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Pet por sleeping god

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Notas del capitulo:

Una disculpa por la tardanza. Tenía mucho trabajo en el extranjero.

Las buenas noticias: llegé muy inspirado para más historias que espero pronto subir.

Bueno, mejor dejo que lean.

-Grimmjow siempre ha sido brusco y torpe, lo sé, yo lo crie.

 

Byakuya no levantó el rostro ni con el comentario de su invitado, aunque debería hacerlo, pues ese joven era interesante en todo sentido.

-déjeme servirle una taza de té-le ofreció-sólo dígame dónde está la cocina.

-no…-disipó su mente para atender como es debido de un anfitrión de su categoría-… déjame traerte uno.

-no hace falta, Kuchiki-san. Permítame. Me disculpará pero me acostumbraron a servir-hace un reverencia que deja muy sorprendido al otro pero que de inmediato se recupera.

-sígueme.

Así lo hacen donde en la cocina le muestra los ingredientes y las tazas. Mientras lo observa preparar el té con seriedad y nada de nerviosismo, sin prisa o cuidado; en un segundo se dio cuenta que lo hacía sin sentimientos, ninguno, en su rostro sólo había una contundente y completa nada.

-aquí tiene.

-gracias, Ulquiorra.

-no hay de qué.

Dio un sorbo a la bebida y le indicó que volvieran a la sala.

-tal parece que Grimmjow no nos acompañará pero me gustaría hacerte unas preguntas-indicó el psicólogo.

-adelante-aceptó el joven de ojos verdes que después de dejar la bebida en la mesa bajó los parpados.

-¿Cómo te sientes?

-a diferencia del resto de mis hermanos yo fui entregado a los 4 años a Aizen, con mi inteligencia sobre el promedio sabía lo que ocurría, que no podía escapar y por los ojos de Aizen-sama que sería su víctima segura. Lo sabía y siempre lo he sabido. Me encerré en mí mismo procurándome liberarme cuando este día llegara, fingiendo quererlo, ser una mascota y ser obediente. Me equivoqué, ahora no puede quitarme nada de eso-abre los ojos, permitiéndose ver al hombre que recibió la violenta confesión de perdida pero que el otro era capaz de saber a qué quería llegar-en resumen y contestando a su pregunta: no siento nada.

Kuchiki escuchó atento, ocupando su lugar profesional para algo que nunca vio tan grave, no creía que mintiera y aun subjetivamente afirmaba que realmente no había nada dentro de ese joven.

-pero criaste a tus hermanos ¿eso no te hace quererlos?-cuestionó brillantemente. Bebió un poco de té para no turbarse a sí mismo con la brutal historia de esos chicos.

-no. Aizen-sama me pidió criarlos y así lo hice.

-¿ya no te importan?

-no-respondió secamente, prestando atención al vapor que subía de la taza, dejándole en la nariz el aroma agridulce de la infusión.

-siendo el favorito de Aizen ¿Qué hacías robando?

-me regaló a otro hombre a quien no le debo respeto. Me fui. Robe porque tenía hambre.

Alejándose un poco de su seriedad preguntó humanamente-¿aun tienes hambre?

-sí.

-permíteme-dicho eso fue a la cocina por algo de pasta que habían preparado para la comida, llevando en una charola una copa de vino y una rebanada de tiramisú de postre. Colocó la comida frente al invitado que sin gesto alguno respondió.

-no hacía falta que me sirviera.

-lo sé. Evita volverme a decir que no estás acostumbrado a que te sirvan. Eres mi invitado y así deben ser las cosas.

-sé cómo deben ser las cosas pero aun así me resulta incómodo-terminada la oración observó un corto tiempo el alimento para empujar la charola a un costado, rechazando comer.

-¿Qué ocurre?

-es de mala educación comer con las manos.

Interesante, se dijo a si mismo Byakuya, ese ojiverde era brillante pero la conducta de mascota hacia estragos con él, sabiendo cómo debía comportarse pero no pudiéndolo llevar acabo.

-puedo enseñarte a usar el tenedor.

-no hace falta. Aprenderé por mi cuenta. Ahora prosiga con sus preguntas, Kuchiki-san.

No insistió más y mejor hizo caso.

-¿Dónde está Aizen?

-no lo sé.

Admitió que le decepciono la respuesta, sin embargo su obligación era mayor al resto de los atrapados.

-¿Dónde están el resto?

-también los obsequió. Yo fui el último. No sé a quiénes o dónde estén.

-Ulquiorra-dijo con tacto, dándose cuenta que en su voz había lastima por el jovencito-puedo ayudarte.

-no, Kuchiki-san, no puede.

-entonces déjame intentarlo-se atrevió a decir. Prefería mil veces ayudar a ese chico que al desagradecido del pantera.

-perderá su tiempo.

-te dejaré solo para que comas-evadió lo dicho y salió de ahí para encontrar a Grimmjow volviendo de la calle, seguramente habiendo acercado a Ichigo al metro.

El clima se puso tenso cuando se vieron. Sin embargo el peliazul avanzó primero, con una actitud altanera y arrogante.

-quiero que te vayas-dijo el psicólogo tajantemente.

-lo haré-le contestó en la cara para caminar de vuelta a su habitación.

Observó al felino caminar sin prisa ni turbación, diciéndose que le falló pues no pudo enseñarle bien, aunque volviéndose a cuestionar si más bien hizo su trabajo demasiado bien pues por todo lo que pasó, por todo lo que pasaron esos niños ¿no era natural un mal comportamiento? Y la lástima que le arrastró a acogerlo surgió de nuevo ante la figura de un muy seguro hombre que por dentro llevaba un vacío en alguna parte, ocultándola bajo su actitud destructiva. Sin embargo ya no había nada que hacer, pensaba recargado en la pared, ahora dependía del mismo pantera mejorar o empeorar, ahora tenía algo que antes no: opciones.

Volvió con la otra mascota que limpiaba con insistencia sus manos mientras frente a él el plato vacío se presentaba, al igual la copa de vino.

-¿quieres algo más?-le preguntó Byakuya.

-no, gracias.

-¿puedo continuar con las preguntas?

-sí.

-¿Aizen te trató como sirviente?

-no, fue mi otro amo. Fue un corto tiempo pero aprendo con rapidez.

Kuchiki tragó saliva al sentirse por fin superado por un paciente, no tenía ni idea de cómo avanzar con él. Aun en su calidad de humano no hallaba una manera de brindarle su apoyo, es como si se cubriera con un manto negro, como unas alas de murciélago que lo encerraban en sí mismo sin escapatoria.

-hablemos sobre tus hermanos ¿está bien?

-sí.

-¿con quién quieres empezar?

-con quien sea.

-escoge tú.

Ulquiorra no se inmutó ante la insistencia del mayor a hacerlo escoger, aunque nunca había hecho eso, así que su mente ordenada le dijo que comenzara con la enumeración que alguna vez les dio.

-Starrk fue el primero en llegar y por lo tanto se convirtió en el perro pero al madurar fue un coyote, después fueron el par de chicas a las cuales consideró un tiburón y un caballo, seguí yo y fui su murciélago, Nnoitra tuvo una suerte parecida a la mía y llegó a mayor edad siendo robado de un convento, siempre lo trató como a una monja o algo así, Grimmjow fue un gato pero al crecer le cambio a pantera, Aporro fue mariposa, Zommari  perdió el juicio desde que llegó, realiza rituales y tonterías que nadie entiende, lo llama como a un brujo pero a la vez es demasiado amoroso, y Aaroniero me atrevería a decir que era el que menos le agradaba pues devoraba todo sin parar, simplemente un glotón.

-¿de dónde sacó esos nombres?

-no lo sé. Aizen tenía un problema muy grave con la gente, no le gustaba convivir con ellos y por eso nos prefería.

-¿si no quieres mi ayuda qué planeas hacer?

Posó sus ojos en el exterior, mirando el cielo azul, recordando la calma de estar recostado en la alfombra y sentir la brisa de las montañas bajo el abrigo de un cielo idéntico filtrándose por las ventanas. Ese tiempo donde no tenía que preocuparse de nada, no tenía que pensar en nada, no tenía que hacer nada. Nada.

-nada-susurró permaneciendo quieto.

El anfitrión se levantó decidido a hacer algo por él, utilizando su imponente porte para tomar una decisión sin su permiso.

-te quedarás hasta que lo decidas.

No hubo respuesta, seguía absorto o totalmente desinteresado en la ventana.

 

Por la tarde el pantera dio con su hermano, permaneciendo el par sin moverse, uno saliendo de la cocina con una cerveza y otro paseando por los pasillos.

-¿Cómo llegaste aquí?-preguntó el felino.

-escape y me trajeron.

-¿Dónde está Aizen?

-no lo sé…-fue empujado contra la pared, tirando un par de fotografías colgadas que hicieron un sonido fuerte al romperse el cristal que las cubría-no me mientas. Tú lo sabes-apretó un poco más el cuello del muchacho que permanecía inerte-siempre protegiste a ese hijo de perra.

-tú también.

-¡cállate!-gritó enfurecido de recordarle el estúpido cariño que le tuvo a quien le quitó 16 años de su vida-ya no soy su gato.

-aun lo eres. Siempre lo serás. Es lo que somos, ya sea física o mentalmente-dicho ello mostró un tatuaje en su pecho, un enorme cuatro gótico el pectoral izquierdo-no fuiste marcado pero así te sientes-apretó el brazo que le sostenía, obligando al peliazul a bajarlo.

-¿no lo odias?-cuestionó con toda la furia que podía pero sin arremeter contra el ojiverde.

-no-siguió su camino y Grimmjow se quedó ahí, mirando su pecho con una cicatriz producto de su primera pelea donde fue incapaz de esquivar un arma blanca y fue Aizen quien lo curó y lo cuidó por días hasta que sanara. Ahora veía a ese mismo hombre dejándole a su suerte con un varón diez años mayor, llevado a la casa y no a un hospital para que sufriera fiebre y alucinaciones durante una terrible semana donde la muerte asechó y seguramente viendo que su cuerpo dejaba de ser de un niño y pensaba, pensaba seriamente en que en unos años no le gustaría más, como quien compra un cachorro y se da cuenta que ya no cabe en la casa y lo hecha a la calle. Sin embargo se dice que el grave error estuvo en no acabarlo pues le debe una vida que planea cobrarse.

 

El murciélago salió al jardín trasero para encontrar al dueño de la casa alimentando a los múltiples peces de colores.

-¿quieres alimen…?-calló al ver la marca de ahorcamiento en el cuello pálido del joven-¿Qué ocurrió?

-sólo un encuentro con Grimmjow.

No habló por un segundo antes de levantarse iracundo.

-le repito-dijo Ulquiorra-conozco a Grimmjow y no tiene por qué enojarse.

-¿Por qué te hizo eso?

-para saber dónde está Aizen.

-pero no sabes dónde está.

-es necio-mintió sin ningún cuidado, tomando algo del alimento y dando a los hambrientos peces.

Byakuya volvió al lado del joven y volvió a sorprenderse de la calma como tallada en su rostro, un rostro bastante atractivo en su blancura contrastante con el negro cabello que lo cubría todo el tiempo y a la vez esos ojos hacían que no creyera que no había vida dentro.

-hay un lugar que quiero mostrarte-invitó al murciélago que le siguió inmediatamente dentro de la mansión hasta la biblioteca privada que poseía-con tu inteligencia estoy seguro que habrá aquí algo de tu interés y hay algunos que me gustaría recomendarte-dijo para que el otro no tomara un par de tomos de filosofía-este sería adecuado para ti.

-¿cuentos?

-así es. Considero que es más adecuado para ti algo de London ¿o prefieres a los hermanos Grimm?

-¿Por qué cuentos?-cuestionó por primera vez en lo que iba de su vida  y, extrañamente, no lo notó.

-puedo darme cuenta que jamás has leído una historia, nunca has imaginado lo que te dicen las palabras. Así que quiero que empieces con algo simple-dicho eso le entregó en las manos una serie de cuentos del autor americano y lo guio a la sala, donde le dio otra taza de té con galletas y observaba como el joven leía con un asombro sólo observable en sus ojos que devoraban las palabras y las absorbían, perdiéndose en ocasiones por la incapacidad de tener un su mente un paraje blanco que jamás vio pero como si estuviera ahí y el mismo sintiera ese silencio mortal (1).

No bebió ni comió, había algo nuevo ahí y le hacía ver lo que no existía, eso que siempre negó pues la vida le enseñó que así como la salvación, justicia y bondad no se presentaban por tanto no existían y todo lo que no viera era etéreo. Ahora algo burdo y simple se le presentaba en un cuentito que contrastaba con su capacidad de analizar la algebra o la física, era ver un espejismo o un embrujo de alguien muerto hacía tiempo le metía en la cabeza lo que se diera la gana.

Lo cerró y dejó en la mesa, sintiendo pesada la cabeza y dándose cuenta que sudaba de la frente y las manos. Se sentía enfermo y sin embargo quería seguir leyendo. Se levantó a tomar la taza y calló sobre sus rodillas.

-¿estás bien?-cuestionó Byakuya yendo a ayudarle-come un poco-ofreció una galleta que rechazó.

-estoy bien. Estoy mareado, es sólo eso-mientras decía esto no quitaba los ojos del libro, queriendo que le liberara el otro para poder tomarlo nuevamente.

-estás temblando.

No lo había advertido.

-te llevaré a una habitación.

-deseo leer otro cuento-pidió nuevamente no dando con la novedad de sus palabras.

Kuchiki tomó el tomo en sus manos y observó con atención al joven que pareciera que salir de su papel le ocasionara un dolor físico.

-leeré en voz alta-anunció sin esperar tener que leer todos los cuentos con la plena atención del murciélago que no daba muestra alguna de emoción sino que su cuerpo lo manifestaba en forma de fiebre y más tarde un dolor de cabeza, agruras y dolor de estómago y pecho. Sin embargo Ulquiorra nunca se había sentido así y le agradecía al hombre que humedecía un trapo y lo colocaba en su frente mientras cerraba los ojos y dormía soñando con aventuras que jamás había emprendido.

 

 

Una semana después de vivir bajo el mismo techo que Ulquiorra, después de negarse a abandonar la casa hasta que el dueño le reclamara más fervientemente, le llamó Urahara para comunicarle que localizó a otro de sus hermanos.

Al ir a la jefatura resultó ser Nnoitra que había sido detenido por golpear a un transeúnte. Se sentó frente a él y ambos ignorando al rubio empezaron a hablar.

-¿Dónde está Aizen?-cuestionó primeramente Grimmjow.

-no lo sé. El muy bastardo me regaló a una anciana loca que murió hace un par de días-si bien lo que le dijo no le ayudó en nada si pudo ver algo que llamó plenamente su atención.

-tu lengua…

-ah, sí-sacó esta para enseñar un cinco gótico tatuado-te salvaste de que te marcara.

Se hizo un silencio donde Kisuke intervino.

-no fue grave lo que hizo así que saldrá libre.

-¿A dónde irás?-cuestionó Jeagerjaquez esperando que no tuviera que vivir también con ese que nunca fue de su agrado.

-a donde sea. Quizá regresa al monasterio. No sé dónde está pero no importa-sonrió con esos dientes que tantas veces le dedicaron una burla implícita.

-que te vaya bien.

-¿Qué demonios significa eso?-cuestionó Nnoitra que en su vida había recibido esa expresión.

-sólo significa que no te jodan en el camino.

-… entiendo. Igualmente.

Se despidieron y no volvió a casa, prefirió caminar un poco aun pensando en su vida pasada y esas mascotas que se liberaban. Más algo le molestaba. Emprendió a pie el viaje al psiquiátrico donde Starrk permanecía, visitándolo por primera vez.

El coyote miraba fuera aspirando volver a su hogar, resoplando de la frustración que era estar lejos de su amo y de sus compañeros.

-Starrk-le llamó para que al girar este diera una leve sonrisa.

-Grimmjow ¿Dónde está el amo?

-eso quisiera saber-dijo tomando asiento en la cama mientras el otro reposaba en el piso aun.

-¿y los demás?

-sólo se de Ulquiorra y Nnoitra.

-no te preocupes, pronto nos buscara.

Grimmjow ni siquiera intentó sacarlo de su error, simplemente no le importaba que así se quedara.

-¿el amo te tatuó?-cuestionó inclinándose al frente en espera de una respuesta afirmativa.

-sí-se quitó un guante de su mano izquierda y continuó-te fuiste antes de que nos pusiera el número.

-¿Qué planeas hacer, Starrk?

-esperar-respondió seguro, sentado, paciente. Era un perro esperando a su amo.

 

 

-¿te aburro, Ulquiorra?

-sí, sinceramente-dijo el ojiverde que miraba con mayor atención la ventana que daba al jardín que a Kuchiki dándole clase.

-tu pediste aprender inglés.

-así es pero he comprendido la lección y el que me la repita hace que me cause aburrimiento-se defendió pues únicamente deseaba saber para leer en ese idioma.

-caminemos para despejarte la mente.

Salieron al jardín, caminando a un costado de lago que retenía a los peces y un pequeño pez dorado.

-¿Por qué ese pez se encuentra aquí?

-es de Grimmjow-respondió el mayor, ya sin importarle realmente el aprendizaje del pantera y más concentrado en el joven de su derecha-se lo regaló su pareja.

-… entiendo. El amor lo describen en los libros como algo grande, sin sentido, tormentoso y hasta doloroso.

Byakuya tardó en responder por volver a sentir esa compasión con un fuerte sentido paternalista.

-es difícil describir el amor, sin embargo todo el mundo lo necesita…

-creo que se equivoca-interrumpió creyendo firmemente  lo que supo por años: el amor abandona a algunos.

-… disculpa si dije algo insensato-se disculpó por olvidar el origen del muchacho-sin embargo realmente lo creo-el ojiverde lo miró, dejándole dar a entender que ahora su vida cambiaba y que alguien le apoyaba.

-ahora parece que yo soy el que debe disculparse por no entenderlo.

-no hay cuidado ¿quieres volver a dentro?

-no realmente-contestó a la comodidad del cálido clima, mejor que el de las montañas y más apacible a su alma que ya no se sentía obligada a no sentir nada.

-leamos un poco aquí, si estás de acuerdo.

-sí, lo estoy.

Tomaron asiento bajo un árbol y escuchando el chapoteo de los peces cuando la voz de Ulquiorra se mezcló. Lo escuchaba atentamente mientras mira como su cabello le acariciaba las mejillas, como sus ojos se desplazaban y los labios se movían, al final no oía mas, absorto en la belleza que el libro intentaba describir pero que no lo hubiera logrado si no fuera por el joven levantaba las palabras a la realidad.

Interrumpió bruscamente la lectura al levantase Kuchiki casi de un salto.

-¿Qué ocurre?

-olvide que tenía algo que hacer ¿está bien continuar más tarde?

-no hay ningún problema.

Se retiró casi corriendo hasta llegar a su oficina donde se recargó sobre el escritorio respirando agitadamente. Se maldecía y regañaba mentalmente por ser tan poco profesional, por no conservarse como todo el tiempo y diciéndose que con esas mascotas se doblegó, primero acostándose con su primer paciente, después renunciando a ayudar al segundo por querer salvar al primero y ahora del tercero se enamoraba. Y eso no tenía perdón, no podría hacer nada por Ulquiorra pues se volvió totalmente subjetivo por el joven, ya no le preguntaba nada que fuera relevante e incluso intentaba un sentimiento, estando a su lado desde que llegaba hasta irse a dormir, y sólo ahora se daba cuenta que estaba siento amor por el ojiverde.

Abrieron la puerta y su hermana menor lo miró con gran impresión a su rostro desencajado y trágico.

-¿Qué ocurre, Nii-sama?

No hablo. Tenía muchas mentiras más jamás le había guardado la verdad a ella, sin embargo temía decirle que estaba sintiendo lo mismo que sintió por su hermana.

-puede decírmelo, Nii-sama-suplicó al ver la duda en su hermano mayor.

-no sé cómo decirlo, Rukia-se frotó la cara, se sentó en el borde del mueble y finalmente comenzó-no creo poder seguir atendiendo a Ulquiorra.

-¿es difícil su trato?-preguntó ella al no poder intercambiar con el joven más que saludos formales y jamás sacarle la más mínima expresión.

-no, es porque… he llegado aún más lejos que con Grimmjow.

Al principio la muchacha no lo comprendió pero al ver como se mortificaba el mayor supo a que se refería y, lejos de molestarse, le entristecía que su hermano no tuviera la felicidad que bien merecida tenía.

-debería decírselo, Nii-sama…

-no, no puedo. Apenas comprende algunas relaciones y creo que sería una carga intentar algo tan drástico. Por ahora le pediré un favor a un amigo para que él lo reciba y lo trate.

-¿está seguro?

-sí.

Rukia lo dejó solo para que hiciera la llamada pero antes de hacerla quiso ver nuevamente a Ulquiorra, queriendo pensar que fue momentáneo el enamoramiento. Lo encontró estudiando la clase, sentado en una silla con los ojos cerrados y la libreta abierta en sus piernas. Maldijo por lo bajo al sentirse a morir por ese murciélago.

- no puedo comprenderlo- profirió el menor habiéndolo escuchado-Kuchiki-san…-abrió los ojos y por alguna extraña razón se incomodó por pedirle algo al amo de la casa, como si en vez de pedir debiera decir algo a la expresión extraña del hombre-¿se siente bien?

-sí, dime qué no comprendes.

Se colocó al costado de la silla donde se encontraba y en vez de preguntar alzó la cara, analizando el rostro del psicólogo, hallando un rastro de la excitación que tenía Aizen al mirarlo, sólo un poco, el resto no podía explicarlo pues era increíble su atención que le ponía. Tembló y se sorprendio nervioso, ansioso y excitado. En su vida había sentido el amor de una persona y no entendía como reaccionar.

-es sobre… el condicional-finalmente dijo volviendo los ojos a las hojas.

-te lo explicaré con un ejemplo.

Tomaron su pluma y sobre sus piernas siendo base empezó a escribir. El murciélago no se movió y por primera vez el calor de otro cuerpo le caló.

-con esto será más fácil-dijo al joven cuyos ojos no se apartaban de él, de manera extraña, miró el ejemplo escrito sobre un conejo y luego al muchacho esperando que pusiera atención más no lo hizo.

Ambos se quedaron inmóviles.

Byakuya al verse detrás del cuerpo pálido se le ocurrió rodearle con una mano y finalmente levantarlo y abrazarlo, dejando a Ulquiorra confundido y extrañado de que recargara su propia cabeza en el pecho del otro, sin entender nada en la absoluto, simplemente dejándose llevar sin expresar nada en su cara, con su cuerpo sintiendo los síntomas. Lo estrujó un poco más para darse cuenta de su fragilidad y al bajar la cara dio con la del otro que no expresaba nada y sin embargo no se negaba. Lo besó y el escalofrió del menor lo recorrió al él también. Volvió a observarlo con los labios húmedos y los ojos fijos y atentos.

-no sé qué debo preguntarte o decirte, Ulquiorra-confesó sin querer soltarlo.

-ni yo. Jamás sentí esto-y por dentro se dijo que no comprendía el que no se alejara con repulsión cuando siempre odio que le tocasen.

Lo besaron nuevamente y respondió a ello con pasión de un amor incomprensible e invisible pero tan fuerte que le dominaba, llevándole a abrazar y acariciar el cuerpo de Kuchiki como nunca lo hizo con Aizen, sin sentirse repugnante de ser desvestido y penetrado sobre un escritorio, lo más increíble era la falta o el lleno del vacío de su alma en el sexo que consensuaba a Byakuya.

-te amo…-profirió Kuchiki abrazándolo mientras se movían en el interior del otro que sólo gemía quedamente y se movía instintivamente al placer y de vez en cuando le besaba-no debería, pero te amo-se disculpó por decirlo y siguió demostrándoselo en besos en el cuerpo entero, caricias y todas las muestras de amor que podía darle mientras se complacían mutuamente en un silencio de voces que permitía a ambos disfrutarlo.

 

Aizen ya no vivía en castillo como se había cerciorado un par de días antes, tampoco dejó otro domicilio y Urahara no tenía pistas de su paradero hasta el momento, además no se presentaban rastros de sus demás hermanos ni ninguna novedad.

-estás distraído-comentó Ichigo recargado en su pecho pare que le cayera también agua de la regadera.

-lo siento-pidió sin saber desde hacía cuando no deba con su pareja abrazada a su cuerpo-no puedo dejar de pensar en Aizen.

-lo encontraran, Grimmjow. Te lo aseguro-le sonrió al peliazul y esta hizo lo mismo, sin embargo  pensaba más en él y lo odiaba por no permitirle estar completamente con Ichigo. Y con ello tuvo una idea.

 

-él no se puede enamorar-le decía el viejo al otro lado del teléfono, no creyendo que su mejor alumno había caído en el peor error y luego de contarle los síntomas era increíble que no dedujera el mismo eso-lo que estás haciendo va más allá de lo profesional.

-lo sé y lo entiendo.

-¿Qué ha dicho él?

-que no puede sentir lo mismo y no haya la manera de mejorarse aunque así lo quisiera-repite con pesar esas palabras después de dormir juntos, dichas con mucha crudeza pero con una melancolía producto de que no sea su propia voluntad el no poder amarlo.

Suspira y le responde al joven-tráelo cuando quieras.

-quiero que le ayude los fines de semana.

La condición altera el ánimo del anciano que no comprende porque no se lo entrega para dejar de verse y no arruinar más el asunto.

-no serás su psicólogo y tampoco puedes ser su amante, no puedes hacer que quiera.

-no se preocupe, ese es mi trabajo.

 

Reunidos a la mesa cenan ambas mascotas y Byakuya, sin la chica pues salió con unas amigas, hay un gran silencio reinado por los problemas de cada quien. El ojiverde lanza una mirada al pelinegro que la sostiene, comprendiendo que hay un cariño que no ha podido salir del subconsciente y que el intenta sacar bajando una mano y tomando la del murciélago que no la rechaza. La tierna escena es acallada por el peliazul que maldice al levantase por el dolor de su espalda, justo donde la camisa blanca tiene manchas de tinta negra.

-¿Qué tienes ahí, Grimmjow?-pregunta Kuchiki.

Jeagerjaquez dirige su respuesta al cuarto con una sonrisa de triunfo.

-a la mierda Aizen y todos ustedes-levanta su playera enseñado un seis gótico, marca de la historia en piel y no en su mente-ya no me importa que no me digas dónde está.

Notas finales:

El 1 puesto en parentesis, hago referencia a "Silencio blanco" de Jack London.

Gracias por leer.

 


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