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Trabajo embarazoso por zandaleesol

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Título: Trabajo embarazoso

Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico por esto.

Parejas: Harry/Draco

Clasificación: R

Advertencias: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epílogo) Mpreg. Otras.



Capítulo 17. Una visita inesperada


Estaba abrumado. La situación había dado un giro que no pudo prever. No podía evitar desconfiar de las verdaderas intenciones de Draco. El cambio del rubio era muy repentino y su sentido común decía que eso era por decir lo menos, extraño. Pero otra parte de él quería confiar y esa debía ser su parte Gryffindor, sin duda alguna. Salió de su despacho y se dirigió hacia el Gran Comedor, ya era la hora del almuerzo y su estómago lo resentía. Otra cosa que le preocupaba a parte de su relación con Draco, era lo que sucedería con su puesto de profesor. Sabía que a medida que su embarazo prosperara ya no tendría la agilidad necesaria para realizar las clases prácticas, que era como se daba la Defensa Contra Las Artes Oscuras. Muy pronto alguien tendría que reemplazarlo. Le gustaba su trabajo, más que cualquier otro que pudiera existir. Pero no sabía muy bien cómo iba a enfrentar su nueva vida una vez que el bebé naciera.


Pero en realidad lo que le preocupaba por encima de todo era Draco. Había ofrecido retirar la dichosa solicitud, si él aceptaba vivir en su casa ¿Estaba tan interesado en el bebé al punto de estar dispuesto a convivir a diario con él? La idea le parecía de lo más estrafalaria. Draco y él viviendo en la misma casa, era impensable. Aunque era aún más impensable que él, Harry Potter, estuviese esperando un hijo de Draco Malfoy. Cómo era posible que la locura de unos minutos hubiese tenido una consecuencia tan sorprendente. En todo caso no era lo único que le causaba asombro. El cambio que había experimentado el rubio desde el día que le contó lo del embarazo hasta lo sucedido hacía unos días era brutal.


De repente, sin darse cuenta se encontraba divagando sobre el tema. Qué raro sería vivir en el mismo lugar con el rubio y compartir las trivialidades de la vida. Cómo sería aquello se preguntaba. No entendía cómo le había propuesto vivir juntos si tenía hospedado a su amigo Zabini en casa. Pero dejó de pensar en todo eso en cuanto estuvo delante de un plato con carne de ternera aderezada con salsa de ruibarbo.


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Draco estaba en el limbo aquella mañana y continuó así durante la tarde cuando se reunió con su asesor financiero.


-Hay algo que te preocupe sobre tus inversiones Draco, estás un poco distraíd -dijo Dante Baldazzi, después de sorber un trago de su vino.


Draco le miró y negó con la cabeza.


-No, las inversiones no me preocupan, con un asesor como tú no es necesario -respondió el rubio.

-Entonces tienes algún problema, has estado más silencioso que en otras ocasiones.


El muchacho rubio miró al hombre, pero estaba pensando en otra cosa, su mirada era muy decidora.


-Dante, nunca te lo he preguntado, ¿tienes hijos?


El hombre alzó la ceja sorprendido. Los asuntos personales no eran un contenido abarcado en sus conversaciones con Draco.


-Sí, tengo dos.

-¿En serio?

-Sí. Un niño y una niña… diez años tienen, son gemelos.

-Vaya… no te imagino como padre.


El hombre sonrió.


-¿Y eso se debe a que has intuido que no me van las chicas precisamente?

-No se trata de eso, es solo que… bueno a veces uno cree que las personas son solo lo que vemos exteriormente, pero tiende a olvidar que somos más de lo que mostramos al mundo.

-Es cierto -dijo Dante alzando una ceja -.Por esa época no había asumido mi verdadera identidad sexual y bueno, yendo de aventura en aventura, no era imposible que sucediera un… accidente.

-Entonces no lo planeaste… el ser padre me refiero.

-No, definitivamente no estaba en mis planes… fui irresponsable, como te dije no se me pasó por la cabeza que podía suceder.

-A mí tampoco -dijo el rubio sin más.


El hombre mayor le miró con cierto asombro.


-¿No me digas que embazaste a una chica? -preguntó incrédulo.


Draco arrugó el ceño y asintió.


-Vaya eso sí que es una sorpresa, Draco.

-¿Por qué?

-Estaba seguro de que al igual que a mí, te iban los chicos.

-Y me van -admitió el rubio.

-¿Y entonces? ¿No me digas que también fuiste víctima de un accidente?

-Humm… algo así.

-Definitivamente las mujeres son un peligro, no hay que mirarlas siquiera. Con los chicos al menos tienes la garantía de que no los puedes embarazar.


Draco le dio una mirada como diciendo «si tú supieras», pero disimuló enseguida dándole un sorbo a su copa de vino.


-¿Vas a casarte?


Draco arrugó el ceño otra vez, ni siquiera se lo había planteado a su almohada.


-Casarme -repitió -, no lo creo… sería muy raro que yo me casara con Ha… -se detuvo a tiempo.

-Puedes decir su nombre, no te apures que no lo revelaré ni aunque me torturen -dijo Dante con una sonrisa -, te está presionando para que te cases.

-¿Quién?

-La chica a la que embarazaste.

-Ah, no, no para nada.

-¿De veras?

-No, en absoluto, no creo que se la haya pasado por la cabeza -respondió el rubio.

-No te confíes Draco, las mujeres son muy hábiles en ese tipo de cosas. Se hacen las desinteresadas, pero en el fondo están ansiosas de ponerte la rienda.

-Eso no me sucede a mí, por el contrario…el… ella me amenazó con marcharse y llevarse al bebé.

-¡Santo cielo! Draco eres más ingenuo de lo que se podía esperar. Estas siendo manipulado, ese cuento es el más viejo del mundo. Se hacen como que no quieren nada de ti, pero es solo parte de la estrategia.

-No, este caso es muy diferente, Har… sé que no es de ese tipo -señaló Draco.


Dante alzó una ceja.


-¿Con qué letra empieza su nombre?

-¿Qué?

-La chica a la que embarazaste, con qué letra empieza su nombre.

-Eh -titubeó el rubio -, con H.

-Bien, esa madame cuyo nombre empieza con H, es muy astuta sin duda. No te presiona, no te exige, créeme, esa también es una estrategia -dijo Dante y luego de una pausa agregó -. Obviamente sabe que eres un hombre muy rico, de seguro que ha concluido que siendo agradable conseguirá mucho más de ti.

-Sé que el dinero no le importa, no influye en absoluto en este caso.

-Eso dicen, por lo general es mentira. Tú mismo has usado en incontables ocasiones ese dicho de Shakespeare: si el dinero va delante, todos los caminos se abren.

-En este caso no importa, porque también tiene su fortuna, no tan grande como la mía claro, pero no es para nada despreciable.

-Está bien, si no es dinero entonces quiere formar parte de tu círculo exclusivo. Porque eso lo tengo claro desde hace tiempo Draco. Tú perteneces a un exclusivo grupo social, tanto que tu nombre no aparece en ningún lugar.

-También pertenece a ese círculo exclusivo y, su nombre es muy admirado, su fama le precede.

-En serio, y por qué.

-Por cosas que ha hecho, cosas muy importantes.


El hombre se quedó mirando silencioso al rubio.


-Pareciera que tú también sientes admiración.


Draco miró al hombre.


-Yo… bueno, no sé… tal vez… sí siento un poco de admiración -admitió el rubio.


Dante sonrió ampliamente.


-Draco, mis condolencias -dijo el hombre mayor -, está claro que ya estás perdido.

-¿Por qué?

-Esa madame cuyo nombre comienza con la letra H, te tiene a sus pies.


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Draco llegó a su casa un poco antes de las siete. Se fue directo al saloncito de lectura, pues sabía que a esa hora Blaise prefería la compañía de los libros.


-¿Interrumpo? -preguntó entreabriendo la puerta.


Blaise levantó la mirada y negó aunque era obvio que estaba muy enfrascado en la lectura del libro.


-¿Cómo te fue en el almuerzo?

-Bien.

-Entonces tus inversiones en el mundo muggle van bien.

-Excelentes en realidad -dijo el rubio mientras se sentaba en un sillón de brazos altos -. Dante sabe lo que hace y tiene un inmejorable olfato, es el mejor en su trabajo.


Blaise sonrió.


-Si alguien me hubiese dicho hace años que tendrías tratos con un «sangre sucia» no lo hubiese creído.

-Blaise, te agradecería que no usaras ese término.

-¿Cuál, sangre sucia?

-Blaise…

-Esta bien. Me resulta increíble que seas el mismo Draco Malfoy, que en innumerables ocasiones llamó así a la amiga de Potter.

-Eso fue hace un montón de años.

-Sí, muchos años… siete u ocho.

-Blaise sabes que esos prejuicios de sangre me los inculcaron mis padres, yo era un niño… solo repetía lo que oía a los mayores. Mi padre me hizo creer desde pequeño que yo era superior a los demás magos, no es mi culpa.

-Y aún sigue pensando igual.

-Sí, lamentablemente morirá con esas creencias, están muy arraigadas como para hacerle cambiar.

-Por eso aún no les escribes diciéndoles de tu asunto con Potter. La inmaculada línea de pureza de sangre ha sido rota. No envidio tu posición.

-Tal vez escribirles no sea una buena opción, es una noticia que debo darles personalmente. Además lo mío con Harry no está del todo claro, por eso prefiero esperar.

-Pensé que ya todo estaba claro y por otro lado no comprendo en que influirá, pues Potter se negó a responder tu petición de manera formal, no importa mucho que tú no hayas informado a tus padres aún.

-Le ofrecí a Harry que viniera a vivir aquí hasta que el bebé nazca.

-¿Aquí?

-Sí.

-Todavía temes que cumpla su amenaza de huir.

-La verdad… con él nunca se sabe, es impredecible.

-Lo de Potter no pasa de una diatriba, es muy Gryffindor como para eso. No creo que fuese capaz de hacerlo.

-Pues yo preferiría tenerlo vigilado -dijo el rubio al instante -, solo por si acaso.

-No creo que le guste la idea de vivir bajo el mismo techo contigo, no te hagas muchas ilusiones Draco.

-Tú mismo has dicho que cualquier cosa podía suceder entre Harry y yo.

-Sí, lo dije, pero y qué dirán sus amigos. Todos sabemos lo importante que son para Potter.

-Weasley está furioso, pero Granger lo entendió.

-¿En serio?

-Sí.

-Humm… bueno, la petición ya está hecha y el proceso sigue su curso. Potter no respondió, de todos modos ya no puede oponerse.

-Tratándose de él no me asombraría que el tribunal le extendiera el plazo.

-Por el momento creo que deberías esperar, a lo mejor se lo piensa mejor y finalmente decide venir a vivir aquí, sin que nadie le obligue.

-Me gustaría que fuese así, pero es muy terco.

-Tú no eres diferente cuando algo se te mete en la cabeza.

-Es cierto. Pero esto es muy importante, más que cualquier otra cosa que haya hecho en mi vida.

-Por supuesto, se trata de tu hijo.

-Te juro Blaise que aún me cuesta creerlo, a veces creo que despertaré de un momento a otro y diré… vaya solo se trató de un sueño.


Blaise sonrió.


-Es bueno que te parezca un sueño y no una pesadilla.

-Me pareció una pesadilla en el primer momento, lo reconozco.

-Pero cambiaste de idea muy rápido.

-Me di cuenta de que en realidad no me importa lo que digan de mí. Eso sí me siento algo culpable porque le he fallado a mi padre, pero ya no puedo cambiarlo.

-Has pensado que tal vez tu padre te repudie.

-Sí, lo he pensado.

-Y hablaste con Potter sobre eso.

-Algo. Le dije que mi padre se enojará con seguridad, pero que acabara aceptándolo.

-Le has mentido, me acabas de decir que estás casi seguro de que tu padre te repudiará.

-No puedo decirle eso. Podría usarlo como una excusa para no permitirme estar cerca de él.

-La verdad no lo creo Draco. Estoy seguro de que Potter estaría más tranquilo si tu padre rechazara a ese bebé.

-Puede ser y es muy probable que ocurra, y aunque lo lamentaré por supuesto, por nada del mundo renunciaré a mi hijo, aunque pierda a mis padres por eso.

-Esperemos que eso no suceda, sería una pena. Eres su único hijo.

-Ya veremos si eso para mi padre tiene más peso que su obsesión por la pureza de sangre.


Blaise se quedó en silencio. Sabía que pronto su amigo debería enfrentar ese difícil momento, pero se alegra de ver que el rubio no tenía miedo.


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Cuando Harry salió de la chimenea del apartamento, resultó que Draco ya estaba ahí, sentado en un sillón, esperándole.


-¿Cómo es qué estás aquí otra vez? -preguntó Harry un tanto asombrado.

-Eso no es muy cortés de tu parte -le recriminó Draco mientras continuó sentado.


Harry rodó los ojos y se sentó frente al rubio.


-Apenas ayer estuviste aquí, ¿no te parece que tus visitas están siendo muy asiduas? ¿Y quién te dejó entrar?

-Eso debía alegrarte, es una prueba de que me preocupo por mi hijo y nadie me dejó entrar, abrí con un Alohomora -dijo el rubio como si nada -, y a propósito, deberías poner un hechizo a tu puerta, cualquiera puede entrar, es muy fácil.

-No es necesario que te preocupes tanto, todo está bien con el bebé y en cuanto a la puerta está claro que cualquiera puede entrar, lo has hecho tú.

-Yo no soy cualquiera, soy un mago y el otro padre del bebé. Si vivieras en mi casa, no tendría que venir aquí todos los días.

-No te he pedido que vengas todos los días.

-Eres imposible -dijo el rubio cruzándose de brazos.


Se hizo un silencio. Harry tuvo ganas de reírse, la situación era tan absurda y a la vez extraña. Pero debía reconocer que no se sentía desagradado por la preocupación del rubio, al contrario.


-¿Ya retiraste la petición? -preguntó Harry de pronto.

-Aún no.

-¿Lo harás?

-Solo si vienes a mi casa voluntariamente.

-¿Y qué sucede con tu amigo?

-¿Blaise?

-El mismo, ¿acaso no vive contigo?

-Está de visita.

-¿Cuál es la diferencia?

-Que en algún momento se marchará, pero te aseguro que a Blaise no le incomoda la idea de que te mudes a mi casa.

-Me sentiría como un intruso -argumentó Harry.

-Eso es una tontería.

-No lo es, es que no te das cuenta Draco de que todo esto es muy raro, tú y yo viviendo en la misma casa, es inconcebible.

-No me resulta nada inconcebible, al contrario, lo creo correcto y lógico en estas circunstancias, además por primera vez en la vida me has llamado por mi nombre, eso es muy significativo.

-¿Te he llamado por tu nombre?

-Sí, y ni cuenta te has dado, eso es un buen indicio.

-Ah sí, ¿y de qué sería un buen indicio?

-De que nuestra relación puede mejorar.

-Tú y yo no tenemos una relación.

-¿Tienes que rebatir todo lo que digo? Me refiero a nuestra relación de padres.

-Ah, bien.

-Quiero que nuestro hijo tenga una buena vida Harry, que sea feliz, ¿acaso tú no deseas lo mismo?

-Claro que sí, acaso lo dudas.

-¡Merlín bendito! No te cuestiono Harry, por favor deja de estar a la defensiva.


El moreno se quedó en silencio.


Draco se levantó del sillón.


-Supongo que debo darme por vencido contigo -dijo el rubio con una nota de decepción en la voz -. No puedo entenderte por más que trato. Supuse que me diste la noticia de que esperabas un bebé mío porque deseabas que fuera parte de su vida, intento acercarme y no me dejas, estoy cansándome de tus juegos Harry. Me pregunto si sabes lo quieres realmente.


Tras estas palabras el rubio salió del apartamento. Harry se quedó mirando la puerta un buen rato. De pronto se sentía culpable y también extrañamente dolido.


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Los días que siguieron, Blaise notó a su amigo callado y pensativo. Lo conocía demasiado como para no darse cuenta de que estaba deprimido. Había regresado así después de visitar a Potter. No quiso ser inoportuno y no preguntó nada, presintiendo que la sola mención del héroe podía empeorar el estado de ánimo de Draco. Pero los días pasaban y no había cambios, comenzó a preocuparse. Decidió que antes de que la cosa fuese peor, debía hacer algo más que ser un simple espectador. Había llegado el momento de tener una conversación con Potter.


Era jueves y se presentó en Hogwarts a eso de las cinco, le buscó directamente en el despacho. Harry por su parte se mostró muy sorprendido con la visita del muchacho con el que prácticamente no había cruzado una palabra en su vida.


-Necesito hablar contigo de algo importante, Potter -dijo Blaise una vez que estuvo sentado en el despacho de Harry.


El de ojos esmeraldas no ocultó su desconcierto.


-No deja de parecerme extraño Zabini -respondió Harry -, si no me falla la memoria, tú y yo nunca cruzamos una palabra.

-Sí, es cierto, en el pasado no tenía nada que decirte, sin embargo ahora la situación es diferente.

-Supongo que esta conversación tiene que ver con Malfoy.

-Has acertado Potter, justamente se trata de mi amigo, Draco -respondió Blaise con tono un tanto seco.

-Soy todo oídos Zabini -dijo Harry.

-Quisiera pedirte Potter, que dejaras de utilizar esto de tu embarazo para vengarte de Draco.

-¿De qué demonios estás hablando Zabini? -preguntó Harry con tono evidentemente molesto.

-Para mí está muy claro que usas al bebé para lastimar a mi amigo. Primero le dices que será padre, luego que vas a marcharte lejos y que nunca conocerá a su hijo, y cuando Draco se preocupa por ti y el bebé no lo agradeces ni un poco.

-Malfoy interpuso una solicitud de custodia y arraigo, ¿debo sentirme agradecido por eso?

-Yo le aconsejé que lo hiciera, después de que tú lo amenazaste con marcharte lejos con su bebé.

-Él estaba horrorizado ante la idea de ser padre.

-¿Y no es lógico que lo estuviera, siendo tú el embarazado Potter? Tú que siempre sentiste desprecio por él, que siempre lo consideraste moralmente inferior a ti.


Harry se sorprendió ante esas palabras.


-No sabes de lo que estás hablando Zabini.

-Lo sé muy bien Potter. Los héroes como tú, miran por encima del hombro a todos los que no luchamos en la guerra, no estamos a la altura de tu grandeza y por supuesto que Draco menos que ninguno, siempre lo has despreciado.

-Eso que dices es muy estúpido, nunca he pensado tal cosa -contestó Harry -. Y con respecto a Malfoy, si alguna vez sentí desprecio por él, eso quedó en el pasado.

-Está bien, si tú lo dices, supongo que debo creerlo, pero es curioso que siendo que no le desprecias, no puedas llamarlo por su nombre todavía -dijo Blaise e hizo una pausa -. Si realmente no tienes intención de usar tu embarazo para vengarte de Draco por las cosas del pasado, demuéstralo.

-No tengo que demostrar nada Zabini, menos a ti.

-No a mí, a Draco. Desde la última vez que habló contigo anda como alma en pena -dijo Blaise -. No sé qué demonios le has dicho como para que esté tan abatido.


Harry se quedó sorprendido.


-Yo no le he dicho nada… porque asumes que yo tengo la culpa, a lo mejor tiene algún problema…

-El problema de Draco eres tú Potter, siempre has sido tú. Por más que trato de entender no lo consigo. No sé qué demonios tienes que consigues poner siempre su vida de cabeza. Desde que tuvieron ese encuentro en la tienda de túnicas y, es una soberana estupidez porque ese sentimiento que no ha podido arrancarse jamás, no hace más que causarle amargura, tú nunca vas enamorarte de él como él lo ha estado siempre de ti.


Harry se quedó sin saber poder hablar, estaba atónito.


-¿Qué pasa Potter? ¿Ahora vas a fingir que no sabías que Draco siempre ha estado enamorado de ti? -preguntó Blaise un tanto despectivo.

-Eso no puede ser cierto, él siempre me odió… en la escuela…

-Sí, sí ya sé… los insultos, las peleas… y todo lo demás -le interrumpió el moreno -. No me digas que jamás lo entendiste, acaso tus amigos no tenían una relación que iba por la misma línea, hablo de Granger y Weasley.

-Éramos amigos, lo fuimos desde el comienzo.

-Sí, y se lo pasaban discutiendo y cómo acabaron, ¿eso no te dice nada Potter?

-Eso fue muy diferente, Ron jamás llamó a Hermione sangre sucia, como tu amigo lo hizo con mi madre cada vez que pudo.

-Sí es cierto, pero éramos unos críos y lo sabes Potter -contestó el otro muchacho -. Aunque sí es eso lo que motiva tus acciones, debo decir que estás mal de la cabeza. Porque solo un loco buscaría a la persona que supone desprecia para tener sexo con ella.


Harry se puso de pie, estaba muy enojado.


-Te estás pasando de la raya Zabini -dijo Harry con tono peligroso -. El que seas amigo de Malfoy no te da derecho a venir aquí a sermonearme. Lo que haya sucedido entre nosotros no te concierne.

-Me concierne cuando es mi amigo quien sufre por tu causa Potter. Lo único que te pido es que no lo lastimes con esto del bebé -dijo Blaise con tono más sereno -. Tal vez pienses que se merece sufrir por su arrogancia del pasado, pero te aseguro que ya pagó y con creces.

-Nunca ha sido esa intención Zabini.

-Me gustaría creerlo, según Draco no eres una persona mal intencionada y aunque no sientas nada por él, siempre será el otro padre de tu hijo, no lo olvides. Hasta luego Potter.


Tras esas últimas palabras Blaise salió del despacho. Una vez en el pasillo soltó el aire de los pulmones. Esperaba que realmente Potter hubiese asimilado sus palabras y que no resultara contraproducente para los intereses de su rubio amigo.


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


De todo lo dicho por el tal Zabini, lo único que daba vueltas en la cabeza de Harry una y otra vez era que Draco Malfoy siempre había estado enamorado de él. Sería eso posible, pensaba el muchacho de ojos esmeraldas. Zabini lo había afirmado con tanta certeza. Draco estaba sufriendo por su culpa. Draco Malfoy, estaba enamorado de él. Harry se sentía abrumado con semejante revelación. Se vinieron a su mente todos los recuerdos desde el mismo día en que Draco se presentó en la editorial como el nuevo dueño. Pero si lo dicho por aquel ex Slytherin era cierto, por qué desde el primer momento el rubio quiso despedirlo. Eso no tenía sentido.


Pero luego Harry comenzó a recordar otras cosas. Le vino a la memoria aquel día en que Draco le tendió la mano, un poco reticente eso sí, como si temiera que él le rechazara por segunda vez. Y por supuesto rememoró el día en que fue despedido. La decepción que había visto en el rostro del rubio aquella mañana, ahora la comprendía. Ciertamente había metido la pata hasta el fondo con lo del embarazo falso. Y por supuesto que más claramente venía el recuerdo de aquella noche de la fiesta. Ahora podía comprender la respuesta del rubio a ese beso suyo. Bajo todas las capas de frialdad con las que se revestía Draco, había un corazón que latía por él. Apenas podía creerlo.


-¿Sucedió algo? -preguntó Seamus cuando llegó al departamento y encontró a Harry sentado en el sofá con aire meditabundo.

-No -dijo el moreno con escasa convicción.

-¿Estás seguro?

-Sí.

-¿Estuvo aquí otra vez?


Harry devolvió a su amigo una mirada distraída.


-¿Quién?

-Malfoy, vino otra vez…

-No, no lo he visto.

-Ah, y por qué estás así entonces.

-¿Así cómo?

-En otro mundo Harry.

-No digas tonterías Seamus, estoy como siempre.

-No es cierto y lo sabes.

-Está bien, fue a verme Zabini a la escuela.

-¿Zabini, es aquel estirado amigo de Malfoy?

-El mismo.

-Y para qué fue a verte.

-Para hablar de Draco.

-Malfoy lo envió.

-Definitivamente no lo envió Draco, fue por su cuenta.

-¿Y qué te dijo el tal Zabini?


Harry no respondió la pregunta de su amigo.


-Seamus, lo he pensado con más calma y creo no es tan loca la idea de que yo viva en la casa de Draco.

-Vaya, ¿y ese cambio?

-Es el otro padre del bebé, es un hecho y no puedo cambiarlo.

-¿Qué te dijo ese Zabini que te hizo cambiar de idea?

-Ahora comprendí la razón por la que a Draco le importa este bebé.

-Ah… eso es bueno, supongo.
Se hizo un silencio.

-Se lo dirás a Hermione y a Ron supongo.

-Ron está enojado y cuando se lo cuente a Hermione, ella se encargará de decirle.

-Será raro estar solo en este apartamento, pero desde que nos contaste del embarazo supe que las cosas habían cambiado.

-Lo lamento Seamus.

-A todos nos llega la hora de tomar el camino definitivo.


Harry sintió un poco de tristeza, pues sabía que su vida había cambiado desde el momento en que se cruzó otra vez con Draco. De pronto pensar en el rubio le provocaba un extraño cosquilleo en el estómago.



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