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Un sonido distante por Akiko_y_Shizuka

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Parte cuatro: "Un vuelco en el corazón."



-¿Quién es ella?

Daniel miró discretamente hacia la dirección de los ojos de Alma y pudo ver a Benjamín sentado en el pasto verde con un libro entre las manos. No le habría dado importancia si no fuera por que en sus piernas estaba una joven cuidadosamente recostada, también con un libro. El cabello negro se derramaba de manera exquisita sobre la tela del pantalón de él hasta caer sobre el pasto ofreciendo una visión en verdad perturbadora y Daniel fue consciente de la piel cremosa que cubría sus brazos y manos firmes.

Desde ese lugar no podía verle la cara, pero si pudo notar ese par de fuertes piernas cubiertas por el pescador azul y los delicados pies femeninos. Ella tenía una pierna cruzada en la otra y balanceaba su pie jugueteando con la sandalia que caería en cualquier momento.

Lo poco que veía era en verdad perturbador. Suficiente como para justificar el tono molesto de su hermana y para hacer que él se interesara en tener la respuesta a su pregunta.

De pronto ella señaló algo en el libro que estaba leyendo. Benjamín miró con
atención y una sonrisa que Daniel jamás había visto apareció en su cara mientras parecía explicar respecto a lo que ella se refería.

Ella rió y se levantó acomodando su cabello negro, dijo algo con notable burla mientras él le escuchaba con interés.

Daniel permaneció quieto mientras sus ojos recorrían cuidadosamente los rasgos de su rostro. Quedó maravillado con cada línea que trazaba su cara en cada expresión hasta notar el hermoso verde de sus ojos.

Finalmente desvió la mirada convencido de que ella lo lastimaría aun si no se lo proponía. Se centró en su hermana y negó con la cabeza.

-No la conozco.

-Pero por qué está tan cerca de Ben... ¿por qué pareciera que son...?

Novios... eso hubiera querido decir Alma, pero no encontró el valor.

-Ben ya tiene pareja -declaró Daniel.

-¿Ella?

-No... Un hombre según entendí.

Alma pareció captar el mensaje mudo de su hermano y pinchó un trozo de fruta para llevárselo a la boca y comenzar a masticar aunque no tenía ganas de tragarlo.

-¿Hay lugar para dos mas?

Alma levantó la vista viendo la amable sonrisa de Ben. Al mover un poco los ojos la vio a ella con esa misma sonrisa esperando pacientemente ser presentada.
-¡Que pregunta, Ben! -Daniel reaccionó. -Para ti siempre hay lugar.

Ben ayudó a la joven a sentarse y se acomodó también.

-Ella es Luisa McAllister -Ben presentó a la chica y después le pasó un brazo por los hombros -Daniel y Alma son hermanos... él es mi capitán y ella mi tortura.

-¿Quieres problemas? -preguntó Alma.

-Es un placer -dijo Luisa con educación y sonrió con complicidad a Alma -Haces bien en tenerlo controlado... nunca se sabe cuando decidirá seducir a tu hermano.

Daniel se ruborizó.

-¡Jamás se lo permitiré! -aseguró Alma.

Ben forzó un suspiro.

-Alma, querida, ya tengo pareja.

-¿Y? -preguntaron ambas mujeres.

-Parece que ambas saben de lo que hablan -Daniel rió.

-Ben intentó seducir a mi hermano -Luisa hablo con mucha tranquilidad - Afortunadamente él pudo elegir lo que quería.

-Con un poco más de tiempo me habría elegido a mí -declaró Ben fingiendo estar ofendido.

Alma notó que Luisa lo miraba con algo de tristeza.

¿Por qué?

* * *

No esperaba menos de ella.

Como lo sospechaba se veía aun más magnifica con su cabello suelto y cuidadosamente peinado que con una trenza. Seguía vistiendo de manera en extremo sencilla, pero no tenía importancia alguna si veías su delicado rostro con el ligero maquillaje y en especial el brillo que había colocado en sus labios.

Zain se sintió tentado a acercarse a ella y preguntar la razón de su interés en hacerlo enfadar, pero el sólo hecho de ver a la peculiar pareja de hermanos que los acompañaban le convenció de quedarse justo en su sitio.

Entonces ella lo miró. Esperaba ver burla, pero la verdad es que esa mujer era más cuidadosa de lo que él podría soportar. Notó que Benjamín volteaba en la misma dirección y les dijo algo a los hermanos para levantarse tomando la mano de la damita y acercarse a él.

-Zain, quiero que conozcas a alguien especial. -dijo Ben al estar frente e él. Luisa sonrió de manera tranquila e hizo una negación a Ben.

-El profesor Hammonds y yo ya tuvimos el placer de intercambiar opiniones -
explicó ella.

Zain la ahorcaría si pudiera.

-¿En serio? -preguntó Ben algo confundido.

-Nos encontramos por accidente fuera de la biblioteca -Luisa lo miró -, él me hizo saber cosas interesantes... Le estoy agradecida por ello.

No lo estaba evidenciando. Ni siquiera había un tono de burla en su voz. Más bien entendería que ella se refería a algún tema académico y no al personal que le hizo acercarse ese día e intentar alejarla. Zain frunció el ceño reconociendo que la damita jugada limpio.

Entonces Ben miró hacía todos lados y sonrió al comprobar que nadie podría escuchar lo siguiente.

-Zain es mi novio.

Luisa desvió la vista del rostro de Zain sin mostrar emoción alguna, miró a un ruborizado Benjamín y de manera casi milagrosa fue apareciendo una sonrisa en sus labios.

-Ben, no tienes que apenarte conmigo -dijo Luisa comprensiva -Por mí puedes gritarlo.

Zain se sintió incómodo al notar la perturbada expresión de Ben. El muchacho se recuperó casi al instante y se acercó a Luisa como si lo que fuese a decir era un secreto importante.

-Zain no esta listo para algo así... y yo tampoco. Así que agradeceré que guardes el secreto.
Los ojos de Luisa se posaron de nuevo en él. Zain pudo notar resentimiento en ella al mismo tiempo que se guardaba su comentario al respecto.

-No te preocupes, Ben. No haré nada que te dañe -susurró ella.

* * *

"No haré nada que te dañe"

-¿Mami?

El lugar era confuso. Los olores le parecían familiares, pero no podía identificarlos. Millares de sonidos llegaban a sus oídos al mismo tiempo y le era imposible separarlos y comprenderlos. Y no podía ver nada... no había nada ahí.

"Calma... todo estará bien"

Algo pareció llegar a su memoria. Era el viento revolviéndole los cabellos y la llovizna obligándolo a cerrar los ojos.

-¿Padre?

El asfalto estaba húmedo. Podía ver brillar al líquido sobre él mientras las ruedas de la moto levantaban frescas gotas de agua mojándole las piernas. Delante de su cuerpo estaba él. Casi por impulso alargó los brazos para recargar la mejilla contra la ancha espalda sintiendo su calor aun a través de la ropa húmeda.

-No hay nada mejor que manejar entre la lluvia, campeón.

¿No lo había?

Benjamín asintió mientras volvía a cerrar los ojos. Junto a su hermano se sentía protegido. ¿Pero quien lo protegería a él?

"No te preocupes... dejará de dolerte"

De repente sintió ese brusco movimiento. Escuchó claramente como el motor fallaba y la maldición de su hermano. Cuando abrió los ojos fue para ver venir lo inevitable, temeroso se soltó de la cintura de Leonardo sintiendo que el impulso lo lanzaba lejos. Después todo fue oscuridad.

-¿Leonardo?... ¿Hermano?

"Tranquilo... Ellos por fin han llegado... Ahora no tendrás más frío."

Cuando pudo recobrar la conciencia sólo escuchó voces desconocidas, le dolía su brazo izquierdo, pero no encontró fuerza para hablar y expresarlo, así que sólo pudo llorar. Sintió perfectamente que lo movían de un lado a otro.

¿Por qué le habían cubierto los ojos?

Fue después de unos momentos que comprendió que estaba viajando en una ambulancia... …l no conocía las ambulancias por dentro... quería verla... ¡Que alguien le quitara lo que tenía sobre los ojos!

"Te están cuidando bien... No te confiaría a nadie más"

-¿Mami?

Lloró.

Quería dar patadas para que ella se acercara. No importaba que no lo abrazara, con saber que estaba cerca bastaría.

Otro movimiento... ¿era una camilla sobre lo que estaba?

A él le gustaban las camillas. Tenía un tío que era doctor y lo dejaba jugar carreras cuando iba a visitarlo. Quiso levantarse, pero no pudo; el pinchazo en su brazo le hizo gritar.

Alguien le inyectó, estaba seguro. El dolor comenzó a calmarse.

"Te lo dije... ellos no dejarán que nada te pase"
Si... ya no sentía dolor.

Cuando abrió los ojos sintió el sol sobre su cuerpo. Quiso levantar su brazo izquierdo, pero lo sintió pesado. Recorrió el lugar con la vista descubriendo lo limpio que estaba. El olor que desprendía era de medicinas y todo lo que había en ella le decía que estaba en un hospital.

Sintió una gruesa venda en su frente y recordó que se había golpeado contra algo. También se había doblado el brazo, ¿no?. Al bajar la mirada lo descubrió cuidadosamente enyesado.

La puerta se abrió. Por ella entró su madre, lucía cuidadosamente arreglada y se acercó para sentarse en la cama infantil mirándolo con interés.

-Estarás bien, Benjamín.

…l sonrió. Le alegraba tanto verla.

-Te quiero mama.

-Si... Así esta bien, hijo.

Algo en ella lo perturbó. Algo en su reservada expresión y su inusual vestuario. La recorrió con los ojos intentando entender cada detalle logrando sólo un dolor de cabeza.

Ella se quitó los guantes finos y le tocó la frente como si adivinara el dolor que sentía.

Entonces se acordó de algo.

-No te enojes con mi hermano... Sólo queríamos ir al establo. Brenda sonrió de manera gentil.

-No estoy enojada con él, Benjamín... Después de todo te salvó la vida.

¿Había hecho eso su hermano?

* * *

-Sólo un loco se mete con alguien que tiene de amigo a un McAllister.

Zain miró a Carl con disgusto.

-¿Hay algo de esa niña que deba preocuparme?

-Sólo que ha decidido darte batalla -rió Carl -He sabido que ellos pueden hacer todo lo que se proponen... Eso es lo que rumoran los compañeros. Los maestros están locos por ella. La idolatran... Casi como le pasa a tu mocoso en la facultad de Derecho.

-Benjamín ha sido reconocido por que hace bien las cosas -defendió Zain.

-Luisa McAllister también hace bien las cosas. -replicó Carl -¿En que parte no me entendiste, Zain?... ¿Crees que sólo tu mocoso puede ser admirado por el profesorado y envidiado por la mitad de los alumnos mientras la otra mitad lo idolatra?

-Debes estar bromeando.

-Puedo reírme si eso te hace sentir mejor, cariño.

-¿Qué tiene ella de especial?

-Es invencible... una Diosa... -Carl rió al ver la ácida expresión de su acompañante
-Esta bien... exagero... Es campeona de gimnasia en su país; no ha perdido una competencia a la que ha asistido.

-Eso es absurdo, ni siquiera entrena.
-No la ves entrenar -corrigió Carl -Pero de cualquier manera no sólo eso la destaca... Esa chica es excelente oradora... No es un genio raro como tu mocoso, pero se defiende de manera admirable con su ágil manera de hablar.

Eso ya lo había notado.

Así que tenía una atleta en su contra.

Zain frunció el ceño... ¿cómo contrarrestar eso?

* * *

Oh domingo. Hermoso domingo.

Ben se sentó en la cama bostezando plácidamente mientras estiraba sus brazos y se pasó una mano por el cabello. Dirigió una mirada a su compañero de habitación y una sonrisa apareció en su cara advirtiendo que de nuevo le ganaría el baño. Así que se levantó tomándose su tiempo sin poder evitar reír al cerrar la puerta tras de sí.

Uriel siempre se molestaba en las pocas ocasiones que no entraba al baño primero. Ben no sabía si se debía a que en ocasiones tardaba un poco o sólo su urgencia por llegar 15 minutos antes de la primera clase mientras él corría para evitar que le cerraran la puerta. Lo cierto es que en pleno domingo no podía reclamarle mucho, así que el pelirrojo se puso a cantar.

-¡Basta! -Uriel tocó la puerta molesto. -,deja de cantar; sabes que lo odio.

-Lo odias por que no lo haces tan bonito como yo -Ben extendió el jabón en su pecho.

-¡Cantas horrible!

En respuesta Ben volvió a entonar su canción favorita. Si Uriel dijo algo que valía la pena escuchar no se enteró hasta el momento en que de nuevo los golpes sonaron en la puerta.

-Esta bien -dijo malhumorado -, me callaré, Uriel.

-Tienes visita, genio.

¿Visita?

Ben terminó de secarse el cuerpo y se enredó la toalla en la cintura. Abrió la puerta y palideció viendo a su visita cuando un flash se accionó cegándolo.
Uriel estalló en carcajadas.

-Cantas feo -dijo una preciosa niña rubia sentada en la cama mientras guardaba la cámara cuidadosamente.

Ben se metió al baño de nuevo para vestirse con el pijama.

-Maldición, Uriel, pudiste decirme que era ella.

-Ella quería darte una sorpresa -dijo el muchacho desde afuera -Y lo logró.
-¿Cuántas mujeres has visto que pueden verme en toalla?

-Eso no me molesta -se escuchó la voz de la niña.

-A mí me molesta -replicó Ben abriendo la puerta y mirando a la pequeña de manera asesina -¿Qué haces aquí, enana?

-Te visito -murmuró la niña con cuidado y miró a Uriel con admiración -¿…l es tu novio?

Uriel se puso blanco.

-¡Sólo es mi compañero de habitación! -declaró Ben totalmente rojo.

-Oh -suspiró la niña -Que pena, es guapo.

-Si todos siguen pensando que tu y yo tenemos algo me darán ganas de arrojarme por la ventana -ironizó Uriel.

La niña bajó de la cana y se acercó a Uriel con una bella sonrisa.

-Que descortés de mi parte... No me he presentado. -la niña extendió su manecita
-Soy Sara Devine para servirle.

-Uriel McLogan -respondió mecánicamente tomando la mano de la niña y parpadeó -¿La hermana de Ben?

-Benjamín tiene suerte de que sea hermana suya -dijo ella con orgullo.
-Pero yo nací primero -protestó el pelirrojo.

-Sabes lo que dicen -ella le sonrió -Hay que experimentar antes de hacer bien las cosas.

-O echarlas a perder mas -retó Ben.

-Me tienes envidia por que no eres tan bonito como yo. Todos saben que deseas mi pelo dorado y mis ojos azules.

Uriel comenzó a reír de nuevo.

-Una buena estética arregla eso -replicó Ben revolviendo el cabello de su hermana

-Después me explicaras lo que haces aquí; necesito ponerme ropa decente. Ben miró a Uriel suplicante.

-Esta bien -el muchacho cruzó los brazos -, pero me debes una.

-Por supuesto -aceptó Ben viendo salir a su hermana de la mano de Uriel -, buscaré la mejor manera de pagarte, querido.

Uriel suspiró mientras salía del edificio. ¿Cómo lo convencían de hacer trabajos extras?

Algo fastidiado se sentó en una banca y torció los labios. Habría esperado una bomba interminable de preguntas, pero al ver a Sara la notó callada contemplando a los estudiantes pasar.

-¿De donde te robaste a esa niña, cher?

Uriel levantó un poco la mirada para descubrir a Jeannet parada frente a él. Tenía unos jeans rojos y una blusa blanca que lucían frescos y al parecer no se reponía de la resaca del viernes ya que unas gafas oscuras cubrían sus ojos.

-Es la hermana de Ben.

-¿Mademosille Sara? -Jeannet se quitó los lentes para ver a la niña con adoración
-Oh, eres más bonita de lo que platica el bobo de tu hermano.

-Muchas gracias -dijo la niña educada -¿Usted es novia de mi hermano?

Uriel miró a la niña con fastidio.

-¿Insinúas que parezco hombre, cherrie? -Jeannet frunció el ceño.

-No, pero sería un cambio para él.

-Si llega a tener un cambio semejante avísame para darle falsas esperanzas al grupo de animadoras y ganar dinero -rió la francesa.

-Sólo si me das la mitad.

-No cabe duda que eres hermana de Benjamín Devine -Jeannet se puso los lentes -, los dos quieren estafarme...

-Sólo reclamó la mitad de los beneficios -objetó Uriel

-Como sea -Jean se pasó una mano por el pelo -Sara, cherrie, si averiguas quien es la pareja de tu hermano y me dices te compraré algo.

-¿Lo que yo quiera?

-Lo que quieras.
-Bien, investigaré sobre eso.

Jeannet rió y se dio la vuelta despidiéndose con un movimiento de su mano.

Uriel hubiera querido decir algo, pero en ese momento un tirón de la manda de su camisa llamó su atención.

-¿Qué ocurre? -preguntó a la niña. Ella se ruborizó.

-Mi hermano acaba de escaparse.

¿Qué cosa?

Uriel miró hacia al edificio buscando a su compañero de habitación. Ciertamente ya había tardado bastante, pero ¿escapar?

-Siempre hace eso el primer día. -explicó Sara -Es su manera de castigarme por salirme del colegio para verlo.

-¿Y que haces mientras te "castiga"? -preguntó Uriel con un suspiro.

-Terminará regresando -ella dedicó una bella sonrisa -, sólo que no sé cuanto tardara.

¿Y mientras tanto él estaría de niñera?

Jamás.

Uriel se levantó tomando la mano de la niña.

-¿A dónde vamos?

-Te cuidará mi prima mientras Ben se enfada.

-¿Tu prima?

-Si -él rió con ironía. -, ella hará hasta lo imposible por simpatizarte.

Cuando Uriel llegó preguntando por Luisa lo mandaron directo al gimnasio. Caminó dispuesto a dejar a la pequeña Sara ahí y entró despreocupadamente.

Los artefactos estaban perfectamente acomodados. Habría esperado ver a la chica utilizando alguno, pero en cambio se la encontró tumbada en los colchones de gimnasia leyendo una revista.

Claro que tenía puesto el leotardo. Y a juzgar por la manera en que se adhería a su cuerpo pudo adivinar que ya había practicado bastante.

-Sorpresa, Luisa.

La muchacha levantó la mirada de su revista para ver a Uriel y a su acompañante un poco impresionada.

-¿Ahora te dedicas a secuestrar niñas?

-¿Eres así de graciosa al finalizar todas las practicas?

-No. Hoy me diste oportunidad -ella se levantó acomodándose le leotardo -¿De quien es esa niña?

-Soy Sara Devine -se presentó ella.

-¿La hermana de Ben?

-Esa misma -apoyó Uriel -Necesito que la cuides un momento.

-Claro -ella lo miró con ironía -¿Olvidó Ben que eres alérgico a todo lo tierno e inocente?

-Espero que no.

Luisa miró cómo su primo se iba para después ver a la niña.

-¿Tu eres novia de mi hermano?

Luisa sonrió.

-Lo seré si él me lo pide... Pero como sabemos que eso es poco probable propongo que vallamos a mi habitación. Mientras esperas a que me cambie puedes ver la tele.

-Acepto.



* * *

-Ella está bien.

Ben suspiró y recargó la frente en el cristal de la caseta. Escuchó con paciencia todo lo que su madre dijo respecto al reprobable comportamiento de Sara hasta que pareció calmarse.

-No te preocupes, madre... La llevaré mañana mismo.

-¿En qué vendrás?

-Tal vez en autobús.

-Pero, Benjamín... tienes el auto...

-No recuerdo dónde guardé las llaves -mintió él.

-Después te mandaré el repuesto... No debes andar en autobús.

-Me lo darás en cuanto estemos ahí. -dijo el chico sin perder la paciencia. - Madre... Sara cumple 13 mañana... ¿podrían...?

Ben tragó saliva nervioso.

-Haremos algo sencillo -escuchó la tranquila voz de su madre -, pero tu padre no podrá estar.

Eso no era raro.

-Invita a algunas amigas de ella... le agradará.

-Esta bien... Te estaré esperando, hijo.

Ben colgó el teléfono y suspiró de nuevo.

Cuando buscó a Uriel se encontró con que él no tenía a Sara. La verdad que cuando le dijo que la había dejado encargada con su prima tuvo ganas de golpearlo hasta que supo que esa prima era Luisa. Caminó hasta el edificio en donde ella tenía su habitación y la encontró junto con Sara en el jardín jugando con una pelota.

La verdad es que lo cautivó ver a la joven. Tenía un trato envidiable con los niños que la hacían lucir mucho más atractiva.

En un movimiento la pelota fue a dar a las manos de Ben. Escuchó la animada voz de Sara invitándolo a unirse al juego y sonrió acercándose.

Miró fugazmente a Luisa sintiendo un vuelco en su corazón y frunció el ceño por eso. Afortunadamente las insistencias de Sara de que le contase una historia lo distrajo lo suficiente de esa extraña situación.

Al poco rato Sara se quedó dormida en sus piernas. Con cuidado de no despertarla la cargó y comenzó a caminar hacia su edificio acompañado de Luisa.
-No sabía que Uriel era primo tuyo.

-Lo es -dijo ella con tranquilidad -Su padre es primo del mío.

-No me platicó mucho al respecto.

-¿Te extraña eso de Uriel?

No. No era extraño.

-Gracias por cuidar de Sara.

Luisa sonrió. La luz tenue parecía acentuar ese gesto haciéndola ver más hermosa. Ben desvió la vista para posarla sobre la entrada principal de las habitaciones.

-No tienes que agradecerme, Ben... Siempre que necesites algo puedes llamarme.

* * *

Los ojos verdes parecieron suavizarse en cuanto el silencio envolvió los vestidores. Cada rasgo en su rostro acentuaba la delicada belleza que poseía transformándolo en algo aun más imposible de alcanzar.

El silencio era tan profundo que Ben pasó de escuchar el goteo de las regaderas a los violentos latidos de su corazón. Se sentía indefenso, pero a la vez poderoso. Y todo eso resultaba tan absurdo que si no hubiese visto el movimiento del delicado cuerpo de su acompañante creería que se trataba de un sueño.

-Gracias...

Esa palabra pareció retumbar con el eco del interior del lugar. Benjamín levantó la mirada viendo esa milagrosa sonrisa que había aparecido en los suaves labios de su acompañante. En ese momento le nació el deseo de acariciar su corto y sedoso cabello negro y casi sin advertirlo una de sus manos se enterró en las hebras oscuras acortando la distancia que había prometido mantener.

Que hermoso era.

Benjamín inclinó la cabeza rozando sus labios con los de su acompañante. Sin que lo esperara sintió un empujón con esa repentina presión contra su boca y el glorioso beso que, a continuación, estaba compartiendo.

Luis se detuvo. Fue él quien se separó.

-Tu sabes lo que estoy pensando, Ben -dijo él con su hermosa sonrisa -, y sabes también que siempre confiaré en ti.

-Lo sé -respondió el pelirrojo.

-Entonces estás consciente de lo que ocurrirá y lo que no ocurrirá.

-Lo estoy.

-¿Qué quieres de mí?

-Te quiero a ti.

Luis le acarició la mejilla de manera gentil.

-Si me necesitas llámame... Siempre estaré para ti.

Benjamín parpadeó sintiendo la cabeza de Sara apoyarse en su brazo. La miró y descubrió que se había quedado dormida. Con gentileza movió su cuerpo para recostarla contra él y le acarició el cabello rubio con cariño.

Suspiró dirigiendo de nuevo su mirada hacia el paisaje del camino. Cómo le habría gustado invitar a Luis a conocer su casa; seguro le habría gustado.

Contrario a lo que había parecido, él logró tener una bonita amistad con el ingles. Conversaban amigablemente cuando Peter no estaba, hablaban de las lujosas mansiones a mitad de una propiedad monstruosa. Y a él le gustaba ver a Luis reírse describiendo su casa como un castillo a mitad de un bosque; se divertía platicando sobre su intrépida hermana escalando árboles para atarle un columpio y de él mirándola con esa adoración que ella no vería jamás.

Ben sabía que a Luis le gustaba dibujar y pintar al óleo. Alguna vez llegó a ver algunos de sus trabajos firmados con un símbolo japonés.

-Es un Kanji -explicaba Luis contento -El nombre que mama quiso ponerme antes de que mi padre lograra convencerla (no sé de que forma) de llamarme sólo Luis.

-Yo sé que mi madre moría por llamarme Marco -rió Ben.

-Si... algo por el estilo.

En una ocasión Luis le hizo un retrato. Había quedado maravillado al verse en una simple hoja de papel cuadriculado y le rogó que se la regalase. Luis sonrió haciendo un ademán afirmativo.

Entonces llegó Peter y se lo llevó de su lado.

Que ironía. Había aprendido a bromear tan bien que cuando hablaba en serio nadie lo creía. En ocasiones el propio Ben dudaba que estuviese hablando en serio. Lo que si sabía es que Peter tenía lo que él quería. Y cuando lo lastimaba tenía ganas de golpearlo hasta cansarse.

"Estúpido... él te quiere tanto que estoy dispuesto a renunciar con tal de ver su bella sonrisa"

¿Era eso?

¿Por eso se le aceleraba el pulso al ver los gestos de Luisa?

Esos gestos tan parecidos a los de él.

Ben murmuró un nombre antes de quedarse dormido. Sara se quedó quieta y volvió a cerrar los ojos con una sonrisita.


Notas de la autora:

Por si alguien se preguntó qué estaba cantando Benjamín en la regadera es la canción "stereosexual" de MECANO. No es su favorita, pero dice que lo es por que a Uriel no le gusta U_U...

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