Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hacedor de sonrisas por Nekoki

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

   Hetalia es © de Hidekaz Himaruya. Este es un trabajo sin fines de lucro, sólo por entretenimiento.

   Para poder comprender mejor la esencia de esta historia o, más bien, lo que la inspiró, les recomiendo que escuchen el tema Laugh Maker:

http://www.youtube.com/watch?v=421QQ7pOuG0

   (Esa es una versión subtitulada al español del tema. La canción empieza después de la parte rosada).

No puedo sonreír.

   Encerrado en un cuarto helado, sobrevivo gracias al calor de la chimenea; acompañado de una botella de vodka, mis pensamientos fluyen en un remolino depresivo.

   Ya no recuerdo los años que pesan sobre mi cuerpo, no puedo ver con claridad quién se fue primero. ¿Se despidieron uno a uno, o todos juntos? ¿Se despidieron? ¿Hablaron conmigo antes de irse? ¿Alguna vez me hablaron con sinceridad, sin miedo?

¿Por qué me temen?

   Soy un desgraciado, siempre lo he sido. Una persona que carece de esa gracia que todos tienen para socializar. Alguien temido, odiado, respetado… ¿Respetado? No. Sólo temido.

   Sacando de mis fríos labios la segunda botella vacía, me acerco más a la chimenea. Miro la habitación. Cuántas fotografías de campañas militares tengo colgadas; ¿por qué están allí? Oh, sí. Me gusta ver mi imagen victoriosa alzada sobre los cuerpos magullados de los países derrotados. Probablemente, eso es lo único que sé hacer bien.

   No quiero ser así. No hoy. Hoy quiero estar rodeado de gente que me quiera, que me entienda, que me aprecie. Quiero lo que no puedo tener.

Patético.

   Siento mis ojos hinchados, me duele la cabeza. No quiero llorar. Una lágrima resbala de mi ojo derecho. No quiero llorar. Respiro pausadamente, cinco veces, pero no puedo quitarme la idea de que estoy solo. Lloro. Paso una mano por mi cabeza mientras dejo que las lágrimas hagan lo que quieran. Ya no me importa.

Solo.

   Mi cabeza se llena de imágenes, películas que se agolpan una tras otra. Soldados muertos, zonas devastadas, el hielo en mi pecho, el odio de todos, el desdén, la impotencia, mi odio, mi desdicha.

   No sé por qué lo hago, no creo que sea voluntario. Mi cabeza da vueltas. Por fin, resuelvo que lo mejor es llorar. Mi garganta despierta y lanza unos  sonidos roncos, gritillos guturales, sin fuerza; ni siquiera puedo llorar apropiadamente.

Idiota.

   Escucho unos golpes en la puerta. Detengo mi llanto. No espero que nadie venga a visitarme a estas horas. Aclarando mi voz, digo «¿Quién es? ¿Qué quieres?». Del otro lado de la puerta, una voz familiar me dice «Soy el hacedor de sonrisas».

   ¿Hacedor de sonrisas? Jamás había escuchado de él. Siento mis oídos un poco tapados, mis pensamientos atontados, aún no puedo identificar su voz. «Vete, yo no llamé a ningún hacedor de sonrisas» le digo, pero él insiste. «Señor Rusia, le traje una sonrisa. Déjeme pasar, hace frío aquí» me dice.

   De pronto, me doy cuenta. «Lituania, ¿eres tú?» le pregunto. Sólo él me trata de señor con ese tono. «Señor Rusia, abra la puerta» me vuelve a pedir; pero no puedo salir con esta cara.

   «Vete, si estás ahí no puedo llorar». No sé por qué le digo eso. Tal vez porque quiero que se quede. Que no sea él la causa de mi llanto.

   Hay un silencio del otro lado. Aunque mis lágrimas se detuvieron por la sorpresa del momento, la presencia de Lituania al otro lado, la fría comunicación que no puedo cambiar, me recuerda mi soledad. Vuelvo a llorar.

Tan cerca, tan lejos.

   Golpes en la puerta vuelven a sonar. «¡Vete, no te quiero aquí!» le grito.

   «Es la primera vez que me dice eso. ¿Qué debo hacer? Creo que voy a llorar» me dice con la voz temblorosa. Es tan estúpido, no tiene sentido. «¡Esto no es una broma! Se supone que el que quiere llorar soy yo, no tú. Ya vete de una vez».

Las lejanas voces de dos personas llorando.

   Me siento contra la puerta. Lituania debe estar sentado del otro lado, también. Escucho su ruidosa respiración y algunos suspiros. Supongo que él también me escuchará a mí, aunque ya casi he dejado de llorar.

   «¿Aún pretendes hacerme reír, hacedor de sonrisas?» le pregunto. Tengo esperanzas.

   «Por supuesto. No podría volver si no lo hago».

   Me levanto y quito la llave de la puerta, pero no puedo abrirla. Lo intento un par de veces, pero está atascada. «Lituania, empuja la puerta de tu lado. Ya le quité la llave» pido, con ansiosa súplica. Nada.

   «¿Lituania? ¡Ey, Lituania!» grito mientras intento forzar la puerta para abrirla. Pero no hay nadie del otro lado, lo sé. Justo en el momento en que confié en él…

Se fue.

   Apoyo mi cabeza sobre la madera. Mis lágrimas vuelven a salir. Es un dolor muy fuerte.

   Escucho un ruido detrás de mí. Suena a vidrios rotos. Miro hacia atrás. Allí está Lituania, rompiendo la ventana con un tubo para poder entrar. Cruza a través de los cristales quebrados y dice «Le traje una sonrisa».

   Se acerca hasta mí, trayendo una ventisca fría a sus espaldas. El fuego de la chimenea se apaga. No parece importarle. A mí tampoco me importa.

   Saca de su bolso un paquete envuelto en hojas de periódicos y lo abre.

Un girasol.

   «Señor Rusia, vuelva a sonreír», me pide.

   Y de hecho, sonrío.

Notas finales:

   Espero que les haya gustado este humilde trabajo inspirado en esta hermosa canción.

   Gracias por leer y comentar ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).