Sanji estaba más que descolocado, hacia tan solo unos minutos se encontraba en cubierta protegiendo a Zoro del disparo de aquella extraña máquina, y ahora se encontraba en la cocina de una casa desconocida. Comenzó a recorrer la habitación con infantil curiosidad, tratando de ser lo más silencioso posible, sonriendo emocionado cuando algún que otro plato, vajilla o cuchillo le llamaba la atención y le hacía dudar si llevárselos o no.
Al fijarse más atentamente en los platillos a medio terminar, se dio cuenta de que aquellos, tanto los que ya estaban listos como los que estaban siendo preparados, no eran nada más ni menos que sus propias técnicas y recetas culinarias con tan solo algunos cambios en ellas.
Sacando cuentas rápidamente y haciendo ahínco de su rapidez mental, termino los platillos restantes, apresurándose al ver que aquella cena era para dos. Aquello era más que obvio, solo bastaba darse cuenta de la cantidad de alimentos a medio preparar pero, a su vez, intentaba cocinar lo más silenciosamente posible al no saber si había alguien más en el interior de aquella casa.
Minutos después sintió una puerta abrirse, así que, guiado por los ruidos que sentía desde lo que parecía ser el salón principal, se acercó cauteloso para ver de quien se trataba. Grande fue su sorpresa al encontrarse ahí, de pie frente suyo, a un hombre moreno de cabello verde, que vestía una yukata entreabierta que dejaba ver una enorme cicatriz que cruzaba su pecho en forma diagonal y otra en su ojo izquierdo.
No había forma de confundirlo, se trataba de Zoro. El probablemente, Zoro del futuro.
Por su parte, el espadachín tampoco podía salir de su asombro. No se había esperado ni en sus mas locos sueños tener a Sanji, su Sanji de aquella época en la cual ambos se la pasaban peleando por todo, en aquella época en la cual aun era un muchachito pero que a pesar de ello, había sido en aquellos años en las cuales el autoproclamado cocinero del amor se había ganado su corazón.
Ninguno de los dos podía reaccionar, sin saber que decir ni cómo actuar frente al otro. Sanji, por su parte, no sabía cómo hablar con el moreno sin dejar a en evidencia sus sentimientos cada vez más notorios, sobre todo, al tener al espadachín así, frente a él, y más guapo que nunca.
Zoro, por su parte, tampoco sabía qué hacer. No sabía cómo enfrentarse a aquel cocinero, ni mucho menos tratarlo como antes. Aunque sus piques y peleas aun seguían, ambos sabían que se amaban y se lo demostraban mutuamente. Pero ahora, frente a ese Sanji muchísimo menor que él, no sabía cómo comportarse sin que este notase sus sentimientos y su amor hacia su persona.
-¿eres tú, verdad Zoro?-pregunto el rubio aun algo temeroso, atreviéndose a dar el primer paso al ver al moreno asentir levemente con la cabeza- pues entonces, ¿exactamente cuántos años estoy en el futuro? ¿Sabes cómo puedo regresar a mi época?- murmuro este, algo confundido al ver el rostro sorprendido que tenía su compañero para luego estallar en sonoras carcajadas-
-Jajajaja no sé porque me sorprendo, si siempre has sido así de inteligente- comento el aludido, sin darse cuenta del sonrojo que había logrado sacarle al mentado rubio- pues por tu edad, yo diría que quince años en el futuro Sanji- tomo la mano del rubio entre las suyas, guiándole con cariño hacia la cocina, decido a comportarse como siempre a pesar de todo- anda ven, vamos a comer o la cena se enfriara. Y, mientras tanto, cuéntame lo que ocurrió a ver si así podemos solucionarlo-
Tsusuku (o tal vez no XD)