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Un sonido distante por Akiko_y_Shizuka

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Esta historia fue hecha para mi querido Luis, quien me apoyó (y soportó) mientras se estuvo haciendo.
Muchas gracias por estar conmigo, querido amigo.



Parte uno: "Amor de dudosa procedencia"

-Tienes idea de lo que estas haciendo, ¿verdad?
Un muchacho pelirrojo de ojos grises volteó y dedicó una bella sonrisa a su acompañante. Se volvió a girar hacia la reja que había intentado abrir hace más de quince minutos y concentró fuerzas para hacer el último movimiento en el que el candado quedó abierto.
-Es más fácil de lo que imagine -confesó abriendo la reja con cuidado de no hacer ruido.
-¿Benjamín? -preguntó el otro chico.
-No te preocupes, esto es como una aventura.
-Tu aventura -masculló el muchacho enfadado -¿Para qué me trajiste?
-Necesito que atrapen a alguien -dijo Ben juguetón y se metió en la vieja casa sin hacer caso a la protesta de su amigo. Cuando abrió la puerta notó que aun estaba con él y sonrió mirando todos los muebles cubiertos por mantas blancas totalmente empolvados.
-¿Sabes que estamos cometiendo un delito? -preguntó Uriel con mala cara.
-Mientras lo sepamos sólo nosotros no habrá problema -rió Ben retirando una de las mantas y mirando asombrado la lámpara de diseño extraño con vitrales de colores. Sin duda era hermoso verla encendida. Buscó el cable y un lugar donde conectarla, pero descubrió desesperado que para lograr eso tendría que mover la lámpara.
Ben refunfuñó.

-Pero alguien podría enterarse -insistió Uriel.
Ben volvió a cubrir la lámpara y lo miró fijamente.
-Cuando viniste conmigo sabías que sería riesgoso.
-No me imagine que invadiríamos propiedad privada.
-La casa lleva abandonada casi 10 años... no dañamos a nadie.
Uriel frunció el ceño.
-Pues yo me voy.
Ben frunció el ceño sin decir nada y se sentó en uno de los sillones cubiertos mientras Uriel se iba lo más sigilosamente que podía.
Ojalá Uriel no fuera tan cobarde. De esa manera sería el amigo perfecto.
Ben suspiró seguro de que no remediaría nada lamentándose y se levantó de nuevo para continuar explorando la casa.
Estaba admirado por la descuidada belleza interior del lugar. Todos los muebles estaban cubiertos, pero aun así se veía que los dueños habían tenido un gusto exquisito en la selección del color y la propia estructura.
Ben subió las escaleras y miró curioso las puertas que había. Abrió una de las habitaciones y vio algo en verdad extraño.
En todo lo que llevaba de recorrido no había visto un solo retrato o algo personal. Pero en esa habitación había un cuadro colocado descuidadamente en la pared. Ben se acercó y lo miró. A pesar del polvo pudo saber que se trataba de un niño. Sus ojos eran de color azul y su cabello café. Debía tener unos 10 años y abrazaba con ternura un osito viejo.
Viendo con más cuidado esa era la habitación de un niño. El tapiz de las paredes tenía estampados de coches y uno de los muebles apenas descubiertos era de una pequeña silla de escritorio. Ben sintió algo extraño al descubrir la cama y ver la colcha de muñecos de acción y pensó que los dueños debieron salir demasiado rápido para dejar todo así.
Suspiró y se sentó en la cama descubriendo uno de los burós. Abrió el cajón y rió al ver un rompecabezas cubierto de plastilina.
-Es como una fantasía -reconoció Ben recordando su propia habitación en casa. En verdad no había tenido tiempo para disfrutar de su desordenada habitación por estudiar en internados y hasta ahora se había dado cuenta que la extrañaba. Tal vez el dueño de esa habitación también estaba atrapado en un internado y sus padres habían decidido establecerse en otra casa dejando ese lugar descuidado.
Ben suspiró y se recostó en la cama. Como le gustaría ser el dueño de esa habitación.

Miró el reloj de pulsera y frunció el ceño. Lo mejor era volver a la escuela antes de que Uriel no encontrara una excusa inteligente para explicar la razón por la que no estaba trabajando con su equipo en esa investigación que tenía a todos preocupados.
Al bajar pasó por lo que era la biblioteca y miró impresionado todos los libros. Se acercó y descubrió uno que podría ayudarlo justo en esa investigación que necesitaban hacer. Un poco apenado tomó el libro y lo metió debajo de su suéter para salir de la casa.



* * *

-¿Dónde rayos estabas? -preguntó Alma con su brusco tono de voz mirándolo de una manera no muy amable.
-Por ahí -rió Ben. -Traje un libro que nos servirá.
-¿Fuiste a la biblioteca? -preguntó Mike impresionado.
Uriel lo miraba con la boca abierta.
-Si -dijo Ben. -Uriel, cierra la boca.
El muchacho frunció el ceño y desvió la vista.

Alma le arrebató el libro y comenzó a revisarlo hasta detenerse en una página y levantar la mirada impresionada.
-Viene prácticamente todo -le dijo a Ben.

Ben se encogió de hombros y sonrió de manera encantadora.

La información ya estaba así que se pusieron a platicar el resto de la tarde.

Alma era una chica muy tosca, pero divertida y se dio el gusto de contar anécdotas sobre su hermano mayor que tuvo a todos prácticamente muertos de la risa.

La mayoría de las veces Alma hablaba más de su hermano que de sí misma. Se había cortado el cabello hasta la barbilla para cumplir con una apuesta hace apenas dos días y casi todos se habían ido de espaldas al ver que los hermosos rizos cafés que ondeaban en su trasero ya no estaban. Sus ojos lucían cafés y pícaros, en ocasiones se encendían de rabia cuando ella se enfadaba. Y tenía pecas en la nariz que se escondían cada vez que la arrugaba.

Lo adorable en ella era su golpeado carácter. Se enojaba con facilidad y resultaba cruel y cínica cuando estaba de mal humor. Pero quien le encontraba su lado amable podía ver en ella una amiga confiable y divertida.

Mike era prácticamente lo opuesto a Alma. Demasiado amable y fácil de manejar. Su cabello rubio le cubría un poco la cara y sus ojos cafés se mostraban curiosos e inocentes. Era apuesto, y tenía muchas admiradoras, pero él no se atrevía a platicar con ninguna por lo tímido que era. Casi no hablaba en clase y sólo se le veía con Alma a la hora del desayuno. Hubo ocasiones en que Alma llegó a pelear por esa causa ya que creían que era la novia de Mike.

Se veían muy bien juntos, según la opinión de Ben, pero no había logrado que Mike le platicara lo que estaba pasando en su cabeza respecto a Alma y en ocasiones le parecía que se portaban más como hermanos que como pareja.

Uriel era su compañero de habitación. Cabello y ojos cafés junto con ese sexy lunar debajo de la barbilla. Claro que algún problema tenía que tener, y era precisamente que odiaba los riesgos y lo que lo pusiera en problemas. El concepto que Ben le asignaba cada vez que no podía oírlo era gallina, pero no podía negar que le simpatizaba.

Uriel era muy serio y precavido, la vida para él era estudiar y simpatizar a los profesores, razón por la que Ben peleaba muy a menudo con él. Claro que podías acudir a él si tenías dudas respecto a un tema o preguntar discretamente la respuesta de algún examen.

Ben había dejado Santo Domingo apenas hace cuatro años. Los recuerdos lo seguían como si se tratasen de su propia sombra y aun le causaban pena por haber perdido lo que nunca había sido suyo.

Peter había dejado la preparatoria en cuanto terminó el segundo grado y él se había hecho cargo de ese molesto detalle de estar solo.
Había sido difícil. Pero había decidido salir adelante y estaba haciendo el esfuerzo realmente.

Supo que Luisa dejó San Rafael para ir a otra preparatoria y vivir con su padre. De
James no supo nada y había perdido contacto con Peter.

Ben había decidido estudiar para ser abogado. No fue fácil, en especial por que reprobó un año. Pero eso no lo venció y volvió a intentarlo teniendo la suerte de conocer a Alma y ser una de sus primeras víctimas... Claro que Ben se vengó de ella plantándole un impresionante beso frente a su hermano y dejándola en ridículo cuando Ben le pidió que le ayudara a conquistar al chico.
Daniel rió y se acercó a darle unas palmaditas a su hermana diciendo que lo merecía. Después de eso Ben se hizo amigo de Daniel y de Alma.

Su accidentado encuentro con Mike era digno de recordarse. De repente lo vio escondido totalmente rojo y cuando se acercó a preguntar un grupo de muchachas se le acercaron a él preguntando por un chico rubio de ojos cafés y muy guapo. Ben supo de quien hablaban e inocentemente apuntó hacia otro lado. Cuando las chicas se fueron pudo acercarse a un rojo Mike y recibir un agradecimiento muy ahogado por los nervios.

Uriel no era tan especial. Se metió a la habitación. Sacó un montón de libros y después de presentarse hundió la cara en uno de ellos totalmente concentrado.
A Ben le costó trabajo platicar con él, pero cuando lo logró supo que realmente valdría la pena.

Y ahora estaban los cuatro metidos en una habitación muertos de la risa por lo que Alma acababa de contar de su hermano. La chica se había tumbado en el colchón para comenzar a comer la fritura servida en un plato amplio.

-Ojalá Daniel estuviera para ponerte en tu lugar -dijo Ben entre risas -Así aprovecharía para conquistarlo.

-¡Muérete! -exclamó Alma metiendo otra papa en su boca para comenzar a masticar.

Uriel suspiró y abrió el libro que Ben había traído. En efecto, estaba casi todo, pero no dejaría que se conformaran con eso. En un movimiento Alma se acercó y cerró el libro de golpe. Uriel la miró con el ceño fruncido y bajó la mirada al libro descubriendo que estaba dañado. Abrió la contraportada y se encontró con una vieja dedicatoria.

Quiso comentar algo al respecto, pero un cojín en la cara lo convenció de que debería encargarse de Alma primero.

* * *

-Solo digo que eres bastante atractivo para tener una novia.

Mike suspiró sin decir nada a eso. La verdad es que cada que veía a Ben era para enfrentar esa discusión una y otra vez sin lograr que la situación se inclinara un poco a su favor.

-Pero no estoy interesado ahora. -dijo Mike.

-Maldición... Quien en verdad no esta interesado soy yo, Mike... Yo soy el gay. No me hagas suspirar por ti por que ambos sabemos que ese corazoncito tuyo late por alguna chica.

Mike frunció el ceño.

-Exageras -insistió Mike.

-¡Los dos sabemos que no! -Ben le pasó un brazo por el cuello. -Tienes que amar, amigo, no sabes de lo que te pierdes por tímido.

-¿Interrumpo?

Mike se puso rojo.

Frente a ellos estaba Daniel con una burlona sonrisa.

-¡Claro que no, Daniel!... Sabes que mis pensamientos son todos tuyos -Ben se alejó de Mike para abordar al chico.
-Pues no lo pareció hace un momento -Daniel fingió estar ofendido. -Pero si es a
Mike a quien en verdad quieres...

-¡Claro que no! -exclamó Mike avergonzado, pero cuando vio a Ben sólo se desanimó al notar que parecía pensarlo.

-¿Puedo elegir mas tarde? -preguntó Ben con una traviesa sonrisa.

-No tengo mucho tiempo -Daniel se llevó una mano a la cara de manera dramática.

Ben estuvo a punto de soltar la carcajada, pero alcanzó a ver a Alma y se contuvo.

-¡Mi amor es todo tuyo, Daniel! -Ben se abrazó al chico al mismo tiempo que un grito se escuchaba llamando la atención de los alumnos que pasaban en ese momento por el corredor.

Daniel palideció.

-¡¡Suelta a mi hermano costal de pecas deformes!!

Ben se apretó mas a Daniel.

-Alma... preciosa... que sorpresa -murmuró Ben.

-¡¡Suelta!! -ella se acercó viendo al pelirrojo de manera asesina. -¡¡Ahora!!

-Estoy muy cómodo así -dijo Ben tranquilo.

-Esteeee.... Ben... Mejor suéltame -pidió Daniel.

-¡¡Estarás más cómodo cuanto te rompa todos los huesos!! -gritó Alma sin hacer el mínimo caso a las palabras de su hermano.

Mike se puso nervioso al ver que los alumnos comenzaban a acercarse. Lamentablemente la mayoría eran chicas y se acercaban a platicar con él.

-Pero valdrá la pena -continuó Ben con un tono de voz que crispó los nervios de
Alma.

Daniel alcanzó a liberarse para atrapar a su hermana recibiendo uno de sus puñetazos. Miró a Ben con reproche mientras intentaba calmarla un poco.

-Basta, pequeña... ¡¡Solo era broma!! -insistía Daniel intentando contenerla.

-¡¡Ese pecoso inútil no bromeaba!! -exclamó ella.

-¡Pero linda!... No tienes que hacer esto... Ya estoy bastante grandecito... Además sólo somos amigos... Sabes que Irma me mataría por menos que esto, ¿tan estúpido me crees?

Alma guardó silencio mirando largamente a su hermano mayor.

-Esta bien -admitió Daniel -Es una estupidez si se trata de Ben, pero de vez en cuando es divertido... Ben es simpático.

-¡¡No lo es!! -insistió ella.

Ben suspiró.

-Es por que aun no me conoces, Alma... Soy perfecto para tu hermano.

Daniel dirigió una mirada de advertencia a Ben.

-Eh... Ben, ayuda -se escuchó la voz de Mike.

-¡Rata roja! -Alma se acercó al pelirrojo -Si te acercas a mi hermano de nuevo me voy a encargar de que tengas tan desfigurado el rostro que ni tu madre podrá reconocerte.

-Creí que se trataba de castigarme -murmuró Ben distraído.

Mike se zafó de las chicas que comenzaban a rodearlo y agarró a Ben de un brazo.
-Después le desfiguras la cara. Ahora tenemos clase -dijo y comenzó a correr por el pasillo.

Alma parpadeó sorprendida.

Daniel se acercó a ella y la empujó por el pasillo hasta que lograron salir de entre los chicos que se habían acercado.

-Sabes que no es en serio -dijo guiándola a su salón. -No te haría eso.

-Perdón -murmuró ella con congoja.

-Pues cálmate y a estudiar mucho -Daniel le besó la frente -Y cuidado con hacer otro escándalo de estos.

La chica suspiró y se metió al salón.

* * *

Uriel miró a Ben con ironía.

-No me digas... Un ejercito de atractivos hombres salió de la nada y tuviste que ir tras ellos por que pensaste que era un desperdicio.

Ben sonrió y se sentó en un lugar cerca de él.

-¿Crees que algún día pueda tener esa suerte? -preguntó travieso.

Uriel torció la boca y prefirió no comentar más al respecto. Del otro lado se sentó
Mike y sacó una libreta para comenzar a apuntar en ella.

-Alma se quedó muy molesta -señaló el rubio.

-No imagino que pueda molestarle tanto -dijo Uriel con cinismo.

-Tienes suerte de no verla ahora -rió Ben. -El destino quiso que tomara otra clase justo ahora y nos separara en el momento justo. A eso le llamo suerte.

-Tengo varios nombres para algo así y en ninguno aparece la palabra suerte. - replicó Uriel.

Ben habría dicho algo de eso, pero justo en ese momento entró el profesor. O al menos eso pensó.

Quien había recién entrado era un muchacho que no podría ser mayor de 30 años vestido de traje gris con una graciosa corbata roja de píes estampados en azul. Había dejado sus libros en el escritorio mientras ajustaba sus anteojos, para después dar la espalda a los alumnos y comenzar a escribir su nombre en el pizarrón.

“Zain Hammonds”

-Licenciado Hammonds es mucho más fácil -dijo él con humor -Pero si se les ocurre algo mejor pueden hacérmelo saber. Para aquellos que se pregunten donde esta su querido profesor Diamon me corresponde informar que seré su suplente.

Ben suspiró. Ya había tenido ese curso el año pasado y a pesar de los buenos resultados esperaba no tener que repetirlo, al menos no tendría que ver al viejo Diamon, pero por alguna razón algo en su nuevo profesor no terminó de gustarle.

-Resiste e intenta poner atención -se aconsejó.

* * *

Esa noche Zain refunfuñó al beber de su café y descubrir que se había alcanzado a enfriar. Se levantó para tirar el resto al fregadero y puso a calentar más agua
para hacerse otro café. Mientras el agua terminaba de calentarse regresó a revisar las notas que había estado haciendo de los libros y parpadeó encontrando algo nuevo. Vaya. El maestro anterior había dejado una investigación.

Zain la revisó y se preguntó por que les dejaban todos esos bobos conceptos que no servían de nada a un abogado en acción.

En fin. El trabajo ya había sido repartido, así que a él no le quedaba otro remedio más que tomarlo en cuenta para que los estudiantes no pensaran que sus esfuerzos habían sido en vano. Claro. Si es que habían iniciado ya.

Un sonido de la tetera le hizo saber que el agua estaba lista. Enfadado se levantó para prepararse una nueva taza con café humeante y regresó al estudio. Cuando iba a dar un sorbo al café descubrió un interesante libro. Colocó la taza a un lado y comenzó a leer con atención.

Al día siguiente, en clase, organizó el cronográma de las exposiciones que se realizarían junto con sus alumnos. Notó especial participación del pelirrojo y pensó que era bueno que tuvieran un líder, sin embargo aun no se explicaba las continuas bromas de las chicas con él y la ácida mirada de su compañero de lado. Bueno, eso no importaba demasiado. Zain anotó las fechas satisfecho esperando que por lo menos se tratara de un buen trabajo.



* * *

Alma terminó de apuntar lo que le correspondería exponer y dedicó una autentica cara de fastidio mirando cómo Ben contemplaba a un grupo de chicos que ni ella conocía.

-¿Piensas hablarle a alguno? -preguntó ella.

-Lo más seguro es que no halla un homosexual entre ellos -lamentó Ben viendo a un grupo de chicas que se abrazó a cada uno y pudo suponer que eran sus novias o algo por el estilo.

-Ya habrá algo para ti -le animó ella con notable burla.

-¿Qué tal tu, Alma?

-¡No juegues conmigo! -ella le miró de manera asesina.

-¿Quién juega? -preguntó él conservando su seriedad viendo pasar a un profesor
-…l es el licenciado Hammonds -señaló a Alma.

Ella le miró y sonrió.

-Es muy guapo.

-Pude notarlo -aceptó Ben.

-¿Te gusta?

Ben frunció el ceño.

-No... A mi ningún licenciado llegara a gustarme lo suficiente como para distraer mi atención de los bellos estudiantes.

Alma le arremedó levantándose mientras hacia gestos.

-Nos veremos pasado mañana para la exposición... Dile al licenciado que necesitare hablarle al final de la clase, así mi economista podrá comprobar que pongo atención a otra materia que no sea calculo.

-Claro -dijo Ben sin importancia.

El día de la exposición llegó.
No se trataba de un tema complicado, cuando Ben vio a sus compañeros preocupados no pudo evitar reírse de ellos. Por supuesto que Alma no lo miró muy contenta y se lo hizo saber de manera brusca, pero Ben había logrado sacar provecho de su humor argumentando que al menos ya no estaba nerviosa (cosa que le valió una mirada asesina por parte de la chica). Además ella no tenía mucho por que preocuparse. Sólo se había integrado a esa exposición para complementar un requisito de su carrera por lo que el licenciado no se lo tomaría tan en serio. En opinión del pelirrojo hasta podría tartamudear y salir bien librada del problema.

Uriel continuaba repasando junto a un aburrido Mike. A Ben le dio la impresión de que se preparaba a decir lo que su texto contenía incluso con puntos y comas, ya que así lo había visto desde hace mucho tiempo y comenzaba a encontrar la situación divertida.

Y Mike tenía esa expresión de tormento cada que algo que le aseguraba un posible olvido del tema en plena exposición; así que intentaba disimular su nerviosismo golpeando la goma de su lápiz en el cuaderno de notas conforme el tiempo transcurría.

Ben sonrió y se levantó, justo al salir para respirar un poco de aire fresco y estirar los brazos vio al licenciado acercarse con una peligrosa calma con su elegante portafolio de piel. Cuando estuvo frente a él se detuvo saludándolo con amistosa confianza mientras Ben veía unos rebeldes mechones cubrirle la frente. Sin embargo lo que le llamó la atención fue esa mirada que podía jurar ver en fracción de segundos. Un poco incómodo Ben se disculpó y regresó al aula.

Mientras Uriel comenzaba con su exposición Ben se dedicó a mirar el perfil del
licenciado. En realidad estaba seguro de que no tenía necesidad alguna de estudiarlo de esa manera, pero también tenía que admitir que le resultaba interesante ver la atención que prestaba a sus alumnos así el notable respeto que les procuraba. Entonces tuvo que admitir que no era como el anterior licenciado a pesar de que lo pensó en un principio, y anotó ese detalle mentalmente. Otra cosa que miró con mucho cuidado era la jovial posición en la que estaba acomodado sobre la mesa mientras unas piernas se mecían en movimientos tranquilos, así como sus esporádicos asentimientos de cabeza en algunas frases textuales que Uriel usaba. En esos momentos le parecía que conocía a la perfección el texto del cual hablaba y se preguntó si tendría también el libro.

Cuando Alma y Mike continuaron sucedió exactamente lo mismo. Así que el joven ya sabía lo que le esperaría a él. Pero se equivocó. El licenciado se había levantado del lugar en que estaba y comenzó a caminar entre los lugares mientras Ben exponía. En ocasiones interrumpía para que él explicara algo que los alumnos no parecían no entender y parecía estar más interesado por que ellos comprendieran a su exposición.

Eso le molestó.

Así que cambió totalmente de planes y tradujo todo lo que había dicho a términos bastante coloquiales, al grado de arrancar algunas risas y lograr que el resto de los alumnos se olvidaran de la presencia del licenciado. Evitó la mirada de Uriel ya que sabía que reprochaba la acción y tal vez pensaría que lo hacía para llamar la atención.

Ben terminó preguntando si había dudas.
Todos estuvieron de acuerdo en que la exposición había sido muy clara e incluso absorbieron el resto del tiempo para comentar la información con notable animo. "Eso es dar clase" pensó Ben mirando al licenciado sin poder evitar una sonrisa. Y al regresar a su lugar y estar sentado sintió una ancha mano posarse en su hombro.

-Estoy seguro de que todo esta claro -dijo Zain tranquilamente -, si aun hay dudas estoy a su disposición.

Zain retiró su mano del hombro de Ben y salió del salón.

-¿Qué demonios estabas pensando? -preguntó Uriel molesto.

Ben le dedicó una sonrisa coqueta recargando la barbilla en sus manos.

-No sé a qué te refieres.

-Claro que lo sabes. Creí que sólo eras exhibicionista respecto a tus tendencias sexuales, pero ahora veo que me equivoque.

-No volveré a hacerlo -murmuró Ben de pronto mientras su sonrisa desaparecía - No me gusta llamar la atención de los licenciados.

* * *

Era definitivamente interesante.

Zain salió de su oficina con una taza humeante de café y caminó por el pasillo hasta la dirección del licenciado Laurence. Al entrar el hombre le dedicó una mirada fraternal sonrisa y le invitó a sentarse.

-Vienes muy sonriente, Zain -señaló el anciano. -¿Hay algún buen futuro abogado en tu clase?

-Un buen orador -corrigió Zain con una sonrisa colocando la taza de café en el escritorio.

El director Laurence sonrió. A Zain le dio la impresión de que conocía al chico en cuestión mucho más que él. Y la verdad es que eso le causó curiosidad.

-El señor Devine tiene un lenguaje muy poco apropiado para un tribunal. En un juicio no ganaras haciendo reír al jurado.

-Es más que un muchacho que llama la atención, Zain... Tiene lo necesario en mi opinión... Y créeme que este escuela no da beca a alguien tan fácilmente así como todas esas oportunidades.

Eso explicaba su notable seguridad. Zain frunció el ceño pensativo. No dudaba que el licenciado Laurence eligiera bien; pero quería comprobar si ese muchacho merecía tanto.

* * *

Benjamín estaba leyendo.

Uriel habría esperado que intentara darle alguna explicación o que por lo menos se disculpara, pero parecía mas interesado en ese libro hurtado a hacerle el más mínimo caso. Y eso lo ponía de mal humor. No le gustaba que lo ignoraran y menos cuando se suponía que él era el ofendido, así que se levantó molesto colocándose a un lado de Benjamín con los brazos cruzados.

-Tu problema es que le das demasiada importancia a las cosas que no la tienen - dijo Ben revisando el libro para ver la dedicatoria que tenía después de la pasta -Y que tienes muy mal humor.

-Habíamos quedado en una manera de trabajo... No puedes llegar y cambiarlo todo para llamar la atención.

-No lo hice por eso -corrigió Ben -El licenciado Hammonds me hizo enfadar con tanta interrupción.

Uriel levanto una ceja acentuando su expresión irónica.

-¿O sea que querías llamar la atención de él?

-¡No! -Ben cerró el libro de golpe -No quiero la atención de ningún licenciado, por mi puede llenarse de telarañas en un juzgado.

-Algo no tan común de alguien como tu.

-Alguien como yo también se cansa de ser el centro de atención.

La expresión de sorpresa que apareció en el rostro de Uriel era tan poco común que Ben casi se echa a reír. Sin embargo no se sentía con el humor suficiente, así que evadió esa interrogante en los ojos de su compañero de cuarto y salió de la habitación sin darle oportunidad de más.

¿Llamar la atención del licenciado?

¿Precisamente el que impartía esa clase?

¡Claro que no!

Benjamín sacudió la cabeza para después mirar decidido el camino que lo llevaría a la biblioteca. Continuó avanzando simplemente mientras un vago recuerdo acudió a su mente.

Sin que pudiera evitarlo un rubor le inundó las mejillas y frunció aun más el ceño. Pudo recordar con claridad el calor que el tacto de la mano del licenciado le había transmitido cuando la posó en su hombro. Aun más enojado entró al edificio dirigiéndose a la estantería desde donde sacó un enorme libro de mitología. Caminó hasta una mesa y abrió justo donde se encontraba un sencillo separador azul.

¿Tener la atención de Zain Hammonds?

Probablemente para cualquier otro sería un reto.

Ben se mordió el labio inferior con notable nerviosismo.

¿Por qué tenía que pensar en él justo cuando intentaba leer?

Después de todo no era gran cosa... Guapo, inteligente, serio, cálido...

"¡Basta!" pensó Ben furioso.

¿Acaso iba a caer en aquello que tanto había evitado?

El muchacho suspiró convencido de que esa tarde no leería; así que regresó el libro a su lugar y salió de la biblioteca son notar la curiosa mirada de Mike.

* * *

Zain notó un cambio que no se esperaba en verdad. Repentinamente el alumno que estaba dispuesto a investigar y había descrito como buen orador había dejado de hablar.

Benjamín sólo permanecía en un sepulcral silencio mientras él daba la clase esperando alguna pregunta o comentario de su parte. Finalmente la pregunta surgió, pero no de él.
-Tal vez el señor Devine pueda responde a su duda -insinuó Zain esperando.

-Ya sabía que el titulo no decía nada -murmuró Ben lo suficientemente claro para que todos oyeran y le miraran horrorizados -¿No quiere que le prepare las clases siguientes?

Zain lo miró boquiabierto mientras veía como explicaba a la duda de mala gana. Cuando se repuso apretó los labios con un movimiento sutil y continuó con lo que tenía planeado para la clase. Al revisar su reloj se dio cuenta de que el tiempo había terminado y se acercó al escritorio para comenzar a guardar sus cosas.

-Si planea la próxima clase bastará. -dijo de repente provocando varias exclamaciones.

Ben frunció el ceño. Ya casi había logrado cruzar la puerta cuando esa frase lo detuvo en seco. Con calma volteó dedicando una fría mirada al hombre mayor.
-Como usted quiera, licenciado -murmuró.

Zain cerró su portafolio mientras esa frase hacía que un incomodo escalofrío le recorriera la extensión de su espalda. Le miró salir y frunció el ceño.

Molesto agarró el portafolio y salió del salón ajustándose los lentes.

Uriel terminó de arreglar sus cosas y salió corriendo hacia la biblioteca. Como lo había esperado Benjamín estaba en una de las mesas con el enorme libro de mitología. Se acercó y se sentó a un lado suyo.

-¿No deberías estar preparando la clase?

-No es mi trabajo -Ben se veía muy tranquilo -Que lo haga él.

-¿No te causará problemas?

-No te preocupes por mí -él pasó la hoja de una pagina. -, puedo responsabilizarme de mis acciones perfectamente.

-El gran Benjamín Devine -ironizó Uriel -La leyenda huye del reto.

-No es un reto que valga la pena... Y déjame en paz, Uriel... Necesito recuperar mi buen humor.

Uriel se fue.

Un suspiro escapó de los pulmones de Ben. Cerró el enorme libro y recargó la cabeza sobre la mesa.

¿Qué había sido toda esa discusión?

Había pensado que evitando hablar lograría que no se fijaran tanto en él, pero ahora veía que no era la más brillante de sus ideas. Sin embargo no era culpa suya completamente, de repente la irónica frase que le invitaba a responder una duda había logrado que se enfadara en verdad; pero no tanto por la petición, estaba molesto por que no lograba sacudirse esa mirada de encima y le parecía que el interés en él se notaba demasiado en ocasiones mientras que en otras no había indicio alguno de éste.

¿Por qué le molestaba tanto?

Ya había estado en situaciones así, pero por alguna razón le molestaban de ese hombre.

Ben torció la boca pensando en la dichosa clase.

¿Qué tenía que hacer?

¿El licenciado Laurence se molestaría si comenzaba a retar a un profesor de nuevo?

-Jamás lo sabrás si no lo intentas. -se dijo Ben con una risita.
Así que al día siguiente se hundió entre las mantas sin hacer caso alguna a las advertencias de Uriel.

-Es tu problema -dijo al cerrar la puerta con fuerza.

Uriel llegó y se sentó molesto. Casi detrás de él llegó Mike dando un sonoro suspiro.

-¿Ben?

-Decidió ser caprichoso por hoy y faltar a sus obligaciones.

-¿Pero no iba a preparar clase?

-Una simple clase como esta no cubre con sus aspiraciones.

Mike se ruborizó. Justo e ese momento iba entrando el licenciado Hammonds y estuvo seguro de que había escuchado ese comentario. Sin embargo pareció que no le dio importancia e impartió su clase con la misma tranquilidad de todos los días. Aunque si le pareció raro que se fuera tan pronto y molesto.

Zain entró a la oficina del director Laurence aun enfadado y colocó su portafolio en el escritorio.

-Llegas a tiempo para tomar café conmigo -el anciano sonrió.

-El señor Devine acaba de burlarse de mi.

-¿En serio?... ¿Qué le hiciste, Zain?

-¿Yo? -preguntó indignado.

-Conozco al señor Devine muy bien -aseguró con una amable sonrisa -, y sé que no haría algo así por nada.

-¿Qué tiene ese chico? ¿Por qué le tiene tanto aprecio?

-Por la misma razón que te aprecio a ti, Zain... Ese muchacho tiene ese mismo talento que tuviste tu para ser un buen abogado y muestra ese amor por lo que hace.

-¿En verdad tiene todo eso?

-Confía en mí, Zain. Ese muchacho tiene lo necesario para que dirijamos la atención en él. Y te recomiendo que seas paciente... es un buen estudiante, pero no deja de ser un muchacho.

* * *

-¿Qué estas haciendo aquí?

Ben levantó la mirada y suspiró viendo a Alma. Estaba muy tranquilo acostado en el pasto hasta que ella llegó y por alguna razón supo que su calma estaba por terminar.

-Aquellos mortales que conviven con la naturaleza la aprecian más. -murmuró cerrando los ojos.

-¿Convives con la naturaleza en plena clase?... A eso yo le tengo otro nombre.

-Si -admitió él con una hermosa sonrisa -Los incultos suelen llamarlo volarse la clase, faltar...Pero yo prefiero decir que convivo con el resto de los seres vivos.

-El único ser vivo con inteligencia que he visto a un lado tuyo acaba de llegar.

-Tengo un espejo guardado -dijo el pelirrojo arrancando un gruñido de la chica.
-Estoy hablando en serio.

-¿Yo no?

Alma bufó esta vez y sacó una botella de plástico que tenía en su bolsa derramando el agua de sabor sobre la cabeza del pelirrojo. …l atinó a levantarse
sacudiendo la cabeza sintiendo cómo el resto resbalaba por sus hombros y para cuando estuvo de pie la chica ya había guardado el recipiente.

-¿Por qué la venganza de las contadoras es tan ridícula e irracional? -preguntó sacudiendo las manos mientras comenzaba a sentir su piel pegajosa.

-Por que si fuera racional no sería divertida. -dijo ella con una burlona sonrisa.

-El que te diviertas no garantiza la victoria. -murmuró Ben logrando sacar un pañuelo para secarse inútilmente la cara -Maldición... Tendré que bañarme.

-¡Es un adelanto para la humanidad! -exclamó ella -Deberían hacerme un monumento.

-Ya tienes uno... ¿has oído hablar de la bola de estambre mas grande del mundo? Alma lo fulminó con la mirada.

Ben le dedicó una agradable sonrisa y comenzó a caminar para su habitación; fue un poco confuso que ella no lo siguiera, pero después pensó que así era mejor. Llegó al cuarto y entró encontrándose a Uriel estudiando.

Uriel lo miró y frunció el ceño.

-Deberías dejar de provocar a esa salvaje.

-Lo divertido de conocer a Alma es poder provocarla.

-Cada día me convenzo más de que eres masoquista -Uriel volvió a dirigir su mirada al libro que revisaba.

-Sólo me divierto -aseguró el pelirrojo entrando al baño.

Uriel torció la boca molesto.

-El licenciado Hammonds parecía molesto.

-No me importa -se oyó desde el interior del baño.

-No puedes revelarte a cuanto licenciado te desagrade.

Ben no respondió a eso. Cuando Uriel pensó que no lo haría le vio salir del baño con la toalla enredada en la cintura y una expresión en verdad preocupada.

-No me desagrada -dijo entonces -, me incomoda.

-Eso es absurdo.

Lo era, pero Ben no podía explicarle a Uriel lo que le pasaba por la cabeza cada que veía a ese hombre caminar como si pudiese cortar el aire con su andar. Eso era demasiado incluso para él.

-Como sea no pienso hacer el trabajo de nadie -Ben se sentó en su cama decidido -El licenciado Hammonds vino para enseñar, ¿no?... Pues que cumpla con su deber.

* * *

Zain revolvió toda la biblioteca buscando ese libro sin encontrarlo. Molesto se sentó sobre la fría manta blanca que cubría uno de los muebles preguntándose si estaría en alguna de las habitaciones.

Con un suspiro subió a la planta alta y buscó una a una hasta detenerse en una puerta justo a mitad del pasillo. Recargó la frente sobre la madera tibia y negó la posibilidad de que estuviera ahí dentro, pero aun así entro.

Todo estaba como lo había dejado. Los adornos infantiles lucían con polvo y podía percibirse un olor un tanto húmedo. La cama estaba perfectamente arreglada y estaba seguro de que los juguetes no habían sido cambiados de lugar.
Se sentó y decidió que tenía que averiguar si el libro que ellos habían usado era el mismo que buscaba. Tal vez así convencería a su herido orgullo de que ese muchacho no tenía tanta importancia como había sentido que la tenía hasta ahora.

Zain dirigió la mirada al único retrato que había en la habitación y la tomó con cuidado. Ahí estaba todo su pasado derrotado por sólo un momento.

Aun podía imaginarse corriendo por las escaleras hasta la habitación para revolver entre los cajones en busca del cochecito de manera que su abuelo le había dado. Y cuando lo encontrara regresaría a la sala y dedicaría esa ingenua sonrisa al anciano que fumaba con una tranquilidad asombrosa de la fina pipa.

-¿Lo has encontrado?

-¡Si, abuelo!

-Te tengo un regalo, Zain... Esto es un libro muy interesante... si aprendes a leer podrás saber de lo que se trata.

-¿Me lo leerás, abuelo?

-Lo leerás tu mismo, Zain... A partir de ahora harás cosas por ti mismo.

Y el sueño se rompió.

La siguiente vez que vio a su abuelo fue dentro de esa caja. Parecía dormido... pero por más que esperó a que despertara no lo había hecho.

* * *

Daniel dio la patada inicial y todos comenzaron a correr en busca del balón. Al levantar la mirada se encontró al pelirrojo a su alcance y vio la utilidad en cuanto el balón estuvo en sus manos. Con un impulso abarcó la estrecha cintura tirándolo al suelo mientras otros tres miembros de su equipo caían sobre ellos. Finalmente Ben estuvo neutralizado.

Daniel se levantó y extendió la mano al pelirrojo con una sonrisa.

-Para la próxima no te será tan fácil -aseguró Ben palmeándole el hombro para comenzar a caminar a la banca. Daniel notó un pequeño cojeo.

-¿Te lastimé? -se acercó preocupado.

-Me doble el pie hoy en la mañana -Ben sonrió. -Intentaba llegar a tiempo a una clase.

-No deberías jugar en ese estado.

-Lo sé... Solo que no lo pude evitar.

Daniel lo miró no muy convencido. Desde hace días se comportaba de manera extraña agregando alguna frase que siempre terminaba con un "no lo puedo evitar". No se tenía que ser muy brillante para ver que eso no se refería a algo sin importancia y la verdad es que comenzaba a ver la razón de la preocupación de Alma. Cuando volvió a ponerle atención notó que estaba platicando con otro integrante del equipo. Molesto por que no se había dado cuenta del momento en que se retiró se acercó de nuevo y tomó un baso para llenarlo de agua.

-Hace tiempo que no puedes evitar muchas cosas -comentó Daniel con una sonrisa despreocupada.

Ben dejó de sonreír y frunció el ceño.

-Debo esforzarme -dijo entonces con una preocupación incomprensible. -No voy a perder tan fácilmente.
Daniel lo miró irse.

Cuando Benjamín llegó a la habitación arrojó el casco a la cama junto con la mochila. Comenzó a quitarse el uniforme con algo de brusquedad hasta sólo tener la ropa interior. Entonces se sentó en la cama recargando la frente en una mano.
¿Cómo evitas algo que ya había comenzado de una manera tan extraña?

Ben se recostó con las manos detrás de la cabeza dejando escapar un profundo suspiro y sintió deseos de reírse de sí mismo, pero no lo hizo.

¿Cuándo había empezado?

Simplemente no lo comprendía.

No quería entenderlo.

¡Quería desterrarlo!... Arrancarlo de la misma manera en que se había anidado dentro de él.

-Tengo que lograrlo -murmuró acostándose de lado -No voy a caer en mi propia trampa... ¡Es ridículo!

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