La primera vez que lo vio inmediatamente su atención no pudo despegarse de él los treinta minutos que estuvo sentado leyendo un libro mientras se tomaba un café simple. Minhyun no era de mirar por tanto tiempo, pero con ese chico no pudo más que mirar como un verdadero tonto.
Minhyun trabajaba en un café muy popular dentro de la zona. Estudiaba, pero en sus días libres se dedicaba a trabajar en un ambiente muy agradable, con un estudiante más como él y un grupo de señoras que lo adoraban. Minhyun se sentía tan contento de trabajar allí que no sabía qué sucedería cuando terminara de estudiar y tuviera que partir, ya que no se imaginaba qué podría continuar en su vida. Su vida, algo difícil de poder graficar porque todo lo que tenía en su vida, la mayoría de sus buenas memorias, estaban en ese café.
Minhyun tenía casi todas sus buenas memorias allí, pero cuando ese chico comenzó a frecuentar el café, sus días eran buenos y algunos días malos o tristes. Minhyun sabía cuál era la razón de todo eso, era el hecho de que verlo le subía el ánimo, pero la imposibilidad de iniciar una conversación lo hacía sentirlo cerca y a la vez lejos. Lo único que hacía cuando lo tenía cerca era saludarlo con una brillante sonrisa a la vez que le entregaba su pedido y le decía "que tenga un buen día".
Era genial que el chico frecuentara tanto el café. Minhyun había aprendido los días que Aron aparecía, incluso también los días que él chico iba y él tenía día libre. Cuando tenía día libre, Minhyun se sentaba en una banca que estaba al lado opuesto de la vereda del café, y a la distancia lo veía. Minhyun agradecía que el chico siempre se sentara en la primera mesa que daba a la entrada, porque en ese sitio había un enorme ventanal que permitía que no se perdiera detalle de lo que el otro hacía. Ahí sentado en la banca Minhyun escuchaba canciones de amor mientras lo observaba y a veces imaginaba cosas imposibles.
Sus compañeros de trabajo ya sabían que estaba enamorado de ese chico. En un principio habían bromeado con ello, pero con el tiempo habían dejado de hacerlo dándose cuenta que era un tema serio, que no era algo como "ese chico está guapo, lo acosaré". Minhyun no era una persona exactamente tímida, pero cuando pensaba en hablar algo más con él, no podía pensar en nada que decir, y todos habían visto al alegre Minhyun ponerse melancólico en oportunidades mirando al chico.
Algunos días el chico lucía pacífico, otros días muy alegre, otros días ajetreado y parecía no tener ganas de nada. Minhyun de todas formas todas las veces lo saludaba con una gran sonrisa y ánimo.
Era extraño cómo de tanto que lo observaba había aprendido cuando estaba concentrado, molesto, frustrado, feliz o triste. Minhyun siempre lo observaba desde el mostrador, viendo que el chico ni una sola vez miraba hacia donde estaba él; era como si estuviera en otro mundo o como si nada más existiera cuando se sentaba a beber su café o lo que fuera que pedía.
Un día uno de las encargadas hizo una conversación con el chico en la que casualmente le preguntó su nombre. Le dijo que cómo si llamaba ya que siempre lo veía por ahí. El chico rió ante eso y respondió que su nombre era Aron, pieza de información que inmediatamente compartió con Minhyun quien como un niño emocionado repitió el nombre de éste varias veces, y consideró que definitivamente le venía.
Buenos días, malos días, días de esperanza y desesperanza, eso era lo que frecuentemente pasaba en la vida de Minhyun, una montaña rusa de emociones. Así Minhyun contemplaba al otro, imaginando que algún día ese chico se levantaría y haría una conversación casual porque se había interesado al verlo y le gustaría conocerlo. Pero Minhyun sabía que esos eran hermosos sueños que debía dejar ir porque terminarían rompiéndole el corazón.
Sus compañeros de trabajo ya no se burlaban de él, pero insistían que debía dar un importante paso para que las cosas dejaran de ser un platónico. Decían que Minhyun era atractivo, alto, agradable y podía ser todo lo que ese chico si se lo proponía, si se dejaba de soñar despierto y generaba una conversación, conversación que Minhyun repetía una y otra vez que tendría, pero que jamás llevaba a cabo. No era lo suficientemente valiente para ganar el valor, entonces, su vida serían sueños y más sueños...
Cada día dolía más porque todos le decían que debía hacerlo, y ahora. Incluso su compañero de cuarto, Baekho, le decía que si no lo hacía él iría un día al café y se lo quitaría, porque al decir verdad, Baekho era muy popular entre chicos y chicas, solamente bastaba que trabajara en sus encantos para que todos cayeran. Y Minhyun creía que Baekho un día podía hacer eso que le decía, pero ni eso hacía que su valor saliera a flote.
Se sentía deprimido muchos días, pero lo cubría con la sonrisa diaria; se decía internamente que las cosas mejorarían, que tal vez no sería Aron la persona que lo amara como él esperaba ser amado, sino que algún día llegaría esa persona y él sería realmente feliz.
Un día había hecho su primer intento de acercamiento. Su posición generalmente era la de preparar café, así que un día cuando preparó el pedido de Aron, decidió sostener su vaso por un tiempo más prolongado y que sus manos se rozaran. Fue algo exagerado lo que hizo para que hubiera mayor contacto. Pensó que Aron lo miraría más de lo normal, largaría una risa o demostraría que lo había notado, pero nada de eso sucedió y Minhyun finalizó con un "que tenga un buen día" que ni él mismo se creyó.
Las esperanzas de Minhyun iban cayendo día tras día, porque con ese intento fallido todo había confabulado en su contra para volverse peor. Aron había dejado de frecuentar el café por alrededor de dos semanas, y Minhyun comenzó a pensar que su acto de rozar manos había tenido que ver con eso, que Aron no había reaccionado para no crear problemas, pero luego había decidido no volver más por su actitud fuera de lugar. Tantas cosas vinieron a su mente, menos la que presenció ese día en el que vio ingresar a Aron luciendo una gran sonrisa acompañado de una chica. Ese fue el momento en que las cosas empeoraron y se volvieron una pesadilla.