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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Lamento muchísimo mi gran ausencia “otra vez”. Pero surgieron unos inconvenientes catastróficos que no pude evitar que sucedieran. En resumidas cuentas, me fue imposible continuar con la historia. Pero ahora que ya estoy un poco más suelta de problemas, les traje el nuevo capítulo de hoy. No crean que me olvidé del finc. Como ya estamos palpando los últimos capítulos, pues es injusto que no la finalice. Así que disfruten con el episodio.

 

Gracias por sus comentarios, y por las jaladas de orejas por haberme ausentado tanto tiempo. Pero si no fueran por esas llamadas de atención, creo que no hubiese retomado la historia. Quiero agradecer en especial a Ale801 por animarme siempre en continuar con la historia. Así que linda, este capítulo va dedicado a ti.

CAPITULO VEINTICINCO

 

 

 

Esa mañana el sol apareció por poco tiempo, antes de quedar oculto por la masa de nubes grises que habían estado amenazando lluvia desde la víspera. Rowen deseó que lloviese a cántaros. ¿Por qué no? Ya se sentía tan miserable…La náusea le oprimía el estómago. ¿Por qué los hombres que lo vigilaban no experimentaban también parte de ese desagrado?

 

Había solamente seis alrededor del doncel, y se los veía tranquilos y despreocupados. Alexander había ido con otros dos a un lugar desde donde podía observar las idas y las venidas del castillo. De hecho, no había ordenado a esos hombres que permanecieran allí para vigilarlo. Ahora, ellos lo veían como a su señor, de modo que era su deber protegerlo, y eso impedía que lo abandonasen. Pero alejarse ahora no convenía a su nuevo objetivo, que era impedir que Alexander capturase a Fulkhurst.

 

Su hermanastro le había dejado muy pocas alternativas con su amenaza. A menos que Alexander muriese, su madre pagaría lo que Rowen pudiese hacer para frustrar el plan de Alexander, salvo que Rowen pudiera hacer algo sin que éste sospechase nada. Pero, ¿qué podía hacer con una táctica tan indirecta?

 

Por supuesto, el doncel podía cortar con sus propias manos la cabeza de la serpiente, y abrigar la esperanza de que el cuerpo desaparecería de la vista. Pero si Rowen lograba matar a Alexander, era probable que uno de los hombres de su hermanastro lo matase por eso, y él no deseaba sacrificarse hasta ese punto, y muchísimo menos por un hombre que sólo ansiaba vengarse de su persona.

 

Rowen podía explicar a Alexander que William era el hombre que él había apresado en Ginza. Tal vez eso lo encolerizara de tal modo que él cometiera una tontería, quizás incluso deseara desafiar realmente a William, y saliese a perseguirlo….Rowen estaba soñando. Alexander jamás se pondría en peligro, y menos conociendo la magnitud del ejército que William había llevado consigo, y sin tener la certeza de que el suyo era más grande. Rowen deseaba saber cuál era el número de soldados de ese ejército. Había visto muchos hombres en Ginza, pero sabía que Alexander podía contratar a muchos más gracias a la riqueza de Lyons. ¿Alexander ya había podido ejecutar su plan?

 

Había una esperanza a la cual el doncel se aferraba, a saber, que Alexander se inquietase por los pronósticos que Rowen había formulado acerca de lo que sucedería cuando su odioso hermanastro intentase entrar en el castillo. Si por lo menos Alexander alimentara algunas dudas, disponía del resto del día para acentuarlas. De hecho, en definitiva, ese repugnante bastardo podía convencerse de que su plan original estaba destinado al fracaso. Después, recordaría cómo se había burlado de Rowen, y pensaría seriamente en utilizarlo para entrar en la fortaleza. Así, el doncel dispondría de tiempo para dar la alarma, pues a juzgar por el modo en que Alexander había explicado su plan, Rowen comprendió que no tenía la intención de forzar la entrada apenas éste ingresara en el castillo. Era probable que a Rowen lo llevasen directamente a la mazmorra, pero eso lo beneficiaría, al separarlo de Alexander, éste podía confesar quién era realmente su hermanastro, sin que Alexander supiera que Rowen era la persona que lo había traicionado.

 

Sí, Alexander lo utilizaría si la duda comenzaba a agobiarlo, y lo haría sin sospechar que Rowen deseaba ayudar al hombre que lo había apresado. Alexander sabía que era odiado por Rowen, pero creía que el doncel odiaba aún más a William.

 

Comenzó a sentirse mejor, hasta que recordó lo que le esperaba en la mazmorra de Fulkhurst. ¿Beatrix había representado su farsa antes de enterarse de la fuga de Rowen? En caso negativo, tal vez no había formulado sus acusaciones, y había llegado a la conclusión de que ellas nada le servían una vez que Rowen había desaparecido. Y la captura del peor enemigo de William podía ser una de sus armas, sobre todo si Rowen en definitiva era el responsable de esa captura. Incluso era muy probable que no lo enviase a la mazmorra. Tal vez hasta podían sentirse agradecidos ante su intervención…no, de nuevo estaba soñando. Pero por lo menos, podía lograr de ese modo que el maldito carcelero lo pensara dos veces antes de abusar de su persona, hasta que William regresara y juzgase el intento de fuga. Pero si lo recibían con esa acusación por robo…

 

Comprendió que acerca de eso no podía hacer nada. Tendría que afrontar lo que lo esperaba en el castillo, si Alexander decidía utilizarlo. Pero ahora Rowen no estaba tan deseoso de ser usado. Y comenzó a mirar de nuevo a los hombres que estaban alrededor, preguntándose otra vez si no estaba omitiendo algo, algo que los llevase a desobedecer las órdenes de Alexander, sin que ello significase que lo enfrentaran, porque esa actitud podía exponer a Rowen a la cólera de su belicoso hermanastro…y a sus represalias.

 

De los seis hombres que habían permanecido junto a él, sólo de dos estaba seguro de que pertenecían a Ginza, aunque podía ser el caso de todos. Pero seguramente no era así. Podía suponer que Alexander querría tener consigo, cuando se acercase a las puertas del castillo, a un número más elevado de hombres que según sabía le eran fieles. Si Rowen podía hablar a uno de los caballeros de Ginza, sin que los hombres de Alexander lo escuchase…

 

Cuando uno de ellos mencionó la comida, Rowen comprendió que tenía mucho apetito. Pero no hizo caso del alimento que llevaba en su propio saco, y se puso de pie, con aire indiferente, para apartarse del grupo. Suponía que los hombres compartirían con él lo que tenían, y abrigaba la esperanza de que uno de los dos con quienes deseaba hablar le trajese comida. Pero como de costumbre, la suerte no lo favoreció. No conocía al hombre que le ofreció un poco de venado frío y pan duro, y al preguntarle su nombre le aportó la información adicional de que el hombre provenía de Ambray.

 

Rowen le agradeció pero rechazó su ofrecimiento, y dijo que no tenía apetito, aunque su vientre protestó ruidosamente ante tamaña mentira. Después, él esperó hasta que los hombres terminasen de comer y de nuevo se aflojase la tensión, y esperó un rato más, rogando que Alexander no volviese para comer allí. No lo hizo. Y finalmente, el joven doncel miró a uno de los hombres de Ginza y confesó que, después de todo, tenía apetito.

 

El hombre se apresuró a llevarle comida de su propia provisión, y después de agradecerle Rowen observó:

 

--Me sorprende que te hayas comprometido en esta causa que no te interesa, y está condenada a fracasar- y después, arriesgó una conjetura- Y lo haces sin que te paguen.

 

El hombre no negó la afirmación y dijo:

 

--He jurado fidelidad a Ginza, y lord Alexander…

 

--No tiene ningún derecho allí, y tampoco yo- se apresuró a decir Rowen antes de acobardarse. Después, él fingió sorpresa- Pero seguramente tú lo sabes. Si de mi unión con lord Lyons no nacen hijos, su hermano hereda todo. Él ahora es el señor de Ginza, y no dudo de que ahora está allí y se pregunta cuál ha sido el destino de los hombres de su hermano, los mismos que sin duda él necesitará para reconstruir la fortaleza. Realmente, no comprendo por qué los hombres prefieren la guerra y la muerte antes que la reconstrucción, pero sin duda es tu caso, pues de lo contrario no estarías aquí, sino allí.

 

El hombre no dijo nada durante un momento. En verdad, parecía incapaz de hablar. Después, lo miró con el entrecejo fruncido, en un gesto digno del propio William.

 

--Señor, ¿por qué me dices esto?

 

Que su interlocutor le hubiese recordado a William permitió a Rowen hallar una respuesta factible.

 

--No deseo morir, pero mi hermanastro no quiere escucharme. Lo obsesiona la posibilidad de matar a Fulkhurst, y eso no me extraña, pues Fulkhurst juró destruirlo. Pero Alexander no conoce al hombre a quien yo he llegado a conocer porque he sido su prisionero. Ustedes tomarán fácilmente el castillo, pero no saldrán vivos de allí, y tampoco yo, pues Alexander me arrastrará también hasta ese lugar.

 

--Señor, tus palabras no tienen sentido. Contaremos con rehenes: las hijas de ese hombre.

 

--¿Crees que eso le importará a un guerrero tan cruel? Eso es lo que no consigo que Alexander entienda, pues no acepta escucharme. Su plan funcionaría…contra otro enemigo. Pero este señor no tiene consideración por sus hijas ni por nadie. Las sacrificará, lo mismo que a su gente, sin el más mínimo pesar. Pondrá sitio a su propio castillo, pero no se aceptarán condiciones, ni una rendición. Lo único que a ese hombre le importa es vengarse de quien se atreva a ofenderlo.

 

--¿Y si te equivocas?

 

--¿Y si estoy en lo cierto?- no era fácil evitar que su tono expresara exasperación- ¿Te han prometido tanto que estás dispuesto a correr ese riesgo?

 

--¿Pretendes que yo aparte de su objetivo a tu hermano?- preguntó el guarda, desconcertado.

 

Rowen no estaba obteniendo nada, y el resto comenzaba a mirarlos, preguntándose de qué hablaban. ¿Por qué ese hombre tenía que ser tan obtuso y obstinado? Lo que Rowen necesitaba era a un cobarde.

 

--Alexander tampoco te escuchará, cuando lo único que puedas decirle es que yo te advertí. Es más probable que te censure por las molestias que te tomas- Después Rowen suspiró, como resignado- Lo siento. No debía expresarte mis temores, pero pensé que tal vez pudieras salvarte y salvar a los amigos que quizá tengas en el otro campamento, pues ésta no es tu guerra y ni siquiera perteneces a este lugar. Pensé pedirte que me llevases contigo si tienes astucia suficiente para alejarte; pero ahora comprendo que no puedes ayudarme. Los hombres de Alexander te lo impedirían. Tal vez aún pueda convencerlo de que me envíe a Ambray antes de que él entre en el castillo. Sí, eso haré.

 

Le dio la espalda, y rogó que él no dijese nada a los demás, o por lo menos a los hombres de Alexander. Cuando se atrevió a mirarlo de nuevo, vio que hablaba únicamente al otro caballero de Ginza, al parecer, en una conversación muy sería.

 

¿En definitiva Rowen había tenido un poco de suerte? Si esos dos podían encontrar una excusa para regresar al otro campamento y advertir a los hombres de Ginza que estaban allí, quizás el ejército se dispersara. Si eso sucedía con bastante rapidez, Alexander recibiría la correspondiente advertencia, y tal vez renunciara a su plan. Renegaría y se enojaría, y diría que los desertores eran cobardes que sabían únicamente intimidar a los mercaderes del poblado; pero ¿qué podía hacer al respecto? Sabía que no tenía derecho de usar el ejército de Lyons. Rowen se lo recordaría, si era necesario. No, no podía hacer eso, porque en tal caso Alexander trataría de averiguar, preguntado al propio Rowen, cuál era la razón por la cual esos hombres se habían alejado.

 

Rowen se limitaría a confesar que con toda inocencia había denominado a Fulkhurst el dragón del norte, y que el hombre con quien él hablaba había palidecido intensamente. Después, querría saber si Alexander no había advertido a sus hombres que Fulkhurst era el famoso dragón, una denominación que sin duda ellos habían escuchado incluso en Ginza, aunque antes no habían relacionado al personaje con lo que ellos mismos estaban haciendo. Rowen sería el culpable, aunque de un modo inocente; por lo tanto, Alexander no lo culparía demasiado…o por lo menos él abrigaba esa esperanza.

 

En todo caso, Alexander no perseguiría a esos hombres si estaba convencido de que eran cobardes y de que no lucharían por él. Tendría que concebir otro plan para formar otro ejército, y por desgracia, de nuevo, Rowen estaba en poder de su hermanastro. Apenas el pelinegro pensara en el asunto, no se mostraría tan enojado. Pero apenas él pensara en ello, ordenaría que vigilasen más de cerca a Rowen. Dios santo, ¿no había un modo de que él evitase ese dilema?

 

Pero el hombre con quien Rowen había hablado no intentó alejarse del campamento. El doncel comenzó a pensar que ese hombre era demasiado valeroso para lo que le convenía, y de pronto uno de los hombres que se había marchado con Alexander regresó para advertirles que habían despachado varias patrullas desde el castillo, probablemente con orden de buscar a Rowen. El doncel tendía a coincidir con esa opinión. Tanto si se trataba de un siervo o un prisionero fugado, los guardias del castillo tenían la obligación de encontrarlo o afrontarían la cólera de William de Chaville. Pero esa búsqueda no agradaba a Alexander, pues amenazaba su propio plan.

 

Un hombre debía ir a advertir a la gente del otro campamento, por si las patrullas se internaban profundamente en el bosque. Si los exploradores avistaban el ejército, estos debían capturarlos, pues de ningún modo podía permitirse que el castillo se enterase de sus presencias. Los dos hombres de Ginza se ofrecieron como voluntarios para llevar el mensaje, y después propusieron desplazarse unidos, por si tropezaban con una de las patrullas….Rowen apenas pudo evitar una sonrisa.

 

 

 

****

 

 

La tarde se prolongó con irritante lentitud. Rowen imaginó innumerables veces lo que sucedería. Pero persistió el hecho de que a menos que el otro campamento estuviese demasiado lejos, uno de los hombres de Alexander ya hubiera debido regresar para informar que los hombres de Ginza estaban retirándose…a menos que no hicieran tal cosa.

 

Por supuesto, eso era posible. Los dos hombres que se habían marchado de este campamento quizás hubiesen preferido abstenerse de hacer algo para salvar a sus camaradas de “una muerte segura”. Y tal vez hubieran decidido sencillamente salvarse ellos mismos. O tal vez Rowen había interpretado mal la ansiedad que esos hombres habían demostrado para alejarse. Y para el caso, quizás el hombre con quién él había hablado no había dicho una palabra a su amigo. La conversación mantenida con tanta seriedad podía haberse referido a una cosa completamente distinta, y era muy posible que ambos hubieran desechado lo que Rowen dijo por entender que provenía de un chiquillo asustado.

 

Rowen seguramente estaba loco si creía que unas pocas palabras originadas en él podían asustar a un verdadero ejército. No, él no había concebido la idea de asustarlos, sólo deseaba destacar que esa guerra no les correspondía, que participando no conseguirían nada, y que ellos se beneficiarían mucho más si regresaban con su verdadero señor. Pero probablemente de todo eso Rowen no había extraído ningún beneficio.

 

La lluvia continuaba amenazando, y por eso había sido imposible definir la aproximación de la noche. De pronto las sombras cayeron sobre ellos, y también llegó Alexander, que venía cabalgando a todo galope entre los árboles, muy excitado; al acercarse obligó a su pobre montura a detenerse bruscamente. Al parecer no advirtió que el número de hombres que había dejado atrás era más reducido; pero quizá de todos modos no pensaba usarlos a todos. En definitiva, cuanto mayor fuera el número de hombres que lo acompañaran, menor la posibilidad de que él pudiese entrar en un castillo cerrado, sin que importaran para el caso sus motivos.

 

No desmontó, simplemente se acercó a Rowen y le extendió la mano.

 

--He decidido decir que te encontré en el camino, sin escolta, y como tú no quisiste decirme de dónde venías, me vi obligado a llevarte conmigo. Expresaré la esperanza de que se hagan cargo de tu persona, pues el asunto que me encomendó el rey es urgente y no puede postergarse ni siquiera por un doncel tan hermoso- Después, esbozó una amplia sonrisa, mientras preguntaba- ¿Crees que me aliviarán de la carga de tu persona?

 

--Como están expuestos a que se los expulse del castillo o se los castigue severamente con el látigo por haberme permitido la fuga, no dudo de que bajarán el puente levadizo.

 

Rowen habló con voz tan hosca como podía, como si la idea le pareciese despreciable. Seguramente su acento tuvo cierto efecto, pues Alexander se echó a reír.

 

--No temas, Rowen. Tendrás que soportar esa mazmorra sólo unas pocas horas más, y después, eso no se repetirá. ¿No vale la pena hacer lo posible para provocar la caída de Fulkhurst, después del mal rato que te obligó a pasar?

 

Rowen no quiso contestar a esto. Lo que William le había hecho era cobrarse la cuenta por lo que Alexander a su vez le había provocado. Y Rowen no culpaba demasiado a uno de los dos hombres. William de Chaville se sentía más o menos justificado. En cambio, al bastardo de su hermanastro lo culparía eternamente.

 

--Alexander, si tienes éxito con tu plan, pronto verás cuáles son los resultados de mi cárcel.

 

Como el pelinegro había esperado precisamente una respuesta de esa clase, las palabras de Rowen no le desagradaron. No había muchas cosas que ahora mismo pudieran desagradarle, pues sentía muy cercano el momento de la victoria. Pero la actitud hostil de Rowen no era mera ficción. Al doncel le alegraba en demasía que las dudas que él mismo había sembrado ahora fructificaran. Él conseguiría arruinar el plan de Alexander, y lograr que en ese proceso lo capturasen y eso justificaba el costo que el joven de los cabellos de lino había pagado. Pero Rowen habría preferido que fuese eficaz la otra estrategia, porque en ese caso él no habría terminado en las manos de William, como sería ahora. En el otro caso Rowen habría quedado con Alexander, pero antes de que éste pudiese hallar otro modo de aprovecharla, el doncel habría podido desembarazarse del odioso hermanastro y de sus amenazas.

 

Pero no sería así. Rowen volvió de nuevo los ojos hacia lo profundo del bosque, antes de iniciar la marcha, pero aún no había signos de que los hombres de Alexander viniesen a advertir que él había perdido su ejército.

 

Tres veces volvió la mirada hacia los árboles. Aún había tiempo. Pero todo estaba en silencio alrededor de ellos. Y entonces se encontraron frente a la entrada del castillo de Fulkhurst, y Alexander mencionó su nombre falso, su condición de mensajero de Stephen, su relato inventado acerca del encuentro con Rowen en el camino. El doncel no escuchó por segunda vez la historia, no se mostró detrás de Alexander, de manera que los guardias de la entrada lo identificaran. No deseaba colaborar. Estaba allí. Haría lo que debía hacer. Pero cada vez más el papel que estaba representado provocaba su irritación.

 

Miró por última vez hacia atrás, y allí…¿era uno de los hombres de Alexander que venía hacia ellos por el camino? ¿Tal vez esos caballeros de Ginza habían esperado a que se aproximara la caída de la noche para comunicar lo que él les había dicho? Después de todo, eran hombres astutos. En la oscuridad, Alexander no los perseguiría. Estaría dentro del castillo, esperando la aparición de un ejército que no vendría, y gracias a las cosas exageradas que Rowen había dicho acerca de la crueldad de William, ese ejército esperaría que en poco tiempo más Alexander desapareciera. Pero esa estrategia, excelente para los hombres, no podía ayudar a Rowen.

 

El hombre ya estaba volviéndose, pues había llegado a la misma conclusión. Llegaba demasiado tarde para advertir a Alexander. Pero quizás su hermanastro creía que eso no importaba. Tal vez Alexander aún disponía de un número suficiente de hombres para alcanzar sus objetivos…pero eso no serviría a los objetivos de Rowen.

 

Rowen comenzó a decir a Alexander lo que sospechaba, cuando el guardia llamó.

 

--Espéreme allí. Mi señor recibirá al doncel.

 

Rowen frunció el entrecejo mientras se preguntaba cuál era la trampa. Pero Alexander miró hacia un costado y maldijo. Entonces, el doncel oyó los ruidos inequívocos de muchos caballos que se aproximaban, y también miró. Sí, era el dragón que regresaba. Con la última luz del día, apenas podía vérselo, pero Rowen no dudaba de que se trataba de William. Y tampoco Alexander dudó.

 

El pelinegro continuó maldiciendo, aunque no en voz tan alta que lo oyesen los guardias.

 

--Maldito sea, no pudo haber llegado a Gilly Field y regresado tan pronto. ¡Es imposible!

 

--Por lo tanto, cambió de idea- La voz de Rowen, recordó su presencia a Alexander, y ahora éste formuló un comentario.

 

--No te inquietes- dijo a Rowen- Esto sólo modifica mi plan de sitiar la fortaleza. Sí, mi ejército continúa siendo más numeroso que el suyo, y regresaré con él esta misma noche. Es una suerte que no haya pedido todavía que me permitan pasar la noche en el castillo. Pues ahora insistiré en que debo continuar mi viaje.

 

Alexander no podía hablar en serio.

 

--¿Te propones continuar aquí y saludarlo?- preguntó el menor con acento de incredulidad.

 

--¿Por qué no? Nunca me vio de cerca o sin armadura, de modo que no me conoce- Alexander sentía deseos de reír- Será una excelente broma, y se la aclararé a mi regreso.

 

Eso era más de lo que Rowen podía soportar. Su respuesta no tenía absolutamente ningún propósito, excepto el placer de que el mismo Rowen fuera la persona que echase a perder la confianza de Alexander.

 

--Alexander, lamento insinuar este asunto precisamente ahora. Pero él en efecto te identificaría. Te conoce como mi hermanastro, no como D´Ambray, pero de todos modos eres un hombre a quien él desea matar, pues eres quien lo encadenó a una cama en Ginza. La broma, hermano, recaerá sobre tu cabeza.

 

--¡Maldito seas, mientes!- estalló Alexander- No es posible que lo haya apresado y no lo supiera. Y no pudo acercarse con su ejército si estaba encadenado a una cama.

 

Por su propia conveniencia, Rowen modificó un poco la verdad.

 

--Era su ejército, pero él no lo dirigía. Vinieron no para buscarte, Alexander, sino para encontrarlo. Y apenas lo liberaron, él me envió aquí, a su mazmorra. Se propone obligarme a que yo padezca el resto de mis días por lo que le hice. Y con respecto a ti, sencillamente quiere verte muerto. Pero no confíes en mi palabra, lo reconocerás si permaneces aquí y lo saludas, de modo que…

 

--¡Basta ya!- gruñó Alexander, y aferrándolo del brazo lo obligó a desmontar.

 

--¿Qué estás haciendo?- pregunto Rowen, furioso, porque sabía a qué atenerse.

 

--En el castillo saben que eres tú. Si te llevo conmigo, nos perseguirán, y eso no me conviene. De modo que diles que mi asunto es demasiado urgente para esperar. Y no temas. Mi primera exigencia cuando regrese será tu libertad.

 

Alexander no le ofreció la posibilidad de contestar. Se alejó montado en su caballo, seguido por sus hombres, y como ahora estaba bastante oscuro en pocos momentos desaparecieron de la vista. Tampoco era posible continuar viendo el ejército que se aproximaba, aunque el ruido de los hombres y los caballos ahora era más intenso.

 

Rowen se preguntó por qué permanecía allí, esperando. Fácilmente hubiera podido ocultarse en el foso, y nadie hubiera visto dónde se escondía. Incluso podía ocultarse bajo el puente levadizo cuando lo hubiesen descendido, para huir más tarde, una vez que todo se hubiese aquietado. Los hombres del castillo habrían imaginado que el grupo de Alexander se lo había llevado. Pero eso provocaría una persecución, encabezada por el propio William, y Alexander enfilaba directamente hacia su ejército…o hacia lo que quedaba de él. Y William no habría ordenado que sus hombres se movilizaran para perseguir a siete combatientes. Y Rowen era un tonto, porque aún estaba allí, de pie, cuando el primer caballo surgió de la oscuridad y se detuvo junto al joven.

 

Aparecieron antorchas en las murallas, proyectando no mucha luz- excepto en el foso- De modo que, después de todo, habría podido verlo si intentaba ocultarse. Quién sabe por qué, esa situación le provocó risa. Pero no rió, pues William en persona montaba el gran corcel y miraba al fugitivo…A “su” fugitivo.

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy. Pobre de nuestro Rowen, siempre sale de una para entrar en otra calamidad. Pero nadie le quita lo pícaro y astuto que es. Qué pasara ahora???? Qué le dirá, o le hará, esta vez William???? Alexander volverá con su ejército y recuperará a su bello hermanastro???? Todas estas preguntas serán contestadas la siguiente semana. Nos vemos el jueves con seguridad. Espero me regalen sus comentarios. Me animaran mucho.


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