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I finally found you... por Dark Engel

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Notas del fanfic:

Hola a todos, hace tiempo que no venía por aquí pero bueno... nueva historia, no me voy a perder tanto tiempo desde ahora.

Notas del capitulo:

Como muchos saben y han leído mis historias, casi NUNCA escribo nada largo jaja eso ya lo saben, esta no es la excepción. A leer y ya dirán... 

Quería escribir esto desde hace tiempo, estaba en mi mente y lo veía una y otra vez, tenía que sacarlo y acá esta ;)

La luz le daba de lleno en la cara y no sabía si era un sueño o un recuerdo.

 

Los ojos le picaban, el sol parecía estar en su punto. El cabello le cayó por el rostro y se lo quito, miró fijamente a la figura que parecía divertirse con su confusión. No sabía quién era, solo que se habían encontrado en aquel lugar, el parque que estaba cerca de donde tenía clases de tenis. 

 

No le gustaba el tenis, lo odiaba pero mamá decía que tenía que practicar un buen deporte para mantenerse activo, ¿Qué significaba todo eso? ¿Era bueno? No sabía, apenas había cumplido los trece y realmente, poco le importaban esas cosas.

 

Le gustaba aquel lugar, era bueno poder respirar y alejarse de todo. Pero aquel niño que se había encontrado allí era una buena compañía. Interesante. No le había hablado al principio porque le daba cierta vergüenza. Era rubio y con el cabello algo largo para un niño, al menos esa era su teoría.

 

Eso no importaba, su cabello era bonito, como el de una chica.

 

Brillaba cuando corría, corrían a esconderse uno del otro. ¿Por qué? Buena pregunta. No hablaban mucho y él otro chico parecía no querer hacerlo, pasaban tiempo mirándose y riendo de la nada. El rubio usaba su hombro como almohada, le incomodo un poco al principio pero luego… luego no.

 

Él tenía una bonita sonrisa, una bonita cara y… todo en él era sorprendentemente agradable.

 

No era un sueño, para nada lo era. A la mierda los planes de creer que aquello que recordaba era un sueño, hubiera sido un estupendo sueño. Era un recuerdo que lo perseguía.

 

Soñaba siempre que estaba junto a él, como antes, como cuando eran niños.

 

Ahora él debía ser mucho mayor, habían pasado más de diez años, Sam despertaba de su sueño como cada noche y se tomaba un poco de agua. Deseaba conocer a aquel chico, aquel rubio. Nunca supo siquiera su nombre, no sabía cómo empezar a buscarlo.  Sin pistas, ni una mínima esperanza de volver a verle.

 

Eso apestaba.

 

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

 

La comida que había pedido había llegado y estaba listo para dormir, aquel fin de semana no fue lo que esperaba. Creí que me iban a enviar a revisar una sucursal en otra ciudad, por eso cancele mis planes y dije a mis amigos que no me llamasen. Muy bueno para mí.

 

No hubo viaje, y obviamente, mis amigos eran tan obedientes que no me llamaron. Y sentía… cierta vergüenza para llamarlos yo.

 

“Parece que alguien no viajo jaja”

 

Idiotas, riéndose a mi costa. El mensaje era de Alex, uno de mis mejores amigos, no sabía como pero así era.

 

“¡Idiota! ¿En qué andan?” Mande mientras empezaba a comer.

 

“En el club, pensamos en ti ahora que vemos tanta variedad por aquí. ¿Te vienes?”

 

Analice la situación, tenía comida china y noche libre. No había mucho que pensar.

 

“¿En qué club están?”

 

“En el que fuimos la semana pasada, te esperamos”

 

Termine de tragar y deje la comida en la mesa, me puse ropa más… decente. Busque mi chamarra negra, busque dinero y mi billetera, sonreí para mis adentros, en mi billetera habían unos papelitos que había olvidado de mi salida pasada.

 

“Ana”, “Crista” y otros más.

 

Los tiré en la basura y salí. Mi celular marcaba las diez y media, me tomaría como media hora el llegar y luego, quizás, me quedaría hasta las cuatro o cinco. Dependía de que tan bien me fuera.

 

[*]

 

-¡Samy! –exclamo Alex al verme llegar- pero mira nada más quien está aquí.

 

-No te burles o les cuento a todos el día que fuimos con Janeth a aquella fiesta y…

 

-Tranquilo –subí las cejas y sacudí la cabeza- ¿Por qué tanto odio?

  

-Jodete.

 

-Vamos, Marcos y Dana no tardan en llegar –me informo.

 

Estaban Daniel, Carly, Jasón, Alana, Mike y otros más, un buen grupo para salir… salude a todos y fui a la barra a pedir algo que calmara mi sed.

 

-Me das una cerveza, por favor –pedí al barman. Un chico de unos veinte años que me sonrió y pensé, estaba bien y yo no tenía por qué llegar temprano a casa. Rubio, de ojos oscuros y buen cuerpo. Pague y le guiñe el ojo. Sonrió aún más y atendió al otro cliente.

 

-Mira nada más, parece que alguien ya tiene la noche asegurada –Alana se rió y choco mi botella con la suya.

 

-No esta tan asegurada –sonreí y vi alrededor, habían muchas chicos y chicas que parecían ansiosos de pasar una buena noche, mis ojos captaron un rubio que reía con sus amigos. Este rubio en especial, me resultaba familiar pero no recordaba de donde exactamente lo había visto.

 

Había algo que me llamaba a él, solo podía ver como bailaba y sonreía, tenía una linda sonrisa. Y el pelo algo largo, no tanto como para pensar que era una mujer pero… le quedaba bien. Su mirada se encontró con la mía y mi mente me jugo una mala pasada.

 

Tenía la impresión de saber cómo se sentía su cabeza cuando se apoyaba en mi hombro, como sus mejillas se coloreaban cuando sonreía. Era imposible que eso hubiera pasado, porque no recordaba haberlo conocido ¿O sí?

 

Me resultada vagamente familiar y conocido. Cuando se dio la vuelta y su cabello ondeo, me di cuenta.

 

¡Era él!

 

Se parecía mucho al chico que recordaba de mi infancia, aquel que muchas noches me robaba el sueño.

 

Lo seguí sin saber la razón, fue más instintivo que otra cosa porque no supe en momentos mis piernas me guiaron hacia él. Los colores de las luces me cegaba por momentos pero la sensación de adrenalina estaba presente, lo había perdido.

 

Me pregunte que tal lejos podía ir, el club no era exageradamente grande pero no ayudaba que hubiera tanta gente. Me empecé a impacientar porque no lo veía de nuevo. Un par de chicas me guiñaron el ojo pero no las vi realmente, estaba más preocupado en otra cosa.

 

Me adentre en otra de las secciones del club, una que parecía ser para probar otro tipo de cosas, el humo que había indicaba que por allí ya habían pasado con hierba o algo así, no reconocía el olor porque la idea de drogarme no me seducía.

 

Encontré los ojos que me hicieron perder el control en un rincón, no estaba fumando nada, solo tomaba un trago. Seguro whisky o vodka.

 

Los ojos eran grises, los labios eran carnosos y parecía que él también me había reconocido. Sus labios rojos luchaban por mantener la seriedad, pero ahora sonreía. Me acerque, el chico no se movió de donde estaba. ¿Me esperaba?

 

Wow.

 

No hubo palabras, me acerque y lo atraje hacia mí. No se resistió, se mordió el labio y quede prendado de ese rostro. Si, ya había encontrado al chico de mis sueños.

 

Quise hablar pero él puso un dedo sobre mis labios, suspire y me levante, lo tome de la mano y enlazo sus dedos con los míos. Su cabello rubio se dividía en dos partes y enmarcaba su hermoso rostro.

 

-¿Cómo te llamas? –pregunto, su voz fue baja y lo dijo cerca, muy cerca de mi oreja. Acariciando cada palabra y pareciendo disfrutar que lo haya ido a buscar.

 

-¿Sam y tú? –respondí.

 

-Espere años para saberlo –me dijo mientras parecía analizarme, lo observe sorprendido- Leo, me puedes llamar Leo.

 

-Bueno Leo, ¿Bailamos? –pedí.

 

-Claro. –Le quise guiar adonde todos estaban bailando pero se quedó quieto- ¿no te molesta si te doy una mejor idea?

 

-Depende de que sea –conteste algo confundido.

 

-Ven –coloco su mano en mi mejilla y sonrió mientras yo lo atraía hacía mí.

 

-¿Cuál es tu idea? –juro que creí que iba a besarme pero se desvió y me hablo claro y lento.

 

-Vamos arriba.

 

Aquel club tenía más pinta de ser un prostíbulo ¿Por qué? Tenía tres pisos y en el de abajo estaba lo que podríamos llamar “normal”, dependiendo claro, cuál era la idea de normal para cualquier persona… lo común que tiene un bar y esas cosas. En el segundo estaba lo que llamaban el espacio especial, allí iban las parejas o grupos que querían estar solos y tener su “intimidad” bien podría ser mejor ir a un hotel, motel o cualquier cosa pero aprovechando que estaba aquella zona, decidían quedarse allí.

 

Había bastantes cuartos, como era la primera vez que había ido a aquel lugar no sabía si se pagaba o algo así. ¿Tenían permiso para eso?

 

-Si tienes suerte, encuentras un lugar y entras –me indico y guió. Los guardias no reaccionaron al ver a dos hombres, ni siquiera reaccionaban a una pareja y una chica que los acompañaba. Debía ser algo común o normal.

 

-Tenemos suerte –susurre al ver una habitación que tenía la puerta abierta, allí no había tanto ruido, más bien había una especie de música de fondo, era hipnotizante y no estaba seguro de haber oído esa canción antes.

 

-Espera –me detuvo, entro y salió a los segundos- primero verificas que este libre, esa no lo está. Aún hay gente ahí.

 

-Oh –fue lo único que dije.

 

-Esta está libre –dijo y yo sentía como si estuviese en el lugar donde filmaron el cuervo. Tan sombrío pero interesante. Definitivamente, tenía algo mal en la cabeza.

 

Pasamos y definitivamente, no era como me la hubiera imaginado. Era bastante espacioso, de paredes oscuras suponía, tenía una cama grande y recientemente ¿Cambiada? Guau. Eso era nuevo.

 

Había un cómodo sillón en el rincón y… condones en el mueble que estaba al lado del sillón. Me estremecí, ese lugar era extraño pero no me sentía fuera de lugar sino me parecía… no sabía que me parecía del todo pero me agradaba.

 

-Sam –voltee y Leo cerraba la puerta.

 

Lo tome por la cintura y acerque nuestros rostros, sus mejillas estaban un poco coloradas. Ardían. El tenerlo tan cerca era la personificación de mis sueños, no se apartó cuando fui bajando mis manos hacia sus caderas. No desvié la vista de sus ojos, eran bonitos. Coloco sus manos en mis hombros, suspirando, me moría por besarle.

 

Pero quería impacientarlo, sus labios buscaron los míos, sonreí. En vez de besarle, me aparte y fui desabrochando su cinturón. Gimoteo. Tomo mi rostro en sus manos y con sus dedos fue bordeando mis labios. Cerré los ojos, podía sentir un cosquilleo al tenerlo tan cerca.

 

No pude evitarlo y esta vez, lo bese yo, moviendo mis labios contra los suyos como si no hubiera aquel mañana que no esperaba. Me quito la chamarra y rodeo mi cuello con sus brazos, mordí sus labios. Eran carnosos y los saboree, escuchaba como su respiración se aceleraba y la mía también.

 

Hundí mi lengua en aquella boca, la suya salió al encuentro. Sus dedos se hundían en mi cuello buscando más contacto, dolía un poco pero no era tan relevante. No sé si me estaba haciendo masoquista pero eso que hacía me ponía más.

 

Me gustaba un poco.

 

Me separe, sonriendo como estúpido. Quería quitarle todo lo que llevaba puesto, para poder verlo, tocarlo, todo lo que estuviera en mis manos. Lo lleve hacia la cama, más bien, lo empuje. Se quejó, fue quitándose los zapatos y las medias, mientras se sentaba y me tiraba hacia él. Su rostro era como lo recordaba, con ese algo que me hacía querer tenerlo y jamás perderlo.

 

Su cuerpo tan cerca del mío me provocaba y me cegaba. Me quite mi polera, seguido de mis zapatos, las medias y me colocaba arriba de él.

 

-¿De verdad me recuerdas? –su aliento me cosquilleaba cuando hablaba tan cerca de mí. Olía a chicle… ¿de frutilla o menta? Nunca he sabido diferenciarlos.

 

Asentí y fui colando mis manos dentro de su ropa, tocando su piel, se estremeció y arqueo la espalda dándome más espacio. Mordisquee su lóbulo y mordí su nuca, le ayude a quitarse la polera mientras acariciaba sus costados.

 

Gimió bajo, apoye todo mi peso sobre su cuerpo, no era delgado en demasía. Tenía el estómago plano y los primeros resultados, de los que debía ser sus visitas al gimnasio. Volvimos a besarnos y atrape su lengua con mis dientes, con mis dedos fui acariciando su cabello. Sedoso y bien cuidado. Olía como a dulce… grabe ese olor en mi memoria.

 

El choque de nuestras pieles, me produjo un escalofrío para nada desagradable. Me mordí el labio y le quite sus pantalones. Al bajarlos, me cambio de posición, fue bastante rápido… me sorprendió pero lo deje. Movió sus caderas contra las mías, estaba consciente que no tenía tanto auto control para tomarlo de una vez o mejor dicho, violarlo.

 

Su lengua trazo un camino desde mi cuello, donde dejo un par de marcas que luego tendría que asegurarme de ver si eran notorias. Me gustaba y mucho. Estaba jadeando y queriendo que su boca estuviera mucho más abajo.

 

Mi entrepierna estaba con muchas ganas que de ser atendida pero quería que todo el proceso durara y lo recordara. Que valiera la pena. Pellizco mis pezones y… era como si tuviera algo debajo de la piel porque me cosquilleaba y se sentía genial. Sorprendente.

 

Bajo mi bóxer lo justo para liberar mi miembro, lo tomo con una mano y empezó a lamerlo, demasiado despacio. Era torturador pero sencillamente exquisito. Momentáneamente se separó y se quitó lo que le quedaba de ropa y quedo desnudo encima de mí. Empuje mis caderas contra sus glúteos, ansioso. Leo volvió a lo que estaba y mi erección desapareció en su boca, bendito sea, era maravilloso.

 

Su lengua subía y bajaba, yo gemía y movía mis caderas. Empujándome cada vez más dentro de su boca, hundiéndome. Deseando acabar de una vez, ahí dentro de su boca pero quería terminar en otra parte.

 

-Espera…

 

-¿Si? –pregunto.

 

-Ven aquí –le indique. Se inclinó y rozo todo mi cuerpo con el suyo. Debajo de la almohada había… lubricante y condones. Me reí y me fue besando, lentamente y asegurándose de que su lengua conociese mi boca. Se lo permití mientras le quitaba de las manos el botecito del lubricante, lo abrí y el olor dulce impregno el pequeño espacio donde estábamos.

 

Saque una buena cantidad y sin preguntarle, aunque ya se lo esperaba, no sé si cuenta. Mis dedos rozaron su entrada.

 

-Frío –se quejó pero siguió allí. Cerró sus ojos y escondió su rostro en mi cuello.

 

Seguí metiendo mis dedos y disfrutando de sus muequecitas, se relajó y pude hundirme cada más en su interior. Dos dedos ya estaban dentro, ahora tres…

 

-Vamos, ya está, entra –pidió.

 

No esperaba menos, de una estocada entré en su cuerpo, era cálido y apretado. Comenzamos el vaivén, primero lento para no hacerle daño, demasiado lento, se estaba mordiendo los labios. Coloco sus manos en mi espalda y movió su cuerpo contra el mío. Ya estaba listo, como el movimiento de una serpiente, se movía lento y sinuoso, me gustaba.

 

Respire profundo y embestí con más fuerza, echo la cabeza atrás y sonreí ante el recuerdo que tenía, esto no se parecía para nada a mis infantiles ideas, esto estaba mejor.

 

Era jodidamente mejor, sus piernas se enredaban con las mías y gemíamos, unas veces más fuertes, otras aún más.

 

Llegue a pensar que estaba siendo demasiado brusco y desconsiderado pero cuando sus caderas se movieron más rápido, estaba dando poco. Cambie de posiciones y deje que el tomara el control. Normalmente, no dejaba que esto pasará, me gustaba tener todo el control mientras estaba con alguien.

 

Aunque esta ocasión era muy pero muy diferente.

 

-Leo –susurre mientras me dejaba envolver por esa sensación de alivio y relajación que solo se tiene con el sexo. Abrió sus piernas y se dejó caer una y otra y otra vez sobre mi miembro.

 

-Sam… -empezó a murmurar- es un bonito nombre, es lindo.

 

-Gracias –dije pasando mis dedos por sus caderas y apretando de vez en cuando.

 

Mientras más rápido se movía era mejor, no sabía cuánto más podía aguantar.

 

Mi miembro pulso y esa conocida sensación de ver todo y nada a la vez, se hacía cada vez más presente, cerré los ojos. Leo gimió profundo y reprimió un gritito. El orgasmo llego y quedé quieto igual que él.

 

-Wau –dijo y se quedó sobre mi pecho durante unos minutos.

 

Mi teléfono empezó a sonar, deje que sonara. Supuse que era un mensaje. Solo me miró y deposito un breve beso en mis labios, me sentí algo extraño. Sus dedos fueron pasando de mis brazos hasta mis manos, al paso de sus dedos me estremecí.

 

Me moría por seguir pero como pocas veces, solo quería quedarme allí, tan solo estar.

 

¿Cuánto había esperado por esto?

¿Cuánto lo había deseado en realidad?

¿Cómo o porque, justo esta noche, lo había encontrado?

 

Durante tiempo he disfrutado del simple intercambio de cuerpos, el solo dar y disfrutar, no tener nada más, solo el momento. Solo recordar que estuvo bien, ciertamente, todos tenemos crisis y nos pasa, pero a mí siempre me dio igual.

 

Nunca había querido algo diferente, solo desahogo, lo justo y necesario. ¿Acaso estaba mal? No, claro que no. Siempre llega la hora de querer algo más y ahora, creo que por mi cabeza estaba esa idea. Ja, con una persona que no conocía de nada excepto de mis recuerdos, vagos recuerdos.

 

Abrí los ojos y lo observe detenidamente, era muy lindo, me sonreía y se me ocurrió decir lo que estaba pensando.

 

-Eres muy dulce…

 

-¿Lo soy? –pregunto.

 

-Desde hace tiempo… creí que estaba loco, yo te conocía pero no sabía quién eras ¿Suena tonto?

 

-Un poco –admitió- pero yo también lo he sentido, así que no lo es tanto.

 

-Esto significa algo –empezó, me pregunte aquello… ¿Significaba algo?- ¿O qué fue esto?

 

-Esto fue mmm algo. No sé qué fue pero es algo.

 

-¿Podría repetirse? –dudo al decirlo pero respire de tranquilidad, también tenía la duda de preguntar aquello.

 

-Por supuesto.

 

-Estoy con la garganta seca, ¿bajamos por algo de tomar? –asentí y se levantó por su ropa, le imite. Encontré mi teléfono, el mensaje era de Alana.

 

>> ¿Dónde te fuiste? Nos iremos dentro de una hora, espero que la hayas pasado bien ;) jaja >>

 

El mensaje era de hacía media hora, mande un rápido mensaje donde decía que los veía abajo. Me vestí y Leo ya estaba por terminar cuando me quito el teléfono de las manos.

 

-¿Tu novia? –sacudí la cabeza y me reí.

 

-Es mi amiga, ¿Quieres venir conmigo luego? –asintió algo avergonzado pero sonriendo. Al bajar, los halle rápido, en alguna parte de camino Leo entrelazo sus dedos con los míos y cuando me di cuenta ya estábamos besándonos de nuevo.

 

-¡Hey, te lo puedes llevar a casa! –exclamo Alana llegando hacia nosotros- ahora tenemos que irnos porque el taxi nos cobrara una fortuna.

 

-Vamos. Por cierto, es él Leo.

 

-Mucho gusto pero tenemos que irnos –respondió Alana con una gran sonrisa. La noche fue un tanto corta, nunca planeo las cosas, ni las imagino siquiera porque cuando imaginas ya tienes expectativas de algo que podría ocurrir pero si no las tienes… es más fácil sorprenderse con lo que te llega a pasar. Leo pasa al fondo del taxi y yo, me acomodo a su lado rodeando su cintura con mis brazos para que entremos todos y poder ir a casa.

 

Notas finales:

¡Y ya estuvo! Espero que haya gustado sino... bueno, que mal, ya me siento mal jaja. Bien, opiniones, tomates, cartas de amenaza... ¡Lo que sea! Pero más que todo críticas constructicas por favor :) 


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