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Al finalizar las clases por Givemeaxreason

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Notas del fanfic:

diamond rush espero que sea de tu agrado. Espero que a todos los que lean también les guste.

Notas del capitulo:

Mi beta no estuvo dispuesto a leer un fanfiction yaoi así que no hay beteo en esta historia.

Sintió algo pequeño y liviano impactar con la parte posterior de su cabeza e inmediatamente se dio la vuelta con el ceño fruncido para buscar al maduro de sus compañeros que le había lanzado una jodida bola de papel. Ni siquiera fue necesario echar un vistazo rápido para saber quién era el responsable. A unos puestos de distancia y luciendo el ceño igual de fruncido que él, estaba Lucas y para rematar, mirándolo como si lo odiara -lo que era probablemente cierto-. En un impulso por demás infantil, el culpable le sacó la lengua. El aludido rodó los ojos. ¡Dios! ¿Cómo era posible que estuviera comportándose como un niño idiota? ¡Ellos ya estaban por terminar la secundaria, por todos los cielos! Con un gesto hosco, levantó la mano y le mostró el dedo corazón levantado. Su compañero se sonrojó, enojado. Incluso a esa distancia podía notar que tenía la mandíbula tensa. Le sonrió socarronamente.

-          ¡Nicolás! – La voz del profesor de literatura lo desestabilizó del asiento, provocando que casi cayera. Se volteó con lentitud - ¿Se puede saber qué está haciendo? No tolero ese tipo de lenguaje vulgar en mis clases.

El aludido bajó la cabeza y masculló algo inaudible antes de decir con voz firme, - Lo siento, profesor, no es culpa de usted ni de su clase que algunos de mis compañeros sean unos gilipollas.

Silencio. De un momento a otro, Nicolás pareció reaccionar ante lo que había dicho y levantó la mirada con miedo. Comenzó a boquear mientras veía a su maestro sonrojarse hasta las orejas y temblar casi imperceptiblemente, probablemente presa de la furia. Era cierto que durante toda su trayectoria de enseñanza en esa escuela había tenido que soportar apodos y faltas de respeto peores que esa, pero en ese momento, ad portas de finalizar el año, esa frase fue la gota que derramó el vaso.

-          Fuera – dijo el profesor en un tono calmado que congeló al aludido. No se movió un ápice. - ¡Fuera, he dicho! – Con movimientos torpes y apresurados, Nicolás se levantó de su silla, haciendo demasiado ruido. Tomó sus cosas y las echó descuidadamente a su mochila. Se dirigió con paso raudo hacia la salida.

Ya en la puerta de la sala, antes de salir al pasillo, se volteó hacia Lucas y lo descubrió mordiéndose la mejilla para no reírse ante el espectáculo que estaba aconteciendo. Lo miró fijamente y sin que el profesor se diera cuenta le murmuró un “Me las pagarás”. Aún con una sonrisa bailando en los labios, pudo leer lo que el otro le decía. “Jódete”. Más frustrado que al principio, salió por la puerta dando un sonoro portazo y corriendo por el pasillo hacia el patio del colegio.

A la mitad de su carrera se paró en seco y golpeó la pared a su lado con la punta del pie, intentando liberar la rabia que sentía por dentro. Maldito cabrón, pensó, toda esta mierda es su culpa.

-          Es un jodido imbécil – masculló con saña – Imbécil – dijo ya sin ganas. Porque la verdad era que ya no sabía cuál de los dos había sido más imbécil.

 

 

 

 

Llevaban ya demasiado tiempo así, más del que podría soportar cualquier par de amigos que se respetara lo suficiente. Porque si, Lucas y él eran los mejores amigos desde hacía años, inseparables, hermanos. A pesar de sus caracteres diferentes –y por qué no decirlo, difíciles-, ambos se entendían en un nivel que iba más allá de cualquier cosa. Se contaba todo, se lo perdonaban todo. Es por eso que cuando recién habían discutido, Nicolás ni siquiera se había molestado en arreglarlo, por un momento pensó que se arreglaría solo, igual que todas las tontas discusiones que habían mantenido a lo largo de su historia. Sin embargo, el día que Nicolás se había acercado a Lucas bromeando como siempre, éste lo había despreciado con una mirada gélida, dándole a entender que esta vez no arreglaría las cosas tan fácilmente. Y Nicolás se había molestado por esa actitud que se le hacía infantil. A partir de ahí todo fue de mal en peor. Al principio, comenzaron a ignorarse el uno al otro, retándose en silencio a ser el primero en ceder. Cuando se dieron cuenta de que los días pasaban y ninguno de los dos hacía ningún movimiento, no pudieron seguir ignorándose, y comenzaron las pullas. Primero con bromas estúpidas y seudónimos despectivos, pero a medida que ambos comenzaron a alimentar su enojo cada vez se hacían más venenosas, hasta el punto en el cual terminaron sacando sus más sucios secretos a la luz, a vista y presencia de todos. En ese punto todo había sido sin retorno. Nicolás ni siquiera podía recordar por qué había comenzado todo. Ah, sí. La zorra de Laura.

Hacía un par de semanas que Lucas estaba saliendo con ella y nunca había visto algo más asqueroso en toda su vida. Es que, ¡Oh, Dios!, esa chica tenía algún tipo de ventosa en la boca que le hacía estar siempre pegada a su mejor amigo, siempre. Nicolás simplemente no podía evitar odiarla, pero la toleraba porque era la novia de su mejor amigo. Y los mejores amigos toleran a las novias de sus mejores amigos aunque sean unas furcias.

El verdadero detonante de ese odio completamente racional fue ese día en el que Lucas lo había invitado a una fabulosa cita doble con su encantadora novia y la prima de ésta. Nicolás se negó tajantemente al principio, pero cuando vio la ilusión reflejada en los ojos de Lucas no pudo resistirse más.

-          Eres el mejor – y esa calidez en el pecho por haber hecho feliz al que consideraba como su hermano, fue todo el pago que necesitó en ese momento.

Llevaban ya la mitad de la película cuando notó la exagerada presión que estaba ejerciendo sobre el reposa brazos de su asiento. Tanto que los nudillos, ahora blancos, comenzaron a dolerle. Tenía la mandíbula tensa y, cada cierto rato, miraba de reojo a la pareja que estaba a su derecha, los cuales estaban prácticamente devorándose las amígdalas. ¿Qué mierda? ¿Están respirando uno a través del otro que no se separan? Pensó amargamente. Miró hacia la que se suponía era su pareja de esa noche, una chica bonita que no despegaba los ojos de la pantalla del cine donde había ido a parar, ajena en todo momento a la pornografía que se desarrollaba unos puestos más allá. Joder. Incluso podía escuchar sus salivas mezclándose. Decidió que era suficiente y en un movimiento lleno de determinación se giró un poco para decirle directamente a su amigo que controlara un poco sus hormonas y entonces lo vio. Pudo ver claramente como ella estaba  sobando descaradamente la entrepierna de su amigo, de SU mejor amigo. Nicolás abrió la boca con la intención de decir algo, pero finalmente solo atinó a tomar su chaqueta, despedirse vagamente de su acompañante y abandonar la sala a toda velocidad.

Pasó raudamente por el hall de entrada y salió al frío nocturno. Respiró grandes bocanadas de aire, sintiendo que había retenido la respiración durante todo su trayecto. Sintió un nudo subir rápidamente por su garganta, se dobló por la mitad y apoyando las manos en sus rodillas, vomitó. Se limpió la boca con el puño de la camiseta de manga larga que traía encima y miró al cielo, regularizando un poco sus desbocados latidos. ¿Qué me pasó? Se preguntó un momento, antes de sentir una mano en su espalda, dando pequeñas palmadas.

-          ¿Estás bien? – Escuchó la voz de Lucas y se alejó de su tacto como si le quemara, – Oye, tranquilo, soy yo -, le sonrió

-          ¿Dónde está? – Se escuchó decir a sí mismo con la voz rasposa.

-          ¿Dónde está quién? – Preguntó, frunciendo el ceño. – ¿Dónde está Laura? – Vio a Nicolás asentir con lentitud – Está viendo la película -, le explicó con ligereza, – No quería perderse esta parte.

Nicolás soltó una carcajada sin atisbo de gracia, - No quería perderse la película -, repitió, - ¿No es un poco difícil de creer siendo que ella y tú no han parado de magrearse desde que entramos al cine? -, dijo de forma despectiva.

-          Oye, ¿cuál es tu problema? –. Lucas arrugó el entrecejo, - Solo nos besamos un poco y ya está.

-          Si así se le puede llamar a eso -, Nicolás arrugó la nariz con desagrado. – De todas formas, eso fue antes de que comenzara a sobajearte como la perra en celo que es.

Ahí estaba, lo había dicho. Lucas no reaccionó en primera instancia, sin embargo pronto pudo ver los cambios en su rostro, desde el momento en el que estaba procesando lo que había escuchado, hasta que la furia invadió cada célula de su cuerpo. ¿Quién se creía que era?

-          Retráctate -, escuchó decir a Lucas, - ¡Ahora!

-          ¡Por supuesto que no! – respondió fieramente Nicolás, sacando a flote toda esa energía negativa que se guardaba cada vez que tenía que ver a Laura – ¡No es mi culpa que tu novia sea una zorra!

-          ¿Cómo te atreves a decirle así? –, Dijo Lucas, luciendo indignado. – Tú has estado saliendo con chicas peores, ¡solo estás celoso porque no conseguiste de Carla se te abriera de piernas!

Nicolás estuvo a punto de preguntarle a qué Carla se refería, hasta que recordó que la prima de la mujerzuela se llamaba así. – ¡Por supuesto que no! Ni siquiera me gusta.

-          ¿Entonces por qué te molesta tanto lo que hagamos mi novia y yo? -. Nicolás estuvo a punto de replicar, hasta que se dio cuenta que no tenía ningún motivo de peso. Es cierto, él odiaba a Laura, pero no debería molestarle si hacía feliz a su mejor amigo. El caso era que si le molestaba, y bastante.

-          Aún eres muy pequeño -, le dijo Nicolás como último recurso. Un recurso estúpido.

-          No seas gilipollas, Nicolás, tú y yo tenemos la misma edad -, dijo Lucas tremendamente cabreado. Nicolás pateó el suelo, frustrado con Lucas por no entender su punto y frustrado con él mismo por no saber qué era esa sensación de mierda que lo estaba poseyendo desde hacía un tiempo.

-          Olvídalo, no la acepto -, dictaminó finalmente Nicolás, - no quiero que estés con ella. – Lucas se enfureció.

-          ¿No quieres? Eres increíble. ¿Sabes cuántas zorras tuve que soportar en nuestras salidas porque tú no tienes ningún tipo de filtro con tus conquistas? ¿Sabes? ¿Tienes alguna idea? -, Nicolás lo miraba impasible. - ¿Y ahora dices que no te gusta mi novia? ¡No me jodas! ¿No la quieres cerca? Pues, ¡quédate lejos hasta que no puedas aceptar que no puedes tener todo lo que quieres siempre! ¡No todo se trata de ti! - Y con ese ultimátum, Lucas se había girado y se había internado en las frías calles mal iluminadas rumbo a su casa, olvidando a su novia y a su prima en el cine.

 

 

 

 

De eso ya había pasado un mes. Y a pesar de que se dijo varias veces a sí mismo que no se iba a dejar amedrentar por eso, no podía evitarlo. El año ya estaba llegando a su término y era imposible que cierta nostalgia no se instalara –molestamente- en su pecho. Él siempre imaginó a su mejor amigo a su lado cuando ambos recibieran su diploma, o cuando estuvieran embriagándose en la graduación, incluso cuando hicieran las últimas bromas de final de año. Sin embargo, si seguían por ese camino de odio mutuo estaba jodido. Ni siquiera entendía por qué no podían arreglar las cosas si poco después de su pelea, Laura había roto con Lucas luego de abandonarla en el cine. Suspiró y se dejó caer en una de las gradas que estaban ubicadas en el patio. Lo habían sacado de la última hora de clases pero aún no tenía permiso para abandonar el establecimiento, por lo que decidió relajarse un momento. Se acostó, relajando los músculos y cerrando los ojos. Ni siquiera se dio cuenta cuando cayó en un intranquilo sueño.

Sintió que perdió el equilibrio y cayó de bruces sobre el césped bajo las gradas. Le tomó un segundo desperezarse y caer en la cuenta de donde estaba, entonces escuchó una voz socarrona proveniente de algún punto a su derecha.

-          ¿Qué pasa, Nicolás? ¿Tu madre se enteró por fin del gilipollas que tiene como hijo y finalmente te echó de la casa? Pues la verdad no me sorprendería – Nicolás se levantó con rapidez y encaró a su mejor amigo/enemigo, solo un poco más bajo que él.

-          Jódete -, masculló Nicolás, casi escupiendo sus palabras. – Estoy cansado, ¿Qué no puedes vivir sin mí un momento? No tengo ganas de atenderte hoy, ni a ti ni a tus pendejadas -, se dio la vuelta, ignorando casi por completo a su interlocutor.

-          Serás cabrón, ¡No me ignores! -, pero el otro solo siguió caminando sin darse por aludido. Lucas apretó los dientes hasta hacerlo sonar, furioso por sentirse ignorado. En un impulso de rabia, se acercó violentamente a Nicolás y lo empujó con fuerza. El otro se desequilibró un tanto y se volteó sin creer que el otro lo hubiera empujado.

A pesar de todas las discusiones que habían sostenido, esta era la primera vez que utilizaban las manos. La sorpresa inicial de Nicolás se convirtió en enojo, y el enojo en rabia y adrenalina. Devolvió el empujón más fuerte que el que había recibido, y sin darse cuenta, ambos estaban rodando en el suelo golpeándose con los puños. Ambos querían lastimar al otro, se sentían frustrados y enojados el uno con el otro. Estuvieron así unos minutos hasta que Nicolás ya no pudo más. Sin embargo, Lucas aún tenía energía y seguía golpeando a Nicolás como si la vida se le fuera en ello. Sacando un poco más de fuerza, Nicolás inmovilizó a Lucas contra el piso, agarrando con fuerza sus muñecas y sentándose sobre su estómago.

-          Suéltame, cabrón -, por más que Nicolás trataba de tranquilizarlo, el otro no paraba de removerse inquieto bajo su cuerpo. - ¡Suéltame, te digo! – Nicolás frunció el ceño, comenzando a frustrarse por no poder calmar a su amigo. Finalmente, solo hizo lo primero que se le ocurrió y de un momento a otro lo estaba besando.

Era solo un topón de labios, pero consiguió de forma inmediata que Lucas dejara de pelear y se callara. Nicolás vio como el chico abajo suyo abría desmesuradamente los ojos, con gesto asustado. Finalmente decidió separarse, contrariado por su acción. Pero antes de que lograra alejarse a penas unos centímetros, sintió como una mano le agarraba de la nuca y le acercaba de vuelta a esos labios desconocidos. Él cerró los ojos, sin querer ponerse a meditar en qué es lo que estaba ocurriendo. Los labios de Lucas se abrieron en conjunto con los propios y de un momento a otro, ambos estaban devorándose en un revoltijo de lenguas y dientes. Nicolás succionó el labio inferior de Lucas y luego lo mordió con ganas. Lucas soltó un suspiro que se ahogó en los labios de Nicolás cuando éste volvió a asaltarlos, abriéndole la boca en profundas bocanadas. El sonido húmedo de sus bocas los estaba hipnotizando. Nicolás comenzó a acariciar el rostro y el cuello del cuerpo bajo suyo, mientras Lucas recorría con sus manos el pecho de su mejor amigo. Ambos sintieron el abrumador mareo producto de la falta de oxígeno y, aún sin quererlo, tuvieron que separarse. Ambos estaban jadeantes y sonrojados, con los labios rojos y húmedos por la saliva. Se miraron a los ojos por un minuto, hasta que Nicolás no pudo soportar la mirada intensa de Lucas y se bajó de su estómago, tirándose a su lado en el suelo. Sus respiraciones agitadas era todo lo que se escuchaba entre ellos. Miles de pensamientos que atravesaban sus mentes y al final, ninguna idea concreta.

-          ¿Dónde están todos? -, preguntó finalmente Nicolás, rompiendo el silencio, sin mirar a su compañero.

-          Se fueron, no queda casi nadie, ¿No tienes idea qué hora es, verdad? -, Lucas sintió a Nicolás mover la cabeza, quizás en forma de negación, aunque no lo sabía con certeza. Otro pesado e incómodo silencio surgió entre ellos. Lucas comenzó a excusarse, - Nicolás, yo…

-          Vamos -, lo interrumpió abruptamente el aludido, levantándose casi de un salto del suelo. Lucas lo miró extrañado. Nicolás lo miraba de forma decidida pero expectante, con una mano extendida en su dirección. Finalmente no dijo nada y tomó la mano extendida. Se levantó del suelo y de un momento a otro, se vio a sí mismo siendo guiado por los pasillos de la escuela por un Nicolás que de forma inconsciente, seguía tomándole la mano, manteniendo sus dedos firmemente entrelazados con los suyos.

Llegaron a la sala de la que había sido expulsado unas horas antes y ambos entraron. Nicolás cerró la puerta con seguro y Lucas estuvo a punto de decirle algo cuando sus labios fueron nuevamente asaltados. Lucas respondió con ganas, enredando sus dedos en el cabello de Nicolás mientras este aferraba sus manos a su cintura, acariciándola, subiendo y bajando, ansiosas. Un gemido se ahogó entre sus labios y Lucas no estuvo seguro de quién había sido. Se acercaron un poco más, con las respiraciones agitadas entre sus labios y sus manos reconociendo todo lo nuevo que se les ofrecía. Nicolás tiró un poco de las caderas de Lucas y lo dejó prácticamente pegado a su pecho. Ambos siguieron besándose, mordiendo los labios del otro, succionando sus lenguas, acariciándose.

Se separaron por un momento y se miraron a los ojos. Nicolás tenía un brillo extraño en su mirada. Lujuria, pensó Lucas, y el pensamiento le llevó inmediatamente un agradable calorcillo a la parte baja del vientre, sospechosamente cerca de la entrepierna. Nicolás no perdió tiempo y comenzó a repartir besos en su mejilla, bajando ansiosamente por el cuello, lamiendo su garganta y mordiendo suavemente de vez en cuando.

-          Ahh… Nicolás, ¿qué estamos haciendo? –. Lucas soltó un jadeo cuando su amigo mordió particularmente fuerte en un punto, compensándolo después con lamidas en todo lo largo de su cuello.

-          No lo sé -, le dijo sinceramente. - ¿Quieres que pare? -, le dijo Nicolás, rogando porque la respuesta fuera tajantemente negativa. Comenzaba a hacerse ligeramente adicto a las sensaciones que estaba provocando en Lucas.

-          No -, fue la escueta respuesta. Nicolás se permitió sonreír un poco.

A medida que comenzaba a descender, el uniforme de la escuela comenzó a ser un estorbo, así que con manos ágiles se deshizo de la corbata y la camisa, casi arrancando los botones. Lucas quedó en pocos segundos con el torso completamente descubierto. Nicolás se tomó un momento para admirarlo. Sabía que su amigo practicaba natación sagradamente todas las semanas, pero nunca se había dado cuenta del cuerpo que se estaba formando gracias a ese deporte. Y, Oh, Dios, si que tenía que agradecerle a la natación. Pasó su mano derecha por sobre el pecho duro y plano y bajó por sus abdominales marcados. La respiración de Lucas era irregular. Nicolás bajó un poco más su mano, notando lo suave que era el vello que trazaba un delicado camino hasta perderse por debajo del pantalón. La piel de Lucas estaba caliente y por un momento Nicolás pensó cómo se sentiría el tenerla directamente sobre su propia piel. Con eso en mente, comenzó a desnudarse ante la atenta mirada de su amigo.

Cuando ambos estuvieron en igualdad de condiciones, Lucas fue el primero en reaccionar y atacó los labios de Nicolás de forma hambrienta, sus manos recorriendo la espalda de su amigo mientras este agarraba su trasero de forma descarada, acercando su pelvis a la propia, frotando las erecciones que ambos ya tenían. Lucas se separó para gemir con libertad. Nicolás entretuvo su boca en su cuello y en la curva de su hombro, bajó por su torso y, ansiosamente, tomó uno de sus pezones en su boca, lamiéndolo con gula, mordiéndolo y chupándolo hasta ponerlo duro.

-          Ahh… Nicolás… Mhh… -, Lucas estaba gimiendo fuerte y cada vez que decía su nombre, el sonido viajaba directamente hasta su erección. Siguieron frotándose, desesperadamente. Ambos estaban sonrojados y parecían no poder mantener sus manos ni sus bocas demasiado lejos. Una necesidad animal los mantenía unidos.

Nicolás descendió una de sus manos entre sus cuerpos y comenzó a desabrochar el pantalón de Lucas. Éste lo imitó rápidamente, necesitaban sentirse, necesitaban más. Se desnudaron el uno al otro de manera torpe e instintiva, y cuando estuvieron completamente desnudos se fundieron en un abrazo tosco, lleno de besos, saliva y manos que viajaban por todas partes.

Nicolás dirigió a Lucas hasta la mesa del profesor, sin dejar de besarse, y le ayudó a sentarse sobre ella. Lucas estaba jadeando y el sonrojo bañaba desde su cara hasta su pecho, una fina capa de sudor se adivinaba sobre su piel. Hermoso, fue todo lo que pudo pensar Nicolás, hermoso y mío. Barrió con su mirada el cuerpo completo de su compañero y fijó su vista en la goteante y necesitada erección que portaba. Por algún motivo que no quiso analizar, se le hizo agua la boca.

-          Lucas, necesito probar algo -, dijo Nicolás con la voz ronca por la excitación y el deseo.

-          De acuerdo -. Lo más probable era que en ese estado, Lucas podría haberlo dejado arrojarlo por la ventana y le habría parecido una maravillosa idea.

Nicolás comenzó a besarlo de nuevo, sacó su lengua y trazó un camino por la mejilla, el cuello, la curvatura del hombro, el torso, deteniéndose un momento en los pezones, los cuales chupó con ganas. Lucas se inclinó un poco hacia atrás, apoyándose en sus manos y Nicolás bajó por su vientre, deteniéndose un segundo justo antes de llegar a su erección. Lucas jadeó. Nicolás bajó y comenzó a lamer la cara interna de los muslos, haciendo que su amigo se retorciera sobre la mesa. Lucas levantó una mano de la mesa y la enredó en el cabello de Nicolás, acariciando. Finalmente, Nicolás con una húmeda lamida, recorrió su miembro desde la base hasta la punta, sintiéndose curioso por el sabor salado adherido en su lengua, un fuerte jadeo lo hizo mirar a su compañero que parecía obnubilado por el placer. En ese momento, Nicolás supo que no había visto nada más perfecto en su vida. Motivado por la visión, continúo lamiendo a lo largo, bajo el glande, dando rápidas estocadas al frenillo, sacando sonidos obscenos de Lucas con cada nuevo movimiento. Cuando Nicolás lo tomó completo, Lucas no pudo seguirse sosteniendo y se dejó caer acostado sobre el amplio escritorio, afirmando con ambas manos el cabello de su compañero que ahora subía y bajaba por su pene en un vaivén cadencioso.

-          Nicolás… ahh… eres… excelente… ahh… haciendo esto -, Lucas tenía problemas para hablar entre gemidos y Nicolás estaba teniendo serios problemas para no tocarse a sí mismo.

Chupó más ávidamente y sintió que la erección crecía de forma imposible contra su paladar. Gimió de placer, enviando las vibraciones del sonido sobre el miembro erecto, ocasionando más gemidos y suspiros agradecidos.

-          No puedo… me voy a correr… -, Nicolás aminoró la velocidad hasta frenarse por completo, dejó a un lado la erección para lamer la suave piel de los testículos. Se puso de pie y miró a su amigo, reducido a temblores y espasmos y sonrió. Por mí, pensó.

-          Espera aquí -, dijo Nicolás y se alejó a paso rápido hacia su bolso. Rebuscó entre sus cosas y dio con un embase de loción. Cuando llegó a su lado, Lucas lo miró de forma interrogativa.

-          ¿Por qué andas con eso en tu bolso? -, preguntó suspicaz. Nicolás solo se encogió de hombros.

-          Abre las piernas -, le dijo Nicolás con la voz un poco más grave. Lucas solo obedeció en silencio, abriendo las piernas y apoyando los pies en el borde de la mesa para darle un mejor acceso. No iba a preguntar nada, no había que ser un genio para saber lo que estaba a punto de pasar.

-          Solo… ten cuidado -, murmuró por lo bajo. Nicolás le sonrió de forma dulce.

-          Claro que si -, destapó el frasco y untó sus dedos de forma generosa con la sustancia. Llevó el primero a la entrada de su compañero y con cuidado lo introdujo en la estrecha cavidad. Escuchó un siseo proveniente de Lucas, - ¿Estás bien?

-          Si, solo molesta un poco -. Nicolás comenzó a mover un dedo dentro de su cuerpo y lo sintió extraño, pero se podía acostumbrar con facilidad. – Puede meter otro -, le dijo Lucas, bajito. Nicolás asintió y metió otro. Movió ambos dedos adentro y afuera de su anillo y cuando estimó que estaba lo suficientemente dilatado, metió un tercero y repitió la operación. Dio una estocada más profunda que las anteriores y vio con incredulidad como el cuerpo de Lucas se arqueaba y un gemido ronco salía de él.

-          ¡Oh, Dios! Eso se sintió tan bien, hazlo de nuevo -, Nicolás repitió el movimiento y vio como la polla de Lucas comenzaba a gotear más profusamente. La visión era tan erótica que su propia erección dolía. Sacó los dedos de su interior y alineó su miembro con la fruncida entrada. Se enterró en él de un solo movimiento. - ¡Oh, joder! – Nicolás quiso preguntarle si estaba bien pero cuando abrió la boca, solo salió un jadeo ahogado.

Incapaz de aguantar mucho más comenzó a moverse en su interior, tratando de controlar su propio orgasmo. El trasero de Lucas se sentía tan bien envolviendo su erección que supo inmediatamente que no podría contenerse mucho tiempo más. Con movimientos erráticos, envolvió la polla de su mejor amigo con su mano y comenzó a bombear al mismo ritmo de las rápidas estocadas. Intentó encontrar el mismo punto que hacía a Lucas deshacerse en gemidos y luego de un par de intentos dio con su objetivo. Con un par de certeros golpes, Lucas se corrió fuertemente en su mano y su interior se apretó alrededor de su pene. Después de empujarse una última vez entre los espasmos de su compañero, Nicolás también terminó en el interior de Lucas, dejándose caer sobre él con la respiración agitada. Ambos completamente idos después del orgasmo.

Sacando fuerzas misteriosas, Nicolás se incorporó un poco y depositó un beso casto y lánguido sobre los labios de Lucas, susurró contra ellos: - ¿Me perdonas? Porque después de esto ya no podré fingir más que te odio.

Lucas sonrió, - Maldito cabrón egoísta, por supuesto que te perdono, ya se me estaban acabando las formas de llamar tu atención.

-          Sigo pensando que debes elegir mejor a tus novias -, le dijo medio en broma, medio en serio.

-          También tú.

-          Bueno, el puesto está bacante por ahora -, le sonrió Nicolás, coqueto.

-          ¿Estás pidiéndome que sea tu novio? -, Nicolás alzó una ceja y sonrió en respuesta.

-          Podríamos intentarlo -, dijo Nicolás.

-          Me gusta como suena eso -, comentó Lucas, mientras depositaba un beso en los labios de Nicolás.

Habían sido los mejores amigos durante años. Quizás ya era tiempo de avanzar al siguiente nivel.

 

 

 

Notas finales:

Piensa que los escritores invertimos un montón de nuestro tiempo en terminar una historia, danos cinco minutos del tuyo y déjanos un comentario. Saludos.


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