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Un sonido distante por Akiko_y_Shizuka

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Parte siete: "¿Amor?"

Luis recibió un pase y por un momento pareció no saber que hacer con el balón. Cerró los ojos y agachó la cabeza con un gesto de dolor, apenas alcanzó a reaccionar para evitar el golpe de uno de los integrantes del otro equipo.
Benjamín notó su cansancio y se acercó a Peter para que detuviera el partido, después corrió hasta Luis y lo miró preocupado.

-¿Te encuentras bien?

-Nada grave -Luis lo miró con una hermosa sonrisa. -Se me pasará...

Ben lo abrazó. Sintió la rigidez del pequeño cuerpo contra el suyo y supo que Peter los estaba viendo. Apenado por ser tan impulsivo separó a Luis murmurando una disculpa. Luis posó un dedo sobre sus labios y negó con un movimiento de cabeza.

-Gracias por preocuparte por mí, Ben... Ojalá pudiera amarte como me amas...
Si... Ojalá lo amara con tanta intensidad como él lo hacía... Ojalá no hubiera sido
Peter quien robara su precioso corazón... Ojalá no hubiera muerto.

Ben suspiró y miró con algo de fastidio la comida que se había obligado a comprar. Uriel se había quedado dormido y, aunque no pensaba molestarlo, extrañaba no tener con quien distraer su mente.

Le gustaría no recordar a Luis con tanta intensidad, pero el sólo saber que su hermana estaba a unos cuantos minutos lo perturbaba de manera extraña. Hasta ahora no comprendía lo que estaba ocurriendo; sólo podía ser consciente de la alegría que ella le provocaba y el ridículo vuelco en el corazón cada que ella le dedicaba esa preciosa sonrisa.

“¿Qué amas de mí, Ben?”
¿Amarla?

Que pregunta tan ridícula.

Que ridículo había sido quedarse mudo por la sorpresa sin poder responderle hasta sentir sus labios frotándose de manera tan delicada... tan dulce,
Y sin embargo no había querido separarla. En ese momento sintió el reclamo de su corazón por ocultarlo tanto tiempo que le invitara a gritar la verdad.

¿Pero cual era la verdad?

¡…l no la sabía!

Solo supo que rodear la cintura de Luisa y apretarla más contra él fue maravilloso. Pero entonces un recuerdo lo traicionó y la traicionó a ella.

“... Luis...”

Luisa lo separó sin que pudiera ver su rostro. Para cuando esos ojos verdes se posaron sobre los suyos ya había transformado su rostro a la gentil sonrisa que siempre acudía a rescatarla de situaciones incomodas.

-Ya veo -dijo ella entonces y le pellizcó la nariz de manera traviesa. -La competencia me lleva la ventaja.

Y aun el tono burlón de su voz permitía ver la ofensa. Ben se sintió mal por ser tan descuidado.

-Un cachorro abandonado tiene mejor expresión que tu, cher.

Ben levantó la mirada hacia Jean. Ve veía con más energía de la que había notado en Uriel... bueno... eso no era raro.

-¿Se divirtieron?

-¡Que pregunta! -Jean rió.

Se le veía muy alegre. Ben hizo una mueca con algo de envidia, le habría gustado estar en el concierto con ella... Sólo por ella hacía toda clase de movimientos para conseguir las entradas para un grupo que le era indiferente. Con un suspiro agarró el tenedor y pinchó un trozo de jamón jugueteando con él hasta que se lo metió en la boca y comenzó a masticar.

-Muchas gracias -dijo Jeannet -Me gustó mucho, aunque no fuiste conmigo.
-Puedo confiar en Uriel -murmuró él.

Jeannet sonrió.

-Voy a participar en la competencia de gimnasia.

Benjamín dejó caer el tenedor por la impresión y miró boquiabierto a Jeannet. Gradualmente una sonrisa apareció en su rostro y se levantó para abrazar a la joven levantándola por el aire.

-¡Que gusto me da, querida! -exclamó besándole la frente -Te verás preciosa con el leotardo.

-No tanto como tu Luisa McAllister -ella lo miró con burla.

-Luisa se verá fenomenal -él sonrió.

-Siempre que te veo con ella noto esa mirada -Jeannet se sentó frente a él robando el plato con comida y tomando el tenedor que había dejado caer -Una mirada y una sonrisa que nadie más te puede arrancar...

-Es mi amiga...

-¿La chica que te convenció de ser bisexual es sólo tu amiga?

Ben guardó silencio a eso. ¿Podía ver todos la emoción que se reflejaba en sus ojos cada que podía ver a Luisa?... Que curioso... Ella le había recordado su absurdo anhelo por tener a Luis... tanto que se convencía que si Luis viviera podría permanecer a su lado y sentirse dichoso.

Todo eso era doloroso... Lo era por que sus anhelos eran absurdamente inalcanzables.

-Luisa sólo me recuerda a su hermano -murmuró Ben con mucho cuidado. -Un sueño irreal.

Jean lo miró con cariño.

-Tengo miedo -confesó finalmente -Una competencia de gimnasia es mucho para mí...

-Lo superarás... -Ben alargó la mano para acariciarle la mejilla.

-¿Qué crees que halla pasado con mi niña? -preguntó Jeannet distraída -... debe ser preciosa...

Ben suspiró apenado. Ojalá supiera donde estaba la pequeña.

* * *

Carl alcanzó a Zain en los pasillos y lo detuvo bruscamente.

-No seas necio, Zain, sólo te vas a buscar problemas con esto.

-Deja de preocuparte por mí.

No podía. Carl agarró una de sus manos y desvió la mirada.

-¿En verdad puedes hacer todo esto por Benjamín?... ¿En verdad puedes arriesgarte a que te saquen de la escuela?

-Benjamín no dejara que eso pase.

-¡Maldición!... ¡No es un Dios!.. Veo más cosas en él de las que tu captas... lo has decepcionado, ¿no entiendes?... ¡Le fallaste!

Zain miró a Carl con autentico odio. ¿Por qué le hacía las cosas más difíciles? Bastante tenía ya con los problemas que se le venían encima.

-¡Ya basta, Carl!... ¡Me tienes harto!

De nuevo el dolor en los ojos de Carl. Zain sintió que se le encogía el corazón por eso y desvió la vista. Sintió odio por sí mismo al lastimarlo de nuevo. Odio por Carl por ser tan fácil de lastimar.

-He visto a Leo.

Esa frase bastó para paralizar a Zain y mirar de nuevo a Carl. Notó su preocupación al momento que los celos le devolvían la imagen del muchachito millonario que tantos dolores de cabeza le había causado.

De nuevo Leo. El muchacho que Carl había besado cuando no habían pasado ni tres meses desde que iniciaron su relación. El que tanto lo odiaba.

-¿Cuándo?

-Fue él quien habló al celular.

-¿Por que, Carl?

¿Por qué?

Zain se sintió ridículo por hacer esa pregunta con notable dolor. Frunció el ceño por eso y volvió a odiar toda esa situación.

-No lo entiendes, Zain -Carl lo miró con tristeza -Jamás has querido entender...

-Tu amigo Leo no me interesa, Carl.

-Te interesará -susurró Carl con cinismo -Benjamín es su hermano menor...

* * *

Uriel despertó por el rayo de sol que le pegaba directo en la cara. Molesto hundió la cara en la almohada sin comprender por qué Benjamín se esforzaba en fastidiarlo. Después de un rato suspiró y se levantó bostezando. Buscó a su compañero de habitación y recordó que le había avisado que saldría.

-Claro -farfulló molesto -Esos tres ronquidos debieron ser mi respuesta.

Le dolía la cabeza y todo el cuerpo. Era en esos momentos cuando veía lo difícil que era pasar una noche con Jean... aunque no se estaba quejando. El solo recordar el ruborizado de la chica que le aceleraba el pulso de manera exquisita. La arrogante se esfumó para poner en sus brazos a la preciosa chica que tanto le gustaba.

Probó los labios suaves y acarició los hombros con sus manos. En algún momento ella dejó su cabeza recargada sobre su pecho y murmuró algo que no pudo escuchar, pero supo entender.

“Tu no me harás daño”

¿Quién podría atreverse a lastimar a una chica tan especial?

Uriel frunció el ceño y se metió a bañar. Aun tenía en la cabeza a la muchacha herida y no comprendía lo que había pasado. Ben no había querido decírselo...
¿se lo diría ella?
En realidad un beso ni significaba mucho, admitió retirándose el jabón. No cuando de Jean se trataba.

* * *

Se había preparado especialmente para ese día.

El leotardo azul, las zapatillas especiales... la diamantina, la peineta dorada y los brillos que adornaban su cara. Todo era nuevo. Todo era especial.

El día había iniciado de manera agradable. Los rayos del sol iluminaban el sitio casi con reverencia y el ambiente se mantenía templado.

El gimnasio se había comenzado a arreglar desde el día anterior y ahora sólo colocaban los últimos detalles para la competencia.

La competencia de gimnasia... su primera competencia.

Ella había estado practicando muy duro para ese día. Dedicaba sus tardes para conocer el gimnasio en vez de salir con su novio y en ocasiones cantaba contenta mientras los giros con la cinta adornaban su cuerpo infantil.

Era una competencia especial por que ese mismo día cumpliría 14 años. Pensaba sólo en ganar y llevarse el trofeo a su cuarto justo en ese espacio que había hecho junto al retrato de su novio. También había comprado el vestuario personalmente y revisó varios peinados en una revista hasta encontrar el adecuado.

En verdad todo era perfecto. Tanto que llegó a convencerse de que nada podría arruinar el día. Tenía el apoyo de todos y hasta habían organizado a las animadoras del equipo de basquet para hacerle ese hermoso cartel con su nombre. Su novio le había comprado una rosa de cristal para animarla y mostró una confianza en ella que le cautivó.

Si. Todo era perfecto.

Aun podía escuchar los versos que las animadoras habían compuesto especialmente para ella y veía ondear el cartel con los colores chillantes en gran parte de los asientos. Le parecía ver a su novio al pendiente de ella con una preocupación y ternura en sus ojos mientras sostenía el ramo de claveles que pensaba darle cuando la competencia terminara. En especial recordaba el rostro de su hermano, apenas oculto entre la gente.

Si. Lo recordaba perfectamente.

Justo cuando llegó su turno se escuchó el primer indicio de lluvia... La primera señal de que el mundo se le derrumbaría desgarrando todos sus sueños.

Ganó la competencia y perdió la capacidad de ser feliz.

¿Era un cambio justo?

La verdad es que nunca lo supo.

La rosa de cristal que su novio le regaló se hizo pedazos al caer de manera violenta contra el piso. Los gritos se ahogaron entre la tormenta mientras su trofeo se iluminaba con la luz de algún rayo.

¿Cómo había pasado?

¿Por qué precisamente él?

La campeona nacional de gimnasia de Francia recibió un golpe directo al corazón. Se le borró la sonrisa de la misma manera brutal en que la inocencia le fue arrebatada. Cambió a la amable niña por la chica fácil con la esperanza de
encontrar a alguien que pudiera evitar que todo aquello siguiera pasando, pero por mas que buscó no pudo encontrarlo. Y mientras tanto el alma se le estrujaba atrapada en las manos de su protector y atacante.

Nadie le creyó. Su novio la dejó por una de las excusas más estúpidas que ella jamás hubiera escuchado y sus padres pensaron que había celebrado su victoria con él en ves de lo que ella les dijo.

La verdad es que no le extrañaba que no le creyeran. Después de todo Mark siempre había tenido la habilidad de ocultarse perfectamente.

Lo odiaba por eso.

Lo odiaba por ser el perfecto caballero a la vista de todos cuando con ella era un despiadado. Era el hermano preocupado que siempre estaba al pendiente de ella, pero también era quien se divertía explorando la profundidad de la herida que él mismo había causado.

La situación se tornó insoportable. Ella tenía pesadillas prácticamente todas las noches y sólo despertaba para llorar rogando por que nadie entrara por la puerta de su habitación y saber lo que ocurría. Por que sabía que si alguien entraba sería él.

Solo recordaba el dolor de su pequeño cuerpo y la sangre. El sabor de la sangre en sus labios combinado con la sal de su propio sudor. La sangre en sus manos cuando se encajaba las uñas por el dolor.

En menos de un año reunió una impresionante colección de moretones... Jamás dijo a qué se debían... y de todas maneras no le creían.

¿Así que para qué perder el tiempo defendiéndose?

Después de todo sólo le estaban matando el alma.

Sin embargo cuando pasó algún tiempo y ocurrió algo que ni ella esperaba:
retrasos, mareos... vómitos...

Sus padres se indignaron. Mark solo miró haciendo gala de paciencia y la justificó con sus padres diciendo que no era su culpa, sino la de su novio.

¡El maldito de había atrevido a defenderla!

Eso redujo el castigo, pero profundizó la herida. Y por primera vez en todo ese tiempo alguien mas salió lastimado.

Ella no pudo soportarlo. Era demasiado incluso para la mascara que había logrado colocar sobre su rostro. Y el dolor amenazó con consumirla de manera aun más cruel de lo que ya había hecho.

Jamas supo donde estaba su pequeña... Hasta la fecha no había podido convencer a sus padres de que se lo dijeran.

Esa era su herida.

Su pasado.

Y se habría dejado derrotar por la muerte si no fuera por Benjamín. …l la había salvado. La arrancó justo a tiempo del cuidado de su familia dándole otra oportunidad. Tenía su promesa de encontrar a la pequeña, pero también tenía al único hombre que había levantado la cara contra Mark Le Rossignol mostrando más poder.

Benjamín se transformó en el hijo del millonario Devine por ella... Y solo así intimidó al heredero que la había estado usando para sus juegos sexuales.

Por eso llegó a amarlo en un principio.

Pero Benjamín era más de lo que ella podía obtener.
Eso era su pasado.

A esos recuerdos tendría que enfrentarse cuando pisara de nuevo un gimnasio en una competencia formal. Y estaba segura de que se esforzaría por hundirla, pero esta vez no lo lograría.

* * *

Viéndolo con más cuidado el parecido no era tan marcado.

Lo único que compartían era el bello cabello rojo, pero todo lo demás tenía diferencias. Para empezar la piel de Leo siempre había lucido bronceada, Zain atribuía eso a que la mayor parte del tiempo se escapaba a la playa en horas de clase. Sus rasgos eran más toscos y varoniles; y la verdad es que jamás lo vio sonreír. Tenía los ojos de un azul mas oscuro que los de él y la ceja más gruesa aunque generalmente lo había visto con esas gafas oscuras con las que se protegía del sol o dormía entre clase.

Benjamín, en cambio, tenía la piel más clara y los rasgos más suaves. Sus ojos grises se mostraban curiosos o burlones, acompañados de esa hermosa sonrisa a todo momento. También escapaba de clases, pero no para irse a la playa rodeado de chicas. Y la verdad es que a él si le perdonaría más cosas.
Leo, el amigo de Carl.

Jamás se interesó en él o en investigar algo que no fuera el nombre con el que todos lo llamaban. Así que no podían culparlo por no relacionarlo con Benjamín Devine. Sí sabía que era millonario y que lo odiaba, pero no le importó saber algo acerca de su familia. Entre más lejos lo tuviera de él, mejor.

En ese tiempo odiaba a Carl por haber logrado atrapado. Jamás esperó que pudiera amar de esa manera al muchachito que insistía en hablarle, pero tampoco que a su lado estuviera su peor pesadilla. Le gustaba que Carl intentara hablarle, en esos momentos su corazón saltaba de alegría ridícula, pero no le gustaba que estuviera con su Leo.

Seguramente Benjamín se parecería un poco a Leo cuando creciera un poco más. Si se cortaba el cabello tendría ese aire elegante aunque le restaría esa inocencia que tanto le gustaba.

Zain miró a Carl notando su nerviosismo. No se atrevía a levantar la mirada hacia su amigo y la verdad es que no comprendía la razón.

-El odio ha perdurado por lo que veo -murmuró Leonardo con mucha calma. Estaba sentado al frente con una pierna cruzada. Con ese traje se veía bastante elegante a comparación de lo que conoció en la Universidad.

-Al grano, Leo -pidió Zain.

El hombre sonrió. Verlo sonreír de esa manera e hacía sentir el peligro que lo había separado de Carl y que lo separaría de Benjamín.

-Pensaba lo mucho que me gustaría romperte la nariz -murmuró Leonardo -Sin embargo al verte comprendo que no necesito derrumbarte más.

Era una frase bastante inteligente. Demasiado, pensó Zain. Algo que le demostraba que el Leo que había conocido estaba desaparecido y que se enfrentaba a algo que no conocía y, por alguna razón, le provocaba miedo. Sin embargo no era verlo con ese gesto paciente del que había carecido, era la frase que le recordaba lo que tenía en las manos y que intentaba retener inútilmente.
-¿En verdad eres hermano de Benjamín? -preguntó Zain con la esperanza de no sonar tan ridículo.

-No bromearía con algo como esto -repuso Leo tranquilo.

-Benjamín no me ocultaría a un hermano... Hasta de Sara conozco un poco.
-Eso no es asunto que te incumba.

Finalmente había encontrado un punto débil en Leonardo. Zain no pudo evitarlo y comenzó a reír.

-Por favor, Zain -rogó Carl.

-Deja que se ría -Leonardo sonrió -Será lo único que le cause alegría cuando mi hermano decida reaccionar.

-Hasta ahora Ben no se ha quejado.

-No lo hará, no es su estilo...

-Me arriesgaré -retó Zain.

-Seré claro contigo, Zain... tienes que alejarte de mi hermano.

-Nunca has sido lo suficientemente importante como para lograr que deje algo que deseo.

Carl bajó la cabeza escondiendo la mirada.

-Nunca he tenido que intervenir en ninguna relación tuya, Zain... Eres lo suficientemente estúpido como arruinarla por ti mismo.

-Basta, Leo -Carl lo miró enfadado.

-Como sea -Leonardo sonrió con cariño a su amigo. -No perderé mi tiempo hablando contigo, Zain.

Leonardo de levantó para marcharse dejando el lugar en un incómodo silencio. Carl continuaba con la cabeza agachada y se le veía bastante abatido. Zain decidió que ya había soportado suficiente y se levantó también para irse.

-¿Vas a enfrentar a Leonardo? -preguntó Carl con voz baja.

Zain Cerró los ojos.

-¿En verdad es lo que quieres, Zain? ¿No es tu orgullo lo que te mueve?

-No volveré contigo, Carl -replicó Zain con brusquedad logrando que su acompañante palideciera -Sé lo que has estado haciendo esto por tu propio interés... Seguramente también buscaste a Leonardo para darme aun más problemas... Espero que te halla divertido todo este asunto.

-¡Te equivocas! -exclamó Carl.

-No vas a lograr nada, Carl... No voy a dejar a Benjamín.

* * *

Alma estaba de pésimo humor.

El propio Daniel le sacaba la vuelta poniendo excusas absurdas, en opinión de
Ben resultaba cómico.

Aunque sólo a Ben le parecía divertido. Los demás que no tenían la suerte de alcanzar a evadirla tenían que soportar criticas y burlas demasiado hirientes, en momentos estuvo a punto de llegar a los golpes, pero Daniel aparecía milagrosamente y lograba arrastrarla a una distancia segura.

Probablemente la ayuda de Daniel habría alcanzado a calmarla, pero en esos momentos aparecía Benjamín arruinándolo todo.
-Esa resbalosa... -refunfuñó Alma saliendo del aula con un par de libros fuertemente abrazados contra su pecho -... le sacaría los ojos si pudiera.

Una muchacha que caminaba a su lado (y que había intentado conquistar a
Daniel) palideció y se retiró sigilosamente.

Alma levantó la mirada y sintió un retorcijón en el estómago al ver a Mike.

-¿Has visto a Ben? -preguntó el rubio.

-Si - la chica le sonrió con peligrosa dulzura -¿Necesitas que te ayude?

-No estas de buen humor hoy, ¿cierto?

-Hace apenas unos instantes se me oscureció aun más -dijo ella con mirada insinuante.

-Oh -Mike no pareció comprender.

Alma estuvo a punto de decirle algo, pero al abrir la boca vio que Ben caminaba en el otro pasillo conversando con el licenciado Hammonds. Ella lo miró apretando los labios y se enfadó más.

Mike notó su expresión y miró también a Ben sonriendo con burla.

-Ben se ve bastante bien al lado del licenciado -susurró el rubio.

-No recuerdo haber pedido tu opinión -interrumpió ella bruscamente.

-Hasta parece que te interesa -Mike hablo como si el comentario no fuese relevante.

Alma dejó de mirar a Ben para dedicar una helada expresión a quien le acompañaba.

-No me importa si tienes cara de mosca muerta o si le tienes miedo a las mujeres
-susurró Alma -... si te metes de nuevo conmigo voy a desfigurarte con lujo de violencia.

Mike sonrió como si eso le hubiera dado la respuesta a algo que le había estado rondando desde hace tiempo.

-Disculpa -Mike se dio la vuelta -... solo quería ayudar.

-Desapareciendo de la tierra ayudarías a la humanidad -replicó ella.

Mike no dijo nada. Eso molestó más a la muchacha.

-Ese muchacho ha estado muy risueño últimamente -murmuró Daniel.

Alma miró a su hermano. Seguro que acababa de aparecer como siempre lo hacía cuando ella peleaba con alguien.

-Ha estado muy atento a todo... me da la impresión de que se entera de lo que no le importa.

* * *

-No creo que a las animadoras les haga gracia recitar este verso -comentó Ben al escuchar varias propuestas y leer uno de los papeles que tenían que memorizar - “Jeannet la invencible”...”Jeannet poderosa”... -Ben suspiró -¿No es demasiado egocéntrico?

-¿Vienes a apoyarme o a distraer a las animadoras? -preguntó ella frunciendo el ceño.

-Sólo quiero distraer a la capitana - él sonrió -Este verso es un asco... en cuanto lo escuchen en la competencia van a estallar en carcajadas... Yo no creo que vayas a interrumpir tus ejercicios para golpear a medio público.

Las demás animadoras estuvieron de acuerdo.
-Claro que los hombres no se burlarán -reflexionó Ben.

-Si alguno de burla tu me defenderás -Jean le arrebató la hoja y revisó el verso cuidadosamente.

-Podríamos crear un verso entre nosotras -ofreció una de las muchachas. Las demás aceptaron.

-Así nos darías tiempo para la sorpresa -otra de ellas miró a sus compañeras con complicidad -Y podrás entrenar tu rutina en ves de preocuparte por la nuestra.

-Así veré si esa diminuta falda es lo que atrae a los hombres -Ben sonrió con maldad.

-¡¡No permitiré que aparezcas con las animadoras!! -Jeannet lo miró furiosa.

-¡Deja de manipular a los hombres!

-¡Yo no hago eso! -ella lo miró ofendida.

-Ya no -susurró una de las chicas a las demás.

-No desde el concierto -Ben le pellizcó la nariz -¿Tiene algo que ver nuestro niñito amargado?

-Uriel no es amargado -protestó ella.

Benjamín se rió y atrapó a la chica alzándola.

-No es el tipo de muchacho que esperaba ver con Jeannet Le Rossignol... ¿Vas a cortar con todos tus novios?

-No tengo novio. Y lo sabes.

-Eso le pone las cosas más fáciles al joven McLogan.

Jean le pellizcó el abdomen y logró liberarse, al mirar a sus compañeras las notó avergonzadas y decidió adelantar su práctica. Así que se despidió de ellas y comenzó a caminar con Ben a un lado.

-¿Por qué te empeñas en ponerme en vergüenza?

-Ya sabes la respuesta a eso... Te adoro.

-Creo que me cambiarías por uno de mis novios si te dieran oportunidad, cher.

-¿Conoces a alguno que quiera salir conmigo?

-No... Hasta ahora todos quieren salir conmigo -ironizó ella.

Llegaron hasta el gimnasio donde Jean se quitó el pans y miró algo pensativo los instrumentos. Sintió la mano de Ben sobre su hombro y sonrió con un poco de seguridad.

-Todo esto es un reto para mí.

-Estarás bien... Todos los chicos podrán verte con ropa sexy.

-Solo tu no me verás... -ella se burló -Tendrás los ojos puestos en tu Luisa.
Ben chasqueó la lengua en desacuerdo. Se sentó recargándose contra la pared y cruzó los brazos. Jeannet lo miraba un poco confundida intentando acomodarse el leotardo.

-Zain ha estado comportándose de manera extraña. -recordó entonces -Se le ve más posesivo.

-Los homosexuales son así -Jean comenzó a hacer ejercicio de calentamiento.
-Estoy hablando en serio -Ben hizo una mueca ante la broma - Mas que su pareja parezco de su propiedad.

-A mí no me hables de propiedad -pidió ella con una mueca -He sido propiedad de más de la mitad de los chicos con los que he salido... lo malo es que no me enteraba hasta que alguien más me lo decía.
-Eso es patético -Ben recargó la barbilla sobre las rodillas -Aunque esto es diferente, no me ha dicho nada, pero lo siento.

-Habla con él.

Ben sonrió al ver que no era lo que esperaba de Jeannet. Después de todo era quien dejaba de hablarle a su galán de turno por que la hacía enfadar. Claro que hablar con Zain era buena idea, pero no se imaginaba llegando frente a él preguntándole la razón por la que estaba siendo más posesivo. Lo cierto es que no quería saber la respuesta.

Sentía que no le gustaría saberla.

* * *

La presencia de esa persona imponía elegancia y respeto. Permanecía de pie mirando con notable interés a través del cristal pulido sin mostrarse consciente de la demás gente que le miraba con curiosidad. Tenía puesto un traje de color gris y sostenía en una de sus manos un portafolios negro. Su cabello rubio lucía perfectamente peinado y corto; la mirada verde se notaba tranquila y todos sus rasgos mostraban el tiempo de manera sutil, jugando con cada expresión que amenazaba con aparecer al mirar algo en el jardín, pero la controlaba a tiempo con un parpadeo.

Una mujer se acercó a él. Tenía entre sus brazos varios papeles que miraba con algo de nerviosismo al mismo tiempo que se ajustaba los lentes. Debajo de la arrugada bata blanca se alcanzaba a ver el traje beige manchado, pero ella jamás le había dado importancia a eso.

-La señorita Prinhe ha llamado para recordarle el festival -informó la mujer de manera muy profesional.

-Supongo que creyó que lo olvidaría -comentó él sonriendo.

-Cuando lo conozca mas dejará de avisarle tantas veces -señaló la mujer sonriendo también.

-Si... ¿Puedes hacerte cargo, Martha?

-No se preocupe, señor McAllister... valla a ver a su pequeña.

Jeremi sonrió y se despidió de su secretaria. Mientras caminaba por los pasillos saludaba a los doctores y enfermeras amablemente hasta detenerse en la entrada principal.

-¿Hoy es el festival de la pequeña Jill? -preguntó una enfermera regordeta a
Jeremi con cariño.

-Si... Todo el día de ayer estuvo recordándome la hora -suspiró -Cuando mi hija me conozca más dejará de hacer eso.

-Verá que su padre jamás olvida alguna actividad de sus hijos... -la mujer rió y palmeó el hombro de Jeremi. -Dele un beso a Jill de la vieja Rose.

-Tu no eres vieja, Rose -Jeremi besó la mejilla de la mujer.

Rose sonrió y regresó a su trabajo.

Jeremi caminó hasta donde había estacionado su auto y marcó a la guardería, en el camino volvió a pensar en lo curioso que era el mundo al acercarle a la persona que había querido conocer desde hace bastante tiempo.

Justo ayer había recibido una carta de su hija. Mientras leía tuvo que escuchar a la animada Jill platicarle de lo que pensaba hacer en el festival y repitiéndole que
sería una sorpresa hasta que un detalle dentro del texto que si hija había escrito le llamó la atención.

Jeannet Le Rossignol. La persona que su hija nombraba con notable orgullo. Al parecer había pensado que no participaría, pero Luisa le describía lo emocionada que se sintió cuando le informaron que estaría presente. Jeremi se sintió feliz por Luisa, pero también por las circunstancias que le ponían a un Le Rossignol a la mano... y uno que parecía que podría escucharlo a comparación de los demás. Cuando llegó al lugar estacionó el automóvil y fue recibido por la profesora Prinhe, la joven mujer pareció complacida en cuanto lo vio. Le colocó un gafete con figura de abejita asegurándose de que se viera perfectamente y lo guió hasta las sillas que colocaron frente al escenario. Otros padres le saludaron y conversaron animadamente sobre su hijo (quien también participaría) procurando platicar su
última travesura.

Justo cuando las actividades estuvieron por comenzar se vio a una niña asomarse y pasear sus ojos violetas hasta detenerlos sobre Jeremi y saludar con una bella sonrisa. La profesora corrió hasta ella y después de decirle algo logró convencerla de meterse tras la cortina.

Jeremi adoraba ver a la pequeña en cualquier actividad. Siempre que tenía oportunidad se ponía a jugar con ella en casa. Le gustaba por que le recordaba a esos días en que jugaba con sus preciosos gemelos.

Jill se tropezó haciendo uno de los pasos, pero alcanzó a sujetarse con la falda de una de sus compañeritas. Al caer miró a todos los padres algo confundida y se acomodó la corona de flores que tenía la cabeza.

-¡Papa! -exclamó levantándose de nuevo para correr hasta Jeremi y abrazarlo. …l pensó que estaría llorando, pero cuando ella levantó la cara le mostró una bella sonrisa.

-¿Ya no bailarás, Jill?

-No... Me gusta aquí.

Así que el resto del evento Jill estuvo sentada con él. En momentos la profesora intentaba convencerla de regresar con los demás niños, pero Jill se aferraba al cuello de él haciendo un puchero. Cuando todo terminó una niña vestida de abeja permanecía profundamente dormida en sus brazos.

Ver a un hombre vestido de forma tan elegante caminando hasta su auto con una niña vestida de abeja era conmovedor.

Jeremi besó a su hija al acomodarla en el asiento del copiloto. Su labor de protector terminaría pronto.

* * *

-Nada pondría de buen humor a Alma aunque decidiera vestirme de florecitas y cantarle alguna locura.

Daniel hizo una mueca que se fue transformando en una sonrisa conforme se imaginaba a Ben haciendo semejante cosa. Y no tanto por que jamás lo hubiese hecho, era sólo que Alma sería capaz de matarlo con el humor que tenía.

-¿Te arriesgarías?

-Mi instinto de autoconservación me lo prohíbe -Ben se sentó con una sonrisa -
¿Qué es lo que tiene así a tu hermana?

-Ni yo estoy seguro -murmuró Daniel -Pero una buena idea me doy... ¿Por qué no hablas con ella?

Ben suspiró, la idea no era mala, pero no había querido hacerlo para no avergonzar a la chica... Además era tan orgullosa que no se atrevería a decirle la razón por la que estaba tan enfadada a pesar de que le preguntaba a cada oportunidad.

Daniel recargó la barbilla sobre las rodillas mirando la cancha. Ya no soportaba el humor de su hermana, no siempre podría aparecer para defender al pobre idiota que tuviera la brillante idea de hacerla enfadar más. Quiso hacérselo saber a Ben, pero prefirió no hacerlo al ver a una chica acercarse.

Luisa se acercó para besarlos a ambos en la mejilla y se sentó en el pasto. Tenía una libreta bajo el brazo y a juzgar por la humedad de su pans, Daniel pudo
adivinar que venía de correr.

-Así que es aquí donde se comportan como salvajes -Luisa los miró con burla.

-Es la cancha de fútbol -protestó Ben.

-Creo que a eso se refiere -ironizó Daniel.

-La chica que sustituyó a su hermano en peleas no puede hablar de esa manera. Daniel vio que los labios de la chica se apretaban. …l no conocía completamente la historia, pero podía imaginar perfectamente la apariencia que el tipo debería tener para poder ser sustituido por tan preciosa joven. Al dirigir la vista a Ben pudo notarlo pensativo con esa suave sonrisa que sólo veía cuando estaba con esa chica.

-El punto es que el fútbol tiene más admiradores que la gimnasia -completó Ben.

-Siempre es más atractivo ver músculos moviéndose para golpease a un buen trasero con elegancia -dijo Luisa con cinismo -, por cierto mi padre vendrá a la competencia, ¿podrías evitar cantar con las animadoras?

-¿Y arruinar la oportunidad de atraer a un buen chico?

-Ya tienes un “chico” -replicó ella.

-Tal vez le interese hacer un trío -reflexionó Ben.

-Tu idea de trío utiliza más de cuatro personas -se burló ella.

-Pues antes de que me incluya huiré de la manera más elegante -Daniel se levantó estirando su cuerpo -fue un placer verte de nuevo, Luisa.

-Cobarde -farfulló Ben.

Luisa se despidió moviendo la mano y después se recostó en el pasto viendo a Ben con una amable sonrisa. …l le devolvió la sonrisa y apoyó la cabeza en su vientre.

-¿Estas molesta?

-¿Por qué habría de estarlo?

Casi por nada... Por la monumental estupidez que había hecho llamándola Luis justo cuando empezaba a acariciarla con más descaro.

-Pensé que lo estarías -comentó intentando restarle importancia.

Luisa se rió. Pudo sentir el temblor de su risa al mismo tiempo que unos dedos se enterraban en su cabello.

-No es grave que recuerdes a Luis -dijo ella tranquila -Yo lo hago muy seguido.

Lo grave era que ella estuviera tan tranquila y que él se preocupara tanto. Ben frunció el ceño sin poder entender.

-Desde que sabes que Jean va a participar te ves más contenta.
-Desde hace bastante tiempo he querido conocerla. -repuso Luisa.

-No creo que sea tan famosa como para que la conozcas desde hace bastante tiempo -Ben giró la cabeza para mirarla con curiosidad -¿Tu entrenadora se escapó de Inglaterra contigo?

Luisa se rió de buena gana.

-No sólo mi entrenadora conoce a la chica -comentó inclinándose para verlo. Ben sintió un vuelco en el corazón y frunció el ceño con algo de confusión. -Me agradará conversar con ella. -Aseguró Luisa con una sonrisa.

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