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Rematando a Hanamichi por arcasdrea

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Rematando a Hanamichi
by Arcasdrea
Capítulo Dos

Ahí estaba, nueve en punto de la mañana parado en medio de la cancha, con el bolso a la espalda y las manos en los bolsillos. Analizando una y otra vez las razones qué tendría el zorro para haberlo comprado en la subasta, pero solo llegaba a una conclusión: ese estupido Kitsune me quiere humillar. Quiere jugar conmigo.

A lo lejos pudo ver la figura durmiente del zorro, pedaleando por inercia en su maricona bicicleta rosada. Ni compasión le tuvo cuando éste se llevo por delante uno de los postes de la cancha y menos fue a socorrerlo. Rukawa se levantó como si nada hubiera pasado, parece que estaba más que acostumbrado a los choques, y fue a dejar su bicicleta a las gradas de la cancha.

- Idiota – fue el saludo de Hanamichi, cuando Rukawa llegó hasta él.

- Do’aho – fue la respuesta.

El pelirrojo se comió las ansias de golpearlo. No sabía por que razón estaba ahí, simplemente no podría haber ido, para qué molestarse llevar a cabo con el contrato de la subasta, de servir a Rukawa 24 horas, está bien... era una responsabilidad moral con su curso y él dio su palabra de hacerlo. Pero maldita sea, es Rukawa quién pagó por él en la subasta, su más odiado rival.

- ¿Qué haremos? – pregunto luego de algunos minutos de incómodo silencio. Ya se estaba impacientando.

- Jugar... – se inclinó a sacar de su bolso un balón, y driblándolo tranquilamente se encaminó hasta uno de los aros.

- Por qué no me sorprende? ¬¬ ... Será... – murmuró el pelirrojo, alzando los brazos con fastidio.

El encuentro desde el principio fue fome. Más que nada porque el pelirrojo no le ponía nada de su acostumbrado ánimo. No saltaba para los rebotes; marcaba a Rukawa, pero apenas éste lo pasaba Hana lo dejaba ir a encestar, quedándose parado mirando . Cuando él era quien llevaba el balón se lo dejaba quitar fácilmente,y ni se preocupaba de correr tras el zorro para recuperarlo. Así estuvieron por casi treinta minutos, hasta que el pelinegro cabreado de todo eso, le lanza el balón en la cara a Hanamichi.

- Juega... – dijo entredientes

- Maldito zorro, me ha dolido! – ladró Hanamichi, mientras se sobaba la cara.

- Juega... – repitió el zorro haciendo caso omiso a la hinchazón de la cara enrojecida del pelirrojo.

- No lo haré!... no tengo deseos de jugar! – giró sobre sus talones y se dirigió hasta su bolso, de donde sacó una botella de agua. Vertió todo el contenido sobre su cara y cabello. Tambien pasó a mojar parte de su camiseta. Rukawa bufó con fastidio y se encaminó hasta su bolso tambien, tomó un poco de agua y luego tomó su bicicleta.

- Tú pedalearás hasta casa – ordenó a Hanamichi, que lo miraba con cara de “te mataré” y con los brazos en jarra.

- Ahora soy tu esclavo... no?

- Eres mio por 24 horas, apenas llevamos 30 minutos – le recordó.

- Dios, ni sé por qué sigo con esto – alzo los brazos al cielo, como quien pide clemencia – mira Rukawa – lo señalo amenazante con su indice – tratemos de que esto resulte lo más agradable posible, así que te pido que no me jodas.... entendido?

- ... – el pelinegro solo alzo los hombros.

- Lo tomaré como un sí – y acto seguido le arrebato la bicicleta al zorro sin ninguna delicadeza, se montó en ella y con un gesto de cabeza le indico que se montara tambien. Así lo hizo Rukawa. Se sentó tras Hanamichi, y envolvió el torso de éste con sus brazos, para afarrarse mejor y no caer en la carrera. El pelirrojo bufó molesto.
El viaje fue callado, incómodo para Hanamichi, quien está acostumbrado a la conversación. Rukawa solo le hablaba para dar pequeñas indicaciones para llegar hasta su casa. Él obedecía gruñendo cosas inentendibles.

- Sigue derecho, la casa es la 450.

- Mmfphsf!...- luego de unos cuantos pedaleos – zorro llegamos, bajate! – pero el zorro se habia quedado dormido en su espalda – teme! – y de un solo manotazo lo aventó contra el pavimento – hahahahahahahahahahahahahahaha!

El zorro lo miraba con cara de pocos amigos desde la acera.

- Así que esta es tu cueva zorro, es bastante grande – Hanamichi admiraba la gran casa de un piso, con mucho ventanal para aprovechar la luz natural, la fachada era de piedra, ladrillo y madera, techos y formas asimétricas, con un hermoso y amplio antejardin, en resumen una joyita arquitéctonica – con razón pagaste tanto, estás forrado en billete, eh?

Kaede que ya se habia parado, estaba frente a la puerta principal ya abierta, esperándolo para entrar. Lo habia dejado hablando solo.

- Como lo odio – murmuro para si, mientras se encaminaba hasta la puerta.

La sala estar era amplia, con sillones de cuero negro y muebles de madera oscura, que contrastaban pulcramente con las paredes blancas. Los cuadros le daban un toque mas alegre al predominar en ellos el color rojo. Algunas plantas le daban vida a la habitación. La cocina era grande, blanca pero con mesones de granito negro. Todos los electrodomesticos en acero inoxidable. Siguió al zorro hasta su habitación, ademas de esa habia una más, que estaba adaptada como un despach según mencionó el zorro, pues estaba cerrada. Ya en la habitación, Rukawa le señaló el baño.

- Tomate una ducha primero. Te traeré toallas – y se retiro del baño.

- En la ducha cabe el equipo completo – se admiró el pelirrojo de aquella jaula inmensa de vidrio. Así se comenzo a deshacer de la ropa que llevaba puesta y se metió bajo el chorro de agua tibia que Rukawa le habia dejado abierta. Estuvo su buen rato disfrutando del agua, se limpio los cabellos primeros, con un shampoo que coincidentemente era el mismo que él usaba, luego se lavó el cuerpo con un jabon que olía a Coco, como el suyo en casa – ni que con el zorro tuvieramos los mismos gustos – comento ante las coincidencias.

Cuando salió de la ducha (calato, calato!) se encontró de frente con el zorro.

- Ahhhhhhhhhhhhhhh!!!!

- No grites de esa manera – lo reprendió – toma – le extendió dos toallas y lo dejó solo en el baño.

..o0ooOoo0o..

El pelirrojo deambulaba en la cocina de un lado a otro preparando el desayuno, pues ni uno de los dos lo habia comido antes, mientras Rukawa estaba viendo la television recostado en uno de sus confortables sofás de cuero, después de haberse duchado tambien. Hanamichi habia sido previsor al llevar ropa en su bolso deportivo y así no tener que perdirle prestado a su anfitrio.O era dueño.Sacudió la cabeza para espantar esa ridícula ocurrencia.

- Zorro! – le grito desde la cocina para hacerse oir.

- Mm...

- Vives solo?

- Mm...

- Es que como no hay nadie mas en la casa ademas de nosotros dos...

- Mm...

- Hablar contigo es un fastidio – reclamo el pelirrojo por la falta de atención, y se dedico a lo suyo.

A los pocos minutos, ambos comían con premura.

- Está bueno? – pregunto Hanamichi con la esperanza de dar un pie a alguna conversación, pero el pelinegro solo alzo los hombros mientras tragaba verdura salteada – eres insoportable! – soltó el pelirrojo enrabiado, tirando los palillos con fuerza. Tomó sus cuencos de comida y se fue a la cocina, donde empezó a fregarlos con fuerza. A los pocos minutos, otros dos cuencos cayeron en la lavaza.

- Lo siento, Hanamichi. Pero es que no se cómo actuar contigo.

- Te estas disculpando Kitsune?

- No soy bueno para esto, no me lo hagas mas díficil – Rukawa lo miraba con desaprovacion, Hanamichi se puso la mano en la boca para no reirse a carcajadas – pero es que nos hemos llevado mal por dos años, cómo quieres que de un momento a otro hablemos como si nada?

- Entonces... por qué me compraste? – Hanamichi cerró la llave del lavaplatos y se acomodó mejor en la encimera, recargando sus brazos en ella, al tiempo que le daba la espalda a la misma.

- Por capricho... – contesto alzando los hombros. Luego de unos interminables segundos de silencio,o mas bien de dejar atónito al pelirrojo, la respuesta de Hanamichi, fue un golpe bien dado en plena cara.

- IDIOTA! MAL NACIDO! SABIA QUE ERA PARA HUMILLARME! Y YO CREYENDOME TU DISCULPA! – Rukawa lo calló dándole otro golpe. El pelirrojo respondió con otro, que fue seguido por otro en el estomago. Y así, golpe tras golpe, se enfrascaron en una titánica batalla campal en la cocina.

..o0ooOoo0o..


- Con cuidado, Kitsune.

- No lo hago tan fuerte.

- Duele mucho.

- Tú te mueves mucho.

- Porque no eres cuidadoso.

- Tú saliste muy delicado.

- No es así, soy fuerte.

- Pero lloras como niña.

- Vamos a comenzar otra vez?

- do’aho!

- A QUIEN LE...AUCH! – Hanamichi se alejó bruscamente del cotonito impregnado en yodo que el kitsune le presionaba sobre su ceja cortada.

- Te dije que te movías mucho.

Ambos estaban sentados en la cama de Rukawa, sentados fente a frente, con varios implementos de botiquín desparramados a su alrededor. La batalla campal habia terminado con ambos tirados exhaustos, cuan largos eran, en el frio piso de la cocina.

Estaban peor que membrillo colegial, y ya ninguno de los dos podía levantar brazo alguno como para golpear al otro, por lo que acordaron una tregua. El resto de las 24 horas las pasarían sin discusiones, sin golpes o insultos. Pero por instinto al parecer no durarían mucho.

- Gracias Kitsune – agradeció Hanamichi mientras se paraba a observarse los moretones que tenia en el torso frente a un espejo. Rukawa asintió con la cabeza en respuesta – qué haremos ahora?, no tengo ninguna gana de hacer algo doméstico.

- Pues... yo tenía una larga lista – Hanamichi lo miro con cara de espanto – vamos al centro comercial, debo comprar algunas cosas. Me ayudaras a cargar.

- Será... – dijo su palabra de resignación, pero de repente lo miro con espanto otra vez – y saldremos así de golpeados.

- Mmm – el kitsune se lo penso mejor, él tenía un ojo levemente hinchado y la comisura de labio cortado y Hanamichi no estaba mejor. Se dirigió a su closet y extrajo unas cosas de allí – toma – era un gorro con vicera y un par de gafas – con esto ocultaremos en algo nuestros golpes.

- Eres muy astuto zorro – dijo el pelirrojo mientras se acomodaba las gafas estilo aviador y el jockey negro.

- Do’aho! – dijo Rukawa saliendo y dejándolo sólo en la habitación.

- Ahg! Te odio! – y dió un portazo saliendo tras él.

- Para dónde vas? – le hablo el pelinegro al ver como el pelirrojo salía presuroso por la puerta principal.

- No iremos en tu bicicleta?.

- Do’aho. Queda muy lejos como para ir pedaleando. Ven – con un gesto de cabeza le indico que le siguiera. Se adentraron en la cocina y a través de una puerta lateral, llegaron hasta una cochera, donde un jeep todo terreno los esperaba.

- Fyuuu!!! Está de lujo, zorro. Es tuyo.

Rukawa asintió con la cabeza mientras desactivaba la alarma del vehículo y se subió rápido al lado del manubrio. Hanamichi, un poco cabreado con la falta de comunicación se subió donde el copiloto haciendos morros.

- Sabes... hablar contigo es irritante – le comentó una vez se hubo puesto el cinturón de seguridad, imitando a su compañero que ya habia arrancado el motor y abierto la puerta de la cochera con un comando a distancia.

- Yo no hablo – comentó Rukawa, dando marcha atrás.

- Exacto!... no sé como todas las chicas del instituto están locas por ti, si eres un antipático.

- Como si me importara.

- Eso es lo otro... ¡nada te importa!..., eres irritante. Nada te importa, nada te apasiona... NO TIENES VIDA KITSUNE... no te conosco a ningun amigo, vives solo, estás forrado en dinero por lo que veo, pero no disfrutas nada, ni siquiera la comida la disfrutas, siempre con tu cara de cyborg... cómo puedes ser feliz así?

- Y qué te puede importar a ti como yo viva? – pregunto en un tono amenazante, sin despegar la vista del camino.

- Lo mismo me pregunto – movió los brazos en una actitud demasiado teatral, para luego cruzarse de brazos y acotar – no sé ni por qué te lo pregunto, si te odio – se volteó a ver el paisaje. El silencio incómodo entre los dos volvió a reinar.

..o0ooOoo0o..

- Hace hambre! – se quejó infantilmente Hanamichi al sentir su estomago rugir. Rukawa lo miró de soslayo con desaprobación y siguió caminando, haciendo caso omiso del comentario – oye… por lo menos si me tienes como mula de carga, dame de comer.

- Camina y no te quejes – espeto él con molestia, antes de entrar a una tienda. La trigésimo novena que visitaban esa mañana.

- Tiraré tus bolsas por aquí! – Hanamichi coloco las chorrocientas mil bolsas que cargaba a colgar amenazantes hacia el primer piso. Se hallaban en el tercer piso del centro comercial, toda la gente de pisos inferiores comenzó a señalar y a murmurar al ver la locura que quería cometer aquel pelirrojo.

- Ni se te ocurra retrasado mental!!!! – él corrió a salvar su bolsas de compras, pero Hanamichi fue mas rápido y logró alejarlas de su alcance.

- Comida! – gruño él en un tono prehistórico.

- Está bien, te llevaré a comer, idiota.

- Jajajajajaja gané... – murmuró con un dejo irónico al pasar junto a él, para hacerle enojar demostrándole que él era quien manejaba la situación (después de todo).

Hasta el momento, esas habian sido las unicas palabras que habian intercambiado. Mientras observaba a Hanamichi devorar una hamburguesa en tiempo record, recordó algo que se le habia quedado en su lista de compras. Aunque era un tanto humillante teniendo al pelirrojo como compañeros de compra, pero que importaba, él era el rey del hielo, a él no le importaba nada. Y como un flash mental recordó las palabras dichas por el pelirrojo en el auto. “Nada te importa, nada te apasiona...”. Suspiró cansinamente y se levanto de la mesa.

- Vamos – dijo categóricamente. La última papa frita de la justo pasaba a mejor vida en el estomago de Hana, por lo que tomó las bolsas y lo siguió sin emitir comentario.

Entraron finalmente en la tienda que era de ropa interior masculina, y aunque el pelirrojo se quedara pasmado viendo la vitrina, Kaede lo solucionó con un Do’aho.
Los dependientes les atendieron con alegria, Rukawa levantó una ceja al sospechar que eran un tantillo “locas”. Hanamichi intento huir, pero el pelinegro lo agarró del cuello de la polera.

- Tú te quedas aquí, no me dejes solo – le siseó por lo bajo y los vendedores, creyendo lo que no es, dijeron a la par “no se preocupen, no es primera vez que un par de novios vienen elegir su ropa interior”.

- NO SOMOS NOVIOS!!!!!! – fue el rugido de ambos, colorados hasta las orejas.

- Ehhh… cuando hayan decidido, nos llaman… – los vendedores buscaron refugio tras el mostrador.

- Cómo se te ocurre traerme a este lugar, con ese par de “locas” – Rukawa pasando olimpicamente del comentario se dedico a buscar prendas, mientras Hana, desparramándose en un sillón, intento tomar una siesta reparadora. Pero no paso mucho tiempo hasta que fue importunado por el pelinegro.

- ESTAS LOCO HOMBRE… NO LO HAREEEEE!!!! – grito Hanamichi luego de que Rukawa le dijera algo.

- Si lo harás, do’aho– dictaminó él, colgándole en los brazos una decena de prendas.

- Epa! Epa! Epa!... yo soy tu acompañante, no tu maniquí personal – a los vendedores se le iluminaron los ojos al escuchar la palabra “acompañante”.

- Pero yo te compré por 24 horas, tú debes servirme – insistió enarcando una ceja con aire superior. Los vendedores se desmayaron tras el mostrador al escuchar las palabras de Rukawa. Ese pelirrojo era un puto. Memo: preguntarle al pelinegro el número del pelirrojo y cuánto cobra por los servicios.

- Me niego, me niego, me niego, me niego, me niego, me niego,… ME NIEGOOOOOOO – botó las prendas al suelo, al mismo tiempo que hacia berrinches. Los dependientes los miraban entre estupefactos y divertidos.

- C O B A R D E – esa era la palabra prohibida para Hanamichi, su sola pronunciación causaba los más bajos instintos en el pelirrojo.

Hanamichi tomó una a una las prendas desparramadas y se metió a un probador. Rukawa se sentó en el sillón que ocupara el pelirrojo antes, y esperó pacientemente a que éste hiciera acto de presencia, pero iluminándosele la ampolleta, prefirió ir hasta donde los vendedores y decirles algunas palabras, que no sabemos porque, pero iluminaron sus rostros. Dentro del probador Hanamichi maldecía una y otra vez al zorro por obligarlo a esto. Cuando ya se hubo probado la primera prenda y tomando una gran bocanada de aire para espantar la verguenza que se le habia acumulado en la cara, salió del probador. Pero apenas puso un pie afuera, una lluvia de flashes fotográficos cayó sobre él y se escucharon cientos de grititos de emoción. Hanamichi palideció de golpe. Frente a él estaban muchas mujeres viéndolo lujuriosamente, y con cámara en manos algunas.

- Aquí tenemos a nuestro modelo, señoras. Él nos muestra una de nuestras últimas exclusividades en boxers de la coleccion primavera-verano – uno de los vendedores, micrófono en mano, animaba un improvisado desfile de modas con un único modelo, y todo gracias a la perversa mente del Kitsune – este modelito señoras, será la delicia de vuestros esposos, y por supuesto de ustedes tambien.

Hanamichi estaba petrificado, ante tanta vieja verde. No atinaba a nada, solo miraba con ojos de huevo, como le sacaban foto tras foto. Pero de repente lo vio, ahí, sentado en el bendito sofá donde antes estuviera él. Sentado como todo un mafioso, con la cara seria, pero con una leve mueca de superioridad. Por algunos segundos se desafiaron con la mirada, hasta que en la boca del kitsune se dibujo algo increíble, pero que para el pelirrojo en esos momentos le sonó a burla. El kitsune le estaba sonriendo.


Notas finales:

El capitulo dos los tenía terminado hace bastante tiempo. Cuando lo escribí como supuse que estaba quedando fome con tanta descripción, decidí agregarle la parte final, que a mi, por lo menos me hizo tronchar de la risa imaginándome la situación.

Muchas Gracias por los comentarios. Me alegra que les haya gustado tanto leerlo, como a mi me gusta escribirlo.


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