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Not Enough por vickytoya

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Notas del fanfic:

Otro fanfic KeO para ustedes y pues nada, que se me ocurrió hacer Uke a Leo xP

Notas del capitulo:

Espero que les guste, se me hace super romántico y espero que pronto me salga otro Lemmon, no sé porque no sale con ellos xP

Not Enough


—Estoy cansado de no ser suficiente—masculla y tú te deshaces en lágrimas, encontrando la vía más cercana hasta sus brazos.

—Para mí lo eres—, dices mientras lo abrazas y el muchacho empieza a sollozar en tu hombro—. Vamos Leo, no llores—lo consuelas, pero de nada sirve ya que tu propio rostro está hecho una sopa porque no pudiste detener tus propias lágrimas.

Desde que lo conociste sabías que había algo raro en él, pero nunca pensaste que la depresión lo arrastrara de tal manera. Era lo suficientemente bueno para todos ustedes y te había tocado ver a su líder consolándolo un par de veces; ahora te tocaba consolarlo pero no sabías qué hacer ni que decir, en el momento en el que él había pronunciado esas palabras el mundo se había detenido.

¿Qué puedo hacer yo?

—Leo—canturreas mientras acaricias su espalda en un fallido intento de calmarlo y en el proceso calmarte a ti también, pero su posición ha ido cambiando lentamente hasta que ahora su cabeza se encuentra enterrada en tu pecho—, no creo que no seas suficiente—susurras y luego suspiras acariciando su cabello.

Él empezaba a calmarse aún en tus brazos y tú sentías como si el corazón se te encogiera nada más porque no podías verlo feliz, lo fuiste guiando hasta una pared y resbalaste quedando sentado con él entre tus piernas y su cabeza aún escondida en tu pecho.

—Gracias—murmura y juras que le has escuchado por pura casualidad, lo aprietas un poco más y después de unos momentos de notar su respiración tranquila te das cuenta de que se ha quedado dormido en tus brazos, niegas con la cabeza y haces varios intentos fallidos para despertarlo, así que apoyas tu cabeza en la pared y decides dormir un tanto tú también.

Pasan de las seis de la tarde cuando Leo despierta, tú has mantenido tus brazos alrededor de él hasta ahora y una sonrisa se va dibujando en su rostro cuando le susurras que vuelva a dormir, pero él niega con la cabeza y es entonces cuando abres los ojos.

—Debes estar dolorido—dice levantándose con cuidado y luego extendiéndote una mano para ayudarte.

Le agradeces con voz somnolienta y él solo atina a asentir con la cabeza.

— ¿Te duele mucho? —Pregunta y niegas con la cabeza, pero al empezar a moverte sientes como si te hubiera arrollado un camión, haces un esfuerzo por no demostrarlo pero una mueca te delata. Él sonríe y se acerca para abrazarte por detrás—, déjame ayudarte con el dolor.

Te derrites, jamás habías pensado que pudiera gustarte un hombre, pero su voz en tu oído era completamente excitante. Asientes con la cabeza y él te guía hacia la cama, hace que te recuestes boca abajo y empieza a tronar tu espalda para que los huesos regresen a su lugar, más que doloroso te parece placentero y te encuentras gimiendo bajito cada vez que él acomoda otra parte de ti.

—Gracias—le dices cuando la sesión ha terminado y te recuestas boca arriba, ves cómo empieza a caminar hacia la salida y tomas su muñeca deteniéndolo.

Su cara es un poema, no sabe que es lo que quieres pero sus cejas se alzan cuando sonríes.

—Quédate—pides y de inmediato sabes que lo haces por él, no quieres que duerma solo y no quieres que vuelva a llorar tampoco. Niega con la cabeza y haces un poco de gestos adorables hasta que termina accediendo.

Sonríes.

Él te sonríe de vuelta y crees que todo es perfecto.

Jalas su brazo y cae encima de ti, lo ves sonrojarse y te parece el hombre más adorable que hayas conocido en tu vida, así que sin pensarlo mucho tienes tus labios en los suyos.

En cuanto te das cuenta de lo que has hecho abres los ojos y ves los suyos clavados en la nada.

—Lo siento—mascullas. En realidad lo haces, has cometido una estupidez y puedes notarlo cuando sus ojos no te devuelven la mirada aún y cuando ya haya pasado el beso—. Yo, no sé qué estaba pensando.

‘Algo va mal’. Es lo primero que se te pasa por la cabeza al no encontrar respuesta  alguna en tu compañero.

No te ha contestado y cuando te devuelve la mirada no sabes si se va a poner a llorar nuevamente.

“¿Quién querría ser besado por un chico?” Llega como un flash a tu cabeza, Leo lo había dicho en la entrevista que les hicieron en ese capítulo.

Sonreíste y negaste con la cabeza ‘yo… Yo quiero ser besado por un chico’. Lo has pensado, pero justo cuando ese pensamiento está llenando tu cabeza, sientes los suaves labios de Leo chocar contra los tuyos con amabilidad.

Es suave y dulce. Le has comparado con un algodón de azúcar.

Él no se mueve, simplemente tiene sus labios sobre los tuyos mientras la respiración empieza a entrecortársele. Tomas una decisión y mueves tus labios, no es nada forzado y si él no lo quiere vas a parar por lo tanto ambos van a volverse a disculpar por la situación tan incómoda en la que se han metido.

Pero él responde al movimiento y grito de júbilo te llena internamente.

‘¿Desde hace cuánto lo deseas Jaehwan?’ Te preguntas mientras ruedas por la cama para dejarlo abajo. El beso se ha ido intensificando poco a poco y tus manos no encuentran el lugar correcto, así que viajan por todo el cuerpo de tu acompañante.

Juras que si Leo no te detiene luego va a arrepentirse y de seguro lo harás tú también, así que encuentras un espacio lleno de conciencia en tu interior y te concentras unos instantes para bajarle a la pasión del beso, dejándolo en un simple y suave roce.

Suspiras e intentas alejarte de él y ésta vez es él el que te detiene.

Te acuestas a su lado y él te sonríe—. Vamos Leo, hay que dormir—dices y él asiente para después acomodarse sobre tu pecho. No puedes hacer nada al respecto y éstas seguro de que puede escuchar el rápido latido de tu corazón sin hacer mucho esfuerzo. Toma una de tus manos y la guía hasta su pecho.

Su corazón está tan desbocado como el tuyo y eso te tranquiliza porque quiere decir que se siente tan confundido como tú.

O tal vez sienta el mismo cariño que tú sientes por él.

Pasas un brazo detrás de su cabeza y él otro por encima de su pecho, atrayéndolo hacia a ti en un abrazo protector.

Él es la persona que está a cargo y tú eres impulsivo, pero seguro hacen una buena pareja. Te dices entre sueños y aún en sueños lo ves a él, lo ves a tu lado como si fuera lo más natural del mundo y te prometes que intentarás ser menos impulsivo, que intentarás darle más sentido a lo que dices… Que intentarás por todos los medios, ser alguien que lo merezca.

Al día siguiente él despierta primero y tus ojos se abren cuando sientes su mirada clavada en tus labios.

No sabes que esperar, no sabes si seguirá siendo el mismo chico que te abrazó la tarde anterior o el chico que dice que no le gustan los hombres; un suspiro sale de tus labios y él sonríe. Sonríe con todo y sin esfuerzo aparente alguno.

Acercas tu mano a su rostro y le acaricias una de sus mejillas.

—Tenemos ensayo—, te dice con voz somnolienta y tú asientes aunque no ha sido una pregunta.

Cuando salen todos los demás están en el comedor esperando que N les dé el desayuno, Ravi los ve primero y le da un codazo a Hongbin para que voltee a verlos. Leo se revuelve incómodo porque no le gusta ser el centro de atención y tú te ríes silenciosamente pensando en la historia que les darás a los chicos.

Pero no es necesario.

N se ha girado en un momento justo en el que Leo te ha tomado de la mano y sus ojos se posan precisamente en sus manos entrelazadas.

Ravi empieza a reírse a carcajadas y los demás lo siguen mientras ves un adorable sonrojo en las mejillas de Leo. Empiezas a caminar aunque a Leo esté como clavado en el piso, te acercas a su oído y le susurras un “vamos, no nos van a decir nada malo” lo que genera bullas entre sus compañeros. Leo accede a moverse porque sabe que si se queda ahí el estado de sus compañeros empeorará y no podrán salvarse de ser el objeto de más comentarios como “ya era hora” y “todos habíamos notado ya las miradas que le brindabas a Ken”.

Leo tomó su lugar junto a Ravi, pero te obligó a sentarse junto a él.

‘¿Cuándo empezaste a necesitarme?’ Te preguntaste sin apartar la vista de él.

Sus ojos se encontraron con los tuyos.

‘¿Acaso existe la magia?’ Las preguntas hicieron fila en tu cabeza, porque sabías que no ibas a dejar salir una más después de eso. Te perdiste en los ojos de Leo, ¿qué importaban los demás si Leo te estaba viendo de esa manera que solamente él podía hacerlo? Tragaste y lamiste tus labios, pero el muchacho negó con la cabeza en un gesto que gritaba ‘ahora no’.

Sonreíste y ambos volvieron a la conversación del grupo, los chicos dejaron de molestarlos en cuanto Leo los vio con cara de “es suficiente” y tú te reíste de todos ellos porque sabías lo mucho que les iba a costar controlarse. Incluso para ti estaba siendo difícil controlarte, querías besarlo sin importar quien los viera, sin importar que saliera a la luz pública… Sin importar nada.

— ¿Nos vamos? —Preguntó Leo cuando hubo terminado y tú asentiste con la cabeza.

En cuanto pusieron un pie fuera de ese lugar la plática sobre ustedes se reanudó y el jaleo llegó hasta sus oídos, pero Leo lo ignoró olímpicamente.

Te metió en tu habitación y te siguió, cerrando la puerta con suavidad una vez que ambos estuvieron dentro. Le sonreíste coqueto y él negó con la cabeza.

—Me gustan tus labios—, dijo acariciándolos con uno de sus pulgares, dejándote en shock porque no estabas preparado para eso. Ni para eso, ni para nada a decir verdad, porque no sabías que esperar de ese chico.

— ¿Solamente mis labios? — Preguntaste y él negó con la cabeza.

—No, pero no quería quedarme callado—, admitió con suavidad y tu corazón se hinchó de cariño por esa persona frente a ti.

—Me gustas—soltaste y él se rio.

—Tú también me gustas—su voz empezaba a arrullarte, así que cerraste los ojos y solamente te dejaste llevar por ella—y quiero besarte.

Tus ojos se abrieron de golpe y le sonreíste mientras lo atraías hacia a ti con suavidad, cerraste tus ojos y lamiste tus labios a la espera de sentir los suyos. Abriste los ojos cuando el contacto no se concretó e hiciste un puchero.

—Quiero besarte y que sea oficial—, sus ojos en los tuyos quemándote por dentro.

‘¿Qué sea oficial?, ¿de qué habla?, ¿por qué no me besa y ya?’

Entonces repasaste su postura, jugaba con sus manos, su vista estaba al piso y se movía nerviosamente. Tomaste una de sus manos y besaste su palma abierta.

—Leo—le llamaste y llevó su vista hacia la tuya, como esperando—, Leo tú… ¿Tú quieres ser mi novio? —Preguntaste y sus ojos se abrieron de manera desmesurada.

Esperabas que a eso fuera a lo que se refiriera con ser oficial, porque sería una broma que te dijera que no después de lo que había vivido.

Asintió radiante y sus ojos se llenaron de un brillo que no tenían antes y por Dios que ese chico era mucho más que suficiente para ti. Tenerlo no te podía hacer más feliz.

Tomaste su rostro entre tus manos—, escucha Leo, no quiero que vuelvas a decir que no eres lo suficientemente bueno o simplemente que no eres suficiente—. Dijiste acariciando sus mejillas con tus pulgares—, eres más que bueno para todos nosotros y no podría haber sido feliz si otra persona estuviera en tu lugar, porque eres todo lo que necesito para mantener la calma.

Ésta vez sí que llegó el beso.

Sus labios ciñéndose con dulzura a los tuyos eran poesía.

—Jaehwan-ah~ —te llamó y tú te reíste en toda la regla, ¿cuándo había sido la última vez que te había llamado así? —Te quiero.

—Yo también te quiero Taekwoon—contestaste abrazándolo.

Notas finales:

¡Fin! Espero que les haya gustado.

Si les gustó pueden dejarme un review lleno de amor ^^

Victoria


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