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Mis alas por tu corazón por namaru-kun

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Notas del fanfic:

Con éste capitulo doy inicio a esta fic largo, es el primero que escribo que siento que tendrá mas de 5 capitulos (eso espero)

Amo la pareja Xanxus x Squalo asi que espero que les guste mucho n_n

Sin más que decir: Enjoy :3

Notas del capitulo:

Comezamos con un poco de la historia de nuestro ángel principal Squalo n_n y la relación que tiene con Dino Cavallone

 

**<=== cuando vean esos astéricos en las notas significa que el capítulo ha sido corregido :B

1.

 

Un día cualquiera me dijeron que debía ingresar a la academia para poder convertirme en un verdadero ángel guardián. Fuera lo que fuera eso, no tenía ni la mínima intención de convertirme en uno. Digo, no es que no lo hubiera querido, simplemente no sabía por qué debía ser uno. Desde el principio todo lo que había hecho era seguir las órdenes de mi mentor que, por cierto, nunca dejó de ser un idiota. A veces, en verdad, me nacían unas enormes ganas de golpearle fuertemente en la cabeza, arrancarle ese par de alas y ponérmelas en la espalda en señal de burla para él. Tuve que olvidar esas ideas, pues en ese momento carecía de las fuerzas necesarias para llevar a cabo mis planes, pero eso no significaba que mis acciones no estuvieran relacionadas con ello en un futuro. Suponía que de momento era conveniente llevar la fiesta en paz, ya que de ese hombre dependían mis aspiraciones en “la vida”, si lo arruinaba ahora, probablemente estaría bajo sus faldas hasta el último segundo de mi existencia.

     Pero hoy, después de años de soñar con ello, sería el día en el que por fin cambiarían las cosas. Sería una etapa que comenzaría al cruzar aquella puerta, el final de mis días aburridos, el inicio de mis vacaciones a las que planeaba llamar “El periodo feliz: prohibidos los Dinos o cualquier especie similar”. Estaba tan ansioso que cada minuto me asomaba por la ventanilla de vidrio situada en la puerta para meter presión en aquel sujeto y hacer el proceso un poco más rápido. Había aguantado tantos años y cinco minutos no marcarían mucho la diferencia, pero aun así no podía evitar sentirme ansioso, feliz.

-Pasa Squalo- dijo después de que me viera por quinta ocasión. El hombre que me sonreía como si no me hubiera visto en siglos era mi estúpido mentor Dino Cavallone. A pesar de que teníamos la misma edad y, de incluso verse un poco más joven, él ya presumía en su espalda unas alas que, a mi parecer no le quedaban nada bien. No sé si era envidia, probablemente no pero, él me irritaba, su sola presencia causaba en mi un malestar e incluso ahora me viene un sabor amargo cuando recuerdo su nombre.

-Ya voy- entré a su oficina pensando en que algún día yo tendría unas alas iguales o mejores que las de él y que, a comparación del susodicho, me comportaría de una manera más conforme a mi posición- Te tardaste demasiado, ¿cuánto tiempo me ibas a hacer esperar?

-Ya, perdón. Tenemos que hablar acerca de tu “ascenso”. Supongo que desconoces las reglas ya que es la primera vez que lo intentarás. Yo considero que deberías esperar un poco más, al menos otro año para…

-¡Vooooi! ¡Estoy harto de ti!- esa era la actitud que me sacaba de quicio pero, en el fondo me decía a mí mismo que algo estaba haciendo mal para que ese sujeto no confiara en mí- Me pregunto si algún día me creerás apto para darme mis alas. Deberías tener más fe en tus alumnos ¿no cree, sensei?

-Deberías decidir si me vas a hablar con respeto o me tutearás. No soy yo al que debes convencer, y lo sabes- se encogió de hombros como diciéndome “es algo que siempre dices”- Solamente me preocupo por ti. Me has dicho infinidad de veces que no lo haga pero, siento la necesidad de hacerlo, no lo puedo evitar Squalo, entiéndeme. Desde ese día me ha dado miedo el perd…

-Entiendo- me purgaba no poder sostenerle la mirada. Siempre que algo no le parecía bien me echaba en cara aquel accidente que cualquiera ya hubiese olvidado para obligarme a ceder- Pero aun así quiero intentarlo. Si fallo regresaré a la academia otro año y seguirás cuidando de mí.- Una estúpida sonrisa apareció en su rostro, aunque en el fondo era consciente de que le había engañado porque él, más que nadie, sabía que si me iba jamás regresaría- Si eso es todo, ya me voy. No quiero amargarme el día por tenerte en frente de mí.

-¡Espera, Squalo!- sus palabras en ese instante me obligaron a parar en seco. Por el rabilo del ojo pude percibir un mechón rubio que caía sobre mi hombro a la vez que su aliento tibio me rozaba el cuello. Me abrazó por la cintura y apretó suavemente las salientes de mi cadera. No pude evitar soltar un gemido y preguntarme alarmado qué demonios está haciendo- Mucha suerte. Pero sé que volverás.

-¡Eh!- no supe cómo reaccionar, para cuando caí en la cuenta de lo que había sucedido él ya no se encontraba en la oficina- ¡Voooi! ¿Por qué haces eso? Maldito caballo. ¿Quién te crees que eres para hacerme semejante cosa? ¡Joder!

Ese había sido mí día a día pero no importaba dejar pasar ese incidente, después de todo nunca más vería a ese hombre.

 

2.

Antes, el mundo de los humanos era un lugar que los ángeles veían desde el cielo asombrándose de las maravillas que los hombres creaban y cómo le daban buenos usos a sus invenciones. En una que otra ocasión descendían para convivir con ellos e incluso, llevar a algunos afortunados a aquel lugar con el que muchos soñaban habitar luego de su muerte. Pero las cosas buenas no duran para siempre. Muchas personas comenzaron a envidiar a aquellos a los que “les iba mejor”. Comenzaron las guerras y los seres celestiales decidieron darles la espalda y cerrar los ojos ante aquello que les causaba tanto dolor. No obstante, un pequeño ángel fue en contra de lo que le decían sus mayores y bajó a la tierra para ayudar a pequeños que sufrían a causa de los problemas de sus mayores. A simple vista parecía que no arreglaría nada con esa insignificante acción, lo que los líderes del cielo no sabían era que, en un futuro, ellos haría lo mismo con la esperanza de hacer una pequeña diferencia.

Se formó un pequeño grupo de jóvenes que se encargaron de llevar a los pobres humanos que perdían la esperanza en el futuro para que así pudieran encontrar  algo de paz interior y evitar que se lastimaran más de lo que ya habían hecho. Hay demasiadas incongruencias que rodean a este grupo; no se sabe a ciencia cierta cuales son las cosas que se toman en cuenta para que alguien se convierta en uno. La mayoría de las veces al despertar, éstos jóvenes saben lo que son, sus objetivos y espíritu de servicio que deben poseer pero, antes de bajar a la tierra y ayudar a los humanos con problemas deben ir a una pequeña academia como cualquier mocoso de primaria, la única y gran diferencia es que allí no les enseñar español o matemáticas, los “acondicionan” para que sean capaces de aguantar grandes presiones, noches sin sueño y evitar a toda costa desarrollar sentimientos por la persona a la que los asignen.

Regresando a la academia, he de mencionar que en ese lugar es donde la historia del joven Squalo da inicio. Como la mayoría, él no tenía idea del por qué él debía convertirse en un ángel. Para empezar no sabía siquiera el significado de esa palabra, recordaba vagamente, aunque no sabía de donde había salido aquel fragmento de su memoria, que aquellos seres debían tener unas enormes alas blancas en sus espaldas, sonrisa y mirada serena, amable, confiable, pero la mayoría de las personas con las que había convivido no se ajustaban a la anterior descripción en especial cuando conoció a Dino. Los dos fueron compañeros de clases, aunque probablemente solo éste último lo consideraba así.

O tal vez no.

Desde el comienzo, Squalo mantuvo una actitud bastante antipática, lo que lo arrojo a la soledad ya que ninguna persona se atrevía a acercársele por miedo a recibir una fría mirada de su parte. Parecía que nada iba a cambiar y que él seguiría solo hasta que se le asignara una persona pero, para su desgracia eso no fue así. Dino era lo opuesto a lo que era Squalo y, a pesar de eso se esforzaba por tratar de llevarse bien con él. Su relación no era la de los mejores amigos que comparten la comida y cuentan bromas personales sin embargo, poco a poco dejaron de ser desconocidos y el “convivir” se volvió una rutina.  Tal vez, de no haber sido por aquel accidente su amistad se hubiera logrado consumar. Con aquel suceso se abrió una brecha entre los dos y, por más que Dino tratara de construir un puente, Squalo ya había decidido no dejarle pasar por ningún motivo.

 

El orgullo era algo que un mocoso inmaduro no iba a perder. No cuando las cosas habían sucedido de una manera en la que él no recordaba. Aquel día había caído en desespero debido a las presiones que ponían en él, siempre comparándolo con otros. Se había convertido en una presa fácil para un pequeño demonio que, deseoso de un encantador ángel, quiso apoderarse del pequeño Squ. Lo único que quedó en la memoria borrosa del de cabello plateado era la suave y preocupada voz de Cavallone quien lo llamaba con desesperación, eso y el hecho de haber despertado en su cama sin saber, a ciencia cierta, que había sucedido dentro de esas cuatro paredes la noche anterior. Lo que le había relatado el otro parecía tan falso que decidió no creerle, su memoria estaba confusa y aquellos ojos rojos que veía en sueños no le mostraban señales de violencia.

Después de haberlo salvado, a Dino lo promovieron y le dieron su hermoso par de alas. Como era normal, se lo llevarían con algún hombre en ruinas para que él le volviera a mostrar el camino que había perdido pero, eso no fue lo que sucedió, al contrario, le dejaron a su cargo la misión de cuidar, hasta que estuviera listo, a su compañero herido.  Ya que él había sido quien salvó su vida, tenía todo el derecho de hacer con él lo que quisiera, o al menos eso decían las “reglas de Dino” quien siempre se atribuía cargos que no le concernían.

Desde ese día esa era la relación que había entre esos dos. Ninguno se atrevió a sacar a la luz la discusión de lo que había sucedido esa noche, tal vez pensaban que así estaban bien, tal vez si lo discutían terminaría mal. El más agradecido de eso, sin duda era Dino. Aun no estaba seguro de lo que sucedería si Squalo lo orillaba a confesar lo de esa noche, no sabía si lograría contenerse de nuevo, no quería asustarlo. Lo amaba demasiado como para hacerle daño pero, si en cambio, su Squ sentía lo mismo… Siempre se detenía en ese punto, era imposible que su amado lo amará, por eso, haría lo posible por retenerlo a su lado, el tiempo que fuera necesario hasta que ese tipo de sentimientos decidieran nacer en el corazón del joven.

 

3.

Squalo caminaba a paso lento por esos extensos pasillos de la dirección, esos malditos pasillos eran tan vastos que era imposible llegar a verles un fin. Él creía que, de tener licencia para conducir y un buen carro, podría manejar por éstos y aún así se tardaría una buena cantidad de tiempo en llegar al final del camino. Pero él no tenía una licencia y mucho menos un auto, así que se obligó a dejar de pensar en tonterías, tenía algo importante que hacer y, si no era capaz de llegar al final valiéndose de sí mismo, entonces no tendría el derecho de escoger a un moribundo para ayudarlo a sobrellevar sus dificultades.

Hoy era el día.

Hoy, por fin tendría a su cuidado a un humano. La emoción no le cabía en el interior, prueba de ello era la enorme sonrisa de oreja a oreja que cargaba en su rostro. Podría parecer estúpido pero incluso las cosas más pequeñas y sin significado, ahora se veían totalmente diferentes y radiantes ante sus ojos.

Hoy.

 Pero algo seguro era que, si no se apresuraba, el hoy podría llegar a convertirse en mañana e incluso no llegar nunca.

 

-Escuché que te vas- Cavallone se encontraba en la puerta la habitación del joven de cabello plateado. Su rostro estaba adornado con una sonrisa pero, por alguna extraña razón, no parecía feliz.- Me dijeron que escogiste un caso difícil, solo espero que puedas manejarlo.

-No tienes por qué preocuparte. Estaré bien de alguna forma, ya me las arreglaré- trató sin éxito de sonreírle de la misma forma, pero solo logro mostrarle una mueca extraña- Es solo un mocoso adinerado, con hablarle de buena forma estoy seguro de que me ganaré su confianza y en menos de lo que crees mis alas opacaran las tuyas y me iré a vivir lejos de aquí, lo que significa que nunca jamás volveré a ver tu estúpido rostro.

-¿Eso es lo que quieres, eh?- clavó su mirada de oro en las pupilas del ángel sin alas, no era una mirada fría como quería verse, mostraban una soledad enorme, desolación- Si por mi fuera tú…

-¿Eh?- el chico rubio lo rodeo en un abrazo, la sensación que sintió se le figuró a la de un pez atrapado en una red - ¿Qué ibas a decir, Dino? ¡Contéstame…!

-No es nada importante- lo atrajo más hacia sí- pero te lo diré si quieres… cuando regreses aquí- lo soltó despacio y se dirigió hacia algún lugar.

-¡Espera! Quiero preguntarte…

-Cuídate Squalo. Adiós.

-Pero qué demonios…- a pesar de que Cavallone se había marchado, la sensación de ser abrazado seguía impregnada a su piel, como si ésta la hubiese memorizado en alguna ocasión y ahora el recuerdo de haber sido tocada así antes regresaba, aunque muy levemente.- ¿Qué pasó aquella vez?

 

4.

Squalo llegó a la tierra con un vacío enorme en el estómago. Tenía hambre, era la primera vez que lo sentía así que no tenía los conocimientos necesarios para saber cómo llenar ese espacio que ahora le instaba a ingerir alimentos. Por suerte, su mentor, por órdenes del director le había equipado con una tarjeta de crédito para cubrir sus necesidades como lo eran la vivienda y la comida… y otras cosas. Había tantos lugares extraños, tanta gente en las calles, dudaba que se pudiera acostumbrar en tan poco tiempo al horrendo clima y las estúpidas multitudes. Dobló la esquina y se introdujo en el primer restaurant que encontró. Al llegar a la caja para ordenar su comida, se puso tan nervioso que por un momento pensó en largarse y comerse un perro (?) pero desechó la idea.

Las hamburguesas le gustaron mucho, pidió tres combos y cuando salió notó que tenía demasiado sueño, consultó un enorme reloj que estaba  en una enorme pared de una tienda de relojes, eran las 11:00 p.m. y era domingo. Al día siguiente, se recordó, tendría que ir a la escuela donde conocería a aquel chico que le habían otorgado para su misión. “Así que Xanxus, hum…”, pensaba para sus adentros. Se fue en busca de una dirección, allí era donde viviría a partir de hoy. Le habían conseguido una casa enorme para vivir, hasta que cumpliera su objetivo.

Cuando llegó, le dieron la bienvenida un par de sirvientes de la mansión, quienes se disculparon diciendo que sus jefes ya se habían ido a la cama, así que tendría que esperar a mañana para poder presentarse con ellos. Lo dirigieron a su habitación y se retiraron. Le gustaba la idea de vivir así, después de todo no iba a ser tan malo, se metió a la ducha y después se dirigió directamente a la enorme cama que sería de él. El fresco olor de las sabanas lo arrullaron y cayó completamente dormido. Tenía demasiado tiempo de no haber dormido tan plácidamente como ese día. Ya no quería pensar en nada más, solo quería disfrutar el momento lejos de Cavallone, lejos de su vida ordinaria y vivir la vida como lo hacían los humanos, quería disfrutar las cosas buenas y malas que tendría que afrontar con su protegido. Se moría de ganas de conocerlo pero todo debía ser a su debido tiempo, ya mañana lo llegaría a conocer.

Notas finales:

:D Bueno, ojalá les haya gustado n_n no se si hacer que Dino saque su lado salvaje en capitulos siguientes, así que me gustría escuchar su opinión :3

Si les gustó por favor dejen un comentario, no les cuesta nada :B

Bueno, ya fue mucho XDu hasta el próximo capítulo, que creo más o menos, lo subiré el miércoles /._./


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