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Trabajo embarazoso por zandaleesol

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Título: Trabajo embarazoso

Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico por esto.

Parejas: Harry/Draco

Clasificación: R

Advertencias: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epílogo) Mpreg. Otras.



Capítulo 9. Una fiesta inolvidable


Draco estaba nervioso como pocas veces en su vida. Aquella fiesta era muy importante para la editorial. Presentaría a autores que tanto en Italia como en Alemania estaban muy en boga, sus libros se vendían muy bien. Esperaba que en la comunidad mágica inglesa sucediera lo mismo, necesitaba recomponer con rapidez las finanzas de la editorial y comenzar a recuperar la inversión que había realizado.


La fiesta estaba resultando mejor de lo esperado. Su confianza en Adele había aumentado muchísimo. La pobre mujer no era agraciada, pero lo que le faltaba en belleza le sobraba en talento. Se había manejado increíblemente a la hora de organizar aquel evento. Absolutamente todo era del gusto de Draco. Claro que él se preocupó de hacer ciertas correcciones, pues definitivamente en buen gusto y estilo nadie le ganaba. Lamentaba un poco que sus padres no asistieran, pero comprendía que no deseaban ser una sombra para él, especialmente su padre. De seguro que la recepción de la comunidad no sería la misma de estar Lucius presente. Su madre le había escrito una carta felicitándolo por la forma tan exitosa en que se estaba forjando un lugar propio en la comunidad mágica inglesa.


Miró en derredor bastante satisfecho. Muchos magos y brujas habían aceptado su invitación. Quizá algunos solo por curiosidad y otros por compromiso, pero ahí estaban, era lo que importaba.


Blaise se acercó con una copa en la mano.


-Me parece que la cosa está yendo de maravilla -dijo el joven dando una mirada apreciativa en derredor.

-¿A caso tenías dudas Blaise?

-Un poco, lo reconozco, pero ahora que veo a toda esta gente, me doy cuenta de lo mucho que todos desean olvidar un poco la crisis económica y divertirse. Hay pocas ocasiones para eso ahora.

-Sí, y eso me conviene. Quiero levantar este negocio para que sea tan exitoso como los otros.

-¿Y crees que estos dos autores serán la llave de tu éxito?

-Eso espero -dijo el rubio dando un sorbo a su copa.

-¿Y le enviaste la invitación al héroe del mundo mágico finalmente?


Draco solo asintió.


-¿Crees que se presente?

-No, si tiene algo de vergüenza.

-Das por hecho que entenderá que le enviaste la invitación solo por compromiso, pero que en realidad no quieres su presencia aquí. Yo en tu lugar no confiaría tanto.

-Así debería entenderlo si tiene una pizca de cerebro, aunque con los Gryffindor nunca se sabe.

-Eso es cierto -concedió Blaise -. Ha llegado el Ministro.


Draco dirigió la mirada hacia donde indicaba su amigo y fue a saludar como era su obligación de anfitrión.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry aún miraba con indecisión la invitación que estaba sobre la mesa de noche. No entendía porque le había llegado una si ya no era empleado de Malfoy. No tenía sentido que le invitase después de su abrupta salida de la editorial. Pero algo en su estómago le provocaba cierta ansiedad. No podía negar que tenía curiosidad por saber cómo le iba al rubio con su fiesta. Aunque también le gustaría ver a sus ex compañeros.


Unos golpes sonaron en la puerta.


-Adelante -dijo Harry, extrañado ante la consideración de Seamus, que por lo general entraba sin tocar.


El muchacho abrió un poco, pero sin asomar la cabeza.


-¿Estás presentable? -preguntó.

-Claro que sí -respondió Harry medio riendo.


Seamus se adentró en la habitación.


-Pensé que estarías ya listo para marcharte.

-¿Marcharme a dónde?-preguntó Harry haciéndose el desentendido.

-A la fiesta de la editorial.

-Nunca tuve intención de asistir-fue la respuesta del muchacho de ojos esmeraldas.

-Pero si Malfoy te invitó fue por algo, tal vez ya no está enojado.

-¿Realmente crees qué en cuatro semanas se le iba a pasar el enojo?

-¿Y por qué no?

-Se nota que no le conoces en absoluto.

-¿Y tú sí?


Harry solo se encogió de hombros.


-Harry, tienes todo el derecho del mundo a estar ahí. Ayudaste a Malfoy mientras éste estaba de viaje.

-Solo cumplía con mi trabajo.


Seamus guardó silencio por un segundo. Sabía que Harry deseaba asistir a esa fiesta, solo tenía que tocar las teclas adecuadas y le convencería de hacerlo.


-Quizá tengas razón, de seguro que Malfoy te envió la invitación solo para fastidiarte, sabe que no asistirás. Después de la mentira del embarazo debe estar seguro de que no tendrías el coraje para hacerlo.


Harry arrugó el ceño, pero no dijo nada.


-Yo tengo una invitación de unos chicos muggles, iremos al Soho, sí quieres puedes venir conmigo, de seguro que encuentras alguno que sea de tu gusto.

-No Seamus, voy a ver una película y luego me voy a dormir, pero gracias de todas formas.

-Bueno yo me voy, no sé a qué hora regrese.

-No te olvides las llaves -dijo Harry.

-Sí, que duermas bien entonces.


Seamus salió del cuarto y sonrió mientras se ponía una chaqueta y tomaba las llaves. Sabía que no era necesario decir más para convencer a Harry de ir a esa fiesta. Había tocado los dos puntos sensibles en su amigo. La curiosidad y el reto. La primera era innata en Harry y lo segundo imposible de eludir.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry se arregló la túnica antes de entrar. Desde fuera se podía oír una música suave y murmullos. Llegaba con más de dos horas de retraso. La duda lo asaltó por enésima vez. Tal vez cometía un error y aún estaba a tiempo de marcharse sin ser visto.


-¿Harry?


Se dio la vuelta. Era Andy Podmore que le miraba con asombro.


-Adele me dijo que te había enviado una invitación, pero realmente nadie creyó que vendrías.

-Aún no estoy seguro de que sea una buena idea entrar a ese lugar -respondió Harry.

-No digas tonterías -dijo el muchacho acercándose -, todos se alegrarán de verte, te hemos extrañado mucho, este lugar ya no es lo mismo sin ti.

-¿Hay mucha gente? -preguntó el moreno.

-Vino bastante gente. Esta el Ministro y los jefes de todos los departamentos, inclusive el jefe de Aurores.

-¿Gawain Robards?

-El mismo.

-Vaya, no imaginé que le interesaran los libros.

-La verdad creo que la mayoría no está aquí por los libros en realidad. Casi no hay eventos como este y supongo que la curiosidad ha motivado a muchos. Especialmente hacia el dueño de la editorial.

-Sí, es posible -concedió Harry.

-Vamos Harry, entra conmigo… todos estarán felices de verte -dijo Andy mientras agarraba al moreno del brazo y le llevaba hacia el interior del salón.


Harry barrió el lugar con una sola mirada. Había muchísima gente, parecía que Andy tenía razón.


-Allá está Melisa -dijo Andy -, ven, seguro que se pone feliz de verte. Siempre está hablando de ti.


Harry estaba más incómodo de lo que imaginó. Varias miradas se giraron hacia él y enseguida la gente comenzó a susurrar. Se recriminó por su estúpido impulso. Además de presentarse lo hacía de los últimos, atrayendo más la atención de los presentes, pero afortunadamente al parecer tanto Melisa como los que estaban con ella notaron su incomodidad y le rodearon haciendo una piña, quedó oculto de las miradas y todos sus ex compañeros le saludaron de lo más alegres, parece que era cierto que le extrañaban.


Por supuesto que su nombre casi enseguida llenó el lugar y no tardó en llegar a oídos de Draco que estaba conversando con el Ministro y el jefe de Aurores.


-Yo le dije Robards, Harry no iba a faltar -dijo Kingsley al momento de escuchar que Harry Potter acaba de llegar a la fiesta.


El jefe de los Aurores, se encogió de hombros y sonrió.


A Draco no se le borró la sonrisa de etiqueta que tenía en el rostro pese a la sorpresa que experimentó. Después de todo, Potter sí había tenido el descaro de asistir, pensó el rubio. Bien, tendría que matar a Blaise después de que acabase la fiesta.


Tras un intercambio más de palabras, Draco dejó a los dos magos y se desplazó a otro lado del salón en busca de su amigo y, notó el pequeño grupo que formaban sus empleados. Adele, Melisa, Andy y Maddden. La cabeza de Potter y su pelo desgreñado de se divisaba en medio de ellos.


Al llegar al lado de Blaise y sin borrar la sonrisa de su cara le habló entre dientes.


-¿Así qué no iba a venir?

-Pues me equivoqué, vino después de todo.

-Esta te la voy a cobrar Blaise, te lo juro.

-Vamos Draco, no dramatices, a lo sumo tendrás que tolerarlo por un par de horas, pero quedarás como un caballero bien puesto, y eso no tiene precio.


El rubio no respondió y le dio un sorbo a su bebida.


Harry se apartó del grupo para ir a saludar a Kingsley y al jefe de los Aurores. Se quedó al lado de ellos por unos cuantos minutos. Le asombró ver que la gente estaba realmente animada. Le admiró ver que Malfoy había contratado a un grupo para que tocara música. En ese momento varios bailaban.


-¿No bailas Harry? -preguntó Robards.

-No jefe, ni de broma.

-Y yo que pensaba invitarte -dijo el Auror.


El muchacho miró con preocupación al hombre.


-Está bromeando Harry -dijo Kingsley sonriendo -, aquí mi amigo no ha bailado desde que nos graduamos en la academia.


Harry miró al mago calvo algo desconcertado, pero enseguida recordó que Kingsley fue Auror antes que Ministro, era lógico que conociera al jefe Robards.


Andy desde una esquina, no le quitaba los ojos de encima a Harry. Lo había extrañado tanto. Trabajar en ese sitio ya no era lo mismo para él, sin la presencia constante del muchacho de ojos esmeraldas. Desde el momento en que Adele le había contado que también recibiría invitación para asistir a la inauguración, no dejó de tener mariposas en el estómago. Desde el mismo día en que Harry fue despedido no hizo más que recriminarse por no tener el valor de confesarle que estaba loco por él desde la primera vez que había puesto un pie en la editorial, hacía ya poco más de un año. En realidad estaba enamorado desde antes. Él ingresó a Hogwarts, un año después de la batalla final. El moreno de ojos esmeraldas ya no estaba en la escuela. Pero su recuerdo estaba vívido en cada rincón de aquel castillo. Todo el tiempo escuchaba historias sobre Harry, especialmente de parte de los profesores. Todos hablaban con orgullo y afecto del héroe, especialmente a Rubeus Hagrid, le escuchó contar anécdotas de cuando Harry estudiaba.


El profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, tenía especial devoción por Harry. Conocía muchas cosas vividas por el moreno desde que ingresara a su primer curso. Y él le escuchaba esas historias con fascinación. Solo con once años Harry había entrado al Bosque Prohibido, en busca de un Unicornio herido y se había encontrado cara a cara con el Innombrable. En ese mismo curso había salvado la Piedra Filosofal, también del Innombrable, que pensaba utilizarla para recuperar su cuerpo. En segundo se enfrentó a un Basilisco y salvó a una chica de morir en una Cámara Secreta, que todos creían era solo un mito. En tercero, según el profesor Hagrid, se enfrentó a más de cien Dementores y salvó a un mago que era su padrino, acusado de un crimen que no cometió. En cuarto, participó en el Torneo de los Tres Magos, y otra vez se enfrentó al Innombrable. En quinto formó el Ejército de Dumbledore, fue profesor de sus compañeros y entró al Departamento de Misterios, y una vez más se vio la cara con el Innombrable. Del sexto año no podía decir nada, el profesor Hagrid no habló nunca de lo sucedido ese año, no estaba seguro, pero algo tenía que ver que ese año había muerto el legendario director, Albus Dumbledore. Y su último año pues no lo hizo pues estaba ocupado intentando el modo de acabar con el Innombrable y lo consiguió.


Después de todas estas cosas era imposible no amar a Harry. Finalmente se armó de valor y fue a pedirle que bailara con él.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Hacía como tres cuartos de hora que Potter se había presentado en la fiesta y hablado con varios de los invitados, pero a él que era el anfitrión, aun no tenía la deferencia de dirigirle la palabra. Draco estaba muy molesto, pero lo disimulaba bien. Le sonreía a todo el mundo y parecía estárselo pasando en grande.


-Tengo ganas de bailar -dijo Blaise a su lado mirando hacia todos lados en busca de quien elegiría como acompañante para el caso -, aquella chica es muy bonita, creo que la invitaré.


Draco miró hacia donde le indicaba su amigo.


-Ah, esa es Melisa, mi empleada, ten cuidado de no propasarte con ella, es una buena chica -le advirtió el rubio.

-¡Por Merlín! Como si fuese un sátiro.

-Hmm… te conozco Blaise -murmuró Draco.

-Mira, hasta Potter se ha animado a bailar… aunque lo hace bastante mal -dijo Blaise -. Será todo lo héroe que quiera, pero como bailarín es un fracaso.

-A su acompañante no parece importarle, está de lo más feliz -respondió el rubio.


Había un dejo de resentimiento en la voz de Draco que por supuesto no le pasó inadvertido a Blaise.


-No está mal el chico, ¿también trabaja para ti?

-Sí.


Blaise no hizo otro comentario y cruzó el salón entre las parejas que bailaban para invitar a Melisa, que al parecer aceptó de lo más feliz bailar con el moreno.


Harry continúo por un rato intentando seguir el ritmo de la música, con muy poco éxito, pero Andy no parecía importarle, al contrario estaba radiante. Sin embargo, el ritmo cambió repentinamente de rápido a lento y varias de las parejas se fueron, pero otras continuaron bailando. Harry estaba a punto de darse la vuelta, para regresar con el grupo de ex compañeros, pero Andy le retuvo por el brazo.


-Aun quiero bailar contigo, Harry -dijo el muchacho con una sonrisa.


El moreno no alcanzó a responder cuando el chico ya le había enlazado por el cuello y se apegó a él un poco más. Trató de mantener una distancia decente, pero Andy no parecía tener el mismo propósito, porque a cada momento se apegaba un poco más a él. Harry no sabía si estaba paranoico o realmente todos los ojos estaban fijos en él. Le resultaba embarazoso, porque se sentía demasiado viejo para un chico de diecinueve. Pero no sabía como zafarse sin ofender al muchacho. Por fin la melodía terminó y la banda de músicos comenzó otra más movida, aprovechó aquello para apartarse con suavidad.


-Tengo sed, ¿qué tal un trago? -le propuso a su compañero de baile.


Andy asintió feliz y se dirigieron a la mesa de las bebidas.


Draco se había enfrascado, aparentemente en una conversación muy interesante con los dos escritores. Uno de origen italiano llamado Frank Dantonio. Se trataba del mago que había publicado sobre el embarazo masculino, cuyo libro Draco trajo de su viaje para mostrárselo a Harry. Claro, eso antes de saber que el embarazo del moreno era absolutamente falso. El otro escritor era un tal Kevan Torfeh, muy exitoso en Europa oriental, que se especializaba en historias de ficción y tenía muchos admiradores.


Pero el interés de Draco no era del todo genuino. Mientras conversaba no dejó de dar una que otra mirada a la pareja que bailaba. Harry Potter y Andy. Una sensación muy desagradable se le había instalado en el estómago. Aun recordaba como el chico Podmore se comportó el día en que Potter abandonó la editorial. Ahora tenía la certeza de que estaba enamorado del héroe. No entendía por qué estaba preocupado de eso, cuando su atención solo debía centrarse en la fiesta, sus invitados y los escritores. Después de un rato Blaise se cansó y regresó a su lado. Le dejó a cargo de los invitados mientras él iba por un trago. Estaba cansado de la pose de anfitrión perfecto, no creía que hubiese algún problema si se escabullía aunque fuese unos cinco minutos, para beber en su oficina con algo de tranquilidad.


Harry vio a Draco salir del salón y disculpándose con Andy y los demás fue tras el rubio. Quería darle las gracias por la invitación y aún no podía hacerlo porque evidentemente, Draco como organizador y anfitrión estaba de un lado a otro. Dio una mirada en derredor y sin más le siguió fuera del salón. Le vio entrar a la oficina y cerrar la puerta. Era posible que el rubio no quisiera ser molestado. Pero no quería irse de la fiesta sin hacer lo correcto. Así que llamó a la puerta con suavidad. Tras unos segundos esta se abrió y los ojos de Draco le miraron con suspicacia y extrañeza.


-Hola Malfoy -saludó Harry, pero Draco no respondió y el moreno experimentó vergüenza. Estuvo seguro de que su ex jefe le cerraría la puerta en la cara.

-Potter -susurró fríamente el rubio por toda respuesta.

-Disculpa -dijo Harry bastante abochornado -, no quería molestar, solo… bueno… yo quería darte las gracias por la invitación. No la esperaba… con todo lo que pasó.


Draco le miró seriamente y por una milésima de segundo tuvo la intención de decir que solo le había enviado la invitación por una cuestión de cortesía, pero pensó que tendría el buen tino de no presentarse en la fiesta. Sin embargo, algo le hizo contenerse.


-Blaise me recordó que me ayudaste, haciéndote cargo del negocio mientras estuve viajando.

-Ah, claro. Fue por eso -dijo Harry sintiéndose muy tonto -, bueno ya me voy.


Se volteó para marcharse, pero Draco habló otra vez.


-¿Es cierto que el jefe Robards te ofreció empleo en la oficina de Aurores? -preguntó el rubio lo primero que le vino a la cabeza para evitar que Harry se marchara.

-Eh no, no es cierto, eso fue invento de El Profeta.

-Entonces aún estás desempleado.

-En realidad no. Daré clases de Defensa Contra Las Artes Oscuras en Hogwarts.


Draco se sorprendió.


-¿Profesor?

-Sí, pero nadie lo sabe aún. Empiezo el lunes.

-¿Y qué le pasó al profesor? Tenía entendido que el puesto ya no estaba maldito.

-Sí, es cierto… quiero decir ya no, pero el profesor decidió irse a Alemania con su hijo.

-Entiendo, y la directora pensó en ti para el puesto. Su Gryffindor favorito.

-No se trata de eso, me lo ofreció porque supo que estaba desempleado.

-Me alegro por ti Potter -dijo Draco tras una breve pausa -. Sin duda aquel trabajo está más acorde con tu estatus de héroe del mundo mágico.


Harry no notó un dejo burlón en las palabras del rubio, pero de todos modos le incomodaron. Era mejor marcharse.


-Bueno… ya me voy no quiero molestarte -dijo Harry.

-¿Por qué tanta prisa, Potter? ¿Estás deseoso de ir a los brazos de tu admirador número uno?


Harry arrugó el ceño.


-Andy Podmore. Está loco por ti, pero creo que eso ya lo sabías -dijo Draco mientras se apoyaba sobre su escritorio y le daba un sorbo a su vaso.

-No sé de qué hablas, Malfoy -respondió Harry a la defensiva.

-Calma Potter —agregó el rubio -, no es una crítica… el chico es guapo, eso salta a la vista.

-No me interesa de esa manera, nunca.

-No tiene nada de malo.

-Solo tiene diecinueve años.

-¿Y cuál es el problema? Tú tienes veintiséis… siete años de diferencia. No es para nada terrible.

-Adiós Malfoy, suerte con tu fiesta -dijo Harry y se dio la vuelta.

-Eh Potter, espera… ¿tengo una pregunta para ti?


Harry se detuvo otra vez, pero sin mirar al rubio.


-¿Por qué viniste realmente? No creo que fuera para agradecer mi amable invitación.


Harry se dio la vuelta para enfrentar a Draco. Ciertamente no tenía claro qué lo había motivado a presentarse, era algo que no podía explicar. Miró al chico rubio sin saber qué responder. Este por su parte le miraba fijamente a los ojos, con cierto aire desafiante. El moreno sin pensarlo siquiera se acercó abruptamente y acortando la distancia tomó al rubio con brusquedad del cuello de la túnica y le besó con rudeza. Draco, definitivamente no estaba preparado para eso. Se quedó helado, sin poder reaccionar. Pero esto solo duró una fracción de segundo, pues Harry se apartó tan repentinamente como se había acercado. Sin embargo, el rubio tras la breve sorpresa, simplemente actuó, devolviendo el beso con el mismo ímpetu. Aquello bastó para encender una pasión desenfrenada.


Draco ni siquiera se cuestionó por qué estaba sucediendo eso ente Harry y él. Mucho menos recordó el enojo que sentía hacia el moreno. Lo único que experimentaba en ese momento era una necesidad imperiosa de posesión. Todos esos sentimientos que aprendió a refrenar con respecto a Harry, ahora lo desbordaban. Perdió la habilidad de razonar con la fría lógica que lo caracterizaba. Su capacidad de análisis desertó con el primer roce de los labios del moreno.


Aquel momento no tenía nada de romántico, más bien parecían enzarzados en una lucha de labios ansiosos que buscaban dominar y someter a los de un rival especialmente odioso. Pero fue necesario respirar y se apartaron unos centímetros. Se miraron desafiantes.


-Siempre supe que estabas mal de la cabeza, Potter -susurró Draco casi sin aire.

-Tal vez -dijo Harry con tono burlón el moreno -, pero tú no estás más cuerdo que yo Malfoy.

-Sí… debo sin duda estar muy mal para estar así contigo Potter, intercambiando fluidos.


Harry se rió ante ese último comentario.


-¿Así se llama? No lo sabía.

-Es como yo lo llamo.

-Me abruma tu romanticismo, Malfoy.

-Esto no tiene que ver con el romance, es deseo puro, instinto carnal. Nada más.

-¿Entonces me deseas Malfoy?

-¿Tú qué crees Potter?

-Sí, claro que me deseas pero desde cuándo, Malfoy.

-¿Realmente importa?

-No lo sé, creo que no.

-Y ahora dime Potter, qué sigue a continuación.

-Supongo que ahora debo irme.


Draco miró calculador al moreno.


-¿Qué pasa Potter?¿Perdiste el coraje que te hizo besarme?

-No, pero no quiero presionarte.

-No te preocupes por eso, no me siento en absoluto presionado -dijo el rubio yendo hacia la puerta y cerrándola con suavidad provocadora.


Harry le dio una mirada calculadora.


-¿Estas proponiendo lo que creo Malfoy?

-¿A caso no fue esa tu intención desde el minuto en que cruzaste la puerta?

-No soy tan calculador como tú Malfoy, no pensaba en nada específico.

-Es cierto, eres de los que actúa por instinto… se deja llevar, pero quiero saber si te dejarás llevar por mí Potter.

-Eso depende Malfoy.

-¿De qué?

-A dónde quieras llevarme.

-Quiero llevarte a la cúspide del placer y más allá -dijo el rubio acercándose calculadoramente.


Harry estaba completamente consiente de cuan necesitado estaba. Cierta parte de su anatomía lo pedía a gritos. Y las últimas dudas desaparecieron cuando Draco guió su mano hacia su propia erección y pudo comprobar que el rubio estaba igual de duro. Volvieron a besarse ansiosamente. Poco a poco se fueron desprendiendo de la vestimenta, hasta que se encontraron absolutamente desnudos uno frente al otro.


Harry le dio una mirada curiosa y cargada de deseo a Draco, pero el rubio en cambio, miró con malicia y depredadoramente al moreno.


-Date la vuelta -dijo Draco en un susurró, pero Harry no se movió, al parecer no era lo que tenía en mente -. Qué sucede, aún tienes dudas.

-La verdad tenía en mente otra cosa, Malfoy -dijo Harry.

-¿Quieres… follarme tú a mí?

-Bueno… sí.

-Nunca soy pasivo -anunció Draco.

-¿Por qué, es un problema?

-No, pero está en mi naturaleza ser quien lleve las riendas. Y modestia aparte, soy muy bueno, nunca nadie se quejó de mi destreza. Qué sucede, te has acobardado.

-No, estoy sopesando las posibilidades.

-La posibilidad está ante tus ojos Potter, estoy listo para llevarte a la gloria -dijo el rubio acercándose para devorar la boca del moreno.


Harry se rindió ante ese beso. Él había comenzado el juego y debía ser capaz de llevarlo hasta el final. Sorprendido descubrió que Malfoy era un amante bastante considerado. El rubio se tomó bastante tiempo en prepararlo, completamente seguro de sí mismo. Harry olvidó las dudas y dejó llevar. Y fue plenamente consciente de ello, pero la lucidez se fue de su cerebro cuando se encontró boca abajo sobre el escritorio del rubio, siendo embestido por éste con enérgicas y certeras estocadas. Aunque realmente no era lo que tenía en mente al comienzo, no lamentó ni un poco haber cedido. Se corrió sobre el lujoso escritorio de ébano, mientras el rubio lo hacía dentro de él. En medio del embotamiento de sus sentidos le pareció oír su nombre en los labios de su amante, mientras éste le llenaba con su esencia. Tras lo que pudo ser un minuto o quizá más, el rubio le liberó.


Todo lo que vino después a Harry le resultó muy mecánico y apresurado. No hubo beso final, el rubio solo murmuró un hechizo para borrar las evidencias y procedió a vestirse en absoluto silencio y sin mira al moreno.


Harry le imitó. Haciendo lo posible por mantener la dignidad intacta.


Una vez completamente vestidos se miraron con azoramiento por un par de segundos, pero fue Draco quien echó mano a su prestancia innata.


-Bien Potter… hemos saciado la curiosidad y las ganas, creo que ahora estamos en paz.

-Seguro que sí Malfoy.


Siguió un silencio incomodo.


-Debo regresar con mis invitados -dijo Draco -, se suponía que solo me ausentaría unos minutos.


Harry asintió. Malfoy de modo muy educado le decía que ya le había dedicado demasiado tiempo.


-Por supuesto -respondió el moreno -. Te dejo para que regreses a tus deberes de buen anfitrión.


Harry le dedico un movimiento de cabeza casi imperceptible al rubio y salió de la oficina.


Draco se quedó mirando la puerta un par de segundos. Después dio una mirada en derredor y finalmente regresó al salón. Al verle, Blaise se le acercó de inmediato.


-Se suponía que tardarías solo unos minutos -reclamó Blaise -. ¿Algún problema con Potter?

-Ninguno, ¿por qué preguntas?

-Se despidió de algunos y se marchó a toda prisa.


Draco se encogió de hombros y paseó su mirada por el salón sin fijarse en nadie en especial.


-Potter es demasiado raro como para que yo le dedique algún pensamiento extra. Esta noche es muy importante para mi negocio, es todo lo que me interesa.


Blaise asintió, luego de dedicarle una mirada extraña al rubio.



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