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Monochromatic por Thai Maqui

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Personajes. Masami Kurumada, Shiori Teshirogi y Toei Animation. All rights reserved.

Notas del capitulo:

Primero que nada una disculpa, si alguien leyó hace rato publiqué un fic que no era.

Este fanfic va dedicado a Katty, que me mando un Pm muy emotivo, gracias linda. Espero te guste tiene a tu pareja favorita, vampiros y mpreg. 

 

Llovía.

No una ligera garúa de esas que te refrescan en un día caluroso, o de las copiosas que te proteges caminando bajo toldos y alféizares, ni siquiera la de grandes goterones que te sorprenden y chocan contra tu rostro. Era el diluvio universal.

Según el reporte del clima hoy sería un día despejado, con un cielo azul y una temperatura promedio de veinticinco grados.

Entonces porqué…

Estaba empapado hasta la punta del dedo meñique del pie y perdido en medio de la nada. Sabía que se encontraba en Japón y que se trataba de una avenida sin nombre. Debería tener alguno pero el letrero estaba demasiado borroso para leerlo.

Miró el patético intento de boulevard. La callejuela de ladrillos tenía una gran fisura, que solo un martillo neumático o un terremoto grado ocho podría ser el causante. Paredes percudidas por el polvo, pintura descascarándose y techos rotos eran los detalles que más sobresalían. Siendo las siete de la noche parecía el escenario de una película de terror.

Tomó su celular y tecleó dos dígitos, antes de recordar que el maldito aparato había muerto ahogado. Muerto, como lo estaría en un par de horas Radamanthys por haberle dado mal los datos y la dirección del cliente. Lo mandaría directo al infierno. 

Hades esbozó una sonrisa cruel que prometía intenso dolor. Estaba debatiendo seriamente la idea, por supuesto lo torturaría por un par de días primero. Sus bellos ojos verdes buscaron cualquier indicio de vida, pero volvió a toparse con el horrible escenario. Seguramente estaba abandonado. 

- ¡Corre, sal de allí! 

Era demasiado tarde, el balde yacía en el suelo, luego de propinarle un buen golpe en la cabeza y el agua maloliente cubría su traje Armani de tres piezas. El refrán llueve sobre mojado adquiría un nuevo significado. 

– Lo siento. Se me resbaló.  

- En verdad lo lamento – escuchó el ruido de pasos apresurados bajando la escalera. 

- Lo siento mucho – su arrepentimiento duró poco.  - Oh tienes un gran chichón – el maldito niñato se estaba riendo, no, carcajeándose en su propia cara.

Por algún motivo incomprensible Hades no se enfadó. Cualquier ser vivo que se atreviera a burlarse de él estaría en ese instante enterrado tres metros bajo tierra. Quizás fuese por aquella risa pura y cristalina. Bastante agradable debía reconocer. O por la frágil y delgada figura, aquel chico se veía débil e indefenso. Un instinto protector que no sabía que tenía comenzó a emerger. 

-  Deja de reírte – dijo con aparente tranquilidad - ¿Vives aquí? 

- Algo así – Ahora la tristeza destilada de sus orbes marrones. A Hades le recordó a su amado can Cerberus cuando lo retaba por alguna travesura. 

- ¿Cómo te llamas? 

- Seiya señor - contestó - y usted. 

- Hades. 

- Hades chan es un lindo nombre – sonrió. Esos hoyuelos consiguieron curvar sus labios. 

- No te enseñaron a ser respetuoso con tus mayores. 

- Mi niisan lo repite todo el tiempo – la punta de su lengua se asomó en un gesto travieso – pero al final solo suspira y levanta los hombros. 

- Discúlpeme – exclamó al verlo empapado. - Quiere pasar, puedo ofrecerle café caliente y una toalla, quizás algo de ropa. 

- No deberías invitar a desconocidos a tu casa. 

- Eres Ha chan no un extraño – la simple lógica llena de tanta inocencia y ternura terminó por sacarle una genuina sonrisa. 

- ¿Como llego a Shibuya? – Preguntó subiendo las viejas gradas. Caminó precavido por el crujido de la madera. 

- Está muy cerca a unas quince cuadras – Hades negó, creía que había caído en un mundo bizarro y post apocalíptico. – Esta zona tiene pequeños callejones como un laberinto, es muy fácil perderse. 

- Será demolida en diez días – confesó melancólico mientras abría la puerta. - Todos ya han desalojado.

- ¿Y tú? – No era su asunto pero la pregunta salió sola de sus labios.

- Mi hermano está buscando donde mudarnos. – Habló mientras sacaba una muda de ropa de la cómoda.

- Pueden servirle, niisan también es alto y muy guapo – Hades apreció el matiz rojizo en las mejillas de Seiya y su mirada avergonzada. Le agradó la cruda sinceridad del joven.   

- Gracias – tomó las ropas y se dirigió a la astillada puerta. Acertó, se trataba del baño. Miró con detenimiento la camiseta y el pantalón, a simple vista le quedarían algo cortas pero era mejor que la sensación a humedad asfixiando su piel.

-  Hades chan te ves bien – Seiya alabó mientras colocaba la despostillada taza sobre la mesa.

El de negros cabellos examinó el contenido como si se tratase de un virus letal o material radiactivo. Hades observó a Seiya parado a su lado sin mover ningún músculo, sus grandes ojos marrones expectantes y ansiosos. Suspiró resignado y llevó la taza a su boca.  

-  Delicioso – tan exigente como era, jamás elogiaría un trabajo mal hecho. Amargo y de aroma profundo, el líquido complació a sus papilas gustativas.

- En serio, me alegro. – Seiya comenzó a mover las caderas en lo que parecía una danza de la victoria. - A nissan no le gusta.

Ya en confianza el castaño se arrodilló a su lado y comenzó a hablar sin parar, una verborrea interminable sobre recuerdos de la infancia y sus excéntricos vecinos. ¿De verdad el señor Morita tenía ochenta gatos y un ratón? Hades realmente lo escuchaba mientras tomada su tercera porción de café.

Nunca se hubiera imaginado disfrutar del monólogo de un chiquillo de catorce años, sentado en un cojín sucio frente a una mesita con ladrillos en lugar de patas. Quizás  tenía algo que ver con la hermosa forma en que el rostro de Seiya se iluminaba. A Hades le empezaba a gustar… mucho.

Eso estaba claro.

 

1. Lluvia

 

- Buenas noches - Lune saludó autómata al escuchar el pitido del ascensor que anunciaba la llegada de un visitante. Todavía con la mirada enfrascada en la computadora.

- Se, sesesesese… ñor Hades.

Por una breve fracción de minutos Balrog perdió el sentido del habla, dejó caer los papeles que se esparcieron por el pulido piso ante la brusquedad que usó para levantarse de la silla.

Su venerado y amado jefe, el epítome de la elegancia vestía unos zarrapastrosos jeans, unas chancletas negras y una camiseta blanca de algodón. Aún así tuvo que reconocer que se veía endemoniadamente sexy.

- Ni una palabra Lune o estás despedido – con todo el profesionalismo que tenía, cerró su boca, compuso su rostro y volvió a prestar atención a su trabajo.    

Hades estaba furioso, la clara advertencia de una muerte prematura destellando en sus ojos verdes. Giró la manija, siendo recibido por un globo color naranja que impacto contra su rostro.

- Que le paso señor – Una asombrada Pandora se acercó corriendo a su lado – Parece un pordiosero y durmió en la basura por un mes - su nariz se arrugó por el fuerte olor a lodo seco.

- ¿Qué es esto? – señaló los ridículos adornos multicolores. 

- Feliz cumpleaños – Habló Minos con tal sequedad que parecía un funeral, después de todo también estaba harto de tanto brillito. – Fiesta sorpresa, todo es culpa de Pandora – aclaró por si hubiera alguna duda.

- Oye – lo golpeó en el hombro. - Solo porque llegué primera y encontré este desastre no significa que tenga algo que ver – sacó una tarjeta de su bolsillo y la entregó a su jefe – para usted Hades sama.

- Disfruta de mi regalo, Julián – leyó para luego romperla. Maldito mocoso caprichoso, porqué siempre perturbaba su paz de las maneras más molestas, el adefesio en su oficina era prueba de ello.

- Lune reemplaza inmediatamente al guardia diurno  – ordenó por el interfono a su eficiente secretario – y recuerda que mi hermano tiene prohibida la entrada – no serviría de mucho Julián siempre se salía con la suya.  

Cuando colgó, pasó los dedos por una guirnalda escarchada sobre el escritorio, sus pensamientos volvieron al revoltoso muchacho. - A Seiya le gustaría.

- Radamanthys donde lo mandaste – secretó la chica asustada - creo que está enfermo – se angustió  cuando vio a su jefe alegre. ¿Desde cuándo sonreía?

- Esa fue la dirección que me dio Kan… – claro todo tenía sentido. Una trampa. Su jefe había terminado en algún lugar de mierda para distraerlo y preparar esa horrenda sorpresa.  También fue su error por no verificar los datos como siempre hacía, pero Kanon estaba tan colaborativo anoche que toda idea coherente se esfumó.

Lo castigaría muy duro por haberlo manipulado, claro si lograba sobrevivir y regresar a casa.

- Señor yo… - el rubio se arrodilló. Su cabeza casi rozando el suelo.

- Perdóneme. – Pidió clemencia por su vida.

- No importa.

- Queeeeeeeeé… - corearon a viva voz. Un milímetro más y tendrían que ir a emergencia por sus desencajadas mandíbulas.

Ignoró la estúpida expresión de sus subordinados. - Necesito otro traje – ordenó con aquel tono que helaba la sangre.

- Manda a la tintorería esta ropa, debo devolverla –Minos asintió, apenas recuperándose del shock.

- Pandora quiero listo mi itinerario cuando salga y bota todos estos adornos a la basura.

Mientras se dirigía a su baño privado Hades esbozó una sonrisa. Sería la excusa perfecta para volver a ver a Seiya.

 

***

 

Cinco días y seguía lloviendo.

La chispeante garua cubría la ciudad, ofreciendo un paisaje de paraguas moviéndose con lentitud. Las luces nocturnas creaban un efecto caleidoscopio al rebotar contra las gotas de agua.  

Su mirada jade se perdió en los finos riachuelos que corría por la luna polarizada. La Sonata para piano número dos de Chopin. La marcha fúnebre y su favorita. Se escuchaba lejana a pesar de encontrarse sentado en la parte trasera de la elegante limusina.

Su Blue Label en las rocas hace mucho pasó a ser whisky con agua. Podía sentir su mano mojada pero no le importó. Su rostro de hermosa frialdad no reflejaba emoción alguna pero Hades estaba preocupado. Por su apretada agenda regresó a aquel desolado lugar dos días después y no encontró rastro de Seiya. Ningún rastro de nada en realidad. Todo fue demolido y convertido en un gran terreno baldío. En solo cuarenta y ocho horas. Qué habría sucedido en realidad.

- Estarás bien – ese pensamiento rondaba su mente y se negaba a marcharse hasta saber la respuesta.

Cuando el auto giró para entrar a una avenida principal lo vio. Seiya estaba sentado en la banqueta de la parada del autobús. Sus piernas balanceándose con suavidad  y sus manos se enroscaban en su pecho, en un inútil intento de mantener su temperatura. Temblaba por el frío y las ropas mojadas.

- Detente – Hypnos obedeció de inmediato. No lo pensó, salió de inmediato a la fugaz lluvia y fue a su encuentro.

— ¡Seiya! - Bajo los mechones cafés empapados pudo ver alivio y alegría. Corrió hacia él, con pasos torpes y atrofiados.

- ¡Ha chan! – Hades se quitó el abrigo y lo puso sobre los hombros del castaño tratando de calentarlo. Cuando sus manos hicieron contacto con la fría piel suspiró aliviado. Finalmente lo tenía a su lado.

- ¿Qué ocurrió? – preguntó mientras retomaban su camino al auto.

- Al día siguiente llegaron muchas máquinas y destruyeron todo… - hipaba. Presa del dolor no pudo contenerse por más tiempo y el llanto se desbordó.

- Mi niisan no ha regresado – confesó después de largo tiempo. – Estoy preocupado, no sé cómo encontrarlo o donde buscarlo.

- ¿Tienes donde ir? – su mirada desolada lo decía todo. Con suma delicadeza posó su mano en la fría mejilla, borrando algunas lágrimas.

-  Te quedarás conmigo – Impuso su voluntad y el menor parecía satisfecho de aceptarlo.

El poco tiempo que permaneció separado de Seiya fue intranquilo y perturbador. Jamás experimentó tal sentimiento de vacío y opresión en su interior. Por primera vez en sus siglos de solitaria existencia Hades necesitaba la compañía de otra persona.

– Buscaremos juntos a tu hermano.

- Gracias – Seiya no pudo evitar el impulso. Se abrazó fuerte al cuello del mayor que no dudo en acogerlo entre sus brazos. El pecho de Hades vibró ante la bella y contagiosa sonrisa, que pronto se transformó en una calmada respiración. El castaño estaba tranquilo, con los párpados pesados por el sueño.

– Pero que podría hacer.

-  Sabes preparar un excelente café.

- Que te parece ser mi asistente – Una fragancia dulzona invadió sus sentidos y su mente reclamó que buscara la fuente.

- Estas herido. – Claro allí estaba. Sangre tibia y brillosa deslizándose por la mejilla de Seiya.

- Me lastime cuando escape – fue lo último que dijo antes de quedar profundamente dormido.

Se inclinó y pasó su lengua por la profunda herida con intensión de cerrarla. Hasta que el intenso sabor explotó en su boca. Se relamió  los labios y volvió a lamer la mejilla limpiando cualquier resquicio. Sabía a ambrosía. Tan deliciosa, exquisita y adictiva…

Hades gruñó, un sonido salvaje, gutural y posesivo. Insana locura se apoderaron de sus ojos ahora carmesí y sus colmillos relucieron como peligrosas dagas. Una primitiva necesidad de hundirse en el cuello del menor y devorarlo por completo se apoderó de él.

- ¡Hades! – Ante aquel grito desgarrador hizo que la niebla roja que gobernaba sus instintos empezara a desvanecerse, mientras con pasmosa lentitud recuperaba la razón.

- Hypnos… gracias -  vislumbró los ojos dorados llenos de preocupación.

Un profundo suspiro de alivio brotó de su garganta. Miró a su acompañante que seguía durmiendo, ajeno al peligro inminente al que fue expuesto. Hades enterró sus dedos en la cabellera castaña, apreciando su suavidad y la dulzura de las pueriles facciones.

- Eres solo un niño – que lo llevaría al borde de la locura. Solo debía controlarse, porqué, aunque muy en lo fondo de su subconsciente sabía que estaría seguro si se alejaba. Hades no podía hacerlo.

Lo necesitaba demasiado.

 

Notas finales:

Absterben proviene del verbo morir en alemán.


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