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Un sonido distante por Akiko_y_Shizuka

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Parte seis: "El llanto que oculta tu risa."

-Te ves muy contento -Uriel se talló un ojo y bostezó -Comúnmente soy yo el que te arrastra a la primera clase.

-Tuve tiempo suficiente para descansar -Ben volteó para mirarlo -¿Cómo esta eso de que le perdonaste una apuesta a Jeannet?

-¿Quién rayos te dijo?

-Mike.

Uriel frunció el ceño.

-Veo que ese imbécil se entera de cosas que no le importan.
-Steven me fue a dar la queja... Jeannet se negó a salir con él por que tu le perdonaste la apuesta.

Algo digno de verse. Uriel sonrió y se acercó a Benjamín para estar a su lado.
-¿A dónde debería llevar a Jeannet?

-La vez que la llevé a ver a un striper se veía muy contenta -rió Ben.

-Creo que ambos se divirtieron -ironizó Uriel.

-A ella le gusta U2...

Uriel lo miró desconcertado.

-Generalmente va con quien la invita, pero ya no hay entradas...

-Tal ves si rento un helicóptero podamos verlos desde el aire -murmuró el muchacho con mal humor - ¿Estas loco, Ben? ¿Cómo rayos voy a llevarla si no podemos entrar?

-No seas tonto, yo tengo entradas... Iba a llevarla, pero podría cederte mi lugar. Imaginar a Ben y a Jean juntos provocó un escalofrío a Uriel. Haría un favor a la humanidad si los separaba.

-¿Cuándo es el concierto?

-El próximo fin de semana. Te recomiendo que vayan en la moto de ella, no hay lugar para autos a menos que seas influyente.

-Seguro que un riquillo que puede conseguir entradas de un concierto que están agotadas a los dos días de que se comenzaron a vender tiene suficiente influencia, ¿no?

-No tienes auto -retó Ben -Te conseguiría el lugar si fuera necesario.

-Pero conozco a un buen amigo que tiene las llaves de un convertible escondidas en el contenedor del baño.

-¿Ahora no soy el homosexual que te acosa? -Ben le sonrió con picardía.
-Dejaré de molestarte -ofreció Uriel.

-¡A mi no me molestas!

-¡Maldición!, sólo di que si.

Ben agarró la mano de su amigo y corrió hasta el aula justo al momento en que la puerta comenzaba a cerrarse.

Uriel casi había olvidado lo que era ver a Benjamín sonreírle al licenciado de esa manera. Vio al hombre mayor ruborizarse ligeramente y casi deseó hacer algún comentario. Sin embargo recordó que se suponía que no sabía que se trataba de Zain y se limitó a saludar.

Para su pesar Mike ya estaba ahí y en cuanto vio a Ben se levantó para saludarlo y preguntarle respecto a un tema. También estaba Alma ahí, seguramente de nuevo tenía que tomar clase, aunque Uriel pudo notarla demasiado amable con Ben al momento de saludarlo con un beso en la mejilla.

Casi fue milagroso tener a Benjamín de regreso. Durante toda la clase sostuvo un interesante debate con el licenciado mientras los demás tomaban notas y escuchaban interesados.

Había que admitir que parecía que a su amigo se veía contento. Pero Uriel tenía la impresión de que había algo forzado entre ellos... Benjamín no era totalmente esa persona que conocía... en compañía de Zain era diferente.

-Si yo tuviera vacaciones también estaría de buen humor. -farfulló Alma cuando la clase terminó. Había intentado intervenir en la platica entre Ben y el licenciado, pero no pudo seguir el nivel que ellos utilizaban.
-Aunque tuvieras vacaciones estarías de mal humor -Ben sonrió - Y no estoy de buen humor por eso -le pasó un brazo por el hombro.

-¡No me abraces! -protestó Alma.

Ben no hizo caso y la apretó aun más depositando un beso sobre el cabello rizado de Alma. Ella se sonrojó.

-¿Por qué estas tan contento? -preguntó Mike.

-No es por tu gracia -soltó Uriel con ironía.

-No molestes a Mike, Uriel -aconsejó Ben.

-No hay problema, Ben -Mike dedicó una tierna sonrisa.

Alma lo arremedó exagerando sus movimientos.

-Por una vez no te comportes como el patético ñoño que eres.

Ben tapó la coca de Alma y sonrió a Mike.

-No le hagas caso... Como ella es muy violenta alguien amable le parece de otro mundo.

A Uriel le molestó el gesto de Mike.

-¿Podemos ir a comer?... Tengo hambre -Uriel se adelantó molesto.

-Uriel tampoco esta acostumbrado a la gente poco amargada -susurró Ben y soltó a Alma para alcanzar a Uriel.

Alma le dedicó una mirada gélida a Mike y caminó del lado contrario.

-Hoy estas tratando mal a Mike.

-Siempre trato mal a Mike -murmuró Uriel.

-Si, pero hoy es con más descaro... ¿Qué te hizo?

-Cuando Mike me haga algo tendrá problemas que valgan la pena ser comentados.

Ben miró un poco confundido mientras se sentaba y jugaba con el recipiente del azúcar. Le daba la impresión de que algo había pasado en su ausencia, pero no quería preguntar al respecto por que estaba seguro de que le arruinaría el buen humor. Uriel se sentó frente a él y le dedicó una mirada preocupada.

-Mientras no estabas ocurrió algo extraño... Jamás había visto a Jeannet así.
Ben frunció el ceño. Se levantó de nuevo con la excusa de que iría por algo para comer y después de pelearse con los otros muchachos que intentaban comprar algo regresó y puso dos platos con comida en la mesa. Otro muchacho se acercó, colocó dos vasos con soda y se acercó a Ben susurrándole algo que pareció desconcertarlo; sin embargo se repuso y negó de manera burlona. El muchacho rió y se alejó.

-Erick jamás me había pedido una cita -Ben se sentó.

Uriel refunfuñó. Seguramente tenía algo que ver con esa foto. ¿Cuántas copias habría?

-¿Hay algo que no deba saber de Jeannet? -preguntó Uriel recordando el tema. Benjamín se metió un trozo de pan a la boca y comenzó a masticar. Parecía que se tomaba su tiempo para responder, y cuando lo hizo había en él una tranquilidad admirable.

-No viniendo de mi... si Jeannet quiere decirte lo que le halla pasado lo hará personalmente.

Estaba claro que Ben no le diría nada. Uriel comenzó a comer en silencio hasta que levantó la mirada y vio a Luisa caminar hasta ellos.

-¿No interrumpo nada? -preguntó ella asomándose.
-Estaba por convencer a Uriel de pasar una desenfrenada noche de pasión -Ben le sonrió de manera traviesa.

-¿En qué momento te quedaste dormido para soñar eso? -replicó Uriel.

-No subestimes la imaginación de Benjamín -dijo Luisa sentándose en una de las sillas -¿Tienes planes para hoy, Ben?

-No, ¿a dónde vas a invitarme?

-Puedo pagarte esa noche desenfrenada que Uriel no te cederá.

-¿Crees que yo permitiré eso? -preguntó Uriel mirándola de manera asesina.

-Sólo lo podrías impedir aceptando a Ben -sonrió ella.

-Me parece una buena idea -aceptó Ben.

-Ambos están equivocados conmigo -declaró Uriel molesto.

-En realidad te conocemos perfectamente -Ben mordió una galleta.

-Por eso nos divertimos molestándote -completó Luisa.

Uriel iba a decir algo, pero a lo lejos vio a Jeannet acompañada de las demás animadoras caminando hacia las canchas, un chico las interceptó diciéndoles algo, todas las chicas rieron. La francesa hizo un ademán negativo y volteó para señalarlo. El muchacho lo miró también y dijo algo que provocó que ella se riera más y continuara caminando seguida por las demás.

La antigua Jeannet había regresado. No se parecía nada a la muchachita frágil que tuvo llorando entre sus brazos. Volvía a ser la arrogante rompecorazones que él tanto despreciaba.

Luisa también la vio y no pudo evitar una mueca.

-Jeannet Le Rossignol.

-¿La conoces? -preguntaron ambos chicos sorprendidos.

-Claro que no -respondió ella tranquilamente robando una patata del plato de Uriel
-Pero mi entrenadora me ha hablado mucho de ella; si decide aceptar la beca deportiva será mi oponente en la competencia de gimnasia.

-Jeannet no participará. -replicó Ben con Seriedad -,dejó de competir desde los trece años.

-No esta en forma para una competencia -comprendió Luisa -, pero sé que no ha dejado de practicar.

-Una competencia es mucha responsabilidad para ella -Ben suspiró -Simplemente no lo hará.

* * *

¿Desde cuando le era insoportable ver a Carl?

Zain suspiró cuando el otro hombre se sentó frente a él pidiendo un café y le sonrió con su amabilidad dando la impresión de que podía leerle el pensamiento. Por su comportamiento cualquiera diría que no se había enfadado la vez anterior en que se vieron... o que de nuevo lo estaba disculpando.

Esa era la razón por la que Carl no era tan interesante. Jamás sería difícil obtener una disculpa de su parte o arrancar una sonrisa de su calmado rostro... siempre procuraba sonreír aun si eso le dolía y podía humillarse de manera insoportable. Zain no lo soportaba.
-Probablemente hay algo que no has notado -dijo Carl bebiendo de su café -Ese mocoso tiene algo que me da la impresión que debe ser tomado en cuenta, no sé si entiendas.

-Déjalo -pidió Zain.

-No... No comprendes...

-Si Benjamín quiere que todo el mundo sepa que tiene una relación amorosa con uno de sus profesores estoy dispuesto a aceptarlo -interrumpió Zain de manera brusca.

La sonrisa que Carl quiso hacer aparecer en su rostro se marchitó de manera casi brutal. Sus ojos parecieron perder brillo y sólo pudo desviar la cara para que Zain no notara todo el dolor que le había provocado con una sola frase.

Siempre había sido así. ¿Por qué tenía que dolerle justo ahora?

Justo cuando pareció que Carl iba a agregar algo su celular sonó. Con una mueca respondió para palidecer y ponerse nervioso.

-Claro -murmuró Carl -Estaré ahí puntual.

Cuando Carl colgó dedicó una mirada preocupada a Zain.

-¿Quien era? -preguntó Zain.

-Un fantasma.

* * *

-Cancela todas tus citas.

Jeannet levantó la mirada y enarcó una ceja viendo al muchacho que acababa de cortarle el camino. Escuchó la risa de sus compañeras y no pudo evitar imitarlas. Sin embargo bastaba ver la tranquila mirada de Benjamín para convencerse de que no era una broma.

-Mi cita es con Uriel.

-Sobrevivirá.

Jeannet se encogió de hombros y acompañó a Benjamín. Los dos se cambiaron la ropa de la practica y comenzaron a caminar hasta la salida de la Universidad.
-Mi motocicleta no esta aquí -murmuró Jeannet.

-Iremos en el auto.

-¿Alguien te prestó un auto?

Benjamín rió. Del bolso de su pantalón sacó un juego de llaves y se detuvo a un lado de un convertible rojo.

-Un riquillo me prestó esto -Ben le sonrió de manera burlona.

-Preséntamelo -Jeannet subió acomodándose en el asiento del copiloto.

-Es gay. -Ben subió también y encendió el motor.

-Haré que cambie de opinión -prometió ella.

-Ya cambió... -murmuró Ben -... sólo que la chica aun no lo sabe.

* * *

Carl desvió la vista incapaz de soportar la intensa mirada azul de quien le acompañaba. Sabía a lo que venía cuando fue citado, pero había que admitir que jamás estaría listo para enfrentar a su buen amigo.

-Te ves muy bien -murmuró Carl a pesar de que no era lo que quería decir. Vio la amable sonrisa de su acompañante adivinando que él comprendía su nerviosismo.

-No vine a discutir inútilmente, Carl, así que cálmate.

Era fácil para él decir eso. Después de todo no había tenido problema en discutir y hacerlo sentir mal por preferir a su Zain al grado de utilizarlo.

-Zain no esta jugando -defendió Carl mirándolo directamente.

El hombre suspiró con resignación. Sacudió la cabeza pero su cabello rojo no se desacomodó y después hizo una mueca a Carl.

-¿Cómo pudiste amar a alguien así, Carl?... -preguntó Leonardo con calma -
¿Cómo puedes amarlo aun?

De nuevo una expresión adolorida acudió al rostro de Carl, hubiera querido desmentirlo, pero jamás había podido mentirla a Leonardo.

Se habían conocido en la Universidad. El muchacho pelirrojo jamás fue destacado en los estudios ni dedicado, pero su padre le pagaba todo y los maestros procuraban tenerlo en un nivel aceptable. Carl era diferente, tanto que compartir su vida académica con el descuidado Leonardo hubiera resultado difícil a no ser por su respeto a los demás... bueno, casi a todos. Solo había alguien a quien no soportaba: Zain Hammonds.

No envidiaba su nivel académico... Ni siquiera lo había tomado en cuenta por más fama que tenía. Para Leonardo Zain simplemente habría pasado desapercibido a no ser por el detalle de que Carl había caído en su encanto.

-¿Pero cual encanto? -había preguntado Leonardo exasperado -El imbécil sólo tiene tiempo para su ridícula carrera y para romperte el corazón cada que le das oportunidad.

Leonardo siempre había sido sobreprotector, pero había que admitir que para Carl había resultado muy doloroso intentar llamar la atención de Zain quien lo despreció en cada ocasión que se acercaba, llegó a mirarlo con odio cuando lo interceptaba por los pasillos también. Carl no pudo disfrazar su dolor y Leonardo se enteró. Jamás replicó las crueles palabras de su amigo mientras intentaba consolarlo.

Era un caso perdido.

Leonardo odiaba a Zain por lastimar a Carl. Y Zain odiaba a Leonardo por ser el millonario que estaba a l lado de Carl que situación tan extraña la de ellos dos... y que curioso que él no pudiera hacer nada para remediarlo.

-Por una vez deja de defenderlo -recomendó Leonardo devolviéndolo al presente - Bastante tengo con verte esa expresión de nuevo.

-Cuando Zain se entere de que el prodigio es tu hermano le va a dar un infarto.
-Me gustaría que eso ocurriera -admitió Leonardo con una sonrisa -Pero no es
Zain quien me interesa ahora...

-Creo que tu hermano esta en buenas manos -comentó Carl con algo de envidia. Leonardo negó con la cabeza y recargo la espalda en el respaldo de la silla.
.Ese imbécil no quiere a mi hermano.

-Lo protege -Carl lo miró.

-¿Y que? A ti que te trató con más crueldad te quiere más... No puedo creer que alguien quiera negar sus verdaderos sentimientos lastimando lo que ama.

-El no me ama -protestó Carl ruborizado.
Leonardo hizo un gesto con bastante burla y cruzó los brazos.

-No voy a dejar que Zain destruya a mi hermano.

-No es su intención.

-Zain jamás hace algo con intención -corrigió Leonardo -Lastima sin darse cuenta por dedicarse más a su trabajo que al resto del mundo.

Cierto.

-¿Qué derecho tienes de intervenir en lo que tu hermano quiere?

No quería dejarle las cosas demasiado fáciles al mocoso, ¿o si? Había actuado en su favor desde el principio con la intención de que Zain entendiera su propia situación, pero aun así no quería que Leonardo interviniera.

Entonces Leonardo rió.

-Mi hermano Benjamín no es tan tolerante como lo eres tu.

-¿Entonces por que no lo deja?

-Seguramente cree que Zain no se da cuenta aun y esta dándole oportunidad - susurró Leonardo resignado -Es una de sus virtudes... Sabía que lo utilizaba, pero jamás me lo dijo por que me dio la oportunidad de reflexionarlo.

Carl no quiso comentar nada de lo que había dicho y miró con un poco de pena a su amigo. ¿Sabía Benjamín la suerte que tenía?. Quizá no. La mirada de Leonardo reflejaba una extraña añoranza. Como si no pudiera conversar con su hermano y hubiera preferido hacerlo con él.

* * *

El lugar era simplemente de los mejores. El interior era aun más exquisito que el exterior y los que cuidaban la entrada podían darse el lujo de decidir quien entraba o no.

Por supuesto que un muchacho que llega en convertible prácticamente nuevo tiene que llamar la atención desde que se le ve. Más si vestía con casual elegancia y se hacía acompañar de una preciosa joven francesa.

Prácticamente les había rogado para entrar. Ahora estaban en una de las mejores mesas con bebidas y botana mientras la música disco se escuchaba en el lugar. Había poca gente, la mayoría les miraba con curiosidad, en especial las chicas. Jeannet se dio el lujo de regresarles una sonrisa burlona y hasta agarró las manos de Ben en señal posesiva. …l la miró y sonrió con un gesto paciente.

-Sé que te gusta exhibirme, pero no hace falta que lo hagas esta noche.

-Tu auto llama la atención ya -Jeannet lo soltó para tomar su baso y beber de él.
-No vine a hablar de mi auto.

-¿Viniste a bailar conmigo?

Ben suspiró. Todo ese asunto comenzaba a molestarlo. Sin embargo se levantó y prácticamente arrastró a Jean a la pista de baile. La muchacha lo miró desconcertada hasta que reaccionó y comenzó a bailar.

Ahí estaban ellos dos, bailando solos en la pista mientras el resto miraba con una mezcla de admiración y envidia. La chica se movía de manera provocativa y paseaba por el lugar coqueteando a los hombres con descaro. Y él esperaba aceptando si alguna otra joven se acercaba a bailar.

Esperaría a que Jeannet deseara hablar. Mientras haría el papel de niño rico que a ella tanto le gustaba y aceptaría a cualquier otra chica si Jeannet así lo permitía.
Pero si algo había que esperar de Jeannet es que no permitía nada. Su regreso era repentino y empujaba a la chica que estuviera con él con desprecio para pasarle los brazos por el cuello.

-Pide una cubeta con cervezas -susurró ella.

-No esta noche -murmuró Ben a su oído -Quiero que estés en tus cinco sentidos.
-No tengo ganas de razonar correctamente -protestó ella. -Quiero emborracharme.
-Tengo algo tan embriagante como el vino -siseó Ben y se inclinó para besarla.

Ben siempre había estado lleno de sorpresas, pero ni en la más atrevida de sus locuras la había besado.

Jeannet recordó entonces la razón por la que estaba ahí. Se apretó contra el cuerpo de su amigo y dejó que las lágrimas se acumularan en sus ojos. Sintió que Ben la separaba con delicadeza y le limpiaba las mejillas.

-Aún no me has perdido. -murmuró él.

Jean lo miró como si no hubiera comprendido esas palabras y una tímida sonrisa acudió a su rostro.

-¿Me invitas a cenar?

Ben la guió hasta la salida después de pagar y esperó a que llevaran al convertible. Llegaron a un restaurante Italiano y cenaron pasta.

-Si me dejas puedo encargarme de tu problema -ofreció Ben con tranquilidad.
-Escandalizarías a toda la familia Le Rossignol con un movimiento semejante.

-No creo que les afecte si me encargo de la desgracia de su familia. -ironizó Ben.
-Sólo yo sé que es una desgracia -Jeannet desvió la vista -, para los demás es un hombre correcto y excelente empresario.

Ben suspiró y se recargó en la silla para que el mesero colocara el postre en la mesa. Agarró la cucharilla y comenzó a comer del pay con calma.

-Llegará alguien que no te pida permiso, Jeannet -dijo recordando a Uriel -Siento tan atrevida me extraña que no enfrentes el pasado.

-No quiero enfrentar el pasado -ella frunció el ceño -Sólo quiero que se mantenga alejado de mí... Que no me toque otra vez...

* * *

Daniel miró a su hermana esperando a que dejara de caminar en círculos por su habitación. Estaba así desde que vio a Ben irse con Jean y la verdad él no justificaba que sintiera celos sabiendo que ellos dos eran muy buenos amigos. Aunque tampoco podía decirle a su hermana que actuaba mal. Desde que ambos conocieron a Luisa se toparon con un Benjamín diferente e interesante, justo el que Alma estaba buscando.

De un momento a otro había dejado de ser el joven gay para sólo dejar ver a ese adorable muchacho mostrando un extraño cariño a su amiga.

Daniel habría querido que Alma esperara más antes de llegar a la conclusión de que sería más fácil competir contra Luisa que contra un chico. Sin embargo la paciencia jamás había sido una de las virtudes de su hermana. Y por más que intentó hacerla entrar en razón recordándole que Benjamín tenía pareja no logró
sacarla de su absurda idea.

-Es mi oportunidad -repitió Alma jugueteando con sus manos.

Era más prudente hablar con Ben en esos momentos. Al menos él no era necio.
Daniel salió de la habitación pidiendo a su hermana que cerrara, aunque no estuvo seguro de que ella le hubiera puesto atención. Avanzó por los pasillos y el jardín hasta llegar al área deportiva y detenerse en la pista de atletismo donde pudo ver a su amigo acostado en el pasto.

-¿Es una nueva manera de ejercitarse? -preguntó Daniel.

Ben lo miró y le dedicó una coqueta sonrisa.

-Lo será si me dejas experimentar contigo.

No era necio, pero había comprendido que lo peligroso no se desvanecería por arte de magia. Daniel se sentó a un lado de su amigo y al mirarlo notó un poco de preocupación en su rostro.

-¿Qué tal tu cita con Jeannet?

-He tenido mejores -murmuró Ben.

-Si tomamos en cuenta que es la primera vez que se sabe que sales con una chica no dudo que halla sido algo aburrido.

-Salir con una chica no es aburrido.

Ojalá ninguna chica estuviera cerca para oír eso. Por que pasaría el rumor de la misma manera que esa fotografía había hecho para pasar por la mayoría de manos hasta llegar a las suyas. Y entonces todas esas muchachas decepcionadas se volcarían sobre él de nuevo.

-Alma ha estado insoportable por eso -Daniel hizo una mueca.

-No dejes que se ilusione, Daniel.

-No soy yo el que invita a una muchacha a salir de buenas a primeras cuando se supone que soy gay.

-¿También eres gay? -preguntó Ben interesado.

-No me fastidies... Sabes por que lo digo.

Ben se rascó la cabeza y bostezó. La noche que había pasado con Jean había sido más cansada de lo que ambos acostumbraban y la verdad es que habría preferido quedarse dormido en la habitación. Claro que tener a Uriel molestando desde temprano no era su idea de reponerse de una noche con Jeannet, así que prefirió salir a correr.

Seguro que Daniel había notado su cansancio, sin embargo su preocupación era comprensible; así que se sentó para mirarlo y le palmeó la espalda para tranquilizarlo.

-El problema con tu hermana es que es una necia... No se rendirá hasta que experimente personalmente la derrota.

-¿En verdad eres gay?

Daniel había hecho esa pregunta con especial cuidado. Probablemente había estado pensando en ello desde hace bastante tiempo, pero se había detenido por pensar que le molestaría.

Y la verdad es que le causaba gracia. Generalmente todos se resignaban por lo que miraban en él. Les gustaba el muchacho descarado que perseguía a los otros y se peleaba con las chicas por alguien en particular. Pero nadie se había detenido a investigar más al fondo de lo que se veía.

No se había propuesto ocultar su bisexualidad, pero le era molesto tener que lidiar con admiradores de ambos sexos, en especial si las mujeres eran tan sensibles a los rechazos.

-Si -dijo finalmente -...Y no... Bisexual para ser exactos.
Daniel hizo un ademán afirmativo. Parecía que comprendía las razones de Ben y compartía su preocupación.

-No lo habría notado si no fuera por Luisa -murmuró Daniel.

Ben sonrió de esa manera especial. Verlo así era volver a pensar que Luisa tenía un lugar especial en su corazón.

¿Habría notado eso Alma?

-Gracias a Luisa descubrí que era bisexual.

¡Ahí estaba!

Daniel lo miró boquiabierto y no pudo evitar echarse a reír. Se dejó caer en el pasto y respiró profundamente cuando se calmó.

-Así que ella fue la primera.

-No la primera -Ben frunció el ceño.

¿”La única”?. Por la expresión de Ben parecía que hubiese querido agregar eso. La verdad es que a Daniel eso le alegraba. Ahora sólo tendría que convencer a su hermana de que estaba perdiendo el tiempo.

-No te preocupes... -Daniel se levantó -, te quitaré a Alma de encima... Pero necesitas definirte.

-Ya tengo pareja -protestó Ben.

-Pareciera que no eres feliz con esa persona.

Ben refunfuñó algo.

-Como sea -continuó Daniel algo apenado -Esa decisión es tuya.

-Claro.

Daniel se despidió y regresó al edificio.

Cuando Ben revisó su reloj descubrió que las clases estaban por comenzar.
¿Se molestaría Zain si no iba a su clase?

La verdad es que no quería estar ahí.

No quería estar con él.

Ben suspiró por ese pensamiento y se acomodó de nuevo en el pasto.

La relación había cambiado, pero parecía que no había mejorado. Era cierto que ahora se portaba más abierto, pero no se sentía mejor.

No le gustaba.

¿Era que se le estaban acumulando las presiones?

-No -susurró algo dolido -... en verdad no me gusta...

* * *

Uriel se la pasó aburrido en la clase.

Para empezar Ben no se había aparecido y no había podido reñir con su querido licenciado, razón por la que la clase terminó por fastidiarlo en verdad. El otro problema era Mike. El muchacho tuvo la delicadeza de sentarse a un lado de él y preguntarle por Ben. Afortunadamente Zain estaba lo suficientemente sombrío y no soportó ninguna interrupción a su clase. Y por último estaba esa reservación al concierto que debió confirmar con Ben, tenía que planear que haría en un concierto al que en realidad no tenía ni idea de cómo sería apropiado comportarse.

Así que salir de clase fue lo más piadoso que le había podido pasar. Corrió por los pasillos hasta la biblioteca con la esperanza de que Luisa estuviera haciendo una de sus investigaciones. Pero la idea se esfumó de inmediato al ver a esa persona. Estaba sentado en la cafetería protegido por la sombra de un árbol. Su cabello rojo se veía oscurecido por las sombras y las gafas lo hacían ver misterioso. Vestía de traje, tenía la corbata floja y algunos botones desabrochados.

De lejos se le podía confundir con Benjamín, pero al verlo con más cuidado se notaban las marcadas diferencias.

-Pareciera que viste a un fantasma.

Uriel volteó para ver a su prima. Tenía un pesado libro entre los brazos y un estuche de colores. Había peinado su cabello negro con una coleta y tenía las gafas en la cabeza.

-Algo parecido -admitió Uriel -¿Has visto a Ben?

-¿Parece que lo he visto? -ironizó ella -No estaría con un libro de arte en las manos pudiendo dárselo a él para que lo cargara.

-Por fin descubro otras de tus intenciones -se burló él.

Cuando Uriel miró de nuevo hacia la mesa descubrió que el hombre ya no estaba. Volvió a ver a Luisa y notó curiosidad en su mirada verde.

-Hoy no estas de humor para pelear conmigo, ¿cierto? -adivinó ella.

-Tengo una cita.

-¿En serio?

-¿Creíste que jamás tendría una? -preguntó molesto.

-No, no, no... Es sólo que no imagino al tipo de chica que aceptaría salir contigo.

-Si te consuela le perdone una apuesta.

-Eso va contigo -declaró Luisa convencida.

-Seguro...

* * *

Zain se permitió mostrar vergüenza por esta vez. El señor Laurence lo había llamado muy preocupado y la verdad no esperaba que fuera precisamente por la fotografía de Benjamín. No sabía que el acompañante era él, pero si que era un profesor... y no tanto por la imagen... era mas bien que el autor se había encargado de informárselo.

Era tanta su preocupación que de nuevo había dejado enfriar el café. Permaneció en un sepulcral silencio jugueteando con su pluma sin despegar la vista de la orilla del escritorio de madera. Podía sentir su propia tensión y de nuevo el deseo de salir del lugar comenzó a invadirlo.

-No me preocupa que Benjamín halla decidido relacionarse con un maestro -dijo el anciano finalmente -Si él lo acepta no debe haber problema.

-¿Aun si se tratara de alguien inesperado? -preguntó Zain preocupado.

El anciano le dedicó una comprensiva sonrisa.

-Si, Zain... Aun si eres tú...

Aun así Zain no se sentía menos preocupado.

-El muchacho que este haciendo todo esto quiere repetir la asombrosa acción del señor Devine... Eso es lo que me preocupa.

-¿Repetirla?
-Quiere sacar al profesor como Benjamín lo hizo... Ser el alumno que defendió al ídolo y ganar fama por ello.

-Es absurdo.

-No... No si el señor Devine no lo desmiente... Para el alumnado será como la persona que salvó al prodigio... como alguien de confianza...

-Como si Benjamín le cediera el honor de sacar a un mal maestro.

-Exacto -el anciano recargó los codos en el escritorio -Pero tu no lo estas acosando...

-Sobreprotegí al alumno del que tan orgulloso estas. -admitió Zain.

-Zain... ese muchacho puede protegerse solo...

-El daño esta hecho.

El director se levantó y se acercó a Zain para darle unas palmaditas en la espalda.

-Te aprecio, Zain... Sólo por eso me atreveré a preguntarte esto... ¿En verdad el señor Devine lo vale?

¿Valerlo?

Zain miró al anciano algo impresionado. Sabía que no había querido que malinterpretara esas palabras, por lo que se tomó su tiempo para analizarlas cuidadosamente antes de responder.

Entonces recordó el adolorido rostro de Carl y apretó los ojos deseando que esa imagen se borrara de su cabeza con la excusa de que en esos momentos tenía que pensar en Ben.

Pero no pudo.

¿Lo valía?

¿Valía la pena engañar a Benjamín haciéndole creer que podía pelear por él? No.

Zain se mordió el labio inferior por ese pensamiento.

¡Se había prometido intentarlo!

Por eso lo besó en plena calle... por eso era más cariñoso con él aun cuando se sentía incómodo.

No... No lo hacía por Ben. Lo hacía por Carl... Por que pensaba que de esa manera lo compensaría un poco.

-No... Ben no lo merece...

El director suspiró. Era la respuesta que esperaba. Conocía muy bien a Zain y parte de su relación con Carl... ¿Cómo no saberlo? …l era su mejor alumno de la antigua escuela y Leonardo Devine su dolor de cabeza. Nadie relacionaba a Ben con el millonario Devine... ni él lo había hecho... Pero no por que no lo supiera, era más bien por que Benjamín no lo quería así.

-Te ayudaré con esto, Zain. -ofreció Laurence -Controlaré al muchacho hasta que arregles las cosas.

-¿De quien se trata?

Laurence dijo un nombre.

¿Era él?

¡Que ridículo!

* * *

Antes de intentar algo tenía que investigar a la competencia.
Alma suspiró y revisó su reloj de pulsera. Ya había tardado bastante. Molesta se levantó de la banca y caminó hasta la facultad de arte. Su hermano le había platicado un poco acerca de la muchacha, así que no sería difícil dar con ella. Caminó hasta llegar al taller de pintura gracias a las referencias que había tenido y se asomó con curiosidad. Había pocos estudiantes, pero ella no estaba.

-¿Buscas a alguien? -preguntó un muchacho.

-Luisa... -Alma olvidó su apellido.

-Luisa McAllister -completó el muchacho amablemente -Esta en el gimnasio.
¿Qué rayos hacía en el gimnasio?

Alma agradeció y se encaminó al lugar. Al llegar a la puerta se detuvo en seco. Allí estaba ella.

Hacía unos movimientos sobre el caballete se veían bastante impresionantes. Tenía el cabello atado a una coleta y varios mechones se le escapaban hacia la cara. El leotardo se veía algo húmedo y esa capa ligera de sudor sobre su piel le daba un brillo interesante.

Alma no sabía mucho de gimnasia, pero había visto algunas veces practicar a Jeannet y pudo adivinar que tendrían un nivel semejante. Pero el sólo hecho de que Luisa controlara un cuerpo de más estatura con tanta precisión le hacía fruncir el ceño con algo de envidia. En especial por que en uno de los extremos estaba el muchacho por el que estaba ahí.

Benjamín estaba simplemente maravillado. Miraba cada movimiento realizado con especial cuidado. Vestía de manera sencilla (encantadora al parecer de Alma). Las bermudas negras se veían un poco llenas de tierra, aunque eso no importaba si se podía ver su par de atléticas piernas. La camisa blanca estaba sucia
también, en una de las mangas tenía un agujero que parecía recién hecho y sobre el pecho lucía un silbato colgando de un cordón amarillo. Tenía el cabello rojo despeinado, pero había querido amortiguar ese hecho con las gafas sosteniéndole parte del flequillo evitando que le cayera sobre los ojos.

En uno de los movimientos Luisa hizo un mal calculo. Sus pies resbalaron del aparato y cayó sobre los colchones con un golpe seco.

Alma casi corre hacia ella para ver si se había hecho daño, pero no pudo mover su cuerpo en cuanto vio a Ben levantarse y correr hasta ella.

-¿Te has lastimado? -preguntó él con un tono de voz que Alma no había oído jamás.

Luisa le sonrió haciendo un ademán negativo. Para Alma eso habría bastado, pensaba que debería bastarle a Benjamín también, pero entonces lo vio abrazarla
de una manera que desconcertaría a cualquiera, incluso a ella.

Sin embargo no fue eso lo que logró hacerla enfurecer.

Como en cámara lenta los brazos de Luisa se fueron levantando hasta posarse en los hombros de muchacho y le miró de una manera en extremo dulce.

-¿Qué amas de mí, Ben?

Ben palideció.

Luisa sonrió con ternura y rozó sus labios en los de él.

* * *
No era el ambiente al que un muchacho metido en los estudios estaba acostumbrado.

Jeannet en cambio de veía muy emocionada. Daba la impresión de haber dedicado mucho tiempo para arreglarse y en especial en elegir su ropa. Las sombras de sus ojos eran mucho más marcadas y los había delineado con sumo cuidado. Sus labios resaltaban más con ese color oscuro, aunque era imposible no notarlos, Jean se la había pasado mirándose al espejo practicando diferentes expresiones.

De su ropa mejor no hablar. Aunque era cierto que esta vez había escogido un conjunto que le cubría casi todo el cuerpo Uriel no pensaba que fuera a pasar desapercibida. Para empezar la piel del pantalón se le ajustaba de manera casi misteriosa... ¿lograría respirar con eso?... ¿Cómo rayos había podido doblar las
rodillas?

El top se alcanzaba a ver diminuto, pero ese largo abrigo amortiguaba el impacto. La cadena de oro que le colgaba sobre los senos lucía una bella cruz y se combinaban perfectamente con ese montón de pulseritas.

Se veía más alta por esta vez. Uriel jamás había imaginado que se pudiera caminar sobre semejantes tacones, pero Jeannet prácticamente se puso a bailar mientras se reía de su cara.

Había que admitir que se veía muy bonita... peligrosa era la palabra exacta. El cabello negro le cubría un poco la cara, pero no había rastro de su frágil niña.
-¿Sabes conducir? -preguntó ella cuando vio el auto de Ben.

-Lo suficiente como para llegar al lugar -refunfuñó Uriel encendiendo el motor después de hacerla subir.

Claro que él jamás había conducido con tantos muchachos a media calle y motos a los lados... No habían pasado ni 20 minutos cuando el hermoso convertible de Ben ya lucía dos rayones en cada lado y un golpe en el cofre. Uriel habría querido alcanzar a quien lo había hecho, pero Jeannet lo detuvo con una absurda excusa. Por el estacionamiento no hubo problema. Los habían estado buscando para guiarlos al lugar asignado. Cuando Uriel apagó el motor vio que Jean se guardaba una cajetilla de cigarros en las botas junto con el encendedor.

-No se permite fumar -replicó ella al ver su expresión sombría.

-Buena oportunidad para romper las reglas, ¿no? -murmuró con ironía.

-La mejor -ella se miró de nuevo en el espejo.

Claro.

Benjamín le había dicho que prácticamente podrían ver las pestañas de los cantantes, pero llegar fue lo difícil. A Jeannet no se le dificultó empujar a codazos a los que se apretaban accidentalmente contra ella, incluso se daba el lujo de regresar por él y tomarlo de la mano para arrastrarlo. Aun así él llegaba a atorarse en su afán de no empujar a nadie hasta que la expresión de frustración de Jean lo convenció de avanzar ignorando sus impecables modales.

El lugar era bueno, pero no lo suficiente cómo para que no se apretaran contra ellos. Jean no le dio importancia, con descaro sacó su cajetilla de cigarros y encendió uno para comenzar a fumar esperando a que el concierto empezara. Finalmente comenzó a verse algo de actividad.

El sonido de una guitarra eléctrica se hizo acompañar por los excitados gritos de los espectadores hasta que volvió algo de calma y la guitarra continuó
escuchándose. Las luces bañaron el delgado cuerpo del guitarrista quien se movía conforme tocaba el instrumento mostrando seguridad y goce en ello; sus ojos permanecían cerrados a cada movimiento conforme caminaba por el lugar. Las luces se dirigieron hacia el vocalista quien cantaba “Zoorapa”.
Conforme la canción avanzaba iba aumentando el ritmo y los jóvenes le acompañaban al mismo tiempo que las luces iluminaban al resto de los integrantes.

Ver a Jeannet cantar y bailar lograba distraerlo de los empujones que recibía. Ese momento justificó a Benjamín por gastar una pequeña fortuna en ese concierto. Verla así valía el esfuerzo.

No importaba el tiempo que había tenido que soportar mientras manejaba al auto por entre la gente. Ni los rayones de los costados o el golpe que uno de los muchachos que se había dado en el cofre al ser aventado por otro. Tampoco los
empujones ni los codazos que había recibido al transportarse a ese lugar.

Lo que importaba era ella. Sus movimientos al bailar y su voz en cada canción. El sudor de su cuerpo y su cabello húmedo... su feliz expresión.

“Beautiful day” comenzó a escucharse. La melodía tenía un ritmo tranquilo. Miles de encendedores y luces comenzaron a danzar entre el público acompañando la canción y al voltear vio los ojos violetas de Jeannet sobre él. Ella sonrió y le abarcó la cintura para cantar con él y balancear su cuerpo.

Le gustaba. Ella le gustaba.

Uriel se ruborizó al darse cuenta de eso y sintió vergüenza. Era muy parecido a lo que pasó con Luisa, pero por alguna razón con Jean resultaba diferente... más alcanzable y gratificante... Más bello.

“With of with out you” se escuchó en el lugar. Todo pareció desaparecer con esa canción para Uriel. Jeannet se había colocado frente a él cantando y moviéndose como si le dedicara la letra. Un dolor le oprimió el corazón a Uriel y tuvo miedo por lo que comenzaba a ver con mayor claridad.

Jeannet lo había atrapado y ni siquiera lo sabía.

Que tontería.

El vocalista dirigió el micrófono hacia sus fans. La música se dulcificó haciendo
ver a Jean como algo irreal.

Y simplemente no lo pudo evitar. Uriel la tomó entre sus brazos y calló su voz posando sus labios sobre los de ella. La tensión del cuerpo femenino se desvaneció y sintió sus brazos rodeándole el cuello.

Si... Todo había valido la pena.


Notas de la autora:

La idea de usar a U2 fue de mi amiga Marisol a quien le encanta el grupo... así que la mayor parte de este capitulo (por lo menos la más emotiva) es gracias a ella.

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