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El amor duele por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural ni sus personajes me pertenecen,escribo esto solo para mi satisfaccion personal.

Al parecer es la ley de Murphy esa que dice que cuando algo debe salir mal todo sale terriblemente mal, Castiel no creía en esas teorías hasta que una tarde después de clases estaba tomando fotografías en el parque, había visto un precioso ejemplar de jilguero y cuando iba a fotografiarlo oyó aquello que lo paralizo en el lugar.

– ¡Hey “Mariel”! ¿Le tomas fotos a los pajaritos? –

–Ja, ja, ja... ya sospechaba que eras lo bastante marica ¿pero esto? –

–Solo ignóralos– se dijo así mismo mientras volvía a colgarse la cámara en el cuello –si no les pones atención se irán en unos segundos–

Pero lo único cierto es que el horrible grupito no se canso y cuando uno de ellos sugirió que sería divertido lanzar la cámara al rio, el ojiazul supo que debía escapar de la pandilla, corrió lo que más pudo pero no pudo sacarles mucha ventaja y casi sin darse cuenta se vio atrapado contra una reja muy alta.

–Ahora no tienes a donde huir ¿Qué vas a hacer, Mariel?– se burlo el que parecía el líder mientras daba un paso hacia el chico que escondió su preciada cámara tras su espalda – ¿quizás ponerte a llorar como el marica que eres? –

–M-mi nombre es Castiel... y no voy a llorar– trato de parecer valiente pero por dentro estaba temblando, no por lo que pudiera pasarle a él sino por lo que le harían a su cámara – ¡déjenme en paz! –

–Claro, afeminado, primero dame tu linda cámara y te dejaremos en paz– el mocoso golpeo la reja a un lado del rostro del moreno haciendo que este temblara –me servirá para pagar una pequeña deuda–

– ¡Nunca! ¡Hazme lo que quieras pero jamás te la daré! –

–Es tu decisión, marica– esta vez iba a golpear el rostro de Castiel que inconscientemente cerró los ojos aunque los abrió un segundo después cuando lo único que se oyó fue el grito de dolor del abusivo muchacho, su puño estaba atrapado por una de las manos de un joven  que en su vida había visto pero que en ese momento le pareció la persona más genial de todo el planeta.

– ¿Debo suponer que no son amigos?– sonrió sujetando la mano del otro sin parecer hacer ningún esfuerzo – ¿Por qué no van a molestar a alguien de su tamaño?–

– ¡Suéltame, imbécil! ¡Vas a romperme el brazo!– grito ante el desconcierto de sus compañeros – ¡ustedes hagan algo!–

– ¿Estás loco? es Winchester... este sujeto nos partiría la cara– exclamo uno de ellos mientras retrocedía –solo discúlpate y larguémonos–

–Yo que tu lo haría– rio el recién llegado a la vez que volteaba el brazo del muchacho haciéndole gritar –no suelo ser tan generoso con los estúpidos que se aprovechan de los demás–

– ¡E-Esta bien! ¡Lo siento! – grito por fin quedando libre del agarre de Winchester, los tres salieron corriendo ante la mirada divertida del rubio, cuando se hubieron alejado lo suficiente Castiel se atrevió a mirar con más detenimiento el desconocido: parecía un año mayor que él, tenía el cabello corto y sus ojos eran verdes... Castiel noto como un extraño calorcillo comenzaba a invadir sus orejas cuando el joven volteo hacia el sonriendo.

–Esa cámara debe ser muy valiosa como para no entregarla a cambio de que no te partan la cara–

–De hecho es muy valiosa, aunque creo que tiene más valor para mí que para cualquiera– el rubio miro la cámara con cariño –muchas gracias mi nombre es Castiel Novak. De verdad te agradezco que hayas salvado mi cámara–

–Eres muy raro, te preocupas mas por un objeto que por tu seguridad... pero bueno, es tu problema– respondió girándose para alejarse –antes que lo olvide, Cass, mi nombre es Dean Winchester–

–Pero yo no me llamo Cass... soy Castiel– se quejo el rubio pensando que el joven no lo oiría –en este pueblo están locos–

–Pues ya ves... deberías acostumbrarte– volteo mirando con expresión divertida al otro –ven, vamos, te invito una cerveza–

– ¿Tú bebes? pero si eres menor de edad, eso es contra la ley–

–Cass... ya deberías ir entendiendo que Dean Winchester y seguir las reglas solo podrían aparecer en una frase como esta: “Dean Winchester jamás... jamás sigue las reglas” –

– ¿Y se supone que yo soy el raro? – No pudo evitar decir Castiel aunque al segundo se arrepintió imaginando que había ofendido a su salvador –lo siento... yo no sé qué decir...–

–Ja, ja, ja... eres muy valiente para ser tan pequeño, ven vamos yo beberé por los dos–

Un pitido le hizo abrir los ojos devolviéndole a la realidad, había vuelto a recordar cómo había conocido a Dean Winchester, ese era uno de sus recuerdos más preciados y también uno muy doloroso pues  a veces se preguntaba qué hubiera pasado si jamás hubiera conocido al de ojos verdes pero no podía (ni quería) cambiar el pasado. Se estiro echando una hojeada  a su alrededor, fijando su mirada unos instantes en la ventanilla y en el hombre que dormía a su lado, su piel bronceada contrastaba con su cabello rojizo dándole un aire un poco juguetón que se contradecía con la seria personalidad de su dueño, su rostro era agraciado y se notaba que se preocupaba por su apariencia, Mark Williams era el prototipo de hombre que se esperaba, a veces tan perfecto que inconscientemente Castiel anhelaba que fuera otro. Por los altavoces el Capitán se dirigió a los pasajeros agradeciéndoles por haberles elegido y pidiéndoles que se pusieran los cinturones pues se encontraban a punto de aterrizar, Castiel ajusto su cinturón antes de darle un pequeño codazo al hombre que seguía dormido a su lado

– ¿Qué... ya llegamos? – pregunto todavía un poco dormido

–Sí, vamos a aterrizar así que será mejor que te pongas el cinturón–

–Como tu digas, mi amor– sonrió el pelirrojo a la vez que le daba un rápido beso en los labios – ¿hiciste las reservaciones para nuestro hotel, Castiel?–

–Sí, ya está todo listo aunque no sé porque reservamos un cuarto para dos cuando la mayoría del tiempo vamos a estar separados, yo en los preparativos de la boda y tú en tu convención–

–Se que estas enfadado porque voy a tener que dejarte solo pero sabes que es mi obligación... mira, discutamos esto en otro momento ¿sí? –

Castiel asintió sabiendo que esa conversación jamás llegaría, Mark lo posponía todo desde planear una cena hasta presentarle a sus padres ,a diferencia de el Castiel había admitido hacia mucho que las mujeres no le provocaban absolutamente nada y vivía tranquilo sin que le importara lo que los demás pudiesen pensar de él, pero Mark el... el era otra cosa, siempre esperando a que nadie les estuviera mirando para realizar cualquier acto de cariño, coqueteando con todas las mujeres que podía... el de ojos azules suspiro sabiendo lo difícil que era que la sociedad aceptara a las personas diferentes, bien lo sabia él.

–Necesitamos un taxi– escucho decir a Mark a su lado– debo dormir por lo menos 8 horas o mañana me veré terrible en la convención–

Castiel se ahorro recordarle que ya había dormido por lo menos tres horas en el avión así que ignorándolo comenzó a caminar hacia la salida llevando un carrito con su equipaje pero cuando iba a llegar a la puerta sus ojos se encontraron son los de alguien familiar

–Vaya... no has cambiado nada, Castiel ¿me recuerdas verdad? – El castaño rio por su pregunta pues desde ya hacía algún tiempo habían estado comunicándose –creí que podrían necesitar mí ayuda así que me atreví a venir a recogerlos–

–Samuel... en las fotografías no te veías tan alto– respondió todavía sonriendo –te presento a mi novio, el es Mark Williams–

–Es un placer soy Samuel Winchester, aunque prefería, como bien sabe Castiel, que solo me llamaran Sam– rio también el joven guiándolos hacia la salida – ¿en qué hotel van a quedarse?–

–En el Oread, Sam ¿verdad? ¿A qué te dedicas? ya sabes, eres muy joven– para Castiel no paso desapercibida la mirada ni el tono que Mark le dirigió al menor de los Winchester, prácticamente se lo estaba comiendo con los ojos

– ¿Cuántos años tienes?

–Pues estoy terminado la carrera de derecho y tengo 24 años– gracias a Dios, Sam no se había dado cuenta fue el pensamiento del ojiazul, realmente no le molestaba que Mark mirara a otros hombres, eso era normal pero ahora mismo estaba admirando al pequeño hermano de Dean Winchester y eso era muy peligroso, pues este era a quien más cuidaba Dean –aquí está mi auto, Mark sube por favor– el nombrado iba a tomar el asiento delantero cuando noto la mirada reprobatoria de su pareja

–Castiel, pongamos sus maletas en la cajuela– llamo el castaño caminando hacia la parte posterior del vehículo

–Me alegra verte de nuevo, Sam– murmuro Castiel mientras ponía una maleta en el auto –se que tuvimos mucho contacto a través de la computadora pero verte otra vez en persona me recuerda cuando éramos más jóvenes–

–Digo lo mismo, no es lo mismo verte aquí en persona que hablar contigo en facebook, ya no puedo esperar para ver la reacción de Dean cuando te vea– aquello lo tomo por sorpresa ¿Sam no sabía que su hermano lo odiaba? bueno, no odiarle pero no es que fuera a lanzar fuegos artificiales precisamente –hoy cuando se lo dije imagine que iba a estar más emocionado–

–Sam... Dudo que tu hermano quiera verme, no nos separamos en buenos términos–

– ¿Qué? pero si ustedes eran los mejores amigos en todo el mundo ¿Qué paso Castiel? Dean... el jamás ha dicho una palabra sobre su separación y cada vez que saco el tema él se enfada– con un poco de tristeza Castiel contemplo como el antes alegre rostro de Sam adquiría una expresión de dolor que a él hizo dolerle el corazón –por favor Cass... necesito saberlo–

–Sam... Tu hermano me odia porque yo lo amo–.

El viaje hasta el hotel hubiese sido en total silencio de no haber sido por el incesante parloteo de Mark, Castiel y Sam contestaban con monosílabos y de vez en cuando asentían con su cabeza. Pronto se encontraron frente al hotel donde la pareja se hospedaría, Sam les ayudo a bajar las maletas y luego de registrarse Castiel le dijo a Mark que necesitaba hablar con Sam, el pelirrojo se despidió sonriendo y antes de seguir al botones que llevaba sus maletas le planto un pequeño beso en la mejilla a Castiel.

Buscando un sitio para poder charlar llegaron al bar del hotel: un sitio grande, pero distribuido de tal forma que tu conversación jamás seria escuchado por los de la mesa de al lado, no había mucha gente así que era el lugar indicado, seguido por Sam, Castiel tomo asiento cerca de una pared y una hermosa camarera les trajo más tarde unas bebidas

–Siento no haberme explicado de mejor forma... pero aun hay cosas que no he superado– murmuro Castiel dándole un pequeño trago a su cerveza –mis sentimientos ya no son los mismos... es verdad que estuve enamorado de tu hermano pero aquello era un error pues obviamente el jamás sentiría lo mismo por mi–

–Ahora comprendo, pero ¿no crees que fue exagerado que te fueras solo porque mi hermano no acepto tus sentimientos? –

–Créeme que esa no fue una decisión nada de fácil, tuve que dejar toda mi vida aquí y partir de cero, sin embargo... ya no podía soportar la tortura de ver como tu hermano se enrollaba con prácticamente todas las mujeres que conocía... tolere la agonía lo que pude pero un día solo estalle y ya ves lo que sucedió... tu hermano se rio en mi cara y me dijo que su padre no había criado maricas– el castaño comenzó a jugar con una servilleta, rompiéndola en pequeños trozos –pero me alegra decir que ya he superado todo eso... tengo un trabajo que me apasiona y un buen hombre que me ama–

–Me alegro muchísimo por ti... me gustaría decir que Dean es un idiota por si solo pero la verdad es que papá tuvo mucho que ver... Dean es el mayor así que fue más duro con él, siempre estuvo diciéndole lo que esperaba de él y pues Dean... solo quería la aprobación del viejo–

–Conozco algo de la relación de Dean con su padre pero no sabía que fuese a ese extremo– murmuro el ojiazul sujetando con fuerza su vaso –eso explica bastante...–

-Castiel, se que las cosas entre ustedes no terminaron bien pero... ya sabes, el es mi hermano y todos estos años he visto su cara pasar de la alegría a la tristeza cada vez que por cualquier razón alguien decía tu nombre– el castaño observo al otro ladeando la cabeza –me gustaría que ustedes retomaran su amistad, se que lo que te pido es difícil pero hazme el favor de pensarlo–

 

Dean se estaba arrepintiendo de no haber aceptado la “sutil” invitación de aquella camarera para que le acompañara a su casa, era obvio que la invitación encubría una propuesta de sexo pero esta noche Dean tenía la cabeza en otra parte, lo que su hermano le dijera en la tarde aun rondaba por su cerebro.

 Estaba sentado en su sala con el televisor sintonizando un partido de futbol y con una cerveza en su mano ni siquiera miraba la pantalla solo había encendido el aparato por inercia pero a cada segundo que pasaba su cabeza se llenaba de todo lo que podía recordar de Castiel Novak, desde su tierna forma de ladear la cabeza cuando no entendía algo (si, le parecía tierna aunque no lo admitiría ante nadie) hasta su empeño en invadir su espacio personal. Dejo la cerveza ya caliente y casi llena en la mesita y camino hacia su cuarto, donde se dirigió al armario, abrió la puerta y extendiendo su brazo saco de la parte de arriba una descolorida caja de zapatos que se llevo a la cama donde derramo todo lo que esta contenía: una gran pila de fotografías que Castiel le había obsequiado cuando aun eran amigos, la mayoría eran de paisajes o cosas que habían llamado la atención del ojiazul pero más al fondo pudo encontrar algunas en las que ambos aparecían sonriendo mientras hacían alguna payasada, se sentó en el borde de la cama sintiendo como se hacía presente aquel vacio que había aparecido en su pecho desde que Castiel se marchara.

 Saber que el ojiazul iba a llegar en cualquier momento lograba hacer tambalearse su tranquilidad, a veces se preguntaba si el castaño seguiría enamorado de él y aquel pensamiento, por mucho que lo negara, lo alegraba un poco, sabía que jamás podría llegar a corresponder sus sentimientos y eso le dolía pues solo anhelaba que Cass fuera feliz... incluso si no estaba a su lado... incluso si ya había alguien en su vida ocupando su lugar... repentina y extrañamente noto como el vacio se llenaba pero no con paz sino de ¿ira? ¿Celos? Aquello era de verdad extraño, procuro quitar de su cabeza todo pensamiento contrario a lo que su padre le había enseñado debía ser un hombre, a él le gustaban las mujeres, no los tipos. Volvió a guardar todas las fotografías y las puso de nuevo en su armario dejando fuera una en la que aparecían Castiel y el apoyados en el capo del impala mientras le sonreían a la cámara. Se desvistió y se puso el pijama o parte de este pues como hacía bastante calor solo se quedo con la parte de abajo, se metió bajo las sabanas y contemplando un rato mas la fotografía la dejo sobre la mesita y se durmió soñando con tiempos mejores cuando no le importaba lo que pudiesen pensar de él.

Abrió los ojos cuando oyó el primer pitido de su despertador, no quería salir de la cama pero la responsabilidad pudo más y lanzando una maldición salió de la cama para dirigirse a la ducha abrió la llave del agua caliente y dejo que el chorro relajara la tensión de su espalda, pero el estrés volvió a apoderarse de su cuerpo cuando oyó que la puerta principal se abría, al principio pensó que se había equivocado pero nada más oír la voz de su hermano llamándole supo que su día empezaría de mala forma, no es que no quisiera ver a su hermano pero Sam no era de las personas que se rindiera tan fácilmente así que se resigno a coger una toalla cerrar el grifo de la ducha y salir a oír lo que su hermano pequeño tuviese que decirle, sin embargo, nada mas atravesar la puerta que separaba el baño de la sala (con solo una toalla cubriendo sus partes intimas) supo que su día (y de paso su vida) estaba irremediablemente jodido pues cerca del estante donde se apilaban todas las fotos y otros recuerdos personales vio al hombre en que se convertiría aquel jovencito que hacía unos años le declarara su amor: Castiel lo observaba con la quijada prácticamente en el suelo, se miraron paralizados un buen rato hasta que la voz de Sam los saco de su parálisis

– ¡Dean, vístete por el amor de Dios! – Exclamo el menor de los Winchester mientras salía de la cocina –no todos queremos verte en pelotas–

Gruñendo una grosería, Dean, regreso por donde había venido aunque esta vez se metió en su habitación y no en el baño

–Siento que hayas tenido que ver ese penoso espectáculo– dijo el castaño acercándose al hombre que todavía estaba clavado en el mismo sitio, Castiel no reacciono hasta pasados unos segundos después, su rostro estaba rojo y sudaba un poco

–Hey, Cass ¿estás bien? ¿Llamo al 911 o qué? –

–Estoy bien, Sam, solo fue la impresión de volver a ver a Dean después de tanto tiempo– respondió ignorando la burla que contenían sus palabras –creo que vinimos en mal momento, no creo que tu hermano este tan feliz de verme en este momento–

–No, solo lo agarramos, como tú dices, en un mal momento– rio Sam tratando de no reírse al recordar la cara del ojiazul cuando vio a su hermano solo cubierto con una toalla “¿solo fue la impresión de volver a verlo después de tanto tiempo?”  Ja, ja, ja y se cree que soy estúpido esa “solo” fue su impresión al verlo en “cueros” –de seguro a Dean ni siquiera debe importarle que lo hayas visto así

– ¿Tú crees?... el es un poco...– alcanzo a decir el ojiazul cuando oyó que una puerta se abría, apareciendo (esta vez vestido) Dean mirando a Sam con cara de pocos amigos aunque aquel gesto duro los escasos segundos que tardo en fijar su mirada en Castiel, recorrió su rostro reconociendo cada uno de sus rasgos, realmente Cass no había cambiado mucho y eso, aunque no lo reconocería ni bajo pena de tortura, le hizo muy feliz pues podía imaginar que en verdad no habían pasado tantos años distanciados

–Cass... me alegra volver a verte– y a pesar de todas las situaciones que el castaño había llegado a imaginar que pasarían si alguna vez volviese a ver a Dean Winchester en ninguna había llegado a ver tanta felicidad en su rostro

 –¿Cuánto ha pasado? ¿Cinco años? –

–Pues sí, ya son cinco años... a mí también me alegra volver a verte–

Dean sonrió y aquel gesto fue como si le hubieran quitado el aire de los pulmones, como si todo el tiempo que estuvo lejos de aquel hombre no significara nada, como si solo hubiesen estado separados cinco minutos y no cinco años– vine a la boda de tu hermano, el me invito­–

Notas finales:

Continuara...


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