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Rematando a Hanamichi por arcasdrea

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Rematando a Hanamichi
by Arcasdrea
Capítulo tres


Estaba pasando lustramuebles con un paño, energicamente. Quién lo viera pensaría que en cualquier momento la vitrina se vendría abajo por la fuerza que aplicaba el pelirrojo. Ya habia acabado con el comedor, la cocina y el baño. Ahora se encargaba de la sala de estar. Rukawa lo habia puesto a limpiar.

El pelirrojo gritó hasta por los codos contra un impávido Rukawa, en el centro comercial. Harto de su pasotismo, volvió a los vestidores a ponerse su ropa, no sin antes ladrarles a todas esas viejas verdes, que la funcion había acabado. Con la cara de demonio que les dedicó, todas dejaron desierto el local en tiempo record. Los vendedores tambien se esfumaron.

Camino al auto la cosa fue peor, el pelinegro fue quien cargó con las cosas hasta él, seguido de un serio mono rojo, el aura del pelirrojo era muy negra, todos en su camino se hacian a un lado, por instinto. Ya arriba del vehículo, siguió con cada quien en su mundo, no hubo música, charla, ni siquiera miradas. No sé si Ruakawa se arrepentía o no por lo que le hizo, pero no le dirigió la palabra en todo el trayecto, ninguna explicación, excusa, mucho menos una disculpa, solo una vez llegaron a casa, le indico que debía limpiarla, luego de eso se encerró en su habitación. Hana supuso que para dormir.

Su maldita moralidad y nobleza lo llevo a seguir con el trabajo que le impuso el acuerdo de la subasta. ¿Por qué simplemente no agarraba sus cosas y se iba de ahí?... ¿Por qué sus padres lo habrian criado tan bien?... ¿Por qué?... Porque era un idiota con alto nivel de responsabilidad y ética. KUSO

En parte el autoencierro del zorro en su habitación, le permitió que el cabreo con él se le pasara, pero no evito que lo maldijiera por treinta minutos. Mientras aseaba aprovecho de ver con mas detenimiento el lugar. Lo que más le extraño fue el no ver fotos. Su madre se encargaba de tener atiborrada su estancia de fotografias familiares, de antaño y actuales, por eso le sorprendía que el zorro no. Sin embargo, ¡que va!, que el zorro hiciera la mierda que quisiera con su vida y sus cosas. Terminó de pasar la aspiradora por la alfombra y los sillones, luego de guardarla en la cocina, volvió a la estancia para ver que le faltaba por asear. Hizo un barrido rápido con la mirada, hasta que su vista se topó con la puerta que estaba a un costado de la puerta de la habitación del pelinegro. Al fondo del pasillo.

Agarró el azafate con las cosas de aseo, y se encaminó hasta allá. Al tratar de girar el pomo de la puerta se dio cuenta que estaba con llave. Volvió sobre sus pasos y en la cocina dio con un manojo de llaves que estaba sobre el refrigerador, como era alto no le costo dar con él. Alguien de menor tamaño, hubiera estado horas buscándole, al parecer habian sido puestas ahí con esa intención, no ser encontradas. Regreso y tentó a la suerte, a la cuarta llave que probó, la cerradura cedió.

Entró en el despacho lentamente, como quien tiene la sensacion de entrar en un lugar sagrado. Con algo de miedo y ansiedad, casi a hurtadillas. El lugar estaba sumamente iluminado con luz natural, tuvo que pestañear varias veces para acomodar su vista al encandilamiento inicial.

Era una habitación amplia y rectángular, cuyo fondo era adornado por un ventanal de tope a tope, por lo que detrás de las cortinas de velo se podía vislubrar el imponente y bien cuidado patio trasero. Delante de este ventanal, se veía un escritorio de sólida madera oscura, donde estaba un laptop gris apagado, pero abierto, y con un sillón de cuero de alto respaldo. Al costado izquierdo se apreciaba una gran biblioteca, atiborradas de distintos libros y colecciones. Algunos trofeos y medallas, todas de basquetball, así que supuso que todos eran de Rukawa. Al frente de esta biblioteca, en la pared contraria, había un escritorio de dibujante, con algunos bosquejos al carboncillo. Algunos eran solamente árboles, otros eran paisajes, pero el que más le impresionó al pelirrojo, era uno de Kanagawa visto desde arriba. Tras el escritorio, la pared estaba plagada de fotografías enmarcadas, algunas en blanco y negro, otras en sepia y las menos a color. Algunas de paisajes, otras retratos artísticos, o simplemente detalles de la vida cotidiana. Como una que mostraba (en blanco y negro) una larga calle, con sus señales de tránsito y los letreros de las tiendas y la gente que la transitaba que, por la rapidez que llevaban, salían difuminadas en primer plano, logrando solo resaltar la nitidez en las cosas que componían la calle como fondo. Era una foto simple, pero de gran belleza y que a Hanamichi le tuvo bastante rato embobado.

Sacó el plumero y empezó a desempolvar la biblioteca. Las repisas ocupaban tres cuartos de pared, el cuarto inferior eran gabetas, en donde tambien se metió a intrusear, en sus primeros intentos solo halló más libros, carpetas, portadocumentos, en la ultima se topó con algunos álbumes de fotos. Entre estos encontró unos de gran tamaño (A3 si quieren que sea mas precisa) donde habían más fotos como las enmarcadas en la pared derecha. En la gabeta de al medio, se encontró con tres cámaras fotográficas. Dos dígitales de bolsillo, una más pequeña que la otra y que cualquiera puede poseer, y una cámara reflex; que para el ojo inexperto de Hana solo era una cámara más cool que las dos anteriores.

- Así que el zorro es aficionado al dibujo y la fotografía... quien lo diría – sonrio burlonamente.

Cuando ya satisfajo su curiosidad, las devolvió ordenadamente a su lugar, pasándoles el plumero antes. Terminó con la repisa luego de 20 minutos, pues se dió el trabajo de limpiar libro por libro. Luego de eso paso un paño por las fotografias enmarcadas, para posteriormente ir a pasarlo por el escritorio de madera.

Estaba entretenido sacándole lustre a la madera, silbando su cancioncita del “tensai” cuando su curiosidad lo llevo a mirar como un gato ante la pescaderia, los cajones de este mueble. De los seis cajones con los que contaba el mueble, solo uno llevaba llave. En los otros cinco encontró más papeles, si no artículos de escritorio. Cuando llegó al sexto, trató con todas las llaves del manojo, pero ninguna abrió la cerradura. Frustado se echo en el respaldo de la silla de cuero. Desanimado paseo la vista por el escritorio, hasta que dio con una pequeña caja de plata a un costado del computador personal. Para dicha de su curiosidad adentro habia una llave. El cajon cedió al instante, encajo perfectamente la llave en la cerradura.

Sacó de su interior una serie de cuadernos y carpetas, nada de interes a medida que los fue revisando. Pero al fondo, halló algo que le llamo la atención: una croquera. Estaba dispuesto a abrirla cuando la voz de Rukawa tronó en el lugar, notablemente enfadada.

- QUÉ HACES, DO’AHO?

Hana saltó de su asiento producto del susto, y con ello se cayó la llave y la croquera al suelo.

- SAL DE AQUI!!!!! – el aspecto de Rukawa era de temer, los ojos agrandados, la cejas levantadas y arqueadas, la quijada encajada, su cuerpo tenso, sus puños tan apretados que sus nudillos estaban blancos, era la personificación de la rabia y la furia. Sus ojos chispeaban enojo desenfadado.

Hanamichi atemorizado intento levantar las cosas que habia botado, más un segundo grito de Rukawa, le dijo a su instinto de supervivencia que era mejor salir de ahí rápidamente. Tomó el azafate con los productos de limpieza y el manojo de llave, y ocultando la mirada de la de Rukawa cuando paso por su lado, salió del despacho lo más rápido y torpemente que pudo. No quiso mirar atrás hasta llegar a la cocina, pues sabía que el pelinegro le seguía los pasos. Sentía su mirada taladrarle la espalda. Era como sentir un toro furioso antes de la embestida. Primera vez que le tenía tanto miedo a alguien, y aún más al zorro. No bien, ponía las cosas sobre la encimera de la cocina, que escucho a sus espaldas: - No quiero que vuelvas a entrar ahí – la voz era suave, pero profunda, amenazante, dicha por un demonio – por ningun motivo vuelvas a entrar ahí... dame las llaves!

Con lentitud el pelirrojo se volteó hacia el pelinegro. Hanamichi presa de los nervios, dejó caer el manojo de llaves cuando su mano se acerco a la que el pelinegro le extendía con exijencia.

- Recógelas – ordenó esta vez el zorro, con una cara seria, los ojos opacos. Si Hanamichi fuera un cachorro, tendría la cola entre las patas, producto de esa mirada fria e intimidadora puesta sobre él.

Luego de recogerlas, ocultando su mirada de la del ojiazul, se las extendió tratando de controlar sus nervios. Rukawa las metio en un bolsillo de su pantalón y cuando hacia el ademan de retirarse de la cocina, escucho sorprendido las palabras murmuradas por Hanamichi, quien aun no se incorporaba.

- Ahora estamos a mano...

Cerró la puerta tras él, y se dirigió rápido al despacho. Puso el seguro a la puerta y se fue a sentar en el sillón tras el escritorio. Afuera la posición del sol indicaban las cuatro de la tarde, los pajaron cantaban y muy lejos se escuchaban algunos vehiculos pasar. Mas dentro de la habitacion, todo era silencio. Soltando un suspiro profundo, cayó derrotado en el respaldo, cerrando los ojos. Se refrego con cansancio el tabique nasal, sentia una gran opresion al medio de la frente que quiso disipar con este gesto. Aspiro fuerte varias veces, tratando de controlar su respiracion. Permanecio asi, varios minutos, parecia que dormitara.

Se incorporó lentamente para recoger la llave y guardarla en su caja de plata y después recogió la croquera. Pasó sus dedos por la cubierta, analizándola detenidamente con la mirada, al parecer habia llegado justo a tiempo antes de que el pelirrojo examinara su contenido. Soltó otro pesado suspiro y la guardó en el cajón en donde paso el seguro. Su secreto estaba a salvo.


..o0ooOoo0o..


Hanamichi estaba viendo televisión o mas bien, uno creia que la estaba viendo, pues en realidad estaba cabeceando del sueño en el cómodo sillón, habia terminado con todo el aseo y hasta tenía la cena lista en el horno. Quien hubiera creído que este muchachito fuera tan diestro en lo doméstico.

De improviso, un balón de basquetball golpeó en su estomago.

- Levantate, iremos a jugar! – la voz sin emocion de Rukawa le llegó con más sorpresa aun.

- Maldito zorro! – siseó el pelirrojo a medida que se iba poniendo de pie, agarrando el balon que Rukawa le lanzara con la izquierda y sobandose la panza con la derecha.

- Ambos nos debemos algo... así que lo compensaremos con un uno a uno.

- Qué diablos dices? – Hanamichi le lanzo el balón a la espalda de Rukawa que ya estaba en direccion a la puerta de salida – yo no te debo nada!

- Uno: jugaste pesimo en la mañana; dos: yo te hice la broma en la tienda – a medida que iba enumarando lo acompañaba mostrando los dedos de su mano derecha- ; tres: te metiste en mi escritorio sin permiso; y cuatro: te compré en la subasta... suficiente?! – pregunto con arrogancia para rematarla.

Hanamichi quedó lelo por las palabras del Kitsune, mejor dicho por “tantas” palabras del Kitsune. Pero después de un rato se largo a reir en estruendosa carcajada. Rukawa lo miraba sorprendido, él lo desafeaba y el torpe se reía. Cuando le iba a reprochar su actitud, el mono se incorporo, se enjuago las lagrimas incipientes de sus ojos y le dijo en tono burlesco: - Yo conosco una mejor manera estar a mano... además esta anocheciendo... y no hay canchas iluminadas cerca. Sería un desperdicio salir.

- Cuál sería tu método, do’aho? – cruzo sus brazos y ladeo su cabeza esperando la idea coherente del do’aho.
Sientate en el comedor, ya vengo! – corrió a la cocina, el zorro mientras se sentaba lo escucho trastear. Escucho gabetas abrirse y vidrios moviendose. En segundos, lo tenia sentado frente a si, con dos vasos y cuatro botellas de sake dispuestas en la mesa – mi método zorro es sacar a flote la verdad.

- Con sake?

- Los niños y los borrachos dicen la verdad. Por lo tanto el método consiste en emborracharme antes de que yo lo haga contigo. Por que si no sabre tu verdad.

- No entiendo tu estupidez...me iré a dormir – hizo el ademan de levantarse, pero la fuerte mano de Hana en su brazo se lo impidio.

- El juego consiste en que cada uno hace una pregunta por turno, quien se niegue a responder debe beber un trago en penitencia. Si deseas hacer otra pregunta, sin respetar el turno, tambien debes beber en retribucion. Es simple, no?

- Es beber por beber – señaló despectivo.

- No, es beber para saber – una sonrisa burlona adornó la cara desafiante del do’aho – por lo que te conosco y por como te sulfuraste cuando me hallaste en tu despacho, supongo que escondes muchas cosas – Rukawa sintió que el suelo se abría bajos sus pies. Cuando el do’aho se volvió tan perspicaz – y por la cara que acabas de poner lo confirmo. Jajajajaj – Rayos. Después de la risa, la voz del ojimiel bajó gravemente - Yo tambien tengo muchos secretos, que ni Yohei ni los chicos saben, por eso... te desafio a saber mi verdad, antes de que yo descubra la tuya – el tono de voz bajó aún más, a un tono hipnotizante, seductor - Enfrentemonos a lo que más le tememos, Kitsune – Rukawa veía atento el brillo en los ojos de Sakuragi – que alguien vea tras nuestra máscara. Así, verdaderamente quedaríamos a mano.

Rukawa tomó un vaso y vertió sake en su interior, luego lo dispuso frente al pelirrojo.

- Te arriesgarías a tanto? – le pregunto con una sonrisa de medio lado. El desafio habia empezado.

- Tú comenzaste todo kitsune, yo solo dí otra alternativa – contesto él con igual atrevimiento en la voz, mientras se reclinaba hacia adelante, con los brazos cruzados sobre la mesa. Así estuvieron por inagotables segundos, sosteniendose la mirada, desafiandose, tratando de vislumbrar en el otro alguna nocion de flaqueza o duda.

- Quién empieza?

- Que una moneda lo decida – Sakuragi lanzó una moneda al aire.

- Cara – musitó el pelinegro, siguiendo con los ojos la trayectoria de la moneda.

Hana la atrapó en el aire y la cubrió con su mano derecha contra el dorso de la mano izquierda.

- Cruz – mostró el metal a los ojos de Rukawa – empiezo yo.

Rukawa paso saliva, cuando sintió la prenetante mirada de Hanamichi en él. Seguramente le preguntaría por el despacho y se vería obligado a tomar sake, pues aunque le pusieran acido en los ojos nunca diria la verdad, mucho menos al do’aho. Pero peor aun, si bebiera, le confirmaria a Hanamichi que algo ocultaba en el despacho, y tendria cada turno para preguntar lo mismo, y él otra y otra vez tendría que beber hasta caer borracho. Y mas fácilmente Hanamichi podría sacarle la verdad. Eso sería fatidico.

- Bien zorro, esta es la pregunta... – el pelirrojo carraspeó un poco para aclararse la voz, lo que enerbo aun mas los nervios del zorro ante la espectativa – ¿Qué hacen cuatro botellas de sake en tu cocina?

En mi país hay una historieta donde el personaje principal (Condorito), siempre cae de espaldas, mientras una onomatopeya muestra un gran “PLOP”, cuando la respuesta de su interlocutor es una estupidez o algo realmente imprevisto sucede. A Rukawa casi le pasa lo mismo. El do’aho es un idiota... pensó Rukawa, mientras un inner zorro gritaba maldiciones al susodicho.

- Mi hermano las dejó en su última visita – Hanamichi quiso soltar otra pregunta ante la sorpresa de que Rukawa tuviera un hermano, pero se controló a tiempo para evitar tomarse un trago de sake - ¿tu color de pelo es natural? – era el turno de Rukawa.

- No, es castaño... es obvio por mis cejas, no? – se señalo con el indice la cara - ¿dónde está tu familia?

- Mis padres estan separados, cuando se separaron, ella se fue a vivir a Kushiro, él en Tokyo, yo decidí quedarme aquí. Mi hermano mayor se casó, así que ahora vive en Estados Unidos. ¿y tu familia?

- Vivo solo con mi madre que es aeromoza, por lo que casi nunca está en la casa. Mi padre murió hace cinco años, de un ataque al corazón – los ojos del pelirrojo se opacaron en profunda tristeza, Rukawa se arrepintio de haber preguntado eso - ¿desde cuándo juegas basquetball?

- Desde los 4 años, mi padre me enseño. A los seis entré en el equipo de la escuela a la que asistía y desde ahí nunca lo abandone. ¿Color favorito? – quizo hacer preguntas sencillas, para distender la tensión.

- Rojo – alzo las cejas burlandose de la obviedad - ¿equipo de la NBA favorito?

- Lakers... ¿comida favorita?

- Gyoza... ¿ estilo de música?

- Rock en general, ningun grupo en específico, solo que me atraiga, puede ser un sonido, una cancion, la voz, etc... nada en especial.

Siguieron haciendose preguntas sencillas por bastante rato, y para el fastidio de ambos, ninguno habia probado sake. El juego estaba perdiendo su objetivo, pues los dos estaban descubriendo cosas del otro que desconocian, pero no lograban incomodarlo tanto como para obligarlo a tomarse el sake por no querer contestar. Asi que Hanamichi cabreado, cuando le llego su turno, arremetió con: - ¿eres virgen?

Rukawa ni titubeo, solo tomó el vaso servido por el mismo hace bastante tiempo atrás y se lo tomó de un zape. Hanamichi sonrió ante la ocurrencia, esa pregunta era de doble filo, engañadora, si no quieres contestar es obvio que si eres virgen. Por lo que es mas fácil decir que si lo eres, y ahorrarte el trago de sake.

- ¿ y tú? – pregunto desafiante el ojiazul.

- con 51 rechazos crees que sea un experto amante? – se burlo con sorna de si mismo y su desgracia en el amor. Rukawa turbado por la sinceridad del pelirrojo, se enojó levemente, pues su idea de incomodarlo no dio resultado, y él habia resultado el primer en tomar sake, hasta ahora el único - ¿nombre de tu primer amor?

- Tamako, tenía 10 años – demoró en responder. Iba a hacer su pregunta, cuando ve que Hanamichi se sirve su vaso con sake y se lo toma de un trago. Lo miró sorprendido del gesto, por lo que nuevamente le costó responder a la segunda pregunta del pelirrojo.

- ¿alguna vez te has enamorado? – Rukawa extendió la mano hacia su vaso, pues no iba a responder, pero a último momento cambio de parecer.

- si, estoy enamorado – respondió tratando de parecer impertubable, pero un leve sonrojo lo hacia ver gracioso según Hanamichi. Éste analizando mejor la pregunta de Rukawa, abrió los ojos repentinamente, por lo que rápido, antes de que el ojiazul lanzara su pregunta, tomó otro vaso de sake.

- “si, estoy enamorado”... – señalo sus propias palabras – eso es presente, quiere decir que lo estas ahora... ¿dime quién? – Rukawa abrió la boca de la impresión. Por darselas de osado, cometió el error de darle mucha informacion. Su inner zorro solo gritaba kuso, kuso, kuso, mientras se daba de cabezasos. Ante la mirada divertida de Hanamichi, se sirvió un segundo trago de sake.

- ¿sigues enamorado de la hermana del capitán?

- no, me rechazo hace meses, y sinceramente ahora creo que fue una tontera. ¿te masturbas?- Hanamichi estaba disfrutando mucho el juego. La cara de Rukawa era digna de fotografiarse, aunque era la misma fria de siempre, su rubor iba “in crecendo”. Otra pregunta sin responder por el zorro, tercer trago de la noche.

- y tú... te masturbas? –ohh sí, Hanamichi estaba disfrutando el torturar a Rukawa con preguntas incómodas y aun mas lo disfrutaba cuando descubrió que éste tartamudeaba cuando pretendía hacerlas.

- soy un adolescente en plena etapa de crecimiento... es obvio que lo hago... “Manuela siempre es buena para pasar las penas” –acompaño la frase del apreciable y digno gesto técnico de la mano meneandose. Rukawa rodó los ojos, el pelirrojo lo estaba exasperando con su sinceridad. Si seguian así, él terminaría bailando sobre la mesa, con un tu-tu rosado, una boa de plumas al cuello y maquillado como DragQueen, de lo tan borracho que iba a estar - ¿Tú sacaste las fotografias que habian en el despacho? – y ahí, para rematarla, estaba la bendita pregunta que daría el pie para la catástofre. Era una pregunta simple y contestable, pero conociendo al pelirrojo, no quedaría tranquilo, seguiría preguntando al respecto y al final daría con su gran secreto y eso no podia ser. Así que se tomó el cuarto trago de sake, dándose cuenta que la primera botella se habia acabado.

- No sé de que te averguenzas zorro, las fotos eran increibles – soltó de pronto Hanamichi, sorprendiendo al ojiazul - Me gustaron todas, y aun más los dibujos que habian sobre la mesa... si los hiciste tú, pues te felicito. No conosco a nadie con semejante talento hasta ahora. Si no los hiciste, pues que lastima. Pensaba pedirte que me retrataras.

Sin razon aparente Rukawa agacho la cabeza y escondió la mirada tras el flequillo. El pelirrojo lo miró atento, y se extraño de su actitud, pero no emitió mas comentario al respecto, al parecer le habia molestado lo que dijo o, sin querer, habia entrado en un terreno muy sensible para el zorro. Aunque su curiosidad lo alentaba a seguir preguntando, su prudencia pudo mas.

- Es tu turno de preguntar zorro – le alentó a seguir, temeroso de que el zorro se levantara de la mesa y desistiera de seguir jugando.

- ¿Por qué me odias? – murmuro el zorro sin levantar la mirada.

Silencio por algunos minutos.

- Yo no te odio zorro – ambas miradas se enfrentaron, una con incertidumbre, la otra con sinceridad – bueno, al principio sí, pero era por que tú le gustabas a Haruko, que me gustaba a mi. Pero luego de que me rechazo, ya no hubo mas motivo para hacerlo... aunque he de reconocer que desde el partido contra el Sannoh te comence a apreciar de verdad.

- En serio? – musitó impresionado el zorro por las palabras de Sakuragi.

- Esa es otra pregunta, debes beber otro trago – y con sorpresa vio como Rukawa tomaba el sexto trago de la noche, descorchando una segunda botella – p..pues..sí... – se vio obligado a responder ante eso - bueno ademas de que me gustara Haruko, tambien esta la envidia que te tengo por todo lo perfecto que eres – el zorro abrió exageradamente los ojos ante la revelación – eres bueno en basquetball, atraes a todas las chicas, eres guapo y atractivo, tienes dinero, todos te adoran por simplemente ser tú, eres como quieres ser y te importa un comino la opinion de los demás, pasas de todos... haces lo que quieres, sin dar cuenta de nada... bueno... eso es lo que opino – Hanamichi bajó la mirada avergonzado al darse cuenta que su voz se habia emocionado demasiado al enumerar los atributos de Rukawa.

- Gracias – susurro éste al salir de la sorpresa que le causaron las palabras del mono.

Un incomodo silencio se establecio en el comedor. Ninguno de los dos sabia que decir o como seguir. Al parecer el juego habia llegado hasta allí, sin embargo...

- Bien, me toca preguntar – clavó firmemente los ojos miel en los suyos y Rukawa tembló por dentro - ¿qué opinas de mi?

Notas finales:

Lo deje hasta ahí, para dejarla en suspenso.¿Qué creen que le contestara el zorro? eh?

En el siguiente capitulo, pronostico una borrachera digna de ver. Jajajajajajajajajajaja...ahi si que sere mala! muaja muaja muaja!


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