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¿Insano? por Lucy Jeevas

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Notas del fanfic:

Hola a toda persona que esté leyendo esto, antes de hacer las advertencias, quiero decir que esto no es un plagio de otro fanfic de Mundo.Yaoi, soy yo pero ahora en este foro. 

Advertencias:


-Manipulación psicológica por parte de personajes al protagonista.

-Intento de violación reiteradas veces.


-Escenas que pueden causar miedo al lector.

 

>>Dichas estas advertencias no me haré responsable de NADA<<

 

++Todo el fanfic es narrado por Mello++

Notas del capitulo:

Quizá al principio no entiendan algunas cosas o les puedan parecer contradictorias, pero se irán aclarando a medida que se desarroye la historia, así que no quiero llenarme de comentarios de 'No entiendo tal cosa' porque no serán respondidos.

-¡Déjenme salir! ¡Suéltenme! ¡No estoy loco! –Gritaba mientras golpeaba fuertemente la pesada puerta de metal.

Un gas comenzó a salir entre las paredes, al llegar a mi olfato este me durmió inmediatamente.

¿Acaso te preguntas dónde estoy que sucede esto? Larga historia…

Me acusan de loco.

Pero no lo soy… y puedo comprobarlo con mi relato, aunque dudo que me creas.

--

Eran las vacaciones de invierno, a pesar de que sean dos semanas y no había podido ir a ningún lado de visita, las pasaba muy bien: veía televisión todo el rato que quería, tomaba muchas tazas de chocolate caliente al día, y escuchaba música casi todo el tiempo.

Ese día fue algo diferente, mis padres salieron para la reunión de entrega de calificaciones; siempre entregaban la boleta a principio de vacaciones, en mi opinión para joder a los padres. Estaba solo, con la música a todo volumen, sentado en el sillón más grande del living. En un momento comenzó a llover, observé por las cortinas las gotas de lluvia… era muy agradable, para ser sinceros.

Divisé cruzar la calle un niño, era menor de edad seguramente, albino por lo poco que veía de su pelo. Caminaba lento, no obstante, misterioso.

No podía ver completamente su perfil, ya que la capucha de su abrigo oscuro tapaba una parte de su cara, dejando visible el delgado contorno de su pálida nariz y un poco su boca.

Giró la cabeza hacia mí, quizá el reflejo de la luz lo distrajo, corrí las cortinas de rápidamente para que no alcanzara a ver que lo espiaba.

Nervioso, moví un poco la tela para observar si seguía allí. Lo hacía: pero observaba al cielo, las gotas caían sobre su rostro y cabello ya que se le había bajado el gorro; el pantalón blanco se le estaba manchando con barro en un extremo.

Me parecía extraño, tanto, que lo miré por un rato más.

Volteó, el rostro hacia mi persona, por unos segundos pude ver sus oscuros y profundos ojos, antes que se cortara la electricidad.

No les mentiré: por poco no me meo.

Di un profundo trago de saliva, y me dirigí al garaje iluminándome con el celular. Tomé la escopeta de mi padre, la cual siempre está cargada, y me dirigí a la ventana para ver si todavía estaba ahí.

Aún seguía parado como idiota en el mismo lugar, pero observándome, obviamente notó que yo estaba ahí, pero permanecía mirando como imbécil.

Su mirada me intimidaba, tenía unos profundos e inexpresivos ojos negros que solo transmitían odio, aunque no fueron rivales para mi carácter; salí afuera con el arma tras la espalda.

-Niño… ¿necesitas algo que tanto miras a mi casa? –Cuestioné alzando una ceja.

-Nada en específico… esta era mi antiguo hogar –Dijo observando la ventana de mi alcoba la cual estaba en el piso dos.

-Ajá, mira cuanto me importa –Expresé sarcásticamente.

-Lo era…cuando estaba vivo –Me miró atentamente.

Eso último me dejó confundido, aunque no necesito ser un genio para saber que seguramente eso tenía doble significado.

-¿A qué te refieres con eso? –Pregunté confundido.

-Hablé en literal –Me echó una mirada fugaz.

La música de mi CD volvió a sonar, miré que la luz ya había vuelto. Volví a dirigirme hacia el muchacho, pero este no estaba, era algo casi imposible, había movido mi vista menos de diez segundos a mi casa y el niño desaparece, y no hay árboles o algún lugar como para esconderse, y tampoco había cruzado la calle.

Sorprendido y confundido, entré a la casa.

Para mi doble estupefacción, al entrar divisé al niño albino… sentado cómodamente en uno de los sillones. Su forma de acomodarse era un poco extraña: Una pierna pegada a la rodilla y otra normal.

-¡Nadie te invitó a pasar! ¡Sal de mi casa! –Comencé a gritar, dejando visible la escopeta.

-Amenaza todo lo que quieras, no me iré –Aclaró, sin siquiera mirarme para hablar.

-¿Cómo es tu nombre? –Por el tono, ordené que me lo dijera.

-Nate… River –Dijo desconfiado.

-Nate, por favor, ¿te puedes retirar de mi casa? –Lo dije lo más educado que pude.

-Si puedo –Aclaró cortante.

Me quitó la poca paciencia que tengo, obligándome a acercarme a él, lo iba a golpear, pero apenas toqué su piel sentí como si me hubieran quemado la palma de la mano.

-¡Mierda! –Insulté.

Observé mi mano, estaba color rojo y la piel se caía como si se tratara de queso fundido.

-Olvidé decirte que los humanos no pueden tocar a los espectros –Se retorció el cabello.

“¿Espectros?” –Pensé mientras corrí a la cocina para poner mi mano en agua fría.

Al hacerlo, Nate apareció fantasmagóricamente a mi lado.

-Mihael… -Susurró a mi oído.

-¡¿Qué quieres?! ¡¿Y cómo sabes mi nombre?! –Me aparté de un salto.

-Si quieres que me vaya, me voy –Dijo como si nada, sin contestar a la segunda pregunta.

-¡Pues vete a la mierda! ¡Fantasma o… lo que seas! –Dije con repugno.

-Recuerda que no estás solo –Se formó un eco con la última palabra, mientras él desaparecía como si de polvo se tratara.

Quedé idiotizado viendo esa escena, y un poco traumado, sobre todo con la última frase.

“Recuerda que no estás solo”

*

Pasaron las horas, y de por sí sentía que no estaba solo, percibía una presencia incómoda, pero nada más extraño.

Mis padres llegaron, cenamos. Tuve miedo de hablar sobre lo del niño, así que quedé –demasiado- callado durante la comida.

*

Cuando terminé de cenar, tuve que subir a mi habitación ya que en el living no me dejan estar.

Me senté para seguir en la computadora, mientras tenía una fuerte sensación de escalofrío en mi espalda.

Fuera del alcance de la visión de mi pupila, podía ver perfectamente como si fuera una persona, solo distinguía unas camisas a rayas y unos jeans, no veía su rostro, pero cada vez que volteaba aparecía del otro lado.

-Mihael… -Me habló por fin el fantasma… tenía un tono de voz cansado y ronco, como si fumara.

-¡¿Cómo sabes mi nombre?! –Grité volteando.

No pude ver su rostro, estaba cubierto por una especie de sombra, solo podía ver sus pupilas: verdes esmeralda.

Este extendió su mano hasta mi pecho, me caí de la silla al recordar lo que me sucedió cuando toqué a ‘Nate’ y salí corriendo.

-Estúpido… los espíritus no quemamos –Suspiró.

-¡¿Cómo me dijiste?! –Exclamé molesto.

-Estúpido –Se encogió de hombros.

Lo traté de golpear, pero este se movió velozmente a un costado; reintenté el golpe, pero hábilmente saltó hacia atrás. Acepté que era inútil, y volví a sentarme.

-¿Qué quieres? –Fui directo.

Desvió la mirada, y tardó en contestar. No lo presioné para que lo dijera, me daba igual mientras se quedara callado sin molestarme o hacerme escalofríos

-Déjame quedarme en tu casa, al igual que a Nate –Se sentó sobre la cama.

-No –Negué volviendo la vista a la computadora.

Se me acercó, mientras comenzaba a ponerme nervioso y unas gotas de sudor bajaron por mi frente. Se posó muy cerca de mi rostro –demasiado diría yo –hasta quedar casi rozando labios, y simplemente dijo:

-No estás solo –Dicho esto, se desvaneció en humo.

La segunda vez que me decían algo así, pero no entendía lo que trataba de decir.

*

Durante unas dos horas sentía que alguien me observaba, pero me mantuve tranquilo… al menos hasta la hora de dormir.

Me cambié y apagué las luces; corrí para meterme a la cama y me tapé. Trataba de pensar cosas que me distrajeran, pero seguía pensando en esas dos ‘cosas’.

De repente, algo realmente me distrajo.

-Mihael… -El eco de una voz resonó en mi oído -Mihael… -Otra vez llamó a mi nombre.

Tuve la común reacción de niño pequeño: taparme la cabeza con las sábanas.

Esa misteriosa voz seguía torturándome en mi mente, no reconocía de quién era, sonaba como de un niño.

En mi mente, apareció por dos segundos un rostro que jamás había visto: era pelirrojo, ojos verdes, blanco y de facciones delgadas… su rostro estaba lleno de cortes y cicatrices.

Ojos verdes… probablemente era el rostro de ese espíritu que se me aparecía con una sombra en la cara.

-Mihael…-La voz se tornó más aguda –Mihael…

De nuevo por dos segundos apareció en mi mente una imagen, pero esta vez distinguí claramente que se trataba de Nate, veía hasta su pecho, y en este había daga, y escupía sangre por la boca.

Luego de ver eso, la voz se volvió más frecuente.

-¡Cállate de una puta vez! –Grité, destapándome.

Abrí lentamente los ojos, al remover la lagaña, vi una luz, donde dentro estaban Nate y el otro espíritu, tomados de la mano, desnudos y a punto de besarse.

-¡¿Qué carajo?! –Grité conmocionado por esa escena extremadamente homosexual.

Ambos me miraron con una tierna sonrisa. Así es, he dicho: tierna.

Ambos se dirigieron hacia mí, tomados de la mano.

Retrocedí sentado hasta quedar contra la pared, mientras ambas criaturas se me acercaban. El pelirrojo quedó cara a cara frente a mí, y me besó, entrelazando ambas lenguas.

Lo traté de empujar, pero fue inútil ya que atravesaba mi mano, se sentía como agua.

Me soltó y miró a Nate un segundo. Se tomaron de las dos manos, y mediante un estallido luminoso se volvieron uno solo. -Era así como Nate pero pelirrojo y ojos verdes –Esa ‘fusión’ de ambos chicos, se me abalanzó, traté de huir, pero mis piernas se encontraron atadas a unas cadenas invisibles.

Tocó mi pecho, pero antes que lo hiciera me lo quité de encima, cayó al suelo, estaba algo así como inconsciente. Miré ese ‘cuerpo’ que estaba tirado en el piso, de repente unas mariposas púrpura comenzaron a surgir de la nada, rodeando el cuerpo y poniéndolo de pie nuevamente.

Abrió sus ojos, eran totalmente negros, ningún borde de algún otro color, solamente negro. Alrededor se formaban pequeñas venas azules neón.

Posó su mano sobre mi pecho. Mi tórax comenzó a iluminarse, sentía fuertes punzadas allí.

Del miedo, nervios y no poder escapar, terminé orinándome en la cama, lo admito.

Una última punzada: sentí como los latidos de mi corazón pararon.

Ante eso, grité. Pero al abrir los ojos me encontré de día y no había nadie ni nada en mi habitación. Estaba agitado, mi corazón estaba latiendo aparentemente, y sentía algo húmedo bajo mí, y sí: me había meado en la cama.

Temblando, me puse de pié para ir al baño.

Todo había sido un sueño… o eso creía.

Me miré al espejo, con la puerta abierta, de repente observé en el reflejo de la pared de mi alcoba una escritura, volteé para ver lo que decía claramente.

“No estás solo, Mihael”

Escrito con sangre.

Bajé la mirada a mi cuerpo, y mi remera para dormir estaba color carmesí, la levanté y me encontré con una gigante mancha roja, pero al registrar, no tenía una herida como para que hubiera fluido sangre.

Notas finales:

Agradecería buena ortografía en sus comentarios.


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