1000 times
Estamos de vuelta en el dormitorio y te veo mientras entras en la habitación, la distancia que nos separa me parece asfixiante y cuento mentalmente los pasos que conforman ese abismo entre los dos. Quisiera llegar a ti, realmente me gustaría hacerlo; pero en el último momento me acobardo y sigo guardando mi distancia.
Los demás chicos se han ido por lados diferentes. N, Hongbin y Ravi están en la cocina intentando hacer la cena mientras Hyuk se acomoda cómodamente en el sillón prendiendo el televisor, yo no entro porque soy un desastre en la cocina y sé que en cuanto ponga un pie ahí dentro terminarán corriéndome. Pero en ese cuadro faltas tú, tú eres el que generalmente cocina, después de todo eres el de mejor sazón.
Debo decírtelo.
La sentencia se forma poco a poco en mi cabeza, probablemente salga herido y yo no quiero estar herido otra vez.
Entro en la habitación y tú estás sentado en el piso, de espaldas con tu reproductor de música en una mano y los audífonos en otra, como siempre buscando la canción ideal para el momento. Extiendo mi mano intentando llegar a tus hombros, pero solo sucede un espacio entre mis dedos y tu espalda.
Imagino ciento cinco pequeñas hojas cortantes en una línea entre tu piel y la mía. Puedo sentirlas sin siquiera haberlas tocado y sin siquiera existir.
Volteas a verme y haces un ademán como preguntando el ‘¿qué hay?’ que usas generalmente para mantenernos al tanto de que estás consciente de que vives con cinco personas más y que definitivamente sabes que no puedes ser el mismo de un año atrás.
‘¿Si fueras una chica con quién te gustaría estar?’ Resuena en mi cabeza.
Nadie.
Habías contestado un nadie y justo tuve que hacerlo de la misma manera al ser el siguiente.
Estoy nervioso aunque sé que no pasará nada. Mis ojos se mantienen en el piso porque desgraciadamente no tengo el valor de verte a los ojos, me gustaría decírtelo y poder hacer que todo pasara más rápido, pero es el único secreto que tengo y estoy seguro que es el mejor guardado que tendré.
Eres prohibido Leo, lo sé debido a que siempre has dicho que no te gustaría estar con ninguno del grupo si fueras una chica y es por eso que puedo deducir que si siendo una chica no te gustaría salir con ninguno de nosotros, siendo un chico… No.
Las posibilidades de que eso suceda son simplemente nulas.
Probablemente en otra vida, mis dientes y mi lengua digan todo lo que deben en voz alta, digan lo que he cantado en más de una ocasión.
Yo moriría porque fueras mío, sangraría hasta quedarme seco y volvería a hacerlo cada vez que lo pidieras.
No me importaría, en realidad no lo haría y me gustaría volver mil veces.
—Leo—llamó con voz suave y tus ojos penetran mi cuerpo. No te veo, pero puedo sentir tu mirada calar en todos lados, buscando mis ojos tal vez.
— ¿Qué pasa Ken? — Tu voz sedosa sale en forma de pregunta mientras te quitas los audífonos.
Y hay un espacio de silencio solitario mientras decido si hablar o no.
Al final no importa, me repito mentalmente, podrías hacerme esperar por siempre, podrías empujarme y darme un seco y solitario nunca. No me importa, realmente no me importa porque es seguro que regresaré mil veces.
—Nada—. Contesto y me cambio frente a ti, que has vuelto a poner aquellos objetos en el lugar al que pertenecen.
Tus oídos.
Niego con la cabeza y me recuesto en la colchoneta que funge como cama.
Tú también te has acostado y en un acto de valentía se me ocurre acurrucarme en tu pecho. Escucho el sonido de tu corazón y la respiración se compacta en tu pecho, mientras escucho que tarareas una canción.
Cierro los ojos y me dejo llevar por el suave momento; no me has alejado y eso mantiene mis expectativas altas.
Si tan sólo pudiera decirte lo que siento por ti, de seguro tendría un lugar en la habitación de Ravi y Hyuk por el resto de mis días dentro del grupo.
Depositas un suave beso en mi frente y juro que es un beso de buenas noches, lo haces y es porque somos amigos. Volteo a verte y deposito un beso en tu mejilla, sonríes porque lo tomas como lo que tú me diste aunque no sea así y es entonces cuando me muevo de ese cómodo lugar; si sigo ahí, estaré frito para las dos de la madrugada y ya es la una y media.
*-*-*-*-*-*
El amor es como una cárcel.
¿Acaso has encontrado a alguien?
N abre la última carta que ha llegado en éste tiempo, siempre van dirigidas hacia él y hasta que no pasa el supuesto control de calidad que él ha impuesto, no nos hace saber lo que mandas decir.
Ya no es una pregunta, has encontrado alguien.
Te fuiste hace medio año, todo pasó tan rápido que ninguno de nosotros pudo decirte que no, el grupo estaba teniendo un descanso y tú tenías la oportunidad de ir a tomar clases de composición en otro lado. Estabas entusiasmado y yo estaba triste, pero aun así juré que guardaría mis palabras para que cuando regresaras no tuvieras un mal rato.
Y para que yo no tuviera un mal rato mientras viajaba por esa larga espera. Pero habías encontrado a alguien y no había hecho nada para evitarlo.
Me mantengo animado mientras N termina de leer la carta, contento de que hayas encontrado a alguien y seas feliz con ella, ¿o tal vez con él? Mencionas su nombre un par de veces en el correo, pero no puedo distinguir nada.
Como en silencio y espero a que los demás salgan para ir hacia el cuarto de baño y encerrarme a llorar.
N lo sabe y juraría que los demás se han dado cuenta también. Cargo el dolor y lo dejo correr en forma de lágrimas, pero no se va; no importa cuánto sea lo que llore, no importa en los brazos que llore, porque no va a irse.
Porque te perdí.
*-*-*-*-*-*-*
N me ha abrazado más de lo necesario y Hongbin me ha pedido que salgamos un par de veces desde entonces, Hyuk se ha llevado la desilusión de su vida y yo he negado con la cabeza.
No necesito esto.
No necesito que las personas sufran a causa mía solamente porque yo no pude detener a la persona que más quería.
Tal vez en otra vida no necesite que alguien más me consuele por el tiempo perdido, y tal vez tampoco necesite resignarme a perderte a manos de otra persona.
—Leo llega hoy—dice Ravi y todos volteamos a verlo—. No… Él no viene solo.
Lo dice por mí, porque no me quiere ver lastimado o traicionado cuando vea llegar a mi compañero tomado de la mano con otra persona.
—Está bien—, contesto como un autómata, N vuelve a rodearme con sus brazos y tomo la decisión de no llorar ese día. Tomo la decisión de no llorar más por Leo, pero algo me dice que cuando lo vea llegar toda esa resolución va a irse al carajo y lloraré como un niño pequeño perdido en el supermercado.
Yo moriría por hacerte mío. Y sangraría hasta quedarme seco todo el tiempo.
No me importa, no me importa, porque regresaría mil veces.
Podrías hacerme esperar por siempre. Podrías empujarme y decirme que nunca me querrás, pero no me importa, realmente no me importa, porque estoy seguro que regresaría mil veces.
*-*-*-*-*-*
Has llegado.
La chica es preciosa, su cabello negro le llega a los hombros y no es la supermodelo pero es simpática y tiene una bonita sonrisa. Apostaría a que te hizo sonreír la primera vez que te vio. Sin necesidad de decir nada, solamente por haberte sonreído.
Asiento con la cabeza al líder y te abrazo efusivamente, mientras que a ella la saludo con un beso en la mejilla, no apto para asiáticos. Pero ella no es asiática, así que me he tomado esa libertad.
La has dejado en un hotel y te hemos secuestrado unos momentos. Y es ‘unos momentos’ porque es más que seguro que volverás a verla en unas horas más y vas a sonreír y te vas a ver más radiante de lo que te ves ahora.
‘Déjalo ir’, me digo mentalmente y muerdo mi labio inferior un par de veces para que las palabras se queden dónde deben. Para que no me engañe una y termine cediendo a mis sentimientos o termine llorando.
Me ves una y otra vez, y le preguntas a N por qué estoy tan callado. Me lo has preguntado a mí, pero no te he contestado, así que has optado por hacerle las preguntas al líder; te veo de reojo y analizo lo que eres ahora.
Hablas más, sonríes más… Eres más en muchos sentidos, que aún no sé a cuál aferrarme o por cual dejarte ir.
Has accedido a dormir en el departamento el día de hoy, mañana verás a la chica.
Tomas el lugar de siempre en el dormitorio y hay una escena que se repite en mi cabeza una y otra vez, es como un disco rayado.
No quiero decírtelo, no voy a decírtelo, porque nada puede ser peor que el peligro de perder lo que no tengo ahora. Y yo podría comprar este minuto, aunque es tan malo que quiero gritar que yo moriría porque fueras mío. Sangraría hasta quedarme seco cada vez que tú lo pidieras.
Pero no me importa.
Puedes hacerme esperar por siempre, mandarme lejos y decirme que nunca me amarás, pero no me importa, no importa porque regresaría a ti… Regresaría a ti mil veces.
Me estoy engañando.
Tus ojos están en los míos. Están ahí porque he dicho tu nombre y tú simplemente has reaccionado, tu ceño se frunce y pronto una sonrisa juega entre tus labios; bajo la mirada y me encuentro con las lágrimas peleando por salir, debo ser fuerte y contestarte una vez más.
—No es nada, déjalo—digo y te sonrío.
Me estoy engañando.
Al final no puedo tenerte y fue porque jamás te lo dije.
Pero volveré a ti cada vez que me llames aunque eso cause confusión y dolor.
Volveré a ti mil veces.