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ATADO A TÍ por Kitana

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Notas del capitulo:

jejej ya se que dije que era el final peeero, bueno, ganó la idea de hacer un final feliz alterno, espero que les guste, misión cumplida Kasu!

 

Nota: la parte del nuevo final comienza donde setán los dos asteriscos, por si no quieren volver a leer lo anterior.

 

Brad se encontraba oculto en un oscuro y sucio callejón. Maldecía entre dientes el no haber previsto algo semejante. Era obvio que sabían de lo que planeaba hacer esa misma noche. Básicamente habían echado a perder sus planes y eso lo tenía furioso.


Se tomó un instante para calmarse, estaban cerca, no sabía a ciencia cierta cuantos eran ni que intenciones tenían. Solo llevaba consigo un pequeño cuchillo. Tendría que ser suficiente como para lidiar con lo que sea que quisieran enviarle. Respiró profundo un par de veces y cuando se sintió listo, salió de su escondite. No era su estilo ocultarse demasiado. Salió a campo abierto y los vio venir, eran cinco.


Sonrió de forma cruel y despachó al primero con un corte muy preciso en la carótida. Siguió adelante y despachó a dos más, consiguió hacerse de una mejor arma, un cuchillo largo que manipuló a la perfección para terminar con la vida de los dos últimos. Miró a su alrededor, al parecer había más de ellos. Corrió en dirección a un campo deportivo que se extendía frente a él. No había mucho que pensar, o lo mataban o él a ellos.


Corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron. No tardaron en aparecer el resto de los miembros del "equipo de recuperación".


- Entrégate y respetaremos tu vida. - dijo el que parecía ser el líder.

- ¡Nunca! Y si de verdad crees que puedes matarme, ¡ven aquí y hazlo!- gruñó el asesino con un brillo furioso en sus gélidos ojos azules.

- Adelante... que no quede nada de él. - dijo el líder, los demás asintieron y se lanzaron sobre Brad.


Las cosas comenzaban a ponérsele difíciles, quizá él fuera el mejor asesino vivo, pero aquellos tipos estaban bien entrenados y le estaban dando problemas. Aún podría acabarlos. Pronto no quedaban más que dos, el líder no pudo sino admirarse de la capacidad de Brad, había acabado con ocho de los mejores hombres de la organización, parte de la élite de aquel grupo.


Lo miró un instante, era joven todavía, no tenía el aspecto de un asesino. Le habría sido fácil pasar desapercibido con la clase de vida que la organización le daba a sus elementos.

-¿Qué esperas?- le dijo Brad en tono provocador luego de un rato de mantenerse quietos ambos.

- Te estoy dando la oportunidad de que recobres el aliento. - dijo burlón.

- Cometes un error... pero, ¿a mí que más me da?

- Así que es cierto... Ashriel no deja nada vivo a su paso, y que solo usa un maldito cuchillo...

- ¿Te sientes suicida hoy? No voy a volver, de eso puedes estar seguro.

- ¿Qué hay del rubio que te espera en casa? - Brad esbozó una sonrisa burlona.- ¿Es que no te importa?

- Al que no le importa es a ti. - siseó el pelinegro mientras se lanzaba contra su último oponente.


El líder del equipo no corrió mejor suerte que sus subordinados. Cayó bajo el cuchillo de Brad. El asesino miró el cuerpo de su oponente. Supuso que ellos eran la última línea de la organización. Era momento de volver por Anthony y largarse del país como era el plan. Fiel a su costumbre, limpió el cuchillo de la sangre de esos hombres. Esta vez no había salido tan bien librado, le habían herido en el muslo derecho y tenía una pequeña cortada en el antebrazo derecho. Caminó a paso lento en dirección a la calle.


Contempló a lo lejos un par de figuras que se movían en las cercanías como buscando algo. Sujetó con fuerza el cuchillo y se dispuso a un nuevo enfrentamiento.


Vaya que le tomó por sorpresa descubrir que no eran asesinos de la organización sino Anthony y Finneman.

- ¿Por qué lo trajiste? - siseó con gesto homicida refiriéndose a Finneman. - Esta gente es capaz de matarlo.

- Tenía que traer a alguien que te hiciera entrar en razón. - dijo Finneman con idéntica frialdad.

- De cualquier forma, él no tendría que estar aquí, y tú tampoco, a menos que estés buscando que te mate.

- No me matarás, porque soy tu única esperanza de salir vivo de esto.

- Aún puedo seguir el plan original.

- Te equivocas, ellos saben todo, compraron a Franz.

- Da igual... no me harán volver...

- Bien, entonces dile al chico que se prepare para amortajar tu cadáver, ¿o prefieres ser tú quien amortaje el suyo? - Brad se enfureció.

- No sabes lo que dices... a él no le harán nada. Yo me encargaré de que no lo toquen.

- Brad... no estás siendo razonable. Y tú lo sabes.

-¿Y qué? Estoy harto de ser razonable, de tener más sesos que sentimientos, ¿no te das cuenta? ¡Él es mi única oportunidad de vivir la vida que tú mismo me arrebataste! - exclamó Brad haciendo a un lado su habitual frialdad y dejándose llevar por sus emociones. Derek lo miró un instante, tomó su decisión.

- Lárgate... y espero que no te maten en el proceso. De mi boca no va a salir nada que les lleve a encontrarte, es lo menos que puedo hacer por ti. - dijo Derek. Los miró conmovido por la forma en que esos dos se tomaban de las manos. Ya habría tiempo de arreglar ese desbarajuste, no se olvidarían de él, pero al menos les daría tiempo para alejarse lo suficiente como para que jamás los encontraran.


Brad y Anthony se alejaron rumbo a la calle, el asesino se sentía casi feliz, sin importar lo que sucediera, iba a quedarse con Anthony. Aún así permanecía alerta, sabedor de que en ese momento, más que en ningún otro, no podía confiar en el resto del mundo.


Escuchó un ruido que lo puso en alerta. Se detuvo, Anthony estaba a su lado, expectante, pero con esa sonrisa que le fascinaba. Ese ruido de nuevo... demasiado tarde reconoció lo que era, alguien cortando cartucho en las cercanías. Sus ojos se fijaron en un punto a espaldas de Anthony, el rubio no se daba cuenta de nada. Solo sintió que Brad lo envolvía en sus brazos y bruscamente le obligaba a girarse cubriéndolo con su cuerpo. Aquel sonido resonó en sus oídos. Era un sonido horrible, irreal...


Lo vio caer de rodillas al suelo con las manos aferradas a su ropa. Tomó sus manos y se arrodilló frente a él. Brad lo miró... ese gesto nunca se había posado en su rostro... estaba sonriendo, pero no era una de sus medias sonrisas, ni de las burlonas, era una simple y sincera sonrisa.

- Te dije que no te tocarían... - susurró sin dejar de sonreír. Anthony gritó asustado al ver que Brad sangraba profusamente. - Vete... sí te quedas esto no va a servir de nada. - dijo tomando con fuerza la mano de Anthony entre las suyas. - Te amo Anthony... y no sabes como me arrepiento de haber esperado tanto para decirlo... perdóname... - el rubio lo tomó en sus brazos. Brad creía estar al borde de la muerte, sentía que se moriría de un momento a otro. Se arrepentía de tantas cosas...

- No hables así... te salvarás de esta, tú puedes hacerlo.

- Siempre has sido muy malo diciendo mentiras Tony... déjame y vete de una vez... no van a perdonarte la vida... ¡Finneman! - gritó, Derek ya estaba ahí, en cuanto escuchó el disparo corrió hacia ellos, pero no había llegado a tiempo para evitar que hirieran a su hijo. - Llévatelo... ¡llévatelo de una vez! - gritó Brad con furia. Finneman ya había disparado, había matado al tirador, pero era seguro que habría más. La gente de lo organización solía hacer las cosas a lo grande.

- No, no, no, ¡no me iré! - gritó el rubio aferrándose a Brad con todas sus fuerzas. - ¡No me puedes hacer esto si es que me amas! - gritó mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

- ¡Tienes que irte!- gritó Brad.

- Llévatelo muchacho. - dijo Finneman - Yo me encargaré de que no los sigan. - dijo el mayor mientras revisaba el cargador de su arma.


Anthony solo atinó a abrazar a Brad y echar a correr en dirección al auto de Finneman, corrieron como desesperados hasta llegar al auto de Derek. Anthony subió a Brad atrás, acomodó lo mejor que pudo el cuerpo de Brad en el asiento trasero y luego ocupó el asiento del conductor. Anthony no alcanzaba a entender nada fuera del hecho de que si no llevaba a Brad con un médico moriría.


- Tengo que llevarte con un médico. - dijo el rubio al dar vuelta en una esquina.

- No puedes llevarme con un médico... - dijo Brad débilmente. - Tendrá que ser a mi modo...

- ¿De qué hablas?

- De que si me llevas a un hospital tendremos problemas... van a querer saber cómo me hice esto, y no creo que se traguen el cuento de un asalto. - dijo refiriéndose a sus heridas. - No podemos ir a un hospital.

- ¿Y qué haremos entonces? Estás sangrando demasiado...

- Solo haz lo que te diga y estaremos bien. - dijo el asesino, su rostro se curvó con una extraña mueca de dolor.


Brad palpó la herida. Sangraba profusamente. Probablemente la bala había tocado una vena o arteria, esperaba que fuera solo una vena, si había sido una arteria bien podía darse por muerto.


Intentaba mantenerse lúcido, no paraba de darle indicaciones a Anthony, sabía que si perdía la consciencia, Anthony lo pasaría mal sin saber a donde ir, ni que hacer. No podía permitir que eso pasara, las cosas no podían ser así...


- Da vuelta a la derecha... - dijo con voz temblorosa, estaban ya muy cerca. Anthony no dejaba de mirar por el retrovisor el pálido rostro de Brad.


No supo donde estaban cuando se detuvieron. Cuando al fin reaccionó, se dio cuenta de que estaban en uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad, un sitio en el que Brad no le hubiera dejado asomarse ni por equivocación.

-¿Dónde estamos? - se atrevió a preguntar el rubio.

- Vamos a ver a una vieja amiga... - susurró Brad.

- ¿Estás seguro de esto?

- Sí... es la única opción que tenemos.

- No sé si...

- Anthony, esto no es un juego, lo sé, tienes que confiar en mí.

- De acuerdo... - musitó asustado el rubio.


Ninguno de los dos podría estar tranquilo hasta que las cosas se solucionaran, y Brad sabía que la única manera de resolver ese asunto era entregarse o morir, ninguna de las dos posibilidades le resultaba agradable. No estaba dispuesto a perder a Anthony, era lo único que le quedaba ahora que lo había perdido todo... ahora que sabía que en realidad, nunca había tenido nada. Empezaba a pensar que las cosas no podían ir peor. No iba a dejar que las cosas se terminaran así nada más, como tampoco iba a dejarse atrapar.


Le dio indicaciones a Anthony para que lo llevara a donde debía. Esperaba que todo saliera bien, se alegró de tener un plan de respaldo, por si acaso. Ciertamente las peores de sus proyecciones se habían realizado, sin embargo, prefirió mantener la calma, era lo mejor que podía hacer.


Entraron en aquel sitio que olía prácticamente igual que una carnicería. Anthony sintió que su estomago se revolvía, aferró el brazo de Brad con desesperación mientras se dirigían a lo que parecía un frigorífico.

- Tranquilo, todo va a salir bien. - dijo Brad con un hilillo de voz. El rubio comenzó a preocuparse... después de todo lo que había ocurrido en los últimos días, ya no se esperaba nada bueno. - ¡Gabriel! - gritó Brad haciendo acopio de fuerzas. Pronto se vio aparecer a un joven de no muy buen aspecto.

- Pero qué demonios... ¡Brad! - dijo mientras se limpiaba las manos manchadas de sangre en el sucio delantal que vestía. Se acercó cojeando mientras Anthony lo miraba no sin repulsión, el chico no parecía el hombre adecuado para atender a Brad. - Supe lo que esta pasando, siendo sincero no creí que salieras entero de esta, te hacía muerto, a decir verdad. - Brad soltó un bufido.

- Gracias por tu voto de confianza, es reconfortante... ¿puedes hacer algo?

- Siempre hay algo que se pueda hacer.

- Aunque sea ayudarme a morir pronto. - añadió Brad con una sonrisa torcida. Gabriel rió, aunque Anthony los miraba con verdadero pánico.

- Llevémoslo dentro. - pidió Gabriel, el rubio asintió y siguió al presunto médico hasta un rincón oscuro y maloliente. - Tranquilo, entre todas las personas a las que podría llegar a matar, él no está incluido. - dijo el obeso Gabriel como para tranquilizar a Anthony.

- Relájate, Tony. - pidió Brad mientras le tomaba de la mano con suavidad.

- Espero que sigas siendo fuerte, porque la anestesia se acabó. - dijo Gabriel mientras se acercaba a ellos. - Tranquilo, sé lo que hago, soy un médico de verdad, aún si no lo aparento. - añadió esperando que eso fuera suficiente para que Anthony dejara de mirarle como si estuviera a punto de matar a Brad.



Los siguientes, fueron los veinte minutos más largos de toda la vida de Anthony, a pesar de que Brad no se quejó, supo que estaba sufriendo. A cada instante lo veía palidecer más y más, hubo un momento en el que creyó que Brad de verdad iba a morirse. Cuando Gabriel terminó, puso en la palma de la mano del asesino la bala que le había extraído del pecho.

- Para tu colección. - dijo con cansancio.

- Gracias... - musitó Anthony con los ojos cuajados de ese llanto que se había negado a derramar.

- No hay nada que agradecer, de no ser por Ashriel, la vida no sería lo mismo para mí. Duerme un rato, espero que pronto podamos sacarlo de aquí, la gente que hizo esto, conoce su negocio y ha hecho su trabajo, vinieron buscando a Brad hace unos días. Creo que se traen algo grande, algo que no será fácil de detener.


Un muy preocupado Anthony permaneció al lado de Brad toda la noche. Su amante no despertaba todavía y tenía miedo, miedo de que los encontraran, miedo de que las cosas se pusieran peor, de que Brad muriera...


Brad despertó tres días más tarde. Había tenido fiebre y convulsiones, Gabriel le había dicho que no tuviera demasiadas esperanzas, Anthony, por su parte, había insistido en la idea de llevar a Brad a un hospital de verdad.

- ¿De verdad crees que van a lograrlo? ¡Despierta chico, lo buscan para matarlo, y al primer sitio en el que van a ir a buscarlo es a un hospital! - había dicho Gabriel zarandeándolo. El rubio se había echado a llorar de desesperación. Cuando Brad despertó, lo primero que vio fue la sonrisa cansada de Anthony y esos hermosos ojos verdes plagados de lágrimas.

- Sabes que no debes preocuparte por mí. - dijo el asesino con voz débil.

- Lo sé, pero aún así lo hago... eres todo lo que tengo... - dijo el joven apartando el rostro. Brad acarició su mano. Pensó que definitivamente estaban en un gran lío... había cometido un error enorme al dejar que Anthony se mezclara en sus asuntos, al permitir que lo metieran en el mismo saco que a él. Empezaba a reconocer que su rebeldía había ocasionado un enorme desastre.


No habían transcurrido ni dos horas desde que despertara cuando Gabriel se apareció por la pequeña habitación más pálido que un muerto.

- Ya saben que están aquí. - dijo mientras los miraba con culpa.

- Sabía que no eras precisamente de fiar... como siempre, tus costumbres acaban por arruinarlo todo. - dijo Brad desde el sucio lecho en el que reposaba. - Dado que no queda más que hacer... aquí los esperaremos. - dijo Brad sujetando con fuerza la mano de Anthony.

- Ashriel, yo... - balbuceó Gabriel.

- No digas nada... a decir verdad no sé si debo culparte a ti o a las porquerías que te inyectas... debía saber que no se puede confiar en un maldito adicto. - siseó el asesino. La puerta se abrió intempestivamente, un grupo de hombres, armados hasta los dientes, irrumpió en la habitación, Gabriel se hizo a un lado abriéndoles paso hasta Brad y Anthony. No tardó en caer muerto, un disparo en el pecho le había abatido. El rubio no hacía más que sujetar la mano de Brad, mientras que el asesino miraba fijamente a los hombres que le apuntaban a la cabeza.

**- Para ser quien eres, realmente fue fácil encontrarte. - dijo el que parecía ser el líder. Brad sonrió de lado.

- Y yo que creí que te habías vuelto lento y débil... - susurró el asesino, Anthony no tenía la menor idea de lo que estaba pasando.

- El ser un poco más viejo que tú me da ciertas ventajas. - dijo retirándose la capucha, era Finneman.

- Usted... - susurró el rubio.

- Después charlamos, muchacho, ahora, tenemos que salir de aquí antes de que se den cuenta de que ninguno de nosotros está muerto. - Anthony sintió que todo se movía más rápido cuando les sacaron de ahí. Brad simplemente sonreía, de alguna manera la vida debía compensarle por todas esas veces en que las cosas no salieron bien.


Ninguno de los dos supo a ciencia cierta en donde estaban hasta que Finneman los dejó en el aeropuerto con dos boletos de avión hacía Brasil en la mano.

- Aquí nos separamos muchacho. - dijo Finneman con la voz quebrada.

- Gracias... - musitó Brad sin poder creerse aún lo que estaba pasando.

- Es mi manera de retribuirte, no fui un buen padre ni por asomo, pero espero que esto sirva para que tengas, al menos, un buen recuerdo de mí.

-Tengo más de los que te imaginas... - dijo Brad bajando la mirada.

- Me alegra escuchar eso. - Finneman supo que no conseguiría más de su hijo, sin embargo, aquello le bastó, Brad seguiría vivo por un buen tiempo, eso era lo que le serviría de consuelo. Contempló al rubio amante de su hijo y le sonrió, Anthony le dio la mano como agradecimiento, a falta de palabras, aquel gesto fue suficiente.


Dos horas más tarde, la pareja se dirigía a Río de Janeiro, Finneman se había tomado la molestia de crearles nuevas identidades y no tendrían de que preocuparse, el viejo había hecho bien su trabajo.


Brad se sintió liberado, era tan libre como no lo había sido en más tiempo del que podía recordar, desde adolescente no se sentía como en esos momentos.

- ¿Sabes, Tony? No sé si me acostumbraré a llamarte Derek.

- Ni yo si me acostumbraré a que seas Jack. - el moreno sonrió y depositó un beso apasionado en los labios del rubio.

- Te amo... - susurró el asesino mientras abrazaba con fuerza a su amante. Anthony simplemente sonrió, sin poder creer que esas palabras salieran de nuevo de los labios de Brad.


Dos días más tarde, se establecieron en un barrio de clase media en Río, Brad supo que tardaría en acostumbrarse a esa nueva vida, más modesta y relajada, pero, por ver a Anthony tan sonriente como lo había estado desde que llegaran, haría lo que fuera, hasta tener un empleo normal y aburrido, no sabían bien lo que harían, pero sabían que, pasara lo que pasara, seguirían juntos.


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