Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un sonido distante por Akiko_y_Shizuka

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Empezaba a recordar por qué se había saltado la clase en ocasiones. Por principio de cuentas el licenciado Hammonds no paraba de hablar. Lo hacía de manera distinta al anterior licenciado, pero seguía siendo lo mismo y eso lo aburría bastante.

Otra cosa que no soportaba era el lento caminar que hacía entre los asientos mientras hablaba. Y agregaría a todo eso el echo de que la mirada del licenciado lo sorprendía haciendo algún garabato en el cuaderno; cosa que daba ocasión para que se mofara sobre lo interesante que había resultado su exposición hasta el momento.

Claro que Ben había podido tomar dichas bromas con cierto humor y hasta hacer uno que otro comentario sarcástico al respecto, de otra manera, el resto de los alumnos, ya habría encontrado la manera de ridiculizarlo.

Pero no era todo. En ocasiones cuando levantaba la mirada, se encontraba con esos ojos azules sobre él. Había pensado que se trataba de meros accidentes, sin
embargo siempre que levantaba la mirada tenía el mismo resultado.

Era raro.

Aunque era más extraño que le molestara. Generalmente le habían mirado con cierta admiración ya que aseguraban que era muy listo y aprendía cosas de manera fácil. Pero estaba seguro de que eso no era admiración y la verdad era para crisparle los nervios, incluso a él.

Por que ya lo habían mirado de manera parecida. Aunque tenía que admitir que aquella otra mirada estaba cargada de descarado interés que incomodaría a cualquiera. …sta, en cambio le resultaba interesante.
Un manotazo en su libreta lo sobresaltó de repente. Miró con disgusto al licenciado mientras se reponía del susto.

-La próxima clase tendrán bastante tiempo para invitar a sus respectivas parejas a tomar un café. Dijo Zain sin retirar la mano de la libreta de Ben.

-¿Va a jubilarse? -soltó Ben comenzando a guardar sus cosas.

Todos rieron. Incluso el propio Zain.

-Lamentablemente para usted, señor Devine, estaré dando esta clase bastante tiempo. A lo que me refiero es que la próxima clase los privaré de mis aburridos conocimientos por razones personales.

Zain retiró su mano. Ben guardó su cuaderno, estaba molesto.

-Estaré esperándolos después de mi necesaria ausencia, ¿entendido?

Ben fue el primero en salir. Tenía una de sus manos en la frente y por su cabeza pasó la idea de faltar a la próxima clase. Le dolía la cabeza.

-Intente relajarse, señor Devine -una mano se posó en el hombro de Ben provocándole un escalofrío. -Un día caerá enfermo por tanto estrés.

Ben no dijo nada. Sólo vio al licenciado alejarse mientras las pocas estudiantes se acercaban a él para hacer una de sus bobas preguntas.

-¿Te sientes mal? -preguntó Mike a sus espaldas.

-Me duele un poco la cabeza -respondió el pelirrojo con una de sus amables sonrisas. -Sobreviviré.

-Debes sobrevivir -intervino Uriel con su mirada seria. -Así podré ver más de tus ridículos debates con el licenciado.

¿Ridículo?

Benjamín se molestó no tanto por la palabra, sino por el tono irónico que Uriel había utilizado.

-Te tiene celos -rió Mike -Nadie se atrevería a debatir tanto con el licenciado.
-Pero ni siquiera es importante -protestó Ben.

-Al licenciado Hammonds le importa.

¿Le importaba realmente?

Ben frunció el ceño con esa idea justo cuando veía a Uriel deteniéndose a conversar con otro de los alumnos.

Y si le importaba por qué tenia tan molesto a Uriel.

Ben suspiró tocándose de nuevo la frente. Su dolor de cabeza estaba aumentando.

* * *



El brillante alumno estaba muy extraño.

Desde que Zain entró el aula pudo percibir un ambiente un poco pesado a pesar de que podía escuchar la risa del resto de los alumnos. Y mientras transcurrió la clase se dio cuenta que era por él.

No le gustaba que no hablara para nada ni ver esa expresión tensa cuando paseaba la mirada entre charlas. Tampoco que se mantuviera simplemente con los brazos cruzados moviéndose solo para cambiar de posición. O que apretara los labios cuando adivinaba que estaba por pedir su opinión como si le advirtiera que no lo hiciera.

¿Tendría algún problema?

Zain estuvo toda la clase intentando traducir esa tensa expresión y deseó mandar el resto del tiempo por un tubo para sentarse con él y platicar de lo que lo estuviera preocupando. Deseaba darle algún consejo si era necesario, animarlo... ayudarlo...

Zain palideció dejando caer el marcador con el que estaba escribiendo en ese momento. Se aclaró la garganta al agacharse a recogerlo y volvió a intentar leer lo que estaba escribiendo.

"Ayuda", eso había escrito en la superficie blanca sin darse cuenta. Molesto borró toda la frase y comenzó a guardar todas sus cosas.

-Hablaremos sobre el tema en la siguiente clase. -dijo simplemente y salió.
Al instante los alumnos comenzaron a murmurar. Uriel quiso hablar con Ben, pero descubrió que se levantaba de golpe y salía corriendo.

-Tonto.

Benjamín lo alcanzó al final del pasillo. Supo que sus pasos acelerados habían logrado detenerlo, así que sólo se detuvo para mirarlo muy molesto.

-Usted no me simpatiza -soltó Ben en cuanto Zain volteó a verlo -Pero no por eso descuidará a todo un grupo que espera aprender de usted. Tiene que dar lo mejor de sí por ellos para que logren ser buenos abogados, ¡No admito que muestre a un abogado mediocre!.

Zain suspiró aceptando todo lo que me había dicho como cierto. Desvió la vista de sus ojos grises y contempló el pasillo completamente desierto.

Estaban solos...

-Te preocupas más por tus compañeros que por ti mismo.

No había sido buen comentario y lo supo al ver la sorpresa reflejada en sus ojos. Sin embargo no le importó cuando pudo ver ese titubeo en sus ojos y contempló la piel tapizada de graciosas pecas.

-Son ellos quienes necesitan de sus capacidades -dijo Benjamin cuando se repuso -Yo puedo hacerme responsable de mí y lo que hago.

-No los trates como a niños. -aconsejó Zain acomodándose los lentes -Estoy seguro de que pueden atenderse sin problemas.

-Sólo le estoy pidiendo que haga su trabajo.

-Suena justo -admitió Zain -Pero también quiero que hagas tu trabajo... Por lo menos finge que te interesa un poco la clase.

-Puedo hacer eso...

-¿Tenemos un trato?

-No es necesario hacerlo tan serio... Simplemente cada quien adoptara su rol. Y después de decir eso Benjamín se dio la vuelta para irse.

Fue ahí cuando Zain pudo ver al alumno que el licenciado Laurence apreciaba. Una tranquila sonrisa apareció en su rostro comprobando que su buen maestro no estaba siendo engañado y prometió que no lo descuidaría.

Claro que no.

Ahora más que nunca cuidaría de Benjamín.

Contento con su decisión caminó hasta la dirección y dedico una sonrisa a su maestro acomodándose en el asiento. El anciano le sirvió café y comenzó a mostrarle libros que había considerado debía leer absorbiendo varios minutos hasta que Zain recordó a lo que había entrado.

-El señor Devine es un chico brillante -Zain bebió de su café e hizo una mueca de desagrado al notar que se había enfriado. -Sus opiniones tienen fundamentos y aprende lo necesario... No veo la razón por la que halla tenido que repetir el curso. El licenciado Laurence se mostró paciente. Sus manos buscaron en el interior de los cajones del hermoso escritorio de madera y comenzó a sacar carpetas en las que Zain alcanzó a ver el apellido de Benjamín.

Seguramente se enteraría perfectamente de lo que pasaba con ese chico. Zain colocó la taza de café frío sobre el escritorio y entrelazó las manos sobre su rodilla.

-El joven Devine requisita lo necesario para estar cursando el tercer semestre. -el licenciado pasó los documentos a Zain.

Al abrir el folder Zain se topó con una fotografía del muchacho. Ahí se veía bastante diferente a la expresión que estaba acostumbrado a ver. Se olvidó de eso y continuó hojeando revisando los datos de manera fugaz... hasta que vio lo que le acreditaba el curso que estaba repitiendo.

-Su materia, en particular, le causó problemas al joven -continuó explicando el anciano. ¿Sabe usted por qué esta sustituyendo al maestro anterior?

Zain levantó la mirada.

-¿Jubilación?

-Acoso sexual -corrigió el viejo director.

Zain palideció y sintió nauseas con sólo pensarlo.

-Pero no subestime a nuestro brillante alumno -el anciano suavizó la expresión - Fue lo suficientemente inteligente para decir las frases exactas y darse tiempo de averiguar sobre las acciones correctas. Incluso antes de que me lo confiara se acercó para estar seguro de las acciones legales así como la manera en combatirlo sin ser perjudicado. -Laurence bebió de su café -Para cuando expuso el caso tuvo toda clase de pruebas e incluso reunió a los alumnos que habían pasado por lo mismo... Tanto se preocupó por probarlo que hasta gravó conversaciones...

-Sorprendente -masculló Zain.

-Lo sé... Pero no deja de ser un joven... Cuando su profesor negó todo (aun con pruebas), se levantó furioso a golpearlo frente a los que estabamos presentes... tuvieron que sujetarlo entre dos personas... le rompió los lentes en la nariz al profesor.

-Se defendió -objetó Zain.

-Todos estamos de acuerdo en eso. -admitió el anciano.

-¿Entonces cuál es el problema?

-El señor Devine se presentó ante mí al siguiente día pidiendo su suspensión del semestre. Había ganado el caso... el profesor estaba firmando su renuncia, pero aun así no lo hice cambiar de opinión. Lo único que podía hacer por el joven Devine era lograr que conservara su beca así como el lugar... -el anciano miró a Zain. -, y ahora usted tiene a nuestro alumno más brillante bostezando en su clase.

-No me halaga eso -murmuró Zain.

-El joven Devine conoce perfectamente la teoría... ha estudiado durante todo este tiempo... Si esta en este curso es por que piensa que debe aprender algo.

-¿Qué cosa? -preguntó Zain con ironía.

-Cuando lo descubra hágamelo saber -sonrió el director.

* * *

-Me preocupa Benjamín.

Uriel miró a Mike fastidiado. Desde que se habían reunido para estudiar juntos había escuchado ese comentario de forma casi esporádica. era obvio que quería hablar del pelirrojo y no de la historia del Derecho Privado. Aunque según su opinión Benjamín no tenía problemas, hace un día había preparado una clase para exponerla con ayuda del licenciado y toda la semana transcurrida dejó saber sus opiniones o aclaraba las dudas surgidas.

Pero Mike no parecía contento por eso. Y aunque Uriel sabía la razón no estaba dispuesto a perder el tiempo dejando escapar información innecesariamente.
-Preocúpate por él cuando quiera sacarnos a jugar en plena temporada de exámenes -replicó dejando claro que no quería hablar de él.

Mike suspiró y comenzó a leer para estudiar.

Uriel bufó colocando su vista en el libro también, en realidad no podía estudiar en ese momento, pero no quería hablar con Mike. No le simpatizaba.

-Es en estos momentos cuando odio no tener una cámara fotográfica a la mano - se escuchó la voz de Ben -Nadie me creería que son ustedes estudiando.

-Lo que no creen es que saques buenas calificaciones y te vean paseando por los jardines la mayor parte del tiempo -replicó Uriel con ironía -Seguro piensan que estudias en la biblioteca, tendré que informarles que lees mitología.

-Si haces eso creerán que compro a los licenciados.

-Podrías probar que no es así fácilmente. -comento Mike.

-Si quisiera parecer sabio estaría en una escuela de superdotados. -rió Ben.
¿También cuidas ese tipo de escuelas? -preguntó Uriel con cinismo.

-En mis ratos libres hago servicio de limpieza -bromeó Ben -, intento descubrir el secreto de los chicos. Tal vez piense en robarles una neurona.

-Mejor deja algunas tuyas, tal vez así te comportes como una persona normal.

-Me tratas como si fuera un fenómeno.

-Lo eres.

Ben comenzó a discutir de manera escandalosa con Uriel ante un atento Mike. El rubio sonrió sin perder detalle alguno hasta que una sudadera voló justo sobre su cara, molesto miró a Alma en la puerta mientras la prenda resbalaba lentamente.

-Mike.... -Alma levantó una ceja con burla -, si no te conociera pensaría que ves a ese inútil costal de pecas como un semidiós.

-No... -tardamudeó el chico.

-Debe pensar eso por que le ahuyento a las chicas. -aclaró Ben dejándose caer en la cama -Y las chicas creen que soy un acaparador.

-Si dejaras más para nosotras no pensaríamos eso -Alma se sentó sobre el escritorio.

-Cuando encuentre alguien especial dejaré al resto -prometió Ben.

-Ignoraré eso -murmuró ella -, venía a invitarlos a un café.

-¿Irá Daniel?

-Fue idea suya -respondió ella.

-Entonces yo voy -Ben se levantó animado mirándose al espejo para arreglarse el cabello rojizo -¿Crees que a Daniel le guste verme más formal?

-Sólo sé como me gustaría verte -replicó ella de manera ruda.

Uriel miró a Mike con el ceño fruncido.

-Nosotros tenemos que estudiar -se apresuró a decir el rubio.

-Mejor... - Ben se acomodó el cuello de la camisa -, así nadie me hace competencia con Daniel.

-¡¡Deja en paz a mi hermano!!

Mientras Ben intentaba quitarse de encima a Alma Uriel dirigió una mirada a Mike notando que no despegaba la vista de la pareja.

¿Por qué tenía tanto interés en Benjamín?

Molesto por eso recargó la barbilla en una de las manos deseando desaparecer a
Mike por tiempo indefinido.

Finalmente Alma y Ben salieron de la habitación aun discutiendo.

-Ya que la bomba se fue sigamos estudiando -propuso Uriel.

Mike suspiró y volvió a agarrar el libro.

* * *

-No me gusta la manera con la que Mike te mira.

-No le veo nada de malo... Creo que debe ser por que le ayudo a huir de las chicas.

-Mike es capaz de hacer eso perfectamente- aseguró Alma de mal humor -Pero esa cara de cachorro abandonado que pone no le ayuda nada.

-Se ve muy lindo.

-Estúpido -corrigió ella. -Mosca muerta.

-Por eso no tienes novio, Alma -Ben sonrió con burla. -Sólo yo puedo soportar tus venenosos comentarios.

-Lo haces por que te interesa -dijo ella con ironía.

-Pero lo hago -Ben le dedicó una mirada como si eso fuera un enorme sacrificio. Alma murmuró algo que él no entendió y se acercó a su hermano quien esperaba recargado en un árbol.

-Creí que vendría Uriel.

-Prefirió llenarse la cabeza de letras -replicó ella.

Daniel encogió los hombros y caminó en dirección del estacionamiento seguido de ambos jóvenes hasta llegar a su jeep verde. Ben subió en la parte trasera extendiendo los brazos mientras Alma torcía la boca y se acomodaba en el asiento del copiloto. Daniel comenzó a recorrer el camino.

-Y ese otro muchacho, ¿cómo se llama?

-La mosca muerta de Mike. -la chica sonrió con ironía.

-Claro -Daniel esquivó un bache -Pero no tienes que llamarlo así Alma.

-Alma le tiene envidia por que lo defiendo de las mujeres.

-¡Yo no necesito que me defiendas de las mujeres!

Daniel sonrió sin despegar la vista del camino. Ver a Benjamín así le hacía pensar que sus preocupaciones habían disminuido un poco. Claro que hubiera querido conversar con él para ayudarlo en lo que fuera posible, ya que aunque lo veía contento no dejaba de percibir ese hueco en su sonrisa.

Por fin Daniel detuvo el jeep en un estacionamiento y salió esperando a sus acompañantes. Ben continuaba haciendo bromas suaves a Alma mientras ella le dedicaba sus bruscos gestos. Entraron para invadir una de las mesas cercana a la delicada fuente que adornaba el centro y refrescaban un poco el lugar.

Ben se acercó a contemplar los diminutos peces de la fuente. No sabía explicar lo que sentía, pero si podía asegurar que no deseaba estar en ese lugar. No le gustaba bromear a costa de Alma y ver que ella refrenaba sus reacciones por algo que él aun no comprendía. Tampoco notar la mirada de Daniel con una mezcla de preocupación y amabilidad; parecía querer ayudarlo, pero a la vez se refrenaba como si pensara que lo incomodaría con solo intentar.

Se levantó para ver a sus acompañantes y sonrió un poco pidiendo frituras. Después se disculpó y caminó hasta el servicio. Estando ahí recargó la frente en
la pared de color crema dejando escapar un suspiro algo quebrado.
-Había pensado que encontrarlo por aquí era afortunado, pero verlo en esas condiciones me hace pensar que no lo es tanto.

Ben se burló de sí mismo negando la posibilidad de que fuera precisamente esa persona. Levantó la mirada hacia los atentos ojos azules sintiendo un incómodo escalofrío recorriendo toda la extensión de su espalda. La verdad es que deseó perderse en esa mirada, pero reprimió ese absurdo deseo desviando sus ojos grises y frunciendo el ceño.

-Licenciado -murmuró sin muchas ganas.

-Zain es mas sencillo -le recordó él con una amable sonrisa -¿Puedo ayudarte, Benjamín?

Que extraño era oír su nombre con esa voz. Era aun más raro que el licenciado se atreviera a hacer lo que Daniel debería haber intentado y que él sintiera esa ridícula alegría repentina.

-Si desaparece ahora y me hace creer que fue una mala jugada de mi mente ayudara bastante. -Ben sonrió.

Zain se recargó en la misma pared dispuesto a no tomar tan en serio ese comentario. Una sensación de poder lo recorrió al percibir la respiración tranquila de su acompañante y cerró los ojos deseando que ese momento no terminara.

-¿Te gustan los descarados? -preguntó Zain de pronto.

Benjamín lo miró sin comprender. Los ojos del hombre emanaban una extraña tranquilidad y él no estaba seguro de la razón exacta por la que sentía esa incomoda necesidad de que se quedara a pesar de que su cabeza le advertía que lo mejor era mantenerlo lejos.

-¿Descarado? -preguntó entonces el pelirrojo -No... no me gustan.

-Pero puedo saber que le das importancia a la honestidad y verdad.

-Espero que mi vida tenga algo de eso -admitió Ben.

-Me gustas.

Un prolongado silencio siguió esas palabras, sin embargo Ben tuvo la impresión de que podía escuchar los violentos latidos de su corazón. Permaneció con la cabeza agachada por que no se sintió con el valor para enfrentar a quien había dicho aquello deseando simplemente desaparecer.

-Yo no...

¿Qué decir?

"Se equivoca... Yo no soy de esos gustos"

Que ridículo. Casi media comunidad estudiantil sabía lo que prefería. La otra mitad se repartía entre los alumnos de primer grado y los que trabajaban en algún bufé. Pero no tardarían en ubicarlo como ese estudiante que había logrado sacar a Diamond.

Además... Creía que también le gustaba...

Ben se mordió el labio inferior furioso y levantó la mirada para decir algunas cuantas verdades al licenciado, pero justo en el momento en que abrió la boca fue silenciada por otra que se presionaba contra sus labios. La húmeda lengua le invadió el interior buscando ser correspondido hasta que Ben pudo reaccionar y empujarlo.

Con desprecio se limpió la boca y salió del baño realmente furioso. Al estar afuera
Daniel le hizo una seña, pero él la ignoró y se fue.

Zain permaneció quieto. Incluso para él esto resultaba novedoso. Pero estaba seguro de lo que quería y no pensaba detenerse hasta tenerlo.

* * *

Benjamín estaba al fondo del lugar. Permanecía atento al libro sobre la amplia mesa con la suave luz encendida; de vez en cuando se movía de manera brusca y apuntaba algo en la libreta que descansaba a un lado. Después volvía a leer con notable interés.

No se veía tan molesto como hace tres días. Aunque Zain estaba seguro de que eso se debía a que no estaba acorralado en un baño con un maestro aprovechándose de notarlo confundido.

Zain frunció el ceño y caminó hasta la mesa donde se acomodó para trabajar. No tenía por que ser tan descuidado precisamente con ese alumno sabiendo de lo que era capaz, estaba seguro que intentar seducir al muchacho era arriesgarse demasiado. Pero en ese momento no pudo evitarlo. Cuando recordaba los brillantes ojos grises volvía a tener esa necesidad de protegerlo y procurar que olvidara lo que le hacía daño. Y llegaba a pensar que si tenía oportunidad lo haría de nuevo.

¿Era eso correcto?

Zain levantó la mirada y sonrió al ver a Benjamín recostado en la mesa con los ojos cerrados. Sin dudar se levantó y caminó hasta él para apoyar una mano en la mesa. Con curiosidad leyó un poco del texto del libro y sonrió al descubrir al pequeño delincuente que había entrado a su casa.

Con cuidado se sentó y cruzó los brazos sin dejar de verlo. Benjamín estaba profundamente dormido y resultaba interesante notar su lento respirar.

Por un momento lo imaginó con esa misma tranquilidad justo al amanecer bajo la protección de una habitación. Entonces podría verlo abrir los ojos y lo atraparía para besarle la frente.

Zain bajó la cabeza apretando los dientes.

-¿Por qué tengo que despertar y verlo a mi lado?

Zain lo miró descubriendo que se tallaba los ojos y que estaba aun adormilado. …l bostezó estirando sus brazos y volvió a acomodarse sobre la mesa sin dejar de verlo.

-Eres hermoso mientras duermes -susurró Zain con sumo cuidado.

Para su sorpresa Benjamín se ruborizó.

-¿Qué pretende, licenciado?... Para estas alturas usted ya sabe lo que he hecho...
¿por qué me fastidia repitiéndome el problema?

-No quiero causarte problemas.

-Entonces deje de intimar conmigo...

-Me gustas -Zain tomó el libro leyendo la dedicatoria para después mirarlo con ternura. -Cuando mi abuelo escribió esta dedicatoria fue para buscar una razón que me hiciera feliz... Y creo que tenerte es una parte importante.

Ben palideció al comprender las palabras del licenciado; en especial la parte donde decía que el libro era suyo.

-No estoy listo para tomarlo en serio -Benjamín comenzó a guardar sus cosas y se levantó -Discúlpeme por tomar su libro...

-Benjamín -llamó él logrando detenerlo -, no usare esto para mi provecho... en verdad quiero convencerte de que mis intenciones son buenas.

Ben volteó dedicándole una extraña mirada hasta dejar escapar un suspiro.

-Confiaré en usted, licenciado... pero no espere que acepte algo de lo que aun no estoy convencido.

Esa tarde Ben estuvo encerrado en el cuarto. Uriel había intentado conversar sobre un tema que verían al día siguiente, sin embargo desistió después de tres preguntas cuya repuesta se basaba en monosílabos. Cuando salió, Ben se acostó cubriéndose totalmente con la manta.

¿Qué hacer?

No tenia ganas de ver a Zain manejarse con esa manera segura y a la vez resistir las ganas de comentar algo con doble sentido.

No quería verlo.

Por el momento no necesitaba tener esa mirada encima. Así que llegado el momento había hecho lo que mejor sabía y llegó a ese tranquilo banco con vista al lago. Desde ahí veía divertido las pequeñas barcas y las sencillas casas al otro lado. A veces le parecía escuchar las risas de la poca gente que pasaba a esa hora, mientras él disfrutaba del calor del Sol sobre su cuerpo. En ese momento pensó que había valido la pena faltar a la clase y se acurrucó cerrando los ojos.

-No puedo creer que mi alumno más brillante se salte la clase.

Ben suspiró.

-Preocúpese por el resto, licenciado. Yo estoy muy tranquilo aquí.

Y tranquilidad era lo que necesitaba por el momento. No más murmullos de los alumnos o consejos de Uriel. No más peticiones de Mike para darle ayuda... O la voz del licenciado. No más de esa voz que ahora le aceleraba el pulso de manera ridícula y que lo obligaba a pensar sobre lo que creía sentir.

-Lo dejé todo por ti -murmuró Zain. Ben apenas había notado que estaba sentado a su lado y miraba reflexivo hacia el frente.

Miró cuidadosamente el rebelde flequillo que no había podido ser sometido con el resto del cabello café; la piel blanca y lisa de su cara así como sus perfectos rasgos y sus ojos azules.

“Es ridículo” pensó Ben desviando la vista.

-Vuelva a su clase, licenciado. -replicó Ben -Yo me quedaré aquí un rato más.

-¿Quieres que te abandone?

Las palabras de Zain siempre tendrían un extraño doble sentido para Ben. Molesto sacudió la cabeza al descubrir que no quería que lo dejara... pero tampoco lo quería a su lado. Zain representaba para él una responsabilidad muy pesada que no estaba lista a cargar.

De repente sintió que lo tomaban de los hombros para acercarlo. Apretó los ojos cuando unos labios se posaron sobre su frente sin poder creer que eso pasara de nuevo. Pero no hizo nada; ese tacto le provocaba un hormigueo que le recorría la extensión de su espalda logrando que sus preguntas se evaporaran.

Zain miró con adoración el rostro ruborizado de Ben. Le gustaba la expresión inocente en contraste con las pecas que plagaban su piel y su cabello rojizo despeinado. Entonces se inclinó para posar su boca sobre los labios del pelirrojo frotándolos con suave calma, disfrutando del sabor dulce. En un movimiento más
audaz comenzó a lamerle los labios pidiendo permiso para entrar; él accedió y
Zain pudo explorar el interior jugueteando con la lengua.

Ben colocó sus manos en los hombros.

¿Quería abrazarlo?

No lo sabía.

Lo único que podía decir es que ese beso le hacía desear tocar esa piel contra la suya.

Fue cuando la mano se metió debajo de su camisa que pudo reaccionar. Apretó los hombros con sus manos y lo empujó partiendo el beso.

Ben se levantó y dedicó una mirada gélida a Zain.

-Olvídese de mi, licenciado...

Y se fue.

A pesar de eso Zain sonrió.

Recargó la barbilla en sus manos viendo el paisaje.

¿Olvidarse de él?

Jamás...

* * *

Los sensuales movimientos de las animadoras arrancaron emocionadas exclamaciones de los espectadores. Cuando Ben escuchó el escándalo se puso justo delante de todas ellas y comenzó a mandar besos para después esquivar algún baso de plástico.

-¿No se acostumbran? -preguntó Daniel con ironía.

-Lo hacen para hacerme creer que no les gusto -señaló el pelirrojo quitándose el casco y pasándose la toalla por la húmeda frente.

-Creo que te odian -señaló Daniel -La mayoría de ellos vienen a ver a las animadoras.

-La próxima vez me uniré a ellas.

-¡Eso jamás lo permitiré!

Justo en la puerta de las regaderas estaba una muchacha con el uniforme de las animadoras ajustándole el cuerpo, se acercó arrebatando la botella con agua que Benjamín tenía en las manos y bebió sin dejar de mirarlo.

-Monsieur Benjamín, eso que hace al grupo de animadoras me enferma a grados peligrosos.

-Soy lo que su grupo necesita.

Daniel sonrió al ver que los ojos violetas de Jeannet relampagueaban de manera peligrosa.

-Necesitamos eliminarte, cher... -dijo ella y se sentó a un lado del pelirrojo -Daniel, desaparece.

-¿Cómo logras convencerlo? -preguntó Benjamín viendo salir a su amigo.

-Cuando das ordenes sin intención de ligue es mas fácil que te hagan caso -ella lo miró con ironía -Ben, ¿qué te pasa?

Ben recargó la cabeza contra los casilleros mirando a su acompañante. Jeannet siempre lograba apreciar cuando tenia dudas o estaba desanimado y se acercaba a conversar. Podían estar juntos por horas sin darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor y por mas raro que pareciera ella siempre tenia algo que comunicarle para animarlo.

-Tengo problemas con un licenciado.

Jeannet posó su mirada al frente con un gesto desagradable.

-¡Los hombres que dan clase en esta Universidad son unos pervertidos!... Cuando vea al que te molesta le voy a romper una innumerable cantidad de huesos y quedara tan irreconocible que ni su madre querrá verlo.

Ben rió por eso. Jeannet apenas medía 1.55 m. Era tan menuda que él podría cargarla y jugar con ella por los aires. Su cuerpo delgado la hacía parecer una hermosa muñequita de porcelana y si no fuera por su habilidad en los deportes las animadoras la habrían adoptado como la mascota oficial.

-Es mas grande que tu.

-Eso me da la ventaja -aseguró ella -, así es más torpe.

…l no lo describiría con la palabra torpe. En ocasiones era aburrido, pero eso era tan raro que sólo él podía notarlo.

Mas bien lo llamaría interesante. Por alguna extraña razón quería conocerlo mucho más. Quería saber que se escondía tras el rígido licenciado y estudiar cada gesto nuevo en su forma de ser.

-No pareces muy molesto.

Benjamín miró a su amiga y suspiró.

-…l ha hecho más cosas de las que le permití al viejo Diamon.

Jeannet sonrió de manera cálida. Con sus pequeñas manos se acomodó el cabello negro y golpeó el piso con el pie varias veces. Finalmente se levantó colocándose frente a él y se permitió revolverle el cabello.

-Te gusta.

Ben palideció.

-Eso es ridículo. -protestó.

-Tu mismo lo dijiste -ella lo miró con tranquilidad -Le has permitido cosas que otros no han hecho. Pero, además, lo dices con una mezcla de tranquilidad e interés; que creo, que si pudieras ver, te sorprendería tanto como a mí.

¿Era eso cierto?

Ben se sintió acongojado por no haber notado eso. Miró a su amiga buscando algún indicio de que estaba bromeando pero nada.

-¿Debo preocuparme por eso?

-Preocúpate si eso te lastima mas de lo que te beneficia,
cher.

-No sé si me beneficiará.

Ella rió ante eso.

-Un muchacho me enseñó que cuando las cosas parecen un misterio no puedes decir si algo es bueno o malo hasta que no lo pruebas. Yo no quería ser animadora por que pensaba que me perjudicaría... ¡ya sabes!... una chica de muy baja estatura no queda bien parada.

-No puedo creer que sigas contando esa
historia.

-Soy la jefa de las animadoras -interrumpió ella orgullosa -, y es por que me atreví a hacer algo que quería. Necesité de un impulso. Por eso me gusta hablar de él.

-Un muchacho que dijo una tontería ni debe ser importante.

Jeannet le besó la frente y salió del lugar agitando su mano.

¿Un impulso?

Ben se quitó la camisa y abrió el casillero sacando lo necesario para bañarse.

-Si... Solo viviendo puedes vivir...

* * *

Llegó a su oficina de repente.

Zain revisó su reloj disimuladamente y frunció el ceño. Se suponía que a esa hora estaría en la reunión que el director había convocado.

Bueno, quién se queja.

Zain le hizo un movimiento con la mano invitándolo a pasar y comenzó a guardar sus cosas para no distraerse innecesariamente.

-Acepto.

Los papeles que Zain tenia en las manos resbalaron, sin preocuparse por levantarlos miró al chico descubriendo que estaba completamente rojo mientras él palidecía.

-¿Perdón?

Benjamín frunció el ceño y desvió la vista.

-Usted me gusta, licenciado, por eso acepté venir hasta aquí y hacérselo saber. Zain se levantó y se acercó para abrazarlo.

-Es la mejor noticia que he tenido en este día.

-Generalmente eso pasa -dijo Ben con una sonrisa.

¿Era correcto?

Benjamin sintió una agitación extraña al levantar los brazos y rodear el cuerpo de Zain. Sabía que no era correcto, que muy a su pesar él seguía en un nivel en donde el alumno no podía relacionarse así de fácil con un profesor sin salir perjudicado.

El muchacho suspiró. Eso no importaba mucho ahora. No cuando Zain lograba hacer que lo olvidara con ese apasionado beso.

* * *

Tenía los ojos puestos en un libro.

Había estado ahí más de dos horas sin decir palabra alguna y sólo se escuchaba como pasaba de una hoja a otra.

Cuando Uriel lo vio así tuvo que parpadear para estar seguro de que lo que veía era real. Curioso se acercó sólo para toparse con letras que formaban frases que no entendía en absoluto.

-¿Y esto?

-Japonés -murmuró Ben pasando a otra hoja.

-No parece.

-No son Kanjis -Ben suspiró -Es más difícil leerlo de esa manera.

Uriel se sentó a observarlo. Le resultaba fascinante encontrar a su compañero de cuarto enfrascado en un libro y no en una revista.

-¿De que es ese libro?

-Mitología greco-romana.

-Eso es absurdo.

Ben cerró el libro después de colocar un separador y se levantó estirando su cuerpo.

-Es el regalo de alguien a quien aprecio, así que no es absurdo.

-¿Aprendiste japonés sólo por que te lo regalaron?

-No seas ridículo -rió Ben -Aprendí japonés por que quería fastidiar.

No era una respuesta rara.

-Sabía que me ocuparía en todos los veranos desde la preparatoria así que tome el curso.

-¿Japonés? -insistió Uriel.

-Mi amor platónico tenía descendencia japonesa... así que me acerque a mi manera.

-Sigue siendo demasiado.

-Lo sé... por eso lo hice.

Ben dio por terminada la conversación y salió de la habitación. Caminó por los pasillos hasta llegar al jardín y se detuvo en su banca favorita donde se sentó.

-De nada va a servirte estudiar ese idioma -había dicho su padre con su característica voz apacible. -Intenta estudiar francés... alemán.

-Tengo tiempo de estudiar esos idiomas también -replicó Ben de la misma manera calmada. -Pero no antes de lo que quiero.

-Me aterra tu lógica, hijo... Jamás puedo convencerte de nada por las buenas.

-Soy como tu, padre... Un continuo desafío que la vida presenta de vez en cuando.

Pero lo había logrado, ¿no?

Hablaba el idioma de manera un poco ingenua con pronunciado acento y entendía lo necesario para leer. Después aprendió francés para demostrar una vez más que podía cumplir con su palabra.

Pero como siempre no importó.

Cuando estuvo de regreso en casa descubrió la carta escrita en el idioma intacta y el certificado con el comprobante que había exigido su padre respecto al pago.
Ben cruzó la pierna sintiendo la brisa agitando sus cabellos. Ahora no tenía muchas noticias de casa... sólo ese convertible que tenía guardado en la cochera de la escuela y las llaves hundidas en el contenedor del retrete.

También las formales cartas de su madre en donde había más advertencias que felicitaciones. Y esas frases que le pedían visitar a la pequeña Sara, esta vez sin la compañía de un hombre.
Ben sonrió al recordar ese día.
Justo al terminar la preparatoria se sintió con el derecho de elegir su propio destino. Así que llevó a su compañero de ese momento a casa y lo presentó como su "pareja".

La reacción había sido digna de recordar en verdad.

La pequeña Sara fue mandada a su habitación desde donde se suponía no escucharía los gritos de su madre y la tranquila voz de su padre.

El pobre chico salió en la primera oportunidad.

Ben se deleitó con amenazas en donde su herencia se balanceaba peligrosamente hasta que no pudo soportarlo y comenzó a reír.

Un bofetón de su madre lo silenció.

-Un hijo mío no será gay. -aseguró la mujer y se dio la vuelta.

Su padre no dijo nada más. A Ben no le extrañó.

En ese momento se sintió tan patético como pensaba que James era. Sin embargo se justificó asegurando que no se trataba de la misma situación. James quería llamar la atención. Ben quería disolverla.

¿Qué pensaría su madre al enterarse que de nuevo tenia un novio?
Ben se levantó para caminar a la biblioteca. Tenía las manos hundidas en los bolsillos mientras caminaba con la vista baja. Al llegar al edificio penetró y cogió un libro de mitología, esta vez en ingles; salió y un gran suspiro escapó de sus pulmones. Al mirar con más cuidado la vio.

Era una joven que le miraba con una mezcla de interés y paciencia. Su cabello negro estaba controlado en una trenza con algunos hilos pasándole por la cara al ritmo del viento. Y sus ojos verdes combinaban de manera perfecta con los delicados rasgos de su cara. Tenía puesto unos jeans desgastados y una camisa blanca y apretaba contra su pecho un libro enorme de literatura.

A Ben le pareció conocida.

Ella lo saludó, pero lo hizo en japonés. Entonces él le miró con cuidado y frunció el ceño.

-¿Luisa?

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).