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Luna de Otoño por AniBecker

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Capítulo VI: ¿Partido amistoso?

Kagami se alejó de Riko para ir hasta dónde Ryouta lo llamaba.

—¿De qué habéis estado hablando Riko-san y tú? —preguntó el rubio, con algo de intriga.

—De los viejos tiempos. Oye, ¿se puede saber por qué me miras así? —rio divertido al verle la cara.

—¿Yo? No seas tonto, no te miro de ninguna manera.

—¿No será que estás un poquito celoso?

—Ya te gustaría, sólo pregunté por curiosidad, nada más.

—Le pregunté sobre su historia con Aomine, nada más. Me extrañó que alguien como Riko pudiese haber estado casada con un ser tan despreciable como él.

—Yo tampoco puedo llegar a entenderlo… —susurró, cosa que no pasó desapercibida por Kagami—. Ah, tu hijo dice que si el partido comienza de una vez, y cómo se va a organizar. Ellos quieren que se sean los hijos contra los padres.

—Tratándose de él no me extraña… —sonrió—… ¿Tú vas a jugar o no? —preguntó, dándole un beso.

—Se supone que sí, que jugamos todos, ¿no?

—Pues vamos a ver cómo quiere Taisei que se organice —lo tomó de la cintura, empezando a caminar al lugar dónde se encontraban los demás.

—A ver papá —habló Taisei, al ver llegar a su padre—, nosotros teníamos pensado jugar jóvenes contra los padres, ¿qué te parece? Nosotros somos siete.

—Bien, si estáis dispuestos a perder… —sonrió, y se volvió a sus amigos—… ¿o no? —los adultos asintieron—. Vale, ¿cuántos somos nosotros? Vale, nosotros somos quince. Habría que hacer algo.

—¿Las chicas no queréis jugar también? —preguntó Momoi a su hija y demás chicas.

—Claro, vosotras también habéis jugado desde pequeñas —comentó Izuki.

—Me parece buena idea, ¿nos apuntamos entonces? —habló Ryoko, y sus amigas asintieron—. Bien, aunque nosotras sólo somos cuatro…

—Cinco —guiñó un ojo Alex—, yo me uno a vosotras.

—Aunque ya seamos cinco para jugar, seguimos siendo insuficientes. ¿Por qué tía Satsuki y Riko no se apuntan? —opinó Aimi.

—¿A mí nadie me ha contado? —dijo Nao, con un puchero.

—Lo siento, lo siento, hermanito, tienes tan poca presencia cómo papá… —rio nerviosa Hana—. Él puede jugar con nosotras, es el más pequeño, y ellos ya son siete por equipo.

—Cómo somos quince, uno de nosotros podría unirse a ellas, ¿no? Yo mismo, si os parece bien —comentó Hyuga, y los demás estuvieron de acuerdo.

—Se me ocurre algo, que contra nosotras jueguen nuestras madres —intervino Michuru.

Todos estuvieron de acuerdo, por lo que, Kise, Akashi, Izuki, Hanamiya, y en vez de Midorima, fue Takao quién quiso unírseles. Kuroko junto con Sakurai también. Por el otro lado, estaban Kagami, Aomine, Midorima, Murasakibara, Himuro, Kasamatsu y Kiyoshi.

Los jóvenes también formaron su equipo, liderado por Taisei, junto con Daisuke, Daichi, Seiji y Seiki, Satoshi y Seitaro. Ryoko, Aimi, Hana, Michuru junto con Alex, Nao y Hyuga formaron el otro equipo.

—Bueno, ¿y dónde vamos a jugar? ¿Es que no tienes una mísera cancha de básket? —se burló Hanamiya.

—Pero… Tai-chan, ¿no tenías aquí la cancha? ¿Qué has hecho con ella? —preguntó con duda Takao.

—Al final del jardín tengo la cancha, es que debido a la boda, he tenido que mandar a que la cambien de sitio —explicó el pelirrojo.

—Así es, por eso está al final de jardín, porque el jardín es intocable, una mísera hojita deteriorada, y cuidado con la furia de Kise Ryouta, que caerá sobre nosotros.

—No te burles de tu madre, Taisei. Pero lleva razón, por eso la cancha está cambiada de lugar, la ceremonia se va a hacer aquí en el jardín, así que, imaginaros qué nos puede hacer Ryouta si se dañara algo.

—Pues se ha quedado bien, oye, no se nota si quiera que estaban las canastas.

—Bueno chicos, esté la cancha dónde siempre o cambiada de lugar, vamos a jugar.

Primero jugaron las chicas contra las madres, quiénes estos últimos fueron los que vencieron. Aunque las chicas jugaban bastante bien, y entre ellas tenían a Alex y a Hyuga, estaba claro que se enfrentaban a la ex copia perfecta, a los tres tipos de ojos, de emperador, de halcón y águila, y al ex sexto hombre fantasma.

Pero no les importó perder, se lo pasaron bien y se divirtieron, que era lo importante. Ahora jugarían los chicos contra los padres, que tenían bastantes ganas de presenciar ese partido.

—Bien chicos, no os contengáis sólo porque sean nuestros padres, vamos a machacarles y demostrar que nosotros somos la nueva Kiseki no Sedai —hablaba Taisei a sus compañeros.

—No está al completo la Kiseki, falta tu madre y la mía, y también el tío Kuroko —dijo Seiki.

—Bueno, no importa, están los demás y mi padre. Les vamos a machacar o ¿no? ¡No os oigo!

—¡Sí, vamos a darles una paliza! —apoyó Seitaro.

—Está bien, empezamos jugando Seiji, Seitaro, Satoshi, Daichi y yo. Después entrarán Daisuke y Seiki. ¿Qué os parece?

—Nos parece bien. Y las posiciones están claras, ¿verdad? —todos asintieron.

—Oye, Daisuke, ¿tú juegas básket? No te preguntamos.

—Sí, he jugado, ya que mi padre me enseñó desde pequeño, aunque cuando estudiaba no me inscribí en ningún equipo, así que no tengo posición fija.

—Vale, entonces te mueves cómo gustes. Aunque te explico por encima, Seiji es base, cómo el tío Seijuro, Satoshi es igual al tío Shintarou, es escolta y sus triples no tienen rival. Seitaro es pívot, yo juego de alero, y Daichi juega en la misma posición que tu padre, que es ala-pívot. Seiki también es base. Y, pues tú eres libre de jugar en la posición que desees.

—Perfecto —sonrió Daisuke ante la explicación—. Entonces todo listo.

Por la parte de los adultos, también preparaban su partido. Empezarían jugando Kagami, Aomine, Murasakibara, Midorima y Himuro, mientras que después, entrarían Kiyoshi y Kasamatsu.

El grupo, mientras hablaban sobre la estrategia del juego, ni si quiera miraban ni mucho menos dirigían la palabra a Aomine, cosa que le llegó a doler, pero estaba claro que antes de doler, le había tocado el orgullo, y las cosas no iban a quedarse así.

—Bueno, viendo que nadie se digna a dirigirme la palabra, ya os digo de antemano que no me estáis haciendo daño, ni me voy a poner triste ni a llorar —dijo con sorna, mientras hacía un puchero—, ya que yo sólo, me basto para enfrentarme a quién sea, porque el único que puede vencerme, soy yo mismo.

—¿A qué viene eso, Aomine-kun? —se molestó un poco Kuroko.

—Oh, vamos, cómo si no se viera que me estáis haciendo la ley del hielo conmigo, pues me imagino que en el juego va a ser igual, pero me vale, porque no necesito a nadie.

—Ya, no es cuestión de estar peleando, esto es un partido amistoso —intervino Kiyoshi—, no tiene sentido empezar una discusión por una tontería.

—Estoy de acuerdo, pero algunos deberían mantener mejor la boca cerrada…

—Bueno ya, dejemos las broncas, las energías, para el partido —habló Taiga, y Daiki hizo una mueca de disgusto, no tenía ganas de quedarse callado—. Venga, vamos, que los chicos nos miran extrañados, mejor empecemos de una vez a jugar.

—Lo que ordene el señor de la casa —estiró sus brazos imitando una reverencia, mientras salía a la cancha.

—Tiene un puñetazo bien dado en la cara —dijo Himuro molesto—. Se merece que le partan la boca.

—Ya, Bro, tranquilo, lo está haciendo a propósito, pero no voy a entrar a sus provocaciones, se lo prometí a Ryouta. Me gusta tan poco cómo a ti, pero es el padre de Daisuke, y tampoco podemos hacer que vea cómo su padre es ignorado por sus amigos, sospecharía.

—Tienes razón, lo siento Bro, pero a la próxima que abra la boca, se la cierro.

—Prepárate para perder, papi, os vamos a dar una paliza —sonrió Taisei, haciendo que su padre también lo hiciera.

—¿En serio? Deja de soñar, hijo, porque nosotros vamos a llevarnos la victoria. No tenéis ni por dónde empezar. Además, nunca me has llegado a ganar, así que no te emociones tanto.

—Tú tampoco me has ganado en un one on one y bien que insistes y te emocionas, sabiendo que te voy a dar una paliza igualmente —comentó Aomine con burla—. Deja al chaval, soñar es gratis —eso hizo que la sangre de Kagami empezara a hervir.

—Mejor dile tus comentarios a quién les interese, Aomine.

—Bueno, ya, empecemos el partido —intervino Kiyoshi, viendo que la provocación, estaba empezando a hacer efecto en su compañero.

—¡Bien! —gritó Aimi, con un silbato en su mano—. Yo haré de árbitro, no me fío de vosotros, y mucho menos de los chicos, que serán capaces de lesionar a los padres —hubo risas generales de los jóvenes.

—Y tanto, Taisei nos ha dejado bien claro que hay que machacarlos —dijo entre risas Seitaro.

—Por eso estoy yo aquí, juego limpio y a divertirse, que es un partido entre amigos —miró hacia sus amigos, y guiñó un ojo—, pero chicos, a por ellos.

—Mírala ella, ten hijos para esto, anima antes a sus amigos que a su padre —protestó Himuro, ocasionando nuevamente risas generales.

El partido dio comienzo, con el balón en posesión de los adultos. Primeramente, todos pensaron en ni tan si quiera pasarle la pelota a Aomine, pero terminaron por dejar a un lado durante el juego la bronca, y se la pasaban.

No dejaba de anotar sin parar, aún seguía siendo una auténtica bestia del básket. Hasta a Kagami le costaba seguirle el ritmo. Pero la forma del partido cambió completamente, pareciendo así un one on one en la zona entre el tigre y la pantera, dónde el peli azul, llevaba la ventaja.

Satsuki, desde el jardín, que veía el partido con los demás sin perder detalle alguno, abrió los ojos sorprendida, y no pudo evitar que se pusieran vidriosos. Aunque ese pequeño duelo de quién anotaba más puntos se había ido a lo personal, podía ver la cara de felicidad de Aomine al jugar al básket, sensación que no experimentaba desde que era pequeño, y posteriormente cuándo conoció a Kagami y jugó contra él.

—¿Qué te pasa, Satsuki-san? —preguntó Kuroko a su mujer, al verla observar la cancha, sin pestañear.

—Es que… fíjate, Tetsu-kun, Aomine… está sonriendo, se está divirtiendo jugando, parece el de antes… aquél chico que amaba el básket…

—Eso parece. Al menos se ha relajado y parece que, siendo el Aomine-kun de siempre, todos también se han relajado, incluso Kagami-kun. Espero que dure.

—¿Qué es lo que te pasa? Has estado muy callado —preguntó Takao hacia Kise.

—¿Quién, yo? ¡Para nada!

—¿Seguro? —volvió a insistir.

—En serio, Kazunaricchi, no me pasa nada, de verdad —respondió, con una sonrisa fingida.

—Eso no te lo crees ni tú —habló ahora Izuki—. No has abierto la boca en todo el rato, y eso es raro en ti.

—Perdón si me meto…pero creo que ellos tienen razón. Si lo que necesitas es hablar con ellos en privado, yo me puedo retirar… —dijo Riko, al notar la incomodidad de todos.

—No es por eso, no te preocupes, Riko-san, es sólo que… tengo una sensación extraña…

—No te preocupes, está Aimi vigilándolos, y ya sabes cómo es, sabrá mantenerlos a todos a raya.

—Espero y tengas razón…

—Voy a ver cómo van, desde aquí no llego a ver bien el marcador, ¿vienes conmigo, Kumi-chan? —le habló a su pequeña cuñada.

—¡Sí, yo quiero ver a mi hermanito jugar!

—Entonces no se diga más —la tomó de la mano y se dirigió a la cancha—. ¿Cómo van, Aimi-chan?

—Los padres van ganando por doce puntos.

—Oh, pensé que irían por más por debajo, están esforzándose. ¡Oh, mira, Kumi-chan, es Daisuke! —exclamó al ver que salía a la cancha a jugar—. ¡Vamos, Daisuke, tú puedes, a por ellos!

Aomine, al oír cómo la chica animaba a su hijo, se distrajo por unos segundos del partido, y no se percató de que el balón iba hacia él, Midorima le había robado la pelota al peli azul menor, por lo que Taisei se la llevó.

No llegó muy lejos, porque Murasakibara le arrebató el balón con facilidad cuándo éste iba a realizar un mate. El peli morado, se la pasó a sus compañeros, que iniciaron el contraataque.

La pelota volvió a manos de Aomine, que no dudó en ir hacia la canasta, pero no se percató que el pequeño de los Kagami llegó con rapidez dándole alcance.

—Es rápido… me ha alcanzado con facilidad —pensó Daiki al ver cómo el pelirrojo, se ponía delante de él cortándole el paso.

—¡Vamos, hermanito, demuestra lo bueno que eres! —gritaba con fuerzas Ryoko, animando a Taisei.

El ex de Too volvió a desconcertarse del juego debido a ese grito proveniente del lateral de la cancha, y Taisei, aprovechó ese descuido para por fin, robarle el balón e ir hacia la canasta contraria.

Por unos segundos, visualizó a Kise en vez de Ryoko, y a Kagami en vez de Taisei, por lo que, con toda la rabia corriendo por sus venas, salió detrás de Taisei, para quitarle la pelota, que ya se encontraba en el aire para encestar.

—Tks, te pararé Kagami, no te permitiré encestar, yo soy mil veces mejor que tú.

Pero con total rapidez, saltó con todas sus fuerzas y, con la ira nublándole la vista, en vez de sólo impedirle encestar, también lo empujó, de tal manera, que, al caer el chico, se hizo daño en el brazo.

—¡Taisei! —gritó preocupada Ryoko, al ver a su hermano caer con brusquedad al suelo.

—¡Hijo! ¿Estás bien? —Kagami fue a socorrer a su hijo.

Aimi observó la jugada, no se esperaba que, alguien que había sido profesional, pudiera jugar así de sucio. Para colmo, tratándose, además, de un partido amistoso y siendo un chico adolescente de preparatoria su oponente Hizo sonar su silbato indicando falta, justo cuando Aomine, se percataba de lo que acababa de hacer.

—Yo no… ¡mierda!

—¿Se puede saber a ti qué mierdas te pasa? —exclamó furioso Kagami, empujándolo.

—No pensé que fueras tan cerdo, Aomine —dijo Midorima, acercándose al chico para revisarlo—. Es sólo un crío.

—Pero yo no quería…

—Ahórrate tus explicaciones, no tienes excusa —habló ahora Himuro.

—Mine-chin, te comportas cómo un crío.

Taisei fue ayudado a levantarse entre su padre y Kiyoshi. El resto del grupo, que vio de lejos que algo pasó, también fue corriendo hasta el lugar. Midorima se acercó a él y lo revisó.

—Me duele… —se quejó al ser tocado en esa área.

—No está roto, pero habrá que hacerte algunas radiografías para quedarnos tranquilos. Ven al consultorio de mi casa y te reviso.

—No es nada, me duele, pero podemos seguir jugado sin problemas.

—De eso nada, el partido se suspende, y ahora mismo vamos con Midorima para que te eche un vistazo en el brazo —sentenció Taiga.

—¡Taiseicchi! ¿Qué te pasó, qué tienes? —chilló Kise preocupado.

—No es nada, sólo fue una mala caída —le restó importancia, ya que el chico pensaba que todo había sido por gajes del juego.

—Pero hay que ponerte hielo inmediatamente, ven, vamos a la casa —dijo Takao—, ahora después vamos a mi casa para que Shin-chan te chequee.

Kise miró a Kagami, quién tenía su mirada fiera puesta en Aomine. Entonces comprendió que fue el peli azul el culpable de que su hijo se lastimara.

—Taigacchi, ¿no vienes?

—En seguida voy, no te preocupes —le dio un beso en la frente y le hizo un gesto con la cabeza para que se fuera adelantando. Una vez que Ryouta se marchó junto a su hijo y los demás chicos, se volvió hacia el ex de Too—. ¿Se puede saber a qué ha venido eso, Aomine?

—Si me hubieses dejado hablar, me hubiera podido disculpar. No era mi intención haberle hecho daño a tu hijo.

—Claro, ahora resulta que eres un ser lleno de buenas intenciones y fue sin querer —intervino Himuro, molesto.

—Tú cállate y no te metas, emo de mierda, esto no va contigo.

—Debería haberte partido la boca antes —dijo molesto, cogiéndole de la camiseta.

—Oh, qué miedo. Suéltame antes de que te hagas daño.

—¡El daño te lo voy a hacer yo a ti! Estoy más que harte de todas tus tonterías.

—¡Basta Himuro-kun! —intervino Kuroko—. Si te peleas con él, le vas a dar el gusto de verte fuera de tus casillas, y no vale la pena.

—Vaya, vaya...Kuroko Tetsuya, el eterno caballero andante al rescate ¡qué bonita escena!

—Si crees que a mí vas a picarme con ese tipo de estupideces es que no me conoces, Aomine-kun.

El del lunar comprendió que no merecía la pena pelear y soltó al peli azul. Los dos se apartaron. Todos iban a emprender el camino de vuelta a casa, pero Aomine aún tenía ganas de fiesta.

—¿Ya os vais, mis queridos colegas? Es una lástima... Mis antiguos compañeros me dan la espalda, una vez más.

—Ya vale —dijo Akashi visiblemente molesto—. ¿No crees que ya te has lucido bastante por hoy?  

—Pero si esto no ha hecho más que empezar... Aún me queda el eterno segundón —se refirió a Kagami, para que entrara al juego.  

—Aomine, basta. Todo esto está fuera de lugar —intervino Midorima.

—No, dejadle hablar —dijo Kagami, que ya estaba más que harto de aguantar—. Puesto que ahora ha reunido el valor suficiente para decir lo que sea a la cara, pues que lo haga.

—¡Qué amable Kagami! Eres un buen anfitrión, sí señor.

—Di lo que tengas que decir y acaba ya —se cruzó de brazos, encarándolo.

—Al menos eres lo suficientemente inteligente para haberte reconocido como el eterno segundón ¿Qué se puede decir de ti si no? Siempre has querido todo lo que era mí, y a tú favor hay que decir que lo conseguiste, aunque mucho tiempo después que yo. Por favor, desde que oíste hablar de la Kiseki no Sedai quisiste enfrentarte a nosotros, ya te hubiera haber formado parte de nosotros, nunca me has podido ganar individualmente, nunca te podrás comparar conmigo. Hasta te quedaste a quién era mi sombra antes…y, ni contar con quién era mi pareja y mis amigos, incluso después de irme yo a América, te marchaste tú. Pero… ¿por qué te fuiste a la nada de llegar allí? ¿Miedo tal vez? ¿Te venía demasiado grande el mundo profesional? Qué cobarde fuiste —reía sin parar.

—Ese es tu problema. Tú siempre has tenido complejo de estrella. Creías que todo giraba a tu alrededor y te equivocabas. Si eso es todo lo que me tenías que decir, no vale la pena que siga perdiendo mi tiempo contigo.

Kagami se dio la vuelta y se dispuso a iniciar la marcha, pero Aomine aún no tenía suficiente.

—No he terminado Kagami, ¿dónde te crees que vas? No he hecho más que empezar...Sólo hemos hablado del terreno profesional, aún no hemos hablado del personal.

—No vayas por ahí Aomine, te lo advierto —dijo el tigre, que estaba empezando a enfurecerse.

—¿Por dónde? Si aún no he dicho nada...aunque claro, ya sé que te imaginas que vamos a hablar de nuestro querido Kise, es gran amante del básket, y de paso, también de los basquetbolistas…  

Daiki no pudo acabar la frase. En el momento en que Taiga escuchó pronunciar el nombre de su esposo, su paciencia se agotó y le lanzó un tremendo puñetazo, que le dio de lleno en la boca y le hizo caer al suelo.

—Te lo advertí. De mí puedes decir lo que quieras, pero nunca se te ocurra pronunciar el nombre de Ryouta, tendrías que desinfectarte la boca antes.

—En algo tienes razón, lo que tenga que hablar con tu esposito, se lo diré personalmente a él. Aún tenemos cuentas pendientes —dijo levantándose del suelo a la vez que se limpiaba el hilito de sangre que emanaba de su labio.

—¡¿Qué dices?!

El pelirrojo iba a volver a golpear a Daiki, pero Himuro y Kiyoshi lo pararon.

—Tranquilo Bro, vámonos.

—Sí, esto no conduce a ninguna parte.

—Lleváis razón —respondió Taiga, más calmado mientras los otros le soltaban—. Sólo voy a decirte algo Aomine, por tu propio bien, no te acerques a Ryouta.

—Pues...me temo que no va a poder ser. Te recuerdo que aún te

—He aguantado que me insultes en mi propia casa, casi le rompes el brazo a mi hijo y ahora pretendes ir a por Ryouta... ¡no te lo voy a permitir!

—A mí me da igual lo que tú quieras. ¡Ven aquí, lo estás deseando! —y, de nuevo, los dos se liaron a puñetazos.

Aomine le había pegado un buen puñetazo a Kagami en plena cara para devolverle el que él le había dado antes y éste le había dado una buena patada. Ambos forcejeaban parando uno los golpes del otro. Por suerte, nuevamente, Himuro y Kiyoshi agarraron a Taiga y consiguieron separarle de Daiki, y Murasakibara, con él sólo bastó para hacer lo mismo con el peli azul.

—¡Eh, ya! —gritó Hanamiya—. ¡ya es suficiente, dejad de comportaos como imbéciles!

—Sí, ya basta. ¡Recuperad la cordura de una vez! —ni si quiera al emperador le escuchaban.

—¡Dejadme! ¡Ya le enseñaré yo a meterse con mi familia!

—Eso, dejadle. ¡Ven aquí Kagami, yo también tengo ganas de enseñarte un par de cosas!

En ese momento, una voz femenina interrumpió horrorizada la disputa. Se trataba de Momoi, y sólo faltó su voz, para hacer que los dos, dejaran de golpearse.

—¡Ya está bien! ¡Parad, por favor!  

—¿Pero se puede saber qué hacéis? ¡Debería daros vergüenza! Unos hombres hechos y derechos como vosotros montando esta clase de espectáculos dignos de patio de colegio...Y dad gracias a que no ha venido Riko a ver por qué no veníais porque si no...Anda, será mejor que volváis todos y Kagamin, límpiate un poco antes o todos se darán cuenta de la que se ha armado aquí.

—Tienes razón —dijo el pelirrojo, que estaba avergonzado por haber sido incapaz de reprimirse—. Volvamos y, por favor, olvidad lo que ha pasado.

—No hacía falta ni que lo pidieras.

Todos iniciaron el camino hacia la casa excepto Aomine. Él también estaba avergonzado. Las cosas se le estaban yendo de las manos. No tenía pensado molestar tanto a Kagami como para llegar a pelearse y lo que le hacía sentirse más miserable era lo que le había hecho a Taisei. Momoi se le quedó mirando.

—¿Nos vamos? —preguntó Kuroko a su mujer.

—Ve tú. Me gustaría hablar con él —le sonrió. El peli celeste no estaba muy de acuerdo después de haber presenciado la pelea, ya hasta desconfiaba en que Aomine le llegara a hacer algo a Satsuki—. No te preocupes. Sólo quiero charlar un poco con él. Quédate tranquilo y adelántate, yo iré enseguida.

—Está bien...Tú sabrás lo que haces.

Tetsuya le dio un beso en la frente a la peli rosa y se fue a la casa con los demás. Ella por su parte, se acercó a Daiki, que aún seguía pensativo mirando hacia el frente.

-Ya es tarde para arrepentirse de lo que uno ha hecho, pero… no me puedo creer que hayas cambiado hasta este extremo.

—Quizá, pero no puedo evitar sentir remordimientos.

—Si lo hubieras pensado antes...

—¿Tú también vas a darme lecciones de moral?

—Ya no soy nadie para darte lecciones de nada, Aomine.

—Me duele que ya no me llames Dai-chan.

—¿Tendría caso? —suspiró, agachando su mirada vidriosa—. Echo de menos al antiguo Daiki, no a éste, ni al que le hizo daño a Ki-chan. Quiero volver a ver a mi mejor amigo de la infancia, a quién consideraba mi hermano —sollozó, haciendo que el pecho del peli azul se estrujara.

—Yo… te sigo considerando mi hermana…

—Ya no puedo decir lo mismo… Quisiera verte volver, por favor, vuelve a ser el que eras —no aguantó más las ganas y terminó llorando. Aomine se acercó, temeroso de ser rechazado, y la abrazó.

—Lo siento, Satsuki, perdóname —murmuró, contra el cabello de la mujer, quién lo abrazó con más fuerza.

—No es a mí a quién tienes que pedirle disculpas —se separó, secándose las lágrimas—Escucha, entiendo que te sientas dolido y hasta que la situación te supere, pero, si efectivamente esto es algo entre tú y Ki-chan, deberíais resolverlo de una vez. Creo que tú mismo te has dado cuenta de a dónde te está llevando todo esto y, si no te controlas, esta historia podría acabar salpicándole a Daisuke, y no creo que quieras que eso ocurra.

—Claro que no. Nunca le haría daño a mi hijo.

—Ya lo sé. A pesar de tu pose y de tu actitud, tú no eres una mala persona, no te comportes mas así, por favor —le extendió la mano, dispuesta a empezar a caminar—. Venga, vamos, nos están esperando.

—A mí dudo mucho que nadie me espere y menos después de lo que le he hecho al hijo de Kagami.

—No sé qué es lo que te habrá pasado con Tai-chan exactamente, pero él sólo ha mencionado que en una jugada cayó mal y se hizo daño, cosa que por cierto han confirmado los demás —agregó Satsuki.

—¿Eso ha dicho? La verdad es que fue culpa mía. Le hice una entrada bastante dura y por eso se cayó —la peli rosa, suspiró.

—Eso son cosas que pasan, además, para que te quedes tranquilo, voy a contarte algo. Tai-chan se moría de ganas de que llegara este día, él quería jugar con los compañeros de su padre, pero en especial, quería jugar contra ti. Su padre ha sido su modelo como jugador y como persona, pero hay otra persona a la que admira y… precisamente, eres tú.  

—¡¿Me hablas en serio?! Ahora me siento aún peor... —confesó, completamente culpable.

—Para él eres una especie de héroe, un gran jugador que es capaz de ganarle a los mejores de la NBA, convirtiéndose así en la estrella. Ni si quiera Kagami, nunca le ha llegado a decir que no te admirara.

—Vaya... —dijo Aomine sorprendido—. Si el chaval supiera que soy de todo menos un ejemplo a seguir...

—Eso ya lo sé… cambiaste, y eso no me gusta, yo quiero volver a tenerme cómo el que eras antes, por favor, Dai-chan.  

—Gracias. Puede que nunca pueda arreglar las cosas con los demás, o quizá tampoco quiera hacerlo, pero al menos voy a disculparme con Taisei. Él es ajeno a todo esto y, pese a que no se lo ha tomado mal, creo que se lo debo.

—Así me gusta, Dai-chan. Si de veras quieres zanjar este asunto, es algo que depende de ti. En eso es algo en lo que nadie puede meterse puesto que tú decides, pero, si quieres un consejo, deberías pensar bien qué es lo que vas a hacer-

—Lo haré. Por cierto, ¿dónde puedo encontrar al chico?

—Imagino que estará en la cocina. Con él se marchó Takao-chan y Midorin, así que, lo estarán atendiendo para ver si llevarlo a su consultorio o no.

El peli azul salió con rapidez hacia la casa, en busca el pequeño de los Kagami, dejando atrás a Momoi, que no pudo evitar sonreír.

—¡Dai-chan, espérame al menos! —le gritó, pero éste ya estaba lo suficiente lejos que no la oyó—. Espero que todo cambie, quiero que cambies, Dai-chan, me duele tener que odiarte cuando has sido y eres una persona muy importante para mí… Pero, por otro lado, no puedo olvidar tan fácil lo que le hiciste a Ki-chan… no sé qué hacer contigo…

Aomine llegó a la cocina, allí estaba Taisei, tal y cómo Satsuki dijo.

—Cómo estás muchacho?

—Bien Aomine-san, esto no es nada.

—Me alegro y, por cierto, puedes llamarme Daiki.

—Cómo quieras —dijo Taisei con los ojos iluminados. Le parecía increíble que su ídolo le permitiera llamarle por el nombre.

—Oye Taisei yo...quería disculparme. Por un momento me olvidé de que era un simple partidillo entre amigos y me pasé al entrarte así.

—No importa. Esto ocurre continuamente y hasta yo mismo he metido la pata así en algún entrenamiento o jugando con mis amigos. Supongo que, en el fondo, y aunque no se trate de partidos oficiales, algunos nunca dejamos de competir.

—Llevas razón en lo que dices...Si nos hubieras visto a tu padre y a mí cuando teníamos tu edad... —le sonrió.

Taisei estaba feliz y Daiki parecía mucho más tranquilo y animado. En ese momento, entró en la cocina Kise, quién iba a avisarle a su hijo de que Takao y Midorima lo esperaban para irse con ellos a su pequeño consultorio en su casa. Se sorprendió de encontrar a Aomine junto con su hijo.

—Taiseicchi…

—¡Mamá! Daiki-san es genial ¿Sabes? me ha contado muchas cosas de su época de instituto y también me ha hablado de papá.

-Me alegro. Oye, Takaocchi y Midorimacchi te están esperando para que los acompañes, venga, voy a buscar a tu padre para que vaya también.

—Kise —habló Aomine, haciendo estremecer al rubio.  

—¿Qué quieres?

—Kagami y tú estáis atendiendo a los invitados así que, si no te importa, podría llevarle yo. Además, así me quedo más tranquilo, al fin y al cabo, yo tengo parte de la culpa.

—Verás no creo que... —pero no pudo terminar de hablar.

—Daiki-san lleva razón mamá. Deja que me acompañe, por favor —no pudo decirle que no a su hijo y terminó por aceptar.

—Está bien.

—No te preocupes, no tardaremos en volver.

—Espero que Taigacchi no se moleste… —pensó el ex siete de Kaijo.  

Al no encontrarse ni con Midorima, Takao o Taisei, Kagami se extrañó, por lo que los estuvo buscando, hasta dar con Kise.

—¿Dónde está Taisei? Me imagino que Midorima está esperándole en el coche, porque no lo encuentro, y este niño sin aparecer.  

—Es que ya se fue.  

—¿Cómo? ¿No iba a acompañarle? ¿Se ha ido con ellos?

—Aomine lo ha acompañado.

 —¿Y tú lo has permitido?

—¿Qué querías que hiciera? Taiseicchi y él se han empeñado y no pude negarme. Lo siento, no quería que te enfadaras.

—No estoy enfadado. Perdóname tú, no es sano todo este malestar —respondió, dándole un beso en la frente.

—Tranquilo, se acerca el día de la boda y pronto habrá pasado todo.

—Espero que así sea —murmuró sobre los cabellos dorados, abrazándolo más fuerte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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