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Prepárate, seras mio. por Princesa Tora

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¿Por qué este dia no podía ir peor? Había tomado la iniciativa de por fin invitar a salir a Kakaroto, hacerlo vivir la mejor cita de su vida era su plan, con la intensión de que no esté interesado en salir con nadie más, solo con él, con el grandísimo Vegito; y ahora se encontraba con cara de pocos amigos sentado en uno de los sillones de la tienda, con su mentón siendo sostenido por su mano, mirando como ambos sujetos se paseaban de un lado para el otro, tomando pantalones y camisas de marca, y metiéndose a los vestidores. No le importaba que Kakaroto hiciera eso, al contrario, sería capaz de comprarle toda la tienda de ropa, si era necesario; no soportaba el hecho de tener que comprarle ropa a su estúpido primo, solo por andar de entrometido en sus cosas y que ahora este en una situación de lo más frustrante: ¿una cita de tres personas? Que absurdo. De pronto, sus pensamientos se esfumaron, dirigiendo sus ojos negros hacia Kakaroto quien salía de los vestidores, vestido de una manera muy sensual: camisa de mangas cortas celeste crayón, unos jeans blancos ajustados al cuerpo y zapatos. Vegito se levantó de su lugar, hipnotizado, nunca había visto a alguien tan hermoso como Kakaroto; el mencionado, al sentirse tan observado fijamente opto por bajar la vista al suelo, avergonzado. Vegito comenzó a acercarse a él, Dios tenia tantas ganas de besarlo ahí mismo, no podía resistirse, no veía a nadie más, solo a Kakaroto, y quería llegar hacia él lo mas rápido posible. De pronto, su camino se vio obstaculizado por un sarcástico Vegeta, quien le miraba con expresión de enfado, con sus manos apoyadas en sus caderas, Vegito le miro con enfado mal disimulado, ya no podía seguir siendo el mismo primo amistoso con Vegeta metiéndose en donde no le importa.

 

-¿Cómo me queda esto, primo? –pregunto Vegeta de forma sarcástica pero con cierto enojo en su voz. Llevaba puesto una camisa a cuadrille con distintas tonalidades de negro, jeans azules ajustados y zapatos. Dando una vuelta entera en su lugar, para que su primo evaluara… en realidad, trataba de distraerlo para que no se acercara a Kakaroto.

-Te ves…bien. –dijo Vegito con una sonrisa falsa. Vegito se acercó al oído de su primo, susurrándole amenazadoramente. –Pero te verías mucho mejor si te largas de aquí.

-¿Y dejarte solo con Kakaroto para que el hagas quien sabe qué cosa? Puedes apostar que no te la hare tan sencillo, Vegito. –susurro en tono amenazante. La intimidación de Vegito no le movió ni un pelo, no permitiría que se quedara con Kakaroto, ni que lo cortejara con cosas tan absurdas como lo material.

-Em, ¿todo en orden? –pregunto Kakaroto, al ver ambos primos sacando chispas por los ojos, y que luego estas chispas chocaban en el centro. -¿Podemos irnos? –ambos Saiyan salieron de su trance y recuperaron la compostura. Asintieron con la cabeza, Vegito se acercó al mostrador, sacando en su camino una tarjeta de crédito y tendiéndosela a la cajera. Mientras la chica se disponía a efectuar el trámite correspondiente, Vegeta miraba con el rabillo del ojo a Kakaroto, de pies a cabeza, se veía muy sexy con eso puesto, tanto que hasta cualquier pervertido tendría pensamientos muy poco funcionales con él. Kakaroto noto que alguien lo observaba, sorprendido volteo hacia donde estaba el Saiyan, donde el mencionado al sentirse descubierto opto por voltear la mirada rápidamente, sonrojado. Kakaroto frunció el ceño, sentía que se estaba burlando de él. Vegito termino de pagar y el trio se dispuso a salir de la tienda, caminando unas pocas cuadras hasta llegar al Lamborghini de Vegito, donde Kakaroto subió al asiento del acompañante una vez que Vegito amablemente le abrio la puerta, mientras que Vegeta tuvo que ir a los asientos traseros.

 

-¿A que restaurante iremos, Vegito? –pregunto curioso Kakaroto.

- Es uno que está a las afueras de la ciudad, es muy elegante y sirven comida deliciosa. Estoy seguro que te encantara. –dijo mientras dirigía su mano hacia uno de los mechones de Kakaroto, acariciándolo. Esto formo una reacción inmediata en Kakaroto, haciéndolo sonrojar, y Vegeta que miraba todo desde el asiento de atrás.

- Solo no le des postre borracho a Kakaroto, suele ponerse algo ‘’desinhibido’’. –dijo, recibiendo una mirada de enfado por parte de Kakaroto, no permitiría que divulgue a todo el mundo lo que paso entre ellos dos cuando se comió ese postre, si bien ocurrió cuando estaba ebrio, no lo había autorizado, no se había autorizado a besarlo, ni tampoco autorizaba los sueños húmedos que ha tenido con Vegeta los últimos días…y con Tarble.

-¿A que te refieres? –pregunto Vegito mientras colocaba la llave en su respectivo lugar y ponía el auto en encendido.

- Pues nada importante, solo que Kakaroto se emborracho y terminamos be… -quería decirlo, hacerle sentir a su primo que él, el mismísimo Vegeta, fue el primero en probar los labios de Kakaroto, ebrio pero lo hizo. Y ahora que Kakaroto estaba en todos sus sentidos no se dejaría tocar por nadie que él no conozca, por nadie que intentara seducirlo con objetos materiales.

-¡Él no quiere saber eso, Vegeta! –grito sonrojado, no permitió que Vegeta lograra su cometido, cortando sus palabras abruptamente, Vegito miro confundido a ambos sujetos. No le cedió importancia al asunto, ya que asumió que sería algún otro plan absurdo de Vegeta para hacer que no se acerque a Kakaroto, pero que ingenuo era Vegeta, ni con todos los planes del mundo que idee su primo le harían separarse de Kakaroto. Puso en marcha el auto y comenzó a manejar, rumbo al restaurante. Será la cita perfecta.

 

… …

 

-Lo que me estas contando, ¿es cierto? –pregunto un confundido Raditz mientras se rascaba la cabeza, tratando de comprender lo que su amigo le estaba informando. Turles, en cambio, permanecía sereno, sentado en el sillón frente a Raditz con ambas piernas cruzadas. –Me resulta difícil creerlo.

-¿Por qué  mentiría con algo como eso? Ya te explique que vi a Vegeta espiando a tu hermano y a ese tal Vegito. –dijo Turles con cierto tono de molestia en su voz; no le resultaba extraño que Raditz no creyera en sus palabras, y más si la conversación incluye a Vegeta, él siempre ha sido alguien muy bromista y la mayoría del tiempo no tomaba nada en serio, pero cuando tenía que decir la verdad, o hablar de un tema que requiere la mayor seriedad posible, ahí es donde el Turles serio y maduro aparece en escena. –Y lo peor de todo, me insulto por haberlo descubierto.

-Entiendo, no te enojes. –se disculpó al percibir la molestia de Turles. –A decir verdad, hoy hablamos con Vegeta por teléfono, y en cuanto le comente que Kakaroto se fue con Vegito se puso como loco, hasta me corto la llamada. No me sorprende que haya ido hasta allá a espiarlos. –dijo mientras se removía un poco más en el sillón, para así estar más cómodo. –Pero, ¿Qué esperas que haga?

-Esta situación me trae muy mala espina. –Raditz le miro atento, cuando su amigo hablaba sin ante poner una de sus estúpidas bromas, es cuando de verdad se debía de tomarlo en serio. –Yo se de los sentimiento de Vegeta hacia tu hermano, y al parecer también Vegito siente lo mismo; ambos son Saiyan, y no descansaran hasta obtener lo que quieren. Y ese es…

-Kakaroto. –corto abruptamente el Son mayor, el moreno asintió con la cabeza en silencio.

-Raditz, no podemos permitir que esto pase a mayores. Alguien puede salir lastimado.

-¿Estas sugiriendo que vayamos hacia dónde están esos tres para impedir que se maten? No sabemos dónde están, Turles, tardaremos horas en, al menos, tener una referencia.

-Genial, entonces alista tu auto que muy pronto partiremos. –dijo Turles sonriendo, no le dio importancia a las negativas de su amigo, mucho menos hacerle caso a su mala onda, se debe ser positivo en la vida, tener las esperanzas de que tarde o temprano uno, a final de cuentas, obtendría lo que se quiere. ¿Qué importaba viajar por todo Japón, solo para hallar a esos tres? A Turles no le molestaba, lo importante de todo esto es evitar que ocurra una catástrofe entre dos Saiyan, peleando por el amor de alguien. –Yo conduzco.

-¡Eso sí que no! ¡Es el auto de mi padre, por ende yo conduciré! –grito eufórico Raditz, no solo porque con lo loco que Turles maneja su auto por las calles, no permitiría que le haga un solo rasguño al auto de su padre, sino que además gastar saliva con el moreno fue en vano. Si el moreno no tiene respeto ni por su propio auto, no lo tendrá por uno ajeno, debía de cuidar sus cosas y las de su familia.

-¿Traes tu licencia? –pregunto sonriendo, sabía que Raditz no tenía licencia de conducir, y si la tuviera, todavía estaría en procedimiento. Sabía que Raditz conducía el auto de Bardock, pero transitaba por calles en donde estaría seguro que no lo detendrían, ni le exigirían mostrar sus papeles. El Son mayor negó con su cabeza, sonrojado por lo furioso que estaba, esa risa altanera de Turles luego de conseguir lo que quería le molestaba mucho, sentía deseos de golpearlo.

-Si le haces algo al auto, lo pagaras. –en eso tocan la puerta de entrada. Ambos jóvenes se miraron entre sí, ¿Quién llamaría a la puerta en un momento así? Raditz camino hacia la puerta, girando la perilla de la misma y atrayéndola hacia sí, dejando a la vista al invitado que estaba allí parado. Podía reconocer a ese joven, lo había visto en la escuela, siempre pegado a su hermano, y esas facciones idénticas a Vegeta no le cabían dudas de que ese chico era Tarble. –Hola Tarble, ¿sucede algo? –pregunto Raditz, Tarble se sonrojo de inmediato, se le había escapado la razón por la cual estaba allí. Al ver la impaciencia en el rostro de Raditz al no recibir respuestas, se dispuso a hablar.

-Yo…vengo para hablar con Kakaroto. –dijo cerrando los ojos en acto reflejo, aun con las mejillas sonrojadas, esperando alguna replica o burla por parte de Raditz.

-Pues lo siento, enano, pero Kakaroto se fue de cita con tu hermano y con tu primo, y ahora lo vamos a rescatar. –dijo Turles, metiéndose en la conversación, y saliendo de la vivienda Son, pasando por al lado de Raditz, lo cual como este ocupaba casi toda la entrada, el moreno tuvo por pegar su cuerpo hacia los márgenes de la puerta. Raditz le miro con enfado en cuanto vio a su amigo caminando hacia el auto de su padre, jugando con las llaves haciéndolas girar sobre su dedo.

-Kakaroto, ¿con Vegeta y Vegito? –pregunto Tarble decepcionado, había ensayado todo lo que le diría a Kakaroto en modo de disculpa, quería hablar con él y arreglar las cosas, ya no soportaba que lo siguiera ignorando, él era su amigo, su único amigo, y lo había perdido por un impulso estúpido. Pero no estaría dispuesto a dejarlo así como si nada. –Yo quiero ir también.

-Lo siento, Tarble, esta es una misión de hombres. –dijo Turles ya adentro del auto, donde no pasaron ni cinco minutos cuando el moreno ya estaba empezando a tocar todo lo que estaba a su alcance, como si tuviera cuatro años, sin pedir permiso al dueño del auto, Raditz le miraba con una vena resaltante en su frente. –No puedes venir.

 

… …

 

Los tres pelinegros ya estaban sentados en la mesa correspondiente, esperando los pedidos que anteriormente habían reservado. Un silencio perturbador rondo la mesa, a pesar del constante sonido que se escuchaba en el ambiente, de charlas y música relajante de fondo, era una situación muy incómoda la que estaban sobrellevando. Vegeta y Vegito no paraban de mirarse retadoramente, hasta se podían ver las chispas eléctricas imaginarias que salían de sus ojos y chocaban entre ellas en el centro, Kakaroto estaba entre medio de ellos, observándolos de reojo totalmente incómodo; el Son ya deseaba que trajeran la comida, no porque tenía hambre, sino porque ya quería esfumarse de esa situación e irse a su casa. Al parecer, sus plegarias fueron escuchadas; no trajeron la comida, pero si apareció el mesero a dejar una botella de champagne sobre la mesa luego de abrirla ágilmente. Vegito sonrió de medio lado y Vegeta alzo una ceja, irónico; Vegito tomo la botella de champagne con una mano y con la otra tomando la copa de Kakaroto y sirviéndole el líquido hasta la mitad, dejando la misma frente a él seguido de un sensual guiño de ojo, Kakaroto agradeció asintiendo con la cabeza. Al llegar a tomar la copa de Vegeta y servirle champagne, a propósito tumbo la copa llena del Saiyan, mojándole la camisa por completo y parte del mantel que cubría la mesa, haciéndose pasar como que había sido un accidente, fingiendo sorpresa y culpa. Vegeta se levantó de un salto, mirando su camisa empapada y mirando con malos ojos a su querido primo. Kakaroto ayudo al Saiyan a secar su camisa con unas servilletas, mientras que Vegeta no salía de su rabia, mataría a Vegito en cuanto todo esto termine. Vegito, aprovechando la distracción de ambos pelinegros, lentamente metió su mano dentro del bolsillo de su jean, sacando del mismo una pequeña píldora, de la cual apretándola con sus dedos pulgar e índice, la trituro hasta hacerla polvo y el mismo la vertió en la copa de Kakaroto; sonrió triunfador en cuanto logro su cometido, y que ninguno de esos dos se haya dado cuenta.

 

… …

 

-Turles, hemos recorrido toda la ciudad y no hay rastros de esos tres. –decia Raditz cabreado, con su cabeza siendo sostenida por su mano y su codo estaba apoyado en la ventana baja del auto.

-Eso les pasa por no escuchar mis indicaciones. –y como Tarble se lo propuso, ahora mismo estaba en el mismo auto que Raditz y Turles, sentado en el asiento trasero como todo niño bueno usando su cinturón de seguridad.

-No necesito escuchar las indicaciones de nadie, yo sé dónde estamos. –decía Turles sin quitar la vista de la calle, apretando el volante tan fuerte que sus nudillos que pusieron blancos, estaba molesto de escucharlos, hasta pensó que ir a buscarlos él solo.

-Admítelo, idiota, nos perdimos. –vocifero Tarble cruzándose de brazos, mirando hacia un lado de la ventana.

-Niño, voy a darte una paliza. –dijo Turles dejando de mirar hacia la carretera, y dirigiendo su vista hacia el asiento trasero, en donde se encontraba el inquilino al mismo tiempo que le señalaba con el dedo índice.

-No vas a tocar a Tarble. –dijo Raditz.

-¿Quién me lo impedirá? –dijo Turles retadoramente, Raditz le propino una bofetada al moreno, lo cual fue devuelta por una más fuerte por parte de Turles, ambos se sumergieron en una batalla de bofetadas, haciendo que Turles soltara el volante con el auto en movimiento.

-¡Turles, el volante! –grito Tarble al percatarse de que el auto estaba comenzando a ir en distintas direcciones y como los autos que venían en sentido opuesto debían volantear violentamente para evitar un choque masivo, seguido de unos bocinazos e insultos. Turles automáticamente tomo el volante y dirigió el auto en la dirección correspondiente. –Par de Imbéciles ¡casi morimos!

-Niño, cuida ese lenguaje o te arrancare el cabello. –amenazo Turles, pero esta vez con sus ojos en la carretera y señalando a Tarble con el dedo.   


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