Capitulo 1. El otro Chico.
Los días de invierno en esta ciudad eran los peores del país. Las temperaturas habían descendido de manera preocupante en el último tiempo, por lo que él procuraba llevar una gran y pesada chaqueta de su padre como abrigo. Lo hacía porque prefería caminar que tomar el autobús con el resto de sus compañeros. Su personalidad antisocial no lo mantenía alejado de las burlas y molestas acusaciones sobre su condición sexual, cada día era peor que el anterior para Loki. Su contextura era delgada, tan pálido como la nieve que se amontonaba en la entrada de su casa a las afueras de la ciudad. Resaltaba entre el resto de sus compañeros por sus extraños y redondos ojos verde esmeralda, su cabello negro azabache que caía sobre sus hombros no ayudaba mucho a apalear las bromas sobre su homosexualidad. No era difícil encontrarlo, la mayoría de las veces parecía que de verdad quería ser encontrado y golpeado por sus compañeros mayores de escuela, lo pateaban en el suelo, directo en el estomago, mientras otro pequeño grupo de chicos sacudían su mochila, robaban su celular. Cada semana robaban un nuevo celular a Loki, no era complicado para él conseguirlo, ya que su padre trabajaba en una de las principales compañías de telefonía celular del país, o continente. Ese era el objetivo principal de sus golpizas, abusar de un chico de 13 años que poseía demasiado dinero como para no “compartirlo” con los demás, un chico de 13 años que siempre estaba solo, nunca protegido.
Ese día no fue particularmente distinto al resto. El grupo de 7 chicos de último año, mayores en edad y estatura, lo acorralaron junto a los baños. Reían al verlo llevar su chaqueta, al ver como unas pequeñas lágrimas resbalaban por sus mejillas níveas. Decían cosas tan hirientes que no vale la pena mencionar. El mayor del grupo intentó quitarle la mochila de las manos, pero Loki la sostenía tan firmemente que tuvo que jalar varias veces para que éste la soltase.
-¿Ahora vas a imponer resistencia?-gruñó desesperándose.
Los demás guardaron silencio durante un rato. Todos estaban incómodos, se suponía que era el más fuerte ¿Cómo no iba a poder quitarle la mochila a esa escoria? Pero finalmente cedió, más bien, la arrojó con fuerza para que cayera muy lejos, sobre un charco de nieve y lodo, probablemente todas sus pertenencias estaban ahora arruinadas. Sonrió limpiándose las lágrimas con la manga de su enorme chaqueta. Casi de forma instantánea, violenta, un golpe cayó también sobre su rostro infantil. Sintió sabor a sangre en la boca, pero no tuvo tiempo para abrir los ojos por que otro golpe siguió al primero, y otro, y otro. Fueron demasiados. Lo dejaron tirado en ese mismo lugar, un pequeño espacio en el cual lo acorralaron junto a los baños de los chicos. Semiinconsciente.
Lo encontraron recién al medio día. Los profesores notaron su ausencia en las clases y se preocuparon. Evidentemente era sabido por todos que Loki era “a veces” utilizado como saco de boxeo, pero rara vez éste los había comunicado directamente con los profesores y el director. Tan solo una vez el Sr. Laufey se acercó a la escuela para interponer una demanda, pero una demanda para que no lo llamaran al trabajo por “estupideces” apelando a que su hijo era lo suficientemente mayor e independiente como para cuidarse por sí solo. Los padres de Loki no eran exactamente lo que se podría llamar “Padres responsables” o “Preocupados”
Lo levantaron del suelo helado entre dos profesores, ambos se horrorizaron al ver el rostro pálido con manchas de sangre roja y seca en la comisura de los labios hinchados. La brutalidad con la que los chicos habían comenzado a desquitarse con él ya era demasiado e inaceptable, pero todos sabían que los padres de Loki no harían nada por defenderlo, lo que restaba era informar a la policía, pero ningún movimiento se hacía sin pedir la autorización del Padre o la madre.
La enfermera de la escuela lo atendió después de un par de minutos, limpiando cada una de sus heridas de rostro y torso con absoluto cuidado. Ella sentía lastima del pequeño, y Loki compartía ese sentimiento de lastima por sí mismo. A veces solo deseaba cerrar los ojos y desaparecer, morir, ir a algún lado donde nadie lo reconociese y tal vez comenzar de 0. Ese era un pensamiento tan fuerte para un niño, pero su vida dura y cruel le estaba enseñando a madurar y pensar de formas que a su edad no correspondían.
-Ya está-le sonrió la enfermera-Ahora ¿podrías esperar fuera de la oficina del director?
Loki solo asintió con la cabeza. La enfermera depositó un cálido beso en su frente. Ambos se conocían desde hace mucho, porque lo atendía diariamente al termino de cada jornada escolar. Para Loki, solo los delgados y bronceados brazos de la Srta. Montt le resultaban reconfortantes para aliviar sus heridas internas. Su relación no iba más allá de eso, pero se notaba que el cariño era mutuo. Una sonrisa lo despidió desde la puerta cuando Loki arrastraba sus pasos por el pasillo, de camino a la oficina del director para charlar con sus padres, probablemente, por video conferencia.
Caminó lento hasta la oficina, sus labios estaban hinchados y aún podía saborear propia sangre. Le gustaba. Afuera había una pequeña banca de madera sobre la cual se recostó de lado para descansar un poco. Estaba como despertando de un pequeño trance, ahora podía sentir el dolor en sus costillas, y el cosquilleo constante sobre la piel de su rostro, adormecida, tenía varias cortadas que la Srta. Montt limpió, pero de las que aún brotaban unas cuantas gotas de sangre roja fresca.
Fue entonces que en el salón de al lado se escuchó un fuerte estruendo, gritos, de alumnos y de la profesora, entre risas y burlas la puerta se abrió de golpe y la Sra. Lee empujó hacia el pasillo a uno de sus alumnos que no paraba de retorcerse para impedir el contacto.
-¡Y no vuelves a entrar a mi clase!-Chilló la profesora cerrando la puerta tras de sí.
El chico le dio una patada a la puerta y se dejó caer al suelo profundamente enojado, con los puños apretados y la mandíbula tensa maldiciendo a la Sra. Lee con groserías que para Loki aún no tenían significado.
Él permanecía congelado en su lugar, él lo intimidaba, lo Conocía. Se llamaba Thor, rubio y despeinado. Su cara siempre estaba sucia, con muchas cicatrices y sangre seca por sus mejillas. No le importaba romper las reglas lo que demostraba dejándose el cabello rubio hasta los hombros, lleno de nudos, su rostro siempre con tierra y uno que otro corte reciente sobre otros ya cicatrizados. Su cuerpo musculoso era demasiado para su edad, o por lo menos eso opinaban todos. Loki no quería llamar su atención, pero lo hizo de todos modos cuando sin querer soltó una tos nerviosa. Los ojos azules de Thor se dirigieron furiosos a donde estaba el pelinegro, llenos de ira, encontrándose directamente con los verde esmeralda. Le recordaba de la golpiza de la mañana, le recordaba de golpizas anteriores, tenía ganas de correr lejos pero ahora mismo estaba muy adolorido como para hacerlo. Ni siquiera el estar sentado junto a la oficina del director le tranquilizaba.
-¡Hey!-Le gritó Thor intentando acercarse hasta él, a lo que Loki reaccionó afirmándose a la banca de madera.
Pero la puerta de la oficina se abrió justo a tiempo. Thor retrocedió apartándose de la vista del director, tampoco quería que lo pillaran fuera de la hora de clases, o peor, que lo culparan solo a él por la tremenda golpiza que le dieron a Loki.
El Sr. Hodges observó a su alrededor curioso, algo en la forma en que reaccionó Loki al verlo lo inquietó, pero de todos modos lo dejó pasar. Con tan solo hacer un gesto con su mano le ordenó al pequeño que pasara a la oficina a lo que éste se arrastró como pudo a su interior.
Para su sorpresa no había video conferencia, ni computador, ni teléfono. Simplemente él y el Sr. Hodges sentados en la oficina, como un día cualquiera.
El director aclaró su garganta antes de comenzar a hablar.
-Verás, Loki Laufeyson-Comenzó con paciencia, arrastrando sus palabras, marcando cada una de las silabas de su apellido-Esta no es la primera vez que tenemos este tipo de….problemas ¿verdad?
Loki solo asintió suavemente con los ojos redondos y asustados.
-Usted muestra una clara tendencia a no defenderse de los ataques-continuó-Así que he hablado por largo rato con su Padre, a lo que ambos hemos llegado a un acuerdo de que usted tome clases de defensa personal.
-Disculpe ¿Qué?
-Defensa, hemos impartido clases durante un tiempo acá en la escuela y la verdad, no sé por qué no lo hemos probado antes.
-Dejaré la escuela.
-¡Eso no lo decide usted!-alzó la voz dando un fuerte golpe con la palma de su mano sobre el escritorio caoba-Ni yo.
Loki se revolvió incomodo en su asiento. Ahora sentía que la rabia por aquella “sugerencia” casi obligada le había hecho recuperar la fuerza que había perdido.
-Su padre y yo creemos que usted, señor, disfruta siendo la bolsa de boxeo de sus compañeros-Declaró con los dientes apretados, era claro que la situación era molesta para el directo-Y su padre ha dejado en claro que no continuará siendo el principal contribuyente financiero de ésta institución educativa si usted vuelve a ser tocado, tan solo una vez más, por cualquiera de sus compañeros.
Así que de eso se trataba, dinero. Todo para Farbauti y Laufey siempre era dinero.