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Sayonara por luna de hielo

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La atmósfera enrareció apenas los demás adultos notaron la presencia de Akashi Seijuro, los demás miembros de la Generación de los Milagros le miraron con diferentes grados de sorpresa y hastío, pero él en ningún momento separo su mirada de la pequeña en brazos de Midorima quién por acto reflejo reafirmo el agarre y se interpuso en su visión.

Al dar un paso al frente su camino fue rápidamente bloqueado por Takao que trato de hacerlo retroceder más la necesidad que le embargaba en ese momento lo llevo a empujarle con más fuerza de la necesaria, el gruñido de Midorima fue inmediato tomando el brazo de su pareja impidiendo que cayera y le paso a la niña que asustada se refugió en el cuello del omega mientras que el peliverde y los otros alfas se colocaban al frente impidiéndole el paso.

Se notaba en el ambiente que su visita no era bien recibida, las ferómonas de Aomine no tardaron en invadir el espacio, aunque Akashi ni se inmuto ante la muestra de poderío de los otros, su vista estaba fija en la pequeña tratando de entender lo que estaba pasando, ese repentino anhelo que le provocaba querer tomar a la niña y no soltarla nunca más. Dio un paso más al frente y los alfas gruñeron amenazadoramente.

Indiferente ante la muestra de dominio de los otros alfas, Akashi se concentró en percibir el aroma a vainilla del que fuera su omega y al no encontrarle supo que estaba tan ausente como lo estaban Kise y el malhumorado de su esposo. Su mente ágil empezó a unir los cabos sueltos, no había razón para que tres miembros de la generación milagrosa se juntaran en una fiesta infantil a no ser que uno de sus hijos fuese el festejado, los tonos rosas y amarillos de las decoraciones dejaba en claro que el festejo era en honor a una pequeña niña y el bonito vestido que vestía la pequeña de cabellos rojos que tanto se esforzaban por proteger la señalaban como la festejada, además esa niña no podía ser más grande que su propio hijo.

Dios.

¿Dónde estaba Tetsuya? Tenía que hablar con él.

En ese preciso momento apareció Atsutsi informándole que el pastel para esposo le había pedido estaba listo, el tono con el que le hablo le dejaba claro que no pensaba dejar que permaneciera ahí más tiempo del necesario, la mirada que les dirigió les hizo saber que aquello no se quedaría así. Akashi Seijuro no descansaría hasta tener frente a frente a Tetsuya.

Esa tarde no fue capaz de volver a casa, no podía. Nadie estaría preparado para hacerle frente a lo que había descubierto y a todo lo que conllevaba ese hecho. Más que confundido, estaba a punto de tener una crisis nerviosa. ¡Dios! No entendía, su mente había dejado de funcionar una vez que la adrenalina había pasado y él no entendía, no quería comprender los que esa revelación simbolizaba en su vida.

Pero al final, por más que lo negara aquellos ojos bicolor, los hermosos ojos de su madre no mentían.

Asustado le había pedido su chófer hiciera entrega del pastel que Kouki le había pedido y lo disculpara por tener una emergencia, se había bajado en el parque cercano a su casa, el mismo en el que se reunían los siete en cada cumpleaños y jugaban basquet hasta agotarse. Aquel en donde había besado por primera vez a Tetsuya y sin querer sus pasos le llevaron a la misma cancha en la que una y otra vez se había enamorado un poco más del omega, aquella en la que le había pedido vivieran juntos al terminar la universidad.

Las lágrimas empezaron a caer de su rostro, calientes y pesadas, llenas de culpa. Al final la realidad termino siendo más atemorizante que cualquier guion de terror mal escrito, la maldita culpa le empezó a carcomer el pecho porque aquellos hermosos ojos significaban que no solo se había equivocado una cantidad infame de ocasiones, sino que lo había hecho con las únicas dos personas con las que siempre debió de tener todo claro. Para Akashi, Tetsuya era una secuencia infinita de equivocaciones y errores en ambos sentidos, irónicamente también era el lazo afectivo más importante que había tenido nunca. Era su omega y él lo había perdido.

No sólo al peli celeste sino también a la que nunca considero suya y hoy descubrió que era su cachorra.

Los perdió y no podía dejar de llorar, ese día no importo que las horas pasaran y que la noche haya llegado, tampoco que la luna se cubriera repentinamente de nubes gruesas y que pequeñas gotas se mezclaran con el agua salada que ya cubría sus mejillas mientras maldecía cada una de las acciones que le llevaron a ese momento. Incapaz de pensar en otra cosa más que en su propio dolor, ignorando el timbre que constantemente salía de su celular hasta que en un arranque de ira lo estrello contra el tablero de la canasta.

El resto del festejo transcurrió bajo el velo de incertidumbre que la repentina aparición de Akashi había causado, los alfas de la manada no había bajado la intensidad de feromonas hasta que los tres integrantes faltantes entraron por la puerta con los encargados del show infantil que Aomine y Rio contrataran para los pequeños.

Cuando Kise entró por la puerta principal del establecimiento para alertar a los pequeños de una sorpresa y organizarlos en el área designada al show, se topó con un grupo de alfas con la guardia alta a punto de saltarle al cuello apenas ingreso. Los niños jugaban claramente incómodos ante tanta muestra de dominio y el rubio supo de inmediato que solo una persona dejaría así de afectados a sus amigos. Preocupado busco la mirada de Shintaro mientras cogía en sus brazos a la más pequeña de sus hijas, con una ligera afirmación de cabeza le confirmo los que se temía. Akashi había estado en el lugar.

Eso era malo, muy muy malo.

Salió rápidamente para pedir a Tetsuya que esperara un poco más de tiempo en lo que su esposo le ayudaba a organizar a los niños y que él le avisaría cuando podían ingresar, Yukio noto de inmediato la preocupación en su mirada, entraron ambos al establecimiento y se acercaron a la mesa en la que los demás ya les esperaban.

El ambiente había dejado de estar tan pesado gracias a que Tatsuya había ventilado el establecimiento, los niños jugaban tranquilamente sin la carga de tantos aromas en la sección que habían preparado para ellos.

Fue verdaderamente desesperante enterarse no solo de la presencia fortuita del capitán del equipo por un motivo tan casual y ajeno a su celebración como lo era un antojo de su nuevo omega embarazado, eso era verdaderamente terrible, les había costado mucho esfuerzo y tiempo sacar a Tetsuya de la depresión en la que cayo después del rompimiento definitivo del lazo con Seijuro, el que fuera precisamente ese día y que detectara el aroma de alguno de los chicos o que incluso lo llamara el olor de Tetsu en Yuuri era más que mala suerte, tenía que ser aquello que llamaban el destino.

El maldito destino que los había reunido nuevamente y que dejaba tras de sí, dos verdades innegables: la primera es que Akashi ahora sabía la verdad y la segunda es que de ahora en adelante protegerían a Tetsuya del alfa al que alguna vez creyeron su amigo.

Tetsuya supo que algo iba mal desde el primer instante en que piso el lugar más la determinante negativa por parte de sus amigos le impidió indagar un poco más, al menos de momento. Su atención fue rápidamente captada por su hermosa princesa, se veía contenta en aquella fiesta preparada por sus tíos, quienes apenas se enteraron de las intenciones de Kuroko a llevar a la pequeña Yuuri para celebrar su tercer cumpleaños en compañía de su prepararon todo para que la celebración fuera más grande de lo que en un principio tenía contemplado por que definitivamente él no hubiese solventado todo lo que se apreciaba alrededor.

No es que Tetsuya y su pequeña Yuuri tuviesen complicaciones económicas, ni mucho menos. Él omega ganaba más que suficiente en la editorial en la que trabajaba como para darse unos cuantos lujos, pero el ingreso económico en su ramo laboral no era siempre constante y antes de que algo grave pasara prefería ahorrar una buena parte de los mismo para cuando las cosas se complicaran.

La risa de su hija lo saco del trance en que sus pensamientos lo habían sumergido, sonrió pues la hora del pastel había llegado y su hija emocionada corrió hasta sus brazos para que la aupara y tener mejor vista de hermoso pastel que Atsutsi preparo únicamente para ella. Solo después de que la velas se apagaran y que repartieran el pastel entre los niños, fue como el cansancio de los últimos días menguo su cuerpo.

Antes del anochecer lo fiesta se dio por terminada, era una hora razonable considerando que todos los invitados eran pequeños de menos de cinco los cuales necesitaban llegar a casa para descansar y eso era justamente lo que pedía Tetsuya. Un poco de descanso, aunque fuera en el pequeño departamento de soltero de Kise.

La casa de sus padres sin duda sería más conveniente para albergar a una manada de su tamaño, con tres adultos y seis niños el espacio que había vuelto un privilegio durante sus vacaciones, pero él la había vendido después de que sus padres fallecieran en un accidente automovilístico incluso antes de que decidiera vivir con su ex esposo.

Así que cada que les tocaba regresar a su ciudad natal, el pequeño departamento se convertía en zona de guerra donde Kise y Yukio-san compartían la habitación junto con él bebe en turno. Él y los niños dormían en la sala de estar, en una especie de campamento donde comían viendo películas hasta que caían dormidos, entonces Tetsuya se encargaba de arroparlos, retirar los alimentos y si el cansancio no era mucho leía un rato antes de meterse en el futón que compartía con Yuuri.

Esta vez no es distinto los niños han aguantado lo suficiente para que la estancia pareciera zona minada, el ruido desde la habitación del matrimonio también ha cesado, observa el rostro de los seis pequeños que duermen a su alrededor. Las facciones de al menos los cuatro mayores son parecidas a las del alfa, solo la pequeña Sakura quién es también la única omega se asimilan al pelinegro.

La sonrisa decae cunado fija su vista en los cabellos rojos de su pequeña, ella es tan parecida a su padre que a veces no puede evitar que el corazón le duela al mirarla y recordar al que fue su alfa, rara vez sucumbe a los recuerdos, sabe mejor que nadie sabe el daño que le hacen, pero el breve hilo que aún existe entre su lazo no deja de tirar en su interior dejando una sensación de inquietud y angustia desde la tarde.

Algo paso, algo grave para que Akashi envié esas señales involuntarias tan constantemente y la actitud tan rara y tensa de sus compañeros cuando regresaron a la fiesta tiene algo que ver.

Las cavilaciones entonces vuelven a donde trata de no mirar, es cierto que a veces recuerda la vida que tenía aunque con el paso del tiempo recurría menos al recuerdo para poder avanzar y lo más importante también había dejado de llorar. Solo cuando los supresores no podían evitar ya el celo y su omega tomaba el control por completo era como no podía evitar aferrarse a ese resquicio de unión y llamaba con poder a su alfa destinado, solo entonces es que Tetsuya podía sentirlo, la necesidad del alfa, la impotencia, la excitación y también su placer que obtenía en el cuerpo del omega que ahora era su pareja. Nunca necesito de las revistas de espectáculos para saber los cambios en la vida de Seijuro, fue durante uno de esos celos que lo sintió por primera vez la conexión que aún estaba ahí, desgraciadamente no de la mejor manera porque mientras el trataba de bajar su calor con agua helada y la ayuda de sus manos, el alfa lo había hecho con el bonito omega que tanto recordaba.

Su omega lloro y maldijo tratando tantas veces de romper ese hilo hasta que entendió que quien se aferraba a este no era él, era el alfa, entonces volvió a maldecirlo.

 

Por ello comenzó a suprimir sus celos, aunque estos le tiraran una semana completa por los efectos secundarios, solo después de que dejara de lactar para alimentar a Yuuri porque jamás arriesgaría la salud de su hija, porque no soportaría la sensación de traición que aún le golpeaba cuando el alfa compartía la liberación en el cuerpo del que ahora era su esposo.

 

 

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