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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola tengan todas ustedes mis queridas lectoras de esta caótica historia de amor *_*

 

Como se los prometí, acá les traje la continuación de la historia. Espero les guste lo que se viene. Sin retrasarlas más, las dejo con la lectura.

 

Muchas gracias por sus comentarios. No los pude contestar por falta de tiempo, pero créanme que los leí y me incentivaron para darle duro con la historia. Mil gracias.

CAPITULO VEINTISEIS

 

 

 

--Doncel, ¿por qué me esperas aquí, y no donde tienes que estar?

 

--Me escapé- replicó audazmente Rowen.

 

--¿De veras?

 

El escepticismo de esa respuesta, así como la sonrisa de William, dijo a Rowen que éste no le creía. Perfecto. Él conseguiría que William revelase más cosas si éste creía que el doncel inventaba historias para divertirlo, por supuesto, si Rowen se ocupaba de omitir las palabras fundamentales que solían irritarlo.

 

De modo que Rowen se encogió de hombros y dejó escapar un suspiro.

 

--Realmente, no soy tan noble que asuma la culpa cuando no soy responsable de nada. Tuve que irme, pues de lo contrario habría pasado la noche en tu mazmorra.

                          

--Ah- dijo el corpulento Fulkhurst, como si eso lo explicase todo- Temías un lugar que, según tus propias palabras, “te pareció de veras muy cómodo”.

 

¿Ese tonto y bruto caballero tenía que recordar lo que Rowen había dicho a lady Isabella?

 

--No habría opinado lo mismo esta vez- replicó Rowen con acritud, y después se apresuró a volver a un tono indiferente- Y te digo la verdad, no habría regresado, excepto que me descubrió el noble más canallesco que concibió la idea de utilizarme para entrar en tu castillo, pues vino aquí con el propósito de capturar esta propiedad.

 

Cuando esta información no determinó que William frunciese siquiera el entrecejo, el doncel se molestó y decidió acentuar todavía más la apariencia de despreocupación.

 

--Y con respecto a eso, tal vez te convenga entrar en Fulkhurst y prepararte para un asedio. Por otra parte, es posible que yo haya inducido, con unas pocas verdades muy sencillas, a dispersarse al ejército que estaba esperando en esos bosques, de lo cual no tengo certeza. Pero expliqué a uno de los caballeros que yo estaba seguro de que el señor a quien él y sus amigos estaban obedeciendo no tenía derecho a exigirles ese servicio, por todo lo cual ellos debían regresar con su verdadero amo. Me temo que pinté un cuadro bastante sombrío de tu persona, ante la posibilidad de que el temor fuese eficaz donde la lógica fracasa.

 

--Acepto de buena gana todos los adornos que se agreguen a mi reputación.

 

--Sin duda- murmuró el joven.

 

William le dirigió una sonrisa.

 

--Y ahora, dime cómo conseguiste huir.

 

--No fue fácil- se apresuró a decir Rowen, y el otro se echó a reír, siempre suponiendo que las respuestas de Rowen estaban destinadas a divertirlo.

 

--Si yo creyese que fue fácil- replicó William, hablando con cierta indiferencia- te devolvería yo mismo a la mazmorra, para tenerte seguro, aunque iría a visitarte…a menudo.

 

La posibilidad de que William no estuviese bromeando frustró el intento de Rowen de “divertirlo”.

 

--Volviste a tiempo para salvar a tu castillo, así como a tu familia; yo lo habría intentado, pero nada garantizaba que tus hombres me hubieran creído cuando yo les dijese que el “mensajero del rey” que acaba de alejarse no era en absoluto un representante del rey, y que él se proponía abrir las puertas a su propio ejército entrada la noche. Si tú hubieses regresado más tarde, tal vez a él lo habrían capturado si alguien me creía; pero si no me creían, habrías encontrado que tus hijas eran utilizadas como rehenes, y que lo que ese hombre reclamaba era tu propia vida.

 

La cara de William ya no expresaba regocijo incluso antes de que Rowen terminase de hablar; más aún, su expresión era totalmente sombría.

 

--¿Por qué creo que ya no estás bromeando?

 

--Porque no bromeo, ni lo hice antes. William, todo es cierto. Encontrarás pruebas de la presencia de ese ejército en los bosques que se extienden hacia el este, o incluso hallarás al ejército mismo, si no se acercan para asediarte durante la noche. ¿El señor canallesco? Él…es mi hermanastro. Él vino aquí porque quiere vengarse de ti…por la destrucción de Ginza. Tú comprendes la venganza, ¿verdad?

 

Sin contestar, William se inclinó y montó al doncel sobre su caballo. Las manos de William, que lo sostenían con fuerza, se hundieron profundamente en el cuerpo de Rowen, y lo mismo sucedió con la conclusión a la cual él mismo llegó.

 

--¿Y tú le habrías ayudado?

 

--¡Yo lo habría traicionado!

 

--¿Quieres que crea eso?- preguntó William con voz áspera- ¿A tu propio hermano?

 

--No es mi auténtico hermano, y lo desprecio tanto que lo mataría; lo mataré si se me ofrece la oportunidad.

 

--Entonces, déjame que yo lo haga por ti- propuso William con expresión razonable, aunque su tono era escalofriante- Dime dónde puedo encontrarlo.

 

¿Era hora de decir la verdad entera? No, William estaba tan irritado en ese momento que no podría escucharlo.

 

Rowen meneó la cabeza en un gesto de negación.

 

--Me has arrebatado más que lo suficiente. ¿Ahora también deseas quitarme la venganza? Creo que no lo permitiré- proclamó con total indignación el doncel.

 

William frunció el entrecejo ante esa respuesta. Incluso sacudió a Rowen. Pero de todos modos éste no estaba dispuesto a suministrar la información que el dragón del norte requería. Finalmente, el hombre emitió un sordo rezongo y lo soltó. El doncel tuvo que aferrarse al cuerpo del caballero para conservar el equilibrio. Entonces, el puente levadizo descendió, y el joven comprendió que él ya no tenía mucho tiempo para decirle el resto, y que William pronto lo escucharía de labios de otros, pero en perjuicio de Rowen.

 

--Mi señor, no preguntaste por qué habría ido a parar a tu mazmorra.

 

--¿Tienes que hacer más confesiones?

 

Rowen se estremeció ante ese tono burlón y cruel.

 

--No es una confesión, sino la verdad según yo la conozco. Ayer debía ser acusado de robar un artículo muy valioso a una de las damas del castillo. Lo encontrarían en tu dormitorio, y eso demostraría mi culpa. El asunto ofrecería la excusa para “interrogarme” acerca de otros supuestos robos. Existía la esperanza de que no quedaría mucho de mí para tentarte cuando regresaras y que el sufrimiento provocado por el interrogatorio determinaría que yo perdiese a mi hijo. Yo no estaba dispuesto a sufrir eso siendo inocente de la acusación. De modo que salí del castillo antes de que formulasen los cargos.

 

--Y si eres culpable, estás realizando esta confesión para aliviar tu culpa.

 

--Excepto que no soy culpable. Ágata escuchó el plan y me advirtió. Puedes preguntárselo…

 

--¿Crees que no sé que ella mentiría por ti? Espero que puedas usar mejores argumentos para demostrar tu inocencia.

 

--Ahora comprendes por qué tuve que marcharme- dijo Rowen amargamente- Mi único argumento es lo que acabo de decirte. Tú tendrás que encargarte de descubrir la verdad demostrando que mi acusadora es una mentirosa; de lo contrario, tendrás que castigarme con la severidad que el delito exige.

 

Rowen sintió que el otro endurecía el cuerpo al oír estas palabras.

 

--Maldita seas, doncel, ¿qué hiciste para provocar tanta enemistad en esa persona?

 

Rowen se decidió. La pregunta sugería que William le creía…o quería creerle.

 

--No hice nada- se limitó a decir- y ella no se propone herirme, es a ti a quien quiere lastimar. Y si yo desaparecía, quizás ella no me acusara, o siquiera hablase del robo. De nada le habría servido. Pero ahora que he regresado, tal vez aún decida seguir con su plan, para obligarte a castigarme.

 

Se habían detenido frente a la torre del castillo. Llevaban allí cierto tiempo, y alrededor todo era actividad: hombres que desmontaban, caballos llevados a los establos, escuderos y palafreneros moviéndose de un lado para el otro. De pronto, Rowen preguntó:

 

--William, ¿por qué regresaste tan pronto?

 

--No, doncel, no cambiarás el tema. Tú me dirás quién es la dama que desea herirme a través de tu persona, y me lo dirás ahora.

 

Rowen desmontó antes de que William pudiese detenerlo, pero se volvió para mirarlo en los ojos.

 

--No me preguntes eso. Si cambia de idea, y decide no hacer nada, se redime y no debe castigársela por lo que pensó hacer en el calor del enojo. Si no cambia de idea, lo sabrás muy pronto.

 

El entrecejo de William era más sombrío que nunca, y ahora podía vérselo fácilmente con tantas antorchas que iluminaban el recinto mientras el cielo se iluminaba con los rayos y resonaba con los truenos. Un escalofrío recorrió la espalda de Rowen, pues Fulkhurst parecía el demonio mismo, sentado allí y juzgándolo…y después, habló también como la encarnación misma del demonio.

 

--Yo decidiré qué es lo que merece un castigo- le advirtió- de modo que no creas que puedes negarte a revelar la verdad, como te negaste a decirme el nombre de tu hermano. Tendré una respuesta o…

 

--Si te atreves a amenazarme después de lo que he soportado- lo interrumpió Rowen con verdadera furia- ¡juro que perderé el escaso alimento que hoy tomé, comida de los soldados y bastante rancia…y vomitaré todo sobre tu pie!...Sería más conveniente para ti que te prepararas en vista del próximo asedio; por si acaso ¿eso no es más importante que un prisionero sin valor que ahora no irá a ninguna parte, gracias a su condenado hermano? Después, tendrás tiempo sobrado, no lo dudo, de ocuparte de mi fuga, mi robo…¡y mi audacia!

 

El doncel se dio la vuelta y lo dejó allí, demasiado irritado para preocuparse si había encolerizado  excesivamente al corpulento caballero con su discurso, de modo que no vio la tímida sonrisa que se dibujó en los labios de William, ni oyó la risa que siguió. Pero sus hombres percibieron todo esto, y más de uno se preguntó qué le parecía tan divertido a su señor mientras impartía órdenes para aprestar las defensas del castillo.

 

 

 

****

 

 

El ruido que venía del Gran Salón indicaba que la gente del castillo aún estaba cenando. Rowen alcanzó a oírlo mientras subía la escalera que llevaba al salón, de modo que aminoró el paso. Su humor se enfrió también al recordar lo que se disponía a afrontar.

 

Había pensado ir directamente a la cocina para compensar la escasa cantidad de alimento ingerido durante el día, pero ahora cambió de idea. Pero no podía ir a ningún sitio que no lo obligase a atravesar esa sala. Entonces, ¿regresaría afuera? No, las primeras gotas de la tormenta que había amenazado durante tanto tiempo habían comenzado a caer en el momento mismo en que él ingresaba en la torre. Rowen había conseguido evitar la lluvia todo el día. No pensaba volver al aire libre para recibirla ahora.

 

William lo encontró sentado sobre los peldaños, en el lugar de más densa sombra proyectada por la luz de las antorchas sobre ambos extremos de la escalera. Hizo un gesto para alejar a los que lo habían acompañado, hasta que él quedó solo con Rowen. El joven no quería mirarlo, aunque él sabía que Rowen tenía conciencia de que allí estaba el señor del castillo. Pero no parecía dispuesto a explicar por qué el jovencito se encontraba allí.

 

Finalmente, William tuvo que preguntar:

 

--¿Qué haces aquí? Había creído que desearías reemplazar esa comida rancia que llevas en el vientre con algo más tentador preparado por nuestro cocinero, algo que probablemente no querrás vomitar.

 

Tampoco ahora Rowen lo miró, y se encogió de hombros.

 

--Yo habría pensado lo mismo, pero para llegar a la cocina debo atravesar el salón.

 

--¿Entonces?

 

--Entonces yo…desearía que estés conmigo si tengo que afrontar una acusación.

 

Rowen no pudo imaginar por qué esa afirmación indujo a William a abrazarlo y besarlo, pero eso fue lo que él hizo. William estaba empapado, pero eso no le importó a Rowen. Se aferró a él, y advirtió la falta de pasión en ese beso, y dio la bienvenida a lo que en cambio tenía: calidez, sobriedad, fuerza…y ternura. El joven casi lanzó una exclamación al recibir algo como eso después de lo que había afrontado.

 

Cuando William lo dejó, su mano todavía le acarició la mejilla, y su sonrisa le agregó calidez a sus ojos.

 

--Ven- dijo William amablemente, y lo ayudó a subir la escalera pasándole un brazo alrededor de la cintura- No te culparé de nuevo si sientes la necesidad de vaciar tu vientre…¿o se trata del niño?

 

--No…por lo menos, no lo creo.

 

--Entonces, ve a comer- dijo William, empujándolo hacia la escalera que llevaba a la cocina.

 

--¿Y tú?

 

--Estoy seguro de que por esta vez puedo prescindir de tu ayuda, aunque cuando hayas terminado puedes traerme una botella de mi vino nuevo y ordenar que nos preparen un confortable baño.

 

El uso de la expresión “nos preparen” no fue un error, y Rowen continuaba sonrojándose cuando entró en la cocina, unos instantes más tarde. Una vez que estuvo allí, todo le pareció normal. El trabajo no se detuvo cuando lo vieron. Nadie llamó a los guardias. Pero Mary Blanz lo vio, y lo atacó como un caballo de guerra lanzado a la carga.

 

--Debería castigarte con una vara, muchacho- fueron sus primeras palabras cuando llegó Rowen a la despensa, lejos de la curiosidad del resto- ¿Dónde demonios estabas? Revisaron todo el castillo. Incluso enviaron patrullas.

 

--Ah, ¿ayer sucedió algo que debiera preocuparme?

 

--De modo que por eso te ocultaste- replicó Mary, con el entrecejo fruncido- Pero ya hacía horas que te habías escondido. En realidad, te busqué toda la tarde, pero…bien, no dije a nadie que faltabas. Merecías un descanso, porque lord William te obligó a trabajar muy duro. Y después, cuando lady Beatrix armó tanto escándalo con las perlas desaparecidas…bien, no me extrañó que no abandonaras tu escondite.

 

De modo que Beatrix había comenzado a ejecutar su plan. No había sabido que Rowen no estaba en el castillo, porque Mary lo había protegido. La situación merecía un comentario risueño, pero Rowen había sentido una punzada de frío miedo cuando Mary le confirmó que había tenido razones reales que justificaban su ausencia del castillo.

 

--¿Encontraron las perlas?

 

--Sí, en el dormitorio de lord William. Eso es extraño. El guardia Thomas dijo que lady Beatrix parecía saber perfectamente dónde estaban esas perlas, como si ella misma las hubiera puesto allí. Pero lady Beatrix afirma que tú fuiste quien se las llevó, pues su hermana dice que te vio frente al dormitorio de ambas, poco antes de que fuese hora de cambiarse para cenar.

 

Rowen contuvo una exclamación.

 

--¿Cuándo?

 

--Antes de cenar- replicó Mary- Fue entonces cuando no pudieron hallar las perlas, y sim embargo afirman que las vieron apenas una hora antes.

 

--¿Es decir que la última vez que las vieron fue bien entrada la tarde?- preguntó Rowen excitado.

 

--Sí, eso mismo dicen.

 

Rowen se echó a reír. Casi abrazó a Mary Blanz; y después, el sentimiento de alivio lo dominó, y abrazó a la mujer.

 

--Bien, bien- rezongó Mary, aunque en realidad no sentía desagrado- ¿Por qué fue eso?

 

--Porque me permitiste pasar un día de descanso y no le dijiste a nadie, y eso me permitirá demostrar que soy inocente de la acusación de Beatrix.

 

--No veo cómo, pero me alegra mucho saberlo, pues los guardias todavía están buscándote. Es extraordinario que hayas llegado hasta aquí sin que te detengan.

 

--Tal vez teniendo a mi lado a William, los guardias creyeron que ahora él se ocuparía del asunto.

 

--¿Ya volvió?

 

--Sí- Rowen sonrió- Y me ordenó que comiese, de modo que será mejor que lo haga. Por Dios, creo que recuperé el apetito. También necesito pedir un baño y una botella de vino de Tures.

 

--Pues bien, come. Yo me ocuparé del baño y el vino.

 

--Gracias, señora…

 

--Mary- dijo la mujer mayor, sonriendo- Sí, creo que ahora puedes llamarme Mary.

 

Cuando Rowen entró en la sala, no mucho después, acunaba una botella de vino en sus brazos, como si hubiese sido un niño. Su paso no era en absoluto vacilante, y cuando llegó a adonde estaba William, en sus labios se dibujaba una sonrisa.

 

El señor del castillo no parecía muy complacido consigo mismo. Había escuchado las acusaciones. Realmente, Beatrix ni siquiera había esperado que él se acercara a la mesa, y lo había seguido hasta su dormitorio para ofrecerle una versión completa de los hechos, mientras su padre se cambiaba la túnica húmeda y se secaba los cabellos.

 

Ahora, el doncel de los cabellos de lino parecía dispuesto a contar un secreto muy agradable. William así lo esperaba, porque la acusación contra Rowen era muy grave.

 

William se había acercado al fuego, y sobre la mesa del señor ya no había comida. Beatrix ocupaba una de las sillas, Melissa estaba a su lado sentada en un taburete. William indicó a Rowen con un gesto que ocupase la otra silla.

 

Beatrix contuvo una exclamación al ver esto, pero no dijo palabra alguna. Su padre había estado mirándola con gesto severo desde el momento mismo en que ella había acusado de robo a Rowen. Eso la complacía. Abrigaba la esperanza de que estuviese enfurecido. Habría preferido que él regresara y descubriese que el doncel estaba golpeado y ya no era deseable; pero quizá su mismo padre se encargase de mutilarlo después de pronunciar su veredicto. En todo caso, no volverá a recibirlo en su casa después de declararlo culpable. Por lo menos, Beatrix había conseguido eso.

 

--Mi hija- comenzó a decir William con expresión de disgusto y dirigiéndose a Rowen- ha formulado una grave acusación contra ti. ¿Qué dices ante la acusación de que robaste un collar de perlas?

 

--¿Ella dijo cuándo desapareció?

 

--¿Cuándo, Beatrix?

 

--Poco antes de la cena- dijo Beatrix.

 

--Pregúntale, mi señor, cómo está segura de eso- propuso Rowen.

 

--¿Cómo, Beatrix?

 

Beatrix apenas pudo evitar un gesto de desagrado. No atinaba a comprender qué importancia tenía ese detalle. Alguien se había apoderado del collar, y éste había aparecido en el dormitorio de William. Seguramente este insolente doncel no sugeriría que su padre se había apoderado de la joya. ¿O sí?. ¡Tendría que ser un verdadero y completo estúpido!

 

--Al final de la tarde la vi por última vez y decidí que lo usaría durante la cena. Apenas una hora más tarde desapareció, y él- apuntó con el dedo a Rowen- fue visto en ese momento frente a mi dormitorio. Melissa lo vio.

 

Rowen sonrió a William.

 

--¿Te dije, mi señor- preguntó como de pasada-, a qué hora escapé ayer?

 

--¡Escapaste!- exclamó Beatrix- ¿Quiere decir que no estuviste oculto en el castillo desde ayer?

 

--No, mi señora. No podía depender de un mero escondite para lo que habías planeado contra mí.

 

Las mejillas de Beatrix se tiñeron de rojo antes de que sus ojos resplandecieran de malicia.

 

--¿Reconoces que huiste? ¿Sabes cuál es el castigo que se aplica a un siervo fugado?

 

--Sí, lady Beatrix. Tengo mis propias tierras, mis propios siervos, y presenciaba la actuación del tribunal de mi padre con bastante frecuencia antes de que muriese. Debería saber a qué atenerme…

 

--¡Mentiroso!- zumbó Beatrix- Padre, ¿piensas tolerar que mienta de ese modo?

 

--Dudo de que él mienta- replicó William- Yo lo convertí en siervo, no su cuna. Pero nos apartamos del asunto. Rowen, ¿a qué hora saliste de aquí?

 

--A mediodía.

 

--¡De nuevo miente!- Beatrix esta vez gritó- ¿Cómo es posible que escuches…?

 

--No digas una palabra más, Beatrix- advirtió William, en un tono helado.

 

--Esa hora, la de mi partida, puede verificarse, mi señor- propuso Rowen- La señora Blanz te dirá que me buscó, pero no pudo verme en toda la tarde. Y el guardia de la puerta trasera puede decirte exactamente a qué hora Ágata lo indujo a conversar con ella, de modo que yo saliera sin ser visto. Abrigo la esperanza de que no lo reprenderás por su descuido, pues si él se hubiese mostrado más diligente, tú me habrías hallado, no a las puertas del castillo, sino en tu mazmorra; por lo menos, habrías encontrado lo que quedaba de mí- concluyó, dirigiendo a Beatrix una mirada de franco desprecio.

 

--¿Qué dices, Beatrix?- preguntó William.

 

--Miente- dijo ésta desdeñosamente- Que vengan los que según él dice confirmarán sus mentiras. Que lo digan en mi cara.

 

--¿Crees que podrás intimidarlos para que callen?- replicó William, en los labios la sonrisa que Rowen odiaba- No lo creo. Pero contéstame esto. Si él robó tus perlas, ¿por qué no las llevó con él cuando se fugó?

 

--¿Cómo puedo saber de qué modo piensa un prostituto?

 

Este comentario determinó que William frunciese horriblemente el entrecejo. Beatrix lo miró impertérrita, demasiado irritada para tener miedo. Pero cuando William clavó los ojos en Melissa, su hija menor se echó a llorar.

 

--¡Ella me obligó a decirlo!- gimió frenéticamente Melissa- Yo no quería, pero ella me abofeteó y dijo que ella diría que yo robé su collar si no acusaba a tu amante. ¡Lo siento, padre! Yo no deseaba herirlo, pero Beatrix estaba tan enojada contigo…

 

--Sí, conmigo- gruñó en voz baja William- Todo esto fue hecho para mí. Bien, lo que hiciste, Beatrix, será para tu beneficio, y hace rato que lo vienes buscando. Esta vez, no escaparás de un severo castigo.

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Bueno espero que les haya gustado mucho el capítulo de hoy. Muchas cosas pasaron ¿no? Lo único que puedo decir al respecto es…que Rowen es genial!!!! No lo creen así? Cada vez más va cautivando al dragón de norte.  Bueno a saber lo que le deparará ahora a Beatrix. Al fin su padre le dará su merecido. Melissa sí que le tiene mucho miedo a su padre, con tan solo una mirada de éste soltó toda la sopa jajajajajaja.

 

Bueno eso es todo por hoy y nos vemos el siguiente jueves. No se olviden por favor de enviarme todo su apoyo, recuerden que son mi motor para darle con todo a la historia. Cuídense y nos vemos pronto.


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