Sólo un día basto para que se enamorara perdidamente de él. Pero… ¿eso estaba bien? ¿Eso es normal?
Suspiro triste al darse cuenta que era sólo su traviesa imaginación la que lo engaño.
Una muy activa imaginación que jugaba cada que quería con él y en las situaciones menos mencionadas.
Otra vez…
Otra vez sentado frente a la ventana, contemplando la nada del día más frío del año. Viendo y no viendo a los coches pasar frente a su casa, a los jóvenes que planeaban que haría la siguiente vez que salieran juntos.
Todos tenían planes y miles cosas normales por hacer. Pero Tom no, él sólo quería sentarse y lamentarse por la cruda realidad en la que vivía, enamorado del chico popular de la escuela el cual era más que obvio que era heterosexual.
Maldita realidad. ¿Por qué siempre estaba ahí para jodernos la vida? Tal vez para eso existe.
La maldecía mil veces, antes de regresar la vista a su escritorio. Y ahí estaban, todos los trabajos que entregar para el otro día ya que el profesor prácticamente lo odia. Eso lo podía jurar por su vida.
Apenas tomo el lapicero su celular sonó, miro en la pantalla quién osaba marcarle cuando por fin encontró el ánimo de hacer su trabajo.
-Hola Jeremy… -Contesto sin muchos ánimos.-
-¡TOM! ¿Qué paso? ¿Vamos a la fiesta que va a dar Steve?
-No, no voy a poder. El profesor me dejo mucho trabajo por hacer.
-Vamos, no me digas que eso no lo puedes hacer después.
-No. El muy cabrón casi me deja la biblioteca entera por estudia y hacer un resumen mañana.
-¿Quieres que te ayude? No quiero ir sólo.
-¿Y desde cuando necesita mi compañía para ir a una fiesta?
-Es que… va Scarlett… y…
-Ah… ya… -Llevo a masajear su frente con una mano.- Está bien. Te espero en media hora en mi casa.
-¡Bien! Allá te veo…
-Sí, cómo sea… -Colgó sin dejar que terminara de hablar. Suspiro con pesadez cubriendo su rostro.-
.-.-.-.-.-.
Esa misma noche, ambos iban de chamarra y un gorro sobre sus cabezas acercándose al jardín de la casa de su compañero Steve. Otro de los populares de todo el colegio.
Tal parecía que entre populares se conocían muy bien, y era raro que un “normal” se llevara con uno de ellos. Pero ese era el Raro de Jeremy, el único que bien estaba más adentro del círculo de los populares, pero siempre iba con su amigo Tom.
Después de saludar a medio mundo casi a la entrada, aún seguían sin ver algún rastro de Scarlett. Continuaron por el camino hacia la concina, sería el último lugar que irán a recorrer juntos, después de eso cada quién por su lado. Hasta que algo cambio los planes…
-¿Tom? –Una gruesa voz pregunto sobre su hombro.-
Thomas sintió un escalofrío recorrerle toda su espina, nunca contemplo que él estuviera en esta fiesta. Era obvio, Steve y él eran los más cercanos, entrenaban juntos e iban casi a cualquier lugar juntos. Que imbécil se sintió.
-Chris… -Volteo lentamente, sonriéndole como idiota al sentirse atrapado, por suerte contaba con la ayuda de Jeremy.-
-¡Scarlett! –Dijo Jeremy al verla a lo lejos.- Allá está, voy a verla. Los dejo solos… -Dijo con una bien marcada sonrisa en el rostro, a lo que en los ojos de Tom le suplicaba que se quedará, pero, obvio no lo hizo.-
-No pensé que fueras a venir a esta fiesta. –Dijo sonriente Chris con un vaso en su mano.-
-No, ni yo tampoco.
-¿Por qué? –Pregunto dándole un trago a su bebida.-
-Tenía mucho trabajo para mañana.
-¿Y lo terminaste?
-Sí, gracias a la ayuda de Jeremy.
-Oh… Tú y él son muy buenos amigos, ¿verdad?
-Sí. Nos conocemos desde primaria –Sonrío tímido al no saber qué hacer. Esquivaba su mirada que era muy penetrante.-
-¿Quieres ir afuera?
-¿Eh? –Eso lo asusto un poco, pero luego entendió mejor.- S-sí… Vamos… -Sonrío otra vez con timidez, su presencia lo aturdía.-
-¿Estás bien? –Pregunto preocupado al verlo pálido.-
-Sí, no es nada… -Sonrío abiertamente.-
Después de unos minutos de haber encontrado un tema de conversación, se dieron cuenta de que tenían mucho más en común de lo que ya habían hecho el recuento. Lentamente el tiempo fue pasando y ya era la hora ir partiendo de vuelta a sus casas. Sin embargo ahora era Tom quién no quería despedirse.
Aunque fuera triste tuvo que hacerlo. Camino sólo de regreso en plena noche ya que su amigo Jeremy acompaño caballerosamente a Scarlett a su casa, a lo cual dejaba abandonado a su compañero de travesías.
Sin reprochar se fue, ignorando todo a su alrededor, cuando de pronto un golpe fuerte tras su espalda y un abrazo repentino lo saco de sus pensamientos.-
-¡Ah! ¡Mierda!
-Hey, tranquilo…
-¿Chris? ¿Me estas siguiendo?
-No, bueno… -Se rasco la cabeza buscando algún pretexto, pero claramente la cerveza tomada en la fiesta ya le había hecho efecto.- Sí… creo que sí. Vi la calle muy sola y me preocupe de dejarte ir así. ¿Está muy lejos tu casa?
-Algo… Pero… deberías de irte mejor tú, tienes entrenamiento mañana.
-No, ese es Steve. Yo mañana puedo tomarme un poco de descanso hasta el otro día.
-Oh, ya veo… -Sonrío otra vez nervioso.-
-Hey… -Tomo su barbilla con suavidad y la elevo para que lo mirara.- No te pongas nervioso…
-Quién te dijo que estoy nervioso… -Sin poder ocultar el sonrojo de sus mejillas, retiro la mano molesto de su cara.-
-Nadie… Sólo lo veo. –Sonrío divertido ante la timidez que le provocaba.- Ven conmigo… -Esto último atrajo la mirada extrañada de Tom.-
-¿A dónde? –Pregunto con el ceño fruncido.-
-A un parque acá cerca… -Extendió su mano para tomar la de él.-
-Pero… ¿para qué a un parque?
-Oh vamos, no hagas preguntas y acompáñame.
-B-bueno… -Sin decir más se dejó guía por la fuerte y cálida mano del jugador y popular estudiante de la escuela.-
Después de haber recorrido un largo camino, llegaron hasta dónde a Tom le empezaba a ser conocido. Era la parte trasera de la escuela, en dónde muchas veces se veían a los jugadores calentar y hasta algunos entrenamientos pesados cuando eran castigados.
-¿Qué hacemos aquí? –Dijo con un poco de miedo en la voz, manteniendo su ceño fruncido sin dejar de ver cada rincón por sí alguien quería asaltarlo.-
-Te quiero enseñar algo…
-P-pero… ¿es seguro? –Esa pregunta atrajo la sonrisa divertida de Chris.-
-Estás conmigo. No te va a pasar nada… -Tom sonrío un poco más calmado, aunque no dejaba de pensar que esto no iba para nada bueno.-
De pronto se detuvieron frente a un casillero, el cual Chris puso la combinación y abrió la puerta. Estaba vació y muy oxidado, Chris entro y empujo un par de veces hasta que logro abrir una puerta secreta tras el fondo del casillero. Algo que sorprendió mucho a Tom, que miró el interior aún en penumbras, Chris extendió la mano buscando algo en la pared, encendiendo la luz y dejando ver una pequeña pero cómoda habitación para una sola persona.
-Pasa… Ven… -Dijo sonriéndole al ver su rostro de sorpresa.-
-¿Qué es este lugar? –Dijo por fin dando un paso dentro de la habitación.-
-Es mi lugar secreto. Un día lo descubrí y lo adapté para cuando quiero escapar un poco de la realidad y pensar con tranquilidad. –Dijo saliendo a cerrar la puerta, seguido de la siguiente.- Ponte cómodo… -Dijo retirándose la chamarra.-
Thomas miraba todo sorprendido, había una pequeña televisión, una cama con sábanas y almohadas para una persona, un armario igual de pequeño y un frigo bar. Algo que agradeció de ver ya que su boca estaba más seca de que un desierto.
-¿Quieres algo de beber?
-Eh, sí… ¿Tienes agua? –Pregunta que hizo reír al rubio.-
-No, sólo tengo vodka, cerveza o más vodka…
-Bueno… cerveza… -Tomo asiento en la cama.-
-Sale una… -Dijo abriéndola y entregándosela en la mano.- Salud.
-Salud. -Dijo bebiendo casi de un solo trago su contenido.-
-Tranquilo…
-Tenía mucha sed…
-Sí, me di cuenta… -Río viéndolo, tomando asiento a su lado en la cama.-
.-.-.-.-.-.-.-.-.
Un par de bebidas más tarde, una mezcla de cerveza y vodka habían puesto un ambiente perfecto, una charla larga y sin sentido, risas por doquier al bajarse a sentar en el suelo ambos jóvenes.
Lentamente a Tom le estaba entrando un sueño pesado. Apoyo su espalda en la cama, seguido que ir cayendo lentamente a recargar su cabeza en el hombro de Chris. Mismo que miraba divertido el poco aguante al alcohol que este tenía.
Sus labios entreabiertos dejaban pasar un poco de aire a su pecho, en un suave ronquido que le causaba ternura al jugador. Sin embargo, la mente de Chris estaba bloqueada viendo esos suaves labios tan cerca de él.
Su conciencia le decía que era un verdadero aprovechado, pero su inconsciente no escuchaba razones.
Lentamente se iba acercando hipnotizado a sus labios rosados, fundiéndose en su suave beso que apenas era correspondido por el somnoliento.
Thomas despertó con el suave sabor que lentamente se apoderaba de su boca, moviendo sus labios en respuesta al beso que le daban. Esperen, ¿beso?
Abrió más los ojos viendo el bello rostro de su amor platónico cerca de él, besándolo con suavidad, pero sí, lo estaba besando. Cerro los ojos dejándose llevar por la sensación, sintiendo la mano de Chris acariciar su quijada hasta su nuca, atrayéndolo más hacía él profundizando el beso.
Feliz de la vida Tom correspondía sin medir la intensidad de los besos y las caricias que ambos se daban sin detenerse. Lentamente sus prendas fueron saliendo del camino, besando las pieles de sus cuerpos, mismos que quedaban desnudos sobre el suelo.
Con una suave caricia, Chris le pedía permiso de poder acomodarse entre sus piernas, rosando con su firme sexo el de Tom, causando un escalofrío que excitaba aún más sus ganas de hacerle el amor.
Aún sumergidos en las maravillosas sensaciones, no entendían cómo es que habían terminado así, abrazados sobre el suelo completamente desnudos, dejando que las manos del otro de paseara sin pena ni gloria por el cuerpo del otro.
En un suave susurro que Tom le hizo al oído a Chris provoco que los dioses cantaran de alegría, era la más sagrada petición que jamás había escuchado de esa forma tan sensual, cómo sólo él se lo había hecho…
“Entra en mi…”
Christopher se sentía a morir, sólo tres palabras bastaron para que buscara la forma de lubricar más su sexo para cuando fuera a entrar y que así no pudiera lastimarlo en ningún instante.
Coloco lentamente el glande en su entrada, misma que se contrajo asustada al sentirlo, Chris lentamente al tiempo que besaba sus labios iba empujando hacia adentro, logrando meter la corona ahogando un leve jadeo en la boca de su amante.
Con la misma lentitud se iba moviendo su cadera, tratando de no incomodar o lastimarlo, al poco rato su entrada poco a poco se iba adaptando al nuevo intruso, empezando a jadear entre sus labios y cerca de su oído cuando esté se iba a besar fervientemente su cuello.
Así como inicio, así gradualmente iban subiendo de velocidad, sus cuerpos ahora estaban cada vez más húmedos del esfuerzo y de escasez de aire dentro de esa pequeña habitación, con sólo el eco de sus voces al pedir más de ese exquisito placer que ambos estaban otorgando al otro.
Entre caricias y jadeos, sólo se alcanzaban a ver dos siluetas deformes a mitad del suelo en un frenesí de movimientos.
A lo lejos podían escuchar algunas voces, pero continuaban sin prestar atención a su alrededor. El calor extremo estaba asfixiando sus pulmones que en ese momento no importaba más que el placer, faltaba poco.
Thomas no quería dejar de escuchar ese bello gemido que salía de los labios de su amor platónico, ese jadeo a medida que aumentaba las oleadas de su cadera contra su cuerpo, ese bendito perfume del sudor de su piel mezclado con el de él, hacia una única pieza que sólo podía ser obra de algún artista.
Otra vez esa voz hablando, y el toque suave de una puerta… sí, una puerta de madera.
No… nadie podía sacarlo de su concentración, no quería que todo terminara así de la nada, pero… ¿por qué de la nada?
“¿Hijo?”
Se escucha una voz muy familiar a lo lejos hablarle.
¿Cómo es que sabía en dónde estaba?
“Thomas… hijo…”
Lentamente todo iba alejándose, la habitación, su perfume, el sabor del alcohol con la saliva de Chris.
“¿Tom?”
De nuevo llamándolo. No, por favor no… aún no… Se decía al ver lo poco que daba entre sus manos.
Otra vez tocan la puerta con fuerza y ahora sí, abre los ojos.
Todo había sido un vil sueño.
Levanto la cabeza y todo estaba oscuro, miro hacía el frente y levemente podía ver su reflejo junto con el paisaje de la calle a fuera de su casa.
Se había quedado dormido viendo su ventana. Otra vez su imaginación lo había engañado. Maldita realidad.
Maldita y cruel realidad.