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Un sonido distante por Akiko_y_Shizuka

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Parte cinco: "Quiero ser tu sombra."

El lugar no había cambiado mucho desde la última vez. Había muchas cosas nuevas, cierto... pero seguía siendo el mismo.

Benjamín permaneció apartado lo más que le fue posible de la fiesta infantil. Aquello que su madre describió como sencillo incluía un sonido, un jardín tapizado de globos con el nombre de Sara, un pastel hermoso y meseros repartiendo bocadillos a todos los niños que habían tenido la suerte de ser invitados.

En ocasiones Sara le arrastraba con ella para presentarlo con sus compañeras del colegio. A Ben le pareció oír algo de su foto reciente, pero no le dio importancia; ya estaba acostumbrado.

Le había costado trabajo separarse del grupo de niñas suspiradoras y ahora permanecía en silencio dentro de la enorme cocina mirando en dirección del establo. Un impulso le hizo abrir la puerta para salir y meter las manos en las bolsas de su pantalón sintiendo el aire de su cara. Cerró los ojos y por un momento se imaginó encima del magnífico caballo que siempre le esperaba.

-Me alegra que estés aquí, hijo.

Ben bajó la cabeza al escuchar a su madre. Volteó y la miró admirando esa elegancia que parecía no agotarse nunca.

-Tenía que traer a Sara.

-Me gustaría encontrar la manera de evitar que escape a verte... Podría ocurrirle algo.

-Hablaré con ella -ofreció Ben.

La mujer jugueteó con sus manos. Ben comprendió que no sólo de eso quería hablarle y suspiró para prepararse a lo que venía.

-Sara me ha comentado que tienes "pareja".

-Lo has oído por accidente -corrigió Ben con cuidado. Sabía que a Sara podían escapársele algunas cosas.

-Como sea -Brenda lo miró -,quiero que cambies de actitud.

-No se trata de una gripa, madre -respondió Ben con su exasperante tranquilidad - No volvamos a lo mismo ahora. Bastante lo hemos platicado.

Aunque "platicar" no era el termino que Ben usaría. Sólo habían intercambiado palabras filosas si a sus preferencias sexuales se referían. Brenda no quería a un hijo homosexual como tampoco quiso uno rebelde.

-Tienes una reputación que cuidar. -insistió ella.

-Si, madre... Ya me lo has dicho. No he olvidado una sola de las razones por las que no debo ser homosexual, pero parece que tu has olvidado la única por la que quiero serlo.

-Es absurdo, Benjamín.

-Entonces soy absurdo -corrigió él.

Brenda frunció el ceño y se dio la vuelta para entrar a la cocina de nuevo. La charla había terminado. Sin duda ahora averiguaría de quién se trataba e intentaría atemorizarlo como había hecho con los demás.

¿Lograría algo así con Zain?

Ben se rió ante esa idea.

Claro que no. Zain ni siquiera dejaba ver que eran algo.

Así que le costaría trabajo a Brenda descubrir de quién se trataba.

* * *

El licenciado Hammonds salió temprano de clase. Generalmente se tomaba más tiempo para explicar algo que no fuera entendido o se dedicaba a dar un anticipo de las próximas clases. Pero el día de hoy había preferido retirarse después de haber mostrado un extraño mal humor.

Mike sonrió recogiendo sus cosas después de hacer unas últimas notas en un cuaderno.

-Parece que la ausencia de Benjamín no sólo nos afectó a nosotros.

-A mí no me afecta que ese "peligro" esté ausente. -replicó Uriel de manera brusca rogando por poder desaparecer de ahí.

-No es a lo que me refiero -corrigió Mike -Parece que al licenciado le gusta más la clase cuando esta Benjamín.

Uriel se detuvo para mirar al rubio con el ceño fruncido.

-A todos nos gusta mas la clase si esta Benjamín... por lo menos la hace más divertida con sus estupideces.

Mike lo miró con bastante contrariedad. Uriel pensó que era una buena oportunidad para que supiera que no le agradaba, pero justo cuando abrió la boca para decírselo unas manos pequeñas le cubrieron los ojos.

-Si adivinas te daré un premio -dijo una voz femenina.

Uriel gruñó y se las arregló para liberarse de la joven y dedicarle una mirada asesina.

-¿Tienes que ser tan infantil? -preguntó a Jeannet.

-Hola, Mikael -saludó ella sin hacer caso a Uriel -Cinco amigas mías quieren salir contigo... Les dije que tu proximidad con Benjamín debió desilucionarlas, pero parece que no se convencen.

Mike se sonrojó.

-Bueno, se los haré saber -dijo Jean como si el rubio hubiese respondido algo y miró a Uriel. -¿Quieres venir a tomar una soda?

-¿Te falló el galán de turno? -preguntó él con cinismo.

-No... Quiero ahuyentarlo con tu horrible cara, cher.

-¿Por que no se lo pides a Mike?

-Por que no quiero tener a toda la comunidad estudiantil femenina con un cuchillo gritando por mi cabeza. -ironizó ella -Y por que Mike dirá que no.

-Podría acompañarte -ofreció Mike.

-Olvídalo, cher ... no me gustan los rubios bonitos.

-Pero si fuiste novia de casi todos los rubios bonitos que existen en leyes. -Uriel le sonrió con burla.

-Sólo salí con ellos una vez -protestó la francesa -Tuvieron bastante suerte.
-Si, apuesto a que no soportarían una segunda cita.

-Me estas retando, Uriel.

-¿Eso hago? -preguntó él con inocencia -¿Y que harás? ¿Otra ronda de citas con todos esos bobos?

Mike palideció al ver el brillo en los ojos de la chica.

-Puedo hacer eso -retó.

-¡Claro que no!... No hay alguien tan estúpido para cometer un error dos veces. Jeannet rió.

-Acepto, cher... pero a cambio tendrás que concederme una verdadera cita.
-¿Pagar por la estupidez de otro? -murmuró Uriel molesto.

-No... Aceptar la responsabilidad de provocarme, cher.

-Acepto, pero tienes una semana.

-Correcto -Jeannet miró a Mike de manera amenazante -Mike, tu saldrás conmigo hoy a las 6:00, ¿queda claro?

-Pero...

-No llegues tarde -dijo ella de manera enérgica y se dio la vuelta para caminar por el pasillo.

Mike suspiró dejando caer los hombros.

-Rayos -masculló Uriel y decidió regresar a su habitación -... tal vez si se pueda ser lo suficientemente estúpido después de todo.

* * *
Antonio Devine levantó la mirada del periódico al escuchar los escandalosos pasos de su hija Sara. Miró a Brenda con curiosidad notando que ella había interrumpido su lectura de las finanzas.

-Benjamín se quedará hasta el día de mañana.

El hombre sacudió la cabeza como si desaprobara eso, sus cabellos rubios apenas se movieron y retornó sus ojos azules al periódico.

-¿Has convencido a Benjamín de que abandone esas absurdas ideas?

-No -Brenda lo miró con un poco de preocupación, pero él no la vio -Creo que de nuevo tiene a "alguien".

Antonio dobló el periódico por la mitad y lo colocó en la mesa de centro para después tomar el café y beber de él.

-Que sirvan en desayuno -dijo simplemente.

Brenda comprendió que eso significaba que retrasaría su viaje para estar con Benjamín y sonrió levantándose. Antonio la miró con cuidado hasta que desapareció por la elegante puerta de caoba; miró las escaleras que guiaban a las habitaciones y suspiró.

Sara detuvo su acelerada carrera justo frente a la habitación de su hermano y abrió.

-¡No era un sueño! -gritó Sara riendo y corrió hasta el bulto en la cama dando un gran salto para caer pesadamente sobre él. Cuando logró sentarse comenzó a hacerle cosquillas.

-¿A quien le haces cosquillas, enana?

Sara volteó hacia la puerta del baño descubriendo a su hermano con la bata puesta y el pelo húmedo. Quitó las mantas y vio las almohadas cuidadosamente acomodadas.

-¡No es justo! -la niña bajó de la cama haciendo un puchero -Debiste estar ahí - señaló las almohadas.

Ben enarcó una ceja.

-¿Te refieres al lugar que acabas de atacar salvajemente?

-No te ataque -protestó Sara enojada -, solo me aseguro de que no te hallas ido. Ben sonrió y se acercó para revolver el cabello de su hermana y depositar un beso en su frente.

-¿Y perderme de despedirme de mi adorable diablilla? Claro que no.

-La última vez no te despediste.

Ben hizo una mueca al recordar que su madre prácticamente lo había corrido de casa.

-No volverá a ocurrir -prometió -, ahora ve a ponerte algo bonito para desayunar. Sara sonrió y corrió de regreso a su habitación. Ben cerró la puerta y comenzó a ponerse ropa sencilla.

Cuando bajó aun se estaba arreglando el cabello y al llegar al comedor miró sorprendido.

-¡Papa desayunará con nosotros! -exclamó Sara feliz.

Ben sonrió a su hermana y se acomodó a un lado suyo levantando la mirada hacia su padre. Le resultaba extraño tenerlo ahí cuando en ocasiones más importantes se había dado el lujo de estar ausente.

A pesar de eso no era buena noticia, pensó Ben masticando una tostada con mermelada de fresa; seguramente ya había conversado con su madre y ahora
tendría una de esas conversaciones en las que él terminaba otorgando la razón. Que pena, le hubiera agradado que por una vez estuviera ahí por su familia y no por cambiar a uno de sus hijos.

-Te vez muy pensativo, Benjamín.

El muchacho levantó los ojos hacia su padre captando la infalible estrategia que había usado siempre.

¿Qué contestar? Prácticamente el 90% de lo que decía podía llevarlo a sus preferencias sexuales aunque era lo único de lo que no quería hablar.

-Estaba pensando en una amiga -murmuró con seguridad dedicando a su padre una precavida sonrisa -, ella esta en el país por intercambio estudiantil y quería hacerle un detalle.

Antonio hizo un ademán aceptando ese comentario.

-¿Conocemos a la joven? -intervino Brenda con tranquilidad.

-Temo que no, madre; Luisa no es alguien que destaque por tener un padre inscrito a clubes de "categoría".

Benjamín dudó que le entendieran que el señor McAllister fuera reservado en sus relaciones sociales. Más bien parecían asociar el comentario con un hombre de clase media cuya hija había resultado muy inteligente.

-¿Y cómo va la Universidad?

-Muy bien... me han ofrecido una beca para ir a Japón -Ben hizo una mueca de cinismo -Les dije que lo pensaría.

-Sara ha comentado que tienes "pareja".

Ben miró a su hermana notando que enrojecía y se hundía en la silla deseando desaparecer. Suspiró y miró a su padre sin notar signo de perturbación en sus palabras o expresión.

-Si -admitió -, también eso me ha pasado... Conocí a alguien y ahora estamos viéndonos... No es muy rico, pero confío en que un espléndido abogado como yo pueda ayudar en eso.

Antonio tomó la taza y bebió. Se le veía despreocupado a pesar de lo que Benjamín acababa de decir e ignoraba con admirable elegancia el gesto de su esposa.

-Sara -murmuró entonces -¿Ya le enseñaste a tu hermano las fotografías del equipo al que entraste?

Los ojos azules de Sara parecieron brillar y salió corriendo a la habitación. Ben suspiró cuando estuvo solo y colocó los brazos sobre la mesa mirando con atención a sus padres.

-Bastantes sermones y amenazas has oído, Benjamín -dijo Antonio colocando la taza en el pequeño plato -, y ambos sabemos que de nada han servido.

-Lo sabemos -concedió el muchacho respetuosamente.

-No puedo decirte que lo perderás todo por que simplemente puedes reponerte.
-Solo si de dinero se trata, padre.

Antonio sonrió de manera cálida por ese comentario.

-Seamos directos -continuó -; no me gusta que creas ser homosexual.

Brenda suspiró exasperada mirando de manera significativa a su hijo.

-Tampoco sabemos si tu... "pareja" esté a tu lado solo por tu buena posición financiera.
Benjamín cruzó los brazos analizando las palabras de su padre y sacudió la cabeza al comprender que estaba seguro de que Zain no estaba por dinero a su lado, pero no estaba seguro de que lo quisiera. Al levantar los ojos notó que su padre le miraba, seguro ya había notado la perturbación en él y eso le molestó.

-Estoy en la Universidad con una generosa beca -dijo finalmente, aunque eso ya lo sabían ellos -, prácticamente me pagan por estudiar con ellos... Tengo las notas más altas y soy capaz de poner en ridículo al grueso de los profesores... Nadie relaciona a Benjamín Devine con el magnate Antonio Devine. Y no lo hacen por que no tengo la necesidad de portarme como el hijo de un millonario.

Sara llegó corriendo y colocó un álbum de fotos en la mesa comenzando a explicar.

Ben suspiró agradecido por la interrupción. De reojo miró a sus padres para
encontrarse con la preocupada expresión de su madre en una combinación extraña de la de su padre.

* * *

Mario Smith era la víctima más reciente. Rubio de ojos negros con la nariz plagada de pecas y el cabello a rapa, resultado de una apuesta. No era un alumno muy brillante, pero lograba notas que lo mantenían ahí y disfrutaba paseando en un auto negro algo maltratado en el que ponía música rock a un volumen intolerable.

Uriel disfrutó de saber del muchacho. Había invitado a Jeannet a una disco, pero no lo dejaron entrar por su manera de vestir y terminaron en un "cantabar". En el lugar se animó a cantar para impresionar a la dama ganando un puñetazo de otro tipo al que la canción no le gustaba. Y se habría armado un problema más grande si no fuera por que Jeannet intervino. Y no es que se pusiera a pelear con él... al parecer lo conocía y se puso a platicar en francés de manera animada hasta presentar a un desconcertado Mario.

Después de eso Jeannet estuvo acompañada por ambos jóvenes bebiendo y fumando evitando darle oportunidad a Mario de que propusiera otro sitio.

Claro que Jeannet no le había contado todo eso, se había enterado gracias a alguien que los había visto en el bar y el propio Mario había comentado que era un fracaso con las mujeres.

-¿Y a quien le toca hoy? -preguntó Uriel a Jeannet. Se la había encontrado en la cafetería (extrañamente sola) y decidió sentarse con ella ignorando su gesto de desagrado.

-Steven Mallow -dijo ella con el ceño fruncido.

¿Tendría jaqueca?

-¿Ese rubio de 5° semestre? -preguntó Uriel con burla.

-Me alegra que no halla tanto rubio en esta pocilga -exclamó ella quitándose las gafas. Se veía cansada.

Uriel tomó la lista notando que aun faltaba la mitad y suspiró.

-¿Ya te invitó a salir? -preguntó colocando el papel en su lugar.

-No... Tengo que modelarme frente a él y fingir que estoy perdida o tirarle los libros accidentalmente... Tal vez así se aproveche pensando que es brillante al invitarme.
-No tienes que hacerlo.

Jeannet lo miró con un gesto lleno de sorpresa que arrancó una sonrisa a Uriel. Gradualmente sus labios se curvearon en lo que resultó ser una maravillosa sonrisa capaz de cautivar a cualquiera (incluso a él).

-No pienso liberarte de la apuesta, cher.

Uriel la miró con disgusto.

-No seas tonta... Te estoy invitando a salir.

-No me llames tonta.

Uriel rió y se levantó comenzando a caminar al edificio de los salones.
-¿Te parece el viernes?... Iremos a bailar.

-¿Sabes bailar? -preguntó ella con ironía.

-No... pienso hacerte pasar el mismo ridículo que Mario.

* * *

“¿No era esto lo que querías?”

Jeannet cerró los ojos ladeando la cara como si le resultase insoportable mirar la lluvia que caía en ese momento. Lo mejor era no salir esa noche... no si lucía así. La chica estiró la mano para tomar el celular y descubrió que le temblaba. Molesta la agarró con su otra mano y las acomodó sobre su pecho solo para descubrir los acelerados latidos de su corazón. Subió las piernas en la cama para abrazarlas y acomodar la barbilla en ellas. Sus ojos violetas se posaron de nuevo en el exterior al momento que un rayo iluminaba el cielo.

“¡Me lastimas!”

De nuevo la voz de esa niña.

-Mon Dieu! -exclamó Jeannet -¡Defiéndete!

Pero ella no logró hacer nada... no podía.

Jean enterró sus dedos en el cabello negro y comenzó a llorar en silencio.

-¿Por qué estas llorando?

La muchacha levantó la mirada descubriendo a la pequeña que había escuchado hace un momento. Tenía casi la edad de Sara, pero se veía más madura; sus rasgos infantiles casi habían desaparecido y había aprendido a maquillarse de forma discreta. Le gustaba vestir a la moda y con esa ropa podían verse las curvas de su joven cuerpo. Peinaba su largo cabello en una coleta adornado sólo por un listón y pintaba sus uñas.

-Cherrie - murmuró Jeannet con los ojos llorosos -¿Cómo pudo atreverse?... ¿Por qué?

-¿Dejarás que me lastime de nuevo? -preguntó la niña temerosa.

-Tonta... yo no puedo defenderte.

-¿Ya olvidaste el dolor, Jeannet?... ¿Olvidaste la sangre?

No.

Y no lo olvidaría.

La herida aun sangraba y pensó que se hacía más vulnerable conforme pasaba el tiempo.

-Lo mejor será no salir hoy - se repitió Jeannet balanceando su cuerpo sin despegar los ojos de la lluvia.

El celular sonó. Ella escuchó atentamente.
-Esta lloviendo - murmuró entonces.

-¿Una lluvia puede detener a Jeannet Le Rossignol? -preguntó Uriel al otro lado
de la línea.

La chica suspiró.

-Como quieras, Uriel.

Silencio.

-Lo dejaremos para cuando no este lloviendo entonces.

-Si.

Uriel cortó la comunicación.

La muchacha apagó el celular y lo dejó caer.

-Dejen a la fácil sola - murmuró con ironía. -, así podrá disfrutar de sus recuerdos...

* * *

Brenda miró con cuidado a su esposo esperando alguna indicación o comentario. Desde que Benjamín se marchó se veía pensativo y cada vez que le preguntaba la razón se limitaba a decir que estaba esperando a alguien. No le había mencionado de quién se trataba, pero podía darse una idea y la verdad era una pena que Benjamín no estuviera para verle.

El sonido de un auto se escuchó en el exterior. Brenda se levantó para abrir y miró con cuidado al visitante.

Alto y robusto. Su cabello rojo estaba cuidadosamente cortado y peinado hacia un lado. Había elegido un traje azul para vestir aunque se veía ligeramente descuidado por los tres botones que había desabrochado de su camisa y por el nudo de la corbata flojo. Tenía una mano hundida en la bolsa del pantalón y la otra sujetaba un portafolios, ella pudo adivinar que vendría de alguna reunión. Pero sin duda era su serena mirada azul lo que hacía especial tenerlo en esos momentos.

-Pasa -invitó Brenda.

El hombre dejó caer el portafolio en un sofá y se sentó cerca de Antonio después de estrecharle la mano. A Brenda le sorprendió ver que Antonio se inclinaba para abotonar la camisa y acomodar la corbata ignorando las protestas del pelirrojo.

-Llegaste algo tarde - dijo Antonio con una sonrisa -, Benjamín se fue esta mañana.

-Fue a propósito. - murmuró el hombre desviando la mirada.

-Sabes que Benjamín se alegraría con verte. -intervino Brenda.

-Si - aceptó -, pero no quiero hacerle esto ahora... bastante trabajo les costó
acostumbrarlo a mi “ausencia” como para decidir aparecer de repente.

-Fue un error - admitió Antonio.

…l negó con la cabeza.

-Dejen que los muertos descansen.

Antonio iba a decir algo, pero en ese momento Sara entró a la sala para darle un beso en la mejilla. Al darse cuenta de que había visita saludó de manera educada.
-Te pareces a Ben - dijo entonces de manera admirada.

-Sara - el hombre sonrió -Eres más bonita en persona.

Sara miró algo desconcertada a su padre.
-Es tu hermano mayor - explicó Antonio - Leonardo Devine.

* * *

Uriel miró con preocupación a Luisa esperando su opinión. La situación que se había estado dando en la escuela llegó a niveles intolerables desde que la primera fotografía apareció misteriosamente en el tablero de anuncios. Afortunadamente él era de los primeros en entrar al edificio por lo que pudo recuperarla sin ningún problema.

-Es una foto horrible -dijo Luisa entonces.

-No te la enseñé para que examinaras la calidad -exclamó malhumorado.

-¿Ah no? - preguntó ella con una sonrisa traviesa -Que bueno, por que es un asco.

-Obviamente quien la tomó es un verdadero estúpido con una cámara fotográfica en las manos... En mi opinión es estúpido simplemente.

-Seguro -ella lo miró con ironía y se centró de nuevo en la foto -Esta muy borrosa,
apenas y se puede distinguir de quien se trata.

-¿Necesitas que te diga de quien se trata? -preguntó Uriel perdiendo la paciencia -
¿Cuántos pelirrojos hay en la maldita Universidad que veas abrazando a otro hombre en un lugar escondido?

-Se oye mal cuando lo dices así. -Luisa le sonrió -Pero no es a lo que me refiero, nadie sabrá que el otro es el licenciado.

Uriel miró a Luisa sorprendido.

-¿Sabías que era la pareja de Benjamín?

-Si.

-¿Y aun así sigues tras él?

-No estoy persiguiéndolo -ella lo miró con disgusto - No voy a regresar a Inglaterra sólo por que me encuentro con que Ben tiene un patético noviecito que se encela por que no es tan maravilloso como yo.

-¿Maravilloso? No seas ridícula.

Luisa rió y se acomodó el cabello. Miró de nuevo la foto y volvió a reír.
-El que hizo esto es patético.

-Un completo idiota -aceptó Uriel.

-¿Tienes idea de sus razones?

-Me imagino algunas.

Uriel notó preocupación en Luisa por primera vez y supo que ella también imaginaba las razones. Seguramente al ver al causante no le daría la impresión de que fuera precisamente él, pero el propio Uriel le había visto tomar esa fotografía; no había imaginado que era a Benjamín hasta que giró la cabeza para verlo platicando con el licenciado. No había que ser muy observador para notar que su conversación era intima, pero lo raro de la situación era que Ben parecía reservado e incómodo por estar en ese lugar tan apartado.

En ese momento recordó que Ben había calificado su relación como “oculta”; si no fuera por que la molestia se veía en él al expresarlo lo justificaría ya que una relación con esa persona precisamente era extraña.

-Hablaré con el licenciado -decidió Luisa.

Uriel la miró con un poco de escepticismo.
-Por lo menos tienen que ser más cuidadosos -justificó la chica -Además no quiero que Ben se vea en esto si podemos evitarlo, bastante tiene con que se ponga de mal humor al hablar de su novio.

-Como quieras -Uriel suspiró.

Luisa guardó la fotografía entre la libreta y se levantó para ir a clase.

-Te mantendré informado -prometió ella despidiéndose con un movimiento de mano.

Uriel sonrió y se sentó mirando algo pensativo. Luisa siempre tenía facilidad para tranquilizar a la gente aun en circunstancias que parecían difíciles. Ojalá no se le terminara ese contagioso ánimo, por que si eso ocurría él ya no tendría de donde apoyarse.

-Parece que tu prima te gusta.

El muchacho volteó para mirar a Jeannet. No se había dado cuenta en qué momento había llegado, pero pareció que lo había estado observando con mucho cuidado.

Le extrañó ver que no se había maquillado. Tenía ojeras y apenas había colocado un poco de brillo en sus labios. No se había cepillado el cabello y tenía algunos mechones que le cubrían la cara haciéndola ver más infantil.
Había estado llorando. Aun ahora parecía querer romper a llorar de nuevo en cualquier momento.

Eso le dolió.

-No me gusta... Solo soy amable con ella.

-¿Se tiene que ser tu prima para que seas amable?

Jeannet estaba muy extraña.

-No... ¿A qué hora quieres que pase por ti esta noche?

Ella miró el cielo y suspiró como si no hubiera escuchado. Colocó sus manos sobre el regazo y comenzó a jugar con sus dedos de manera nerviosa.

Uriel sacudió la cabeza y le pasó el brazo por los hombros para acercarla de manera gentil.

-No me gusta que estés así -susurró arrullándola. -Prefiero a la chica alegre que cautiva a todos esos bobos con su carácter.

-¿Solo puedo cautivar idiotas? -preguntó ella contra su pecho.

Uriel la separó para mirarla. Se veía tan frágil que dolía el sólo saber que no podía arrancarle una sonrisa.

-¿Puedo ser uno de ellos, Jeannet?

Y entonces rompió a llorar.

* * *

-¡Hola!

Zain sintió que lo abrazaban por la espalda. Un poco apenado miró el pasillo desierto y separó a Benjamín para mirarlo con seriedad.

-Alguien pudo verte.

El pelirrojo parpadeó y se rascó la cabeza como si no comprendiera.

-Si, si... Se me olvida cuando regreso de mis “vacaciones” -dijo con una sonrisa - Con un beso me calmo.
Ben vio que Zain frunció el ceño. Se veía algo desconcertado. Por un momento pareció que iba a acceder, pero tensó la mandíbula y desvió la vista.

-Vallamos a algún sitio por la tarde -pidió Zain con media sonrisa.

Era de esperarse. Ben enarcó una ceja con un gesto burlón e hizo un ademán afirmativo.

-Me voy a clase -anunció con neutralidad y se dio la vuelta para ir a su salón. -Nos vemos.

Carl venia por el pasillo con unos papeles justo cuando Benjamín caminaba a su salón. Con descaro se detuvo para verlo y sonreír burlonamente.

-A veces siento lastima de los que ocupan mi lugar -ironizó Carl dando unas palmaditas a Zain -Acabas de perder puntos con el mocoso.

-¿De que rayos hablas?

-A veces eres tan descuidado con los que nos arriesgamos a quererte que exasperas... No vez lo obvio.

-Estoy cuidándolo bien -protestó Zain.

-Ya crecerás -murmuró Carl resignado -De todas maneras no venía a hablar de esto (no directamente)... Quiero que veas esto.

Zain agarró la fotografía que le acercó Carl y la miró algo fastidiado. Palideció al ver de quien se trataba y miró incrédulo.

-¿De donde sacaste esto? -preguntó preocupado.

-La confisque hoy en la mañana... La foto no se ve bien, pero no hay tantos pelirrojos en esa situación, ¿cierto?

-Si.

-De todas maneras no es tan malo.

-Tienes una curiosa manera de burlarte de mi en el momento adecuado, Carl.

-No seas tonto, Zain... Ese muchacho no nació para el anonimato... Creo que lo ahogas con tanta precaución.

Zain tomó a Carl de la mano y lo llevó hasta su oficina cerrando la puerta con seguro.

-Esto sólo le causará problemas.

-¿Crees que el mocoso que puede sacarte de la escuela (y no digo que quiera hacerlo) tenga problemas cuando media comunidad estudiantil sabe que es homosexual?

-No es el caso.

-Eres sobreprotector con él, Zain... La cara que acabo de ver no es precisamente de alegría... Si ese muchacho quiere que todo el mundo sepa que eres su pareja, dale la oportunidad de que lo grite... ¡Rayos!... Por una vez piensa en los demás de manera correcta.

Carl había dicho eso con enfado. Se pasó la mano por el pelo y maldijo saliendo de la oficina.

¿Era esa la razón por la que Carl se había tomado la libertad de besar a otro cuando era obvio que sería descubierto?

Zain se dejó caer en la silla al comprenderlo. Todo ese tiempo teniendo a Carl al pendiente de él, sus burlones comentarios y su cariñosa riña. Era por que Carl quería que supiera la razón.

“Oye... ¡Mírame!... Yo acepto como eres... déjame mostrarle al mundo lo bello que
es quererte”
-Soy un tonto -murmuró avergonzado por que precisamente era lo que le estaba haciendo a Benjamín.

* * *

Fue difícil convencer a Jeannet de moverse del sitio en el que estaban para llevarla a su habitación. Estuvo con ella hasta que se quedó dormida y aun después permaneció al cuidado de lo que pidiera necesitar. Pero no despertó, estaba muy cansada como para hacerlo.

Conocer esa parte de ella la hacía ver más humana. La chica sexy se había derrumbado sin que él conociera la razón, y eso lo desesperaba por que lo hacía sentir inútil.

Eso no le gustaba. No quería verla así.

... No a ella...

Uriel frunció el ceño con ese pensamiento. ¿Desde cuando tenía que preocuparse por una chica experta en romper corazones?

Jeannet murmuró algo lo había hecho de manera débil, pero había sido claro. La mirada de Uriel se oscureció.

“Me haces daño”

* * *

Zain levantó la mirada de su libro y parpadeó un poco para después fruncir el ceño.

-No veo a Benjamín cerca... No te obligues a caminar hasta mí.

-No me interesa lo que haga, licenciado. -replicó ella con peligrosa tranquilidad. - Pero creo que debe enterarse de algunas cosas.

-Tus cosas no me incumben -aseguró él metiendo la cabeza en el libro.

Luisa sonrió. Con un movimiento ágil movió una silla y se sentó frente a él.

-Me das demasiada importancia, Zain -él la miró con disgusto -No tengo intención de competir contra ti... es tiempo perdido.

-Benjamín no es tiempo perdido -replicó.

-Jamás mencione que lo fuera -murmuró ella con ironía y sonrió.

-¿Qué quieres? -preguntó impaciente.

Luisa enarcó una ceja. Zain comprendió que ella sabía la razón de su golpeada voz y se dio cuenta también que disfrutaba de hacerle perder su brillante habilidad de diálogo.

-Aunque no lo parezca vine a darte un consejo...

-Soy un adulto. -interrumpió él.

-Pues ahora no lo parece... -Luisa abrió su cuaderno y de él sacó la foto colocándola en medio del libro que él tenía en las manos -No necesito presentar a quienes aparecen en la foto... ambos los conocemos... Pero seguramente te estarás preguntando (igual que yo) cómo hicieron para retratarlos en esas condiciones.

-Se me ocurre que pudiste ser tú... -dijo él sin despegar la mirada de la imagen.
-Contrario a lo que parezca no tengo tiempo para espiarlos -ella sonrió con burla - Pero sé de alguien que no sólo tiene espacio para esto, sino que esta cerca de ambos y por alguna razón le molesta su relación.

-¿Quién?

-Si no estuvieras tan ocupado con tu “pecosito”, habrías notado al intruso.

Zain frunció el ceño sin retirar la vista de la joven. Le gustaría averiguar si en verdad no había tenido nada que ver con esa foto, pero incluso se notaba que quien la había sacado no agarraba una cámara muy seguido. La imagen estaba borrosa y muy mal centrada. Así que la damita no pudo ser la autora de eso, Benjamín le había platicado que dentro de todas las “admirables cualidades” se encontraba la fotografía.

-¿Tu sabes quien es?

-Por supuesto... He estado al pendiente de lo que hace...

-Espiando...

-Llámalo como quieras... Pero lo que esa persona quiere hacer es grande y esta dispuesto a hundirte.

-¿Por qué?

-No soy espía de tiempo completo -replicó ella con ironía.

Zain la miró suspirando. Por más que Benjamín le comentaba que la chica era muy amable y simpática él no había podido conocer ese lado de ella. Aunque la verdad tampoco había sido muy amable, en su opinión continuaba siendo un peligro que estaría mejor tener muy lejos de ellos dos.

-No me vas a decir quien es -concluyó.

-Te daré la oportunidad de averiguarlo por ti mismo.

Luisa se levantó para irse.

Zain guardó la fotografía y permaneció pensativo con la barbilla recargada en las manos. Dos copias de la misma imagen... ¿Cuántas más habría?

La odiaba. Podía asegurar que en verdad la odiaba. No le gustaban sus delicados gestos y sus palabras adecuadas. Parecía tan frágil e incapaz de defenderse que cualquiera se atrevería a intentar ofenderla. Sin embargo todo con ella era un riesgo ya que respondía de manera hiriente disfrazada de una exquisita educación.

¿Habría logrado alguien otra reacción en ella?

Zain sonrió imaginando a la damita gritando y maldiciendo ante la atónita mirada de su Benjamín. Por ese momento le habría gustado verla tirando cosas en una exquisita rabieta; tal vez así Benjamín así dejaría de tenerla en ese concepto de especial.

Bueno, tenía que dejar de pensar en la damita y dedicarse a algo con la misma importancia. Abrió su libro justo donde estaba la fotografía que le acababa de dar y frunció el ceño.

Tenía que averiguar respecto al asunto.

* * *

Tocino y pan tostado.

A eso olía la habitación cuando despertó.
Un poco aturdida intentó recordar si había hecho algo antes de acostarse... ¿por qué se había dormido con esa ropa?...¿se habría quemado el tocino?

Con pereza se levantó pasándose la mano por el cabello, entonces se enteró de que le dolía la cabeza.

Por un momento había pensado que estaba en casa, pero al ver la cama que pertenecía a su compañera de habitación comprendió que no era así. El olor si era de tocino... Había sido colocado en un plato sobre el escritorio de manera cuidadosa cubierto por otro plato de cristal transparente.

El estomago le gruñó. Se acercó y husmeó contenta.

-Te traje una soda -Uriel entró con una bella sonrisa -Que bueno que ya despertaste.

-¿Cocinaste esto? -preguntó burlona.

-Es lo único que sale decente -Uriel le acercó la soda y se sentó en la otra cama - Te ves mucho mejor.

-Dormir me pone de buen humor.

-Los mismos efectos he visto con unas cervezas.

-Eso es extra -Jeannet comenzó a comer -¡Esto esta bueno, cher!

Uriel sonrió. Era la primera vez que Jeannet veía una sonrisa natural en él y la verdad le gustó. Ni siquiera se esforzaba por gustarle... sólo se mostraba un poco más.

Ese Uriel le gustaba.

Jeannet se atragantó con un trozo de pan tostado y comenzó a toser. Uriel destapó la soda y le ayudó dándole unos golpecitos en la espalda.

-¿Faltaste a clases por mí? -preguntó de repente.

Uriel hizo una mueca al recordar ese detalle. Jamás había faltado por nada, pero pensó que esto lo ameritaba.

-Lo superaré. -prometió. -Estudiaré tiempo extra.

-El día luce hermoso -comentó Jeannet -Seguro que la noche luce igual... ¿vamos a bailar?

Uriel suspiró con resignación.

* * *

No era exactamente lo que tenía pensado.

Había poca gente caminando por las calles y aun en el parque se veían a algunas muchachas conversando con otras o con sus parejas. Un poco lejos se veía un simpático vendedor de globos rodeado por niños de distintas edades y a un anciano despachando nieves lo más rápido que le era posible. En el centro del jardín había muchas palomas en busca de algún trozo de pan extraviado y un par de niños corriendo entre ellas emitiendo risas al verlas escapar por los aires.
Ben suspiró algo acongojado. Ese lugar era bastante familiar y la verdad no creía que una pareja tan peculiar como ellos dos debiera descansar justo ahí. Pero a Zain no parecía incomodarle en lo absoluto mientras daba la vuelta a una hoja del libro que acababa de regalarle.

No le gustaba. En realidad esperaba que en cuento recibiera el regalo demostrara su sonrisa con más que esa reservada sonrisa. Sin embargo no le dijo nada;
prefirió contemplarlo esporádicamente notando el movimiento de sus ojos azules y el suave movimiento que el viento provocaba en su cabello café.

-Iré por un refresco -anunció Ben intentando levantarse, pero una mano en su rodilla lo detuvo. Miró a Zain notando que cerraba el libro.

-Voy contigo.

Zain se levantó y lo miró esperando. Finalmente Ben se levantó para caminar a su lado.

Era demasiado serio en público. Y precisamente eso lo tenía molesto. Bastante trabajo le había costado no esconder lo que era para que ahora tuviera que portarse serio junto a él. Sin embargo no quiso decir nada, continuó caminando hasta las vacías calles viendo como se alejaban de ese tranquilo parque. Había pasado por el único puesto que vendía bebidas, pero Ben no tenía deseos de detenerse ni de detener los tranquilos pasos de Zain que sonaban a su lado.
¿Se molestaría Zain si le tomaba la mano?

Ben lo miró de reojo. El reflejo de las calles en sus lentes no evitaban ver la perfección de sus atentos ojos azules. Se le veía muy serio y ninguna sonrisa amenazaba con invadir sus suaves labios.

Benjamín sintió que lo odiaba por ser tan perfecto y distante. Se le ocurrió abrazarlo de repente y besarlo (aun si estaban rodeados de una multitud), tal vez así rompería esa tranquilidad de su rostro logrando arrancar algo que le demostrara que estaba consciente de que su pareja era un hombre como él y que era uno de sus alumnos.

Ese era el problema. Zain protegía tanto la imagen del alumno valioso que se había olvidado que él no era eso. No había comprendido que si él evitaba comportarse como un ratón de biblioteca era por que no lo necesitaba. No quería perder el tiempo en parecer inteligente y tampoco que alguien hiciera que lo pareciera.

Ben frunció el ceño y se adelantó para ponerse frente a Zain. Estuvo a punto de decirle algo, pero un grito le interrumpió.

-¡Hey muchachos!

Zain y Ben levantaron la mirada hacía uno de los balcones del hotel por el que pasaban en esos momentos viendo a dos bellas jóvenes saludando con una coqueta sonrisa.

-No estén ahí en el sol -dijo la morena -; acá adentró hay una sombra deliciosa.

-Y ya de paso platicamos -sugirió la otra con un tono de voz que delataba que no pensaba en platicar precisamente.

Las dos se rieron.

Una mano se apoyó en su espalda firmemente y Ben sintió un impulso que lo apretó contra un cuerpo firme. Cuando quiso preguntar una boca calló la suya con un seguro beso.

¿Un beso?

¿Zain lo estaba besando en la calle?

Las manos de Ben se dirigieron al pecho de Zain con la intención de separarlo, pero no lo hizo, pudo sentir que el calor traspasaba la ropa justo en su espalda y se extendía a todo su cuerpo. Pensó que tenía las mejillas coloreadas de un rojo intenso, pero no podía asegurarlo. Sólo estuvo consciente del incómodo dolor que le invadió el vientre bajo y de la firmeza proveniente de Zain. Entonces le rodeó el
cuello con los brazos enredando los dedos en el tupido cabello café y jugó con la lengua de él deseando que todo lo que los rodeaba desapareciera.

El beso se rompió.

Ben continuaba con los ojos cerrados y sintió como le apartaban algunos cabellos de la frente con una caricia. De pronto se acordó de las jóvenes y dirigió una mirada neutral hacia ellas.

Estaban boquiabiertas. Sus expresiones eran tan graciosas que Ben quiso estallar en carcajadas, pero se limitó a sonreír abarcando la cintura de Zain en un gesto posesivo. Ellas lograron reponerse y comenzaron a reír.

-Oye... en la habitación hay suficiente espacio para ustedes.

-¿Cuánto quieren por seguir besándose acá arriba?

Zain dejó ver una sonrisa y negó con la cabeza.

-Yo no comparto a mi pecosito con nadie... aun si sólo quieren ver - y tras decir eso lo guió hacia el final de la calle acompañado con aprobaciones de ambas muchachas.

Si. Era eso lo que quería.

Ben sintió seguridad de nuevo y pensó que estaba listo para volver a desafiar a quien fuera necesario.

Sin embargo Zain pensaba en algo totalmente distinto. Le gustaba Benjamín, pero no podía apartar el furioso rostro de Carl.

“... Déjame mostrarle al mundo lo bello que es quererte...”

El hombre sacudió la cabeza y sonrió a su joven acompañante.

A espaldas de la pareja un hombre observaba. Sus ojos azules se mostraban molestos y había desacomodado su cabello rojo al pasarse la mano entre él al presenciar tremenda escena. No le molestaba el beso... Le molestaba que su hermano menor fuera uno de los protagonistas... y no tanto por que fuera con otro hombre, sólo el hecho de que ese hombre fuera Zain Hammonds.

-Mi hermano no es juguete de nadie -murmuró Leonardo molesto; comprendiendo, por primera vez, la preocupación de su padre.

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