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La historia del sol y la luna por Dolche

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Notas del fanfic:

Buenooo, la inspisacion me surcio de la cancion Killing The Moon de Echo y the Bunnymen, esta muy bueno, escuchenla. :)

https://www.youtube.com/watch?v=5X6JKGk4v_Y

       

       —Volveré por ti a las 8, ¿está bien? —el aludido asintió—. Pórtate bien y no les des problemas a Minho—dio una última mirada a ambos chicos antes de irse.
       En el cuarto de Minho, Taemin no sabía ya por cuanto tipo abrían jugado, hace mucho que perdió la cuenta de todo lo hecho en ese día. Cansado, se dejó vencer en el videojuego, su amigo no descantaría hasta obtener la victoria, y sus ya magullados dedos le rogaban por descanso. En un suspiro su mirada llegó a esa gran ventana que adornaba el cuarto hermosamente. Reparó en el ocaso, la hermosa mezcla de tonos lo atraía, al juntarse los colores soleados con los nocturnos le pacería los más hermoso que jamás vio.
       — ¿Qué tanto miras por la ventana, Taemin? —con mucha curiosidad preguntó.
       —El ocaso, es hermoso…
       — ¿Conoces la historia del sol y la luna? —hasta entonces su mirada se despegó de la ventana para verlo a él y negó con la cabeza. Él otro solo sonrió.
       —Cuéntamela—pidió.
       Los dos se dejaron todo para acomodarse en la cama. El pequeño Taemin esperaba con ansia hasta que su amigo abrió la boca, tomando aire para iniciar.

       —Hace mucho, mucho  tiempo, en la era gojoseon, el mundo era distinto al de ahora, la mañana no existía, solo existía la tenue luz de la luna, el mundo era una noche eterna. En ese tiempo una chica de una tribu dio luz a un niño. Cuando éste creció teniendo el coraje de su padre, el cielo; formó un reino estable y abundante. Pasados los años el Rey Tangun y su mujer tuvieron un hijo, con su llegada trajo felizidad y seguridad a la gente del reino, ya que el legado del buen hombre seguiría.
       El niño estaba destinado a convertirse en rey, por lo que desde pequeño se le educo para ser como su padre, se le enseño a luchar con las manos vacías. Al crecer se convirtió en un virtuoso y fuerte joven, más listo y astuto que un zorro. A donde fuera irradiaba liderazgo, sabiduría y confianza.
       La luna intrigada siempre observaba a ese chico de piel canela y grandes músculos. Se preguntaba como ese joven muchacho parecía iluminar cada lugar al que iba. La luna le llamaba, haciendo que llevase su vista al cielo, para ella sus ojos eran más bellos que las estrellas, amables y tiernos, llenándote de calidez a pesar de que probaban el más grande terror al mirarte furioso. La luna siempre le observaba, cuidando su camino, hasta que se cansó de observar.
       Un día igual de oscuro que los otros, salió del reino a caballo y arco en mano con camino al bosque. Recorrió aquel lugar en busca de alguna presa, pero cansado de no encontrar nada paro su caballo bajando de él. Admiró el paisaje, y entonces bajo la luna azul lo vio, bajo la luz de la luna lo vio. Nunca antes se cruzó con una criatura semejante, su piel era única, en el reino todos tenían la piel oscura como la suya, pero ese ser frente a él era todo lo contrario. Su piel, igual de blanca que la luna e igual de brillante que la luna, le cautivo, quiso despojarlo de esas rojas telas que le envolvían para admirarle mejor. Sus cabellos eran tan amarillos como un limón, y lisos como los de los caballos, pero más sedosos y suaves a la vista, supuso que también al tacto. Los labios poseían el mismo color que los cerezos, cualquier flor se sentiría opacada junto a ellos. Y esos ojos que no paraba de mirar, jamás pensó que los ojos pudiesen ser de un color distinto al café, pero los de él se fundían con un verde como el mismo musgo. El bosque a su alrededor le hacía lucir como el animal más hermoso y exótico. En toda su vida no vio algo más bello, más hermoso.
       —Toda tu vida te he observado desde el cielo y aun así no conozco tu nombre. ¿Cómo te llamas? —tardo en responderle, la sorpresa no lo dejaba articular palabra.
       —Jonghyun, ese es mi nombre—dijo al fin—. ¿Cuál es el tuyo?
       —Key.
       —Y dime Key. ¿Por qué estás aquí en el bosque?
       —Porque tú estás aquí, he bajado de mi morada especialmente para verte—su corazón se desbocó, las palabras de ese chico le llenaban, haciéndole sentir importante.
       — ¿A mí? ¿Por qué? ¿De dónde se supone que bajaste?
       —Del cielo, yo soy la blanca luna que siempre brilla, dando vida a todo lo que ves. La razón por la vine es desconocida para mí, solo sé que tenía que verte— con pasos lentos pero seguros se acercó. No pudo evitar creerle sin cuestionar, ya que toda esa gran belleza no podía ser del todo humana—. ¿Puedo tocarte?
        En cuanto asintió ese par de níveas manos con lagos dedos se posaron en sus mejillas. Muchas veces antes le habían tocado, pero nunca un toque tan simple despertó tanto en él. Por reflejo cerro sus ojos al sentir el contacto. La piel de todo su cuerpo se erizaba, dejando un cosquilleo por donde le pasaba los dedos. El asombro de la luna era tato que no podía dejar de tocarle, le parecía un sueño. Las manos bajaron admirando el ancho cuello, tocaron ese pequeño bulto en él y los huesos que bellamente marcaban su fin. Como un hambriento deslizo las palmas por los brazos, sí que son diferentes a los suyos pensó, anchos, fuertes y cálidos, así le perecieron.
        Cuando termino de inspeccionar el cuerpo, aparto las manos. El hijo del Rey se encontraba confundido, un toque como aquel ninguno, le había hecho sentir cosas que jamás sintió, y querer cosas que jamás quiso.
        —Hermosa luna, decías que tenías que verme y aquí estoy, ¿ahora qué? ¿Hablaras?
        —Hablar, ¿De qué podría hablar? Podría decirte que desde la primera vez que miraste al cielo procuro brillar más para ti—ese comentario lo descoloco, de alguna forma fue como si le hubiesen dicho lo mejor del mundo—. Ahora, es tiempo de que te vayas, y es tiempo de volver a allá arriba cuidar de tu camino igual que siempre, ahora que se tu nombre estoy complacido.
       — ¡Espera! ¿Te volveré a ver?
       —Claro, solo tienes que mirar el cielo y exclamar por mí, y yo, vendré a ti.
       Y así lo hizo, el hijo de Rey cada tercer día sin falta regresaba esa parte del bosque, en noches estrelladas le vio, y con el pasar del tiempo la relación de ambos cambió, aceptando el amor del otro.
       Cierto día el joven príncipe entrenaba con arduo esfuerzo en el patio del palacio, él sabía que la luna lo estaba viendo, por eso le mostraba todas sus fuerzas, pero el ruido de la puerta le interrumpió. Su prima Sori, una bella joven de largos cabellos y negros cabellos llego hasta él.
       —Primo, hay algo de lo que quiero hablarte, sé que no se supone que una mujer y le diga esto a un hombre pero, como ese hombre eres tú, puedo tener la suficiente confianza.
       — ¿Qué es eso que tienes que decir Sori? —ella se acercó tanto como si fuera a contarle un secreto, pero un lugar de eso le dio un tierno beso.
       —Solo quería demostrarte los sentimientos que tengo por ti—apunto estaba de negar a la declaración de la chica cuando todo se sumió en una profunda oscuridad. La luna al ver otra tocar los labios de su amado, labios él aun no probaba, en un acto de dolor se escondió. El príncipe elevó su vista y al no ver la luna corrió despavorido al bosque. Le llamo una y otra vez pero él nunca llego. Por todo el tiempo que la luna desapareció el hijo del Rey iba sin faltar un día a ese lugar pidiendo por él. Al pasar las semanas la luna poco a poco nació de nuevo pero aún se negaba a mostrarse ante él.
       El Rey se encontraba curioso por las misteriosas salidas de su hijo, al principio pensó que el joven príncipe visitaba a alguna de las bellas muchachas del reino, ya que se le veía muy contenido, pero aumentaron de frecuencia cuando todo quedó en la oscuridad, notándole decaído, así que mando a uno de sus subordinados seguir a su hijo para saber a dónde iba. A su regreso, el hombre le dijo que el príncipe tomo camino al bosque.
       —La próxima vez que salga, le sigues dentro del bosque, lo más probable es que se vean allí—le ordeno el Rey. La siguiente vez que  el hombre regreso, le dijo que su hijo no veía a ninguna joven del reino, sino que, con agonía llamaba a la luna una y otra vez. El Rey furioso acuso al hombre de mentir para encubrir a su hijo, y le mando encerrar. Así decidió mandar a otro de sus hombres, pero al ver que traía consigo la misma respuesta, le mando encerrar igual. Mando a dos hombres más, pero la respuesta no había cambiado, por lo que el Rey demando seguir él mismo a su hijo.
       Con sigilo caminaba a cierta distancia, tenía que tener cuidado, ya que la luna volvía a ser ese gran circulo brillante, iluminando el paisaje. Llego con su hijo a un punto en el bosque, cuando le vio llamar a la luna pensó en los pobres hombres que mando encerrar siendo honestos, pero sus preocupaciones se esfumaron al ver aparecer a un bello… no, a un hermoso muchacho de un rayo de luna. Los dos jóvenes se miraban fijamente, con lágrimas en los ojos, hasta que su hijo se adelantó tomándolo entre sus brazos, como un hombre abrazando a su mujer.
       El príncipe no podía creer que él hubiese vuelto, lloro tanto su larga ausencia que creyó estar condenado a seguir así de por vida, era tanta su emoción que no pudo evitar besarle las mejillas con devoción, besar su frente, sus ojos. El Rey enfadado al ver a su hijo, el futuro Rey, teniendo ese tipo atenciones con otro muchacho, aun fuese hermoso; con arma en mano salió de su escondite, separando su agarre de esos dos para meter su arma entre las carnes del desconocido.
       El príncipe Jonghyun, al ver correr la sangre de su amado, en un acto de cólera arremetió contra su padre, enterrándole su arma en el corazón, matándolo al instante. Sus manos manchadas de sangre tomaron el cuerpo de Key. La luna al no querer separarse de él, pidió al príncipe la mitad de su corazón, para sanar su cuerpo físico y la mitad de su alma, para llevarla con él al cielo a hacerle compañía. Sin dudar le entregó la mitad de su corazón, sanándolo por completo; y le entrego la mitad de su alma, el joven de cabellos dorados en un rayo de luna desaparecía, llevando en sus brazos el alma de su amado y la dejo en el gran cielo, haciendo nacer una luminosa esfera, más grande que la luna. La gente del reino salía de sus hogares, sus ojos acostumbrados a la poca iluminación de la luna, se cegaron hasta adaptarse a esa luz que irradiaba el alma de su príncipe.
       Así la luna regreso dónde el futuro Rey le esperaba.
       —Ahora siempre estarás brillando en el cielo conmigo y protegerás el camino de tu gente desde haya arriba—dijo feliz. Recordando el acto de aquella muchacha, la luna también quiso demostrarle su amor. Le tomó la cara con sus manos, posando sus rosados labios en los ajenos, formando el primer ocaso, creando el día y la noche.
       —Sí, ahora estaremos para siempre juntos tanto en la tierra como en el cielo—le contesto cuando se separaron.
       Con el paso de los días el príncipe se convirtió en Rey, la gente del reino se encontraba triste por la perdida, pero emocionados por que el nuevo reinado trajo consigo el sol, y con ello nuevas oportunidades. El rey pidió a sus hombre que su recamara tuviese un espacio para salir a contemplar la luna, quería darle a su amado un lugar junto a él y no solo efímeros encuentros a mitad del bosque.
       En sus aposentos, paso por esa puerta que llevaba a dicho espacio y llamo a la luna. Esa noche fue la primera en que unieron sus cuerpos y almas, siendo uno por completo, siendo ese el primer eclipse que se dejó ver.
       Muchos años después cuando el Rey murió, el reino pasó a manos de su querido sobrino, que gobernaba con la misma sabiduría que su tío. Pero aun después de la muerte nunca dejo de cuidar a su reino y a su gente desde lo cielos, donde él y su gran amado controlaban el paso del tiempo.


       —Qué historia tan hermosa… supongo que es por eso que nuestra bandera simboliza la unión de la luz (el sol) y la oscuridad (la luna) en conjunto con los elementos, ¿no?
       —Cierto, veo que has puesto más atención de la que pensaba…—apunto de agregar algo más, el timbre de la casa sonó—. Vamos, debe ser tu hermano que ya ha llegado por ti.
       Fueron a la puerta donde su hermano le esperaba.
       —Anda Taemin, vamos a casa…—en el auto a medio camino, el mayor notaba el extraño a su hermano—. ¿Por qué sonríes tanto?
       —Por nada… solo veía la luna, pensando en que todos los días comienzan y terminan con un beso.
      — ¿Por qué lo dices?
      — ¿Conoces la historia del sol y la luna? —su hermano negó con la cabeza—. Hace mucho, mucho tiempo…

 

Fin.

Notas finales:

Epero les gustara, dejen comentarios :)


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