“Por favor para, esto no tiene que seguir así...” Se decía a sí mismo mientras trataba de sacar toda su fuerza de voluntad y no dejarse llevar por la tristeza que lo consumía desde que supo que no podría amarlo. ¿La razón? Ambas familias, la suya y la del menor, y la sociedad se lo prohibían. Pensaba que quizá era mentira aquello que escuchó de los labios de su amigo, su amado; después de todo no podría ser más que una alucinación de él, sobre todo porque compartieron el mismo oxígeno por escasos segundos.
FLASHBACK
Sentía cómo su pecho se oprimía al sentir la enorme angustia que le causaba el saber que, quizás hoy, perdería todo lo que le quedaba.
Cuando hubo llegado a su destino, revisó su celular y llamó al primero que tenía en su marcado rápido, esperó a que la otra persona le contestara.
- ¿LuHan? –Preguntó una voz varonil al otro lado de la línea.
- Ya estoy aquí. –Contestó con la respiración entrecortada mientras apoyaba una de sus manos en una pared cercana para poder calmar su agitación causada por haber corrido un largo camino.
- Está bien, entonces saldré en un momento. –Dijo cortando la llamada la otra persona.
- JongIn... –Pronunció casi en un murmullo mientras recuperaba su respiración normal.
Era la primera vez que se enamoraba, sobre todo de un chico, alguien de su mismo género y que iba a viajar al extranjero en pocos días para nunca más volver a la ciudad en donde se encontraban actualmente. Desde que supo esa fatal noticia, no paraba en cuestionarse a sí mismo cuándo se lo iba a decir, decirle sus sentimientos y lo importante que era para él.
- ¿Lulu? –Aquella grave voz se hizo escuchar, esa voz que cada vez que pronunciaba su nombre le hacía estremecerse de pies a cabeza y delirar internamente.
- Estoy bien. –Dijo cortante al sentir una de las manos del otro sobre su hombro izquierdo, “Después de todo, la realidad es otra”, se dijo a sí mismo.
- Entra. –El menor abrió la puerta y le invitó a entrar a su casa.
- No es necesario, solo dime lo que tengas que decir, aquí y ahora... –Otra vez sonaba cortante, no quería que él supiera de sus sentimientos después de todo.
- Lulu... –Murmuró, dudando si decirlo o no.- ...Yo te amo. –Dijo JongIn para luego aprovechar de dar un casto beso al mayor que se encontraba asombrado por su declaración.
No pudo más que apartarlo bruscamente de él, y mirarlo desconfiado, nunca antes le había demostrado más que amistad y ahora le venía con tal declaración. No se lo creía, sobre todo no lo quería creer, no quería tener la esperanza de que quizás puedan estar juntos. Tenía miedo, miedo del rechazo de los demás y miedo de amar a alguien que estaba prohibido.
- No te puedo corresponder... –Dijo tratando de aguantar que cristalinas lágrimas cayeran por sus blancas y pálidas mejillas.
- Pensé que tú también me amabas. –Tartamudeó, confundido y aturdido el menor, quiso abrazar a LuHan pero este retrocedió un paso, claramente para que no se acercara a él.
- Lo siento... –Dijo antes de comenzar a correr a la dirección opuesta de donde se encontraba JongIn.
El menor corrió hasta que no sentía ya, las suficientes fuerzas para seguir y entró a un edificio de apartamentos, tomando las escaleras para subir hasta el último piso, no sabía que JongIn lo seguía unos cuantos pasos detrás suyo, estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de la presencia del otro.
FIN DEL FLASHBACK
Sintió como alguien lo jalaba de su muñeca derecha, cuando volteó ligeramente, vio al menor con el rostro mojado, levantó un poco su vista y se dio cuenta de que estaba lloviendo. Ambos mojados en la terraza de ese edificio, ambos queriendo estar juntos, pero LuHan no era lo suficiente valiente como para enfrentar los desafíos de ese amor.
- Déjame ir a un lugar tranquilo. –Dijo con su suave voz, soltándose delicadamente de la mano que lo sujetaba.
- Tu también me amas, ¿Cierto? –Preguntó el menor, esperando a que le afirmara el otro chico.
- Sí, pero no podemos estar juntos en este mundo. Está prohibido para nosotros. –Respondió con cierta tristeza el mayor, para luego dar un paso hacia el vacío, sin previo aviso.
- Iré contigo. –Se apresuró a decir JongIn mientras daba, él también, un paso hacia la nada.
Ambos cuerpos caían desde la terraza, el menor abrazando a LuHan, protegiéndolo de todo dolor. El tiempo se volvió lento para ambos pero, aún así, terminaron de caer. El chocar de sus cuerpos contra el pavimento provocó un sonido fuerte, seguían abrazados con los ojos cerrados y con un charco de sangre que comenzaba a esparcirse, de apoco, alrededor de ellos. Pero, a pesar de todo, estaban sonrientes al saber que ahora estarían en un mundo donde se podrían amar sin restricciones.
En la casa de la familia Kim, la señora se encontraba descansando en el sillón. Prendió la televisión para poder distraerse un momento de sus problemas. Al cambiar los canales, dejó en uno de noticias, la razón es porque la foto de su hijo y de su “amigo” estaban en la pantalla del noticiero, una reportera apareció en lo que parecía una escena de crimen y daba datos sobre el acontecimiento.
“Estamos en el lugar de los hechos, según los investigadores que nos informaron, hubo un suicido doble. Al parecer la causa fue porque los padres de ambos jóvenes, prohibían a sus hijos estar en una relación sentimental entre ellos.
Una trágica pérdida para las familias de los jóvenes. Esto da a la comunidad coreana con qué reflexionar sobre este tipo de relaciones que, hasta ahora, el gobierno coreano no ha podido dar una opinión clara sobre las relaciones homo-...”
La señora apagó la televisión, todavía conmocionada por la noticia, su vista se volvió vidriosa. Se arrepintió de haberle ocasionado aquello a su único hijo. Sus lágrimas no tardaron en caer por sus mejillas, cayó de rodillas en medio de la sala y encogió su cuerpo tratando de aliviar el gran dolor que sentía en su pecho.
- Lo siento hijo...
- JongIn, ahora podemos ser felices, ¿Cierto? –Preguntó, sonriéndole tímidamente mientras lo abrazaba, aferrándose a la espalda del menor.
- Lulu, ya nada ni nadie nos separará. Ahora nuestro amor es libre así como nosotros. –Respondió, tomando la barbilla del más bajo con su diestra y acercando sus labios a los rosados labios del otro, para finalmente, fusionarse ambos en un suave y dulce beso.
“Ya nada ni nadie nos separará...”