¿Cuándo sería el día en que en mi casa las cosas marcharan bien? ¿Cuándo sería el día en el cual podría llegar del colegio, tranquilo, sin tener que enfrentarme a una discusión con mis padres? Esa… esa era la pregunta que me hacía diariamente mientras, recostado sobre mi cama, oía una vez más, como mis padres desde el living y la cocina refunfuñaban y protestaban contra todo.
Mi padre es un hombre trabajador, a veces me compadezco de él. Pasa todo el año trabajando, e incluso haciendo horas extras, para tener un mejor sueldo y poder darnos lo mejor a mi madre, a mi hermana y a mí.
Mi madre, es una dueña de casa. Mi padre le tiene estrictamente prohibido trabajar, porque dice que para eso está él. Pero mi madre, dándose cuenta de la mala situación en la cual nos encontramos ahora, de vez en cuando hace algunos trabajitos, sin que mi padre lo sepa. A veces le cuida la casa, las mascotas, o los niños pequeños a las vecinas más de confianza, y a cambio de esto, ellas le pagan. También se dedica a coser. Es muy buena costurera, y como mi padre hace unos años para su cumpleaños le regaló una máquina de coser, ella se entretiene en esto durante el día. Hace diseños preciosos sobre manteles, servilletas, e incluso ropa. A veces la admiro tanto, aunque hay veces en que sinceramente me gustaría que no estuviera, me gustaría que desapareciera de una vez y deje mi vida en paz. Pero creo que eso es normal en un adolescente como yo… ¿O no?
Mi hermana Melisa, es mi hermana melliza, en estos momentos, anda quizás donde. Mis padres no hacen más que reclamar contra ella, que pasa sus días en la calle, que no ayuda en casa, que no tiene un futuro, y miles de cosas que prefiero no contar para no dejarle mal. Pero claro… Apenas ella llega a casa, es la pequeña, la princesa, la bebé, y todos deben correr a atenderle, a darle en gustos, y hacer lo que ella quiera, porque claro, es la niñita, la consentida. Siempre dice lo mismo; “Mamá, Papá, por favor denme permiso para esto, juro que me comenzaré a portar bien y haré caso en cada cosa que me digan”; y bueno, mis padres, los idiotas, siempre caen en el mismo juego, y la dejan hacer lo que quiera.
Mi hermano mayor, ya tiene su hogar, su familia, su novia espera a su primer hijo, y como no, posee uno de los mejores trabajos que puedan existir. Mis padres están orgullosos de él, de que solo logró salir adelante, sin ayuda de nadie, y ahora, que lo ha logrado conseguir todo en la vida, puede vivir feliz y tranquilo, en New York, junto a su familia.
Y bueno… finalmente vengo yo. Un pobre muchacho, perdido por la vida. Mis padres siempre me dicen que yo no tengo futuro, que solo les complico la vida, y que todo sería un mucho más fácil si yo pusiera de mi parte para ayudarles. Aunque definitivamente estoy convencido de que todo sería más fácil si yo no existiera. Pero no tengo el valor para matarme, y mucho menos para irme de casa. No tengo amigos, no tengo más familia, ni mucho menos tengo dinero. Así que bueno. No me queda más que soportar todo esto durante dos años más, porque sí, dentro de dos años cumplo mis 18 años, y podré irme de esta casa, encontrar un trabajo y lograr sobrevivir. Aunque… hoy en día, es difícil encontrar trabajo en estas circunstancias.
Mis padres me colocan nervioso, me estresan y a veces me ahogan. Me controlan en exceso, esperan demasiadas cosas de mí, y no quiero eso. No quiero que esperen nada de mí, porque sé que los decepcionaré, como siempre.
- ¡CUANDO SERÁ EL DÍA EN QUE AYUDES EN ALGO EN ESTA CASA! –gritó mi padre, haciéndome salir rápidamente de todos mis pensamientos, mientras entraba a mi cuarto, abriendo la puerta hasta atrás, haciéndola chocar contra la pared, produciendo un fuerte golpe.
No se me ocurrió que decirle, o en realidad sí, deseaba decirle miles de cosas, pero no me atreví. ¿Por qué? Porque una vez más me convenzo de que soy un cobarde.
- TU MADRE LO DEBE HACER TODO. TE PASAS EL DÍA EN EL COLEGIO, HACIENDO NADA, Y CUANDO LLEGAS, TE ENCIERRAS A ESCUCHAR ESAS MIERDAS DE MÚSICA QUE NO TE SIRVEN DE NADA. NO TIENES AMIGOS, NO COOPERAS EN CASA, Y MIRA COMO TE VSTES. PARECES UNA VERDADERA MARICA. - ¿Qué es lo que más odio en esta vida? Ver como mi padre trata a los demás como se le antoja, ver que lo trata como si fueran la mierda misma. Siempre ha hecho lo mismo, está acostumbrado a eso, a tener a todos los demás ante sus pies, y yo… yo ya no lo soporto.
Comienzo a sentir que todo me está sobrepasando, que mis padres me están colapsando, y creo que en cualquier momento explotaré.
No hice más que sentarme sobre mi cama, la cobardía una vez más se apoderó de mí, y solo atiné a bajar la cabeza, y escuchar en silencio lo que mi padre me decía.
¿Qué haría el día en que se diera cuenta de que siempre tuvo la razón? ¿Qué haría el día en que supiera que su hijo de verdad era un “marica” como él decía? ¿Qué haría el día en que se enterara que su hijo era gay? ¿Qué haría el día en que se enterara que a su hijo le gustaban los hombres, y se sentía atraído por uno de ellos?