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La burbuja congelada por Mare

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Notas del capitulo:

¡Hola!

He vuelto y con veintiún páginas de por medio para compensar la tardanza 😥

¡Gracias por sus leídos y comentarios! Enserio me hacen muy feliz 💘

Y ya les explico todo al final, pero antes les recomiendo escuchar la canción “I Love You, I’m Sorry” de Ali, mientras leen porque en verdad les genera el ambiente que crea esta introducción.

En fin ¡Disfruten la lectura!

 

La burbuja congelada

 

0B. Introducción: Junmyeon

 

Solo escuchaba los miles de murmullos que se esparcían por toda la sala, sentía las miradas de quienes estaban presentes atentos a cualquier tipo de reacción inadecuada de su parte. Observo al frente viendo la cantidad de distintas caras que le miraban impacientes, se quedó callado deformando cada una de esas caras, transformándolas en simples borrones para su vista, y no, no es porque el agua salada se acumulara en sus cuencas, no, claro que no. Carraspeo cansando y cerrando por un momento sus ojos tratando de aliviar las intensas ganas de llorar en ese instante.

Abrió los ojos por fin y volteo su mirada hacía la del juez quien decía de manera simple y sin tacto un “Y con esto cerramos la sesión de hoy”. El corazón se aceleró al ver a aquel corpulento hombre abandonar la sala y así como se iba, los flashes de las infinitas cámaras que habían estado ahí se dispararon a su persona. Impactado y cegado por la blancura de los flashes parpadeo varias veces y se levantó de manera lenta viendo al frente de manera severa, con una fachada de que no le afectaba en nada, de que era otro divorcio más.  

Mientras se retiraba de la sala pudo ver como los periodistas y camarógrafos intentaban cerrarle el paso más sin embrago los guardas de seguridad y compañía les detuvieron lo suficiente como para que él pudiera pasar de manera lenta. Pudo escuchar varías preguntas sobre el acontecimiento, preguntas que la prensa le seguirán haciendo en el trascurso de los meses o al menos hasta que otra celebridad cometa un escándalo. Camino por los pasillos rústicos de la corte directo al estacionamiento, se sentía pesado y derrotado en ese instante, tenía unas enormes ganas de llorar, pero tenía que aguantar hasta la privacidad de su casa en donde podría mandar todo al maldito demonio y desgarrar sus pulmones en llanto excesivo. Estaba pensando en eso mientras  esperaba el elevador, el sonido de aviso de que la maquina había llegado se hizo escuchar y Junmyeon espero a que las puertas se abrieran.

Más sin embargo cuando estas se abrieron el castaño deseo que nunca lo hubieran hecho. Frente a él estaba la razón de sus dolencias, la mujer que decidió acabar con su matrimonio, Jung Eunji. Trago fuerte y la vio como si se tratara de un fantasma, ella también lo miro sorprendida, sus hombros se tensaron y bajo la mirada fijándola en sus zapatos. Estaba incomoda al igual que él. Se aclaró la garganta intentando pronunciar cualquiera palabra o si quiera salir de ahí corriendo cual gallina, no importaba, no quería verla, no quería recordar lo mucho que le dolió su decisión aunque ya lo estuviera haciendo provocando que la herida fuera más honda y difícil de cicatrizar.

—Junmyeon…— susurro ella con su voz tan suave y en ese instante temblorosa, él se encogió ante la manera en como lo llamo, se le hacía raro. De un “Oppa” o “Yobeo”  paso a un frío y escuálido Junmyeon, odio en ese instante que le hablara así tan… formalmente, como si fueran desconocidos. Ya somos desconocidos desde el momento en que firmamos el acuerdo de ruptura. Su corazón dolió en ese instante y tubo que inhalar una enorme cantidad de oxígeno para no quejarse del dolor.

—Eunji— fue lo único que pudo decir, dudoso y con los nervios comiéndose sus fuerzas decidió huir de ahí — No importa, tomare las escaleras — sentencio mientras se giraba y estaba dispuesto a salir hacia el corredor, pero la voz ahora opaca de su ex esposa lo detuvo — Lo siento. En verdad lo siento, Junmyeon — susurro con deje de nostalgia y la pronunciación algo quebrada. El castaño apretó los puños enterrándose las uñas en la carne provocándose daño, no volteo a mirarla, no podría verla a la cara sin derramar una que otra lágrima — Esta bien. Yo lo entiendo— trago fuerte —F-fue mi culpa— dijo con dolor y sintiendo como las pocas  piezas que conservaba de su corazón se caían e incluso podía escuchar en sus oídos como se quebraban, pedazo tras pedazo.

Y sin poder evitarlo volteo rápidamente viendo como la mujer que amaba derramaba una lágrima mientras que las puertas se cerraban dejándolo por fin solo. ¿Por qué lloraba? Si fue ella quien de la nada llego con los documentos del divorcio y se los paso ya firmado por ella, por qué hacía que le doliera más, el que debería llorar es él, él quien recibió los documentos mientras sentía como le apuñalaban por la espalda desgarrando la carne, sus pulmones y abriendo de nuevo cicatriz que yacía en la mitad de su corazón.  Restregó sus manos por toda su cara, jalo sus mechones castaños por la frustración y aun con los ojos aguados salió veloz hacía el sótano por las escaleras.

Llego a su pent-house en menos de lo que se imaginó. Se quitó los zapatos de mala manera, desabrocho los primeros botones de su camisa  y dejo tirado en alguna parte del suelo su saco formal. Sus pies lo llevaron hasta su bodega de licores más antiguos así como caros y se llevó la primera que le llamara la atención. Entro al comedor descalzo, se acercó a la alacena sacando una copa de cristal y la puso en medio de la meza de mármol, vertió el líquido vino tinto en el recipiente y se quedó observándola ahí de pie recordando la vez que  había destapado la última vez un vino de esos, viniéndole a la memoria que no era una copa sino dos, o al menos lo era antes.

Tomo la copa y la acerco a sus labios, saboreo el dulce y amargo sabor del vino de igual forma como era su vida, su maldita vida. De una copa le siguieron muchas más, hasta acabar con la primera botella y le siguieron unas cuantas más, y en medio de su cólera y  con el alcohol trayéndole momentos del pasado se resbalo por la pared hasta llegar a sentarse en el suelo. Sus manos revolvieron otra vez su cabello hasta dejarlo totalmente desordenado y pegajoso por el sudor. Y pudo verla, la vio ahí en la sala prendiendo el DVD mientras que él colocaba una de sus películas favoritas y se sentaban en el mueble con las palomitas en manos. Su silueta paso delante de sus ojos con un vestido blanco que le llegaba por el encima de las rodillas, la vio abrazarlo por la espalda mientras él colocaba las velas en un pequeño pastel de chocolate decorado con fresas y glaseado, aquel día era el cumpleaños de ella en el que él se lo celebro con una cena algo improvisada pero que a fin de cuentas a ambos les encanto y más cuando entre besos y caricias terminaron en la cama.

Sacudió su cabeza dispuesto a borrarla de su cabeza, pero Eunji se aferraba a su persona y mientras más la veía en cualquier parte de su casa las lágrimas iban cayendo por su pálido rostro, un pequeño gemido lastimero se le escapó de sus labios sin color y después de ese le siguieron muchos más hasta convertirse en un llanto incontrolable. El pecho le ardía y el estómago le daba vueltas, sus ojos seguían derramando lágrimas como si quieran expulsar todos los recuerdos que vivió con ella, todos sus pesares, sus sonrisas, sus caricias, sus besos y su compañía… Oh como extrañaba su compañía, y solo era la primera noche sin ella, divorciados oficialmente.

Volvió a derrumbarse en el suelo hecho un desastre.

Cuando despertó no distinguió si era de día de noche, tarde o en la mañana, no supo si había dormido minutos, segundos, horas o tal vez días, solo sabía que le dolía todo, que su cuerpo se sentía pesado, su cabeza le daba vueltas y las ganas de vomitar lo escandalizaron lo suficiente como para correr hacía el baño a pasos torpes y lentos. Vomito baba y un fluido de un color que no supo reconocer, se apoyó en la tasa del sanitario y se sorbió los mocos.

No había comido nada en los últimos días, solo tomaba café negro y de las galletas saladas que tenía en su oficina. Se levantó como pudo del suelo y se lavó las manos, la cara y parte de la cabeza con el chorro del lavamanos, con miedo y disgusto levanto la mirada para encontrarse con su reflejo, en él retrataba a un joven de piel casi amarilla, los ojos tan hinchados y rojos que le era difícil de imaginar cómo era que aun podía ver, el cabello estaba opaco, los labios resecos y quebrados, y mientras más se miraba más lastima sentía. Porque siempre fue lastima, todos lo miraban así, como si supieran de su sufrimiento, como si conocieran por todas las cosas ha tenido que  pasar, como si supieran de su vida. Y eso lo enfurecía consigo mismo y el mundo entero, porque todos se veían indiferentes y felices, porque por mucho que lo intentara su sobredosis de felicidad se acababa y despertaba en la dura y cruda realidad.

Se arrastró de nuevo, esta vez se dirigió a su habitación. Cuando abrió la puerta no pudo evitar recordar lo luminosa y decorada que estaba, porque justo ahora solo podía ver un cuarto gris. Llego al closet y se mordió el labio al ver solo su ropa, con la mirada busco una blusa, una falda, un saco o bufando, por lo menos uno de sus tacones, lo que sea, lo que fuera, algo que ella hubiera olvidado ahí, pero no hubo nada. Con rabia cerro las puertas de madera y fue hacía su cama, ahora estaba con los tendidos de colores cremas, el conjunto de las sabanas azules con anillos amarillos había desaparecido, aquellas sabanas Eunji las había comprado y era su conjunto preferido. Se sentó en la cama y la miro como si fuera demasiado grande, como si él fuera una pulga en medio de una cama gigantesca.

Abrió el nochero que estaba al lado de la cama y tomo entre sus manos de manera temblorosa la única foto que Eunji había dejado en la casa. Ahí en la foto estaban ellos, él la abrazaba por la cintura con un elegante esmoquin y ella recostaba su cabeza en su hombro vestida con un hermoso vestido color hueso, ambos sonreían, ambos estaban felices. Era la foto del día de su boda. Quiso tirarla contra el piso, sacar la foto del marco y romperla en miles de pedazos, pero no pudo. Solo la sostuvo viéndola con nostalgia, la última lágrima que aún le quedaba se resbalo por su mejilla y no pudo llorar más porque ya no tenía lágrimas para hacerlo, se habían secado tras el llanto de anoche.

Con vergüenza le abrazo y poco a poco se recostó en la cama, llevo la foto a su pecho y la acaricio y la apretó contra él, tratando de imaginar que era Eunji y no una simple fotografía. Luego de varios minutos estando así abrió los ojos y lo primero que vio fueron las pegatinas pegadas en el techo, de esas que alumbraban, eran de distintas formas y colores; estrellas, planetas, lunas y marcianos. Sonrió al recordar cuando llego del trabajo y la encontró a ella intentando pegarlas dando saltos sobre la cama estirando su brazos tan altos como si quiera alcanzar las estrellas o la luna, recuerda que él se le quedo mirando un largo rato y cuando Eunji lo noto le miro mal por no intentar ayudarla, y así él termino  cargándola sobre sus hombros y ella pego las pegatinas, luego ambos cayeron en la cama y empezaron a reírse como idiotas mientras se miraban a los ojos y se quedaban así, viéndose embelesados por los ojos del otro, y podían pasar por horas y no se cansaban. Era algo de ellos. Era amor.

Se golpeó el pecho al notar que esos momentos se acabaron y que de todas las cosas que Eunji no se había llevado eran su fotografía de bodas y las pegatinas fosforescentes. Ahora tenía con que recordarla cada vez que se acostara. Por un instante quiso arrancarlas del techo y botarlas junto con la foto, pero no tenía las fuerzas ni el valor para hacerlo, además de que era lo único que ahora le quedaba de ella. Volvió a cerrar los ojos y puso todo su empeño en dormir de nuevo.

Lo despertó el hambre. Se removió en la gigantesca cama y con el estómago suplicando por comida se puso de pie, parpadeo varias veces e intento con todas las fuerzas olvidar el sueño que tuvo, aquel en donde solo podía ver a su ex esposa, caminado, de compras en la playa, en las fiestas, en casa, en todas partes, soñó todos los lugares donde estuvo con Eunji y aquello le sentó tan mal como el hecho de no comer por tanto tiempo o quizás hasta peor, quien sabe.

Fue a la cocina y reviso la nevera, se sorprendió bastante al no encontrar nada, ni una lata o siquiera comida congelada, estaba limpia. Lo mismo era para la alacena. Frunció el ceño cansado y hambriento. Salir no era una opción, sabía muy bien que los medios estaban demasiado pendientes de sus movientes ahora y más con su tercera ruptura. Suspiro cansado y se dedicó a buscar el maldito teléfono para hacer pedido a domicilio.

Tras una búsqueda exhaustiva por el aparato lo encontró finalmente debajo del tapete de la sala, no supo ni como o cuando llego ahí así que solo lo tomo y para su maldita desgracia estaba descargado, malditos teléfonos inalámbricos. Rodo los ojos y chasqueo la lengua disgustado, su última opción era llamar desde su celular así que fue en su búsqueda de nuevo. Cuando lo hayo ya había pasado unos veinte minutos o quizás más, con el humor de perros que se cargaba marco a un local de comida china ignorando deliberadamente las cuarenta llamadas perdidas y los cientos de mensajes en sus redes sociales, le valían, quien sea que le necesitaba tan urgentemente bien podía ir a su apartamento.

A la media hora y eso que después de que Junmyeon llamase cada cinco minutos al restaurante exigiendo su compra, llego el domicilio, le pago al repartidor y le dio una buena propina. Puso la comida en la mesa de su sala mientras se sentaba. Destapo rápidamente cada bolsa y cada caja, separo los palillos y con suma velocidad empezó a devorar su comida, en algún momento destapo la botella de coca cola que había comprado aparte. Cuando acabo con su festín y sintió que estaba lo suficiente lleno  boto todos los desechables y limpio la mesa, acomodo las sillas y con la pesadez de la comida empezó a hacer el oficio a toda su casa para que quedara decente. Desempolvo, organizo, barrió y trapeo todo el lugar, al final que vio que todo estaba lo suficiente limpio se fue a duchar tras al darse cuenta que en efecto; estaba oliendo a diablo.

Tras la ducha que duro bastante, pues se aseo con todas las de la ley; ya que uso el jabón, el shampo, acondicionador, rehidratante, suavizante, mascarillas y  demás. Pensó que debía llenar de nuevo su nevera. Se cambió a una muda más limpia, con unos pescadores, sus zapatos de salir y una camisa a rayas, desordeno su cabello, se colocó un tapabocas negro y una chaqueta azul oscuro, tomo su billetera junto con sus llaves y su celular y salió del apartamento.

Al regresar con las manos ocupadas por muchas bolsas donde se encontraban cantidades de comidas para preparar y ya hechas, hágase la referencia a la chatarra, la organizo en cada lugar correspondiente. Tomo el  bote de helado que había comprado especialmente ese día, saco la cuchara y camino a la sala, trajo también una manta, prendió el DVD y el televisor, coloco una película cualquiera y se refugió entre la manta rodeando el bote de helado dándole varias cucharadas y así empezó su siguiente fase después del divorció. La aceptación, o algo parecido.

Hubo un momento que en medio de la película que no recordaba cómo se llamaba y con una cucharada de halado en la boca se acorde la última conversación que tuvo con Eunji antes de que ella apareciera al día siguiente con los papeles del divorció. Fue una conversación que le llego a la mente como una cachetada.

Eunji desde hace un tiempo había estado actuando más distante de lo usual y Junmyeon se preocupaba por eso, él la quería mucho y odiaba verla así de arisca que por lo general era bastante raro ya que ella es bastante mimosa. Cuando llego del trabajo encontró a su esposa sentada en la sala con las piernas cruzadas y el control remoto en las manos, Junmyeon la contemplo desde la entrada y pensó en lo bonita que se veía aun con el ceño fruncido, fuera lo que fuera que la tenía enojada quería arreglarlo pronto ya que detestaba estar entre esa tención.

— ¿Cariño? — Dijo en voz alta mientras se quitaba el abrigo y observaba como Eunji se giraba para verlo, ella lo miro un instante como dudando, pero luego le sonrío — Ya llegaste— afirmo ella mientras se paraba de su lugar y se dirigía hasta él depositando un beso en la mejilla. Junmyeon sonrió ante ello, la castaña se apuró en quitarle la bufanda y dejarla en el perchero así como pasó sus manos por los hombros amplios de su marido. Luego lo miro a los ojos y se quedó sin aliento ante la intensidad del mirar de Junmyeon.

— ¿Estas bien? — Pregunto él mientras la acercaba tomándola de las caderas, Eunji apoyo su cabeza en su pecho y suspiro calmadamente —No es nada, es solo…— dejo la frase al aire — ¿Es solo…?— volvió a preguntar el mayor. Ella lo miro de nuevo con duda y luego d unos instantes en donde se veían a los ojos por fin hablo — Y-yo quiero un b-bebe— susurro mientras apartaba la mirada y se acomodaba mejor en el pecho de Junmyeon.

Junmyeon se sorprendió por ello, no era la primera vez que escuchaba aquello, la primera vez fue con Chorong y luego de ello comenzaron los problemas hasta que llegaron a divorciarse. Espanto esos recuerdos de su segunda ex esposa y se concentró en el rostro de su actual mujer, le sonrío y asintió alegre — Todos los que quieras, cariño— hablo cariñosamente mientras le daba besos en los mofletes de ella. Eunji empezó a reír y hacerle mimos. Sin embargo en el fondo tenía mucho miedo ¿Y si con Eunji sucedía lo mismo que con Chorong? Junmyeon parpadeó varias veces para espantar aquellos pensamientos y concentrarse en los besos juguetones que la castaña le daba en el cuello.

Con el tiempo y muchos intentos para iniciar el proceso de embarazar a su querida esposa y que a pesar de los muchos intentos y la frecuencia de sus relaciones íntimas, no se lograba lo que se proponían. Eunji cada día estaba más nerviosa, tensa y frustrada, y él igual se encontraba de la misma manera aunque intentaba apaciguarlo haciendo cosas lindas para ella, como comprándole todos los días un ramo de flores o chocolates, hacerle el desayuno e incluso la cena, pero la frustración en Eunji aumentaba a pesar de todos sus esfuerzos.

Junmyeon sabía muy bien por qué su esposa le pedía un hijo, al igual que lo supo cuando era Chorong quien quería un progenitor. Ambas sentían inseguridad en su matrimonio, las dos se sentían en la sombra de quien fue su primera esposa y él las entendía y por ello intentaba cumplir sus caprichos, pero aquel deseo de ser padres por mucho que lo intentara no lo conseguían. Chorong lo dejo por eso, ella llego un día con los ojos húmedos y le paso los documentos del divorció, Junmyeon lo recordaba a flor a piel y temía que Eunji también lo hiciera si no quedaba embarazada rápido. Junmyeon sintió pavor al imaginar a su Eunji marchar, él  no quería perder a su actual mujer, no cuando sus cicatrices ya habían sanado y cada día cosechaba sonrisas gracias a la dulce presencia y compañía de su amada.

Así que desesperado por darle a ella lo que quería, buscaba de todo tipos de remedios por internet que pudieran ayudar con la fertilidad y esas cosas. Sin embargo y para su pesar nada ayudaba para que Eunji quedara premiada.

Una noche que llego mucho antes de lo usual con la idea de pasar a visitar junto con su mujer al médico y así averiguar qué era lo que estaba mal con ellos.  Pero cuando llego de manera silenciosa se encontró con Eunji caminando de un lado a otro, como si estuviera ansiosa y muy nerviosa, las alarmas en la cabeza de Junmyeon se encendieron y sin esperar nada la enfrento — ¿Pasa algo? — pregunto al aire, viendo como ella dejaba de dar vueltas y se quedaba quieta en su sitio.

— ¿Amor? — insistió. Eunji mantenía sus manos como puños a cada lado de su cuerpo y Junmyeon pudo notar como sus nodillos se volvían blancos y se alarmo. Camino hacia ella y tomo sus manos con delicadeza dándole masajes suaves mientras observaba la piel pálida regresar a su color original —Te estás haciendo daño, amor— susurro bajito, siguiendo con las caricias en las pequeñas manos de ella.

Estuvo bastante tiempo acariciando sus manos hasta que de la nada ella cayó al piso, Junmyeon sorprendido la alcanzo a tomar por la cintura para sostenerla y así que no impactara contra el piso y se lastimara. Inmediatamente él busco la mirada de la castaña, pero ella se negaba a verlo. Luego de unos minutos en silencio Junmyeon se dio cuenta de que la cara de Eunji estaba mojada por las lágrimas y rápidamente empezó a quitar rastro de ellas con sus pulgares. Y ella lo vio por primera vez en la noche.

Sus ojos se encontraron de manera brusca, ella lo miraba con mucha inseguridad y él intentaba ofrecerle calma, estuvieron así u n rato considerable hasta que ella rompió el contacto, miro hacia el suelo y derramo unas cuantas lágrimas más que Junmyeon se encargó de limpiar con sus pulgares y la manga de su camisa. Junmyeon nunca se imaginó que las siguientes palabras que le diría la castaña le infundirían tanto dolor.

—Ya no puedo seguir con esto, Junmyeon— susurro quedito — ¿De que estas hablando? — le pregunto él sin entender nada y sin que pudiera evitarlo sus ojos oscuros se empezaron a humedecer — Ya no pudo seguir a tu lado— siguió mientras no dejaba de verlo, el mayor estaba a punto de hablar pero ella lo interrumpió de nuevo — Te estoy pidiendo el divorcio, Junmyeon— hablo certera mientras le limpiaba las lágrimas que se escapaban de las cuencas del castaño.

Ella se levantó y empezó a caminar hacia la salida. Él se levantó de inmediato y aun con la cara húmeda y la voz quebrada intento detenerla — ¿N-no puede haber otra solución? — Hablo desesperado — Podemos ir a una terapia de pareja… solo, solo no tomemos decisiones apresuradas ¿Si? — dijo suplicando yendo tras ella. Eunji se giró con la cara brillosa y los labios temblándole —No Junmyeon, yo ya tome la decisión— suspiro — Los papeles están sobre la cama, me llamas cuando los hayas firmado— acto seguido ella se coloca sus tacones y decide marcharse.

—Eunji— la llama — ¡Eunji! — Salió tras ella corriendo por el corredor, pero cuando casi la alcanza ella ya estaba en el ascensor y las puertas se cerraban, y mientras él trataba de alcanzar a sujetar las puertas del elevador ella susurraba un “Adiós” junto con más lágrimas de por medio — ¡EUNJI, POR FAVOR! — para cuando llego las puertas ya se cerraron y el elevador ya bajaba de piso. Junmyeon se deslizo en el piso y con la voz rota le hablo al aire —Por favor no me dejes…

El castaño creyó que si lo recordaba ya no le dolería, pero para su mala fortuna ahí estaba él con la cara mojada, los labios temblorosos y un horrible dolor en el pecho se extendía por todo su cuerpo. Pauso la película y dejo el helado en la mesita de la sala, se sentó apoyando sus codos con sus rodillas y sus manos se enterraban en su rostro ocultando como se deformaba en llanto.

En un tiempo que estuvo de esa manera se acomodó de nuevo en el mueble y limpio el resto de las lágrimas y fluidos con la manga de su camiseta. Tomo el celular con las manos temblorosas y reviso la galería. Maldición debía ser un masoquista porque ahí estaba… contemplando las fotos de ellos dos, observando el rostro de ella, pendiente de cualquiera cambio, de algún gesto de inconformidad ¿En qué momento Eunji dejo de amarlo? ¿En qué instante ella decidió que era mejor dejarlo? Se limpió las lágrimas que seguían insistentes en salir e intento borrar las fotos, pero le temblaban las manos y la duda se adueñaba de su corazón o de lo que quedaba de él.

Y mientras subía y bajaba en las tantas fotos que conservaba se fijó en una especial. Estaba él y Eunji en un restaurante de pescado en alguna parte de la costa y ambos tenían un pescado reseco en sus manos juntándolo como si se estuvieran dando un beso. Junmyeon se sintió nostálgico al recordarlo, aquel día ambos se habían vestido formalmente para una celebración por parte de la empresa ya que habían abierto un nuevo local y que precisamente era el mismo donde estaban almorzando. Fue una buena comida, el ambiente era acogedor y él y Eunji no paraban de hacer chistes con sus pescados en las manos.

(*)

Se rio ante los recuerdos de esos días y alivio un poco su malestar.

Sabía que no sería capaz de eliminar las fotos o las canciones que de igual manera todas le recordaran a ella cuando se sentaban en las orillas del río Han y se colocaban cada uno un auricular e iniciaban a escuchare canciones aleatoriamente, y si se sabían alguno terminaban cantándola en susurros, ahí los dos acurrucados contemplando el paisaje.

Le saco la memoria a su celular y la guardaría en algún lugar, así no se torturaría cada vez que revisara su móvil. Y hablando de revisar su móvil decidió dignarse por fin a mirar quienes habían estado intentando contactarse con él, observo que la gran mayoría era de compañeros de trabajo, viro los ojos, no es como si fuera muy cercanos a ellos, uno que otro era de sus padres y ayer le había llamado Lay. Los mensajes los dejo en espera de nuevo, sabía de ante mano que la mayoría seria de personas que se osaba a mandarle mensajes de cortesía por su divorcio y que simplemente lo hacían ya sea por lambones o por lastima, como sea, cualquiera de los dos casos a él le molestaba.

Carraspeo un poco y con decisión le marco a su amigo Yixing. El tono empezó a sonar mientras esperaba a que el otro contestara, hasta que por fin la voz suave del unicornio se hizo escuchar al otro lado de la línea.

— ¿Halo?

—Hola Lay, ¿Sigues sin guardar mi número? — dijo divertido al darse cuenta que el menor no se había fijado que era él.

— ¡Hyung! Lo siento, es que no mire el remitente— hablo nervioso y un poco atropellado, Junmyeon se río por la manera de hablar de su amigo, siempre le sacaría sonrisas su acento.

—Está bien, no pasa nada ¿Me habías llamado? — dijo finalmente la razón de su llamada, Lay se demoró en contestar, parecía que estaba hablando con alguien más hasta que volvió a contestarle.

—Oh sí. Quería saber cómo estabas— Yixing le hablo de manera calmada como dándole a saber que si quería no contestara, pero Junmyeon sabía que su amigo chino de seguro estaba muy preocupado y si alguien merecía una explicación o una razón sin duda era él.

—Estoy…— se quedó pensando porque Bien ¿Bien? No, no estaba, de hecho acaba d tener una crisis, lógicamente no estaba bien — Deprimido— termino con un suspiro lastimero, cuantas veces  había pasado donde llamaba a Lay para que le consolara. Muchas.

—Estarás bien hyung. Vas a superarlo, siempre lo haces— El chino le animo de manera tierna y seria al tiempo. El castaño solo sonrió ante el acto, aun sin tenerlo ahí sabía que él de seguro tenía esa mirada llena de cariño. Volvió a suspirar y viendo la hora se dio cuenta que apenas eran las tres y pasadas y justamente en ese instante se sentía demasiado venerable.

— ¿Yixing puedo ir a verte? — le pregunto rápidamente, necesitaba hacerlo — ¿Al consultorio? — Pregunto el de la otra línea sorprendida por el repentino cambio de su amigo —Sí— confirmo mientras salía a cambiarse.

—Si quieres puedo pasar a tu casa luego de que acabe mi turno— le propuso tranquilo y algo preocupado de que su hyung saliera sabiendo que la prensa debe estar desesperada buscando comidilla por los alrededores. Sin embargo Junmyeon renegó al instante —No, definitivamente no— dijo rápido y casi regaño, Lay se quedó callado — Lo siento. Es solo que quiero salir de aquí, siento que si me quedo un rato más me asfixiare en recuerdos y… y, ¿Tú me entiendes, cierto? — se lo dijo casi desesperado, entrando en pánico por el encierro y las crecientes alucinaciones que estaba seguro iba a tener.

Escucho como Lay suspiraba desde el otro lado, ya podía verlo acariciando sus cienes en ese instante —Veo que tu paranoia sigue ahí— Junmyeon dejo de alistarse y trago fuerte, sabía muy bien que no tomaba ninguna de esos medicamentos que Yixing le reseteaba, pero es que él odiaba todo ese tipo de cosas, en general odiaba el hospital y todo lo que esté ligado a ello—Nunca te tomas las pastillas que te mande ¿Verdad? — la voz de Lay cada vez era más severa y el castaño se sintió en serio bastante mal, le susurro un “no” y Yixing chasqueo la lengua molesto.

—Como sea, cuando llegues hablamos— y colgó. Junmyeon sabía que había hecho enojar a su amigo, porque Yixing siempre se despedía de manera cariñosa pero cuando era así de cortante y sin mencionar ese claro “Cuando llegues hablamos”, no podía esperar más que la ira de su amigo unicornio.

Termino de cambiarse, llevo la billetera, las llaves y su móvil, con todo listo salió de su casa. Bajo en elevador obligatoriamente ya que las escaleras estaban cerradas por mantenimiento, llego al tercer sótano y se subió en su Ferrari negro, arranco el auto y salió directo al hospital de Seúl, el más prestigioso y en donde trabajaba su amigo.

Cuando llego y parqueo su auto en un parqueadero lo suficiente discreto salió cubierto junto con su usual tapabocas. Llego al área de especialista e hizo que las enfermeras le dejaran pasar al notar el pase que Lay le había dado desde que trabaja allá, era un pase VIP. Yixing pensaba muy bien las cosas, no por nada se graduó en la universidad más prestigiosa del país al igual que él.

Cuando llego al consultorio número diez toco dos veces antes de recibir un “Pase” desde adentro. Abrió la puerta algo inseguro al principio, pero al fin de cuentas Lay es su amigo y es quien más confía. Cerro la puerta y se sentó en frente de Yixing que estaba firmando unos papeles y cliqueando unas cuantas cosas en el computador. Espero un rato hasta que el pelinegro dejo todo de lado y lo miro a los ojos y sin previo aviso le ofreció esa sonrisa que a Junmyeon le gusta tanto, esa donde su hoyuelo se hacía notar dándole un aspecto mucho más adorable.

—Hyung — dijo suave aun con la sonrisa en su cara. Junmyeon se quitó el tapabocas y se desabrocho el buzo que llevaba  —Ha pasado bastante desde que te veía, Lay— le sonrió de vuelta. Yixing le miraba de manera cariñosa, pero al mismo tiempo sus ojos analizaban su imagen y gestos, Junmyeon sabía que en algún momento su amigo chino le recalcaría ciertas cosas.

—Veo que no la has pasado muy bien— dijo suave y su mirada reflejaba preocupación. Lay se fijó en las enormes ojeras que adornaban los ojos del mayor, en el color pálido amarillento de su piel y sobre todo la leve hinchazón de su rostro. Junmyeon se removió incomodo en su puesto y miro a otro lado —Acabo de divorciarme, Yixing— Tal vez lo dijo demasiado cortante o seco, pero dada la situación el mayor no podía simplemente mostrarse más vulnerable ante su amigo. El pelinegro por el contario suspiro y negó con la cabeza, le tomo la mano de manera tierna mientras sus dedos daban leves caricias circulares en la palma de su mano. Junmyeon sintió su estómago contraerse y sin querer sus ojos de nuevo se humedecieron.

Antes de que lograra balbucear algo Yixing ya estaba abrazándolo, dándole apoyo. Él se aferró a su bata de médico y volvió a sollozar. El chino solo paseaba sus manos por su espalda dándole leves caricias mientras que le susurraba en el oído un dulce “Ya, ya. Todo estará bien” y después de eso le susurraba la letra de su canción favorita. Junmyeon hundió su rostro en el cuello del menor sin importarle que con sus lágrimas fuera a mojar la perfecta camisa planchada de Yixing e igual a él pelinegro tampoco le parecía importarle. Y estando en los brazos de Lay, Junmyeon recordó tantas cosas, una de las principales fueron sus inicios en la universidad y aquel encuentro con el chino de una manera poco convencional y hasta graciosa se atrevía a pensar.

 

Solo habían pasado tres días desde que inició su primer semestre en la universidad nacional de Seúl, las clases le parecían bastante interesantes y aunque aún apenas iniciando Junmyeon no se había relacionado con nadie, ya que para él era algo complicado establecer una amistad o cercanía con las personas a su alrededor en general, porque desde que era niño siempre estuvo solo o apartado de los demás, siempre estuvo por su cuenta y la única persona que consideraba mejor amigo vivía en China, así que las cosas terminaron siendo solitarias para él desde entonces. No lo malentienda ya se había acostumbrado a la soledad, era solo que a veces, solo a veces, echa de menos una charla estúpida y despreocupada.

Estaba en una clase de cálculo, todos ya estaban sentados, uno que otro disperso y de igual manera el profesor no había llegado aún. Junmyeon estaba sentado en el último lugar, muy atrás y al lado de la ventana, a él siempre le gustaba ese puesto, a pesar de que sus calificaciones eran bien altas y los profesores siempre le insistían en que se hiciera más adelante, él simplemente se negaba por placer. De la puerta entro un hombre mayor y barbudo que pudo identificar como el profesor de la clase, detrás de él pasaba un chico un poco alto de cabellos negros, sus facciones eran estilizadas y luego de que este escaneara toda el aula se sentó en una fila más a debajo de donde estaba Junmyeon.

La clase dio inicio común y corriente, Junmyeon observaba como el último chico que entro jugaba con su lapicero en la mano, miraba a todos lados y se frotaba la cabeza, parecía desconcertado y eso le pareció gracioso. En un momento luego del que el profesor explicara tantas cosas aburridas y por fin se dignó a ver de cara a sus estudiantes hizo la pregunta que muchos ya tenían en mente “¿Alguna pregunta?”

Varios alzaron la mano y uno a uno el señor barbudo fue respondiendo hasta que llego al chico que entro de último. Junmyeon lo miraba desde que llego a la clase, de cierta forma aquel pelinegro le daba demasiada curiosidad así que presto atención a lo que fuera a decir.

—Lo siento profesor, creo que me equivoque de clase ¿Dónde se supone que queda la facultad de medicina? — Lo dijo sin más y todos en el aula así como el mismo profesor estallaron en risas, incluso Junmyeon quedó estupefacto y se le escapo unas cuantas sonrisas. Viendo que todos seguían sumergidos en sus carcajadas, Junmyeon se fijó en el chico y se dio cuenta que este tenía una cara sumamente confundida como preguntando que había dicho como para que fuera tan gracioso. El  castaño con simpatía se paró de su sitio y fue hasta al lado del muchacho que veía a todos con el ceño fruncido.

—Hola— dijo suave llamando su atención al chico de facciones estilizadas — ¿Hola…?— pregunto viéndolo como si se tratara de un alíen, Junmyeon sonrió por ello —Yo puedo llevarte a la facultad de medicina— hablo por encima del bullicio de la sala, el chico lo miro con ojos alegres y de la nada le regalo una sonrisa remarcando un adorable hoyuelo — ¡Eso sería genial! — dijo algo con dificultad en la pronunciación. Con un gesto Junmyeon le hizo saber al pelinegro que le siguiera. Él bajo y le dejo la razón al profesor barbudo de que él se encargaría de llevar al muchacho a su facultad, recibiendo una afirmación y una sonrisa divertida del hombre de espesa barba.

Ya fuera de los pasillos caminando más calmados y alejados del bullicio del aula, Junmyeon observo por encima de su hombro al joven de cabellos negros y se dio cuenta que no sabía su nombre así que amablemente se lo pregunto. El chico lo miro con ojos tiernos y tras volverle a sonreír le respondió —Zhāng Yixing, un placer…uh— titubeo al final y el más bajo sonrió enternecido —Kim Junmyeon— dijo alegre. El pelinegro parecía pensarlo un instante y lo miraba dudando.

—Junm…jun-yeun— Trataba de decirle su nombre pero sus silabas se enredaban y creaban un desastre en sus balbuceos, el castaño exploto en carcajadas —No eres de aquí ¿Verdad? — casi afirmo y por supuesto estaba casi seguro, las facciones del pelinegro eran finas pero también marcadas así que le daba un aire más extranjero. —Uh no, soy de China— “Bingo” pensó el castaño, de ahí sin lugar a dudas venía aquel acento tan gracioso. —Ya veo ¿Y ya te adaptaste aquí? Lo digo porque ya sabes mucho del idioma— hablo certero y bombardeándolo de preguntas.

 El más alto se lo volvió a pensar un rato —Solo llevo tres meses aquí y… sé un poco de coreano, pero aún me en-erdo, enredo con algunas palabras— susurro apenado agachando la cabeza. Junmyeon volvió a reírse por la actitud pasiva del otro —Esta bien, yo te puedo ayudar si quieres— soltó de la nada mientras pasaban por la cafetería. Yixing lo miraba con los ojos abiertos y bastante alegre, exclamo — ¡¿E-enserio?! — El castaño asintió bastante conmovido y sin pensarlo siguió preguntando — ¿Y cuántos años tienes Yixing? — Sin embargo de manera inesperada se lo pregunto en chino y el pelinegro le quedo viendo con ojos bien abiertos otra vez — ¡¿Sabes chino también?! — le devolvió la pregunta en su idioma natal. Junmyeon asintió de nuevo.

Si quieres podemos hablar chino las veces que quieras— siguió con la plática al mismo tiempo que subían unas gradas. Yixing asintió sin para aun con una sonrisa boba en los labios. —Me parece bien Junyeon— dijo y el castaño río al escuchar la mala pronunciación en su nombre — Y por cierto Yeon, yo tengo dieciocho ¿Y tú? — El nombrado río entre dientes por el apodo más corto que el pelinegro le dio, de hecho ni le molestaba, solo le parecía gracioso, ya en algún momento le enseñaría a pronunciar su nombre correctamente, por ahora solo se conformaría con el apodo — Tengo diecinueve, soy mayor que tú, así que puedes decirme “Hyung” o si quieres “Gege” — le contesto de manera alegre mientras seguía subiendo las escaleras.

Yeon gege— susurro. El mayor soltó una risita —Ya vamos a llegar, Yixing— el menor asintió siguiéndole los pasos y antes d que llegaran a su destino, el castaño se detuvo y giro para mirar de frente al poseedor de un hoyuelo —Por cierto ¿Cómo terminaste en la facultad de ingeniería? — Junmyeon tenía aquella duda desde que Yixing dijo que se había equivocado de clase.

Me perdí— le dijo frunciendo la nariz acompañado de un tierno mojin, el mayor de los dos no pudo evitar hundir su índice en el hueco que se macaba en la mejilla del pelinegro, este no se inmuto y solo siguió con su gesto —Eres bastante despistado— le dijo pensando en lo muchos carteles que Yixing habría ignorado en el trayecto que se tomó en llegar a la clase de ingeniería. Luego de eso ambos siguieron con su camino hasta llegar a la facultad de medicina, Yixing le agradeció dándole muchas reverencias y sin fin de sonrisas, Junmyeon solo correspondía a todas sus muestras de agradecimiento, y en el momento menos inesperado el chino le pasa un papel.

¿Qué es esto? — Preguntó al ver un número anotado —Es mi número de contacto ge— dijo simplemente volviendo a sonreír —Es para que me contactes, ya sabes, para que me enseñes mejor coreano— sonrío  rápidamente y con otra venía se perdió por la puerta de su facultad. Junmyeon solo veía el papel en sus manos y por donde el menor había desaparecido.

Y Junmyeon  salió para su siguiente clase con el móvil en las manos mientras tecleaba algunos dígitos.

El número de contacto de “Lay” ha sido guardado.

Junmyeon sonrió al ver la notificación. Ese día el castaño supo que había hecho su primer amigo de manera independiente.

 

Cuando las lágrimas dejaron de caer y Junmyeon dejo de sollozar, Lay fue deshaciendo el abrazo y obligo al mayor a que lo mirara a los ojos. Yixing se encargó de limpiar con la manga de su bata las lágrimas restantes de Junmyeon, el mayor le miraba con agradecimiento, luego de que la cara del castaño estuviera completamente seca el menor de los dos le tomo de las manos y lo miro desde abajo – ya que se puso de cuclillas en frente de la silla del mayor para abrazarlo- le dedico una sonrisa tranquilizadora junto con un apretón de manos

— ¿Quieres hablar al respecto? — Yixing le pregunto dulcemente y no era para menos, él principalmente era quien se encargaba de evitar que el mayor cometiera una locura, el simple recuerdo de Junmyeon en el suelo con los labios morados y un sinfín de pastillas rodeando su cuerpo le congelaba la sangre.

El mayor negó lentamente, no podía pronunciar palabra alguna con el nudo que crecía en la boca de su estómago —Hyung, sabes que puedes contar conmigo ¿Cierto?— Hizo más presión el pelinegro sujetando un poco más fuerte la mano del mayor, no tanto como para lastimarlo, pero si lo suficiente como para que Junmyeon sintiera su apoyo —Hyung…— Dijo suplicante viéndolo a los ojos, él más que nadie no quería que su amigo se rompiera cada día más. Le dolía ver al mayor en ese estado ¿Cuántas veces habían sido ya…?

—Suho por favor— El mayor intento sonreír al escuchar aquel apodo, lo recordaba porque ese mote se lo puso su otro amigo Chino y Yixing al escucharlo por primera vez lo adopto para dirigirse a él en sus tiempos de la universidad porque el menor aun no lograba pronunciar su nombre bien, así que siempre era “Suho hyung esto” o “Suho hyung lo otro” era adorable ver al menor llamarlo de tal manera todo el tiempo.

—Hace mucho que no me llamabas así, Lay — Susurro mientras una de sus manos se dirigía a acariciar las hebras oscuras de su camarada. El menor cerro los ojos al sentir los dedos de su hyung revolviendo sus cabellos —Yixing, creo que a ti te quedaría mejor el apodo, tu pareces más un guardián ahora— hablo despacio dejando de acariciar la melena del pelinegro. El nombrado por su parte frunció el ceño y se levantó de su posición —No digas tonterías hyung. Tú eres el guardián, siempre lo serás— le dijo, no obstante el mayor ya estaba negando lentamente —No Yixing, lo deje de ser hace mucho— Sentenció.

—Pero hyung yo no puedo ser el guardián— siguió insistiendo viéndolo con las cejas contrariadas. Junmyeon también frunció el cejo sin comprender haciendo un gesto que el otro entendió y a continuación se explicó mejor — No puedo ser un guardián porque yo soy un unicornio— le dijo divertido logrando que en bastante tiempo el mayor soltara una carcajada de verdad.

El castaño luego de reírse hasta que el estómago le doliera miro hacia arriba viendo atento a su querido amigo —Es cierto, eres un unicornio— afirmo con una pequeña sonrisa en sus labios, Lay asintió enérgico viendo como este empezaba a tener mejor ánimo — Y los unicornios pueden curar cualquier herida — susurro volviendo a bajar la vista — ¿Lay, podrías sanar mis heridas? — le pregunto con un brillo desesperado en los ojos. Yixing sintió que su corazón se encogía ante las palabras de Junmyeon. — Tal vez… no pueda cerrarte del todo las heridas hyung, pero puedo ayudarte a sobrellevarlo— Lay le dijo firme y con la seguridad siempre manejaba en esas situaciones para con Suho.

El mayor asintió satisfecho con su respuesta balbuceando un “Es cierto, siempre lo haces”. Entre los dos surgió un silenció un poco tenso y aunque Yixing sabía que el mayor ya estaba apaciguando el tema para seguir con una charla cálida, él tenía que hacerle esa pregunta que de seguro bajaría todos sus ánimos al piso de nuevo, pero que, sin importar qué, él debía hacerla a como dé lugar. Así se lamentara después.

—Junmyeon— pronuncio nombre de manera tranquila aunque por dentro los nervios lo carcomieran.

 — ¿Si? — Dijo el castaño de manera juguetona.

— ¿Esta vez por qué fue? — Yixing lo soló de una y noto como todo el cuerpo del mayor se volvía a tensar. Su corazón empezó a temblar y como ya había dicho antes se arrepintió en el acto, pero ya no había vuelta atrás, ahora solo quedaba esperar que Junmyeon le respondiera.

El castaño abrió la boca más sin embargo no dijo nada, el más alto noto como apretaba la mandíbula y lo difícil que se le volvió tragar al castaño —Porque… — volvió a tensarse y se mordió el labio —Porque ella no pudo quedar en emba…— dejo la frase a medias y de la nada Junmyeon abrió los ojos como si hubiera recordado algo, la tensión en su cuerpo se volvió mucho más pesada y las venas de su cuello se marcaron. Lay se quedó quieto sorprendido por lo que veía, Suho parecía que iba a explotar en cualquier momento y antes de que pudiera intervenir el mayor lo interrumpió abruptamente.

—Yixing ¿Podrías hacerme un examen de fertilidad, por favor? — le dice rápidamente mientras se levanta por primera vez desde que llego de la silla del consultorio del chino. Lay le quedo mirando sin entender nada y solo se dedicó a balbucear — ¿Q-que? ¿Ahora? — pregunto desubicado tratando de encontrarle forma al asunto. Junmyeon afirmo ante las preguntas algo perdidas de su amigo y Yixing al verlo tan decidido y aun sin entender nada guío al mayor por los pasillos a las salas especiales para las pruebas de espermas.

Lay abrió la puerta y el mayor entro en él ya sabiendo lo que tenía que hacer. Luego de que se cerrara la puerta y el menor esperara afuera por un lapso de veinte minutos Junmyeon salió de nuevo con frasco en las manos. Yixing lo tomo con guantes y le dijo a su amigo que esperara en su consultorio mientras él iba a revisar su esperma, el mayor asintió aun serio y se marchó. El pelinegro se mordió el labio indeciso.

Ya habían pasado una hora y cuarenta y ocho minutos con nueve segundos desde que Junmyeon estaba en el consultorio de Yixing. El castaño estaba caminado de un lado a otro, en verdad nunca se le había ocurrido que tan importante eran esos exámenes, generalmente él nunca se hacía nada medico a no ser que fuera increíblemente necesario o que Lay lo arrastrara a su consultorio a hacerle exámenes. Dejo de caminar y miraba la puerta con desesperación ¿En qué momento volvería el chino? ¿Por qué se tardaba tanto? ¿Era tan complicado un espermograma? ¡Maldita sea!

Antes de que Junmyeon terminara destruyendo el consultorio  la puerta se abrió de golpe revelando a un Lay bastante apresurado y nervioso, en la mano traía muchos papeles que según el mayor suponía que eran los resultados de sus exámenes. — ¿Y bien? — pregunto ansioso viendo como el pelinegro tragaba fuerte y de sus labios no salía ningún sonido, Junmyeon se empezó a desesperar de nuevo y fue avanzando hasta acorralar a Lay, este solo sentía que si soltaba la lengua iba ser el fin del mundo.

— ¡Yixing, por favor dilo ya! — suplico viéndolo a los ojos. El nombrado se pasó la lengua por los labios resecos y carraspeo antes de por fin decir algo coherente — Hyung eres estéril… lo siento— susurro viéndolo con los ojos fruncidos. El mayor retrocedió varios pasos y se sumergió en sus pensamientos.

Junmyeon pensó en sus ex esposas y las sin fines de promesa de que en la próxima iban a quedar premiadas. Retrocedió más de donde estaba y estuvo a punto de caerse si no fuera por Yixing que lo sostuvo, el castaño miraba a todos lados y se miraba a sí mismo, vio sus manos, sus pies y demás partes de cuerpo, todo ese tiempo fue su culpa, siempre fue él quien evito que sus ex mujeres fueran felices, siempre fue el problema, el maldito problema. Se sintió como una mierda en ese instante, él siempre las apoyaba y decía que no había nada malo en ellas y que tarde o temprano las cosas iban a salir mal, las lágrimas se acumularon de nuevo sin embargo esta vez las derramo de frustración. Pensó en Chorong y en Eunji, en sus rostros de decepción cuando veían el negativo en las pruebas, en lo mucho que lloraron por pensar que estaba defectuosas, en su frustración, en todo. Y se odio, se odio por ser la maldita piedra en el zapato de ellas, por ser la roca que se interpuso en sus caminos y las hizo sufrir.

—Yixing y-yo… soy del asco, yo…— balbuceaba sintiéndose débil, el menor lo miraba con nerviosismo y luego de un suspiro se armó de valor y se dispuso a terminar de contarle —Hyung eso no es todo— susurro sujetando con fuerza los hombros del castaño. Junmyeon lo miro sin entender mientras se limpiaba las tres lágrimas que se le escaparon, ¿Qué más pudieron encontrar en su esperma?  Y luego de la rabia e impotencia sintió un viento helado recorrerle la columna vertebral — ¿Tengo alguna enfermedad grave, Lay? — Dijo frentero.

El pelinegro negó lentamente haciendo que el nudo en el estómago que se estaba formado en Junmyeon se relajara, aunque no del todo porque su amigo no le había dicho con exactitud que más faltaba — Hyung tu eres…— y se quedó callado, aumentando la ansiedad en el mayor — Yo soy que— insistió desesperado por la intriga y por el presentimiento de que tal vez sean malas noticias o lo que sea, no se sentía seguro y menos si Yixing estaba dudoso en contárselo, ¿Era tan grave? ¿Qué carajos tenía? ¡Maldita sea!

—Un doncel, Junmyeon hyung es un doncel— termino la frase con dificultad mientras miraba preocupado la reacción de Suho, este se puso pálido al instante y sus ojos se abrieron a como dé lugar, en un principio pensó que Lay le jugaba una broma pero ver la gravedad del asunto en su mirada le hizo saber que estaba hablando muy, muy enserio. ¿Era un doncel? ¿Él?

— ¿Qué? ¿Cómo? — y siguió boqueando como pez sin agua. Yixing se preocupó al ver como todo el cuerpo del mayor temblaba, dudando de que hubiera sido lo mejor contárselo, ¿Pero hasta cuándo? — ¡Esto es imposible! En los exámenes médicos… en ellos nunca mencionaron, ellos… ¡Maldición! — Lay sujeto de las muñecas a su hyung con precisión notando la desesperación al igual que el miedo que empezaba a cubrir los ojos oscuros del castaño. Yixing dudo de cómo explicarle la situación, de cómo decirle todo en esos instantes.

Pero Lay no tuvo que decir nada, Junmyeon cayó en cuenta de muchas cosas en ese instante, cosas que incluía a las personas que sabían todo sobre de él —Fueron mis padres ¿Verdad? — lo dijo de manera seria, casi cortante y rabiosa, Yixing sintió miedo en ese instante, solo sus más allegados a Junmyeon sabían lo delicado que era la relación de los Kim con su progenitor. El menor se encogió en el lugar — ¿Tú ya lo sabías Yixing? — volvió a preguntar, el castaño no necesitaba saber si fueron sus padres, él sabía que todo ese hecho había sido manipulado solo por ellos quienes tenían el poder suficiente como para llegar a eso.

Lay se sintió pequeño en ese instante, la postura de Junmyeon cambio considerablemente, de un hombre recién divorciado a un hombre de negocios, Yixing odiaba esos cambios bruscos de personalidad que tenía su amigo para esas situaciones y no lo culpaba ya que generalmente todos esos problemas se debieron si o si al descuido del matrimonio Kim.

Asintió desde su sitio ante la pregunta de su hyung, aun encogido y con los nervios consumiéndole el cuerpo. El mayor se volvió a abrochar el buzo, tomo su tapabocas y lo enredo en su cuello. Miro a su amigo chino mientras se acomodaba las prendas y suspiro agobiado ante la imagen de un Lay asustadizo y tembloroso, él no quiso asustarlo, solo paso así y Junmyeon sabía que el pelinegro sin duda lo entendía de cierta forma —Esta bien Yixing, no es tu culpa— le dijo suave regalándole una sonrisa tranquilizadora que hizo efecto al instante.

Junmyeon se encamino a tomar el pomo de la puerta y partir — ¿A dónde vas, hyung? — le pregunto dudoso el más alto aunque este ya sabía de ante mano a donde iría. Suho suspiro pesadamente antes de responder —Ha discutir el tema con mis padres— dijo por fin antes de salir del consultorio y dirigirse al estacionamiento.

Yixing supo desde el momento en que le revelo a Junmyeon sobre su condición como doncel que las cosas en la mansión Kim se iban agitar, y lo que más le temía de ese acontecimiento era sin duda Junmyeon porque siempre es él quien termina lidiando con las cicatrices y las nuevas heridas, siempre es Junmyeon quien termina con el corazón en la mano.

 

Junmyeon conducía como loco, a duras penas y respetaba las señales de tránsito o los semáforos, en esos momentos solo quería llegar a esa enorme casa donde en algún momento de su infancia le llamo “Hogar”. Apretaba el volante con una demencial fuerza y las venas de cuello corrían el riesgo de explotar en cualquier momento. Él podía aguantar muchas cosas de las tiranías de sus padres, pero nunca en su maldita vida les perdonaría lo que acababa de descubrir, joder nunca.

Freno de golpe al estar en frente de las enormes puertas de aquel condominio, tras una inspección por el vigilante y al reconocerlo lo dejo entrar sin chistar. Suho estaciono el auto al lado de la fuente que se cernía en frente de la mansión y con paso apresurado y los nudillos blancos bajo de su carro con dirección al interior del lugar.

Las puertas se le abrieron rápidamente siendo recibido por varías mucamas quienes le dieron una venia de noventa grados expresando sus respetos. Junmyeon les agradeció con una pequeña reverencia y velozmente le preguntó a la ama de llaves que bajaba las escaleras sobre el paradero de sus padres.

—Señora Wang ¿Sabe en donde esta mis padres ahora? — hubiera saludado, enserio que sí, de hecho él es de las personas extremadamente respetuosas cuyos modales dejaban una muy buena impresión en todas las personas que lo conocían, no bastante en la situación de desesperación e ira en la que se encontraba envuelto solo hacía que quisiera despachar a todo el personal a sus casas para que la discusión que tendría con sus padres fuera un poco más privada. A pesar que Junmyeon sabía que todo lo que pasara dentro de la mansión Kim se quedaba ahí, a puerta cerrada y ni los medios o personas ajenas se enterarían de las vidas cotidianas y personales de los dueños.

La señora Wang rápidamente le dio la indicación de que su padre como siempre estaba en su estudio y que su madre en el jardín. Junmyeon le ordeno a la mujer que le dijera a su madre que llegara al estudio de su padre lo antes posible, que era una cuestión que no se podía ignorar. La señora de cabellos canosos asintió rápidamente y salió en busca de la mujer que le dio la vida.

Junmyeon subió las escaleras y paso al tercer piso, se adentró por uno de los pasillos que ya tanto conoce, por ese donde todo es oscuro y solo se aprecia fotografías de ante pasados o fotografías familiares. Fue bajando la velocidad de sus pasos a medida que se acercaba al despacho de su padre hasta quedar a medio camino. Vio la profundidad del pasillo y sin querer los recuerdos de su infancia huyendo de aquellos corredores le pego de frente. Junmyeon agito su cabeza mandando lejos sus temores de niño y siguió con su camino.

Llego en frente de la enorme puerta de madera maciza y con el corazón latiéndole como en una maratón toco tres veces. Espero la respuesta por un tiempo hasta que desde adentro Junmyeon pudo escuchar el “Pase” rasposo y grave de su padre. Tomo aire y con la cara más seria que pudo expresar en ese instante se adentró a la guarida del lobo.

Cuando entro por completo pudo notar que el lugar no había cambiado mucho, solo noto algunas nuevas bibliotecas y ya. Su padre estaba sentado en su escritorio sobre la silla de cuero negro gigantesca, firmaba documentos con su diestra y en sus ojos se colgaba unas gruesas gafas de pasta negra, algunas canas pintaban su cabello espeso y negro. Cuando el hombre levanto la mirada por fin notándolo solo parpadeo unas cuantas veces —Oh, eres tú, ¿Cómo va la empresa? — dijo indiferente mientras volvía a ocupar su atención en sus documentos.

La sangre de Junmyeon hirvió de ira, pero se contuvo. Trago saliva y sus malas palabras, primero debía esperar a que su madre llegara. A los segundo la puerta se volvió a abrir dejando  ver a una mujer alta y delgada vestida en un hermoso vestido, su cabello recogido y su rostro perfectamente pintado. Junmyeon no negaba que su madre sin duda era una mujer hermosa, pero que a pesar de su belleza su corazón se caracterizaba por ser de acero y Junmyeon lo sabía de primera mano.

—Estas en casa, hijo— dijo ella dándole una pequeña sonrisa al pie de la puerta. El recién llegado suspiro dispuesto a iniciar con la charla que venía maquinando desde que salió del consultorio de Yixing.

— ¿Por qué no me lo dijeron? — Lo soltó del sopetón. Ya no quería darle vueltas, a su padre nunca le gusto eso y siempre le enseño que las cosas tenían que hablarse claro y al grano y como tal él lo estaba haciendo en ese instante. Su padre dejo en pápelo y lo miro, se quitó las gafas, luego masajeo sus sienes, mientras su madre lo miro con un ladeo de confusión — ¿Decirte qué, cariño? — le pregunto su madre.

Junmyeon sintió de repente unas horribles ganas de vomitar, su madre nunca fue de decir esas cosas dulces para nadie, tal vez a su padre, aunque lo dudaba, pero a fin de cuentas ella era de las mujeres que odiaba todos esos motes cariñosos. A él siempre le llamo por su nombre o en muy raras ocasiones le decía “Hijo”.

—Ya lo sé. Sé que soy un doncel— en el momento de decirlo tanto la mirada de su padre como la de su madre lo miraron de inmediato, ninguno de los dos demostraba mucha expresión, pero él sabía que había tocado una fibra sensible — ¿Por qué no me lo dijeron? — volvió a preguntar esta vez con más rabia. En verdad se estaba conteniendo. 

—Porque era una vergüenza— Sentenció con voz grave su padre. Junmyeon se quedó congelado en su lugar y lo miro como si se tratara de un desconocido — ¿Q-qué? — Susurro con la voz rota y la garganta seca —Lo que escuchaste— siguió su padre. Se mordió el labio y respiro varias veces para mantener la compostura. Él ya estaba acostumbrado a ese tipo de golpes, si, él ya lo estaba…pero sin importar lo mucho que se repetía el dolor siempre era igual de desgarrador.

— ¿Por qué? — Junmyeon quiso saber, necesitaba una razón, necesitaba algo para aferrarse, necesitaba que sus padres cumplieran con su rol de ser padres. Pero esa posibilidad se derrumbó en el momento que su madre tomo la palabra — Porque no está bien visto que el hijo heredero sea un doncel— Junmyeon la enfrento con la mirada y pudo ver la indiferencia y la burla reflejada en los ojos negros de su madre. Suho apretó los puños al escuchar a aquella mujer quien genéticamente es su madre, ¿Mal visto? ¿En qué época? ¡Maldita sea, si hoy en día los mismos presidentes de su propio imperio eran donceles y la sociedad no colocaba problema!, Ni siquiera la prensa ¿Entonces por qué ellos…?

En la cabeza de Junmyeon empezaron a surgir miles de preguntas, pero de tantas solo se le escapo una — ¿Se avergüenzan de mí? ¿De mi condición? — Pregunto sin aire y con los nudillos blancos. Su madre se rio de manera grosera, desfilo por el salón y se sentó en la silla al lado de una pequeña sala, se sirvió té y siguió con sus sonrisas filudas.

—Lo estamos desde que nos enteramos— volvió a retomar la palabra con acento venenoso la mujer con la taza de té en manos. Junmyeon temblaba en ese instante, estaba que explotaba en ira — ¿Por eso me lo ocultaron todo este maldito tiempo? — no pudo contenerse más, simplemente exploto. Su padre le dio una mirada severa —Claro, si tu no lo sabías, entonces era más probable que la prensa tampoco se enterara— siguió la mujer.

—Y-yo podría darles un nieto— susurro, él en esas dos horas que llevaba sabiendo sobre su condición no había pensado en parir un hijo, pero lo dijo solo para ver como reaccionaban. Cuál fue su decepción al ver que ambos seguían tan estoicos como un muro —Oh cariño lo sabemos, sin embargo, nuestros planes se fueron al inodoro en el mismo instante en que te fijaste en aquella muchachita sin gracia— dijo su madre echando sal ala herida. Junmyeon abrió los ojos sorprendido, él sabía que ellos no aprobaron su primer matrimonio, pero… insultarla y justo ahora.

Simplemente no lo soporto.

— ¡No la vuelvas a mencionar con tu sucia boca, madre! — Le grito a la mujer con la cara roja de ira, ella levanto una ceja elegantemente dispuesta a contestarle, pero la mirada de advertencia que su padre le mando a la mujer la dejo callada. Junmyeon aprovecho ese instante para seguir despotricando sus frustraciones — Si ustedes me lo hubiera dicho desde un principio, yo...yo— se varó en la última palabra, estaba lleno de ira y a la vez el cólera toma partido.

— ¿Qué? ¿Ellas no te hubiera botado? Por favor, abre los ojos, apenas lo hubieran sabido esas mujerzuelas igual te dejarían y quizá hasta nunca hubieran subido contigo al altar— escupió palabra por palabra con su compostura aun estoica y una sonrisa ladina. El más joven de la habitación abrió los ojos horrorizado, como una mujer como ella era su madre, como ella podía disparar a diestra a siniestra contra las mujeres que alguna vez amo.

—Divorciarte de ellas fue la mejor decisión. Ninguna te hubiera servido para tomar el poder de la empresa— sentenció la voz ronca de su padre sin siquiera mirarlo. Junmyeon retrocedió de donde estaba parado y miro a ambos adultos como si fueran extraterrestres ¿Si quiera eran humanos? El estómago de él se estremeció y tuvo en ese instante unas enormes ganas de llorar, pero se contuvo, él no iba darles ese gusto. Apretó la mandíbula y estuvo a punto de gritar muchas cosas sin embargo se preguntó ¿De qué sirve discutir con una pared? Porque eso eran ellos, solo una enorme y gruesa pared que siempre estaba ahí obstaculizando su vida.

— ¿Ustedes no se preocupan de algo más que no sea el poder y el dinero? — les pregunto derrotado y con una enorme estaca atravesándole el pecho. No espero a que contestaran, simplemente Salió de ahí lo más rápido que pudo azotando la puerta de madera. Camino tan rápido que ni siquiera presto atención a su alrededor o si quiera se dio cuenta que ya estaba conduciendo su auto. En esos momentos Junmyeon estaba en automático.

De nuevo en casa el castaño entro con pasos lentos, como acostumbraba se dirigió a su bodega, saco unas cuantas botellas de alcohol, se sentó en aquella silla sin ánimos, destapo el corcho y vertía el líquido en la copa. No se dedicó a contemplar el contenido como anteriormente, simplemente se llevó la copa a sus labios y bebió. Junmyeon bebió como nunca lo había hecho y tenía todo el derecho de hacerlo, no se percató de las lágrimas que caían de sus ojos apagados o de sus sollozos incontrolables. Solo en una maldita semana había recibido las tres noticias más impactantes de su vida. Su tercer divorcio, su esterilidad, su condición como doncel, ¿Dijo tres? Que sean cuatro con el rechazo de sus padres.

Junmyeon literalmente se estaba ahogando en alcohol, las botellas se habían acumulado en su gran mesa de mármol y como era de acostumbrar sus sentidos se adormilaron y cada vez se volvía más torpe. El castaño se levantó como pudo de su silla y tambaleándose intento llegar a la bodega de nuevo, sin embargo sus pies le fallaron a mitad de camino y termino cayendo al piso golpeándose la cabeza.  Junmyeon abrió lentamente los ojos y se dio cuenta que todo giraba, le dolía la cabeza y en general todo el cuerpo, pero ninguno de esos dolores se comparaba con el agujero que se agrandaba cada vez más en su pecho.

Se posiciono de manera fetal desde su lugar en el suelo.

“Abre los ojos, apenas lo hubieran sabido esas mujerzuelas igual te dejarían y quizá hasta nunca hubieran subido contigo al altar”

Las palabras duras que su madre le dijo seguían rondando en su cabeza. Si Chorong o Eunjin hubieran sabido de su condición… ellas lo habrían aceptado ¿Verdad? Cerro los ojos con fuerza e intento no pensar en ello, no pensar en que su madre tenía razón y mucho menos imaginar que tal vez ellas lo dejaron al enterarse de su condición, no, ellas no lo saben al igual que no lo sabe casi todo el mundo. Imaginaba que solo sus padres y Yixing lo sabrían.

No supo cuentas horas estuvo en esa posición ni tampoco se percató en que desde hace unos minutos una pequeña sombra se asomaba desde su mueble de la sala. Era una sombra pequeñita, se acercaba a él de manera lenta y pasitos torpes, como él estando bebido. Mientras más se acercaba la ansiedad de Junmyeon se hacía más grande. Al tener a la sombra a unos pasos de su persona el castaño pudo darse cuenta que era un bebe, no tendría más de un año y pasadas, su cabello era negro y sus grandes ojos lo miraban atento. Junmyeon se quedó quieto ¿Qué hacía un bebe en su casa? Parpadeo varias veces pero él bebe no desaparecía. El pequeñín se acercó mucho más, hasta estar a un paso de tocarlo.

Junmyeon lo miraba atento sin poderlo creer. El niño se sentó en frente de él y le dio una pequeña sonrisa mueca, solo se acercaba unos dos dientecitos en la parte inferior, de la nada él bebe empezó a reír y aplaudir con sus pequeñas manitas. Junmyeon se le quedo viendo hipnotizado, los grandes ojos del pequeño se volvieron dos preciosas líneas y su pequeña boquita carmín solo dejaba ver su sonrisa mueca. Suho acompaño al infante contagiado por su risa inocente. Luego de un rato el pequeño dejo de hacerlo y solo se acercó a él, las pequeñas manos regordetas de él se pasearon por la cara pálida y demacrada de Junmyeon de manera cariñosa, el niño volvió a sonreír y cuando sus dedos llegaron a sus ojos él bebe canturreo una palabra.

— ¡Omma! — la voz aterciopelada del niño atravesó las barreras de Junmyeon hasta resguardarse en su corazón y antes de que pudiera decir algo solo asintió mientras unas lágrimas más caían. La mano del castaño se alzó y se fue acercando al pequeño cuerpo del infante queriendo tocarlo y sentir de que en verdad está ahí,  pero sin poder evitarlo fue cerrando sus parpados quedando en un profundo sueño.

 

La luz del sol se coló por los grandes ventanales de su habitación hasta que golpeo contra el rostro de Junmyeon quien dormitaba en su mullida cama. Poco a poco y por culpa de la molesta luz, los ojos del castaño se empezaron a mover bajo sus parpados hasta que por fin los abrió aun perezoso y adormilado se giró dándole la espalda al sol y sus molestos rayos. Cuando se volvió a acomodar para seguir durmiendo se dio cuenta que estaba en su cama y que según sus últimos recuerdos de anoche, se quedó dormido en pleno pasillo. Junmyeon estuvo a punto de indagar con aquella duda, pero la puerta de su habitación se abrió mostrando a Yixing vestido casualmente y con una bandeja en las manos, donde había un vaso de agua junto con una aspirina.

La respuesta se le fue dada al instante al castaño que sonrió al recibir a su mejor amigo con una mueca por el malestar. — ¿Cómo te encuentras, hyung? — le preguntó el pelinegro entregándole la aspirina y el vaso de agua, Suho se tomó rápidamente la pastilla y se sentó con un poco de dificultad. Junmyeon no dijo nada, solo se quedó mirando al menor. Por su parte Lay le miro con desaprobación —Cuando llegue en la madrugada no esperaba encontrarte inconsciente en el piso en medio de una intoxicación por exceso de etanol, Junmyeon— el mayor supo que se había pasado en tragos y que si no fuera por Yixing tal vez hubiera muerto, otra vez.

—Lo siento Lay, pero…— se calló al recordar las cosas horribles que sus padres le develaron. Yixing esperaba a que el castaño continuara, sin embrago al notar como la mirada del más bajo se ensombrecía, decidió que podía esperar un poco más hasta que el mayor se sintiera más cómodo.

Por otro lado Junmyeon se quedó quieto y su mente trajo al pequeño infante que apareció frente a él en la noche ¿Una alucinación? ¿Algún efecto secundario por su intoxicación? Disperso aquellos pensamientos y luego revivió con añoranza como ese bebe producto de su imaginación o no, le llamo “Mamá” y que al hacerlo una calidez tranquilizadora se instaló en todo su pecho, trayéndole paz y felicidad, sensaciones que ya casi no percibía por los últimos acontecimientos.

Yixing recogió el vaso vació y la bandeja y se encaminaba a la cocina para servirle el desayuno a su hyung, pero este le llamo antes de que atravesara la puerta.

— ¿Lay? — susurro el mayor de los dos desde su cama.

— ¿Si, hyung? ¿Sucede algo? — pregunto el pelinegro desde el pie de la puerta.

Junmyeon se relamió los labios, cerró los ojos por unos segundos y luego de expulsar el aire de sus pulmones se atrevió a continuar con su petición.

—Quiero tener un hijo.

Yixing casi suelta el vaso al suelo, sino fuera por sus reflejos y equilibrio. Parpadeo varias veces y observo a su hyung sumamente sorprendido ¿Había oído bien? ¿Junmyeon quería un niño? ¿Quería tener un hijo?

Lay boqueo como pez fuera del agua hasta que pudo formular una frase decente — ¿Cómo es que…? ¿Estas seguro? — pregunto finalmente, viendo al mayor con suma atención y pendiente de las expresiones del castaño.

—Lo estoy— dijo este mordiéndose el labio — Cien por ciento seguro— hablo con seguridad y una nueva chispa en la mirada. Lay lo noto y se asombró ya que aquella luz se había apagado en Junmyeon desde hace bastante y que simplemente con aquella petición se avivara le hacía ilusión, aunque también tenía mucho miedo.

—Hyung tú vas, emm, tu bueno, vas a…— balbuceo entendible el menor con las mejillas rojas y el nerviosismo creciéndole en el pecho. Junmyeon al principio lo miro sin comprender hasta que capto a lo que se refería, rápidamente las mejillas del mayor se volvieron rojas como dos manzanas maduras y su voz se volvió tartamuda al imaginar lo que probablemente su amigo se planteaba —¡Dios no! — Dijo avergonzado— ¿Q-que no se puede hacer por inseminación artificial? — pregunto aún escandalizado por lo que Lay le dio a entender.

El menor suspiro aliviado viendo con cariño a su mayor —Si hyung, esa es una opción—  Lay le dijo ya más calmado. De nuevo la duda envolvió al pelinegro y ya dejando en la mesita de noche de Junmyeon el vaso y la bandeja, se sentó junto con su amigo — ¿En verdad quieres hacerlo? — Susurro suavemente — Sabes que una vez completado el proceso no habrá marcha atrás ¿Cierto? — le hizo saber.

—Lo sé. Un hijo es para toda la vida— respondió casi con cariño — Y creo que esto es lo que necesito— giro su rostro para enfrentar a su mejor amigo, este le sonrió entendiendo su punto, y continuo — Desde anoche yo… bueno, siento que es lo mejor, siento que es lo que me hace falta— hablaba lento mientras jugaba con sus dedos sin mirar a nada de nuevo.

—Lay yo en verdad quiero un hijo. Tal vez suene una locura ya que apenas me di cuenta hace ¿Qué? ¿Veinticuatro horas? No lo sé y no me quiero fijar en esos detalles, es solo que luego de la discusión con mis padres y recordando mi infancia, yo… yo quiero hacer las cosas bien esta vez, quiero ser diferente a mi madre, a mi padre… quiero darle a ese bebe todo lo que yo no tuve ¿Si? — hablo apresuradamente contándole cada una de sus razones, tratando de explicar lo mucho que quería hacerse cargo de un mini él.

—Porque yo quiero ser una buena madre— finalizo agachando la cabeza y sonriendo con nostalgia, recordando a las pocas muestras de afecto que su madre llego hacerle. Sonrió un poco triste al recordar su oscura niñez. Yixing lo envolvió en un abrazo cálido al escucharlo. Tal vez aquello era lo que necesitaba Junmyeon, tal vez con la llegada de ese pequeño ilumine sus días y alegre su vida finalmente.

—Y lo serás hyung. Sin duda serás la mejor madre.

Esa madrugada Junmyeon lloro por última vez, pero con la diferencia de que esta vez su llanto se debía a la emoción de imaginarse llevar en su vientre a su hijo.

 

 

Notas finales:

¡Lo sé! Me tarde demasiado, creo que fue un mes desde mi actualización. En verdad lo siento y sé que prometí que publicaría semanalmente, pero hablando en serio, no soy de las personas que cumplen con ese tipo de laxos de tiempo.

Mis únicas excusas son los parciales y el bloqueo de escritora que me dio luego de finalizar estos, en verdad me disculpo por ello. Aunque les doy un contenido bien largo 😭 es decir 21 paginas son difíciles de escribir 😲

Creo que a partir de ahora actualizare sin fecha ni un tiempo estimado, en otras palabras, ténganme fe y mándenme mucha inspiración para que publique “Rápido”, enserio intentare cambiar este mal hábito, solo denme ¿Tiempo?

Gracias por sus mentarios ¡Me dieron mucho animo para continuar!

¿Y qué tal les pareció la vida de Suho?

Amen a Lay 😍

Y con esta se acaba las introducciones y ahora si siguen los capítulos como tal, prepárense para ver a un Sehun exagerado y nervioso y a un hormonal Junmyeon 7w7 okya, solo quiero decir que el romance de estos dos va a ser algo lento uwur como para darle más drama y toda la cosa (Bueno no, amo ver a Sehun sufrir XD)

¿Si escucharon la canción que les recomendé al inicio? ¿Qué tal les pareció?

¡Saludos y nos vemos… dentro de poco, creo y espero, con el primer capítulo!


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