Quince días habían pasado de la partida de su hermano, se convenció a sí mismo de que todo había sido un accidente no le dio importancia pero sí despertó su curiosidad, no sabía que los labios de su hermano se eran tan dulces, y le sorprendió darse cuenta de que ese era el primer beso que recordaría durante toda su vida. Se encontraba en su habitación sus lecciones y tareas ya habían terminado, así que pensaba darse un baño e ir a la cama directamente cuando tocaron la puerta.
-Adelante –Su tío ingreso a la habitación,
-Querido sobrino, hay algo que debo mostrarte.
-¿Qué es?
-Antes que nada quiero que recuerdes que prometiste ser rey de estas tierras pero para eso aún falta algo de tiempo ¿de acuerdo?
-Sí.
-Bien –de uno de los bolsillos saco una carta, pudo notar el sello de Shin Makoku –La envió el Maoh… en ella me pide permiso para que vayas a sus tierras por un motivo urgente que no me ha explicado, pero me promete tu protección, yo quiero saber si estás listo para esto.
-¿Tengo otra opción?
-Sí, tú puedes rechazarlo, yo le mandaré a otro mensajero diciéndole que te he mandado a una misión.
-No, puedo hacerlo tío.
-Prepararé todo para que salgas mañana mismo sin ningún contratiempo.
-Bien.
-Wolfram, pase lo que pase estaré aquí para apoyarte, no dudes en volver si algo malo pasa, no importa que nos vayamos a guerra con ellos, lo que me importa eres tú.
-Descuida, Yuuri no me retendrá mucho tiempo, no tiene con que hacerlo.
-No lo digo sólo por él…
-¿A no?
-También por Murata Ken y tú… Sir Weller.
-¿Ellos qué tienen que ver?, mi hermano y el Gran Sabio no me pararán a no ser que Yuuri se los ordene.
-O que ellos tengan otros motivos para retenerte.
-¿Qué motivos podrían tener?
-¡OH Wolfram! Eres tan inocente, no quiero que nada malo te pase, quizá ese sea mi mayor miedo, perderte de forma inesperada, tú que llevas parte de mi sangre compartes el mismo camino que yo, no lo olvides, nosotros los Bielefeld nacimos para ser reverenciados.
-No lo olvidaré, gracias tío.
Woltarana se acercó a él, acaricio su rostro y le dio un beso en la frente, lo abrazo brevemente y salio de la habitación, agradecía sus palabras de apoyo, él siempre supo que se preocupaba mucho de su sobrino, no por nada le había dado su apellido. Aunque siempre se preguntaba por que su tío no tenía esposa y formaba una familia, pero no estaba tan loco para preguntarle.
Iba a ver a Yuuri, un temblor recorrió su cuerpo, sabía que tarde o temprano lo haría, ya no se sentía como antes de su partida, la razón de su temblor era que no sabía como comportarse y actuar frente a él, a pesar de todos las lecciones, entrenamientos y disciplina que le impartieron, estaba seguro de que nadie podía decirle como actuar ante una situación como está, podía suponer muchas cosas de las que Yuuri le iba a decir, pero eran solo suposiciones, además, la forma en como se fue no había sido la correcta, por que debió decirle algo a Yuuri, sin embargo lo intento varias veces y el chico sólo lo evitaba o en el peor de los casos lo ignoraba, si no hubiera hecho eso todo seguiría igual y eso no estaba bien, por que la vida debe continuar, quedarse en el mismo lugar por tanto tiempo no es bueno, sólo ves que la vida pasa y no lo puedes evitar, y para él esa forma de actuar no es la correcta, su manera de actuar lo evidenciaba, el avanzaba a cada momento, a cada instante, incluso en esos siete años maduro, se percato de muchas cosas y corrigió otras tantas, era momento de demostrarlo, su decisión fuer la correcta, lo más seguro era que Yuuri le agradecería su actuar y nada más, le ofrecería su amistad y esta vez la aceptaría gustoso, quizá podría pasar tiempo con Konrad o Murata, saludaría a Gwendal y si tenía suerte vería a su madre, ya que tenía permiso de su tío se quedaría lo suficiente para pelearse con Gunter y pedirle que le sacará de algunas dudas que tenía con respecto a sus lecciones, además quería traerle un presente a su tío, quizá no lo necesitaba pero quería agradecerle con algo su apoyo y comprensión, haciendo planes entro al baño, mañana sería un nuevo día.
-Cuídate mucho y saluda al Maoh de mi parte.
-Lo haré, cuídese usted también, no quiero que algo malo le pase –Woltarana sonrió, se abrazaron y le obsequio un beso en la frente.
Wolfram subió al carruaje, dentro había tres sirvientes que le ayudarían a cambiarse cuando fuera necesario, los guardias ocuparon sus lugares, se despidió por última vez de su tío y el carruaje se puco en marcha, que ironía, regresaba al lugar que dejo por el llamado de la persona que le rechazó, pero así es la vida y nunca hay marcha atrás. Paso su mano por sus labios, su hermano también lo estaría esperando…
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