Querido diario, esta vez fue diferente, me encerraron en el baño de varones, y para el colmo, me volvieron a golpear. No puedo defenderme, es inútil, por más que trato, no puedo. Siento tanta rabia. Los moretones no puedo esconder, aun que use maquillaje, no los puedo esconder, no puedo detener la hemorragia de mi nariz, otro día difícil, uno no muy feliz para mí.
Todos me miran como si fuera un bicho raro, me tiran agua y me hacen trancadas con sus pies, me empujan y rompen mis cosas, me ponen ciertos apodos que me molestan de verdad, no se cuanto pueda aguantar.
— ¿Otra vez? —Dijo la madre del muchacho, harta de ver a su hijo llegando del colegio con tales golpes. —Sasuke, ¡necesito que me digas quienes fueron!
Tantas insistencias ya hartaron al pobre azabache, que cada vez estaba más y más angustiado.
— ¡Te digo que no puedo decirte, ya déjame en paz!
Se retiró de la sala, preocupando aún mucho más a su madre, quien era la única que lo apoyaba.
¡Cuántas veces debo decirle que no diré nada, maldita sea, son tan insoportables! Los odio a todos.
Por otro lado la madre preocupada esperaba sentada en el sofá a su marido, si, preocupada, pues este era muy rudo con Sasuke, y esperaba a que no pasara nada como días anteriores.
—Llegue mi amor —Saludo el caballero de mayor edad sonriente a su esposa.
—H-Hola mi amor
Se notaba tensa.
—¿Y los niños? ¿Sasuke? —Su semblante cambio a uno lleno de frialdad.
—Am… E-En su habitación, pues…
No la dejo terminar, subió hacia la habitación del niño, abriendo la puerta con brusquedad asustando a su hijo quien se encontraba dentro. Al ver los moretones, echo una fiera le grito.
—Otra vez… ¡¿Qué no eres hombre?! ¡¡No puedes defenderte solo, eres un marica!!
Golpeo su rostro dejándole un moretón enseguida.
—¡¡Fugaku!! —Grito desesperada la madre, odiaba ver violencia.
— ¡Tú te callas, déjame educar a mi hijo como se me dé la regalada gana! —Le grito a la joven mujer, quien lo miraba asustada. —Y tu… ¡¿Cuándo aprenderás?! ¡¿No eres hombre?! ¡Aprende a ser macho!
Cada insulto le dolía, le dolía peor que los golpes, él no era un marica, él no lo era.
—Un verdadero hombre jamás debe gritarle a una mujer… —Respondió sin ninguna emoción el azabache, mirando a su padre a los ojos, observando como este se enojaba cada vez más.
Puñetazo.
— ¡Te callas, yo trato a mi mujer como se me dé la gana! ¡Marica de mierda! No sabes defenderte por tu cuenta, maricón, nenaza. —Empujo su cabeza con brusquedad y fuerza, provocando balanza miento en su hijo.
— ¡Fugaku por favor, con violencia no se tratan las cosas, las empeoras! —Desesperada su madre, le grito a su esposo llena de miedo.
—¡¡No me des ordenes, mujer!!
Empujo a un lado a la joven madre Mikoto, saliendo de la habitación enojado, encontrándose con su hijo mayor, Itachi, quien observaba a su padre sin importancia.
Sasuke abrazo a su madre, quien lloraba del miedo, pues cada vez Fugaku la trataba peor, y eso le dolía.
—Tranquila… —Le dijo.
—Hijo, no le hagas caso a tu padre, el… no sabe lo que hace…
Sasuke hizo caso omiso, y siguió abrazando a su madre, sin decir ninguna palabra más.
Al otro día, se despertó sin ganas de nada, pero no le quedaba de otra, debía ir a su otro infierno, el colegio.
Se vistió con su uniforme, que consistía en pantalones negros, zapatos negros y camisa de manga corta sin corbata, se puso su mochila negra de dos mangos, y bajo las escaleras, encontrándose con su hermano y su madre desayunando ya más calmadamente.
—Buenos días. —Dijo sin emoción alguna.
—Buenos días, cariño—Dijo sonriéndole a su hijo, para luego mirar al mayor. — ¿No vas a saludar, hijo?
— ¿Para qué saludar a un gay como él? —Dijo dándole una mirada de asco a su pequeño hermano, quien seguía con su típica cara sin emoción alguna.
—Itachi… —Reprocho con tristeza su madre.
—Hmp, ya me voy… —Dijo Itachi para marcharse al colegio, el mismo que Sasuke.
—Ve con tu hermano.
Ordeno la madre. Itachi miro a su hermano menor, dándole una seña para que se vayan, pero Itachi se encontraba alejado de él.
En el camino.
— ¿Por qué me odias? —Pregunto el menor mirando a su hermano, quien se volteo a verlo.
—Eres gay, me avergüenzas, me das asco, si ni fuera por mamá yo y papá ya te hubiéramos echado a la calle.
Con esas simples palabras ya dejaron a Sasuke sin dudas, pues ya sabía aquello, pero, jamás pensó que su hermano era así.
Al llegar al colegio, su hermano mayor enseguida se alejó de él, quedando él solo, siendo observado por todos de la escuela, con asco, enojo, e ignorándolo.
—Pero miren quien llego… —Le hablo un peli rojo, de nombre Gaara, junto con su manada.
—Déjenme en paz… —Siguió caminando, pero fue detenido por el fuerte brazo de Gaara, haciendo que Sasuke se volteara.
—Oh, el pequeño gay quiere paz… —Hablo con burla. — ¡Pues pobre de ti maldito marica!
Muchos de los niños lo tiraron al piso, empezando a darle patadas en sus costillas, brazos, tronco y cabeza, mientras uno de ellos, grababa con su celular tan golpiza que le daban.
— ¡Abran paso, llego Naruto! —Grito alegremente un rubio de ojos azules, musculoso y alto, siendo ignorados por los demás. —Vaya que aburridos, ¿eh? ¿Por qué tanta gente acumulada?
El altísimo rubio se dirigió hacia aquella zona, donde había tanta gente, observando como golpeaban al pequeño Sasuke.
— ¡Oye, ya basta maldito mocoso! —Dijo Naruto tomándole el cuello de la remera a Gaara.
—Pero miren… ¡Llego el héroe!
—Pegándole a más pequeños que tú, eso te hace menos hombre, maldito mapache.
Los demás se fueron, junto con Gaara y los demás, pues no estaban preparados para alguien más fuerte que él.
—Oye, ¿estás bien?
Pero al momento de tocar al pequeño Sasuke, este salto del miedo, alejándose bruscamente del rubio amigo.
—Tranquilo, no te hare daño… —Le sonrió amistosamente el rubio.
Pero el azabache se levantó con dificultad, tratando de salir corriendo, pero fue detenido por la gran mano del rubio.
—¡¡No me toques!!
Grito. Realmente asustado, abrazándose a si mismo mientras temblaba levemente, trataba de disimularlo, pero era más que notorio.
—Oye…
Murmuro el rubio preocupado por el estado del azabache.
Y en ese día, ese rubio de ojos bonitos, me saca de mi infierno…