Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico por esto.
Parejas: Harry/Draco
Clasificación: R
Advertencias: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epÃlogo) Mpreg. Otras.
CapÃtulo 13. Noticia inesperada
El silencio que siguió fue angustioso para Harry. Sin embargo, la reacción de sus amigos no era diferente a como la imaginó. Observó las expresiones de cada uno. Seamus le miraba con evidente pasmo. Hermione con incomprensión y, Ron, el rostro de Ron era una gama de sentimientos. Sorpresa, incredulidad y decepción, profunda decepción. No podÃa decir que no lo esperaba.
Los segundos pasaban y el silencio se prolongaba. Harry buscó el valor necesario para decir algo, pero justo cuando iba a hacerlo, Ron se levantó bruscamente y sin decir palabra, agarró su chaqueta y salió dando un portazo. Mientras Seamus y Hermione permanecieron sentados tan silenciosos como antes.
Por fin fue Seamus quien rompió el silencio.
-¿Malfoy? -preguntó intentando asimilarlo -. Pero tú lo detestas Harry… cómo entonces… tú y él…
Luego el muchacho se calló como si de pronto comprendiera algo.
-No pudo suceder mientras trabajas en la editorial -argumentó Seamus -, él creÃa que estabas embarazado, ¿no fue asÃ?
-Sà -respondió Harry por fin -. El dÃa de la fiesta de reinauguración yo… habÃa bebido y no sé qué me pasó.
-¿Estabas borracho? -preguntó Hermione.
-No, no… solo habÃa bebido un par de copas y bueno no lo sé. No lo planee, solo pasó.
-Harry, disculpa, pero algo asà no solo sucede y mucho menos si con quien sucede es Draco Malfoy -apuntilló Hermione.
Harry bajó la vista y sus mejillas se colorearon.
-Es cierto, tienes razón -aceptó Harry -. Yo fui quien lo propició, di el primer paso.
-¿Te gusta Malfoy, Harry? -preguntó Seamus.
-No -contestó enseguida el moreno -, no… fue un momento de debilidad.
Hermione movió la cabeza en señal de negación.
-Tú jamás tuviste un momento de debilidad con un mago, Harry. No se puede negar que Malfoy es atractivo, mucho, pero la verdad no me parece suficiente como para que pasara eso.
-Eso no es tan asÃ, Hermione -intervino Seamus -, nosotros los hombres funcionamos diferente a ustedes. «Eso» puede suceder sin que alguien nos guste realmente.
La chica castaña miró a Seamus con dureza.
-Eso significa que no necesitan sentir nada, que pueden aparearse como animales.
Harry se mordió el labio. Era justamente eso lo que habÃa sucedido entre Malfoy y él.
-Aunque te suene horrible Hermione, tengo que aceptar que fue eso lo que sucedió -dijo Harry.
La chica volvió el rostro, su sensibilidad no podÃa aceptar algo asÃ.
-Hermione, siento decepcionarte… yo…
-No me digas nada, Harry -interrumpió la chica -, te conozco hace y tiempo y más de lo que te conoces tú mismo. Me molesta mucho que no aceptes que te acostaste con Malfoy porque en realidad te gusta. Disculpa, pero decir que fue una debilidad me parece cobarde y nada propio de ti.
Harry se puso rojo, no esperaba semejantes palabras.
Seamus también acusó el golpe tras estas palabras de la chica castaña. Pensó que tal vez era mejor que Harry aceptara que le atraÃa Malfoy, que serÃa un estirado, pero estaba muy bueno, hasta él era capaz de reconocerlo.
-No soy cobarde Hermione, si lo fuera no estarÃamos teniendo esta conversación. Soy un adulto que asume con responsabilidad las consecuencias de sus actos. Y aunque no me creas soy sincero al decir que en todo el tiempo que estuve en la editorial jamás tuve un pensamiento de Ãndole sexual hacia Malfoy.
Hermione le miró un poco apenada.
-Lo siento Harry, creo que me pasé, pero es que no comprendo cómo puedes llegar a concebir un hijo con una persona que ni siquiera te atrae.
-Bueno, es verdad que Malfoy es atractivo -concedió Harry.
-¿Eso le dirás a tu hijo cuando pregunte en qué circunstancias llegó al mundo?
Harry arrugó el ceño.
-¿Apenas tengo tres meses y quieres que me preocupe por eso ahora? -preguntó Harry.
-¿Vas a decÃrselo a Malfoy? -preguntó Seamus de pronto.
El moreno de ojos esmeraldas guardó silencio.
-Algo asà no puedes ocultarlo -agregó Seamus -, a no ser que te marches del mundo mágico.
-No digas tonterÃas Seamus -intervino Hermione -, Harry no irá a ningún lugar, este es su mundo, aquà pertenece. Además no tiene por qué esconderse, ser padre soltero no es ningún crimen.
-Supongo que Malfoy tiene derecho a saber que tendrá un hijo -dijo Harry.
-¿Cómo crees que lo tomará? -preguntó Seamus.
-No lo sé, pero estoy seguro que no estaba en sus planes de vida tener un hijo conmigo -respondió el de ojos esmeraldas.
Hermione sonrió maliciosa.
-Pues si era asà debió ser más cuidadoso. Un mago como él, sangre pura, debÃa saber que existe la posibilidad de embarazar a otro mago naturalmente fértil.
-El que sea un mago sangre pura no significa que deba saber de esas cosas -defendió Harry -. Cuando yo le inventé lo del embarazo, realmente creyó que el otro padre era un muggle. No fue sino hasta que leyó aquel libro que supo que eso era imposible que hubiese ocurrido.
Hermione movió la cabeza en señal de negación. Nunca estuvo de acuerdo en que Harry mintiera sobre algo tan sensible como es un bebé.
-¿Cuándo hablaras con él, Harry? -preguntó a continuación Hermione.
-No lo sé.
-Pues yo creo que deberÃas darte prisa. Estas por cumplir cuatro meses.
-¿Cómo puedes saber eso? -preguntó Seamus un tanto desconcertado.
-No es difÃcil deducirlo, Harry se embarazó en determinado dÃa y lugar. El dÃa de la fiesta de la editorial.
Se hizo un silencio.
-Ron nunca me perdonará -dijo de pronto Harry.
-Lo hará, cuando se le pase el enojo -respondió Hermione con seguridad.
-Debe pensar que soy un traidor.
-No tendrÃa porque, Malfoy es un mago como cualquier otro y que te hayas embarazado es un imponderable.
Harry sonrió.
-Hermione, te lo agradezco, pero tú sabes que Malfoy no es un mago cualquiera… entre nosotros tres pasaron muchas cosas y tú lo sabes mejor que nadie.
-Harry -dijo la chica -, para mà es evidente que esas «muchas cosas» sucedidas hace un buen rato ya, no evitaron que ustedes terminaran liados y con un bebé en camino.
-No estamos liados.
-Por ahora, pero ese bebé de una forma u otra les unirá inevitablemente por el resto de sus vidas.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
La pasada Navidad le dejó muchas satisfacciones a Draco. La venta de libros aumentó con la fecha festiva y cada vez estaba más cerca de recuperar su inversión. Por otra parte, las ganancias acumuladas con sus negocios en el mundo muggle durante el año que habÃa terminado, eran cuantiosas. Estaba conforme. ParecÃa que muy pronto podrÃa buscar quien administrara su negocio editorial, tal como ocurrÃa con otros que tenÃa en el mundo mágico. Después de todos esos meses de trabajo intenso, bien podÃa permitirse un descanso. En poco más de un mes terminarÃa el invierno y ya preveÃa la posibilidad de realizar un placentero viaje.
Blaise regresó con Draco a Inglaterra, tras pasar la Navidad y Año Nuevo con Lucius y Narcisa, en Francia. Siempre se sintió cómodo estando con el rubio y, ya que no tenÃa nada mejor que hacer, salvo disfrutar de la buena vida gracias a su cuantiosa fortuna decidió permanecer alojado en casa de su amigo hasta que iniciaran ese viaje que los dos ya estaban añorando.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Imaginó muchas veces en cómo se presentarÃa delante de Draco. Pensó en enviarle una lechuza y pedirle que se reunieran en Hogsmeade. Después que le visitara en Hogwarts, pero en cuanto comenzaba a escribir la carta, la arrugaba y desistÃa. Por qué era tan difÃcil se preguntaba. La respuesta era simple y la conocÃa bien. Era Draco Malfoy a quien tenÃa que decirle que dentro de unos meses serÃan padres. HacÃa una semana que intentaba encontrar las palabras adecuadas, pero no habÃa caso, nada le parecÃa correcto.
Aquel dÃa era jueves y su última clase era a las tres. A la hora del té estarÃa desocupado. Ya no podÃa dilatar más el asunto, además, la profesora McGonagall le dijo que esa preocupación no le sentaba bien al bebé. Esto último le dio el valor que necesitaba. Cuando el reloj de pared de su despacho dio justo las cinco abandonó el lugar y se dirigió a la salida de Hogwarts.
Su llegada al Caldero Chorreante, fue como siempre. Magos y brujas le saludaban con alegrÃa y se provocaba una cierta expectación a la que el moreno trataba de no darle importancia. Tras varios minutos de saludos, pudo por fin salir al patio interior que ocultaba la entrada al callejón mágico. A pesar del clima frio de mediados de febrero, el lugar estaba muy concurrido. Ese lugar siempre le provocó alegrÃa, salvo en aquellos dÃas oscuros, cuando por sus calles se veÃan más MortÃfagos y adeptos a Voldemort. Pero aquello ya estaba lejano, por fortuna. Antes de ser reconocido subió su capucha y caminó hacia donde se encontraba el edificio que ocupaba la editorial. A medida que se acercaba, sentÃa que sus miembros se ponÃan tensos, querÃa apartar esta sensación, pero era imposible. Cuando se encontró frente a la puerta, soltó el aire y tomó nuevo.
Esa visita provocaba lo que habÃa esperado. AlegrÃa. Miró todo en derredor preguntándose cómo era posible que solo hacÃa unos meses él estaba ahÃ, formando parte de aquel grupo, viviendo una existencia relajada y feliz, en cambio ahora. No tuvo necesidad de buscar a Adele, ella vino en cuanto notó el revuelo formado.
Otro que se vio emocionado con la presencia de Harry fue Andy. Desde la fiesta no le habÃa visto y el chico reaccionaba siempre más emocionado que los demás. Pero este dÃa Harry no tenÃa cabeza para prestarle atención y de inmediato preguntó por Draco. Adele sin preguntar nada se dirigió a la oficina del rubio.
Draco esa tarde habÃa almorzado con su asesor financiero, Dante Baldazzi. No se preocupó de cambiarse el traje que habÃa usado durante su visita al Londres muggle, solo aflojó un poco el nudo de la corbata que le sofocaba. No entendÃa como Dante soportaba vestir de ese modo todos los dÃas, a él solo le agradaba de vez en cuando. Vestir a diario traje hubiese sido una completa tortura. Cuando escuchó los toques en la puerta, estaba de pie ordenando documentos bancarios y otros instrumentos mercantiles que llenaban el escritorio. La única que venÃa a su oficina a esa hora era Adele. Le dio permiso de entrar. La puerta se abrió y la mujer le miró tÃmida, el atractivo de Draco siempre le provocaba esta reacción.
-Disculpe señor Malfoy.
-SÃ, ¿qué ocurre Adele?
-Ha venido Harry Potter y desea hablar con usted -explicó la secretaria sin más.
Draco se quedó por un segundo como petrificado. El corazón se le aceleró de golpe y las piernas le temblaron inevitablemente. Su secretaria le miró con curiosidad.
-Hablar conmigo -repitió el rubio.
-Sà señor, dijo que era urgente.
El rubio se sentó, necesitaba estabilidad. El cerebro de Draco se disparó rápidamente, para qué le buscarÃa Potter. Pasaron unos segundos más hasta que por fin el rubio reaccionó.
-Espere cinco minutos y luego dÃgale que puede entrar -ordenó Draco, esperando que cinco minutos fuesen suficientes para calmarse y recibir a Potter con la serenidad necesaria.
Adele salió de la oficina. Y mientras se quedaba en la puerta controlando su reloj para dejar pasar los cinco minutos ordenados por Draco, pensaba en la extraña reacción de su jefe. El escuchar el nombre del muchacho de ojos esmeraldas le perturbó mucho, aunque trató de esconderlo. Se podÃa decir que después de poco más de seis meses de trabajar para el rubio, le conocÃa algo y estaba segura de que la sorpresiva llegada de Harry lo alteró mucho. Una reacción extraña tratándose de Draco Malfoy, que era la persona más frÃa y controlada que recordaba haber conocido en su vida.
Draco exhaló el aire que retenÃa tras la salida de Adele. Comenzó a recoger los papeles que habÃa esparcido por todo el escritorio. Las manos le temblaban de modo descontrolado.
-¡Maldición! -exclamó el rubio enojado -. Te comportas como una quinceañera ridÃcula Draco Malfoy, es una vergüenza.
Hizo una pila ordenada con los documentos, pero luego los observó sin convicción.
-No, asà no, porque va a pensar que hice mi trabajo a un lado solo por su causa -dijo esparciendo los documentos otra vez -. Asà está mejor.
Dio una mirada en derredor asegurándose de que todo estuviese en su lugar. Quizá no era una buena idea recibir a Potter ahà en su oficina. SerÃa incomodo después de lo sucedido sobre ese escritorio unos meses atrás, tal vez debÃa modificar la apariencia del mueble, para que Potter creyera que se trataba de uno diferente.
-Déjate de tonterÃas Draco -se recriminó -, le estás dando demasiada importancia, es probable que Potter ya ni se acuerde de esa noche, después de todo llevaba unas cuantas copas.
Harry llegó hasta la puerta de la oficina del rubio y se detuvo un momento, inspiró aire y golpeó. Escuchó la voz del rubio diciendo que podÃa entrar. Al tomar la manilla de la puerta la mano le tembló un poco, pero en general estaba controlando bastante bien su nerviosismo y lo agradecÃa.
Al abrir la puerta vio a Draco sentado revisando documentos.
Cuando la puerta se abrió y miró a Harry, Draco pudo percibir que el moreno estaba nervioso y eso le hizo sentir un poco de alivio.
-Hola Malfoy -saludó Harry -, disculpa que haya venido asà de improviso, pero necesito hablar contigo de algo importante.
-Pasa y toma asiento -indicó el rubio señalando la silla delante del escritorio.
Harry obedeció, pero no hizo contacto visual con el rubio, pues éste no le miraba a la cara. Agradeció aquello, no estaba preparado para enfrentarse a esos ojos grises aún.
-Tú dirás Potter, a qué se debe tu visita -dijo Draco mientras removÃa los documentos de un lado para otro, solo por hacer algo con las manos.
Harry le observó por un breve momento, sintiendo que se acobardaba una vez más. Pero ya estaba ahÃ, ya habÃa dado el primer paso, solo tenÃa que dar el segundo.
-Bueno… eh… yo…-balbuceó Harry y no dijo más.
Draco levantó la mirada hacia el moreno con evidente curiosidad. Para él, Potter nunca fue el más elocuente en cuanto conversación, aunque en realidad mientras estaban en la escuela, la única conversación que sostenÃan eran los insultos que él dirigÃa con especial énfasis a la madre muggle de Potter, y como éste solÃa ser más de acción que de palabras, casi siempre la respuesta era alguna maldición especialmente desagradable. Dejó de mover los documentos sobre el escritorio y miró a Harry entre extrañado y curioso.
-Malfoy, esto no es nada fácil para mà -dijo Harry de corrido sin levantar la vista.
Draco no pronunció ni una sÃlaba, aquellas palabras le producÃan una gran inquietud. Después de un breve segundo preguntó:
-¿Qué sucede, Potter?
No hubo respuesta. Draco pensó que el moreno no le habÃa escuchado, aunque eso era prácticamente imposible. Iba a insistir cuando de pronto Harry habló otra vez.
-Estoy embarazado Malfoy, y tú eres el otro padre del bebé -soltó Harry de sopetón.
Draco no reaccionó en absoluto, parecÃa petrificado, al menos eso le pareció a Harry. Pasaron varios segundos.
-¿Qué has dicho Potter? -preguntó el rubio creyendo haber oÃdo mal.
-Dije que estoy embarazado -repitió el moreno.
Pasaron más segundos en solo se oÃa el silencio.
-¿Qué clase de broma es esta Potter? -preguntó Draco.
-No es ninguna broma -dijo el moreno y sacando la carta recibida de San Mungo después de Navidad se la tendió al rubio.
Draco la toma con aire desconfiado. En cuanto leyó el logo del hospital mágico apartó el sobre sin siquiera abrirlo.
-Déjate de tonterÃas Potter, sé que ese documento no es auténtico -dijo con una sonrisa de suficiencia -. No entiendo a qué viene esta ridiculez de broma.
Harry se quedó mirando al rubio por unos segundos. Tal vez lo mejor era levantarse e irse y no intentar convencer a Malfoy de que aquello no era ninguna broma.
-Bien, entiendo que te cueste creerme, pero supongo que no has olvidado lo que sucedió la noche de la fiesta en esta oficina -dijo Harry con más aplomo del que en realidad sentÃa.
Por supuesto que Draco no lo habÃa olvidado, aunque la mayor parte del tiempo fingÃa que sÃ.
-Estas tratando de decirme que esa noche yo… -se detuvo abruptamente el rubio -. No, eso no puede ser, es imposible, no hubo poción de por medio…
De pronto una idea escabrosa se dibujó en su cerebro.
-Potter, bebiste una poción de fertilidad, te embarazaste y ahora vienes a decir que soy el padre. No, no soy tan idiota como para tragarme ese cuento… no entiendo qué pretendes inventando semejante mentira.
-No invento nada -dijo Harry sin alterarse ni un poco -. Esa noche, en esta misma oficina… más especÃficamente sobre este mismo escritorio, tú Malfoy, me embarazaste. Soy un mago fértil.
El rostro de Draco adquirió un tono lÃvido. En una fracción de segundo el muchacho rubio pensó con horror en lo que dirÃan sus padres, su amigo Blaise, lo que dirÃa la sociedad mágica cuando supieran que se habÃa liado con el héroe del mundo mágico y que le habÃa embarazado. SerÃa el comidillo de todo el mundo.
Harry le dio una mirada rápida al rubio y apartó la vista. La reacción de Malfoy era la que habÃa esperado, no solo estaba impactado, sino también horrorizado ante la idea de convertirse en padre de un bebé que no habÃa buscado.
-MerlÃn, no es posible… no puede ser -susurró el rubio.
-Lo siento Malfoy, no sabÃa que era un mago fértil, lo juro.
Draco miró al moreno por un par de segundos. Como lamentaba haberse dejado llevar esa noche de la fiesta.
-Eres lo peor que me pasó en la vida Potter, eres un maldición que no tiene fin.
Harry habÃa oÃdo muchas cosas de los labios de Draco Malfoy. Durante años en la escuela, pese a todo, escuchar como insultaba a sus amigos, como se burlaba de ellos, si bien le enojaba y casi siempre terminaban enfrentándose, Draco nunca tuvo el poder de herirlo realmente. Tal vez por ese motivo en su corazón no habÃa lugar para el resentimiento. Pero sin duda era una carga, ser lo peor que le habÃa ocurrido a otro.
Pasaron unos segundos en silencio.
Harry sabÃa lo que debÃa hacer, lo sabÃa antes de entrar a esa oficina.
-Malfoy, no tienes que preocuparte. Yo no vine a exigir nada -dijo el moreno con voz serena -. Nadie sabrá que eres el otro padre de este bebé, ni siquiera él cuando crezca.
Draco ni siquiera respondió.
Harry se levantó, el rubio miraba a un punto indefinido.
-No tengo nada más que decir, te deseo suerte Malfoy -dijo Harry y tras un segundo salió de la oficina.
Una vez fuera soltó el aire. Ahora podÃa estar tranquilo y seguir con su vida, habÃa cumplido con decirle a Malfoy que serÃa padre. Se corrigió, no, Malfoy no serÃa padre de ese bebé, no querÃa serlo. PodÃa vivir con eso, afortunadamente no necesitaba al rubio, ni su hijo tampoco.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Harry esa noche no regresó a Hogwarts. Generalmente cenaba en la escuela y después volvÃa al apartamento que compartÃa con Seamus. Pasaban de las siete cuando cruzó la puerta de entrada.
Seamus habÃa llegado una hora antes y salió de la cocina con un plato de pasta y una botella de vino.
-Harry, ya estás aquÃ, qué sucedió -preguntó mirando el reloj -, no cenaste en la escuela, por lo general vienes después de las ocho.
-Es cierto, no cené en Hogwarts -respondió Harry mientras se quitaba la capa que cubrÃa su túnica.
-Cómo puedes ver preparé pasta, hay bastante por si te apetece -ofreció Seamus.
-No tengo mucho apetito, pero igual me sentaré contigo.
-Genial, todavÃa no me acostumbro a cenar solo.
Se sentaron sin ceremonia y Seamus se sirvió un poco de vino. Él y Harry compartÃan el apartamento hacÃa mucho tiempo y se podÃa decir que le conocÃa bastante. Por tal motivo no pasó inadvertido el silencio del moreno. No estaba animado como otras noches.
-¿Estás bien Harry?
-SÃ, claro.
-Estás muy callado, hay algo que te preocupe.
-No, solo estaba pensando… en… Malfoy.
Seamus le miró curioso.
-Aún no sabes cómo decirle lo del bebé.
-No, eso ya no me preocupa.
-¿Por qué?
-Hace un rato estuve en la editorial y le conté del embarazo.
-¿De veras? ¿Qué dijo? -preguntó Seamus lleno de ansiedad.
Harry no respondió enseguida.
-No me digas que no te creyó, que pensó que era un invento.
-Primero pensó que era una broma, después que mentÃa y al final terminó diciendo que yo era lo peor que le habÃa pasado en la vida, que era un maldición para él.
Seamus no dijo ni una palabra, estaba impactado.
-De verdad dijo eso, que miserable.
-Fue sincero, eso es todo.
-En resumen no le importó el bebé. Lo siento Harry, yo fui el que insistió en que debÃa saberlo.
-Y tenÃas razón Seamus. Él debÃa saberlo, que le diera igual es otro asunto. Jamás podrá acusarme de haberle negado a su hijo, ha sido él quien lo rechazó.
-¿Te dijo eso, que no querÃa saber de ese bebé?
-No lo dijo textualmente, pero todo en él lo hizo evidente. Estoy casi seguro que Malfoy es ese tipo de persona que decide ser padre, elige cuándo y con quien. En este caso no tuvo esa oportunidad. Soy la última persona del mundo mágico con la que Malfoy desearÃa tener un hijo.
Seamus se quedó en silencio. Admiraba la tranquilidad de Harry frente a lo sucedido.
-¿De verdad no estás decepcionado de la reacción de Malfoy?
-Seamus, cuando tú no esperas nada de alguien, no tienes expectativas, estás a salvo de sufrir una decepción.
-No sé qué decirte Harry.
-No digas nada, no es necesario. Estoy tranquilo, seguiré adelante con el embarazo… además cuento con buenos amigos.
Seamus asintió.
-Voy a descansar, mañana tengo que dar clase temprano.
El moreno se levantó y se fue a su habitación. Seamus le siguió con la vista y cuando Harry cerró la puerta, movió la cabeza en señal de negación. Lo único que podÃa pensar de todo eso era que Draco Malfoy en el pasado fue un cobarde y no habÃa cambiado ni un poco. Esperaba que fuese cierto que a Harry no le importaba que no quisiera a ese bebé.
Una vez dentro de la habitación Harry, se quitó la túnica y se puso el pijama. No habÃa mentido al decirle a Seamus que estaba tranquilo. Era cierto. Se habÃa sacado un peso de encima al hablar con Malfoy. Todo estaba resuelto y claro en su vida. Ese bebé solo serÃa suyo y pensaba ser el mejor padre del mundo.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Cuando salió de la chimenea Blaise le estaba esperando ahà mismo en la sala.
-¡Por fin! ¿Dónde estabas Draco? Hace rato que fui a buscarte a la editorial y no te encontré —dijo de corrido el moreno.
-Fui a caminar por ahÃ.
-¿A esta hora?
-Pareces una esposa molesta, déjame en paz.
-¿Qué sucedió? -preguntó Blaise -. Estas muy extraño.
El rubio no respondió. No sabÃa cómo decirle a su amigo que su vida se habÃa puesto de cabeza en un instante.
-Vamos Draco, algo te pasa. Soy tu amigo, sabes que puedes confiar en mÃ.
-Potter fue a verme a la editorial.
-Ah… por eso estás tan desaminado -asumió Blaise -. Está claro que no sucedió lo de la última vez.
-Está embarazado.
-¿Cómo dices?
-Dijo que espera un hijo… mÃo.
El rostro de Blaise reflejó el impacto que tal revelación le causaba. Tardó varios segundos en reaccionar.
-¿Y tú que le dijiste?
-Le dije que él era lo peor que me habÃa pasado en la vida, una maldición que no tenÃa fin.