos, pero debía cuidar de ella, sin embargo ahora, ¿por dónde debía ir para encontrarla? Comenzó a correr derecho por el camino que seguía, esperando que este le llevara a la salida y de ahí poder ir al restaurante donde se suponía estaban los chicos. Pasó la biblioteca derecho y se detuvo en seco: de nuevo el estúpido e imprudente rubio que le gustaba estaba intentando luchar contra varios hombres armados. ¿Qué tan estúpido debe ser un rubio como para hacer eso? Bingo. Ese rubio debe ser Sanji. 
Se llevó la mano a la cintura listo para desenvainar. Tomó el mango de la espada blanca pero se detuvo antes de sacarla, Sanji iba a verlo. Entró en conflicto consigo mismo, ¿por qué era tan idiota de dejar que algo como eso lo asustara? ¿Por qué quería que Sanji no lo conociera? Eso era fácil: el rubio estaba saliendo con Law y si se ponía a hablar con el chico, iba a encontrar aun mas cosas por las cuales le quería y sería peor después, era una situación realmente molesta. 
-Por un demonio, joder- corrió en pos del chico rubio y antes que el muchacho se diera cuenta, le golpeó lo suficientemente fuerte para dejarlo inconsciente. -¡Y una mierda! ¡Si lo quieren, peleen conmigo! ¡No les voy a entregar a este estúpido rubio! ¡Sanji no tiene nada que ver con todo esto!- sabía que mentía, en realidad Sanji tenía que ver al ser hijo de Zeff, o eso había dicho Mihawk. Pero no había ningún registro de Sanji como posible víctima, así que se le antojaba realmente extraño. ¿Por qué querían a Sanji?


No era fácil para los cuatro encargarse de proteger y atacar al tiempo. Podían llegar al límite y los hombres armados seguirían saliendo. Además que tenían limitaciones: Killer no se sentía capaz de matar frente a tanta gente, Luffy estaba siendo sermoneado por sus hermanos, Kid intentaba calmar a Cavendish y Bartolomeo no entendía lo que sucedía. 
-¡Puta mierda!- Bartolomeo tapó la herida de bala que acababa de hacerle el roce de un disparo. No podía luchar y dejar una barrera puesta alrededor de los chicos y no podía dejar a los otros tres solos. 
-¡Cavendish!- era la voz de Kid que se oía sobre el disturbio- ¿sigues con nosotros?
Nada respondió y Kid temió lo peor, no había nada que hacer cuando Hakuba salía libre, ni él podía detenerlo. Aunque podía ser que el rubio solo no lo hubiese escuchado. 
-¡¿Qué quieres decir, Kid?!- Bartolomeo se situó cerca al pelirrojo para luchar a su lado y escucharlo mejor. 
-Hakuba- susurró- la segunda y peligrosa personalidad de Cavendish. 
Ahora entendía. Ese agresivo rubio que había cortado al tipo peligroso en casa de Cavendish era su otro yo. 
-¿Ese tipo aterrador?
-¡¿Lo viste?!
Bartolomeo asintió. 
-Y viviste para contarlo. 
-¿Qué?
Kid quedó pensativo. Realmente no había alguien que hubiese escapado vivo de un ataque de Hakuba, o que hubiese estado tan cerca y salir completamente ileso. Y entonces estaba el bastardo de Bartolomeo diciendo que conocía al otro sujeto. Que lo había visto. Y sin heridas, el muy malnacido. 
-Oi, Barto, llévate a Cavendish lejos. 
-¿Qué?
-Llévatelo. Si Hakuba sale, eso se pondrá peor, incluso nosotros estaremos en peligro. 
-¿Por qué tengo que llevarme al rubito afeminado?
-Porque has sido al único al que Hakuba no ha atacado. 
-Y una mierda...
-¡Por la puta, Bartolomeo, llévate a ese hombre!
El caníbal se quedó estático unos segundos, luego asintió.  
-Oye Cabagge, Cabagge, nos vamos- arrojó al chico sobre su hombro. 
-Se mas delicado- recibió como respuesta, pero distaba mucho de un tono enojado, Cavendish susurraba y se podía notar que luchaba contra su álter ego para mantenerlo en su lugar. 
-Hey, aguanta- murmuró suave para intentar calmar al actor. No sabía qué era ese extraño sentimiento que lo hacía desear que el chico estuviera bien. 
-No te atrevas a soltarme, Bartolomeo. 
El caníbal sonrió, mas que una orden, era un deseo, al parecer Cavendish se sentía seguro si lo tenía entre brazos. 
-Nos vamos, Cabagge. 
Bartolomeo tomó camino por el sitio que vio mas despejado, pero un hombre con una espada gigante se atravesó en su camino. Maldijo. Sus manos estaban ocupadas sosteniendo al rubio y no se sentía capaz de patear sin perturbarlo. 
-¡Bartolomeo!- oyó y un puño se estampó en el rostro del sujeto. El brazo del puño regresó a su posición original. Luffy le sonrió de oreja a oreja y Bartolomeo supo que ese chico era especial. Tenía un corazón de oro y una fortaleza increíble. Sintió todo eso en ese momento y decidió hacerle caso a su mente. 
-¡Gracias, Luffy-senpai!- el chico fácilmente podía ser dos o tres años menor que él, pero no le importaba. Si hablaban de fuerza, Luffy lo dejaba atrás por mucho. Ese chico sería su ídolo. De ahora en adelante.
Bartolomeo se abrió paso por los hombres armados hasta poder tener camino libre y echó a correr en cualquier dirección esperando que los tipos que lo venían siguiendo se cansaran en algún momento. 
-Bájame- demandó la voz que cargaba en su espalda. 
-¿Qué? ¿Para qué mierda? 
-Bájame- repitió y un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. Ese no era Cavendish. 
Bartolomeo obedeció lo que el rubio le pedía y se alejó un poco. El chico descargó su mochila y sacó un envoltorio largo de tela azul de donde extrajo una elegante espada que desenvainó y en menos de nada, los hombres yacían destajados en el suelo sobre un charco de sangre y el rojo salpicaba el cabello del asesino como si fueran gemas incrustadas en los hilos de oro que parecían sus cabellos. Hakuba sonreía de placer. Estaba extasiado. Matar lo hacía sentirse vivo. 
-Oi, Cabagge...
La mirada gélida, enferma, putrefacta y peligrosa puso al muchacho sobre aviso y se alejó unos pasos mas de él. Por seguridad puso una de sus barreras alrededor suyo. Tuvo razón. Hakuba arremetió con fuerza contra el caníbal, quien levantaba la barrera mientras buscaba la manera de hacer que el chico se detuviera. 
-Vuelve en ti, maldito rubio afeminado- murmuraba, Hakuba estaba lo suficientemente cerca como para que lo oyera. -Regresa, maldición, aun me debes un trago. 
Hakuba titubeó por un instante y Bartolomeo comprendió que Kidd tenía razón: si había alguien que pudiera detener a Hakuba era él. Y todo era porque Cavendish se había agarrado a sus colmillos y sus garras estaban ya hundidas en su espalda, no había manera de escapar a ese maldito rubio. Porque Cavendish era el chico perfecto. Y eso era lo que a él le faltaba. 
Había notado que el chico reaccionaba a sus llamados, así que procuró seguir intentando atraer su atención. 
-Oye, príncipe afeminado y estresante, ¿me oyes?- Cavendish volvió a dudar y Bartolomeo aprovechó de esa ventaja para tomar aire y valentía- regresa a mi, Cavendish. 



Kid había agradecido internamente el hecho de que Bartolomeo se hubiese llevado a Cavendish lejos del peligro, eso hacía que las probabilidades de que Hakuba apareciera fueran menores y si salía, Bartolomeo lo controlaría porque Cavendish no iba a lastimar a su persona querida. Pero aun así había problemas y Killer parecía contrariado. Se acercó al rubio lentamente y no necesitó preguntar.

-No quiero que me vean. Me enferma sentir las miradas de miedo de gente que no voy y no puedo matar.

-La vez anterior no te molestó.

-No había espectadores la vez anterior.

Era cierto, había gente atrapada en los alrededores que observaba fijamente la batalla completa y estaban seguros que se llevarían un buen susto al ver lo que el rubio era capaz de hacer.

-Vámonos- susurró una voz a su espalda y pudo sentir la firme mano de Sabo tomando su hombro- yo no te tengo miedo y ellos no van a verte. Además de seguro van a seguirnos unos cuantos, son varias cosas buenas de una sola vez.

-Tú sabes lo que quiero, cariño- sonrió y Sabo pudo apreciar el brillo de los colmillos ante la luz solar. –Me largo, Kid- tomó la mano del rubio y arrastró a Sabo consigo mientras se alejaba del tumulto. Una buena porción de los atacantes los comenzaron a seguir. Sabo luchaba por mantener la sutura de su hombro en buen estado y por evitar que los tipos vestidos de negro le hicieran algún daño. Killer corrió por un buen espacio de tiempo, el chico rubio que lo iba siguiendo pensó que colapsaría en algún momento al no estar físicamente preparado para tremenda carrera, pero Killer se detuvo en un terreno baldío que el chico no conocía.

-Es la cancha de Softball de la universidad- mencionó- está lo suficientemente alejada de todo. Estará bien, te lo aseguro.

-No eres tu quien me preocupa, Killer- admitió- son esos sujetos que van a sufrir.

-Así que eres compasivo, ¿eh?- se acercó al chico. Killer despejó un poco su propio cabello para dejar sus labios completamente al descubierto y tomó el cuello de Sabo entre una de sus manos, eran tan grandes que casi lo rodeaban por completo- no tienes por qué preocuparte por ellos, Sabo- relamió su labios- porque la única sangre que realmente voy a disfrutar hacer correr será la tuya- los alientos de los chicos casi se rozaban- tu sangre me excita, maldición- hizo un pequeño corte en la mejilla del muchacho y dio una probada al líquido rojo que fluía fuera de la herida- me fascina y me enloquece, maldita sea. ¿Qué me estás haciendo?

Sabo estaba sin habla, disfrutaba ese miedo que Killer le infundía no podía siquiera huir del peligro inminente de que el rubio en cualquier momento podía arrancarle el cuello.

Un disparo los sacó del ensimismamiento en que estaban y la bala fue detenida por los dientes de Killer antes de que alcanzaran la cabeza de su víctima principal.

-Es mala educación interrumpir una conversación- dijo tras escupir la bala en el suelo- y van a pagarlo, me han puesto de mal humor.

Sabo se sentó en el suelo luego de que Killer lo liberara de su agarre y miró con satisfacción como su chico rubio se cubría en sangre y ambientaba el silencio con una risa macabra.

 

Luffy se llevó a su hermano antes de que la cosa se pusiera más peligrosa.

-Si te preocupa Marco, intercambió lugares con Killer por el momento- el chico del Fénix debía ya estar en camino al sitio donde se encontraba Nico Robin. –Como viste, Sabo fue arrastrado por Killer, todo va a estar bien, Ace.

El pecoso corría tras el chico de goma buscando donde ocultarse.

-Nami quedó a cargo de Kid ya que Zoro no llegó, seguro lo retuvieron en algún lado. Pero estaremos bien, ya verás, Ace.

-Si…- dudó. -¿Trafalgar?

-Está bien- miró su brazalete- fuera de peligro.

-Bien. No quiero que te metas en problemas por dejarlo.

El chico giró su cabeza para ver a su hermano.

-No pienso abandonar a alguien tan importante para mí, Ace- dijo con una sonrisa y se giró para seguir corriendo.

-No lo hagas, Luffy- murmuró el moreno- no te enamores de Law.    

Notas finales:

Gracias por leer.


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